*Capítulo 4: Pantera Rosa.
13 años de edad.
AARÓN.
— Hanna ¿Me puedes explicar otra vez porque te estoy ayudando? — le pregunté mientras miraba por última vez el pasillo, en serio me preocupaba que alguien apareciera y nos viera forzando la cerradura de la azotea del gimnasio.
— Lo volveré a decir por décima vez, porque eres mi mejor amigo, y la persona en quien más confío, por eso. — escucharla decir eso me calmó pero no del todo.
He pasado el último año ocultando videos de cámaras de seguridad y pagándoles a testigos que hayan visto a Hanna mientras prepara sus bromas, realmente sería muy decepcionante que mi trabajo se viera arruinado por esto. Por suerte Hanna hacía bromas cada mes, así que el trabajo no era tan pesado.
Finalmente, luego de unos segundos más, Hanna abrió la puerta, no era para asombrarse, ella ya había hecho esto cientos de veces, más de las veces que se suponía yo tendría que saber; como dije, la he tenido que vigilar.
Hanna era un genio cuando se trataba de planear sus bromas pero era muy descuidada.
— ¡Rápido, entra! — obedecí y acto seguido cerró la puerta con seguro. — Bien, llegó la hora.— dijo en un tono dramático y yo solo la miré divertido.
— ¿Por qué siempre que vamos a hacer una broma dices lo mismo? — Hanna rió.
— Es para darle dramatismo. Ahora busca el tinaco que tenga una cinta amarilla. — asentí y acto seguido hice lo que pido.
Luego de hacerle la promesa a papá hacia todo lo probable para que Hanna no hiciera sus bromas pero al final opté por seguirla; si no puedes contra ella únetele.
Revisé entre los diversos tinacos hasta que finalmente encontré uno que tenía la franja amarilla que Hanna había dicho.
— ¡Hanna, lo encontré! — escuché sus pisadas y segundos después estaba conmigo.
— Excelente trabajo. — Hanna se acercó y con una facilidad impresionante logró abrirlo, incluso ella se sorprendió.— ¡Wow! Las clases de defensa personal que mamá me pagó ya están dando frutos. — la miré asombrado.
— ¿Tú tomas clases de defensa personal? Creo que sería mejor que quieres te rodeamos tomáramos esas clases. — me miró mal.
— Ja, ja. Qué gracioso. — dijo sarcásticamente antes de dejar la tapa en el suelo. — Saca el frasco de mi mochila.
Me puse atrás de ella y con cuidado quité su largo cabello de la mochila para abrirla, al hacer esto me llegó el aroma de su champú, olor que me dejó sorprendido.
— ¿Cambiaste de champú? — saqué el frasco y casi al instante Hanna giró para mirarme con una expresión de confusión.
— ¿Y tú cómo…? — me adelanté.
— Siempre ha olido a manzanilla pero ahora huele a lavanda, es diferente pero te queda bien. — dicho ese le entregué en frasco, ella la aceptó con una nuevo expresión de sorpresa en su rostro.
— No sé que me asusta más, que seas hombre y conozcas de flores o que sepas a que huele mi cabello. — me eché a reír.
— No te sorpresas, te recuerdo que tengo a una hermana que le gustan las flores y a ti te conozco desde los tres años. Sorpréndete cuando no sepa esas cosas. — Hanna rio antes de poner toda su atención en el tinaco.
Abrió el frasco y de éste sacó un puño de pastillas redondas y planas, bastantes grandes como para que alguien se las pudiera tomar.
— ¿Eso qué hace? — Hanna comenzó a tirar una por una al tinaco, en el momento en que éstas entraban en contacto con el agua se diluyen, dejando el agua intacta.
— Estas pastillas son como una especie de “colorante trasparente”. — Metió la mano en el agua y cuando la sacó estaba pintada de un color rosa intenso.
— ¡Wow! — me quedé sorprendido pero luego de pensarlo más mi parte racional salió a flote. — ¿A dónde va el agua? — ella me miró con una sonrisa traviesa, como si hubiera esperando con ansias a que yo hiciera esa pregunta.
— Va dar a los vestidores de las porristas. — Ahora todo tenía un poco más de sentido, tendría que haber sabido que ella no se quedaría de brazos cruzados.
— ¿Lo haces por lo que hicieron con el equipo de atletismo?
— ¡Claro! ¡No voy permitir que se salgan con la suya! — dicho eso arrojó todas las pastillas para luego volver a cerrar el tinaco, dejando todo como si nada hubiera pasado.
Las porristas y chicas de atletismo tenían sus entrenamientos a la misma hora (después de clases) y en el mismo lugar (la cancha de futbol). Pero hace unos días las porristas se quejaron de que se sentían incomodas delante de ellas, porque aseguraban que las chicas de atletismo solo las criticaban; Hanna asegura que eso es mentira, que de hecho es al revés. En fin, el director al enterarse de esto cambió el horario de atletismo a una hora después, o que provocó el enfado de todo el equipo, incluyendo a Hanna.
— Hora de irnos.— Hanna estaba lista para irse por donde entró pero por suerte la detuve.
— Hanna, tu mano está pintada. — la miró sorprendida.
— ¿Ves? por eso te traigo. — sonreí iónico y ella procedió a sacar una botella de agua que tenía a un costado de la mochila y comenzó a lavarse la mano pero al cabo de unos segundos la pintura no cedía. — Aarón, creo que la pintura ya se secó. — sentí un nudo en el estómago.
— ¿Cuánto tarda en caerse la pintura, Hanna? — me miró con una sonrisa nerviosa.
— Una semana…
— ¡¿Una semana?! — me llevé las manos a la cabeza. La hija del director estaba en el equipo de porristas ¡Claro que no se detendría en investigar cuando veía a su “princesa” llena de pintura!
— Bueno, hay que calmarnos, nunca me han atrapado. — Nunca la han descubierto porque yo siempre me he encargado de limpiar su desastre, pero no podía decirle eso, Hanna no debía saber que yo la estaba cuidando a petición de mi padre.
Negué con la cabeza y comencé a pensar las cosas más fríamente hasta una idea se me vino.
Me quité mi mochila y comencé a buscar entre mi ropa de entrenamiento hasta que finalmente lo encontré, una venda.
Una vez estuve de pie, tomé la mano de Hanna sin preguntarle y comencé a vendarla, ella estaba incrédula.
— ¿Está es tu mejor idea?
— Tienes una mejor. — no dijo nada, solo dio una largo suspiro. A los pocos minutos terminé, no se vía nada de la pintura. — Dirás que te lastimaste en tus clases de defensa personal ¿bien? — asintió de mala ganas.
— ¡Agh! A veces pareces mi padre. — finalmente salimos de la azotea.
🌼🏈🌼
Una vez abajo Hanna y yo fuimos a las canchas pues ambos tendríamos entrenamiento en unos minutos.
— Nos vemos. — dicho eso ella entró a los vestidores.
Yo por mi parte miré para todos lados, observado si alguien me estaba mirando y al comprobar que no era así me eche a correr de vuelta al edificio principal. Una vez ahí calmé mi paso y comencé a caminar hasta llegar a la oficina de seguridad, toqué como era de costumbre y me abrieron.
— ¿Ahora que hizo tu amiga? — me encogí de hombros antes de que el señor Lynch me dejara pasar. — ¿Qué cámara?
— Fuimos a la azotea así que supongo que la del pasillo f. — asintió y acto seguido comenzó a buscar las grabaciones.
— Me sorprende que tu amiga sea algo descuidad, lo bueno es que te tiene a ti sino ya la habrían expulsado desde hace mucho tiempo. — eso lo dijo mientras borraba el video donde se veía como Hanna forzaba la puerta de la azotea así como donde se vía que ambos salíamos de ahí.
— ¿Ya está listo?
— Sí, solo faltaría sustituir esos videos por otros pero de eso me encargo yo.
— Okay, gracias, señor Lynch. — le entregué el sobre con 500 dólares adentro y finalmente me marché.
Está había sido mi rutina desde hace un año luego de ayudar a Hanna con sus bromas. Lo bueno es que el señor Lynch es alguien de confianza, sino no sé qué habría hecho.
🌼🏈🌼
HANNA.
— Ahora saltos de tijera. — el silbato sonó y mis compañeros y yo comenzamos a hacer lo que la entrenadora pidió. Luego de unos segundos el silbato volvió a sonar, dándonos la señal de que ya había terminado. — Buen trabajo. Ahora ¡Parker! — inmediatamente miré a la entrenadora.
— ¿Si, entrenadora?
— ¿Por qué tu mano está así? — carajo, la verdad nunca pensé que me preguntarían sobre eso, lo bueno que es que Aarón es más precavido y me dio la excusa perfecta.
— Me torcí la muñera en mis clases de defesa personal, entrenadora.
— Espero no afecte tu rendimiento, eres mi mejor corredora. Porque aunque no lo parezca las manos también son importes al momento de correr. — asentí. — si te duele me dice. — acto seguido volvió a hacer sonar el silbato. — ¡CALENTAMIENTO! ¡7 VUELTAS A LA CANCHAR! — el silbato sonó y todos empezamos a correr.
Estaba muy tranquila con mi soledad (de hecho eso era lo que me gustaba de correr, que estás solo) cuando de repente una chica de mi clase se acercó, se llamaba Tina, si mal no recordaba.
— ¿Hanna, qué te pasó? ¿Está mañana no tenías esa venda? — demonios ¿Y a ella que le importaba?
— Ah… sí, es que apenas me comenzó a doler, al parecer el efecto del medicamento que me recetaron para el dolor ya se pasó. — ella asintió compresiva, al parecer se lo había creído. Estaba por hablar de nuevo cuando en eso Aarón apareció para alejarme de la chica.
— ¿Te preguntó algo? — se veía preocupado pero opte por réstale importancia porque no quería angustiarlo.
— Sí, pero lo tengo bajo control, tranquilo. — no le di tiempo de decirme algo más porque me alejé para volver a mi calentamiento y nuevamente la chica se acercó.
— Aarón Cox, es tu amigo ¿verdad? — sonrió y sus mejillas se pusieron algo rojas. Ya sabía por dónde iba esto.
— Es mi MEJOR amigo. — dije seca, en serio odiaba cuando una niña venía a hablarme por Aarón ¿Qué no podían ir ellas mismas a conocerlo?
— Oh… entonces ustedes no…
— ¡Hanna Parker! — la conversación se vio interrumpida por un grupo de chicas que tenían sus uniformes y cuerpos pintados de rosa. Claro, usar las regaderas, por el vapor del agua, el colorante marcharía todo a su paso, era genial.
— ¿Qué pasa, pantera rosa? — me cruce de brazos con una gran sonrisa en la cara.
— ¡Oh! No te hagas la inocente. — se me acercó Amber, la hija del director. — Sé perfectamente que fuiste tú.
— Oye, yo no tengo la cumpla de que su cambio de look les haya salido mal.
— ¡Agh! Siempre te quieres hacer la inocente pero todo mundo sabe que quien hace las bromas cada mes eres tú. — ella creyó que me intimidaría pero no fue así, en cambio sonreí aún más.
— ¿Tienes pruebas? — Se calló. — Eso creí y mientras no las tengas no podrás hacer nada. — hice un puchero y acto seguido me marché para seguir corriendo.
Todos los estudiantes habían dejado de hacer sus actividades para vernos y al notar como me alejaba hicieron como si no hubiera visto nada. Amber y sus amigas se fueron muy molestas no sin antes lanzarme una mirada asesina.
Era claro que todos sabían que yo hacía las bromas después de lo que pasó el primer día pero nunca han tenido pruebas para expulsarme o castigarme.
Al terminar el entrenamiento Aarón se acercó rápidamente.
— Hanna ¿Todo está bien? — asentí.
— Sí, ya no te preocupes, no tienen pruebas de nada. — Aarón asintió.
— Eso es bueno.
— Sí, oye ¿Qué te parece…? — mi frase se vio interrumpida por la llegada de unos chicos del equipo de futbol, Aarón probablemente los conocía pero estaba segura que no les hablaba porque 1 eran un grado más grandes, 2 eran populares y 3 Aarón y yo solo nos tenemos a nosotros. — ¿Los podemos ayudar en algo? — pregunté desafínate pero el chico que parecía ser el líder sonrió.
— Tú eres Hanna ¿verdad? — lo miré mal.
— ¿Quién pregunta? — él rio por mi comentario. Aarón y yo nos miramos de reojo sin saber muy bien que quería este chico.
— Me llamo Mike Fisher. Un placer conocerte al fin Hanna Parker. — me tendió su mano la cual solo miré y no acepté, él al notarlo la bajo.
— ¿Por qué tendrías que conocerme?
— ¿Quién no te conoce? Esa es la verdadera pregunta. Eres la linda chica que ha burlado al sistema porque a pesar de tus bromas no han atrapado. — sentí por primera vez en mi vida como mis mejillas se sonrojaban pero opte por mantenerme firme.
— Es una trabajo de dos. — miré a Aarón y él sonrió de lado.
— Ya veo, bueno, solo venía porque este viernes haré una fiesta de Halloween en mi casa y quería invitarlos. — Aarón y yo lo miramos sorprendidos porque Mike Fisher era muy popular y nunca habíamos sido invitados a sus fiestas, ni siquiera de colados.
Sinceramente quería gritar de emoción pero una y otra vez me repetía que tenía que mantener la calma.
— Buenos, veremos si no estamos ocupados ese día, gracias. — tomé a Aarón del brazo y comenzamos a lejarnos.
— Estás feliz ¿verdad? — preguntó y yo respondí asintiendo y con una sonrisa. — Vamos a ir ¿verdad?
— Claro que sí, mi querido amigo.
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Hola!!!!
Bueno, aquí el nuevo capítulo!! Espero les haya gustado para conocer un poco más a Hanna y Aarón de pequeños, no se esperan lo que viene, se los aseguro!
Los amo y nos seguimos leyendo!!!❣❣
Instagram: bsr.pau
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