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CAPÍTULO II 08

08| La leyenda de la maldición.


─ Ya es hora de que descanses preciosa ─ Dixon veía embobado a su omega mientras comía en el comedor. 

─ Está bien, ya terminé ─ se levantó de la mesa y él copió su acción. 

─ Encárgate de lo que te pedí Adam, no quiero ni una sola equivocación ─ El beta asintió. 

─ Como ordene Alpha. 

Tomó de la mano de su omega y beso de ella, después la tomó de la cintura y cargo su cuerpo como princesa. 

Subió las escaleras con ella en brazos, teniendo mucho cuidado, hasta que llegaron y entraron en su habitación para después depositarla con delicadeza en su cama. 

─ Esta no es mi habitación Alpha Dixon ─ él se sentó a un lado de ella. 

─ De ahora en adelante, si preciosa ─ acomodó un mechón de cabello tras su oreja ─ esta será tu habitación, nuestra habitación ─ se corrigió. 

La omega asintió, pues, nada iba a lograr para que eso cambiará. 

─ Gracias por hacer las paces con mi hermano ─ Jane le sonrió a su Alpha ─ Valoro mucho eso. 

Había sido la mejor sonrisa que le pudo regalar, era perfecta, su cabello, sus ojos, sus largas pestañas la hacían ver como un ángel, su pequeño ángel. 

Le encantaba tenerla consigo y tener el privilegio de acariciar esa suave piel mientras la observaba. Su olor era magnífico se la pasaría metido en su cuello por el resto del día si ella se lo permitía.

─ Lo hago porque me importas, porque mi objetivo es verte feliz conmigo a mi lado ─ la omega se sentó en la cama.

─ Gracias por esto ─ Dixon beso su frente y se metió bajo las sábanas con su omega.

Se acomodó en el pecho de Dixon respirando calmadamente su aroma, se sentía amada y protegida por su Alpha y estiró su brazo encima de su torso, abrazando así su cuerpo al suyo para estar más cómoda, cerca y tranquila. 

Dixon estaba más que feliz al tenerla de ese modo, ya no le temía, se había ganado su confianza. Tendría más cuidado ahora con lo que hacía, era la mejor experiencia de su vida. 

─ Descansa pequeña ─ sabía que estaba dormida por los calmados latidos de su corazón, beso su cabeza con amor mientras la miraba dormir.

Dos días después…

─ No dejes ninguna parte de mi cuerpo encadenada. No debo salir de aquí por lo menos 5 días ─ Adam hacia lo que le ordenaba. 

─ Esto es demasiado descabellado ─ decía atándolo ─ Tienes a tu pareja en tu propia casa, No comerás en esos días tu bestia despertará ─ se paró frente a él ─ matarás a mucha gente si dejas sin alimentar a tu demonio. 

─ Lo hago por ella, no la quiero lastimar ─ su lobo quería tomar el control, su celo estaba cerca ─ James no sabe de esto, se lo oculté. 

─ Se molestará ─ Adam observa cada parte de su cuerpo cubierta de cadenas ─ ¿Qué pasa si te desatas? 

─ Me enfrentarás y la alejarás de mí como sea posible. 

─ ¿Me estás pidiendo que muera? ─ Dixon gruñó ─ Me harías mierda en segundos, vamos soy tu mejor amigo. 

─ Si, lo eres, pero ella es más importante ─ el beta suspiro. 

─ Está bien ─ puso la última en su tobillo derecho ─ Es todo, ¿necesitas algo más? 

─ No, puedes irte y cerrar con llaves la puerta ─ Adam se despide y cierra la puerta con seguros. 

Una vez solo, dejó salir un largo suspiro mirando algún punto fijo de esa habitación. Se encontraba en las mazmorras listo para tener su celo lejos de su amada Omega, sabía que James sería brusco y podía lastimarla. 

─ Lo hago por ti preciosa, me prometí cuidarte y eso mismo haré ─ Su lobo gruñó, su celo había despertado. 

Por el Link 

─ ¿Qué has hecho?!

─ Tenía que hacerlo, James no tienes control. 

─ Es nuestra! Debemos estar con ella. 

─ La lastimarías, la protegeré hasta de ti. 

─ Veremos cuanto resiste nuestra pequeña. 

─ No, no hablarás con ella. 

James había tomado por completo el control, Dixon aún peleaba pero no cedía. Miró a su alrededor, encontrando la forma de escaparse, tiró de las cadenas con sus fuerzas, haciendo fuertes ruidos hasta que logró romperse algunas. Sonrió al saber que su intento de separarlo de ella fuera tan inútil. 

Pero algo en la habitación lo debilitaba, eran las paredes. Tenían plata. Dixon calló al suelo, no había recordado que había puesto eso y simplemente calló al suelo dormido con la única imagen en su mente. La sonrisa de su hembra.

