Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Trou Normand

N/A: Lamento mucho la demora, han pasado más de un mes sin embargo sigo en recuperación y hay dias en los que estoy espaciada así que no puedo escribir correctamente. El borrador de éste capítulo lo tengo hecho desde el cinco de julio, pero solo ayer lo he terminado. Confío en que a usted le gustará mucho más que el anterior, éste superó mis expectativas a la hora de la narración así que espero que le guste también. Hay mucha investigación ya que tuve que empaparme de los ritos de samhain para escribirlo correctamente, entre a un montón de blogs no sólo de ritos wicca, sino también utilicé algunos elementos del sacrificio azteca, momificación egipcia, y alguna quevotra cosa sobre las tradiciones en México y España. Fue un arduo trabajo de investigación y ojalá lo aprecie, ahora, una última cosa, me preguntaba si desea los capítulos largos como ahora y hechos probablemente en un mes, o prefiere como antes, dos capítulos de aproximadamente diez mil palabras por mes? Este último lo intentaría, no aseguro nada, sin más les dejo continuar:



Acto IX: Trou Normand
Parte 1: Del silencio de los corderos.






Era increíble, simplemente maravilloso, solo había leído a grandes rasgos el sistema de cortejo de los centauros, y ahora podría presenciarlo en directo.

Firenze era educado, más que educado y entendía que los humanos tenían costumbres diferentes, apreciaba el gesto de que tomara en cuenta esas pequeñas diferencias para hacerlos sentir más cómodos, avanzaron en dos grupos claramente definidos al interior del bosque, donde residía la manada, Firenze había pedido permiso a Harry para acompañar a su hermana y explicarle los peligros del bosque, así como la bellezas en él, como si su hermana no supiera todo lo que habita allí; como si Harry no se lo hubiera dicho ya, Abigail escuchó atentamente al centauro, haciendo preguntas de vez en cuando animando al rubio.

Tras ellos, Severus y Harry observaban todo con curiosidad.

Los centauros eran reservados, sus metodos de cortejo lo eran aún más, sin embargo, el resultado del encuentro no podía sino encantarle a Harry, estaba satisfecho, ahora podría tener una relación aún más estrecha con la manada y todo gracias a su hermana, y no es como si la viera como moneda de cambio, todo lo contrario, su hermana era más importante que cualquiera, pero el interés parecía mutuo ¿Y cómo Harry podría negarle algo a su querida Abigail?


Entonces continuaron con tranquilidad la caminata al interior del bosque, pudieron ver un par de unicornios a su izquierda y algunos thestrals sobrevolando, pero cuando llegaron al lugar, la manada de centauros le había dado la bienvenida, tras meses de correspondencia entre Firenze, Magorian y Band con Harry, se había consolidado una especie de alianza, por ello, cuando llegó frente al jefe de los centauros, extendió el brazo a modo de saludo; el viejo centauro lo tomó del antebrazo dando un apretón.

—Saludos, Lord de la Casa Gryffindor— dijo con fuerza tras su voz, Harry asintió en su dirección.

—Saludos, Jefe Magorian— sus brazos se separaron y Harry señaló concienzudamente a su hermana —Permítame presentarle a mi hermana, Abigail Lecter— la chica les sonrió, sus grandes ojos azules miraban todo con infinita curiosidad, la jovencita dio un suave asentimiento de cabeza hacia él y una sonrisa suave.

—Un placer, Jefe del Clan— saludó la chica, Magorian miró a su protegido Firenze, observó la inquietud de sus ojos y el nerviosismo con el que agitaba su cola, entonces su mirada casi blanca se dirigió al cielo.

—El placer es nuestro, princesa Gryffindor— entonces levantó un brazo hacia el cielo —Venus brilla con intensidad sobre usted, jovencita, Mercurio parece gravitar a su alrededor, tal vez por éso ha encandilado a mi protegido— mencionó para mayor vergüenza del centauro rubio, que sólo arrugó la nariz y miró al suelo mientras el rubor subía a sus mejillas. Abigail se vio sorprendida un momentos antes de sentir el calor subir hasta sus orejas sin ser capaz de controlar el rubor.

—Oh— dijo Magorian, más sorprendido que cualquiera de ellos, miró nuevamente el cielo y del cielo a Firenze para levantar las cejas hasta el inicio de su cabello —Debo decir que me sorprende lo que veo en las estrellas, Lord Gryffindor— Harry sonrió con suavidad.


—¿Por qué?— preguntó, aquellos quienes estaban a su alrededor miraban de uno a otro apenas entendiendo lo que sucedía —Me complace saber que mi hermosa hermana a encontrado a alguien adecuado para ella ¿Usted no siente lo mismo por su protegido?— preguntó con curiosidad.


—Yo... ¿A usted no le importa? Muchos magos no desean como comprañero una criatura— espetó Magorian.


—Tonterías— desestimó Harry con un movimiento de manos —Yo mismo tengo herencia de muchas criaturas, mi padre es un Wendigo y él nos eligió tanto a mí como a Abigail como sus cachorros—  fue entonces que Magorian vio bajo una nueva luz a Abigail; lo que había tomado como enormes ojos curiosos que se posaban sobre todo, se convirtieron en los ojos analíticos de un depredador que acechaban.


—Entonces no tengo nada que objetar— dio un suave asentimiento hacia la muchacha y su protegido, éste último mirando sorprendido todo, ¿Le había dado permiso de cortejar a una joven humana?


—Perfecto, ya que hemos hecho a un lado ése negocio permítame presentar a mi otro acompañante, aunque desde luego, estoy seguro que lo conocen, Maestro de Pociones Severus Snape, mi prometido— tanto Severus como Magorian miraron al chico con la boca semi abierta.


—Inesperado— murmura la vieja criatura —Sin embargo espero que las estrellas brillen en su unión. Tener a dos de nuestros aliados unidos es una gran noticia— sonríe hacia ambos y Harry amplía aún más la suya, Severus por su parte solo se ve resignado a los designios de su pequeño amante.

—Me encantaría poder ultimar los detalles de nuestra pronta unión con usted, Magorian, sin embargo una razón de mayor peso es la que me trajo a su villa— la seriedad en el rostro del muchacho alertó al jefe del clan —Albus Dumbledore se encuentra en el castillo, está reuniendo aliados y aunque perdió parte de su credibilidad tras el juicio al que fue sometido, varias familias de la luz aún lo siguen ciegamente— tanto Ban como Firenze se colocaron en los flancos de su líder con el ceño levemente fruncido.

—Los asuntos de los magos no nos conciernen— habló Ban, para sorpresa de nadie había demostrado su desprecio por la raza humana, sin embargo ninguno de los magos cambió su expresión.

—Lo es cuando se encuentran como objetivo de mi enemigo— habló suavemente Harry, sin dejarse amedrentar —Lo es cuando están bajo mi protección—miró duramente a la criatura, sus ojos brillando del mismo color que la sangre seca, la mano de Severus; mucho mas grande que la del adolescente, cubrió la de su prometido, brindándole calidez y una conexión a tierra, un suspiro tembloroso salió de sus labios y se acercó un poco más al hombre de negro, descansando su cuerpo en el costado del otro.

—Sabemos que son perfectamente capaces de defenderse— habló Severus, entrelazando sus dedos con los de su pareja —Pero Harry se prepcupa por cada uno de sus protegidos, no desea que lleguen al punto de tener un enfrentamiento— Severus actuaba como mediador entre el orgulloso sucesor del Jefe y su compañero.

Los ojos casi blanquecinos de Magorian se posaban en silencio sobre el menor de los magos, ninguno volvió a hablar pero su mirada verde no se apartaba de los de la criatura.

—El cielo sobre ti es infinitamente oscuro, Lord Gryffindor— comenzó el mayor de los centauros —Pocos magos poseen un camino tan oscuro y aún así, las pocas estrellas que lo iluminan brillan casi cegadoramente— otro silencio llenó el ambiente y ésta vez Firenze dio un paso al frente.

—Lord Gryffindor ha estado más cerca de Albus Dumbledore que cualquiera, si alguien  conoce o pudiera predecir al viejo mago... Ése sería usted— el rubio habló directamente a Harry, quien apretó los labios descontento pero aún así asintió.

—Enviará a uno de sus lacayos, probablemente Lupin, un hombre lobo, creerá que por que es una criatura cederán o que al menos escucharán sus palabras— volvió a hablar Harry, aunque rápidamente su cabello se volvió blanco y sus ojos oscuros —Pero si está desesperado, bueno, probablemente mandará a alguien a atacarlos o él mismo lo haría— durante algunos segundos todos sopesaron las palabras de Harry, la amenaza del viejo mago era clara, sin embargo... un ataque a su manada era demasiado arriesgado incluso para alguien como Dumbledore.

—Lord Slytherin me otorgó un vial de su sangre— continuó Harry —Él desea la mayor protección para ustedes y me enseñó un ritual de protección en lengua parsel aunque me temo, no es magia luminosa así que no lo haré a menos que ustedes lo deseen— en su mano derecha apareció un pequeño vial de vidrio repleto de sangre, oscura y espesa.

—La magia es magia, Lord Gryffindor— dijo Magorian en tono sabio y Harry sonrió, dientes puntiagudos y ojos negros.

Entonces algo inesperado, o tal vez no del todo, ocurrió, todo fue muy rápido, en un momento Harry se encontraba explicando la naturaleza del hechizo de protección y al siguiente Abigail había empujado con fuerza a su hermano hacia Severus sabiendo que el hombre lo protegería con su vida, Firenze había trotado para servir de escudo vivo para la jovencita y los demás centauros habían tomado una postura defensiva ante el intruso en sus tierras. Pero la hermana de Harry era una cosa protectora y viciosa cuando el momento lo requería, e ignorando los esfuerzos del joven guerrero Firenze por mantenerla a salvo, ella había corrido con la agilidad de un depredador directo hacia el gran animal que intentaba acercarse a ellos, más específicamente a su hermano; con dientes filosos y a la vista, con gruñidos bestiales saliendo de la garganta de la criatura, de las botas que ella traía había sacado un gran cuchillo dentado y con una gracia solo vista en la misma naturaleza cazadora de los animales salvajes, decidió atacar también a la gran bestia negra que solo parecía tener ojos para su hermanito.

El gran can solo iría a por su hermano, gruñiría y saltaría en pequeños espacios en busca de acercarse al muchacho, sin embargo, Harry permanecía impasible, Severus lo ocultaba tras su cuerpo con la varita en alto pero el menor solo observaba cómo se desarrollaban los acontecimientos.

Porque Harry lo conocía, por supuesto que lo haría, desde los trece años que conocería cada pelo oscuro de aquél can, sabía que había una posibilidad de que Sirius apareciera; había sido bastante poco cauteloso al revelar qué día iría al castillo a su antigua jefa de casa, le había dicho expresamente que no le importaba si compartía aquella información, realmente esperaba que el maldito perro sarnoso apareciera; siempre tan impulsivo, siempre comparándolo con James Potter, siempre decepcionándolo.

Sirius Black pagaría muy caro todas las groserías hacia su persona, se dijo Harry, entonces miró a su bella hermana, se erguía poderosa sobre el animago como una de ésas etéreas Valkyrias guerreras que había leído en los libros de la biblioteca de su padre, Abigail era poderosa, lo era aún más cuando su máscara caía demostrado que era todo menos una presa; sus ojos azules se dilataban ante la emoción de la caza y el cuchillo en su mano era una extensión misma de su brazo cuando atacaba. En donde su padre era toda fuerza fría, clínica y calculada, Abigail era fuerza brutal bien dirigida apenas, ella se divertía jugando con su presa y la pequeña sonrisa en su labios cuando rozó uno de los cuartos traseros del animal con su cuchillo era solo una de las muchas pruebas de ello.

Sirius gimoteó en su forma animago y se alejó de la chica, entonces el bosque pareció quedarse en un silencio sepulcral y los centauros miraban aún con sorpresa a Abigail, aunque Harry ya se lo esperaba; veían a su hermana como bella y frágil, delicada como una muñeca de porcelana, ella era mucho más dura que éso y la sangre que manchaba su mejilla y la mano que sostenía el cuchillo era un recordatorio.

