🔹Puro chantaje🔹
Todavía me afectaba trabajar, el ambiente en el colegio no mejoraba ni un poquito. Los rumores que Eliseo me dolían, pero ahora Ray estaba decidido a hacer algo demente para frenar el asunto. Decidió que la mejor forma de defenderme era atacar a Eliseo, pero su método inusual me preocupaba. No estaba segura de que difamar a Eliseo fuera la solución valiente, pero Ray estaba convencido de que era la única manera de nivelar el campo de juego.
Una mañana, mientras nos preparábamos para nuestras clases, Ray se acercó a mí en la sala de profesores.
—Meteora, vení —dijo en un susurro, mirando alrededor para asegurarse de que nadie nos escuchaba.
—¿Qué pasa, Ray? —le pregunté, sintiendo algo de miedo.
—He estado hablando con algunos colegas y... bueno, les he contado algo sobre Eliseo que podría cambiar las cosas.
—¿Qué hiciste? —chillé.
—Les dije que Eliseo tiene un fetiche por las mujeres mayores. Que por eso se acercó a tu madre en primer lugar.
—¿A qué te refieres con eso?
—Anduve diciendo que Eliseo tiene gerontolofilia —soltó y suspiró
—¿Qué?
—Es una parafilia que consiste en la atracción sexual hacia personas ancianas, con búsqueda de una pareja sexual mucho mayor de edad cronológica con intenciones sádicas.
—¿Qué? ¡Ray, eso es una locura! ¿Intenciones sádicas? —exclamé muy alterada, sin poder creer lo que estaba oyendo.
—Escucha, Meteora. No podemos dejar que siga difamándote a ti y a tu familia. Si él puede jugar sucio, nosotros también.
—¿Vos te pensás que involucrar a mi madre en este jueguito nos va a hacer bien?
Ahora van a pensar que él es un loco de mierda y que mi mamá es una víctima de un loco fetichista... —sus ojos críticos se posaron sobre mí. Intenté irme y dejarlo solo, pero solo perdí todo el interés por lo que trataba explicarme, interponiendose con la calma que preciso y yo—. Cállate, no digas más, estoy harta de que se divulguen cosas horrendas.
—Pero, sin embargo, lo que dije tiene mucho sentido. Si pudiese o si fuese vos, mataría a tiros a ese mogolico —voceó Ray.
Sentí una mezcla de gratitud y miedo. Agradecía el intento de Ray por ayudarme, pero temía que todo se convierta en un circo.
—No lo sé, Ray. Esto podría tornarse mucho peor, entiende —le dije, tratando de razonar con él.
—Confía en mí, Meteora. Ya verás que esto funcionará.
La conversación fue interrumpida por el sonido de la campana que anunciaba el comienzo de las clases. No tuve tiempo para discutir más con Ray, así que me fui a mi aula sin decir más.
Durante el almuerzo, la sala de profesores estaba inusualmente llena. Los murmullos y risitas no paraban, y noté que muchos de ellos miraban a Eliseo con disimulo.
—¿Te has enterado? —escuché decir a Graciela, la cocinera—. Dicen que Eliseo tiene un fetiche por las mujeres viejas.
—¿Cómo?
—Que el profe de gimnasia le da masa a las ancianas —murmuró.
—Sí, lo escuché esta mañana. No me sorprende que se haya acercado a mi madre.
—¡Pobre mujer, debe haber sido un shock para ella! —añadió Graciela mientras me servía la ensalada de tomate y lechuga.
Vi a Eliseo en el fondo de la sala, su rostro estaba colorado como un tomate, lleno de ira. Parecía saber exactamente de dónde venían los rumores. Sus ojos encontraron los míos, y por un momento, pensé que vendría a enfrentarme o a gritarme. Pero se dio la vuelta y salió de la sala con la cara larga.
Ray se sentó a mi lado, con una sonrisa maquiavélica.
—¿Ves? Ya están hablando de él. Esto lo pondrá en su lugar. Creo que ya le está afectando.
—No estoy segura de que esto sea algo sano, Ray. No quiero rebajarme a su nivel.
—A veces, Meteora, hay que luchar fuego con fuego. Yo te quiero.
Al final del día, estaba guardando mis cosas en mi bolso cuando sentí una presencia detrás de mí. Me volví para encontrar a Eliseo mirándome con una mezcla de furia como si fuese el mismo diablo.
—Meteora, tenemos que hablar —dijo con voz gruesa.
—¿Sobre qué? —pregunté, aunque sabía exactamente de qué se trataba. En el fondo tenía miedo, pero primero tenía que saber que tenía para decirme.
—No te hagas la boluda. Sabes perfectamente de qué estoy hablando. ¿Por qué le dijiste a todos que tengo un fetiche por las mujeres ancianas? ¡Sos una pelotuda!
—No fui yo —dije, aunque no sabía si quería delatar a Ray—. Pero, sinceramente, Eliseo, ¿qué esperabas? Me has estado difamando, era cuestión de tiempo que alguien respondiera. ¿Acaso no tenés vida?
—Esto no es una respuesta, lo que dicen en el colegio es una mentira. Y lo sabes.
—¿Ah, sí? —dije, sintiendo que me estaba pudriendo con la conversación—. ¿Y todo lo que dijiste sobre mi padre y sus supuestos fantasmas? ¿Eso no eran mentiras? Ahora cerrá la boca y aguántate.
Eliseo me miró con los ojos entrecerrados y algo más, algo que no pude identificar.
—Esto no se va a quedar así, Meteora. Haré que te arrepientas de esto. Después no vengas con lagrimitas.
Lo vi alejarse y supe que la situación estaba lejos de resolverse. Me preocupaba lo que podría hacer ahora que estaba acorralado.
Esa noche, en casa, le conté a mamá y a la abuela Brigitte lo que había pasado en el colegio. Mamá estaba visiblemente asqueada por lo de la gerontolofilía.
—No puedo creer que Ray sea tan tonto —dijo, llevándose una mano a su cabeza.
—Ray intentaba ayudar, pero no sé si hizo lo correcto, él actúa muy raro últimamente—dije, tratando de apaciguar las aguas—. Ahora Eliseo está más nervioso que nunca.
La abuela, que estaba doblando la ropa limpia en la mesa, se unió a la conversación.
—Ese hombre es un chanta. No puede aceptar lo que hizo y ahora quiere vengarse. Pero no podemos dejar que nos asuste.
—¿Qué sugieres, abu? —pregunté, esperando alguna palabra de sabiduría de su parte.
—Tenemos que mantenernos calmadas y unidos. No importa lo que diga o haga, debemos mostrarle que no puede intimidarnos, hagan oídos sordos y listo.
Mientras estábamos discutiendo, sonó el timbre de la puerta. Miré por la ventana del comedor y vi que era Ray.
—Hola, Ray. Pasa —dije, abriendo la puerta.
—¿Cómo están? —preguntó, entrando en la sala—. Me preocupaba que Eliseo hubiera hecho algo estúpido.
—Lo siento, de verdad. No quería causar más problemas.
—Sabemos que intentaste ayudar, Ray —dijo mamá, dándole una palmada en su hombro mostrándose agradecida—. Pero esto está lejos de terminar. Es mejor parar.
Nos sentamos todos en las sillas del porsche y Ray comenzó a contarnos más sobre su plan.
—He estado pensando que necesitamos más pruebas para que lo echen del trabajo.
—Ray, aprecio tu esfuerzo, pero no sé si eso funcionará. Eliseo es muy persuasivo y tiene a muchos maestros de su lado —dije, sintiendo una frustración brava.
Mi abuela intervino.
—No podemos dejar que él tenga el control. Necesitamos ser más inteligentes. Tal vez deberíamos hablar con la dirección del colegio, presentar una queja formal. Él es un adulto, no puede andar diciendo que hay fantasmas en esta casa y que mi nieta es una bruja espiritista.
—Tienes toda la razón —dijo Ray—. Pero necesitamos algo sólido.
La abuela se quedó en silencio por un momento, luego levantó la vista.
—Yo no quiero que hagan nada, no quiero después el karma le vuelva mi nieta y la puedan despedir —dijo en un tono serio.
Mamá asintió y dijo:
—Olvida todo, que diga lo que él quiera. Ya no me importa nada.
—Esta bien señora, aunque vale la pena intentarlo. Yo lo quiero afuera del trabajo. Voy a ver que puedo hacer con los directivos —respondió simplemente.
Al día siguiente...
Cuando salimos de la oficina, nos encontramos con Eliseo en el pasillo. Nos miró con los ojos abiertos como platos y una sonrisa torcida.
—¿Qué estás tramando ahora? —preguntó, cruzándose de brazos.
—Solo estoy asegurándome de que la verdad salga a la luz —me limité a responderle.
Eliseo se echó a reír como un tarado.
—Buena suerte con eso. Nadie va a creer sus historias. Yo casi me morí del espanto cuando apareció esa ánima en la casa de Meteora. ¡Yo pude haber quedado en coma por el susto!
Ray dio un paso adelante.
—Cómo digas... los fantasmas no existen. Vos necesitas un psiquiatra.
—Cállate, boludo —gritó Eliseo.
Los días siguientes fueron tensos. La dirección del colegio investigó las acusaciones y finalmente llamaron a Eliseo a una reunión. No supe exactamente lo que se discutió, pero una semana después, Eliseo presentó su renuncia formal.
Pero el rumor de su partida nunca lo oímos.
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