Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 7

Gretchen

Siguieron los sueños, toda la noche, no pararon los recuerdos, fue muy lindo sinceramente, todos seguían el mismo curso de como los tengo en mi mente y como todo sueño normal se pusieron raros en cierta parte, de formas diferentes, donde veía a gente desconocida de forma borrosa o de pronto me encontraba un conejito mutante, lo normal en sueños.

Estoy bobeando en mi celular aburrida, esperando a que llegue la hora de irme a la feria con Rox y los chicos que encontramos aquel día, aún no me la cobro pero bueno.

Terminamos en una doble cita con un par de chicos tal como hace unos días hablamos y estoy algo nerviosa, hace mucho no me sentía fuera de mi zona de confort, mi vida era un constante espiral, hacer las mismas cosas, con las mismas personas y no me molestaba, era cómodo y nunca he sido fan de las cosas nuevas, me asustan.

Salgo de mis pensamientos cuando siento mi celular vibrar con un mensaje de Roxanne.

Rox

Ey, estoy en la Quinta Avenida

le hago un par de recados a mamá

¿vienes? Me aburro.

Miro algo extrañada el mensaje de Roxanne, ella nunca ha sido exactamente la hija que se ofrece a hacer recados, menos a esta hora, el sol está horrendo y ella odia sudar.

Yo

¿Tu? Rox nunca te ha

gustado ir a hacer recados

tu mamá hace años dejo de

insistir, ¿todo bien?

Rox

Ah sí, por supuesto, solo que

esta vez me conviene linda

a un par de calles hay una tienda

de videojuegos y mañana es la

fiesta de cumpleaños de un primo

y olvide comprarle algo, si mama se entera

dejo de vivir, ya sabes como es.

Rio levemente ante su respuesta, esta si es la Rox olvidadiza que conozco, dirijo mi miranda a la hora.

—Oh por dios, pero que lento pasa —murmuro rodando los ojos, cuando más rápido queremos que pase se vuelve eterno.

Aún faltan un par de horas para ir el plan, acepto quedando de llegar cuanto antes, por lo que me levanto y llamo a un taxi, ay cuanto amaría ya tener mi moto, pero resulta que tenía algo mal en el motor y paso de accidentarme por lo que la tuve que dejar más tiempo.

Cuando llega el taxi salgo de casa cerrando tras de mí y me apresuro a subir.

Al llegar a donde quede con Rox la busco con la mirada pero su rizada cabellera no está por ningún lado, suspiro algo molesta, por algo quedamos en un lugar, es la hora más transitada por aquí, de aquí a que la encuentre sin la mínima idea de su paradero se hará un día nuevo.

Marco su número continuando mi búsqueda con la mirada, pero su buzón es lo único que escucho tras unos segundos, gruño indignada dejándome caer en una banca.

—Hola —me saluda una voz desconocida y volteo a verla lentamente.

Es una chica con el cabello pelirrojo, aparentemente bajita, que me mira con una sonrisa enorme, quizá me lleve uno o dos años-

— ¿Hola? —respondo confundida — ¿necesitas algo?

—Te vi aquí sola y perdona mi confianza, pero ¿me ayudarías a subir algo a mi camioneta? —la miro boquiabierta sin saber que decir.

¿Que no me ve? Soy alta, sí, pero no soy muy fuerte y la cajonera que apunta se ve pesada, además...solo no.

—¿Disculpa?

—Ay perdona, ¿tienes problemas de sordera? —cuestiona inocentemente y veo como toma aire para supongo gritarme su petición pero la detengo.

—No no, solo no creo poder ayudarte, algún empleado del local te podrá ayudar seguro.

—Ya les pedí, pero están atestados de gente, nadie puede y te vi aquí y pensé, ¿por qué no? Se ve amable.