—Petrificus Totalus— murmuró Harry y todo terminó, Abigail se giró hacia él con el ceño fruncido y el inicio de un puchero en sus  labios.


—J'avais voulu jouer plus avec lui, petit frère (Había querido jugar más con él, hermanito)— murmuró la chica, acercándose al menor. Harry sonrió con ternura, llevó su mano derecha la mejilla ensangrentada y manchó sus dedos del líquido carmesí.


—Vous pouvez jouer avec lui à la maison, mon cher. Ne le tuez pas, il doit être notre sacrifice Samhain (Podrás jugar con él en casa, querida. Solo no lo mates, él debe ser nuestro sacrificio de Samhain)— sus dedos rojos con la sangre de su padrino llegaron a los labios de Abigail y ella apenas sacó la lengua probando lo que ofrecía su hermano. Ella cerró los ojos disfrutando del sabor para nada desconocido en su paladar.


—Je pensais que le Dr Du Maurier serait le sacrifice (Creí que la Doctora Du Maurier sería el sacrificio)— preguntó, observó curiosa cómo Harry también llevaba sus dedos a sus labios percibiendo aún la tibieza de la sangre de su antiguo familiar en su boca, miró impasible al gran perro negro petrificado mientras sacaba una diminuta jaula del bolsillo interno de su túnica y con un movimiento de manos la volvía a su tamaño original así como levitaba al can dentro de la jaula dorada.

—Plus nous donnons de sang à notre chaudron, plus grandes seront les bénédictions de la mère magique (Mientras más sangre se otorgue a nuestro caldero, mayor serán las bendiciones de la madre magia)— respondió con cariño mientras acariciaba nuevamente la mejilla de su hermana, ésta vez limpiando los restos de la sangre de su rostro con una sonrisa suave, lamentablemente fueron interrumpidos por Severus, quien se acercó a la jovencita en búsqueda de alguna herida, pero no había nada más que unos rasguños y el inicio de algunos hematomas leves. El pocionista lanzó una infinidad de hechizos a la jaula en la espera de que Black quedara inconsciente el mayor tiempo posible y que no pudiera escapar, Harry por otro lado, se giró hacia Magorian.


—Mis disculpas por el espectáculo, éste hombre no volvera a intentar atacarlos, me temo que es mi padrino, Sirius Black, un seguidor más Dumbledore y su propaganda— espetó disgustado Harry hacia los centauros —Espero que realmente acepten las protecciones nuevas a las salas del territorio de su clan—
Un silencio tenso estaba en el aire, podía escucharse susurros entre algunos de los potros más jóvenes de la manada, la mayoría mirando aún con sorpresa a su hermana, Ban fruncía el ceño incapaz de no ocultar su desacuerdo, Firenze no dejaba de mirar a Abigail, quien ahora resguardaba la jaula de Sirius como una carcelera devota, Magorian permanecía en un silencio pensativo.


—¿Qué garantía hay de que el Señor de Slytherin no rompa su acuerdo? Los centauros no tomamos un partido en las guerras de los magos— recordó el líder del Clan, Harry apretó los labios.


—Mi tío no lo hará, sabe qu ustedes no pelearán a menos que su territorio esté amenazado y sabe también que están bajo mi cuidado, les otorgó su sangre para que las salas de su territorio fueran más fuertes a cambio de que no estorbaran— espetó con fuerza Harry, sus cabello rubio se hizo mucho más claro y sus ojos se volvieron negros por completo, revelando así su herencia veela, Ban estaba a punto de gritar improperios cuando Magorian levantó un brazo, callándolo. Los ojos blanquecinos se conectaron con los pozos oscuros de Harry y el chico continuó —Ésta protección es a cambio de su nula participación en la guerra, de ninguno de los lados. Sin embargo, una alianza de su pueblo hacia Dumbledore no solo sería una traición a él, sino a mí y al pacto que hicieron sus antepasados a Godric Gryffindor— un jadeo indignado salió de Ban, pero una mirada dura de Firenze; quien se veía más concentrado en la conversación ahora, fue suficiente para que volviera a apretar con fuerza sus labios y tensara la mandíbula —Ustedes tomaron éstas como sus tierras con la condición de que ayudarían al su heredero o a ésta institución en caso de peligro. Bien, pues Dumbledore es mi enemigo y representa un peligro para el colegio y para mí— terminó Harry, su respiración estaba agitada y nuevamente Severus tuvo que actuar como mediador y tranquilizó al mago más joven.

—Tiene nuestra palabra, Lord Gryffindor, nuestro pueblo se mantendrá alejado de ésta guerra siempre y cuando estemos protegidos de éste tipo de ataques— la mirada de Magorian ahora se dirigió al cuerpo inconsciente del animago en la jaula. La tensión en el cuerpo de Harry pareció evaporarse y una expresión mucho más suave adornó su rostro.

—Solo deseamos éso, Jefe Magorian, permítame comenzar el ritual con mi compañero hoy mismo, tomará dos días, por lo que mañana también tendré que volver, las salas que se alzarán serán mucho más fuertes así— el asentimiento del Jefe Magorian fue más que suficiente, con un rostro relajado Harry comenzó a seguir a las criaturas, a su lado iban Severus y su hermana y tras ellos levitaba la jaula de Sirius.

Definitivamente fue un buen día para Harry, y éso que aún no llegaba a los aposentos de su futuro esposo.








La charla posterior con Minerva fue aburrida y vaga, al menos tanto como pudo, hablaron sobre la amenaza de Albus y lo peligroso que era que se mantuviera en el castillo, Harry prometió dar un vistazo a las salas del castillo y mencionó que tal vez hablaría con la gente del agua que vivía en el lago negro para que pudieran echar un vistazo a los alumnos.


Las criaturas marinas no habían dado una respuesta segura a la carta que le había entregado a su reina, de hecho, la comunicación era bastante pobre; él no sabía sirenio y maldita sea, debía buscar un maestro rápidamente si quería poder aliarse con las criaturas así como lo había hecho con los centauros.

Pero ése sería un menester para otro día, ahora se encontraba en la sala de las habitaciones privadas de su prometido, mañana podría visitar a sus amigos con Abigail que se había quedado en la sala de requisitos, pero lo que restaba de ése día sería solo para su Severus. Notó la jaula dorada en un rincón de la habitación, en el rincón más oscuro y frío, el más alejado de la chimenea encendida, el pocionista lo llevó hasta los sillones frente al cálido fuego mágico, un servicio de té los esperaba y los ojos de Harry cambiaron de verdes a rosas ante el gesto.


El menor se sentó en el sillón de dos plazas donde podría estar más cerca del fuego y mirar directamente a la jaula de Sirius, invitó con un gesto al pocionista a que se sentara a su lado y así lo hizo, de inmediato el menor se acurrucó al costado del hombre de negro.


—Fue un día duro— murmuró Harry, frotaba su mejilla contra el hombro del mayor mientras suspiraba —Por lo menos podré quedarme contigo ésta noche, mon chèri— murmuró con satisfacción al sentir los habilidosos dedos de su pareja dejar un suave masaje en su nuca.



Disfrutaba tanto de la sensación de tener cerca a Severus, siempre había tenido aquél anhelo cerca pero nunca lo suficiente como para saber qué era, pero cuando sus labios tocaban los del pocionista con ternura; como lo hacía ahora, como si fuese un acto divino y casi con reverencia, no tenía duda alguna. Aquel anhelo no identificable que había estado llenando el alma de Harry, ése deseo era ahora uno que podía definir como Severus, una desesperación por estar cada vez más cerca del hombre.



Y se dio cuenta, que ésa necesidad ni siquiera era necesariamente romántica, o siquiera sexual. Estaba en un nivel más profundo; lo que sea que fuera sobre Severus lo que lo llamó, sintió que estaba entrelazado hasta el núcleo del otro, destinados a convertirse en una parte integral de la vida del su compañero. Severus lo había cambiado, en su tiempo juntos, y él había cambiado al pocionista a su vez.


Y lo que sucedía con ellos ahora fue solo otra etapa de ése intercambio mutuo, una manifestación física de la influencia que tenían entre sí.


Apenas y contenía la emoción en el beso, el sabor a cobre inundando su boca cuando el mago mayor lo mordió al punto de romper la piel bajo sus dientes, y Harry lo sintió como el más potente de los afrodisíacos, para su desgracia, el maestro se separó de sus labios, sus ojos oscuros mirándolos con amor infinito.


—Parece que tenemos compañía— susurra dando apenas un vistazo a la prisión dorada de Sirius, el menor se giró apenas, notando los ojos grises mirándolo en el pánico —Sin embargo, me gustaría poder continuar ¿Tiene alguna objeción en deshacerse se sus prendas?— pregunta sin vacilar, y Harry sonríe depredador al gustarle enormemente la idea de su pareja, por lo que se da vuelta en el gran sillón, acomodándose mejor y ambos gimieron un poco al sentir la excitación aprisionada en sus pantalones.


Al instante, Severus se arrodilla entre sus piernas, de alguna manera logrando desaparecer sus tunicas y sus camisas con magia sin varita y de manera no verbal, y Harry lo mira con devoción, recortado contra la luz de la chimenea que se consume frente a ellos, Severus se ve delicioso, poderoso e increíblemente hermoso. La sorprendente imagen ciertamente le recuerda a un cita que su padre había recitado para definir a Will en la privacidad de sus muchas conversaciones durante el verano: ''La belleza es terror. Lo que llamamos hermoso, nos hace estremecernos ante él''



Y tiene que admitir que ahora está temblando frente a la belleza de Severus, en ése momento, Harry realmente no puede creer lo afortunado que es, no solo por haber encontrado a alguien que puede entenderlo, sino por ser deseado por aquella magnífica criatura.


Severus abrazando su verdadera naturaleza; con sus profundos ojos negros, con su cruel sonrisa torcida manchada de su sangre... es realmente más hermoso de lo que jamas podría haber soñado.
E ignorando los gemidos y jadeos de la forma animaga de su padrino, desesperado por no ser testigo de lo que estaba por ocurrir, Harry se pone en posición entre las piernas del pocionista; deslizándose suavemente hacia él, las pálidas manos del mayor bajaban desde sus costillas, acariciando apenas con las yemas de los dedos, pasando por la cintura hasta que sus dedos vuelven a sentir el inicio de la tela.



Los gruñidos de la bestia enjaulada era apenas un eco de fondo que decidieron ignorar cuando ambos cuerpos totalmente desnudos hicieron contacto. Harry se estremeció ante el cambio de temperatura, la piel caliente en contacto con la humedad de las mazmorras lo hizo temblar, aunque los labios de Severus tentando su cuello podría otra de las razones de ello, nunca habían llegado más allá de los toques en sus anteriores encuentros y tampoco cruzarían ésa línea en ése momento, Harry quería unirse a Severus el día de su enlace y lo había hablado con el hombre mayor durante una de sus muchas conversaciones a la luz de la chimenea en la biblioteca de su casa, sin embargo, aquello no lo eximía de otros placereces.




Como el de la lengua de Severus recorriendo su cuello y pecho mientras sus habilidosos dedos acariciaban sus bolas de manera áspera, justo como a él le gustaba,  porque qué era el placer sin un poco de dolor, ambos hombres eran oscuros de magia tan negra y espesa como el alquitrán, ellos veían a través de la violencia y disfrutaban de ella.




Come de mí y sacia mi hambre— susurró Harry y como si un imperio hubiese sido lanzado al hombre oscuro, llevó sus labios al miembro erecto del adolescente, se sentía pesado en su boca con un sabor fuerte y amargo pero aún así no podía dejar de saborearlo; succionaba con fuerza deleitándose con los sonidos que arrancaba de la garganta del menor y la mano de Harry rápidamente fue prenderse de los cabellos oscuros de su compañero mientras se arqueaba en un grito silencioso solo para iniciarlo todo otra vez, cayendo en un espiral de placer y levantando las caderas para encontrarse con la boca de Severus.



