⎖ Capítulo 6
—En guardia.
Nos encontrábamos practicando esgrima con el joven duque cuando vimos entrar a su padre al salón, este había llegado de la ciudad y se sentó a ver como practicabamos con total seriedad.
Yo intentaba que mis movimientos no sean del todo bruscos, el joven duque tenía solo doce años y recién comenzaba a entrenar.
Tras dos derrotas, el joven se quitó el casco y bebió un poco de agua, su padre no lucía nada feliz con el resultado.
—Estás siendo blando con él. —Me miró y luego me quité el casco también, ya estaba cansado de discutir con ese hombre y él seguía con sus intentos de molestarme.
—Empezamos hace una hora. —Mi expresión era un poema, estaba tan indignado.
—Practica conmigo, tutor. —Me sonrió con altivez y empezó a quitarse la capa. —Muéstrame que tan rudo eres.
El duque Min no estaba enojado, al parecer se había tomado muy en serio lo de «olvidar la discusión que tuvimos» ya que hoy tenia una expresión diferente, no perdía su amargura, pero lucía animado.
Era muy raro viniendo de la persona que la noche anterior me había confesado que mi presencia lo irritaba y le molestaba.
—Será un placer —hice una reverencia y me puse en guardia, no iba a dejar que aquel duque me patee el trasero en esgrima, eran muchos los años que me llevó perfeccionar mis técnicas.
Nuestras espadas eran finas y veloces, se podía oír como cortaban el aire ante cada movimiento rápido. Relajé y tensé mis músculos cuando era necesario, defendí con mis posturas y esquive sus intentos por darme «un toque» si tan solo la punta de su espada me tocaba, teníamos que volver a iniciar y a los tres toques habría perdido.
—Eres rápido, tutor. —Dijo agitado, estiró su brazo y yo volví a esquivar su intento por tocarme.
—Cinco años de práctica. —Dije también agitado, dándome cuenta de que estábamos practicando sin casco. Eso era bastante peligroso. —No seré blando con usted, no podrá ganarme fácilmente.
—No pretendía que lo seas. —Sentí su aliento cerca y me alejé unos pasos, volví a mi guardia posando mi izquierda detrás de mi espalda. —Pero eres muy distraído, esa es tu debilidad.
—Todos tenemos una. —Metí algo de presión acercándome dos pasos, su espada resonó contra la mía, giré mi muñeca y le di un toque en la pierna.
La sonrisa de satisfacción en mi rostro era imborrable.
—Uno de tres.
—Uno de tres. —Repetí, saboreando esas palabras en mi paladar.
Nos tomamos un respiro, me quedé viendo su piel pálida sudar haciendo que algunos cabellos negros de él se pegaran en el sudor.
Retomamos la pelea, estaba dando lo mejor de mi. Pero el duque resultó ser un espadachín más agresivo, no dudó en ir por la ofensiva desde el inicio y eso logró hacerme trastabillar, sintiendo el toque de su espada en mi brazo.
—Uno a uno. —Se alejó de mi y volvimos a nuestras posiciones.
La tensión iba aumentando, ambos queríamos ganar. Lo bueno de un duelo era que no importaba si él era un duque y yo un tutor, las reglas del juego eran las mismas para ambos, así que no importaba nada más que ganar.
—Dos a uno, no te distraigas. —escuché que dijo cuando sentí la punta de su espada en mi muslo derecho. Me encontraba tan sumido en mis pensamientos que ni siquiera estaba consciente de la pelea. Pero ese segundo toque me hizo volver a la realidad.
Esta vez opté por la ofensiva, él se defendió con vigor, sus movimientos eran firmes, él sabía perfectamente lo que hacía. Sus músculos de marcaban incluso debajo de la camisa.
Pero su físico no logró cegarme como para hacerme perder, porque cuando tuve la oportunidad de acercarme, mi espada estaba justo a punto de tocar su garganta.
—Dos a dos.
—Tres a uno.
Miré su espada y esta estaba tocando mi pecho, a la altura del corazón.
