Capítulo L
***
Una vez que los tres finalizan el almuerzo me obligan a fregarles los platos y a recoger la mesa.
- Y nada de lamer la grasa de los platos ni beber agua de la canilla o te volamos los sesos- la advertencia del jefe va muy en serio.
Manuel es el encargado de vigilarme durante mi tarea. Cada vez que alzo un plato, casi simultáneamente el levanta su pistola para recordarme que me está vigilando muy de cerca.
Termino de fregar los platos y aún faltan más de nueve horas para que el tercer castigo llegue a su fin y mi estómago comienza a rogarme por un poco de comida. Mi panza vuelve a rugir y esto aumenta mi hambruna aún más. Manuel lo nota y le escribe un texto corto a Javier que, pese a sus intentos para evitar que yo lo viera, puedo leer con facilidad en un momento de descuido del emisor, cuando el matón, descuidado, deposita su teléfono sin bloquearlo sobre la mesada, en un intento por alcanzar un manzana. El texto es conciso: "Continúa con la próxima trampa".
Luego de diez minutos, el jefe de la banda aparece y me ordena que lo siga hasta la habitación en la que me encierran cada noche. No opongo resistencia, en estos momentos críticos no debo realizar ni el menor intento de escaparme. Aún confío en poder superar todas las pruebas y poder salir viva de aquí.
Me encierra nuevamente en la habitación y me llevo una sorpresa: el banquete ha reaparecido. No puedo creer que esto esté pasando. Por un lado, mi estómago está feliz porque al fin se alimentará, pero por otro mi cerebro me indica que no lo haga, ya que presiente que aquella comida podría contener algún tipo de veneno mortal.
- No dejes que tus impulsos te ganen, mi querida Mía- me advierte Javier-, debo advertirte que todos esos platos (y no debemos excluir a las bebidas) han sido inyectados con una potente dosis de cianuro que podría matarte.
Y allí permanezco durante largas horas, encerrada en en putrefacto cuarto, mientras se me hace agua la boca al ver mis comidas favoritas y no poder disfrutarlas. Lo cierto es que, aunque no lo haya notado antes o al menos la sensación no es tan grave como la falta de alimento, mi boca me pide agua a gritos.
Son las nueve de la noche y faltando tan solo tres horas para que finalice la prueba, siento que ya no puedo más. Mi estómago se dobla de hambre y yo nada puedo hacer para complacerlo. Lamentablemente, había pensado que esta prueba me resultaría más sencilla. Pero francamente me equivoqué.
Siendo las diez de la noche, para sorpresa mía, la puerta se abre y el cañón de una pistola se asoma y luego el jefe de la banda irrumpe en el cuarto. Al ver mi cara y al notar mi hambruna decide "compadecerse" de mí y me propone un trato.
- Te daremos la oportunidad de comer y beber dos horas antes de la hora pactada si aceptas resolver un simple acertijo. Te aseguro que tu vida no correrá peligro- habla en un tono parternal, intentando transmitirme confianza.- No te diré de que trata, pero te aseguro que se trata de algo muy sencillo para alguien tan inteligente como tú- no comprendo por qué el jefe insiste en que intente la prueba. ¿Será alguna trampa? ¿O por fin se ha dignado a humanizar sus tratos conmigo? De todas formas, mi decisión estaba hecha.- Y qué me dices Mía, ¿aceptas?
***
Auckland, 13 de enero,
25 horas antes de la elección...
Una vez que me encontré frente a frente con Zesh en aquella salita azul con dibujitos (alegres para los niños pero estúpidos para los adultos) y llena de olor a desinfectante, el viejo me reconoció de inmediato y temió que yo dijera algo que podría empeorar las cosas. Se llevó el dedo índice a los labios, en un gesto que universalmente significa silencio. Tomó un papel y escribió " Hola Manuel, actúa como si fueras mi prima mientras que, al mismo tiempo me pasas unas notas para decirme quées lo que tu jefe y tú quieren".
Como respuesta a su mensaje, al que me había pasado furtivamente al estrecharme la mano, le contesté con un "Hola primo, qué alegría verte".
Él siguió mi juego.
- Yo también me siento complacido por verte. Y veo que me horneaste un pastel. Me gustaría que me escribas en la hoja- el viejo remarcó esta última frase- la receta- enfatizó la palabra final, en una perfecta indirecta- que seguiste para hornearlo.
Escribí en un papel una nota, que le extendí posteriormente en la cual le ordenaba " Cómete el pastel y lee el mensaje que se encuentra debajo de la torta, en la bandeja".
El viejo la leyó y tomó la inesperada decisión de dejar 'caer" la bandeja en el piso. Comenzamos a actuar una escena fingida en la que yo me lamentaba por el fatal "accidente" y Zesh prometía que haría algo para remediarlo. Y luego de nuestra pésima actuación, Marcus fingió interés por la bandeja en la que se encontraba el pastel.
En aquel momento desciframos juntos el mensaje:
"Viejo Zesh:
Mi amigo Manuel y yo nos hemos visto en un apuro a causa de tu genial idea. Ahora el detective más famoso del país nos está buscando y temo que esté muy cerca de lograrlo.
Lo único que nos interesa en este caso es obtener el dinero que bien tenemos merecido y regresar nuevamente a nuestro país.
Llevo a Manuel para que le contestes a él, hoy mismo, y nos entregues el maldito sueldo de una vez por todas. Tenemos tolerancia hasta el viernes o las cosas se pondrán calentitas.
Saluda cordialmente su afectísimo,
Josep."
Nunca supe por qué mi jefe decide llamarse Josep con los clientes. Quizá sea porque le molesta mucho el hecho de que la gente indague en su vida y metan sus narices en lo que no le importa.
El viejo Zesh escribió una nota como contestación y me indicó que la leyera en ese instante. La nota era concisa y nos indicaba los pasos a seguir para obtener nuestro dinero.
" Vayan al Banco Nacional y pregunten por la cuenta número 3.490 a nombre de Marcus Spentish Zesh.
Suyo, afectísimo,
Antonio."
Al terminar de leer la epístola, una gruesa plancha de metal se cerró tras la puerta. Y en seguida supe que se trataba de una trampa.
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Estoy emocionado por haber llegado hasta aquí. Nunca pensé que mi novela gustase tanto ni tampoco imaginé el largo tiempo que pasé escribiendo... ¡Ya es el capítulo 50!
Y a ustedes... ¿qué les ha parecido la historia?
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