Y nuevamente no puede evitar sorprenderse al darse cuenta de todo lo que le ha entregado a su compañero. Mostrando las partes más profundas de él, los salvajes dientes desnudos, la oscuridad bailando bajo la aparente calma de sus ojos, la magia tormentosa que lo envolvía cada vez que estaban cerca.


Como un demonio aferrándose a su alma, incapaz de dejarlo ir, por que Harry jamás se alejaría de Severus, estaban unidos más allá de mortalidad, incluso después de la muerte seguiría allí, a su lado.

¿Y no eran los demonios como perros obedientes? Siempre dispuestos cuando son llamados y trotando alrededor de sus tobillos esperando ser amados.



El demonio en su hombro siempre se aseguró de que supiera que no estaba solo. Y éso era lo que deseaba para Severus, una eternidad entera sin soledad; permanecer a su lado... pertenecer, por siempre.





El aliento de Severus le calento la cara mientras flexionaba los dedos en las caderas de Harry fuertes como garras bestiables se sujetaba de él como si la gravedad ya no funcionase y solo tuviera al menor como su sostén. Desde el interior de los límites de sus habitaciones personales Severus descubrió que era mucho menos reservado, aunque éso apenas y era una sorpresa para sí mismo dada la naturaleza cruda y expuesta de su relación con el menor.



No había máscaras allí, y aunque Severus nunca quiso, se encontró paseando paseando por los oscuros rincones de su mente y alma acompañado por Harry. Y dónde la mayoría lo hubiera empujado en aquel sinuoso camino desprovisto de luz y lo abandonase, Harry no lo hizo, él lo guió, con una luz mínima guiaba el camino y para cuando las luces se apagaban ya estaba acostumbrado. Y Severus no era otra cosa sino un hombre de rutina.


Severus fue hecho a la semejanza de su compañero.

Harry por otro lado, también se encontraba  más abierto con el mayor que con cualquier otra persona que no fuera su familia. Pero el conocimiento mismo de que el hombre sabía quién era y aún así lo quería, en todos los sentidos, le lleno el cuerpo de un dolor inextinguible.


El aliento de Severus se enganchó cuando el adolescente giró sus caderas contra las suyas de manera lenta y sensual, en un movimiento impresionantemente rápido Harry se acerco al cuello del pocionista donde el pocionista sintió los dientes enterrarse en la piel reclamada. Siseó y extendió una mano para cerrar alrededor de los rubios cabellos de su compañero, tirando con fuerza pero contradictoriamente presionando también al niño hacia su cuello. Los sonidos iban en aumento a medida que la electricidad en el ambiente era casi palpable, los movimientos se aceleraron cuando Harry se apartó del cuello de su amado, su boca manchada de la tibieza vital del hombre y no pasó mucho antes de que sus labios se estrellara contra los de Severus en un beso salvaje, demasiado ansioso, demasiados dientes, casi animal pues, la sangre era un afrodisíaco que no podían resistir.

El mayor bebía los gemidos ahogados de  Harry de su fuente y cuando envolvió una de sus grandes manos alrededor de su miembro y el de su compañero, comenzando a masturbar con fuerza ninguno pudo aguantar demasiado.

El dolor del reclamo, el sabor a hierro en sus bocas, sus respiraciones agitadas y el sentimiento de pertenercer fue demasiado, con un gruñido bajo del pocionista y un gemido ronco de Harry ambos eyacularon, el mayor continuaba dando pequeños masajes alargando así el orgasmo para ellos.


Harry comenzó a temblar solo unos segundos después, la hipersensibilidad lo atacaba y sin embargo, no pediría que se detuviera, es más, se aferró con fuerza al cuello de su pareja intentando controlar su respiración agitada, el maestro descansaba su frente en el hombro del menor también llamando a la tranquilidad, permanecieron así por algunos minutos, con Harry disfrutando de las caricias que su compañero le proporcionaba y Severus... bueno, él era feliz mimando a su futuro esposo.



Pronto, suaves labios llegaron a pellizcar la garganta de Harry con cariño, y el joven hombre sintió que sus ojos se movían de manera automática hacía el rostro de su amado, sus manos ahuecaron ambas mejillas del hombre perdiéndose en su mirada oscura, mientras un delicioso placer punzante se liberaba dentro suyo al saberse que Severus lo quería a él. Ése ángel puro y hermoso se ofreció como un montón de arcilla a las manos de la malevolencia.


Pero Harry no era ciego, se dijo mientras acercaba su frente a la de su amor. La arcilla de Severus escondía fragmentos afilados de vidrio debajo de la superficie fría y pálida.




Pero no había mayor honor que sangrar por amor.




—Oh, mi querido— susurro Harry desbordando cariño en su voz —Colócame como un sello en tu corazón— su mano tibia presionó contra el pecho de Severus —Como un sello en tu brazo— su otra mano presionó su antebrazo y lo acercó a su rostro, rápidamente el mayor llevó esa mano a la mejilla de Harry —Porque el amor es tan fuerte como la muerte, sus celos son inflexibles como la tumba. Arde como el flamante fuego, como una poderosa flama— terminó, sus ojos fijos en los oscuros pozos de su amado.


Severus sintió el suave roce de los labios del adolescente sobre los suyos y lo abrazó con amor, su corazón se oprimió con fuerza, pero aún así también susurró: —Las muchas aguas no podrán apagar el amor— con ternura dejo una caricia en la mejilla del joven con la punta de su nariz —Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre toda la hacienda de su casa por éste amor, de cierto lo menospreciarán— la respiración de Harry pareció detenerse por al menos un segundo antes de abrazarse con fuerza nuevamente al mayor.

—No creí que lo supieras— susurró algo cohibido el chico, Severus escondió su sonrisa al oírlo así.


—¿El cantar de los cantares? Crecí en el mundo muggle, Harry. Pese a mi madre bruja, mi padre era un muggle hipócrita que profesaba su fe a diestra y siniestra pero en puertas cerradas era un cerdo abusivo— el rostro de Harry se deformó en una expresión triste.

—No quería hacerte recordar éso, lo siento— murmuró apenas, pero los brazos de Severus lo apretaron con más fuerza.



—El pasado es algo que no podemos cambiar, Harry. Me llevó mucho tiempo darme cuenta de ello— habló el mayor, el joven asintió apenas, abrazando también al hombre de la cintura —Hacia donde debemos apuntar ahora es hacia el futuro, nuestro futuro— le sonrió con suavidad y los ojos verdes de Harry brillaron con intensidad.



El hermoso momento fue interrumpido por los gruñidos y jadeos enojados del animago en la jaula, el muchacho giró el rostro y su mirada conecto con los brillantes ojos grises de Sirius, quien comenzó a levantar la pata y rascó los barrotes dorados en una solicitud por dejarlo salir.

—Mañana es Samhain— la voz de Severus se escucha sin embargo no aparta la mirada del animago.


—Lo es— responde.


—¿Piensas celebrar con tu familia?— pregunto el hombre, sin ofenderse por la actitud de su compañero.


—Tenía pensado quedarme en la escuela, iba a terminar mis negocios con los centauros y volvería al colegio—

—¿Pero?— preguntó curioso el pocionista y Harry se giró a verlo.


—Chiyoh llegó antes a casa y quiero conocerla, además...— se giró nuevamente hacia Sirius —Hemos conseguido otro sacrificio para el sabbat— sus ojos se volvieron negros y sonrió de manera depredadora hacia el can quien solo se hecho en el fondo de la jaula con las orejas aplanadas contra su cabeza, Severus imitó su sonrisa también mirando al invitado enjaulado.




























Chiyoh observaba curiosa la dinámica dentro de la cocina, si bien había tenido varios días para acostumbrarse a todo lo que significaba la magia, aún le parecía tan imposible que no podía evitar tensarse cada vez que veía algo mágico aparecer, como cuando otros magos llamaban por la chimenea; aún recuerda como gritó la primera vez que un hombre de Macusa llamó a Hannibal por ahí, fue vergonzoso.


Entonces, ella seguía leyendo los libros que el psiquiatra le había dado, y a pesar de que ya tenía el conocimiento, su cerebro parecía olvidar que todo lo que leyó era real, el sonido de las risas la sacaron de sus pensamientos, se fijo mejor y vio a Will con el rostro manchado del relleno para el pie de calabaza que estaba preparando con Dobby; la pequeña y servil criatura a la que fue presentada el día después de su llegada, las risillas que podían oírse venían de Lexie, el familiar del esposo de Hannibal que se veía bastante emocionada junto con el elfo pues, la noche anterior habían sacrificado al ganado más débil del rebaño sabiendo que no soportaría el invierno... lo que sea que significara éso, lo que probablemente fue un asesinato.



—Eres una pequeña vibrona, Lexie— regañó Will, aunque por su sonrisa se veía que no lo decía en serio —Si sigues así no encontrarás ningún marido humano para ti en ésta noche— le sacó la lengua a la pequeña que bufó y se cruzó de brazos.


—Entonces me casaré con Chiyoh— pronunció, sus pequeñas alas se agitaron y con rapidez llegó a la mujer asiática hasta sentarse en su hombro.


Will alzó las cejas hasta el inició de sus cabellos y miró a su familiar, luego a su nueva sobrina para luego mirar a la pequeña descarada de su familiar.


—No creo que me gustes como esposa, Lexie— dijo suavemente Chiyoh con un rostro serio, no mirando a nadie en concreto, solo un punto en la mesa, en medio de todos los ingredientes para el festín de la noche. Y durante al menos tres segundos solo hubo silencio, incluso Dobby pareció sorprendido antes de que Will soltara una gran carcajada.


—Oh, dioses. Acaban de rechazarte, Lexie— el castaño de ojos azules reía sin parar mientras se sostenía de la mesada en la cocina, a su lado, parado en un banquillo, Dobby ocultaba sus pequeñas risitas tras sus manos y la pequeña Hada se alejaba del hombro de la asiática hasta quedar frente a su rostro.

—Wow, de verdad que eres directa. Acabas de romper mi corazón— dijo la diminuta criatura sin sentirlo realmente, una pequeña sonrisa tirando de sus labios antes de volver hacia los ingredientes y tomar una nuez de gran tamaño y comenzar a comerlo.


—Ella aún no lo sabe, pero va a ser esposa— dijo mirando hacia Will, sin siquiera tener la decencia de bajar un poco la voz.



—Agradeciría no tener que lidiar con pretendientes hacia mi protegida— Hannibal ingresó a la cocina sorprendiendo a todos, la risa de Will mermó un poco pero continuó con un rostro flojo y expresión divertida, se inclinó hacia el psiquiatra recibiendo un beso de su marido, el hombre dio un asentimiento hacia ambas criaturas mágicas antes de inclinarse también hacia Chiyoh y dejar un beso sobre su cabello sorprendiéndola.


—No prometo nada— respondió Lexie antes de tomar un gran bocado de su nuez. Hannibal solo la miró reteniendo una sonrisa condescendiente.


—¿Como van con la comida?— preguntó mientras mientras se sacaba el saco y el chaleco para proceder a remangar su camisa color salmón y ponerse un bonito delantal blanco.


—Con Dobby estamos haciendo las ofrendas, terminamos un par de tartas, dejaremos las bebidas y las frutas para el final, pero de igual forma pondremos un extasis encima para que se conserven— William tomó una de las manzanas y comenzó a cortarla en pequeños trozos antes de ofrecerle uno a su esposo que lo aceptó. Disfrutó de la frescura y dulzura de la fruta antes de tomar el cuenco y ofrecerle también a Chiyoh y a Dobby para luego cortar trozos más pequeños para Lexie.


—Perfecto, yo acabo de renovar las protecciones de la casa, también agregué algunas para que los no mágicos no puedan ver nada sospechoso, una vez terminemos el festín y prendamos la hoguera, podremos al bosque de Wolf Trap por medio de un traslador— informó el hombre mayor, la única mujer del grupo levantó la mirada con curiosidad.


—¿Bosque?— preguntó, y tanto Will como Hannibal asintieron.


