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Capítulo 4

Tres días habían pasado en los que Jay no dirigió la palabra a Marlin.

Mil veces le preguntó por su estado de animo y otras mil se disculpó por haberle gritado; pero sin importar cuanto lo intentara, Jay no mostraba ni la mas mínima señal de interés cuando ella trataba de acercarse.

El sol se estaba ocultando en el horizonte, el tritón había salido a caminar por la orilla de la playa. Las imágenes de Marlin siendo cercana con otra persona aún seguían dando vueltas en su cabeza.

A unos metros una pareja estaba abrazada, Jay enfocó su mirada en los rostros de ambos, estaban juntos, muy juntos y sus labios se unían en un movimiento suave.

Caminó de vuelta a la cabaña, Marlin estaba acostada con un brazo sobre su rostro.

—¿Aún seguirás aplicándome la ley del hielo?— preguntó la chica sin apartar su brazo. Jay se sentó a un lado de la cama junto a Marlin, sus ojos enfocados en ella.

—Perdón por mi comportamiento— dijo el chico cabizbajo, Marlin apartó su brazo y conectó la mirada con él.

—¿Por qué actuaste de esa manera?—preguntó con un leve fruncido del ceño.

—Mi corazón dolió cuando te vi cerca de ese chico y...yo sé que fui muy egoísta porque tú solo lo estabas ayudando como me ayudaste a mí. Pero... no me gustó verlo.

Marlin parpadeó confundida... ¡A ver! ¿Ayudando a quién?...

—¿Ah?, ¿a qué te refieres con ayudando?

—Con sus piernas, así como curaste las mías, lo vi con sus piernas descubiertas y tú estabas junto a ellas para curarlo.— Marlin maldijo en su mente, ¡¿Acaso este chico podía ser más inocente?!

El rostro del tritón reflejaba la inocencia que confirmaba con cada palabra emitida. 

Marlin creyó que explotaría en ternura con ese chico de rostro angelical y actitud tan inocente. Tomó las mejillas del tritón entre sus manos y las acarició suavemente sin perder el contacto de sus ojos con aquellas hermosas perlas verde esmeralda.

A la mente de Jay vino la imagen de la pareja que vio en la playa y el impulso de la cercanía lo hizo chocar suavemente sus labios con los de Marlin. Jamás había hecho eso, fue un beso tan inocente como él mismo, con solo un toque de labios que duró unos segundos.

Marlin se quedó quieta, la había tomado por sorpresa la acción del chico... aunque, en el momento en que sus labios se unieron sintió que tal vez era algo que tenía deseos de hacer desde hace mucho.

Jay por su parte estaba como un tomate, con el rostro inclinado hacia abajo, sentía mucha vergüenza por lo que había hecho, no sabía si ella se enojaría por su acción o si lo correría. 

Lo único que se le ocurrió en ese momento fue levantarse y salir corriendo hacia la playa. Marlin trató de detenerlo, pero falló en el intento.

Por instinto llevó su mano hacia sus labios. ¿Qué estaba pasando con ellos? ¿Qué le sucedía a ella? ¿Por qué ese chico le resultaba tan especial y despertaba en ella emociones nuevas?

˵Mi corazón dolió cuando te vi cerca de ese chico˶  Recordó las palabras que había dicho el tritón, ¿Acaso él...? No, noo, no. Ellos eran diferentes, mucho, él pertenecía a otro mundo y ella no era mujer de relaciones amorosas. Tampoco quería corromper al chico, él era como una joya preciosa y delicada que merecía a alguien capaz de protegerlo y amarlo...ella no era quien para esa tarea.



Cuando Jay tomó el valor para volver a la cabaña, Marlin estaba sentada en la cama esperándolo.

—Jay, ya es tarde, ven a dormir— trató de hacer como si nada hubiese pasado, tal vez así el tritón dejaba de estar tan cohibido y nervioso.

La chica se recostó en la cama y dejó un espacio para él, Jay caminó hacia ella tratando de evitar el contacto visual, se acostó en el lugar asignado al lado de Marlin. Ella pudo sentir su cuerpo tenso y su actitud distante, suspiró y con sus brazos lo rodeo atrayéndolo más cerca.

Jay se sorprendió por la acción, pero no puso resistencia en quedarse unido al cuerpo de la chica sintiendo su calor y su respiración muy cerca de su cuello, en donde se erizaba la zona.

—Tranquilo Jay, no tienes de que avergonzarte, no has hecho nada malo ¿Comprendes?— su voz suave y baja se colaba por el oído de Jay —Entiendo que eres un chico curioso y que estás muy agradecido conmigo por ayudarte, no te preocupes por...

Jay frunció el ceño ofendido y se levantó de la cama de manera brusca apartando los brazos que lo sujetaban.

—¡No lo hice por curiosidad o agradecimiento!— dijo el chico con brusquedad.

Sabía de antemano que habían muchas cosas que no conocía ni entendía del mundo de los humanos o incluso de su propio mundo, pero si de algo estaba seguro era de lo que sentía por Marlin, ese era un sentimiento que su abuelo le había descifrado como amor.

Todas las cosas que recordaba haber escuchado de su abuelo las había estado sintiendo en el tiempo que llevaba con Marlin. Su constante deseo de estar con ella todo el tiempo, de sentir su calor y tacto, la necesidad de verla sonreír, el ponerse tímido en su presencia, el odiar verla cerca de alguien más y... el latir veloz de su corazón que se hacía presente con tan solo una mirada de la chica elegida.

Estaba seguro que su corazón ya no le pertenecía, ahora sus latidos dependían del amor que fuese correspondido por su persona especial, el beso que compartió con Marlin le dio la respuesta final que necesitaba.

Solo había algo que lo tenía triste y con miedo... ¿Qué haría si no fuese correspondido? ¿Marlin compartirá sus mismos sentimientos?

Sabía bien lo que le pasaría a su frágil corazón si la persona que había elegido no le correspondía con el mismo amor que tenía para dar...

—¿Por qué lo hiciste entonces?— preguntó la chica con un rastro de miedo en su rostro.

—Porque... mi corazón te ha elegido. Te amo Marlin.

El silencio que se formó en la habitación puso nervioso al tritón, su sensible corazón palpitaba de manera descontrolada. Acababa de poner su vida en una cuerda.

Marlin, por su parte, no sabía cómo reaccionar a lo escuchado. No podía corresponder a los sentimientos del chico, pero tampoco quería rechazarlos y apartarlo de su lado. Se había dado cuenta de lo importante que se estaba volviendo para ella, aunque no quisiera aceptar los dulces sentimientos que creyó nunca ser capaz de experimentar. 

¿Qué podía hacer para no lastimar al bello chico que la miraba con anhelo y súplica en espera de una respuesta?

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