Capítulo 1
Un hermoso joven sacó la cabeza a la superficie del agua, su cuerpo aún sumergido y su cola de tritón moviéndose suavemente bajo el agua; le gustaba ver la luz de la luna y era curioso sobre las historias que le contaba su abuelo acerca de ese mundo tan diferente al suyo.
Embelesado por la vista y perdido en sus recuerdos no se percató de que un barco pesquero se aproximaba a él.
Una red cayó sobre su cuerpo y asustado empezó a moverse tratando de escapar de la cosa que lo acorralaba. Debido a su tamaño y a lo pequeña que era la red logró desmontar la máquina que lo halaba hacia el barco y nadó rápidamente lejos de los que lo querían capturar.
Una punzada en la aleta lo hizo sobresaltar y se sorprendió al descubrir el líquido rojo que emanaba de esta y que a su vez, le impedía nadar con comodidad. De pronto, una enorme ola se alzó detrás de él y no logró apartarse. Fue arrastrado y golpeado hasta casi perder el conocimiento.
Al abrir sus ojos esmeraldas se vio acorralado de nuevo, trató de escapar como ya lo había hecho, pero terminó dañando más su herida. Giró a su alrededor, podía ver el final del mar y un objeto grande como el anterior al final del agua. Estaba asustado y herido, no sabía qué hacer...
En la intimidad que regala la noche, dos cuerpos desnudos y sudorosos gemían de placer, acompañados por el sonido que se produce al chocar piel con piel; solo eso importaba en aquella cabaña a la orilla del mar.
Ríos de placer bañaron la flor que se movía con suavidad sobre el cuerpo de su acompañante, mismo que alcanzó el clímax solo unos momentos después.
Se levantó y comenzó a vestir y cuando volteó hacia el desconocido lo vio profundamente dormido. Puso los ojos en blanco, realmente por eso odiaba que estuvieran borrachos cuando iban a su cabaña, no compartía la cama sino solamente para sexo y luego debían largarse.
Salió a la playa, debían ser cerca de las 3 de la madrugada, el clima estaba fresco. Se abrazó a si misma dándose un poco de calor y se quedó viendo hacia el horizonte extrañando a su padre, realmente lo echaba mucho de menos, lo había perdido a los quince años y a pesar de que había pasado ya un tiempo, a veces cuando veía hacia el mar tenía la esperanza de verlo acercarse con su barco pesquero volviendo a casa.
Una lágrima se escapó de sus ojos color miel, su padre le había enseñado a amar el mar, pero ahora sentía que lo odiaba porque le había arrebatado lo más preciado para ella.
Escuchó un sonido cerca de uno de los barcos pesqueros que estaban a la orilla de la playa, no le hubiese prestado tanta atención si no fuera porque el sonido no se detenía desde hace un rato. Se acercó despacio para ver que era.
Abrió los ojos sorprendida al saber que era un chico atrapado en una red, se apresuró para ayudarlo a salir, pero el chico retrocedió temeroso y sus ojos conectaron.
Aquel hermoso tritón jamás había visto a un ser como el que tenía enfrente; sus rasgos eran muy similares, a excepción de la aleta. De pronto se sintió como hipnotizado al percatarse de los ojos color miel que lo miraban con atención, parecía estar bajo el efecto de algún hechizo que le impedía moverse.
Una cola como de pez saltó de un lado del chico y Marlin no entendía que rayos pasaba, movía su vista entre la cola de pez y el rostro del chico que le parecía irreal debido a la belleza que poseía.
—¿Quién eres?— preguntó Marlin con una voz suave y modulada.
Ella no acostumbraba a verse débil, pero temió que su habitual rudeza al hablar, asustara mucho más a aquel chico, que en verdad parecía estar en apuros.
El tritón seguía con su vista clavada en ella sin mostrar movimiento alguno.
—Te ayudaré a salir de allí, no tengas miedo— dijo Marlin con el mismo tono de voz utilizado antes y se terminó de acercar para desenredar la red alrededor del cuerpo del tritón.
El chico se dejó ayudar, no sabía por qué, pero ya no sentía miedo, sino curiosidad por ella.
En un esfuerzo sobre humano, Marlin lo arrastró fuera del agua y entonces puso apreciar con mayor claridad la extraña anatomía de aquel chico.
La parte superior de su cuerpo era como la de un humano normal, excepto por la belleza extrema que poseía; pero desde su cintura hacia abajo se movía lentamente una cola parecida a la de los peces, no poseía piernas, sino una cola. No recordaba haber visto eso jamás o que su padre le hablara sobre seres de ese tipo.
Así que hizo lo que creyó más convincente en ese momento. Preguntar...
—¿Puedes hablar? ¿Qué clase de cosa eres? ¿Tienes un nombre? ¿Por qué tienes una cola de pez?— las preguntas salían de su boca sin dejar espacios a respuestas.
El tritón trató de hablar, pero no podía articular palabra, su garganta dolía. Marlin se percató al instante y evitó forzarlo.
—Escucha, te llevaré conmigo para sanar tus heridas ¿ok?— le habló Marlin más despacio para que pudiera comprenderle.
Lo haló de la parte superior del cuerpo sobre la arena hasta su cabaña, iban a entrar cuando recordó al borracho que había dejado en su cama antes de salir.
¡Rayos!
—Espera un momento acá— lo recostó sobre una piedra y entró rápido a sacar al individuo que aún seguía durmiendo.
—¡Hey!, ya despierta maldito borracho, vete de mi casa— le gritó mientras lo sacudía bruscamente para que despertara.
El hombre no reaccionó en absoluto y Marlin pensó que no tenía otro remedio que dejar la poca amabilidad de lado.
El cuerpo del hombre cayó al suelo haciendo un sonido casi hueco por el impacto, entonces despertó adolorido.
—¡¿Qué mierda te pasa maldita loca?! ¡¿Por qué me pateaste?!
—Te largas ahora mismo o te saco a patadas, elije— dijo Marlin sin ningún temor al reproche del hombre.
El sujeto recogió la ropa que había dejado regada por el suelo y abandonó la cabaña vociferando cuántas sandeces le venían a la mente. Cuando Marlin lo perdió de vista, salió en busca de aquel hombre pez que esperaba por ella.
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