—Los magos no son los únicos quiénes celebrarán Samhain, Chiyohn. Otras criaturas lo harán también, sobre todo la raza de Lexie, ella es originaria de ése bosque—


—Ummh, entiendo. ¿Entonces, celebran noche de brujas?—

—Es mucho más que Halloween, Chiyoh— comenzó a explicar William —La noche de brujas viene del Samhain, los cristianos al darse cuenta de lo popular que era la convirtieron en la noche de todos los santos en su religión, pero es mucho más que éso—



—Samhain representa la muerte del Dios, para renacer después en Yule. Es la celebración más importante del año, ya que marca el fin del ciclo de la rueda del año— continuó Hannibal —Es el momento en el que la línea que divide los mundos se hace más delgada, el momento perfecto para recordar a los ancestros y rendir tributo a los nuestros antepasados que han fallecido. Representa el ritual de la última cosecha— terminó.



Chiyoh se vio por un momento pensativa antes de volver a asentir, poco a poco iba comprendiendo éste mundo lleno cosas asombrosas, y cada día que pasaba al lado de Hannibal entendía que había tomado la decisión correcta al venir a él y ser parte de aquella familia que estaba formando, al menos una parte de ella lo creía. Miró nuevamente los ojos rojizos del hombre y los vio brillantes y llenos de felicidad.


—¿Qué más se hace en Samhain? ¿Puedo ayudar en algo?—
Will y Hannibal compartieron una mirada antes de sonreír y acercarse a la mujer, una larga plática acerca de los diferentes alimentos que se utilizaba en Samhain así como los ritos practicados comenzó, algunos comentarios venían de Lexie y Dobby, sin embargo, el resto de la tarde la pasaron en tranquilidad, Hannibal iba y venía del jardín preparando la hoguera de Samhain así como organizando la mesa para cenar fuera. Dentro de la casa William junto con Dobby y Chiyoh preparaban el gran banquete para la noche, o al menos éso fue hasta que el elfo desapareció de repente, solo para volver unos minutos después con una gran sonrisa en rostro mientras agitaba una carta en la mano.

—El amo Harry y el amo maestro de Pociones Severus enviaron una carta para el Conde y su esposo,  la amita Abigail también estaba con ellos— expresó con alegría el elfo mientras saltaba sobre sus pies y extendía las manos con la carta hacia el agente del FBI.


Will leyó con entusiasmo la misiva, cuánto más leía más se ampliaba su sonrisa, hasta que no aguantó más y lanzó una fría carcajada, la mujer lo observaba con ojos fijos llenos de curiosidad; los ojos de Will parecieron brillar incluso más mientras una suavidad solo vista con Abigail lo envolvía.


—Llama a Hannibal y dile que lo espero aquí, también que Harry envió una carta— el elfo volvió a asentir con felicidad y desapareció en un suave ¡Pop!
Lexie levitaba con ciriosidad alrededor del rostro del castaño mientras le tiraba de los cabellos para no ser ignorada.

—¿Buenas noticias?— preguntó la criatura diminuta y William solo asintió sin relevar mucho.


Poco después llegó Hannibal, su ropa se veía impecable a pesar de la suave capa de sudor que se adhería a su piel, probablemente por realizar demasiada magia en la preparación del jardín, una vez que el émpata advirtió su presencia, saltó en su dirección para colgarse de su cuello, con los meses transcurriendo rápidamente y la anterior versión del hombre siempre hambriento de cariño; no era extraño ver a Will iniciar el contacto físico siempre que podía, y Hannibal estaba siendo tan presumido acerca de ello con todos si su mirada decía algo.



—Severus y Harry vendrán por la tarde con Abigail para celebrar con nosotros— soltó la noticia, aún seguía colgado de los hombros de su esposo y sonrisa cariñosa era tan extraña para Chiyoh, quien hasta ahora; a pesar de todos los esfuerzos de Hannibal, de Will, Abigail e incluso los de Dobby, se sentía más como una invitada que como familia, sí creía que fue buena idea volver a Hannibal, pero no se sentía como pertenecer. Simplemente se sentía incorrecto acercarse de esa manera cuando la dinámica familiar ya estaba formada.


Y era realmente abrumador la intensidad del dolor cuando caía en cuenta que no pertenecía, realmente no lo hacía, solo estaba allí, como fiel guardiana de Hannibal, una simple espectadora y el ver como día a día ésta familia se desvivía por incluirla solo aumentaba ése dolor.

Pero Will no era otra cosa sino que observador y posiblemente un legeremante natural debido a su empatía, estaba al tanto de cada uno de los pensamientos pesimistas de la asiática por lo que, ésa noche se decidiría en por fin obligar a Chiyoh a abrir los ojos, lanzó una mirada suave a su esposo, él también tenía conocimiento sobre las dudas de la mujer y estaba dispuesto a ayudar. El psiquiatra era celoso de la familia que estaba formando y no dejaría que nadie les hiciera daño, ni siquiera ellos mismos.






Y Chiyoh era familia, de éso no había duda.























Una fina capa de sudor cubría tanto a Harry como a Severus, las protecciones que habían puesto al alrededor de los terrenos del clan de los centauros requerían mucha magia debido a las runas así como sangre, por lo que estaban exhaustos. Se encontraban descansando en un claro alejado, allí fueron llevados los cuarzos protectores y allí realizaron el ritual.


—Discupen— Firenze se acercó a ellos, miró de reojo a Abigail que se encontraba mirando una manada de unicornios que jugaba a algunos metros de ellos —Aquí tienen un poco de hidromiel para refrescarse— acercó tres rudimentarios vasos de madera con el líquido amarillento dentro.

Severus y Harry lo tomaron con rapidez, agradecidos por la cortesía de la criatura, Abigail por otro se acercó con más calma sus ojos azules lo observaban todo a su alrededor, y desde el día anterior las criaturas se veían reacias a acercarse, lo cual no la sorprendió; había estado más que contenta de atacar al imbécil de Sirius Black por lo que probablemente mucha de la oscuridad que alberga fue vista por la criaturas, sin embargo... éste centauro insistía en acercarse.



—Gracias— susurró la chica, sus ojos azules recorrieron con cuidado el rostro de Firenze. Sus facciones delicadas pero aún así masculinas, mechones de cabello rubio enmarcaban su rostro y el resto estaba atado en una trenza floja adornada de  algunas flores que probablemente lo habían puesto los pequeños potros de la manada, pues notó que Firenze durante el día jugaba con ellos.


—Yo...— el centauro se vio algo nervioso, su cola se movía de un lado a otro con fuerza —Me preguntaba si me daría permiso de pasear con su hermana, Lord Gryffindor, bueno, si ella lo desea— agregó después de ver la ceja levantada del muchacho de ojos verdes.



Harry observó detenidamente a Firenze, nunca había estado en presencia de ningún centauro con excepción de su primer año cuando atacaron a Quirell, y no conocía las costumbres de ellos ¿Podían siquiera unirse a alguien enteramente humano? ¿Un humano sin magia? ¿Por qué su hermana? Después de todo lo que vio ¿Por qué aún parecía interesado? ¿Incluso más?


—Si ella lo desea, puedes, Firenze— dijo con voz seria, él no obligaría a su hermana a nada que no quisiera y sí, puede que una relación entre ellos fuera beneficiosa para su causa y la de su padrino, pero jamás permitiría que fuera infeliz, mucho menos deseaba ser el responsable de ésa infelicidad.



La mirada celeste de Firenze, más que ilusionada entonces se giró en la dirección de Abigail, que había escuchado todo pero se mantuvo al margen, miró apenas a su hermano antes de girarse al centauro ¿Qué era lo que deseaba?


—Yo no tengo problemas, siempre me gustó la naturaleza, un paseo no estaría tan mal— murmuró, a pesar de sí misma, un suave rosa se instaló en sus pálidas mejillas por lo que rápidamente desvió la mirada.


—Perfecto, mi amigo Ronan irá con nosotros como paje, como dictan las tradiciones— inclinó levemente su cabeza hacia Abigail para luego girarse hacia Harry quien solo asintió.


—Regresaremos a casa para celebrar Samhain, Firenze. Tienen el resto de la tarde para pasear, sin embargo, cuando el sol empiece a ocultarse debería estar de regreso— el centauro asintió antes de despedirse para ir a buscar a Ronan y dar comienzo al paseo con la joven.


Abigail miraba con sospecha a su hermano, pero Harry simplemente negó con la cabeza, no había segundas intenciones. Si ella estaba interesada, y lo deseaba, podría iniciar un cortejo, claro, si sus padres lo aprobaban.

Parte de la tensión de Abigail se esfumó, sin embargo, la familia Lecter no era sino desconfiada por principios, así simplemente observará, las acciones eran lo que definía a una persona, ella esperaría hasta ver si Firenze era confiable antes de hacer cualquier cosa, antes de ilusionarse.

Cuando pudo salir de sus pensamientos ya se encotraban caminando alrededor del bosque, al menos tres metros tras ellos se encontraban Ronan, intentando no mirar demasiado hacia la pareja e incomodarlos.


No se habían alejado mucho de las cabañas del clan; no sería bien visto si se alejaran mucho más y estando a solas, Firenze le enseñó un montón de plantas medicinales que utilizaban para curar a los potrillos enfermos, Abigail sabía por Severus que los centauros eran conocidos por brebajes poderosos, después de todo la magia de las criaturas era mucho más pura y en contacto con la naturaleza, que Firenze le enseñara éso, que le permitiera tomar algunas hierbas para hacer incienso y  encenderlo en la noche en su celebración decía mucho de él.  Le llevó también a conocer a las criaturas que vivían en los alrededores, la manada de unicornios era la más cercana, en el extremo opuesto a ellos vivían los thestrals y Firenze no supo el porqué se sorprendió de que la muchacha incluso pudiera verlos.



Fue cuando le estaba enseñando un nido de Bowtruckles que la muchacha dejó a un lado su curiosidad por los pequeños animales para enfrentarse al rubio: —¿Porqué me has invitado a pasear?—



Aquello detuvo por completo los movimientos de Firenze, sus bonitos ojos azules se vieron por un momento confundido antes de desviar la mirada.


—No lo sé— respondió, la confusión no lo dejaba desde ayer —Desde la primera que te vi, pensé que eras hermosa, delicada y bella, como el capullo de una flor que debía ser protegido—Abigail frunció el ceño y la criatura también, definitivamente ése pensamiento había cambiado —Nunca me sentí tan codicioso en toda mi vida como en el momento en que cruzamos miradas y quise que seas mía— confesó —Mía para proteger, cuidar y proveer—


Un silencio apreciativo llenó el ambiente, los ojos azules de Abigail recorrían el rostro de Firenze en busca de cualquier indicio de engaño y él, su mirada parecía perdida en algún punto lejano del bosque.


—Desde luego, cuando te vi atacar a aquel animago... supe que no necesitabas protección alguna y que eras más que capaz de protegerte a ti misma, y sí, eras bella y vibrante como una flor, pero podías ser mortal también, como el acónito. De fragancia suave y elegante sin embargo, usada para los venenos más tóxicos conocidos— un suave sonrojo llegó a las mejillas de Firenze.


—A pesar de conocer tu letalidad, aún así durante toda la noche pensé en ti, mi mirada busca la tuya y sin darme cuenta gravito a tu alrededor— se acercó un poco hacia la muchacha y sin querer evitarlo, su mano acarició su mejilla —Mi pueblo no cree en las almas destinadas, Princesa Gryffindor— murmura —Pero no puedo evitar pensar que fuiste especialmente creada para mí como yo para ti, me gustaría poder acompañarte en tu camino, sino protegerte entonces luchar  lado a lado, juntos—


Firenze había abrierto su corazón con aquella declaración, el carraspeo de Ronan lo había echo alejarse con algo de vergüenza de la jovencita; y Abigail, ella tenía una revolución de sentimientos dentro, tampoco creía en las almas destinadas, a pesar del hecho de que su hermano y Severus eran el uno para el otro jamás creyó que ahí afuera hubiera alguien para sí, y aún no lo hacía, Firenze a pesar de sus intenciones no la conocía ni siquiera un poco, no tuvo ni siquiera un vistazo del monstruo oculto bajo su piel. No quería ilusionarse, pero los bonitos ojos de la criatura eran tan puros ¿Cómo podría siquiera negarse?

