Capítulo 10: Un Dragón Cocinero Y El Amor Muerto De Fari X'a
Los días pasan de forma tranquila, sin alienígenas acosando o molestando a cualquier hora o momento a Bably.
Sin embargo, algo le preocupaba al dragón de vida... y era la ventana rota.
... Ahem.
Podía pedir a alguien que le echase una mano, sus vecinos o conocidos (prácticamente todo Xa' Nim), pero, como todo dragón que se respeta (claro que si) no se va a molestar en pedir ayuda a nadie, y pagará para que le reemplacen la ventana.
Pero hay un drama con ello, no hay dinero, por ende, no habrá servicios, de todas formas hoy, dentro de un rato, empezaría a trabajar en esa cafetería, pero es posible que le falte algunos meses para poder comprar eso.
Bably, quien se encuentra caminando derecho a Runderp mientras trataba de evitar lo mayor posible a los mamono, se encoge levemente de hombros. Estar endeudado a estas alturas ya no le importaba, pero tenía mucha vagancia para hacer eso.
Bably empieza a desacelerar el ritmo de su caminata, viendo como el semáforo rápidamente pasa a la luz verde para permitir el tránsito de los vehículos.
Al pararse, mira al frente, sin ver nada en particular, aunque no puede evitar sentir la sensación de ser visto por los alienígenas de sus alrededores que lo miran con cautela, admiración o curiosidad, tanto los mamono como los maiíb de los mundos externos.
Le daba cierto asco, pero no es que no se haya terminado de acostumbrar de todas formas, al fin y al cabo era adaptarse un poco, lo suficiente para tolerar a estos alienígenas al menos.
Menos mal que sus conocidos, aunque ya algo cambiados, siguen saludando tan amablemente como siempre, con sus particularidades, claro, pero un saludo amistoso al fin y al cabo, por lo que los correspondía con un saludo con su garra.
...
Siente que algo le agarra una de sus garras, una mano delicada y suave, baja la cabeza para ver quien fue el atrevido que agarró su garra.
No fue nada más y nada menos que una criatura humanoide un poco más chico en altura que un maiíb, sin embargo, la diferencia es que posee las características de un perro, con orejas caídas y una gran y esponjosa cola, ambas de colores castaños.
Su piel, que es de tez clara, se ve apenas arrugada (que, oh sorpresa, se las arreglaba para seguir viéndose bonita y casi juvenil), con ojos color marrón, acompañada de una sonrisa gentil y maternal. Con una extraña vestimenta de criada.
Bably arquea una ceja, viendo como ella solo cierra los ojos, aún manteniendo esa sonrisa... y viendo que no irá a ninguna parte, Bably pone los ojos en blanco y mira al frente, aunque dejando que la alienígena le agarre la garra.
Cuando el semáforo al fin da luz roja, Bably empieza a caminar lentamente, muy lentamente, por la señora de aparentemente mayor de edad, caminaba sin apuro alguno.
Los alrededores quedaron, o bien fascinados, extrañados o más curiosos que nunca, pero no se atrevieron a hacer comentario alguno, es más, en su lugar, optaron por empezar a sacar fotos o filmar la escena.
Y lo que pareció ser una eternidad, al cabo de unos segundos al fin cruzan la calle, justamente cuando la luz del semáforo vuelve a dar luz verde.
La señora suelta su garra, y Bably se voltea a verla en consecuencia, mirándola en silencio.
Ella rebusca en un pequeño bolso que lleva consigo, haciendo que Bably sienta un poco de curiosidad por lo que busca, moviendo inconscientemente la cola con lentitud. Cuando al fin encuentra lo que la señora buscaba, ella, con su otra mano, agarra nuevamente la garra de Bably, él, sin oposición o queja alguna, deja que agarre su garra y lo abra, depositando allí lo que ella había agarrado.
Bably ve que la señora peluda le dió lo que parecía algún tipo de caramelos envueltos en plástico con color dorado. Bably arquea una ceja y abre la boca para decirle algo, pero viendo la cálida y gentil sonrisa de la anciana, cierra la boca, seguido de la garra y los ojos. Mira para otro lado, prestando atención a cualquier cosa que no sea ella.
- Gracias- Agradece Bably débilmente.
- A ti, por ser un caballero tan paciente- Dice la señora, mientras se tapa la boca levemente con la mano y se ríe un poco.