Al día siguiente 

La omega se dirigió caminando a la habitación de su Alpha, hoy no había estado todo el día ni la noche anterior y necesitaba hablar seriamente, ya que había puesto a lobos que la siguieran hacía todas partes.

Estaba cansada de hacer sus cosas mientras miraban todo lo que hacía, «espectadores» pensó ella, les había pedido muchas veces que se alejaran, pero solo respondían ❛ Son órdenes del Alpha.

Así que quería verlo. Un ruido en la cocina llamó su atención y se adentró en ella, tal vez su Alpha se encontraba ahí. Pero solo era su beta. Estaba de espaldas hacia ella parado frente al refrigerador, la omega estaba oyéndolo masticar, al parecer un emparedado por el aroma. 

─ Hola Adam ─ se sobresaltó el beta al escucharla y giro su cuerpo para mirarla masticando su comida. Extrañamente, no la había escuchado, pero recordó que estaba aún atolondrado al entrar a la habitación donde había dejado a Dixon. Había plata por doquier. 

─ Hola ─ respondió una vez tragado ─ ¿Necesita algo Luna? ─ ella negó.

─ Solo quería saber donde está el Alpha ─ él asintió y bebió primero de su bebida.

─ Tiene un asunto de varios días, pero regresará pronto.

─ ¿Seguir atacando manadas? ─ la omega se sentó ─ ¿Cómo puedo hacer para detenerlo? ─ a la omega le entristecía que fuera tan malvado. 

─ No puedes, es su instinto de demonio, Dixon no es normal, es único en su especie, es como casi un experimento. ─ ella frunció el ceño.

─ ¿Cómo que casi un experimento?, ¿Por qué es un demonio? ─ él se sentó junto a ella.

─ Creí que te habías dado cuenta ya ─ miró a su escolta tras ella ─ Retírense la cuidaré yo, no se alejen tanto tampoco ─ hicieron una reverencia y se alejaron. 

─ Gracias, creí que no podría hasta respirar, están invadiendo mucho mi espacio personal. ─ el Beta sonrió. 

─ Se que puede parecer exagerado, pero solo está cuidando de ti ─ sabía la omega a que se refería ─ realmente los odia y que tú tengas un mate vampiro solo lo hace estar inseguro. ─ ella asintió con una sonrisa ─ te contaré algo, vamos a tu habitación, ahí está todo sonorizado. 

Se levantan y suben las escaleras, aun con los lobos siguiéndoles, pero con más distancia, entraron y el Beta cerró la puerta. La omega se sentó en la cama mientras él se sentó en un sofá individual. 

─ Dixon es hijo de un demonio y de lobo, su padre era un demonio y su madre una loba hermosa. No eran parejas destinadas, la mamá de Dixon tenía su mate un beta lobo. Pero lo rechazó, ella no quería tener un lobo débil y menos para su manada ella era de sangre Alpha como su padre. 

─ ¿A caso, es este hombre? ─ señaló una fotografía ─ Es un poco parecido a Dixon ─ Adam tomó la foto de sus manos, la foto se encontraba arrugada. 

─ Es él, ¿dónde la encontraste?. 

─ Estaba bajo la cama, quería encontrar mis pantuflas y la encontré. 

─ Dixon lo odia, y tiene toda la razón en hacerlo, es un maldito viejo loco, solo quiere poder ─ ella frunce su ceño. 

─ ¿Y eso no es lo que hace Dixon?, él destruye manadas ─ Adam negó. 

─ Lo hacía solo porque no te tenía, estaba molesto por tener esa maldición ─ suspiró Adam y se encorva poniendo sus brazos en sus piernas.─ Su abuelo educó a su madre como él, quería que su manada liderará un lobo fuerte hasta que conoció a Sean Callahan . El padre de Dixon. ─ ella solo ponía atención viendo el suelo, imaginando todo. ─ Hicieron un trato y era que se casara con su hija, para nada sus padres se amaban, solo hacían lo que el estúpido abuelo de Dixon pedía. Con el paso de los años ambos se enamoraron concibiendo a Dixon, su madre lo adoraba mientras que su padre lo trataba como un adulto siendo un niño, era muy duro, pero su madre siempre estaba ahí para hacerlo sentir seguro. 

─¿cómo sabes todo esto? 

─ Toda la manada sabe la historia. Cuando su abuelo pudo sentir el poder que tenía Dixon quería criarlo él como su hijo, quería hacerlo como una perfecta máquina de matar, no tendría ningún impedimento al destruir manadas, sabía que su nieto era muy fuerte siendo mitad demonio. 

─ Pero qué imbécil ─ el beta reía. 