—No me conoces, Firenze— comenzó Abigail, pero rápidamente el joven centauro la interrumpió.

—Para éso es el cortejo— dijo con férrea voluntad, y la joven solo suspiró.

—Déjame terminar, Firenze— advirtió con ojos fríos y la criatura asintió tensa —No me conoces, no has visto siquiera una porción de lo que soy capaz, por que puedo hacer más, mucho más— murmuró —Soy el depredador, no la presa— repitió la frase que siempre le decía su hermano, con algo de duda se acerca nuevamente al rubio, sus pequeñas y delicadas manos destinadas a matar tomaron las más toscas del centauro, eran las manos de un guerrero también; aunque la imagen de Firenze era mucho más delicada que la de sus otros congéneres machos, había oscuridad en él, lo vislumbró apenas cuando confesó que quería que fuera suya y estaba segura que con esfuerzo y dedicación por parte de ambos, tal vez podrían... no, no podía, iba alejar su mano de la del semi hombre cuando Firenze se negó apretando un poco los dedos delicados evitando que el contacto terminara, la castaña se vio resignada pero dejó que la criatura la sostuviera.

—Marte brilla con fuerza sobre mi hermano, Firenze— murmuró Abigail —Entrará en guerra pronto y yo iré con él, los enemigos de mi hermano y de mi tío son mis enemigos también— levantó el rostro hasta que sus miradas se conectarán —El sendero que quieres recorrer es peligroso y lleno de sangre y muerte, no te podría obligar a caminar a mi lado cuando solo éso tengo para ofrecer—


—No decidas por mi, princesa guerrera— la mano de Firenze se enredó en sus cabellos y la obligó a mirarlo de nuevo —Puedo ver muerte y oscuridad en ti, tanto como lo veo en tu hermano, solo pido una oportunidad— casi rogó y Abigail mordió sus labios nerviosamente.


—Puedes pedir permiso a mi padre, me gustaría que nos conocieramos un poco antes de iniciar cualquier cortejo— pidió amablemente la chica, la sonrisa que le regaló el centauro le calentó el corazón.



Abigail no se había querido ilusionar, pero al separse de Firenze; tras otro carraspeo incómodo por parte de Ronan, sintió que no podía simplemente ignorar el magnetismo casi animal que los rodeaba a ambos. El resto del viaje fue más que estupendo, la muchacha disfrutó de las maravillas del bosque prohibido y justo antes de que el sol comenzara a ocultarse, el centauro la llevó de vuelta a la aldea para entregarla a su hermano, la despedida fue un poco amarga, pero fue la propia Abigail quien prometió que escribiría pronto y que si su líder daba permiso, podrían verse más seguido para que ella pudiera estudiar, si el cortejo se daba también tendría que aprender las costumbres de los centauros.



La vuelta al castillo fue silenciosa, ninguno de los varones preguntó a Abigail acerca de su decisión en cuánto al acercamiento de Firenze hacia ella y lo apreció, no deseaba ser hostigada en ésos momentos y prefería hablarlo primero con sus padres antes de hacer nada, Severus por otro lado se despidió de ellos frente a la estatua que daba a la oficina de la directora y prometió disculparse del banquete de Halloween en Hogwarts y alcanzarlos en la residencia Lecter tan pronto como pueda.



Él y Harry solo habían cruzado miradas, pero los ojos del otro decían tanto que era casi vergonzoso verlos, el de ojos verdes hizo un puchero al ver que no podría despedirse del maestro con un beso en los labios por lo que durante todo el camino hacia la chimenea de McGonagall estuvo haciendo pucheros. Se despidieron también de la vieja mujer deseándole un feliz Samhain antes de desaparecer entre las llamas verdes, y solo una vez estuvo en la comodidad de su hogar, Harry dio una profunda inspiración antes de soltar una sonrisa.



—¡PAPÁ Y PAPÁ! ¡¡ABIGAIL SE CONSIGUIÓ UN MARIDO!!— gritó con fuerza desde la sala mientras empezaba a correr lejos de su hermana que, tras la sorpresa inicial, comenzó a perseguir con furia a su tonto hermano menor.



























Harry ingresó riendo a la cocina mientras dejaba caer sus guantes en la mesada, Abigail habia sido secuestrada por sus padres que probablemente le estaban dando la charla, le sonrió apenas a la mujer que se encontraba sentada del otro lado de la encimera bebiendo una taza de té.

—Hola prima Chiyoh— la saludó —Dobby, ¿Podrías traerme también una taza de té? ¿Por favor?— pidió con sus intensos ojos azules suplicando —¿Hay pastelillos? ¿Puedo tomar uno también?— volvió a preguntar y el pequeño elfo no pudo resistir.

—Sobraron unos pocos del desayuno, pero el amo Conde advirtió de no dar muchos al amito cuando éste llegue— lo regañó la criatura mientras con magia hacía aparecer un pequeño plato con delicados pasteles de manzana y canela acompañado de té de rosas, Harry agradeció justo antes de girarse se nuevo a la mujer, bebió un poco de su té antes de hablar.

—Supongo que no nos han presentado correctamente, soy Harry Lecter— con un movimiento de manos levitó sus merienda y se acercó un poco más al lugar donde se encontraba Chiyoh —Tus ojos son color chocolate, creí que eran negros— murmuró curioso, observando minuciosamente a la mujer que permanecía en silencio contemplativo, bebiendo lentamente de su té también.

—¿Porqué creías éso?— preguntó tras un momento. Harry inclinó levemente su cabeza justo como lo hacía su papá.


—Cuándo te vi en los recuerdos de padre... fueron apenas un vistazo, pero pude ver como eras físicamente, altura, color de piel, de cabello, de ojos, también pude sentir en carne propia las emociones que padre tenía por ti, creo que él ya te habló de cómo nos conocimos y de mi poder— enseñó sus manos desnudas y notó a Chiyoh tensarse.


—No deberías estar sin guantes cerca mío— murmuró la mujer y Harry de nuevo inclinó su cabeza, confundido.


—Desde que llegué a casa estoy sin guantes, en el exterior es frustrante y sí, me abruma, las personas siempre dejan impresiones de emociones y sentimientos en las cosas que tocan, pero en casa no hay necesidad, pude sentir tus emociones desde el momento en que llegue— confesó y la mujer se tensó aún más si éso era posible.


—¿Por qué?— preguntó —¿Por qué insisten en tratarme como una de ustedes? Conocí a Hannibal desde mucho antes que ustedes y él nunca actuó así, el nunca hubiese olvidado...—



—¿Olvidado a la tía Mischa?— interrumpió Harry, su voz helada y sus ojos celestes inexpresivos —Te equivocas si piensas que cualquiera de nosotros la ha olvidado, ella es y siempre será un pilar importante en nuestra familia, fue su muerte la que cambió a papá, la que lo hizo más fuerte, fue ésa muerte la que me unió a él, y después a Abigail y a mi papá Will— la tensión era palpable en la habitación y rápidamente Dobby volvió al jardín para no interrumpir, no deseaba estar del lado malo del amito.


—¿Porqué eres tú la que insiste en mantener su lealtad a alguien muerta,  cuando somos nosotros quien te ofrecemos la calidez de un hogar?— con una floritura de su varita Harry convocó un pergamino de su habitación y rápidamente tomó un cuchillo, amablemente pidió una mano de la mujer quien al no ver demasiado peligro, tentativamente se lo cedió —Todos buscan pertenecer, Chiyoh. Cada miembro de ésta familia en algún punto fue solitario, solo viviendo por existir, pero cuando nos juntamos...— un pequeña corte fue hecho en uno de sus dedos dejando caer tres gotas de su sangre en el pergamino, Harry cerró la herida con magia y murmuró un hechizo sobre el papel —Fue hermoso, eres familia Chiyoh— enseña el pergamino, uno en el que decía que Hannibal era su tío y Harry y Abigail sus primos —La magia nunca miente— murmuró, entregando el pergamino a la mujer que lo tomó entre dedos temblorosos. Harry continuó tomando su té mientras su prima aún observaba con atención el pergamino, sintiendo a través de su empatía que  poco a poco sus dudas iban mermando.


—¿Te arrepientes?— preguntó Harry, bebiendo un sorbo de su té —¿Te arrepientes de haber matado a Grentz?—

Las manos de Chiyoh se apretaron y durante un momento lo pensó demasiado, pero ella hacía mucho que sabía la respuesta a éso, incluso antes de matarlo: —No lo hago—


—¿Te arrepientes de haber venido aquí?— volvió a preguntar Harry, está vez la respuesta vino más rápido.


—Aún no— Harry le sonrió y había confianza en el particular gesto, un acuerdo tácito entre ellos ahora, un vínculo comenzando a formarse, y el silencio volvió a llenar el ambiente, aunque ésta vez más cómodo o al menos lo fue hasta que Harry pareció recordar algo, por lo que llamó a Dobby.


—Traje un regalo para ésta noche de celebración—dijo con voz solemne mientras sacaba un baúl encogido de su bolsillo interior —Dentro hay un invitado, espero que lo recibas con la hospitalidad de la casa Lecter— dijo muy seriamente, aunque no pudo evitar sentir ternura al ver los brillantes y enormes ojos de su elfo tan emocionado —Puedes llevarlo con la otra, sin embargo es imperativo que no muera, el caldero de Samhain debe llenarse ésta noche— susurró con voz conspirativa provocando risitas en Dobby quien asintió, poco después desapareció con el invitado y a la habitación llegaron un serio Hannibal seguido de un más tranquilo William y una muy sonrojada Abigail.


—Bienvenido de vuelta, hijo— saludó el psiquiatra con una pequeña sonrisa saliendo de sus labios.

























La tarde había pasado con rapidez y con ella la llegueda de la noche y la eventual fiesta de Samhain; las salas que habían puesto alrededor de la casa permitían que los no mágicos no notaran nada, como la música o luces extrañas, con mucha emoción, Abigail y Harry colocaron en la entrada principal de la casa una canasta mediana de mimbre, dentro de ella había un montón de flores de crisantemos y cardo y sobre ellas una gran copa de sidra caliente, también había otros alimentos, como rollos de canela, pie de calabaza, pan de jengibre, frutas como manzanas y peras y algunas nueces, eran ofrendas para los muertos curiosos que pasaban por allí, por otro lado, una vela fue encendida en la ventana para ayudar a guiar a los espíritus de sus antecesores y de los amados a su hogar, el caminero de la casa estaba con manzanas para aquellos espíritus perdidos o que no tenían un descendiente que los honre en ésa noche.


En samhain se abre el portal hacia el mundo de los muertos, y es el momento perfecto para practicar la adivinación y honrar a los difuntos, así como a los ancestros.

La celebración de Samhain era la fiesta de los muertos pasados, del año pasado y el final de un ciclo completo de la rueda celta de la vida. También era una época de purificación en la que se quemaban las efigies que simbolizaban los terrores del pasado y todo aquello que hubiera atribulado a una mente temerosa.

La hoguera de Samhain quemaba ritualmente las brasas del año viejo a través de la purificación.


En el jardín trasero de la casa Lecter las cosas estaban más animadas, la gran mesa dispuesta sobre el cesped estaba hasta el tope de comida, carne asada de los corderos más débiles del rebaño, había platos hechos de los granos cosechados de la temporada, había mucha fruta y compotas hechas de ellas; manzanas, peras, avellanos, y granadas eran los protagonistas de ésa noche, las sillas estaban dispuestas para todos esa noche, así como un par más, una para Mischa, otra para Bill Graham, una más para Lily Potter y otra para Eileen Snape, era de esperarse que dejasen un par de lugares para invitados invisibles en aquella noche tan especial.