- Como sea, no tengo todo el día, supongo que el resto del camino no me necesitará ¿No?- Comenta Bably, mientras se voltea a mirarla nuevamente.
- Por supuesto, jovencito, solo quería cumplir un capricho mío, y te has tomado la molestia de hacerlo- Responde la anciana, haciendo que Bably ponga los ojos en blanco.
- Quizás no lo aparente, pero soy tan anciano como usted- Menciona Bably mientras la señala.
- Mhh... tal vez por edad, pero ¿Y por madurez?
- Me considero alguien sabio y maduro- Contesta Bably mientras se señala nuevamente.
- ¿Incluso con toda esa actitud juvenil que tienes encima?
- ¿Es estrictamente necesario actuar como un abuelo?- Pregunta Bably mientras se cruza de brazos.
- No, pero ciertamente no haces el intento de parecer mayor- Contesta ella, riéndose otro poco.
Bably arquea una ceja, y está a punto de responderle, sin embargo, ella se da la vuelta y va por su camino lentamente.
- Tengas buen día, jovencito- Se despide la señora criada, dejando un poco boquiabierto a Bably.
Bably no hace nada para detenerla, en vez de ello, cierra la boca y suspira, seguido de reanudar a su destino.
Mientras camina, vuelve a mirar los extraños caramelos, puede percibir que no hay mamono maná en ellos, lo que le resulta extraño, siendo que uno de esos alienígenas le ha otorgado ello.
Haciendo una mueca con la boca, inseguro de cómo proceder, agarra uno de esos caramelos y le saca la envoltura, al hacerlo, guarda el plástico entre sus escamas. Ahora que podía ver el caramelo, le pareció... extraño.
Verás, no se ve como un caramelo en absoluto, es algo así como la mitad de una esfera, con un tono totalmente marrón. Bably lo olfatea un poco... tiene un olor algo fuerte.
Con duda, agarra el anómalo caramelo y lo muerde y lo mastica lentamente, probando su sabor.
...
Mierda.
Él cree que se volvió adicto a ese sabor.
Un sabor fuerte y agridulce, pero por cada masticada, deseaba más.
Verás, no es un caramelo en sí, sino como un bombón, a ver, en tu planeta tenía un nombre eso... ¿Cacao...? No, era otra cosa, a ver, espérate que busque en google.
...
Chocolate... que se puede hacer a partir del cacao ¿No?, pero un chocolate a fin de cuentas.
Que nombre tan raro le han dado ustedes.
Pero en fin, es eso que está comiendo Bably (que él es ignorante de ello aún), el cual le ha gustado, y bastante.
.
.
.
Bably al fín llega a la cafetería, pero esta vez, en vez de ir hacia la entrada del edificio, opta por una alternativa, el cual se ubica en la parte trasera de éste, donde casi no había gente recorriendo allí.
Bably se acerca a un callejón algo vacío, con nada más que vehículos dentro de una pequeña fila, con escaleras negras en ascensión en la otra pared, dando acceso a los departamentos de allí.
Al caminar un poco más, se topa con una puerta de hierro gris, con una perilla algo aplastada, Bably niega con la cabeza, par de brutos.
Con cuidado, como lo hace con casi todo, golpea la puerta varias veces.
En los primeros segundos nadie contestaba, pero al rato escucha unos pasos algo pesados se acerca a la puerta, seguido de destrabarlo con una llave y tirar hacia adentro.
- Identificación, por favor- Pregunta la mujer que abre la puerta.
Ella es, al parecer, una combinación entre piedra con runas y carne, aunque bello... y conveniente, como todos estos alienígenas enfermos.
Su parte rocosa, que es de tono marrón claro como la arena, que abarca los brazos y parte de las piernas, su parte cárnica posee los muslos y los hombros, como así el torso y la cabeza, son de piel clara, con ojos color rosa, con un largo cabello recogido del mismo tono que su parte rocosa. Viste meramente de un sostén y unas bragas.
Bably resopla disgustado ante la apariencia de este alienígena.
- Soy el nuevo empleado de Runderp- Se presenta Bably- Estaré trabajando en la cocina.
