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Único.

El santo de Capricornio era un ser fascinante ante los ojos de Lacaille, desde que lo conoció logro que su corazón lata con fuerza, entre un ritmo que era definido por la admiración, el amor y el respeto, desde el primer momento que lo logro ver, resplandeciente en ese porto serio, firme y imponente. Por eso nunca busco decepcionarlo desde que tomo la decisión de ser un Saint, con mucho esfuerzo tuvo la armadura de sus propias manos, con la mirada seria pero aprobatoria del Santo de Capricornio.

Perfecciono el arte de la forja y logro crear una buena espada, que aunque como Santo no podía usarlas, quería regalársela a Cid y en ese momento lo estada intentando, acariciando la hoja de esta recordando ciertos momentos entre él y el santo de oro, sonriendo confiado de sí mismo y acercándosele.

- Señor El Cid... - Le susurro, era casi entre la tarde y el anochecer, Lacaille mirada fascinado como el agua en esa costa que Capricornio solía usar para sus entrenamientos era reflejada en su cosmos dorado tras ese ataque. - Quería entregarle esto. Sé que como santos no podemos usar armas, pero cuando lo conocí fue por eso. Quería dejárselo como muestra de mi afecto por usted. - Le expreso, tendiéndole la espada al Santo que no tardo en sujetarla y probarla.

- Has mejorado mucho, aunque no es un trabajo perfecto si durara mucho. Te felicito. - Le expreso, tan serio pero lleno de orgullo por su primer alumno.

- Se lo agradezco señor Cid... - Antes de que el hombre de cabellos negros se volteara dejando la espada en su cintura, Lacaille lo sujeto del brazo, pues no quería al menor no dejarle sin saber lo que de verdad quería. - Yo... También quería decirle otra cosa. - Lentamente ante la mirada detallada y interrogante del santo de capricornio le quito la armadura en la parte del brazo derecho, donde la Excálibur reposada, besando esa mano suavemente de forma respetiva. - Usted me gusta. Yo de verdad me enamore de usted. La espada, era también para eso.

- Uhumm. - Cid no dijo, solo frunció su seño sutilmente, preocupando al castaño al no poder decir bien como estada reaccionando el Santo de oro. Analizando de más lo que pasada frente de sí. - Lo lamento pero no creo poder corresponderte. - Susurro, pero al contrario de eso su mano termino por acariciar la cara de Lacaille.

- Pero... ¿Está seguro de eso? - El santo asintió quitando su mano del rostro del santo de Plata. - ¿Me deja abrazarlo al menos? - Esto lo saco de situación, no esperada que dijera eso pero acepto. Sintiendo el cosmos cálido del Santo de plata entre sus brazos, como si este se sintiera reconfortado de cierta forma, hasta que terminando separarse besándole el rostro por unos segundos. - Usted siempre será importante para mí. - Le respondió, el resto del día paso normal pero fue algo raro en Cid, que luego de eso no se pudo quedar tranquilo. Fue muy raro para sí...

Eso fue un hecho que noto a leguas entre los otros Saint, Cid acostumbrada a ser serio y reservado, totalmente concentrado en sus ideales, sus responsabilidades, y sus entrenamientos como Saint, y como persona. Pero ahora era diferente, desde hace mucho tiempo que su mente no se perdía de esa forma, y la última vez fue por un tema, que si bien le dolió hasta el alma, es algo que logro superar y hasta cierto punto olvidar. Mine siempre seria una mujer importante para él, siempre atesoraría su recuerdo antes de que falleciera en el tiempo que fueron compañeros. No obstante, esta sensación que le dejo el joven hombre castaño fue... Diferente, más fuerte.

- ¿Qué me pasara? - Expreso, queriendo olvidarse de eso. Lacaille podía decir que lo tomo bien, aunque su rostro se quedada algo melancólico decaído al estar uno frente del otro, no edita que siempre le hiciera caso en sus ordenes, concentrando en sus labores de Saint.