Abigail había encendido el incienso que Firenze le había entregado durante su paseo para utilizarlo ésa noche; copal, sándalo y mirra se encendían de manera lenta dejando salir el humo aromático que no hizo sino aumentar la presión mágica que ya se estaba acumulando en el lugar. Chiyoh ayudaba a Dobby; estaban preparando una gran olla de amaranto frente a los leños de la hoguera, la antigua tradición dictaba que una princesa fuera ofrecida a los dioses ése día, su corazón aún latiendo se introducía en una olla con amaranto y después, quien encabezaba el rito mordía el corazón en señal de agradecimiento a un Dios. Desde luego éstas tradiciones con el tiempo comenzaron a rechazarse, los sacrificios se veían como un acto bárbaro y en su lugar elaboraban un pan de trigo en forma de corazón bañado en azúcar pintada de rojo, simulando la sangre de la doncella.


Pero la magia no funcionaba así, cuanto más sacrificabas más bendiciones obtenías a cambio, los sacrificios no siempre debían ser humanos, desde los tiempos antiguos los corderos se utilizaban para alimentar el ego de los dioses, sin embargo, ésta vez lo hacían para purificar y aumentar la fuerza de su magia, no para acariciar el ego de un Dios inexistente.




William por otro lado iba colocando en lugares estratégicos las luces de Samhain, iban dentro de calabazas o cualquier objeto simbólico y era dejado normalmente en ventanas, pero también había hecho un camino de luces que iba desde la entrada hasta el jardín trasero donde se realizaría la celebración, más que un complemento mágico, las luces de Samhain eran un homenaje a los ancestros y una forma de hacerles saber que aún permanecían en nuestra memoria.



Una vez que el sol se ocultó, la celebración comenzó. Una suave melodía de tambores acompañados de flautas comenzó a oírse y Hannibal apareció con aún más comida en diferentes fuentes que levitaban tras él, así como también un furioso Sirius que se retorcía entre sus esposas inhibidoras de magia y las cuerdas que rodeaban su cuerpo, él también levitaba y un hechizo de silencio sobre él impedía oír sus gritos. La comida continuó levitando hasta llegar a la mesa pero Harry y Hannibal se desviaron hasta la hoguera sin encender, con otro par de hechizos, Sirius fue sujetado a un pilar cercano, permaneciendo allí parado mientras los demás tomaban asiento, Chiyoh observaba todo con una fascinación horrorizada recorriéndola, nunca había visto ni sentido tanta magia desde que había llegado a aquella casa, pero ahora era casi palpable en el aire.

Un suspiro tembloroso salió de sus labios, pero rápidamente su mano fue tomada por  William, quien se sentó a su lado, dándole un suave apretón le prometió que todo estaría bien, que si se sentía muy abrumada podría retirarse a sus habitaciones por el resto de la noche.

Pero ella no quería, deseaba poder quedarse y aprender, ésta sería su nueva familia y ella mejor que nadie entendía el valor de las tradiciones y la lealtad hacia ellas, le regaló una pequeña sonrisa incómoda al émpata antes de negar con la cabeza.


—Quiero continuar, me gustaría aprender— y por las sonrisas resplandecientes de todos, supo que había sido la respuesta correcta, al poco tiempo Abigail tomó su lugar al lado de Chiyoh, Hannibal como siempre a la cabeza de la mesa con Will a su derecha y Harry a su izquierda, el asiento al lado del muchacho era para su prometido, que debería poder llegar dentro de algunos minutos.


—El verano se ha ido, familia— comenzó Hannibal con voz solemne, todos los rostros ahora girados hacia él —El invierno se acerca— continuó —Hemos plantado la semilla del cambio, hemos visto crecer el jardín, hemos recogido la cosecha— dio una profunda y cariñosa mirada a sus hijos —El ciclo llegó a su fin— y tomó una copa de sidra caliente para dejarla caer al césped, todos le siguieron, derramando su bebida a la tierra, entregando parte de la cosecha a la tierra nuevamente, cuando todo hubo acabado, la hoguera se encendió y el festín comenzó.

—Extrañaba tanto tu comida, papá— alabó Harry llevándose un pedazo de jugosa carne a la boca, el sabor especiado iba perfectamente acompañado con las verduras asadas, el psiquiatra sonrió complacido.

—Me temo que tendremos que esperar a las vacaciones de Navidad hasta nuestro próximo banquete— Harry lo miró curioso.


—Podría ser sospechoso, sobre todo por que las víctimas del Admirador ya cumplieron tres— el menor se giró con fuerza hacia su papá William.

—Hasta donde sabía el último regalo del admirador fue una bonita cabeza destinada a la Dr Bloom— dijo con seriedad, miró a Abigail y a su padre en busca de confirmación y la muchacha fue quien asintió, sin embargo Hannibal se veía levemente avergonzado mientras que Will traía una sonrisa satisfecha.

—Me temo que fui seducido por tu papá, Harry— murmuró el psiquiatra evitando su mirada, el muchacho continuó esperando, necesitaba saber qué demonios sucedia —Bueno, tal vez el cerdo de nuestra cena era de rubio pelaje— murmuró y las cejas de su hijo se alzaron hasta casi perderse en el inicio de su cabellos. Abigail escondía una sonrisa mientras bebía de un vino muy especiado para la ocasión y el émpata mayor ni siquiera disimulaba la satisfacción en su mirada y su descarada sonrisa.

—Atraerá al FBI a papá— dijo Harry con obviedad, sin embargo no había disgusto en su voz, era como si estuviera resignado, después de todo, su papá Will siempre fue el más vengativo y arriesgado de todos.


—Ya tenemos una coartada, además, existe un chivo expiatorio— la mirada verde de Harry se volvió del mismo tono rojizo de su padre antes de abrir los ojos con fuerza y girarse nuevamente a su papá.

—¿Ella?— preguntó,  aunque solo para recibir una confirmación de lo que ya sabía y Will Graham..., corrección, William Lecter solo se carcajeó mientras levantaba su copa de vino en un brindis.

—Tu esposo es diabólico— le dijo Harry al psiquiatra, quien solo asintió mirando embelesado al castaño de brillantes ojos azules.

Will de por sí ya era lo bastante espinoso y grosero, súmale a éso ofenderlo deliberadamente así como intentar robar lo que era suyo, bueno, era una mierda viciosa cuando tenía que vengarse de la grosería, y lo peor era que no le importaba esperar un poco antes de reclamar su trofeo.

—No me quejaré mientras no haya evidencia que apunte hacia papá— dijo, antes de cortar otro gran pedazo de carne y saborearlo, una exquisitez como todo lo que su padre cocinaba.

La noche continuó su curso, el altar que se encontraba en el otro extremo del jardín se veía hermoso; Dobby había hecho un trabajo espectacular, debía admitirlo, Harry y Hannibal durante el verano habían estudiado todo lo referente a los sabbats, Dobby como antiguo elfo de los Malfoy también sabía que hacer, qué colocar en el altar, cómo colocarlo, ninguno creía que elfo pudiese hacer un mejor trabajo como ése.

Estratégicamente se encontraban colocados: algunas calaveras, esqueletos de algunos animales, calabazas, calabacines, tubérculos, nueces y bayas, también un par de hojas secas; más específicamente ramas de sándalo entrelazadas con mirra, hojas de ajenjo estaban distribuidas por todo el altar así como hojas de manzano, flores de crisantemos de todos los colores adornaban las esquinas en pequeños cuencos de barros, así como incienso de copal hechaba humo, y justo en el centro una cornucopia llena de abundancia de frutas y verduras de la estación, había al menos una docena de copas llenas de sidra caliente, vino especiado o con hidromiel alrededor del altar, no cabía duda de que sería una gran celebración la de ésta noche.

—Ésas no se comen— aclaró Abigail al ver como Chiyoh obserbaba curiosa las copas y frutas del altar.

—¿No lo son?— preguntó con más curiosidad, la muchacha le sonrió y negó con la cabeza.

—Es para dar a la tierra durante la ceremonia, ofrendas para nuestros ancentros, para aquellos que ya no tienen familia que los recuerden también— murmuró en voz baja, su mirada perdida en algún lugar lejano dentro de su mente.

—No lo sabía— Chiyoh apretó los labios, no le gustaba ser ignorante de algo, mucho menos de algo que parecía ser tan importante para su nueva familia.

—Ninguno de nosotros lo sabía, ni siquiera Harry que cuando llegó era el único mágico— le sonrió con tranquilidad —No hay nada peor que no conocer algo a lo cual tenías derecho. Padre, papá y Harry lo vivieron y todos juntos, como familia aprendimos a reconectarnos con nuestras raíces, tú también aprenderás, pronto, y si hay algo que no sabes...— continuó, solo para ser interrumpida por el psiquiatra.


—Solo debes preguntar, Chiyoh— la mujer lo observó, sus ojos ya no del mismo color que la sangre seca, no, ahora eran de color negro absoluto, y notó de repente que la sombra de una gran cornamenta se elevaba sobre su cabeza —Todo el conocimiento que tenemos está en tus manos, solo debes pedirlo— y levantó su copa —Por un nuevo inicio— brindó en honor a la mujer.


—Por una nueva vida— lo siguió Harry con otra sonrisa.

—Por una nueva familia— lo siguió William, sus ojos brillando con emoción, Abigail también levantó su copa en su honor, y la mujer asintió agradecida, una pequeña sonrisa elevándose en sus labios.

—Por la familia— susurró.


Iban comenzando el segundo plato cuando las protecciones de la casa alertaron a Hannibal de que la red flú había sido activada, observó a Dobby; quien hasta el momento seguía agregando algunas ofrendas al altar, pero en cuando sintió el cambio en las protecciones se apareció, probablemente en la sala para guiar a su invitado al jardín.

No pasó mucho hasta que la figura oscura de Severus pudo verse, usaba una muy elegante túnica de color negro, con detalles plateados, su largo cabello negro iba atado en una cinta por lo que se veía aún más atractivo que de costumbre, Harry daba pequeños brincos ansiosos en su lugar mientras esperaba que el mago mayor se acercara.

—Buenas noches— saludó —Gracias por invitarme a su celebración— dio un asentimiento hacia Will y Hannibal junto con una sonrisa más suave hacia los menores.

—Bienvenido, Severus— lo saludó con cariño William.


—Déjanos presentarte a la nueva adición a nuestra familia, Severus— habló ésta vez el psiquiatra, se levantó de su asiento hasta llegar a Chiyoh, su mano descansando en el hombro de la mujer con cariño —Ésta es Chiyoh, mi sobrina—

—Un placer, señorita— Severus dio asentimiento.


—Chiyoh, él es Severus, el prometido de Harry— el hombre de negro se sonrojó, poniéndose un poco más tímido, pero a pesar de la sopresa inicial de que el hombre mayor fuera la pareja de Harry, que era apenas un adolescente, fue la sonrisa resplandeciente del chico lo que hizo que la asiática suavizara sus facciones.


—Un placer conocerte también, Severus—


Una vez las presentaciones fueron hechas, el hombre de negro se sentó al lado de Harry dejando un suave beso en la mejilla del niño, que si antes había sonreído resplandeciente, ahora era prácticamente como si mirara directamente a la luz del sol, el segundo plato de la noche fue servido, más sidra caliente se llenó en sus copas y pronto Lexie apareció, trayendo pequeñas bayas silvestres junto con al menos otras cinco o seis hadas que venían del bosque de Wolf Trap.

Chiyoh miraba con maravilla todo lo que ocurría, incluso ella que era un nomag podía percibir la magia saturada en el aire, las charlas variaban casi siempre se trataba de anécdotas sobre aquellos que ya no estaban presentes, pequeñas historias sobre Mischa, Bill, Lily e incluso Eileen por parte de Severus, su pareja estaba extasiada, escuchar pequeñas cosas del pocionista que no conocía siempre lo emocionaba y no podía evitar tomar su mano bajo la mesa, regalándole una rosada mirada llena de adoración y locura, y el hombre respondió con una igual de amorosa y violenta.


A medida que el postre aparecía y la media noche llegaba, el comienzo de los ritos se acercaba también, por lo que Severus ayudó a Hannibal con las preparaciones mientras los demás continuaban disfrutando de los postres hechos de frutas de la cosecha.