—Ah, pues —miro a los lados buscando alguna persona que se vea capaz de cargar lo que compró esta chica— puedes pedirle ayuda a aquel señor, quizá te pueda ayudar —le digo mirando a un señor alto y que da un poco de miedo pero el helado con chispitas y la playera con una calavera arcoíris le quita credibilidad.

—No creo que quiera, anda ven —me vuelve a pedir y su insistencia en que sea yo quien la ayude me está empezando a preocupar.

—Perdona pero no —respondo levantándome buscando escapar de su verde mirada, que me empieza a asustar, oh no, la paranoia volvió.

—Mira, solo lo cargamos hasta esa camioneta —responde señalando una enorme camioneta negra, eso no ayuda a mi tranquilidad— y listo, te vas —al decir lo último su mirada brilla con diversión, si, ya me asuste.

—Ah, mira, mi amiga, ya me tengo que ir —digo con fingida decepción por no ayudarle, me levanto y sin decir más camino al lado contrario de donde ella y su tenebrosa camioneta.

Seguro estoy exagerando, pero no me voy a arriesgar.

Casi troto mirando por todos lados buscando a donde ir, sintiéndome algo asfixiada por la cantidad de gente, me siento perseguida.

Respiro profundamente relajándome, seguro no es nada.

Para quedarme más tranquila hago un mapa en mi cabeza y recuerdo que un par de calles más abajo hay una iglesia, que mejor lugar para estar en silencio.

Además así llamo con tranquilidad a Rox de nuevo, nadie me va a buscar ahí en caso que tenga algo malo contra mi esa pelirroja tenebrosa.

Me dirijo hacia allá a paso apresurado y en cuanto entro suspiro más tranquila, solo hay un par de señoras hasta adelante rezando alguna cosa por lo que me quedo algo atrás sin llamar su atención.

Cuando ya tengo el número a punto de marcar las puerta abriéndose llaman mi atención y por puro instinto volteo encontrándome a la chica de hace rato con dos chicos, pero no alcanzo a verlos por los enormes lentes de sol y gorras que traen puestas, oh vamos, ya esto no es normal.

Tengo miedo.

Me agacho de inmediato arrastrándome lejos de la entrada, hasta una puerta que no tardo en empujar lo más silenciosamente que puedo y entro apresuradamente cerrándola tras de mí.

Levanto la mirada y me encuentro con un cuarto gigantesco con escaleras de caracol en una esquina, que no sé a dónde llevan y el resto son confesionarios.

Analizo mis opciones a toda velocidad, pero los pasos cercanos me quitan la respiración.

El terror erizando mi piel y atascándose en mi garganta. —No es momento de espantarse Gretchen, mantén la mente fría y actúa —me digo intentando relajarme.

—Como mierda la dejaste ir tan fácil Jen —una voz grave se escucha cerca de donde estoy sentada.

—Yo que iba a saber que se daría cuenta.

—Fuiste una indiscreta, pareces novata —le reclama otra voz y ya no hay duda, que mierda hice para merecer esto.

Entro en pánico al escucharlos acercarse cada vez más, solo tienen que empujar la puerta y me verán.

Con el terror atascando mi respiración echo a correr a las escaleras.

Pero la vida me detesta ya que no tardó en dar tres pasos que me tropiezo con mi estúpido pie del nervio cayendo estrepitosamente, casi me pongo a llorar de la frustración y de lo tarada que soy cuando escucho unas risas leves detrás, tierra trágame y escúpeme en Rusia.

—Por si las dudas, pequeña escurridiza, eres rápida —susurran a mi lado y cuando siento su respiración cerca me levanto de un tirón dándole un rodillazo al tipo más cerca apurandome a las escaleras, con suerte hay alguien allá.

—Mi nariz —chilla detrás el chico al que golpee y sonrió victoriosa.

Cuando llego a la planta alta encuentro nada, absolutamente nada, genial es un puto piso completamente libre de muebles y sin más puertas, ¿qué mierda hacen aquí?, me aguanto un grito de frustración y miro la ventana al final del cuarto.