Ella se le queda mirando un rato en silencio, inspeccionando a Bably con cautela, antes de asentir con la cabeza, por lo que se aparta del camino, permitiendo al dragón de vida adentrarse. Cuando el braxis pasa al interior, ella cierra y traba la puerta, seguido de volver hacia donde sea que estaba haciendo, reanudando en sus tareas.
Bably se topa una sala con muchas mesas extensas, así como distintas cocinas y piletas y lavavajillas, con un ambiente de diferentes aromas combinando en una extraña esencia deliciosa.
Y ahí estaban varias empleadas, trabajando en todo momento, al parecer no se habían enterado de la presencia del dragón, mejor para él, no quería llamar la atención.
Sin más, Bably se acerca a una de las empleadas para consultar sobre su uniforme.
- Oye, tú- Llama Bably, haciendo que la empleada más cercana se volteara a verlo, dejando lo que estaba haciendo por un momento.
Esta empleada tiene la apariencia de una adolecente, sin embargo, esta alienígena al parecer se basaba en el de un ratón... un ratoncito de fuego. Con grandes orejas característicos del ratón, con ojos color rojo oscuro, piel de tez morena, y un cabello medianamente largo recogido con cola de caballo y pelaje rojizo claro. Viste una vestimenta de cocinera, lo que aparentemente es el uniforme del local.
Cuando ella ve a Bably, abre los ojos y la boca de sorpresa, pero antes que dijera nada, Bably le cierra la boca con una de sus garras.
- No hace falta que llames la atención, solo necesito que me indiques dónde están los uniformes- Menciona Bably, mientras lentamente aparta su garra.
Cuando se le ha quitado el estupor, la ratoncita le señala una puerta al fondo de la cocina, Bably agradece con un asentimiento con la cabeza y se encamina hacia allí, asegurándose de no molestar y tocar a nadie.
Una vez llega allí, se adentra y cierra la puerta detrás suyo, puede ver que la sala, que no es muy grande, hay muchas estanterías de metal, alguna de ellas con un parche con nombres escritos, así como grandes bancos gruesos de madera en el medio.
Sin más, se va a la última estantería el cuál no posee ningún parche y lo abre, viendo que no tenía nada más que un delantal de cocina y una gorra de cocinero. Bably se encoge de hombros mientras deposita su bolso en la estantería, seguido de vestirse con el uniforme dejado allí.
Una vez hecho, regresa a la cocina. Ve que el ratoncito le mira nuevamente, señalandolo, mientras el resto de las empleadas se asoma para verlo, Bably frunce el ceño, molesto ante la actitud.
- ¿Qué?- Pregunta Bably molesto.
- Así que el dragón de Xa' Nim ha venido a trabajar aquí ¿Eh?- Dice una de las empleadas, ahora compañera de trabajo gatuna, mientras sonríe burlonamente- Este mundo me sorprende cada vez más
- ¿Por qué alguien como usted trabajaría en un lugar tan humilde?- Pregunta otra compañera con timidez, esta al parecer era algún tipo de perro pequeño, con el pelaje castaño cubriendola totalmente, solo dejando expuesto parte del torso y el rostro.
- ¿Y por qué más sí no?- Replica Bably con una pregunta, molesto.
- ¿No que los dragones son obscenamente ricos?- Pregunta una maiíb de cuerpo delgado... Aunque no es una maiíb como tal... Bably y yo sentimos que tiene una mitad perteneciente de estos alienígenas.
- Quizás en tu mundo, aquí nosotros... - Responde Bably, sin embargo, alguien Interrumpe.
- ¡SON POBRES!- Grita alguna empleada en la sala, en los alrededores.
Jsjsjs... Apoyo eso con toda emoción.
- Oh... ¿Así es entonces?- Pregunta la gata burlonamente mientras sonríe descaradamente- Dos caras de la misma moneda...que gracioso~.
Bably resopla molesto.
- Empecemos a trabajar de una vez, o el encargado nos llamará la atención- Comenta Bably mientras se acerca a la cocina más cercana.
- Por supuesto~.
.
.
.
El tiempo pasa unas cuantas horas, los pedidos, como es de esperarse de un local famoso, eran muchos y constantemente había más, casi sin descanso o pausas.
Por alguna extraña razón, las empleadas, ahora compañeras de Bably (aunque este xenófobo DE MIERDA no lo aceptará ni por putas), trabajan con mayor entusiasmo y eficacia, aunque al braxis poco le importa esto.
