La mujer de cabello rubio seca sus lágrimas con un pañuelo.

— Oye, ¿Podríamos ir a un lugar que me encanta? — pregunta Bel con emoción, quien estira la mano en forma de una invitación cálida —. Claud, ¿Vendrías conmigo al karaoke? 

En un pestañeo, llegan a un supermercado, donde hay un Kararoke. Bel se pone a cantar a todo pulmón canciones de Taylor Swift, Claud toca la pandereta sin entender como a pesar de que cante tan mal lo haga sin pena y mucha pasión. Lo cual la hizo sonreír ante tan divertida y rara situación.

Bel detuvo su canto para ver a Claud — ¿Qué tal lo hice? — la rubia estuvo a punto de responder y la morena la interrumpió antes de que hablara, posando su fino dedo en los labios rosados de su contraria —. Hablame con la verdad.

La rubia quería ser amable, pero ya que le pidió honestidad. 

— Fue horrendo, tienes una linda voz, pero no a la hora de cantar, no llegas a las notas y te inventas otras de la nada —  la rubia se cubre la boca, en arrepentimiento con lo que dijo —. Lo siento...

Bel se ríe, que casi se le sale una lágrima. — Eres más suave que otras personas y me pides disculpas aun cuando es verdad — comienza relatar su intento de trayectoria artística —. Cuando pequeña me ha gustado este mundo, realmente me gusta y apasiona, luces apuntando en tu dirección, donde mucha gente te observa y...

— ¿Te admira?

Bel negó con la cabeza. —  Te inspiran, trate por muchos medios el inspirar a la gente, de ser capaz de llegar del corazón de la gente, lo trate primero por la música. Tuve que entrar en el coro de la escuela y me rechazaron, cantaba con la garganta de un loro agonizando, un bebé con las cuerdas bocales más horrendas y alguien sin oído musical con voz de bruja mala.

— ¿Te dijeron todo eso?

— Se dice que los niños son crueles, pero nadie dice que los profesores pueden ser mucho peor —  Bel trata de sonreír, sin embargo tiembla al recordar su pasado —. No me rendí, trate de tocar algún instrumento y la actuación, sin embargo, he sido que le dan papeles para extras o secundarios, con dedos torpes que no alcanza llegar a ninguna nota. 

>>A pesar de tener una linda cara no tengo talento para nada, luego fui edecan. Al llegar aquí me di cuenta que amo la cámara, cuando inicia la sesión de fotos, entrego todo de mi para mostrar la mejor sonrisa, la mirada más atrevida y la actitud más poderosa y segura. Conozco a gente muy interesante y en una ocasión tuve la oportunidad de tener una vista de la ciudad única.

>>Imagina, tener un abrigo grande para soportar el fuerte frío que estaba a próximo de llegar por una fuerte tormenta. con un ligero vestido de noche con un montón de gente gritando y corriendo de aquí y allá para que las fotos salgan perfectas, sin poder moverte por que la maquillista te esta retocando por doceava vez y sin haber comido. Luego, el solo desaparece por completo, hay notas que la noche de la ciudad no llega, porque es el momento cuando todo citadino esta más vivo que nunca, luces y más luces, hay es cuando me olvide del frío y del hambre, al darme cuenta en que clase de ciudad tan viva me encontraba.

>>Anuncian a mis compañeras y a mi que era nuestro turno. Me quito mi abrigo, pero ya no siento lo helado de la noche y menos al escuchar a nuestro director de fotografía:

>> — Ahora son chicas de ciudad, prosperas, decididas y completamente exitosas, la juventud y las oportunidades están a su favor. Fuertes para comerse a esta ciudad, luchando por llegar más alto.

>>Al dar los pasos, me quede pensando en eso, lo brillante de la ciudad y lo que pedia el director. En ese momento, sentí que era otra persona, una mujer que mira en alto para llegar a la punta. Con ojos mirando a la cara, con mi barbilla ligeramente levantada y tenue sonrisa. Esa sensación es algo mágico, voy a esforzarme, pero sabes que trabajar causa mucho estres, por eso una sesión de karaoke es lo que me calma, me hace sentir yo.

Claud tan solo puede reír ante tal petición y luego de cantar algunas canciones más ambas se sientan para retomar la historia del pasado de Claud.

—  Mi querida Anneliese se despidió de este mundo. Desde el punto más alto de un edificio más alto, se dice que me dejó una carta, pero jamas la encontré ni la recibí, de seguro al último momento se arrepintió y destruyo la dichosa carta.

>> Con el tiempo su cicatriz de mi querida amada, quedo en mi corazón, un beso lleno de sorpresas que se rompió, quedaron en solo promesas de palabras vacías y duele, duele todo. Lloró por la muerte de una mujer que me rompió de manera terrible el corazón, pero entre lágrimas  lamente su partida tan abrupta y me término por romper. Así, luego de un otoño amargo y difícil invierno, llego la primavera y con eso la llegada, de una chica muy parecida a Anneliese.

>>Su cabello no era rubio, si no castaño y suave, con una bellas sonrisa y hoyuelos, su nombre era Emily, dulce como su mirada. Para muchos algo imposible, para mi, fue como la reencarnación de mi primer amor.

>>— Hola, mi nombre es Ludwing, Ludwing Claudine.

>> Nunca olvidare su hermosa mirada azul y ver en su linda cara, una sonrisa de ángel. — Mucho gusto — estira la mano, sin pena. Le pido llamarme Claud y esta le brillan los ojos, se despide de mi con un fue un placer y un beso en la mejilla.

>> Mi cuerpo se estremeció y las mejillas se tiñen. En un comienzo era igual que Anneliese, inteligente, seria, elegante y simpática , su caminar y comportamiento era muy similar, pero había algo más. Sus gustos eran similares al mío, gozaba de los partidos de tenis, pero como una fan desde las bancas, una chica bastonera, ligera y ágil. Para mí me volvió la chica de mi sueños.

>> Comenzamos a salir a escondidas de las demás, debo admitir que fue excitante, lograr lo prohibido en un colegio de chicas, donde todo el mundo se metería con ambas. Con las hormonas al flor de piel, debo admitirlo, ya no soy una chiquilla, me gusto, me gustos ser de Emily en cada oportunidad que teniamos.