— ¿Enserio, planeas lanzarte? —se burlan detrás de mí y suspiro resignada, no soy tan lista como pensaba.

Me doy por vencida quedándome parada donde estoy, no puedo contra los tres, ya no sé qué hacer, fue una buena vida, lástima.

Un sujeto se para a mi lado y como último intento me volteo a toda velocidad dándole una patada entre la piernas.

Era el mismo de hace rato, mala suerte, pienso mirándolo retorcerse en el suelo, pero al escuchar los demás pasos llegar levanto la mirada preparándome para dar lo que pueda, no dejare la vida tan fácil.

Me trago el miedo y los miro, esperando a que se acerquen.

—Ya déjalo, Bambi. No puedes contra ninguno de nosotros solo ven por las buenas y evitemos un show —me pide burlón el otro chico.

—¿Disculpa? Dile eso a tu amigo —respondo apuntando con la cabeza a su compañero chillando de dolor en el suelo.

—Mm, bueno, será por las malas —antes de darme tiempo a nada siento un dolor horrendo en el costado que me tira al suelo.

— ¿Que te ocurre Jen? —le gruñe el chico y desde ese momento sus voces se empiezan a volver lejanas.

—Dijiste que a las malas, quería ser parte y tenía a la mano esta pistola de electroshock, mira, ya no pelea, de nada ogro —se defiende la chica y después de eso caigo en la inconciencia.

Damon

— ¡¿Pero qué mierdas les pasa?! —nos grita el jefe con la cara ardiendo de ira.

—En nuestra defensa es culpa de esta loca, lo haríamos a las buenas pero fue estúpida y volvió obvio el fin de hablarle —responde Liam por los dos.

—No soy una loca —chilla Jen molesta —iba bien todo pero ustedes no llegaban. Tuve que improvisar, compre un mueble para ser discreta, fue su culpa —responde enfatizando en su.

Soempre haciéndose la víctima, pienso rodando los ojos.

— ¿Y porque es nuestra culpa? Ilumínanos oh voz de la sabiduría —se burla Liam con evidente molestia.

—Ustedes son los que la volvieron paranoica, lo que hizo que sospechara de mí. Si fueran más... —empieza a hacer movimientos raros con las manos buscando las palabras frustrada— invisibles, pero no, tenían que ser unos chicos carismáticos, guapos y llamativos.

— ¿Ese es tu argumento, que somos guapos? —cuestiono y ella asiente incomoda dándose cuenta de lo que dijo.

—Ya, cállense, no me importa de quien es culpa, son un equipo, los 3 son culpables, me importa muy poco si Jen fue indiscreta, si Liam no pudo defenderse de una niñita que hace años no entrena o si Damon y Liam llamaron la atención de ella. Van a encargarse de lo que desde un principio quedamos —nos ordena sentándose de golpe frente a su escritorio.

—Ey porque yo dos veces, si nos ponemos a repartir culpas... —Jen se me adelante dándole un pisotón a Liam para que se calle.

—Suficiente nos regañó Liam, no des más razones —murmuro antes de salir de la oficina.

Pero en cuanto doy dos pasos afuera soy interceptado por Klaus, quien tiene una expresión llena de fastidio.

— ¿Qué?

— La niña que trajeron, ya no la soporto, intente hacer mi parte y asustarla, pero si estoy un segundo más cerca de ella la voy a ahorcar —se queja— no se calla, esta de preguntona y no deja de chillar que la dejemos ir y blah blah blah. ¿Cuánto tiempo más debo hacer esto?

—El necesario para lograr el objetivo, encárgate no por nada te pusimos a ti, usa tu fachada de... —lo escaneo con la mirada aburrido— asesino psicópata, no se te paga por hacer amistad con quienes traemos, así que no te tiene que agradar, ándate a lo que te toca —le ordeno.

Bien dicen que si quieres hacer algo bien lo hagas tú, pero estoy harto de esa niñita, que alguien más se encargue me viene bien.