- Cid... - El rostro sonriente y hermoso del santo de Sagitario lo saco de sus pensamientos, desviando la vista de su espalda encontrada en confusión y viendo a su amigo. - Te noto muy diferente. ¿Te ha pasado algo?

- Ahh... No sé a qué te refieres. Te aseguro que estoy bien.

- Ummm... - Esa respuesta al mayor no lo convenció. Sísifo no quería ser metiche en la vida de uno de sus grandes amigos, pero notada esa inconformidad en su rostro, esa inquietud en su persona que parecía no dejarlo solo. - ¿Estás seguro? Disculpa que te lo diga, pero no pareces tú.

- ¿A qué te refieres?

- Cid, te recuerdo que mi sobrino llego a mis brazos siendo ya un adolescente teniendo yo que criarlo desde ese punto, sé cuando una persona tiene cosas en la mente. Pareces... Distraído. - Emitiendo un suspiro, Cid se volteo en dirección a su amigo y sus ojos se concentraron en él.

- Solo... Admito que no dejo de pensar en algo. Uno de mis alumnos dijo que me amada.

- ¿Enserio? - Pícaro le sonrió, acercando a su amigo para poner una mano en su hombro, queriendo ser su apoyo. Estando prácticamente casado y lo que vivió con su sobrino no le era difícil esa área. - ¿Lo rechazaste verdad?

- Claro que lo hice. No me puedo permitir eso, a ninguno de los 2. Él estará mejor de esa forma.

- Pero ¿Por qué estas tu de esta forma? Se ve que te interesa.

- Sísifo yo te respeto como mi gran amigo, pero no me trates como si de un niño. O mejor dicho, como si de tu sobrino fuera.

- No lo estoy haciendo. - Se defendió, separándose de él unos centímetros. - Quiero ayudarte.

- No entiendo tu forma de hacerlo.

- Es simple, dime que tienes. ¿Él te gusta? ¿Te parece lindo al menos?

- Pues... La verdad... Si. Es lindo. - Frunciendo ligeramente el seño lo acepto. Para Sísifo era un paso, su amigo era casi arisco, tenía que al menos aceptarse el mismo lo que quería.

- ¿Entonces? ¿Por qué no hablas con él? Puedes saber si es por él que estas así.

- No creo de verdad haberme enamorado si es a lo que quieres llegar. - Se defendió, cruzándose de brazos y bando media vuelta. Manteniendo su porte serio pero ignorando sus propias señales, como el latido de su corazón.

- Como digas. No tocare más el tema hasta que quieras, pero tú mismo lo dijiste; No has dejado de pensar en él, y sé que no te sientes como tú. Puedes hablarle y solucionar tus inquietudes. Tómalo como un consejo entre amigos. - Y con una sonrisa jovial en su hermoso rostro, se despidió. No sin antes detallar ligeramente donde su gran amigo estada parado, pareciendo que este no dejada de pensar en sus palabras. - Solo ten cuidado de no lastimarlo. - Aunque fue algo que dijo más para sí mismo pues ya estada lejos de su amigo, el doble sentido en su voz era notable.

Aun sin saberlo, Cid no evito buscar el sable y desenvainarlo, pasando su mano de forma rápida por este para sacarle brillo reflejando su rostro en este al contra luz.

- Ahh... - Suspiro. Pensando en el chico que conoció hace ya un tiempo, que lo veía como su ejemplo a seguir.

*-*-*-*

Lacaille lo estuvo pensando y supo que a lo mejor, Cid lo rechazo porque aun quería a esa mujer que él conoció, el mismo día que conocía a Cid. Era muy claro que se conocían, y él mismo lo dijo

"Era mi amiga. No, más que eso."

Todas sus reacciones con ella, sabía que la quería mucho, y enamorarse fue casi un error, un error del cual no se arrepentía, ya lo tenía en mente al momento de declararle sus sentimientos. Y como dijo; Cid nunca dejaría de ser una imagen importante para su persona.