Sin embargo, mi espada aun no había tocado su cuello.
—Tres a uno, felicidades duque. —dije bajando mi espada y este hizo lo mismo.
—Fue un combate interesante. —Se dio la vuelta para beber agua y se echó un poco en el rostro, mojando su piel y su cabello.
Apartar la mirada sería un pecado.
—Si hay una próxima vez, no fallaré. —dije caminando hasta mi botella con agua, bebí un poco y luego me quité la camisa. Estaba muriendo de calor.
—Me gustó el combate, quiero verlos otra vez cuando vuelvan a hacerlo. —Dijo August pasándome una toalla la cual tomé. —Papá, la próxima vez podemos practicar juntos.
—Cuando tenga tiempo, August.
Me voltee a ver al duque y me llevé la sorpresa de tener su mirada ya fija en mi. Me preguntaba desde hace cuanto me estaba mirando. Además de que esos ojos tan oscuros que tenía, me hacían estremecer por completo.
—Duque Min, ayer quería preguntarle algo, no he encontrado el momento adecuado para hacerlo. —El duque entendió que quería privacidad y le pidió al joven que se retire.
—¿Qué necesitas, tutor? —Dijo aun con su mirada puesta en mi. En mi abdomen y en mi pecho.
—Quería pedirle permiso. —Al estar ya seco, empecé a colocarme la camisa. El duque parecía seguir devorandome con la mirada y eso me hacía hiperventilar. —Para plantar flores en el jardín, esta semana iré a la ciudad para comprar algunas plantas y cuando crezcan darán una hermosa vista, con August estamos estudiando las flores desde que llegué y... Está realmente emocionado por tener algunas.
—¿Por qué te preocupas tanto por ese jardín? —pude ver que se cruzaba de brazos.
—¿Por qué no hacerlo? —Empecé a abotonar mi camisa y su mirada subía botón por botón.
—Está bien, puedes hacerlo. —esta vez me miró a los ojos. —¿Algo más?
—En tres meses es el cumpleaños de August. —mi mirada iba desde sus labios hasta sus ojos —Él está emocionado por el festival que se hace en la ciudad, me gustaría llevarlo. Sin embargo, si usted no lo aprueba, prepararé otro regalo para él.
—Ese no es tu trabajo, tutor. —Pude ver como frunció el ceño —Ayer me dijiste que no te pida hacer nada que no tenga que ver con el trabajo. Pero eres tú el que hace más que sólo su trabajo.
—Lo sé y perdón. —Aparté mi vista del opuesto porque a este paso terminaría perdiéndome en sus expresiones. —Pero es su cumpleaños, realmente me gustaría darle una grata sorpresa.
—Hazlo. —Sus brazos se relajaron y también apartó su mirada de mi. —Planten esas malditas flores. —Lo vi apartarse y caminar hasta la salida. —Y para su cumpleaños... Tendrás que prepararle un regalo porque no dejaré que vaya a ese festival.
Después de verlo marcharse, solté un suspiro.
La tensión que había en el ambiente era totalmente tangible, ese hombre lograba hacerme dudar hasta de mis propias palabras.
Como su oscura mirada estaba puesta en mi, como sin ningún tipo de disimulo recorrió todo mi abdomen y mi pecho con la mirada hasta que estuvo totalmente cubierto por la camisa. La forma en la que se movía en combate, sus firmes músculos tensandose para defenderse y relajándose cuando era necesario.
O cuando sus cabellos estaban húmedos y peinados hacia atrás al terminar de entrenar. Me encontraba totalmente embelesado por él. Recordé como su aliento se acercó al mío en un momento y también recordé una vez más como su mirada me recorría, no sabía con qué intenciones, pero si era de esas en las que terminaba tocándome, definitivamente las aceptaría.
Si tan sólo no fuera un completo asno conmigo.
Recordé sus burlas y su tono soberbio, recordé su «Si tienes un plato de comida es gracias a mi» y todo el atractivo se esfumó, ahora tenía ganas de vomitar.
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