Sin embargo, las compañeras han estado viendo con algo de asombro como Bably se las arreglaba para cocinar con herramientas de cocina para el tamaño de un maiíb (y si, hay de tamaños mayores, pero ¿Acaso esperarías que un dragón cocinarse en una cafetería...? Uhhh, bueno, de hecho, en tu mundo y el de estos mamono hay hasta restaurantes dirigidos por dragones, pero, oh sorpresa, son para gente adinerada).
Y es más, como si tuviese años de experiencia, Bably sacaba lo mejor de los cafés y los distintos tipos de dulces que el local tenía para ofrecer.
Con miradas discretas, las compañeras, así como los mozos, han visto cómo los clientes se fascinan con lo cocinado por Bably, y no han podido evitar repetir, hasta un máximo de 3 veces.
Aunque el horario de la mañana llega a su fin, con el local cerrando a las 3 de la tarde.
Muchos de los empleados ya se habían ido, pero algunos se quedaron afuera para ver a Bably, quien es el penúltimo en salir, con él metiendo el dinero del día entre sus escamas, sin la vestimenta de cocinero, por supuesto.
Bably se queda ahí parado, viendo con una ceja arqueada mientras ve a las 3 alienígenas que en un principio habló, mientras la golem detrás suyo cierra desde adentro, trabando la puerta en el proceso.
- ¿Qué?- Pregunta Bably irritado.
- Oh, nada especial, solo queríamos... Hablar contigo~- Responde la gata alienígena con su, al parecer, característica sonrisa burlona.
- ¿De qué exactamente?- Interroga Bably mientras empieza a caminar, siendo seguido por el trío.
- S-solo queremos saber más de usted- Dice la mamono perrita con timidez.
Bably los mira de reojo en silencio, seguido de chasquear con la lengua y mirar al frente.
- ¿Qué quieren saber? - Pregunta Bably, sin molestarse a verles.
- ¿Oh? Pensé que te negarías y nos dirías que somos indignos de tu atención o algo así- Comenta la mitad maiíb, claramente sorprendida por la actitud del braxis.
- No hagan cambiar mi opinión ahora, alienígenas- Menciona Bably mientras le da una mirada severa a la mitad maiíb, seguido de volver a mirar hacia al frente.
- ... ok, entiendo que seamos alienígenas aquí, pero tenemos nombres- Comenta la mitad maiíb mientras frunce el ceño.
- Pues no me interesa saberlo- Responde Bably mientras se encoge de hombros.
- Mi nombre es Damaris, soy una gata de cheshire- Dice Damaris mientras hace un gesto con una de sus patas.
- ¡E-el mio es Catalina! ¡Y soy una kobold!- Se presenta Catalina mientras alza un brazo, dando pequeños saltos.
- ...- La mitad maiíb mira de reojo a sus aparentemente amigas en silencio, seguido de ver a Bably y señalarse- El mio es Agatha, una damphira.
... ¡A la madre! ¿Cómo que así?
Bably se detiene abruptamente, y se voltea a mirar a la damphira, con las cejas levantadas por aparente sorpresa.
Ellas en consecuencia se detienen igualmente. Agatha se incomoda un poco ante el repentino cambio de actitud de Bably.
- ¿Has dicho damphir?- Pregunta Bably sorprendido.
Agatha parpadea un par de veces.
- Uhh... Si, ¿Algún problema?- Consulta Agatha con un tono un poco nervioso, arqueando una ceja.
- ... ¿Eso significa que sabes usar la magia de sangre y magia Kadsh A'karld?
El trío mira confusas a Bably y se miran entre ellas para confirmar lo escuchado.
- ¿Perdón, Kadash qué?- Interroga Agatha confusa.
- Kadsh A'karld, la magia de la ilusión del dolor- Explica Bably, haciendo ligeros gestos con su garra.
El trío asiente levemente con la cabeza, entendiendo en parte lo que Bably ha dicho, aunque Agatha, al rato, frunce el ceño.
- Considerando que entendí un poco, responderé a tu duda, si bien estoy relacionado algo con la sangre, no manipulo magias macabras ni nada por el estilo- Responde ella mientras niega con la cabeza, arrugado un poco la cara por saber la existencia de ese tipo de magia aquí.
Bably arquea una ceja.