—Severus— llamó en un susurro el psiquiatra, granos de mirra eran arrojados en las orillas de la hoguera —Me gustaría pedirte que te quedaras ésta noche con Harry— el maestro de pociones se giró a mirarlo con confusión, e ignorando los movimientos bruscos de Sirius en busca escapar a tan solo dos metros de ellos, preguntó:

—¿A qué se refiere?—

—Ésta es una noche llena de emociones y aunque no podamos ver a nuestros muertos, ellos están aquí— comenzó —Harry, a pesar de no haber conocido a Mischa tiene un profundo vínculo que lo une a su memoria, súmele a éso los recuerdos de su madre, una mujer que nunca conoció y el sacrificio de ésta noche— ambos magos se giraron hacia el prófugo de azkaban notando como permanecía éste quieto al sentir el peligro que emanaban ambos —Harry es fuerte, pero aún no supera del todo su trauma, las cosas sucedieron demasiado rápido y su corazón aún no sana del todo. Aún en toda su violencia y crueldad, Harry sigue sin ser un adulto a pesar de que lo tratamos como uno, él es y siempre será mi niño— declaró emotivo la última frase —Por éso te pido... te exijo que lo cuides—


—Lo haré con mi vida— respondió con rapidez Severus y el médico le regaló una pequeña sonrisa.


—No esperaría menos de ti, Severus— susurró y una extraña mezcla de orgullo y satisfacción lo llenó; éste hombre, un poderoso mago, un inteligente médico y un despiadado asesino le entregaba con confianza la seguridad de su hijo.


Hannibal nunca fue abierto en cuanto a su opinión sobre la relación que tenía Severus con Harry, sí, siempre fue cortés y hasta casi cariñoso con ambos, sobre todo luego de volverse su padrino de bodas en el mundo muggle, y sin embargo, nunca había recibido una aceptación tan abierta como ahora, y no podía negar lo feliz que estaba.

—Creo que es hora de comenzar con el ritual— mencionó tras terminar de arrojar las piedras de mirra a las brasas del fuego.

Severus asintió y ambos se acercaron a Sirius, quien continuaba luchando contra las cuerdas que lo mantenían prisionero, él gritaba sin ser escuchado debido a los hechizos de silencio, traía una precaria bata negra totalmente abierta y unos pantalones flojos, con un cuenco de tierra roja fue Hannibal quien se acercó primero al hombre atado.


—Del polvo vienes y en polvo te convertirás— murmuró, sus dedos se empaparon de aceite aromático que Severus tenía en sus manos y con los dedos mojados en la sustancia, procedio a tocar la arena roja de su propio cuenco.

Con el pocionista arrancando del cuerpo de Sirius su bata, con su torso y brazos desnudos, Hannibal procedió a escribir runas en su piel, comenzando con la runa Fehu; símbolo de vaca con cuernos y, a pesar de que era una animal sagrado en muchas religiones milenarias, el psiquiatra no lo utilizaba por ello, es más, lo marcaba con el por sus aspectos más negativo.


—Te marco con Fehu por tu espíritu débil, por lo servil que eres ante el malvado, por tu torpeza— y la runa fue puesta sobre su corazón, el centro de la mente y las emociones. Sirius no entendía qué era lo que estaba sucediendo, sin embargo, no dejaba de retorcerse buscando escapar.


—Te marco también con Uruz, porque tu sacrificio nos obligará a reinventarnos y a vivir mejor que como lo hemos hecho hasta ahora— la runa fue puesta ésta vez sobre si frente, al escuchar la palabra sacrificio algo en la mente de Sirius pareció hacer '¡Click!' Y con mucha más fuerza deseó poder escapar, con sus ojos ahora brillando de terror ante el inminente peligro. Ésta vez, sin embargo, fue Severus quien manchó sus dedos en el aceite y luego en la tierra roja, poco a poco, el resto de la familia, incluido Dobby y las hadas de Wolf Trap, empezaron a rodear al sacrificio.



—Yo te marco con Gebo, tu sacrificio anunciará la llegada de tiempos de éxito y abundancia, así como mi enlace con mí pareja, su muerte será el nacimiento de la unión de dos caminos diferentes, mágicos y no mágicos en abundancia, en familia— la runa de gebo fue puesta sobre su garganta. William lo miró con sus brillantes ojos azules llenos de cariño, Severus siempre ofrecía bendiciones a su pequeña y monstruosa familia ¿Cómo podría existir alguien mejor para su Harry? No había, no existía.



—Te marco con Wunjo— murmuró Harry ésta vez, mientras sus dedos manchados de arena roja plasmaban la runa en el esternón del que quiso como un padre alguna vez —Porque a pesar del duro camino que estoy recorriendo, de los riesgos que estoy tomando, mi familia y yo llegaremos a la cima y cumpliremos nuestros sueños—
A pesar de sus dedos temblorosos y la traición brillando en los fríos y grises ojos de Sirius pudo hacerlo, apenas terminó se abrazó a Severus de la cintura, escondiendo su rostro en el costado del hombre, quien con un brazo lo rodeó.


—Tu sacrificio en ésta gran noche de Samhain representa el inicio y el fin, nuestro caldero nunca estará vacío porque tu sangre se derramará, nuestra magia nunca será diluida por que en ésta noche de los muertos nuestros ancestros abogarán por nosotros a la madre magia, nuestros destinos nunca se oscurecerán porque las bendiciones escritas en tu cuerpo arderán, iluminarán el camino de los vivos y de los muertos, y serás eterno nuevamente— con un movimiento de su varita, Hannibal levitó a Sirius hasta la hoguera que ardía con fuerza ésa noche, lo colocó justo sobre la olla llena del amaranto, por los rasgos de Sirius se podía ver que sufría, los gritos silenciosos eran debido al fuego demasiado cerca de su espalda que comenzaban a dejar graves quemaduras, la piel se ponía de color rojiza y grandes ampollas aparecían solo para explotar de manera dolorosa, fue por éso que, con una daga hecha de obsidiana; una piedra sagrada, William hizo un corte que iba desde el esternón hasta el ombligo, fue un corte no muy profundo, pero lo suficiente como para que la sangre cayera dentro de la olla de hierro y manchara el amaranto de carmesí.


Sirius comenzaba a temblar debido al dolor, las quemaduras en su espalda y la sangre que poco a poco iba dejando su cuerpo, estaba muy cerca de la muerte.


—Saborea la carne sagrada y la abundancia reinará en ti por el próximo ciclo— murmuró Hannibal, y su mano palpó en la herida que antes había hecho William en el torso de Sirius, notando que no solo la piel fue cortada, sino el músculo también, facilitando así el acceso al interior del mago aún vivo.


Harry lo observaba todo desde su lugar seguro medio abrazado a Severus, la sonrisa en su rostro era amplia pero contrario a ella; sus tristes ojos celestes soltaban lágrimas sin parar, el recuerdo de la traición demasiado presente aún en él, el abandono, la indiferencia...  éste mago que nunca lo había visto como su propia persona, siempre siendo la sombra de James Potter, nunca Harry, solo Harry, y aún así lo amó, lo amó como se querían a las causas perdidas, con una fe ciega y más esperanza de la que merecía.


Por eso Sirius era un perfecto sacrificio, por que aún lo quería pero no podía tenerlo, Sirius no merecía segundas oportunidades, no lo merecía, se dijo mientras observaba como su papá arrancaba el corazón del mago de su pecho y con magia levitó su cuerpo en medio de las llamas de la hoguera, consumiéndose a una velocidad alarmante pero sin ser capaz de hacer daño nuevamente.


—De polvo vienes y en polvo te convertirás— murmuró con voz entrecortada Harry, observando la carne desprendiéndose del hueso y caerse a pedazos, antes de carbonizarse en el interior de la hoguera, luego solo quedaron los huesos, hasta que ya no hubo nada que pueda ser consumido por las llamas.


—Es hora— dijo Hannibal, aún con el corazón ensangrentado en su mano derecha dio un suave mordisco tal y como lo dictaba la tradición, Will fue el primero en acercarse y de la propia mano de su esposo mordió la carne, la siguiente fue Abigail; su bello rostro de muñeca había quedado manchado con la sangre y con una sonrisa orgullosa Will había acariciado su mejilla mientras limpiaba su rostro.

Seguida a ella, fue el turno de Chiyoh, notó entonces que todos parecían un poco tensos pensando que tal vez no aceptaría aquello tan primordial que los unía como familia, pero ella había estado comiendo lo mismo que ellos desde el día en que llegó y sabía de la naturaleza oscura de que cada miembro de la familia, incluso con Harry, quien apenas había sido presentado esa tarde, incluso él tenía aquél velo oscuro sobre sus ojos escondiendo un lago lleno monstruos tras la aparente calma. Ésta era su familia, no tenía a nadie más, no deseaba nada más, y con renovada convicción, se acercó a morder de la mano de Hannibal un pedazo del sacrificio ofrecido.

Solo faltaba la última pareja, pero notando que Harry aún se encontraba algo perdido en sus pensamientos y con la mirada clavada en la hoguera, Severus fue el siguiente, obteniendo su propio pedazo del corazón de Sirius en un gran mordisco antes de acercarse a Harry y besarlo, compartiendo con él la sangre y la carne del cordero sacrificado.

Las lágrimas continuaban cayendo por el rostro Harry para cuando habían terminado su beso. Los pequeños hilillos de secreción caían sobre sus mejillas limpiando su rostro de la sangre que manchaba sus labios y barbilla. Severus lo abrazó con fuerza, escondiendo el rostro del adolescente en su pecho mientras miraba preocupado a Hannibal, el psiquiatra también se veía intranquilo, por lo que tanto él como su esposo se acercaron a su hijo.


—Harry— lo llamó, y el muchacho apenas se separó del pecho de su pareja, lo suficiente como para que sus ojos de ahora color celeste lo miraran con dolor —¿No quieres ir a recostarte? Severus puede quedarse contigo— 

—¿El colegio?— preguntó, esperanzado de poder descansar el resto de la noche con el pocionista pero también preocupado; el Director Fontaine le había permitido salir los fines de semana con la condición de no descuidar sus estudios, todo su futuro inmediato dependía de que pudiera hacer esas visitas a Hogwarts durante los fines de semana.


—Shhh, tranquilo, cariño. Tu papá llamó por flú al director, le dijo que mañana estarás allí antes del desayuno, así que no te preocupes, solo ve a descansar— habló William, una pequeña caricia dejada tanto en la mejilla de Harry como en la de Severus —Vayan a descansar— repitió, y la pareja asintió apenas.


—Buenas noches— susurró Severus por ambos, comenzando a caminar hacia la casa, en busca del consuelo de las cálidas mantas y la presencia de Severus, siempre constante en su vida, incluso en los peores momentos.



—Tal vez deberíamos dejar la visita a las tierras de Lexie para otra celebración— murmuró Will aún preocupado, recibiendo un asentimiento por parte de Hannibal y Abigail, Chiyoh por otro lado miraba hacia el camino que había tomado el chico y su pareja con preocupación más evidente.


—Tranquila, Chiyoh— la mano de Hannibal cayó en el hombro de la mujer —Estará bien, tiene a Severus con él— y había confianza en sus palabras, con un suspiro asintió y se dejó guiar por el psiquiatra hacia el altar.



—Terminemos los ritos de ésta noche para así poder descansar— habló ésta vez William, tomando un par de velas que arderían durante siete días, tal y como corresponde la tradición.


—Oh pequeña llama que arde tan brillante— la delicada voz Abigail comenzó, ella se acercó al altar de los muertos, llenos de ofrendas e incienso para guiarlos en ésta noche y con cuidado  colocó la vela que tenía en sus manos cerca de las frutas, justo en medio del altar —Sé un faro en ésta noche, ilumina el camino a todos los muertos, para que vean lo que les espera— su voz era suave y se había convertido en un susurro para cuando terminó, a su lado, Will se acercó y continuó sus palabras:


—Llévalos a summerland, y brilla hasta que el pan tome sus manos nuevamente. Y con tu luz, dales paz, para que descansen y duerman con tranquilidad— terminó el hombre, todos en su familia tenían al menos alguna persona a quien llorar, y pese a que ni Hannibal ni Chiyoh dijeron nada en voz alta, estaba seguro de que también estaban cantando aunque con sus propias variaciones.





