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⎖ Capítulo 4

Cinco minutos fueron suficientes para salir del comedor echando humo por las orejas. Había intentado hablar con él y digo «intentado» porque aquel hombre ni siquiera se dignó a responderme al principio, pero dada su respuesta, hubiera preferido que se mantenga callado.

Lo saludé, no respondió.
Me disculpé con él, no respondió.
Ante la enorme incomodidad que sentía al parecer que hablaba con una pared, carraspee mi garganta y volví a hablar.

—Quería agradecerle por haberme contratado. —Me levanté de mi asiento y me incliné para así agradecerle del todo.

—Disculpa ¿cuál es tu nombre? —Dijo sonando poco interesado, me observó de pies a cabeza.

—Park Jimin, soy el nuevo tutor del joven duque. —al fin me había respondido, pensé.

—Tiene que ser un error. Me dijeron en la academia que me enviarían a un hombre decente y capacitado. —Fruncí el entrecejo de inmediato al escuchar su tono burlón. —Sin embargo me enviaron a un bueno para nada que se escabulle por las noches en mi cocina y que para rematar, es realmente desagradable a la vista.

—¡Papá! —Dijo el joven duque mirándolo con el ceño fruncido.

—Le aseguro que soy muy decente, el mejor de todos y no hay otra persona mejor capacitada que yo para este trabajo, su alteza. —Lo miré haciendo caso omiso a su mirada de desagrado.—Y ya le pedí perdón por el accidente en la cocina, necesitaba beber agua, es lo único que fui a hacer.

Me miraba desafiante, llevaba unas notorias ojeras en sus párpados inferiores logrando que su mirada sea aún más oscura. Haciendo juego con su aspecto apático, su voz era ronca y demandante, cualquier palabra que salga de esos rosados labios iba a ser completamente intimidante para alguien con la voz más aguda y aterciopelada como la mía.

—Entonces asumes que eres desagradable a la vista. —Me miró con altivez.

—Asumo que la belleza es subjetiva como el arte, lamento que usted no tenga la habilidad de apreciar la belleza cuando la ve. —corrí mi asiento, apretando mi mandíbula intentando no mandarlo a la mierda ya que era mi empleador. —Sin embargo, espero que su belleza interior no sea tan escasa como su belleza exterior. Que tenga buen día, su alteza. 

Bueno, esa fue una forma bastante sutil de llamarlo feo. Aunque no fue tan directa como la que él utilizó en mi.

No esperé su respuesta, aunque era claro que lo había dejado perplejo, me di la vuelta y salí furioso del comedor. Me encaminé a mis aposentos para recostarme un rato a pensar, mi estómago rugía ya que no había desayunado nada y moría de hambre. Prefería morir de hambre antes que pasar un segundo más cerca de ese hombre espeluznante y grosero.

Cuando terminé de hacer el vago, me cambié de atuendo y salí a buscar al joven duque para empezar con sus clases, esta vez iríamos al jardín trasero ya que después de la tormenta del día anterior, salió el sol.
Tiramos una manta en el suelo debajo del único árbol que había, el cual estaba más seco que mi bolsillo, y luego nos sentamos a leer.
Ayudé al joven duque con su lectura y con la pronunciación adecuada del idioma que estábamos estudiando «Griego» mi idioma favorito.

—Perdona lo de hoy, mi padre es un cretino. —Interrumpió la clase el joven pelinegro.

—No se preocupe por eso. —Negué y luego intenté retomar la clase, pero el menor volvió a interrumpir.

—Es así desde que murió mamá. —Dijo mirando hacia el horizonte, perdiéndose en el lejano bosque —Él sólo sabe hacer eso. Tratar mal a la gente, apartar a todos de su lado y encerrarse en su despacho, por eso ya nadie intenta tener una conversación con él.

Se estaba desahogando y yo realmente me sentía muy curioso. El duque era un hombre sumamente irritante, pero lo que tenía de irritante también lo tenía de misterioso.

—¿Recuerdas como eran las cosas antes de...? —No quería terminar la frase, pero sin terminarla él entendió.

—No recuerdo todo tan claramente, tenía sólo cinco años. Pero hace un tiempo le pregunté a la servidumbre, ya que no entendía muchas de las actitudes de mi padre. —Su mirada bajó al suelo —Según ellos, el palacio era un paraíso cuando ella vivía. Este jardín estaba lleno de césped y flores e insectos. Este árbol en cierta temporada daba flores hermosas y sus hojas eran tan verdes como el jade. Los fines de semana eran de eventos sociales en donde asistían las familias más nobles y también nuestros parientes de otras partes. Solíamos tener una banda que venía a tocar, teníamos bailes y tomábamos el té con los invitados. A veces también habían eventos en donde debíamos visitar el pueblo y en la primavera había un festival en donde la gente del pueblo vendía sus manualidades, comida y postres. Lo único que si recuerdo es ese festival, porque era exactamente el día de mi cumpleaños y hasta mis cinco años puedo recordar que con mi madre íbamos a buscar mi regalo allí. —El joven duque hizo una pausa —Pero no tengo recuerdos con mi padre, él siempre estuvo alejado de mi. Así que cuando le pregunté al personal sobre cómo era él, no me sorprendió su respuesta.

—¿Y cuál fue la respuesta?

—Bueno, él siempre fue así conmigo. Pero con las demás personas él no solía ser así. A lo que voy es que, desde que mi madre murió, él se hizo así con todo el mundo. Cerrado, negado y en pocas palabras un completo cretino. —Asintió afirmando lo que acababa de decir —Pero conmigo siempre lo fue, desde mi nacimiento.

—Debió haber amado mucho a tu madre. Su pérdida hizo que se cierre tanto al mundo, dejando de importarle todo.

—Y debe amarme muy poco a mi, que ni siquiera perderla hizo que su cariño hacia su propio hijo se despertara. —Me miró con dolor en sus ojos. Era un joven de doce años que necesitaba la atención de su padre, el amor y la compañía de esa figura paterna.

—Pero hoy desayunó contigo. ¿No es ese un pequeño avance? —dije tratando de animarlo. —quizá tu padre no sepa como manifestar el amor, hay personas realmente malas para eso.

—En eso tienes razón, porque desde hace mucho tiempo que no desayuna conmigo. —Asintió y luego sonrió —Me preguntó si me caías bien.

—¿Si yo te caía bien?

—Ajá. —Asintió otra vez, parece que asentir era algo muy propio de él. —Le dije que eres el mejor tutor de todos y él sólo torció su labio hacia abajo. Como ¿una sonrisa? No estoy seguro de qué era eso, pero diré que fue una sonrisa.

—Me siento halagado. —Sonreí y luego cerré el libro, se me había ocurrido una idea. —Arriba joven duque. Acabo de tener una idea realmente loca, pero tanto tú como yo y probablemente todo el palacio necesita esto.

—¿Qué cosa?

—Todos los miércoles serán «miércoles de jardinería» tú y yo con un poco de ayuda haremos que este jardín deje de ser tan aburrido y se convierta en un jardín maravilloso.

—¿Eso llevará mucho tiempo? —Preguntó levantándose de su lugar.

—Más o menos, pero de aquí a unos meses tendremos césped y tierra fértil si empezamos desde ya.

Los ojos del joven duque se iluminaron cuando imaginó todo el palacio siendo rodeado por un hermoso jardín. Yo sonreí al ver la emoción en ellos y luego de juntar todo lo que habíamos sacado para estudiar, nos adentramos al palacio para hablar con la servidumbre y preguntarle en dónde habían quedado todos los utensilios de jardinería.

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