─ Cuando Dixon tenía 8 años de edad vio morir a sus padres frente a sus ojos, su abuelo había sido el causante. Pero no estaba solo, se encontraba con un clan de vampiros, ayudando a la causa de su abuelo. Esto enfureció a Dixon e hizo despertar a su lobo a temprana edad, mató a muchos vampiros e hirió a su abuelo, estaba a punto de asesinarlo, pero logró escapar, Dixon lo ha estado buscando para vengarse. ─ ella asintió ─ No es todo ─ ella lo observó ─ Dixon tiene una maldición, la diosa luna maldijo a sus padres al no atacar sus parejas que correspondían pecando contra ella, no solo fueron ellos sino su heredero y primogénito. Dixon jamás iba a tener una mate destinada, pero fue algo muy raro al encontrarte a ti, ¿de verdad eres tú?… 

─ Si lo soy, también puedo olerlo. ─ la omega se avergonzó un poco delatando sus mejillas sonrojadas. 

De pronto se escuchó un fuerte golpe bajo la casa que hizo hasta retumbar la habitación. 

─ No maldita sea ─ decía Adam frustrado ─ ¿Cómo escapó? ─ dijo para sí mismo, pero la omega pudo escucharlo. Adam había olido su olor, un olor a Alpha. 

─ ¿Qué ocurre? ─ se levantó de la cama ─ ¿Adam?. 

─ Escucha, pase lo que pase por ningún motivo, salgas de la habitación ─ ella no entendía nada. 

Se apresuró a salir y poner seguro a la puerta, cosa que la omega pudo escuchar a la perfección. 

─ ¡No!, no Adam, no me dejes aquí así, por favor ─ él ya no estaba, pego su oreja a la puerta escuchando el ruido tras ella. 

Eran quejidos de dolor y gemidos de fuerza, como si estuvieran peleando, cosa que para ella era lógico al escuchar varias cosas romperse o las paredes ser golpeadas. 

Por otra parte, con Adam se encontraba con algunos de sus betas, impidiendo que Dixon entrará a su habitación o que subiera las escaleras.

─ Prometiste cuidarla, ¿recuerdas? ─ decía haciendo esfuerzo Adam para detenerlo. 

─ Siempre lo haré y mi deber es estar con ella ─ James estaba descontrolado. 

─ No hagas esto, a Dixon le molestará ─ él sonrió con burla. 

─ No está aquí ahora ─ los ojos rojos del Alpha amenazaban con cambiar, pero su fuerte control lo impidió ─ No puede hacer nada ─ se burló. ─ apártate, mi mujer me espera. 

─ No, se lo prometí a Dixon ─ El Alpha no lo soporto más y tomó sin problema el cuerpo de Adam para lanzarlo lejos y golpeándolo contra la pared, haciéndola añicos como también dejarlo en la inconsciencia. 

Subió con lentitud siendo guiado por el dulce olor de su hembra en su habitación, una vez frente a la puerta pudo sentir el miedo de su pequeña. Intentó abrir la puerta, pero tenía seguro, golpeó fuertemente para zafarla y así escuchar los jadeo de su omega y sus fuertes latidos desenfrenados por su miedo, cosa que él iba a cambiar. 

Ella estando dentro supo de inmediato lo que pasaba, su Alpha estaba en celo, podía olerlo y su aroma a Alpha hacía inmediatamente que mojara sus bragas, la sumisión estaba llegando a ella, el aroma de su Alpha se convertía más fuerte que la llamaba. Tenía unas intensas ganas de desvestirse en ese momento. 

─ Pequeña abre la puerta ─ no respondió ─ Necesito de mi princesa, por favor ábreme ─ ella avanzó dos pasos pero se detuvo. Dudó ─ Ayúdame preciosa, ven a mí, sé que puedes hacerlo ─ Sonaba tan dulce con ella que la segó. Camino para abrirla. No sabía que Adam la había cerrado de su lado. ─ Te necesito mi ángel. 

─ N-no p-pued-do ─ estaba nerviosa, se detuvo a no abrir, entendía todo y por qué Adam la encerró, Escuchaba las cadenas, ser arrastradas como también movidas con brusquedad.

El aroma de su Alpha se hacía más fuerte y no lo soporto más, quito los seguros de la puerta y retrocedió todo lo que pudo hasta sentir la cama con sus piernas. La puerta fue abierta por Dixon con brusquedad, viendo así como efectivamente cargaba cadenas y algunos trozos de metal donde se mantenían soldadas. 

─ Estoy Aquí preciosa ─ se acercó a ella y la tomó por la cintura, Dixon no tenía camiseta, solo su pantalón ─ Te vez tan hermosa ─ decía juntando su frente con la suya, ambos lobos estaban presentes. 

─ Alpha ─ su aroma la tenía en completa sumisión, sentía el líquido cayendo sobre sus piernas una vez más, estaba tan excitada con tan solo olerlo y escuchar su ronca voz. 

─ En este momento te haré mía ─ decía oliendo su cuello dulce mientras acariciaba su pequeña cintura con amor ─ Mía. ─ tomó con una de sus manos su trasero y así escuchar el gemido de su pequeña.

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