Y entonces el psiquiatra encendió la vela con su varita y de ella las demás también se encendieron, incluso a aquellas que pertenecían a Harry y Severus también ardieron en sus nombres y en los que concideraron sus muertos; las madres de ambos.


Y así, poco a poco las delicias de la mesa donde comieron comenzaron a desaparecer, los postres fueron entregados en menor cantidad a Lexie para que los llevara a su hogar con las hadas, aunque considerando su tamaño era más que suficiente. El altar permaneció; estaría durante siete días con las velas encendidas, la hoguera permanecería ardiendo hasta que solo quedaran cenizas de lo que alguna vez fue y por la mañana debían esparcir ésas mismas cenizas, así como la olla de amaranto y lo que quedaba del corazón del sacrificio.


—Creo que es hora de ir a acostarnos— murmuró Will, el cansancio inundando sus facciones, se recostó en el costado del psiquiatra y se abrazó a él, siendo recibido en los brazos del hombre. Solo quedaba volver a meter las sillas y la mesa al comedor pero dejaron que Dobby se encargara de ello, Abigail asintió reprimiendo un bostezo y se engancho del brazo de Chiyoh.

—Sí, buenas noches, ¿Nos vemos mañana para despedir a Harry?— preguntó mientras tallaba sus ojos con sus manos.


—¿La siete sería una hora decente?— preguntó Hannibal, y tras los asentimientos de las chicas se desearon las nuevas noches otra vez antes de ingresar a la casa, dejando a ambos hombres mayores en medio del jardin trasero.


—Ha sido una buena celebración, a pesar de que Harry se sintió un poco mal— murmuró Will, aún abrazado a su pareja.


—Lo fue, pero Harry estará bien, mylimasis, solo debemos darle tiempo— y ellos también caminaron en dirección a la casa, esperando poder descansar y que su pequeño también pudiera hacerlo.




















En las habitaciones de Harry, el pocionista abrazaba al chico en la cama, ambos se habían quedado solo en ropa interior deseando poder sentir la piel del otro, fue un toque definitivamente sensual, pero no sexual, era solo que Harry necesitaba una conexión a tierra, en su mente los recuerdos de Sirius desde que lo encontró se reproducían una y otra vez y su máscara siempre bien puesta se desmoronaba.


—Confía en mí Harry— suplicó Severus —No te guardes todo, éso no te hará ningún bien— Harry solo apretó más al pecho del hombre, negándose a volver a dejar caer lágrimas por un traidor como Sirius Black.



—Nunca hubo nadie para mí antes— murmuró Harry —¡No cuando era niño, no ahora!— siguió, sin notar como su respiración comenzaba a acelerarse —¡Estoy solo! Siempre lo he sido, y no necesito cambiar éso; me las he arreglado bien hasta ahora y...— Severus había escuchado suficiente. Con fuerza lo alejó de su pecho y lo tomó de las mejillas obligando a los triste ojos celestes del menor a conectarse con los suyos.


—¡SILENCIO, MOCOSO IDIOTA!— siseó, con todo el veneno posible —Tienes una familia que daría todo por ti ¿Cómo puedes siquiera decir que estás solo? ¿Acaso también yo soy tan insignificante en tu vida?— el tono de Severus se escuchó verdaderamente herido y Harry sintió el pánico inundarlo, el también tomó de las mejillas al pocionista y las primeras lágrimas cayeron del hombre mayor.

—Eres absolutamente lo mejor que tengo, Severus— susurró el chico.

—Incluso yo, que durante tanto tiempo te entendí mal y por éso te... ataqué durante tu tiempo como mi estudiante, puedo decirte sinceramente que mataría y que moriría por ti— comenzó a hablar el pocionista, uniendo su frente con la del muchacho —No por el niño que vivió, definitivamente no por el elegido, solo por Harry. Destrozaría mundos si solo me lo pidieras, jamás dejaría que te dañen, incluso tu mismo ¿Entiendes éso, Harry? ¿Lo haces?— y aquí, Severus cerró los ojos, dejándose inundar por la oscuridad y rozando apenas sus labios con los de su pareja.


—Lo hago, mi amor— susurró temblorosamente Harry, enganchando un brazo en el cuello de su amado y atrayendo aún más a su cuerpo.


—No estamos solos— le dijo Severus, recordando sus momentos más débiles con Harry, sintiendo la conexión que tenían acrecentarse con rapidez vertiginosa.



—Nos tenemos el uno al otro ¿No es así?— preguntó, aún tembloroso pero asombrosamente fuerte a pesar de las líneas tensas de sus hombros y el temblor de sus manos, mientras sentía que la del hombre mayor bajaba de su mejilla a su pecho, justo sobre su corazón antes de hablar:


—Éso es lo que hacemos— aseguró, la verdad y la confianza desbordando de sus palabras. ¿Y qué más podría hacer? ¿Qué se podía hacer excepto apoyar a su mocoso, tratar de mantenerlo con vida y tratar de proporcionarle cualquier bocado de felicidad y consuelo disponible? Merlín sabía que su pequeño ya había sufrido bastante, se merecía todo lo bueno y algo más. Y Severus agarraría todo lo que pudiera para su amado, incluso si éso significaba escarbar en el vidrio; y que las uñas se le rompan y se doblaran, que la piel se rasgara y se raspara, él haría todo lo que pudiera, solo por Harry.


Volvieron a besarse una vez más, de manera casta y suave antes de abrazarse de nuevo, y por fin cerrar los ojos dejando que el cansancio los inunde y por fin pudieran dormir.




















La mañana siguiente todos se hallaban en la sala de estar frente a la chimenea para despedir a Harry y que éste volviera al colegio, los abrazos estaban a la orden, sobre todo por parte de William y Abigail quienes no tenían reparo  en mostrar su preocupación hacia el joven que solo intentaba sonreír en busca de hacerlos sentir más tranquilos, Chiyoh aún se sentía incómoda con las demostraciones de afecto, pero se despidió con un asentimiento y deseándole buena suerte,  Severus por otro lado, lo abrazó con fuerza y le susurró algo al oído al chico que lo hizo visiblemente más feliz antes de dejar un casto beso sobre sus labios, y por último estuvo su padre, Hannibal le dio una de ésas sonrisa pequeñas pero verdaderas mientras su mano se posaba en el hombro de su hijo.


—Estoy orgulloso de ti, nunca lo dudes, hijo— y con los ojos brillantes y tras un fuerte abrazo, Harry se despidió de todos ellos una última vez antes de desaparecer entre las llamas verdes con el susurro de Severus invadiendo cada espacio de su mente: ''Eres mi alma, nunca estarás solo''.




Durante al menos medio minuto estuvieron en silencio frente a la chimenea antes de que todos de dirigieran hacia la cocina para un desayuno temprano, Will tenía conferencias en las próximas horas, Chiyoh iría con él ya que la mujer deseaba ver una de sus clases y tal vez, si todo iba como lo planeaba, conseguir algún trabajo ya sea de asistente o algún puesto con conexiones en todos los departamentos dentro de Quántico, ella deseaba trabajar y desde luego no pensaba avergonzar a Hannibal con un puesto mediocre, no, ella estaría en un lugar donde lo podría oír todo de todos, tener dos chivos expiatorios dentro del FBI sería de gran ayuda para el psiquiatra, además que no quería estar sola,  Abigail estaba estudiando algunos cursos en línea en lo que se preparaba mentalmente para comenzar la Universidad y Hannibal atendía en su consultorio, así que sí, estaba aburrida y fue por eso que, cuando el celular de Will comenzó a sonar sin parar, no pudo evitar sonreír apenas pudiendo contener la emoción.



El agente había dejado la primera llamada sin contestar, dejando que fuera al buzón, no pasaron ni diez segundos antes de que el celular volviera a timbrar y sonriendo a su familia, Will contestó y puso la llamada en el altavoz.



''—Gracias a Dios, Will, dime que estás bien—'' la voz de Jack se oía frenética y el émpata dio una mirada divertida a su familia sentada alrededor de la mesa mientras desayunaban en silencio para no interrumpir en la llamada.

''—¿Jack? Yo... estoy bien, sí ¿Pasó algo? Te oyes alterado—'' intentó que su voz sonora nerviosa también, para no delatar la profunda diversión que lo embargaba.


''—Yo... ¿Has visitado a la Dra. Bloom en el hospital?—'' preguntó en vez de reponder los anteriores cuestionamientos del castaño.


''—...No, no creí que fuera una buena idea dado lo mal que reaccionó la última vez que nos vimos, ¿Pasó algo, Jack? ¿Le pasó algo a Alana?—'' forzó su voz a sonar preocupada, lo cual desde luego solo provocaba sonrisas crueles en Abigail y sorpresivamente en Severus, quien la consideraba una grosera.


''—Ella escapó del hospital, Will. Hirió mortalmente a dos enfermeros y escapó tras robar dinero y ropa de unos casilleros—''


''—¿Qué?—'' gritó Will, complacido por lo sucedido, frente a él, Hannibal lo miraba con el deseo brillando en sus ojos y el hombre se removió en su silla devolviendo sus afectos de igual manera ''—Tienes que estar bromeando, Jack, debemos buscarla, estaré allí en media hora—'' fingió apresurarse mientras daba un sorbo lento a su café de ésa mañana.


''—De acuerdo, solo ten cuidado en el camino y si te contacta me avisas—''


''—Hecho—'' respondió Will, y sin despedirse su jefe colgó la llamada.


William se veía exactamente como un gato salvaje y perezoso tras un buen banquete, satisfecho consigo mismo, Abigail soltaba risitas con una un poco más recatada Chiyoh quien se había convertido en su confidente al ser la otra única mujer en la casa, Severus estaba complacido y aunque su rostro no lo demostraba, sus ojos brillaban con diversión, y Hannibal, bueno, él lo miraba como si fuese su noche de bodas otra vez, con las ganas de consumirlo (de muchas maneras que no debería) escritas en la cara provocando un furioso sonrojo en su compañero.


—Tal vez debería apurar el desayuno— murmuró cohibido el hombre antes de comenzar a comer nuevamente. Y el ambiente en la mesa nuevamente fluyó.


—Hoy debemos repartir las cenizas de nuestra hoguera de Samhain— comentó pensativo Hannibal.


—Yo puedo tirarlas de camino a Quántico— murmuró Will dando un mordisco a algo que ni siquiera intentaría pronunciar, pero era un bollo de masa azucarada marginalmente delicioso. El psiquiatra tarareó aún pensativo.


—Aún no sé donde debería dejar la olla de amaranto— murmuró, bebiendo un poco de jugo, Severus se adelantó entonces, limpiando las esquinas de sus labios con una servilleta antes de hablar.


—Déjeme a mí encargarme de éso, tengo muy bien planeado qué hacer con los restos— Severus se caracterizaba por ser alguien incapaz de dejar caer sus máscaras frente a nadie, él era descrito como cruel y sin ninguna emoción positiva que ofrecer, entonces, en la casa Lecter, alrededor de su nueva familia, era incpaz de no deslizarse a través de sus fuertes y dejarse ver.

Y la crueldad estaba allí, era vengativa y vicioso, pero lo era solo por su familia, y lo que estaba planeando era por el honor de Harry, y el psiquiatra pareció notarlo pues solo asintió, complacido de que ya no hubiera percances en esa mañana, disfrutaron lo que quedaba del desayuno, Severus fue el siguiente en marcharse por flú, una olla de amaranto bajo el brazo y una carta para cierto centauro muy bien guardada en el bolsillo interior de su túnica, los siguientes en irse fueron Will y Chiyoh, quiénes con un beso; en los labios y la mejilla respectivamente, se despidiero de Hannibal, dando un breve abrazo a Abigail que también ya se preparaba para sus clases.





Hannibal sonrió, era el inicio de otro buen día.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro