Capítulo 2
—Ya estoy acá, te llevaré adentro— una media sonrisa salió de los labios de Marlin al hablarle, como disculpa por haberlo hecho esperar.
Estaba por ponerlo sobre la cama cuando vio el desastre que había en esta, producto de las actividades realizadas con el borracho desconocido. De inmediato tiró de las sabanas y las arrojó a un costado para recostar al chico.
Fue corriendo a buscar algo para limpiar la herida y tal vez vendarla, aunque no sabía cómo vendar una aleta. Encontró lo necesario y se volteó hacia la cama, pero...
No pudo creer lo que veía; ya no tenía cola, ahora eran piernas y entre ellas algo enorme llamó su atención, al grado de abrir sus ojos tanto como le fue posible.
—¿Pe..pero qué pasó?— preguntó más para sí misma, pues de todas formas el chico no iba a responder.
Ignorando sus sorpresivos nervios, buscó una sábana limpia para cubrir las partes íntimas del chico y comenzó a limpiar las heridas. Él solamente la veía inmóvil y no perdía detalle de lo que ella hacía o más bien de su rostro y lo bonitos que le parecían sus ojos miel.
En todo el tiempo que tardó en curarlo, el tritón ya se había quedado dormido del cansancio. Marlin le cubrió las piernas con la sábana y se quedó viéndolo con curiosidad a un lado de la cama, sentada en el suelo y recostando su cabeza sobre sus brazos, no se dio cuenta en el momento que igual se quedó dormida.
Los rayos del sol que se filtraron por la ventana, hicieron que el tritón abriera los ojos de manera gradual. Por un momento se sintió desorientado, solo hasta que los recuerdos de la noche llegaron a su mente comprendió lo que había pasado, miró a un costado y descubrió a la chica que lo ayudó, completamente dormida, con uno de sus brazos sobre él, haciéndolo sentir protegido.
El chico se permitió ser curioso un momento aprovechando que ella aún no despertaba y con suma delicadeza delineo los cabellos de la chica, luego sus mejillas, nariz y terminó en sus labios. Estaba encantado con lo que veía, juraba jamás haber visto algo tan hermoso, ni siquiera las sirenas o los tritones de su hogar eran tan hermosos como ella ante sus ojos.
Marlin despertó al sentir un tacto sobre su rostro. Sonrió al chico en cuanto sus ojos se encontraron y él devolvió la sonrisa con un gesto tímido por lo que sabía había hecho antes de que ella despertara.
—¿Tienes hambre?— le preguntó a lo que el tritón solo asintió. Buscó entre su alacena y solo tenía pan, mermelada y huevos, así que hizo lo que pudo con esos tres ingredientes.
—Gracias— escuchó decir mientras comía el último bocado de su desayuno. La repentina y suave voz la hizo atragantarse con un trozo de pan que se obligó a expulsar luego de toser un par de veces.
—¡¿Así que puedes hablar?!— reclamó Marlin con cierto enfado en su tono de voz, después de casi ahogarse por la impresión.
—S...Si— declaró el tritón con suavidad —Perdón por no responder antes, pero mi garganta dolía, ahora me siento mejor.
—Ok, entonces... ahora responde mis preguntas ¿Qué se supone que eres?— dijo arrugando la nariz en espera de lo que diría el chico.
—Soy un tritón, vivo en el océano.
—¿Y cómo fue que te salieron piernas?
—Al estar fuera del agua por un tiempo, cuando nuestro cuerpo se seca, cambiamos la cola por piernas, mi abuelo me había contado sobre ello hace mucho tiempo, pero no lo entendí bien hasta ayer que me sucedió. Imagino que recuperaré mi cola cuando vuelva a tocar el agua.— dijo de lo más tranquilo.
—¿Y cómo fue que llegaste hasta esa red?
—¿Qué es una red?— preguntó el tritón con inocencia y la expresión en su rostro enterneció a Marlin, más de lo que ella hubiera imaginado.
—Es esa cosa en la que estabas atrapado cuando te encontré.
—Oh, pues estaba huyendo de otra red que quiso capturarme y me lastimé la cola, luego una ola fuerte me arrastró hasta esa otra red y ya no pude escapar.
—¿Tienes un nombre?
—Me llamo Jay ¿y tú?— ella sonrió
—Soy Marlin, es un gusto Jay.— ambos quedaron en un silencio para nada incómodo, solo viéndose a los ojos.
Marlin no resistió la tentación y el deseo de tocar el rostro del chico, levantó su mano con sumo cuidado, no quería asustarlo, tal vez todavía podría estar temeroso de cosas extrañas para él.
—¿No me tienes miedo?— le preguntó al ver que Jay no se inmutaba al verla acercar su mano, es más parecía deseoso de ese toque.
—Ya no—respondió en un susurro —Tú me ayudaste y me curaste, no eres mala y tienes ojos muy bonitos— agregó sin darse cuenta en el momento y cuando lo hizo, un rubor se adueñó de sus mejillas y bajó el rostro apartándolo del tacto de Marlin.
Marlin no pudo evitar reír ante la confesión de Jay.
—¿Así que confías en las personas solo porque tienen ojos bonitos?— dijo en broma y con una sonrisa burlona que solo hizo que Jay se pusiera más avergonzado de lo que ya estaba.
Marlin disfrutó ver esa reacción en el hermoso rostro del tritón, se veía aún más lindo.
—Tranquilo, no has dicho nada malo, no te avergüences, tú también tienes un rostro y unos ojos hermosos— todo tú es hermoso, pensó Marlin recordando el cuerpo completo del chico, pero no lo dijo en voz alta para no hacerlo sentir avergonzado demás.
—Gracias— respondió Jay y sus mejillas no dejaron de tener un rubor natural durante algún buen rato.
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