Cuando Natsu Dragneel Fiore cumplió quince años su padre Natsu le contó dos secretos que sorprendieron mucho al joven pero no dañaron ni un apice la administración del joven hacia su padre; esos secretos eran que estaba muriendo y que tenía hermanos fruto de un encuentro con Selene. El pelirrosa solo le pidió dos cosas: una que no buscará curas ni le dijera a sus amigos ni a su madre y dos si llegaran a aparecer sus hermanos no los odiara, el joven le prometió con lágrimas cumplir ambas promesas, y le añadió con un nudo en la garganta.
—No pueden ser peores que los primos Ignia, Mary o Brandish ni las diez hijas de mamá Mira. Natsu solo pudo darle la razón a su primogénito pues su primo Ignia es el único que logra sacarlo de sus casillas y saca su lado guerrero, mientras que sus primas y hermanas siempre dicen que se casarán con él pues nadie es más fuerte que él o su padre.

Un año ha pasado desde la lamentable partida de Natsu Dragneel, su primogénito acepto la corona del reino y lo maneja con juiciosa rectitud guiado por su madre Hisui, está comprometido con Stephanie; la hija de Mercuphobia. Sus otros hermanos hicieron cada quien su vida, en definitiva cada uno de ellos se volvió un mago impresionante; su padre sin duda estaría muy orgulloso de ellos, de pronto el joven sale de sus cavilaciones por la aparición de dos mujeres, su madre y su esposa, ambas le preguntan algo preocupadas si algo le pasa, este responde con una ligera sonrisa que solo pensó un momento en su padre. Hisui observa un momento a su hijo y contempla algo nostálgica el reino que se observa desde la ventana
—Gracias a tu padre el reino es más pacífico que nunca. Sentenció la mujer con tristeza y quiso cubrir sus ojos a punto del llanto con sus tersas manos.
—Vamos mamá, a mi viejo no le gustaría verte así. Dijo acercándose a su madre y secando las lágrimas de sus ojos.
—Eres idéntico a él hijito de mi corazón. Respondé la mujer abrazándolo y sosteniendo su rostro con sus manos.
—Quizás. Es lo único que dice y se queda callado contemplando a Fiore pensando cuan parecido es en realidad a su padre. Las pocas veces que visitó Fairy Tail los amigos de su padre aseguran que su poder está a la par del pelirrosa provocando que ahora muchas magas lo acosen, sobre todo Silvia y Mary Fullbuster, Evergreen Strauss Jr, Jenny Dreyar Jr, Kana Clive Jr y las peores de todas: Levy Redfox Jr y Wendy Conbolt Jr.

El momento es atestiguado por un pelirrosa que sonríe satisfecho y lleno de orgullo por su hijo, tras contemplarlos unos momentos más abre la boca, apunta al cielo y lanza un rugido de fuego que se convierte en millones de chispas de colores mientras el hombre lentamente se desvanece.
—¿Estás orgulloso de mi papá? Se preguntó el joven que vio el rugido ascender a través del cielo azul y las millones de chispas multicolores. El joven sonrio, se puso de pie y le ordenó al secretario real que reúna lo más pronto posible a los maestros de todos los gremios, necesitan planear la conmemoración del aniversario de su viejo.

Ajenas por completo a su hermano las hijas de Mirajane y Natsu visitan un tugurio de mala muerte y cada una lleva consigo un tubo de ensayo lleno con un líquido blanco, se tratan de Mirajane Jr, Erzsert, Leonor, Vanessa, María, Guadalupe, Haru, Akane, Tori y Kurenai. Decidieron que ya que ningún hombre cumple su requisito de superar o al menos igualar la fuerza y el poder de su padre es deber del hombre que tanto admiran darles descendencia. El tugurio resulta ser una clínica clandestina donde doctores con mucha más avaricia que ética o cerebro realizan procedimientos "moralmente cuestionables". La mayor de las mujeres tocan la puerta metálica con fuerza, a los pocos minutos se abre una pequeña rejilla de la que se asoman un par de ojos de fiera mirada, la mujer solo dice dos palabras "tenemos cita", muestra un papel del tamaño de la mitad de una hoja, los ojos desaparecen y se escucha el correr de varios cerrojos, un minuto después un corpulento mastodonte aparece tras la gruesa puerta metálica y se hace a un lado dejando espacio suficiente para que las mujeres entren de dos en dos, escuchan la pesada puerta cerrarse más ninguna voltea. A no mucho andar de un consultorio aparece una doctora joven, guapa, uno o dos años mayor que las muchachas les pide el papel que le mostraron al portero, se lo entregan y tras revisarlo rápidamente las conduce a una especie de laboratorio en donde primero les pide la muestra del padre, diez tubos de ensayo aparecen ante la mujer, está los toma de dos en dos para no romperlos o dañarlos y los coloca en un portatubos y ya juntos los mete en un pequeño refrigerador. Mientras la doctora guarda los tubos las hermanas se cambian sus ropas por una bata extrañamente cómoda, una por una la doctora realiza el proceso de introducir una jeringa en los costados de las chicas a la altura de su abdomen, las jeringas se llenan de lo que parecen diminutos huevos de pescado y en cuestión de una hora la doctora rocía los óvulos de las muchachas con el líquido blanco y espera paciente, con un microscopio revisa que el proceso fuera exitoso y vuelve a inyectar los óvulos en la joven correspondiente. Las diez jóvenes salen del lugar al anochecer. Nueve meses después nacen los primeros nietos del héroe de Fiore.