- ¿Eres una dhampir, pero no manipulas la magia de sangre... Qué haces entonces?- Interroga Bably intrigado.
- ¿Por qué...? Ughh... - Agatha agarra el puente de su nariz- Al menos en mi mundo, las damphir somos los frutos entre el amor entre una vampira y un humano... o como le llaman aquí, un maiíb.
Bably se la queda mirando en silencio... Por un rato largo, haciendo que la preocupación de Agatha fuera palpable.
- No me digas que aquí no existen los vampiros.
- ... sea lo que sea eso, evidentemente, no existen aquí- Responde Bably mientras coloca una garra en su cadera.
- P-pero entonces, si aquí no existen los vampiros, ¿Qué son los damphir exactamente?- Pregunta la kobold con su típica timidez.
- Los damphir de Fari X'a son maiíbs ascendidos por una divinidad en concreto.
- ¿Ascendidos?- Pregunta Damaris, la gata de cheshire, mientras alza las cejas sorprendida, quitando su clásica sonrisa burlona- ¿Y cuál es este 'dios en concreto' el cual mencionas?
- Thori A'karld, el dios del amor y el dolor, antiguamente, al menos- Explica Bably, haciendo ligeros gestos con la mano.
El trío de alienígenas parpadea un par de veces, mirando perplejas al braxis.
Oh... Que bien... Aquí vamos con esta mierda.
- ¿Dios del amor y el dolor...? - Interroga Agatha, con el ceño fruncido y ciertamente algo preocupada- Suena a que su método de promulgar el amor es...
- ¿Mediante el dolor? Naturalmente- Interrumpe Bably, arqueando una ceja por un momento- ¿Acaso el tuyo no lo hace?
- ¡Por el amor de Hel! ¡Por supuesto que no!- Contesta Agatha con exasperación- La diosa Eros no hace algo tan barbárico como ese dios... Si las sacerdotisas de la diosa se enteraran de esto...
- Por cierto, has mencionado antiguamente, ¿Q-qué pasó con él?- Pregunta Catalina, frunciendo el ceño con temor.
Bably baja la mirada para toparse con los ojos de la kobold, aún poseyendo una apariencia tierna y apapachable, parecía tener la postura de un adulto, al menos para Bably porque... Ojojojo, créeme, querido lector, un braxis macho sabe cuándo una criatura es una cría, y cuándo un maldito petiso.
- Fue exterminado por su hermano menor, Hatredis, el dios del odio.
Las reacciones de ellas fueron las esperadas, preocupadas, disgustadas y hasta con un gran temor.
Los labios de la damphir tiemblan un poco.
- Entonces... El amor de este mundo.
- Casi dejó de existir hace tiempo, al menos hasta que llegaron ustedes a restaurarlo en los lugares que invadieron, junto con sus repugnantes energías.
- Por eso las hostilidades de los humanos de este mundo... - Menciona la kobold con el ceño fruncido por la preocupación.
Bably suspira molesto, mientras empieza a caminar.
- ¡O-oye! ¿A dónde vas?- Pregunta Agatha mientras extiende una mano hacia él.
- Me harté de ustedes, me iré por mi lado.
- ¡Oye! ¡No nos dejes con la intriga, cuéntanos más!- Comenta la Cheshire mientras flota un poco hacia él.
- Otro día, ahora dejadme en paz.
Con un poco más de insistencia molesta que cayó en total fracaso, dejaron ir a Bably, suspirando con derrota.
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Bably mira que las calles de la ciudad están mayormente vacías, ya que era hora de la siesta.
Si, bueno, aquí el horario se maneja un poco diferente al tuyo, como imaginarás.
Pero en fin, Bably sigue caminando, rumbo a su casa.
Sin embargo, al caminar cerca de un callejón, un olor asalta a sus fosas nasales, lo cual le obliga a detenerse abruptamente y mirar en esa dirección.
...
Ese olor... es uno que él reconoce muy bien... Pero hay algo más. El olor porta esa energía repugnante... Y un aroma a 'vida', aunque esta es muy repugnante para él.
Una curiosidad morbosa se apodera del dragón de vida, por lo que, asegurándose que nadie le vea (difícilmente) se adentra a ese callejón, adentrándose al estrecho y casi vacío, pero oscuro.
¿Qué carajos hay ahí? Bably estaba a punto de descubrirlo.
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