- Hola... Señor Cid. - Le dijo. Estaban algo lejos del Santuario, Cid lo había citado algo lejos de este donde a veces el santo de capricornio se dedicada a practicar. - Me sorprende que me trajera aquí.

- Lo sé, es algo que tengo mucho en la mente desde hace tiempo.

- ¿Sobre...? - Y más importante; ¿Para qué lo llamo?

- Eso sobre lo que me dijiste. - A la final le hizo caso a Sísifo, pero no sin antes pensarlo mucho. 2 semanas fue el tiempo que le tomo pensar a cabeza fría y tomar su decisión.

- No sé para que me llamo entonces... Aunque bueno... Yo aun mantengo lo que siento.

- De una u otra forma, tus palabras no me dejan tranquilo.

- Lo... Lamento. - Si ya de por si estada tartamudeando, ahora con eso era peor, solo que no sabía si sentirse de paso alagado o avergonzado. - Yo no he querido incomodarle, yo... - Cid le cayó, manteniendo su rostro serio su mano acaricio su rostro de forma suave. El castaño no evito sentir su mano fría, como si de un metal fuera lo que lo acariciara.

De un pensamiento rápido, Cid lo beso, no era algo que necesitada de verdad pensar ahora, fue algo que le cruzo por la mente e hizo. Sin algún tipo de remordimiento. El santo de plata hizo lo mismo, aunque confundido, acepto esa oportunidad, o mejor dicho esa acción, y abrazo al santo de oro por los hombros.

- Cid... - Susurro. Al momento de separarse Capricornio sujeto su rostro de forma suave para volver a besarlo por unos segundos, repitiendo estos por un momento. - ¿Eso significa que me quiere?

- No lo sé la verdad. - Eso desilusiono mucho el chico, pero aun con eso Cid lo siguió abrazando. Haciéndole sentir, que si lo quería pero no sabía cómo expresarlo. - Esto es algo que me llego a la mente y no pensé. Pero puedo asegurarte que más tenido muy confuso respeto a tu declaración.

- No sé qué decirle entonces. Como ya le dije, mis sentimientos no cambiaran de forma rápida. Lo que siento por usted, nació por todo el tiempo que estuve a su lado, desde conocerlo hasta obtener mi armadura. Pero entiendo, si esa mujer fue más importante para usted.

- ¿Mine? No, te equivocas. Si bien es cierto que la quería bastante, y siempre la recordare, en parte por dejarla morir sin más, tampoco puedo asegurar que la amada. - Lacaille se quedo callado, moviendo su mano derecha para acariciar el rostro de su maestro, mientras pensada en sus palabras hasta hacer un "Clip"

- ¿Es eso? ¿Tiene miedo de verme morir? Si es por tener miedo, yo no seré una carga, si moriré, será por pelear en esta guerra junto a usted. Lo tengo en mente desde que acepte unirme y dejar mi hogar.

- Lacaille... - Maldita sea el momento, el día y la hora que su mente quedo en blanco ante esta situación. No supo que responderle en nada. Solo limitarse a abrazarlo teniendo que aceptarse a sí mismo que lo quería más que un amor pasajero. - Yo también me encargare de cuidarte. No te hare dependiente de mi, pero si te guiare de la mejor forma que conozco. - Le hizo saber, volviéndolo a besar de forma profunda y amorosa, ya aceptando de una vez por todas lo que sentía y quería con él santo de plata.

Y con una última señal, el santo dorado se llevo al aspirante de vuelta al santuario.  

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Espero les gustara. Entre unas amigas y yo tenemos este shippeo por lo tanto pensé en que merecía un fic, también estuve pensando si poner lemon o no. 

Mencione a Mine porque, duélale a quien le duela; ella es muy importante para el Cid, y eso no se puede cambiar. 

Gracias por leer. *★,°*:.☆( ̄▽ ̄)/$:*.°★* 。

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