—En todo caso, ¿quién es esa mocosa y porque le dan tanta importancia? —me vuelve a detener.

Fastidiado me giro lentamente con el ceño fruncido.

— ¿Cuándo te creíste el derecho de cuestionar las ordenes que nos dan? Solo lo tienes que hacer, sin preguntas, lo que te digan o no es por algo, así que deja de lloriquear y haz tu parte —ordeno y rodando los ojos se va, al fin.

Camino apresuradamente hasta la salida del enorme edificio, por hoy estoy libre y se exactamente lo que quiero hacer.

Subo a mi camioneta emprendiendo mi camino a ese lugar que se ha convertido en mi escape, el único lugar donde puedo estar tranquilo, simplemente mi lugar seguro.

En cuanto mis pies tocan el pasto de aquel lugar que muchos temen, pero si vez de la manera correcta, es de los lugares más bonitos que he conocido, solo no le dan la oportunidad.

Se creen que algo malo les pasara si entran, quisiera que alguien mirara este lugar de la forma correcta.

Suspiro sacando esos pensamientos de mi cabeza, vine por algo de paz, solo quiero quitar este peso de mis hombros un rato y se exactamente como.

Abro de la puerta del copiloto sacando las cosas que traje esta vez y cuando las tengo en mis manos empiezo a caminar tranquilamente hasta mi parte favorita.

—Ya llegue, mira lo que te traje...

Gretchen

—Joder ya cállate o te juro que te voy a cortar la lengua —me amenaza como por quinta vez el tipo enorme que lleva horas encerrado conmigo en esta estúpida sala una eternidad.

—Pues ya mátame, saca mis órganos y véndelos al mercado negro, solo ya hagan lo que quieran hacer y déjenme —suplico harta.

El miedo hace rato se esfumo y se intercambió por la más pura y desesperante agonía de solo estar aquí siendo amenazada de mil formas, sin razón aparente.

—No te pasara nada de eso, niñita estúpida. ¿Acaso no me temes? —cuestiona con la sonrisa más siniestra que jamás he visto, ya ni It.

Si.

—No, ni un poco, solo ¡acaba esto ya! —vuelvo a pedir estresada.

Si algo he aprendido de series y películas es que esta gente se alimenta del miedo, que tema lo hará feliz, no moriré haciendo a este infeliz, pues feliz, valga la redundancia.

—Agh, estoy harto. ¿Por qué eres tan difícil? —gruñe tirando una mesa a la pared destrozándola, como si fuera de papel provocando que me encoja espantada —mira estúpida niña —y dale con eso, tengo diecisiete por dios, me contengo de rodar los ojos ignorando el contexto de la situación pero sus pasos acercándose me vuelven a la realidad— me tienes harto, así que haremos esto divertido. Te dejare largarte con la condición de que cierres la boca y en cuanto bajes la jodida guardia, si por obra del destino te cruzo, te voy a hacer tanto daño y lo disfrutare mucho, así que te quedaras en silencio, seguirás con tu vida y rezaras a lo que sea que creas que no vuelvas a llamar mi atención —murmura acercándose a mi hasta tener su rostro a centímetros.

El hombre me mira con odio y se nota que ya lo saque mucho de casillas.

Opto por callar y hacer caso, una oportunidad así no se desperdicia, por lo que sin pensar más levanto la mirada encontrándome con sus ojos negros brillando molestia y diversión, añadiendo su sonrisa de loco tomo la decisión de asentir lentamente.

—Bien, cuidado con lo que sale de esa boca —susurra en mi oído antes de levantarse e irse azotando la puerta.

Pero nada tardo en desaparecer que un par de hombres con mascara aparecen con un pañuelo en la mano y el otro solo espera parado en la entrada.

—Dulces sueños —susurra uno poniendo el pañuelo en mi boca.

Tras eso mi alrededor se volvió oscuro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro