Capítulo CXL
***
- ¿Acaso estos es lo que yo creo que es?- el padre de Javier se acercó amenazante hacia nosotros, blandiendo lo que, al parecer, parecía ser una nueva pata de palo, recién colocada, lo cual me dejó estupefacta y contribuyó a darle una mirada más cómica a la urgente situación que teníamos en nuestras manos.
Per cuando ya no quedaba lugar para asombro alguno en mi corazón, ocurrió un suceso tsn inesperado como los anteriores: sin titubeo alguno, Javier me cubrió, colocando su cuerpo delante del mío, abriendo los brazos como si se tratara de un manto protector, dispuesto a cumplir aquel compromiso que me había prometido. El jefe, más que anonadado por la actitud de su vasallo, se acercó hacia él, jugueteando con su arma, haciéndola girar sobre su dedo índice, amenazante.
- ¿Acaso esto es lo que exactamente lo que creo que es?- volvió a preguntarle a su hijo, esta vez mucho más impaciente que la anterior. Manuel se limitaba a asentir las palabras de su jefe con su cabeza desde la distancia.
- Ella escapó una tarde, la seguí y acabamos perdidos en una terrible inundación- la pura verdad salió de sus labios, mas la realidad, tan inverosímil, no fue comprendida por el líder.
- ¿Y luego qué?- insistió su padre, blandiendo su pistola.
- Ella arriesgó su vida para salvar la mía- le replicó su hijo, mirándome agradecido.
- Ella arriesgó su vida para salvar la mía- lo imitó su padre, en modo burlón-. ¿Acaso te crees que tienes alguna pizca de participación en esta banda? Nadie- resaltó la palabra- te ha dado permiso para que hicieras lo que tú acabas de hacer. Quiero que sepas, también, que si algo malo le pasa a esta niña no será por otra razón más que por tu egoísmo.
- Egoísta es aquel que cree que el mundo debe pertenecer a uno mismo- lo condenó su hijo, en un tira y afloja con mi vida de por medio.
- Tú eres mi mundo, tú me perteneces y has de obedecerme.
- Por esta vez haré una excepción- respondió Javier, rebelándose contra su padre, esgrimiendo su arma-. Vete, vete ya mismo de aquí.
- Así que quieres jugar sucio, ¿verdad? Acepto el desafío.
- No tendrás tiempo para hacerlo- una bala salió disparada del arma de Javier, rozando la oreja de su padre, el cual fue a refugiarse junto con Manuel a los arbustos.
- ¡¡A la niña!!- repetía el jefe como un psicópata- . ¡¡Dale a la niña!!
El láser de Manuel apuntó directamente hacia mi frente, mas un certero disparo de su ex compañero lo obligó a desviar su disparo, el cual habría ido a parar directo a mi corazón, si no hubiera sido porque Javier interpuso su cuerpo contra el mío.
Tras el impacto, ambos criminales, acobardados, huyeron hacia el horizonte, dejando a sus pies el cuerpo moribundo de Javier, que brotaba sangre como un manantial. No me preocupé por tomarle el pulso ni por comprobar si aún respiraba, rasgué sin pudor sus vestidos y cubría la herida haciendo presión hasta que la sangre coabulara. Su vida corría peligro y dependía en exclusivo de mi habilidad para contener la hemorragia.
Viéndolo así, tan débil e indefenso, con su pecho manchado de rojo y su rostro cada vez más debilitado, no me pareció mejor ni peor que cualquier otro hombre que jamád hubiera pisado la Tierra. Él había sido capaz de dar su vida, su integridad y la confianza de una banda de criminales a cambio de salvar mi vida, en contraprestación por lo que yo misma había hecho por él poco tiempo atrás, en medio de aquellas putrefactas aguas. En medio de semejante dolor, no pude más que llorar por la partida inminente de Javier, estando segura de que no quedaba esperanza alguna para él.
- Gracias- me atreví a decirle entre lágrimas-. Lo que acabas de hacer fue increíble- le confesé, mientras abrazaba su cuello, sin nunca dejar de presionar la herida.
Cuando levanté la cabeza recordé todo lo que había pasado durante mi estancia junto a él, disfruté por última vez de observar el magnífico espectáculo del bosque oscuro que se alzaba más allá del horizonte, y el cantar de los lobos contribuyó a construir un recuerdo lejano, pero con un final muy diferente a lo que yo habría esperado.
El cuerpo de Javier, despojado de los últimos harapos que le quedaban, intentaba murmurar unas palabras antes de morir. Le hice saber de que estaba dispuesta a escucharlo. El joven comenzó a murmurar sus últimas palabras.
- Bésame, Mina, bésame hasta el final de mi vida. Al menos podré decir que es posible morir de amor por ti- confesó, con una sonrisa que iluminó su rostro.
Y eso hice. Mis labios se acercaron a los suyos y, poco a poco, nuestras almas se volvieron en una sola, en una apasionante despedida, en un agradecimiento que iba más allá de lo que cualquier persona podría llegar a imaginar. El contacto de nuestros labios comenzó a perder intensidad con el correr de los minutos, hasta que su cuerpo no dio más señales de vida.
Con mi cara frente a la suya, comencé a empapar su rostro con gélidas lágrimas, sin poder detener la catarata de llanto que me dominaba en aquel instante, agradecida por todo lo que aquel hombre había sido capaz de hacer por salvar mi vida. Estaba tan sumida en mis propios pensamientos que recién unos minutos más tarde de que sentí unos pasos detrás de mí. Por un momento, mi corazón se paralizó, temiendo encontrarme con Manuel y su jefe, temerosa de mi suerte en el futuro. Mas mi sorpresa no pudo ser menor.
- Mina, he vuelto por ti- la voz, que me habría resultado tan familiar unos meses atrás, me dejó helado. Allí, junto a mí y al cadáver de Javier, se encontraba Michael, demasiado confundido.
Mi rostro dejó transparenta mis intenciones, pero fue demasiado tarde. Michael ya había cruzado un muro y se había perdido en la inmensidad de la noche. No supe que hacer, por lo que no hice nada.
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