Sorbet
Acto VII: Sorbet
Parte 1: Del ataque de los cadáveres.
—Jack ésto es serio— hablo Will una vez volvió con el moreno mayor y la psiquiatra. Su jefe lo miró con una ligera preocupación y pidió que hablara. Todo a su alrededor pareció desaparecer, y solo estaban los cadáveres y ellos en la escena.
—Ésto es un trabajo de dos personas— notó la confusión tanto en Alana como en Jack antes de que el mayor abriera enormemente los ojos entendimiento —Sí, Jack. Consiguió lo que quería, ahora está trabajando con él— un silencio tenso y pesado se alzó entre ellos tres, la psiquiatra no parecía entender de lo que hablaban y nadie parecía querer sacarla de su ignorancia. Jack por permanecer demasiado ensimismado en el descubrimiento de Will y éste, bueno, simple y llanamente por maldad.
—¿Qué más encontraste?— preguntó el hombre mayor.
—Los asesinatos del Admirador siempre fueron un medio para un fin... elijo a ésta persona al azar para llegar a mi amado, por éso no había un patrón en la víctima, ésta vez es diferente, o al menos lo es de algún modo, la víctima ciertamente no le importa, no le interesa en lo absoluto, sin embargo, fue a quién representa la víctima la que lo ofendió— se acercó al cuerpo de nuevo, siendo seguido por ambos —Ella lo ofendió, fue más que suficiente para que desatara su ira, sin embargo, ésto es una amenaza también— acarició la mejilla del cadaver y Brian Zeller, que lo miraba desde lejos se estremeció, Will le envió una sutil sonrisa para asustarlo más, solo porque podía —Pronto irá tras ella también, irá tras ésa persona con la ayuda de su amado-—
—¿Podrían decirme de quién estamos hablando?— interrumpió Alana más que irritada, no le gustaba pasar como ignorante de algo y le molestaba mucho el hombre de ojos azules; haciéndose el interesante y dando ésos gigantes saltos cuando nadie más podría, le ardía en el fondo de su pecho todo éso, no ser así, así de interesante, así de única, así de inteligente... no ser elegida por Hannibal. Tanto Jack como Will giraron a verla.
—Del Destripador, por supuesto— dijo Will con seriedad, como si no fuera lo bastante obvio, los bonitos ojos azules de muñeca de Alana se hicieron aún más grandes por la sorpresa.
—Ésta mujer, no la víctima, sino a quien el Admirador amenaza, ella vio demasiado, vio la oscuridad de su corazón, la muerte que le persigue, por éso sus ojos no están y un cráneo permanece donde debería estar su corazón, ella era muy importante para él, pero se encargó de matar ésos sentimientos, la siguiente víctima...—Will miró cómo la columna vertebral de la mujer se unía a la del hombre de manera casi natural, aunque desde luego sabía que se hizo de forma quirúrgica, él mismo estuvo ahí cuando se hizo —Representa al Admirador, con su mente deformada en la maldad, pero también ve la belleza tras sus actos, o tal vez ése sea el Destripador, no estoy muy seguro, las intenciones se mezclan y no son muy claras, solo veo la amenaza para ésa mujer que intentó mirar a través del cráneo del Admirador, trató de abrirlo para ver qué había dentro y se asustó, entonces intentó repararlo y todo salió peor... tal vez fue una amiga íntima muy entrometida— frunció el ceño.
—El hombre murió primero, no era tan importante como la mujer, el cráneo en el pecho de ella... tal vez sea incluso un cráneo mucho más antiguo, no importaba de quien sea, importaba lo que significaba, los exámenes del laboratorio lo comprobará, sin embargo la mujer, a ella la dejaron para lo último, le arrancaron los ojos mientras aún estaba viva, querían dar la ilusión de que lloraba sangre— su mano volvió a acariciar el rostro de la mujer, obligando al cadaver a que lo viera al rostro con sus cuencas vacías —Viste demasiado y ésto es lo que lograrás si continúas siendo grosera— utilizó la palabra grosera adrede, notando la tensión de los hombros de la que creyó alguna vez su amiga.
(Por fin wattpad me dejó subir la imagen)
Un silencio tenso volvió a alzarse sobre ellos, Alana miró con desconfianza a Will y Jack apretó los puños, ignorante de la batalla de miradas entre ambos, más concentrado en lo que ésta Unión macabra entre asesinos desataría.
—¿Algo más?—preguntó Jack, aún sin apartar la mirada del cadáver.
—Las flores—mencionó Will —Deben ser importantes, por algo las pusieron, deben significar algo— y el hombre mayor asintió, comenzó a caminar hacia Price para dar algunas órdenes y dejo solo a ambos castaños.
Will simplemente la ignoró, en favor de ver la maravillosa obra que Hannibal había creado con él, pero Alana no había sido muy inteligente en sus anteriores encuentros y desde luego que no lo sería ahora. Ella había notado la alianza dorada en su dedo anular, su irritación y envidia,al igual que los celos pudo más que su miedo.
—No puedo creer que lo hayas hecho, Will— murmuró apenas, más para sí misma que para el hombre frente a ella. El castaño de rizos se giró a mirarla con una ceja arqueada.
—¿Has dicho algo?— preguntó, desde luego la había escuchado, pero nunca podría cansarse de humillar a los groseros, especialmente a Alana, que con sus celos enfermizos saliendo de ellas a oleadas casi lo mareaba.
—¿Qué se supone que haces Will? ¿Qué es lo que planeas con Hannibal?— dijo, más firme ésta vez, acusándolo, como si él fuese una especie de ser malévolo que deseaba robar la virtud de Hannibal, el castaño la miró en silencio, analizara su pregunta.
—Realmente me sorprende tu poca capacidad para mantener lo personal fuera del trabajo— fue lo único que respondió, cruelmente, volviéndose a girar hacia el cadáver.
—¿¡Cómo te atreves!?— de indignó la mujer, acercándose a Will muy enfadada, casi furiosa.
—Dra. Bloom, nos dejaste muy en claro tu opinión en el juzgado, ahora déjame darte la de Hannibal y mía: ya no es bienvenida en nuestro hogar, ni siquiera la consideramos como amiga y ahora la considero una pésima profesional al no poder manter sus pensamientos de mi matrimonio para sí misma— apenas se giró para darle un vistazo —No me agradas, así que mantenerse alejada de mí— y sin más avanzó hasta llegar a Jack, comenzando a hablar de ciertos aspectos de la escena que no había podido con anterioridad.
Alana quedó allí, estupefacta, ni siquiera había podido replicar, no pudo hacer nada, quedó atrapada dentro de su propio cuerpo porque aquella última mirada que le lanzó Will, en definitiva había sido terrorífica. ¿Cómo había cambiado tanto? ¿Qué lo había hecho así? No entendía nada.
La Presidenta de MACUSA se paseaba por los pasillos de Ilvermony con elegantes y largos pasos felinos; se dirigía a la oficina del Director Fontaine, no sería la primera y estaba segura de que tampoco sería la última vez en que se acercaba al colegio de Hechicería, sin embargo, era muy poco común que se acercara a hablar con un alumno, de hecho, no era para nada común, era la primera vez que lo hacía, sin embargo lo ameritaba, cualquier cosa relacionada con una reliquia histórica lo ameritaba.
Ella no se consideraba una persona codiciosa, pero si algo lograba subir el renombre de su país por encima del de los demás, en definitiva lo tomaría.
Sabía con quién se encontraría, la llegada de Lord Potter, de la casa Potter de Inglaterra no pasó desapercibida para MACUSA, mucho menos cuando fue informada de la grave situación del joven antes de tomar su estación y ser adoptado por el desaparecido Lord Lecter, la Srta. Quintana le había informado de todo, sobre cómo dos prominentes magos se habían acercado a ella, confiandole sus problemas y pidiendo ayuda. Saber que el chico era sobrino del Mago Tenebroso que azotaba Inglaterra fue una gran sorpresa, más aún cuando la mujer le contó sobre la persecución que lideraba Albus Dumbledore contra su tío, un descendiente directo de Salazar Slytherin e Isolt Sayre, nada menos.
Conocía al Sr. Dumbledore de primera mano, un hombre que los ayudó en la guerra contra el mago Tenebroso Ginderlwald, no confiaba en el hombre en aquél entonces y no confiaba en él ahora, mucho menos después de lo que la mujer le había dicho. Fue por eso mismo que, cuando recibió una carta del joven Lord Potter hace dos días, comentando sobre su marcha urgente a Hogwarts y su reunión con los centauros, realmente no le importó, no necesitaba saber todo lo que el mocoso haría, desde luego, pero cuando habló sobre la donación de unos retratos al colegio... ésa era otra historia, en su carta mostraba su gran deseo de poder compartir los conocimientos de su antepasado con los jóvenes del Instituto, y quién era ella para negárselo.
¿Quién era ella para negárselo a su nación? Ella era una patriota.
Debía pensar todo fríamente, no podía simplemente negarse al chico, debía estar en el lado bueno de la casa Potter y de la casa Lecter, así era la política.
—Buenas Tardes, director Fontaine— saludó la Presidenta Seraphina Picquery, sus ojos oscuros repasaron la oficina, notando que el jovencito aún no había llegado.
—Madame Picquery, tome asiento, por favor, el joven Lecter ya debería estar en camino— y nada más ella tomó asiento, la puerta fue tocada. El director dio paso al niño más hermoso que alguna vez había visto, cabello rubio oscuro, piel pálida e impresionantes ojos verdes como cierta maldición asesina.
—Mis disculpas por hacerlos esperar, tuve un pequeño percance con una niña de tercer curso que se lastimó, tuve que llevarla a la enfermería— el joven se vio tímido al notar a la mujer —Señora Presidenta— saludó.
—Lord Potter— saludó también ella —Déjeme decirle que me sorprendió recibir su carta, más aún el contenido de ella— miró fijamente al chico, quien se removió levemente nervioso. Severus le había dicho que siempre era bueno fingir vulnerabilidad ante alguien que podría significar un gran aliado a futuro. Al menos en la primera impresión, sobre todo a aquellos que iban a permanecer bajo su poder.
—Yo... no se si le comentaron realmente toda mi historia, Señora Presidenta, así que por favor déjeme contarle—la mujer asintió, y Harry procedió a contarle parte de su historia levemente alterada, desde sus años con los Dursley, los maltratos recibidos, hasta sus primeros cuatro años en Hogwarts, su primer año, el troll, el profesor Quirrell, su segundo año, la Cámara de los Secretos, el basilisco, su habilidad de hablar parsel, su tercer año, con los dementores, su padrino prófugo, y su último año, cuando fue obligado por el director a participar en el torneo de los tres magos.
—Yo no sabía, ésa noche las palizas habían sido peores, sin embargo, cuando pude sentir la magia del Director y escuchar su voz me sentí tan aliviado... creía que iba a salvarme— ésta parte no le había contado a la Sra. Quintana, y tanto el Director Fontaine como la Presidenta Picquery lo sabían, ésto no había sido compartido por la mujer, un sentimiento pesado se asentó en la boca del estómago de ambos mayores —Escuchar que el Director Dumbledore, aquél que veía como un mentor; como un abuelo, les diera objetos mágicos para torturarme a mis tíos fue... más que doloroso, decepcionante, fui traicionado por quien más confiaba— ambos notaron el temblor en las manos del chico creyendo que era por temor, sin siquiera imaginar que era rabia contenida y un poderoso deseo de venganza.
—Con los años aprendí que siempre sanaba con mayor rapidez que los demás, inconscientemente utilizaba mi magia para curar mis heridas, esa noche traté de acelerar el proceso y cuando al fin lo logré, decidí escapar, con el autobús noctámbulo llegué al callejón Diagon y de allí al Banco Gringotts— Harry relataba todo ello con una mirada perdida. —Él resto ya lo conocen, mi padre siempre trató de convencer a mis tíos para que ellos le dieran mi custodia pero nunca se pudo, nunca quisieron, fue trágica la muerte de ellos— murmuró lo último —No es que los amara, tampoco los odiaba, creo que la forma en la que murieron fue dolorosa, no le deseo éso a nadie— comenzó a jugar con sus manos.
—Durante el verano me mudé con mi padre, hicimos la adopción correspondiente, tanto en el mundo muggle como en el mágico, él descubrió que poseía magia así que junto con mi hermana y mi otro papá lo ayudamos a completar su educación mágica, al mes de haber roto el bloqueo de su núcleo mágico realizó sus TIMO, unas semanas antes del inicio de clases completó sus EXTASIS, todo ello suponiendo que una vez Albus Dumbledore se entere de mi paradero, utilizaría cualquier cosa, incluyendo la ignorancia de mi padre por la magia para llevarme de vuelta a Inglaterra bajo su yugo— la Presidenta Picquery notó entonces, que a pesar del gran ''temor'' que el niño demostraba, no estaba dispuesto a perder a su familia. Y éso era una gran cualidad, la familia siempre fue lo primero en el mundo mágico, luego el poder y la posición en la sociedad. Ninguno de los últimos importaba si no tenías una familia, ella lo sabía éso muy bien, Lord Potter tenía mucho de todo éso y dado a sus antecedentes, no veía extraño que defendiera con uñas y dientes el gran tesoro que ahora poseía.
—Durante mis primeros once años de vida viví sin información de que era un mago, no quiero que nadie más pase por éso, los siguientes cuatro años vivi engañado acerca de mi familia y herencia, ser ignorante de algo que por derecho debes saber es lo más horrible que le puede pasar a alguien, no deseo que nadie más pase por éso, ni siquiera a mi peor enemigo— Harry frunció el ceño confundido.
—A lo que trato de ir es, tengo éstos retratos de grandes magos de hace mil años y es mi deber, no solo como descendiente de éstas nobles personas, sino como ciudadano de éste gran país que me acogió en mi peor momento, retribuir a sus jóvenes promesas con conocimiento de magia antigua por sus propios pioneros— los ojos de director Fontaine brillaban de emoción. ¡Cuán generoso era éste muchacho!
—Salazar Slytherin fue el ancestro de Isolt y su retrato está al tanto de ésta nueva escuela de magia, está muy emocionado por conocer el lugar, pasó demasiado tiempo encerrado en las cámaras de Gringotts, anhela poder hablar con los estudiantes y volver a enseñar— los ojos de Harry se volvieron amarillos debido a la felicidad que sentía, según la Presidenta Picquery creía que Harry era un chico bastante transparente, el Director Fontaine sabía que no, pero deseaba que sus alumnos tuviera la oportunidad de aprender de un gran personaje histórico como lo fue Salazar Slytherin, así que no la corregiría.
—No es el único retrato que planeo donar, en mi estación como heredero de dos casas fundadoras de Howgarts, planeo también entregar un retrato donde todos los fundadores aparecen y ubicarla en el gran comedor— dijo más serio ésta vez —Es una gran ofensa la manera en cómo han calumniado la memoria de Salazar— ambos mayores observaron como el muchacho apretaba las manos con enojo apenas contenido, ésta vez siendo mucho más obvio para la mujer—Yo mismo fui testigo de la persecución hacia los dones mágicos que poseía Slytherin, en especial la lengua parsel— un tenso silencio se levantó en la oficina y ambos mayores parecían meditar todo muy detalladamente.
—Desde luego que no poseo la autoridad para aceptar o denegar ésta histórica donación, Lord Potter— comenzó la Presidenta Picquery —Ilvermony, al igual que Hogwarts, es una de las pocas escuelas de magia que no labora bajo ningún gobierno, sin embargo, éso no significa que no esté bajo la protección de MACUSA— otro silencio antes de que la mujer se gire hacia el rubio para mirarlo con seriedad.
—¿En qué situación nos pone al asociarnos con usted, Lord Potter?— preguntó con sinceridad la mujer, siempre muy directa a la hora de hablar —Usted mismo explicó que su tío es considerado un Mago Oscuro en Inglaterra— La presidenta Picquery notó la mueca ante la mención de su tío, al parecer no le gustaba que se refieran a él como un mago oscuro —Como Magicongreso, notará que no podemos asociarnos a ningun Mago Tenebroso, sin embargo, éso no significa que los lores de nuestro senado no pueden apoyarlo, usted y su padre tienen un asiento en él, como Lores de dos Antiguas y Nobles familias, al punto que quiero llegar es, necesitamos saber a qué nos estamos enfrentando—
—Albus Dumbledore es un hombre inteligente que utilizará cualquier método para que vuelva bajo su ojo de halcón— comenzó Harry con mucha seriedad —Utilizará todos sus recursos como Jefe de Magos y no dudará en acercarse a usted e intentar manipularla una vez sepa que me encuentro en éste país— de su bolsa de piel de Dragón sacó un pergamino para entregárselo a la mujer —Ésta es una carta que me envió mi padrino hace unas semanas, puede ver que Albus Dumbledore no solo ha manipulado a mi padrino, sino que ha insinuado que haga magia, no solo en presencia de no magos, sino que, aún sin haberme dicho él que yo era considerado mayor de edad, quería que haga magia fuera de la escuela— un tenso silencio se levantó en la sala, Harry sabía lo apegados que eran los estadounidenses al.Estatuto Secreto —El Ministerio de Magia Británico está en constante persecución tras mí, más aún luego de que, al haber ganado el Torneo de los tres Magos el año anterior, y aún ignorante de la relación que tenía con mi tío, alegué que el Señor Tenebroso había vuelto, si hubiese hecho magia fuera de la escuela... estoy seguro de que harían cualquier cosa para hacerme quedar como un paria a pesar de que, legalmente ya era un adulto—
—Dumbledore hará lo que sea para tenerme de regreso, pero el Ministerio ahora lo trata como traidor y gracias al heredero Malfoy; un muy buen amigo mío, parte de la sociedad mágica también lo cree—
—Pero éso no significa que él se dará por vencido, lo único que le diré es, que utilizará todos sus recursos para alejarme de mis padres y mi hermana— una mueca melancólica ahora adornó las facciones del menor, sus ojos se volvieron de un celeste casi blanco, denotando así su tristeza —Mi papá tiene su vida aquí, es un sanador no mágico de la mente, planea dentro de poco también comenzar sus estudios como sanador mágico, mi otro papá es un investigador especial del FBI, utiliza el don que recibió para atrapar criminales no magos— tanto la Presidenta Picquery como el Director Fontaine lo miraron curiosos. —Mi hermana pronto irá a la Universidad, no quiero que por culpa de ése hombre todo lo que construimos con tanto empeño caiga— apretó las manos en puños, y con el ceño fruncido bajo la cabeza, un sentimiento agridulce invadió a ambos adultos al ver la gran guerra que se avecinaba y que solo éste niño la librara.
—Haremos todo lo posible para proteger sus intereses, Lord Potter. Desde el momento de su adopción usted es también ciudadano Americano— habló con firmeza Seraphina Picquery —Usted puede escribirme en el momento en que crea conveniente, Lord Potter. En cuanto vea que Albus Dumbledore intentará algo contra usted, debe avisarme para que así podamos preparnos. Si ocurre algo en MACUSA que tenga su nombre, ya sea una carta o informe de cualquier tipo, nosotros le avisaremos— la elegante mujer se levantó de su asiento acercándose al chico, con un rostro impasible, le tendió la mano.
Harry, aún fingiendo torpeza en las gracias sociales, aparentó sorpresa y se levantó también de su asiento, agitando con suavidad la mano de la mujer mayor al estrechar su mano.
—Usted cuenta con el apoyo de la familia Picquery en su lucha contra Albus Dumbledore— lo miró con seriedad.
—¿Puedo saber la razón de su apoyo, Madame?— preguntó con verdadera curiosidad, Harry.
—No confío en ése hombre... nunca lo hice— fue todo lo que dijo recordando ciertos eventos del pasado, y Harry asintió, comprendiendo en parte a la mujer, él también sabía que no era de confiar.
Draco Malfoy era un joven que conocía su lugar, sabía que no podría oponerse a los designios del Señor Oscuro o del mismo Harry Potter, era éso lo que le llevaría lejos en la vida, era éso lo que le llevó a ser los ojos y oídos en Hogwarts para el chico que vivió, era éso lo que le llevó a ser su amigo. Y de una manera enferma; pues sabía que no era para nada correcto sentirse así, le gustaba. Le gustaba la sensación de pertenecer, y sobre todo, le gustaba estar mucho más cerca del Señor Tenebroso y de su sobrino que su padre, que aún no había probado ser lo suficientemente capaz.
Después de la llegada de Harry a Hogwarts el dos de septiembre muchas cosas habían pasado, Dumbledore se veía inusualmente callado, los Jefes de casa mucho más serios, la mujer cara de sapo había tomado el puesto de sub directora alegando que las cosas en la institución se estaban descontrolando y que Dumbledore no hacía nada, y el hombre lo permitió, lo permitió en favor a continuar planeando y maquinando en contra de su amigo.
Tras la partida de Harry, ése día, después de la cena, uno por uno, los estudiantes que ingresaron a la cámara fuero llamados por el poderoso mago de la ''luz'', había dado gracias a todos los magos conocidos por que nada más al salir, había planeado una reunión de emergencia entre los miembros de éste ''club'' que había inventado Harry para su conveniencia.
Le sorprendió saber que Granger fue más que cooperativa, callada sí, pero para nada cerrada a todo lo que había dicho, había tomado el papel de líder debido a que todos notaron la cercanía que poseía con Harry, nadie se opuso y agradeció el gesto. Hablaron de un montón de cosas en la Sala de Menesteres, entre ellas, la información que iba a decirse al Director, fue en ése punto que notó cierta vacilación por parte de la Gryffindor, pero el rubio no había dudado en aclarar que Harry no confiaba en Dumbledore o alguien de la casa de los leones, ni siquiera en la propia Minerva McGonagall. Había una crueldad placentera en hacerle saber a la sangre sucia su lugar, que, al oír éso, solo había permanecido callada nuevamente.
Por supuesto, el Director los había llamado, y al parecer, cada prefecto dijo exactamente lo que se le había pedido, ahora, estando en el gran comedor y mirando de reojo como Granger intentaba alejarse de el imbécil de Weasley, quien no solo parecía no entender negativas sino que también agresivo, se daba cuenta de que tal vez fue un poco duro con ella y que no le había dado la oportunidad, suspirando miró a la mesa de maestros y conectó miradas con Severus, con disimulo le señaló la situación y simplemente se encogió de hombros asintiendo, no ayudó en nada, pero sabía que solo él podría intervenir.
Tomando lo último de su té, se limpió las manos y las comisuras de los labios con una delicada servilleta, miró con altivez a sus compañeros de casa antes de inhalar aire con fuerza y levantarse de forma elegante hasta caminar a la mesa de los leones, durante el camino aprovechó para lanzar miradas a los demás miembros del club.
—Granger— llamó a la chica que estaba al borde de las lágrimas intentando razonar con alguien tan estúpido como lo era Weasley y fallando miserablemente.
—¿Qué quieres Malfoy?— escupió su apellido el pelirrojo mientras se levantaba y se inclinaba sobre la mesa, intentando parecer más grande y amenazante, notó que la chica se estremeció cuando el traidor a la sangre rozó con su cuerpo parte del brazo de la prefecta de Gryffindor y ésta bajó la cabeza, Draco entrecerró los ojos, esa reacción no era buena.
—Silencio Weasley— gruñó hacia el otro adolescente, empapó su voz de magia, como Harry le había enseñado, así que ése pequeño arrastre de voz sonó más amenazante de lo que era, Ronald abrió enormemente los ojos y cayó sobre su trasero en la silla por la impresión, Granger seguía sin levantar la vista por lo que con delicadeza; como el caballero que su madre le enseñó a ser, levantó de la barbilla el rostro de la chica, obligándole a que sus ojos se encontraran.
—¿Te encuentras bien, Granger?— preguntó, su ceño fruncido en preocupación tocó profundo en el corazón de la chica, todo estaba tan mal para ella, lo único que pudo hacer fue negar con la cabeza, dejando que las primeras lágrimas cayeran por sus mejillas.
— Ven— le tendió la mano y frente a todos la chica Gryffindor la tomó, aquello era una clara muestra de poder para el Slytherin, quien le dirigió una mueca burlona al pelirrojo.
—Ven, Lovegood y Bones ya nos esperan afuera, se ve que no estás bien— con delicadeza la guió fuera del gran comedor, donde las demás chicas ya esperaban. Y dejaron a todo el gran comedor en silencio tras ellos
Mientras Draco se acercaba a la mesa Gryffindor, había aprovechado para avisar solo con una mirada a las otras chicas que las necesitaba y ahora, con el rubio aún guiando a la hija de muggles al séptimo piso en la sala del club, las otras dos miraban preocupadas la situación.
Definitivamente algo estaba mal con Granger.
Estando en la sala de requerimientos, Luna y Susan estaban en un sillón grande observando con detenimiento como Hermione se hacía un ovillo en gran sofá al lado de la chimenea, Draco permanecía en silencio en una silla frente a la Gryffindor.
—¿Podrías mostrarnos lo que te hizo?— la suave voz de Luna llenó el ambiente, quien se veía extrañamente seria, un bajo sollozo salió de la chica de alborotados cabellos mientras, con una lentitud dolorosa, se deshacía del nudo de su túnica, dejando descubierto sus brazos ahora manchados por flores de color morado.
—Él... Él no quería— comenzó con voz rota. Desde luego, la decoración comenzó a temblar debido a una fuerte ráfaga continua de magia y con ellas; las manos de Draco también.
—¿Cómo puedes decir éso?—medio gritó el rubio —¿Cuántas veces cometerás el mismo error?— Draco se levantó de su lugar con tal fuerza que incluso la silla cayó tras él —¿Cuántas veces ignorarás el maltrato?— sus fríos ojos grises se conectaron con los suyos —¿La violencia?—
Hermione comenzó a apretar los pliegues de su falda en su puño mientras dejaba caer nuevamente sus lágrimas, ella era quien peor se encontraba, el rubio comenzó a suspirar a la par que negaba con la cabeza, con un movimiento de varita la silla volvió a su lugar y él se dejó caer masajeando sus sienes.
—Es por ésto mismo que Harry dejó de confiar en ti— soltó el chico, la Gryffindor comenzó a morder con fuerza su labio inferior para así callar sus sollozos.
La mirada gris no se despegaba de los ojos cafés de Hermione, quien tampoco podía dejar de verlo, fue solo cuando las lágrimas dejaron de caer y un pequeño hilo de sangre comenzó a correr por su barbilla que Draco nuevamente se acercó a ella, con una delicadeza impropia para él con la sangre sucia mentirosa, limpió la sangre de sus labios y con seriedad habló:
—Harry te dio una oportunidad al hacerte parte del club, recupera su confianza, pero deja atrás todo lo que has creído antes— la niña; por que ahora solo se veía como una niña, toda llorosa y con la mejillas ardiendo, asintió completamente decidida. —Entonces dinos cómo te hizo éso— ésta vez preguntó Draco.
Notando el nerviosismo de la leona, por primera vez decidieron intervenir las otras chicas; Luna llamó a un elfo para que les trajera un servicio de té y Susan conjuró una butaca para sentarse junto a la chica; con timidez le tomó de la mano en señal de que estaban ahí con ella, que no tenía porqué preocuparse. Con un tembloroso suspiro dio un apretón a la mano de Susan antes de volver sus ojos a Draco, quien le ofrecía una taza del té calmante que trajeron los elfos.
—Ronald siempre fue alguien brusco, tosco— comenzó a explicar, sin saber muy bien cómo empezar —Pero ése día, después de que Harry llegara, después de la primera reunión que tuvimos... fue realmente un cerdo— lo último lo dijo con todo el asco posible.
Siempre lo supo, siempre estuvo al tanto de la horrible persona que era Ron, siempre demasiado altanero, demasiado arrogante, demasiado celoso de todo lo que los demás tenían. Y ella había sido tan ausente, contando los días que hacían falta para que él cambiara, contando los días para que los parientes de Harry dejaran de ser así también, esperando los días de felicidad.
—Cuando nos vio juntos, cuando me vio a mí, fuera de su mano opresora, simplemente no pudo soportarlo, mucho menos cuando vio que fui elegida por encima de él frente a todo el colegio, más aún al verme cerca de ti, Malfoy— se encogió de hombros sin mirar al rubio frente a ella —Cuando entré a la sala común todo estaba demasiado callado, decidí comenzar a leer los folletos que nos dio Harry por lo que iba a dirigirme a mi habitación, pero camino a ella Ron me tomó del brazo... muy fuerte— Hermione dio un vistazo a sus brazos, tenían marcas rojas de dejos y sus muñecas estaban azuladas —Empezó a gritarme, diciendo que lo abandoné como lo hizo Harry, diciendo que estoy fraternizando con el enemigo— dio una tímida mirada a Draco, entonces volvió a bajar la mirada mientras empezaba a desabrochat su camisa ante la atenta mirada de todos —También me tomó de los hombros— continuó, mostrando sus pálidos hombros y clavícula también manchados de flores de distintos tonos de verdes, rojos y azules.
—No tengo excusa y él tampoco, desde la desaparición de Harry se volvió aún más agresivo y por los pasillos de la madriguera lo escuché en el verano dudando de Harry, de nuestro amigo, nosotros estuvimos más a su lado que cualquier otro ¿Cómo incluso puede dudar de él?— las lágrimas nuevamente comenzaron a caer, ésta vez por la impotencia —Decía que él sucumbió ante Voldemort— murmuró, ignorando el estremecimiento general que les dio el que pronunciara el nombre —Que cayó en las artes oscuras y que probablemente él mató a sus tíos— Draco no hizo nada para corregirla, de hecho, ése idiota de Weasley tenía razón, pero no porque fuera muy inteligente.
—Yo solo quiero a mi amigo de vuelta— miró al Slytherin con sus ojos rojos y el rubio sintió su corazón contraerse, no sabía si por lástima o algo más, pero el chico se levantó de nuevo de su silla y con algo de miedo llevó su mano a la mejilla de la sangre sucia.
—Solucionaremos ésto— declaró, y Hermione no pudo sino creerle, más aún cuándo vio toda ésa determinación en los ojos tormentosos del chico.
—Luna, escribe una carta a Harry, cuéntale todo lo que ha pasado y cuando termines me la entregas, llamaré a su elfo para que se lo de— su mirada se mantenía en la leona mientras acariciaba su mejilla de manera inconsciente. —Tú y yo iremos con tu jefa de casa para hablar de ésto— y por el tono de voz, la chica supo que no había lugar a reclamos, por lo que asintió. —Susan y Luna ustedes también van a acompañarnos— Draco se separó de Hermione mientras que la Hufflepuff la ayudaba a ponerse nuevamente la túnica, Luna ya iba terminando la carta, por lo que llamó a Dobby y en un rincón alejado comenzó a hablar con éste en susurros, le entregó la carta una vez terminada y tras un par de asentimientos por parte del elfo se marchó.
Con un suspiro dio media vuelta para acercarse a Hermione nuevamente —Hacemos ésto por ti, Hermione, pero también para probar a McGonagall, depende de la acción que tome contigo para que ella continúe como Jefa de Casa, ésta escuela ya decepcionó demasiado a Harry y él no dudará en deshacerse de aquellos que no busquen el bienestar de los estudiantes o pequen por omisión— la chica asintió, le gustaba la maestra McGonnagall, pero ella vio cómo dejó que Harry pasara por más peligros que nadie, sólo porque él era el niño que vivió, como si los adultos no pudieran defenderse a sí mismos.
—Yo... quiero pertenecer— murmuró Hermione con su mirada baja —Soy una nacida de muggles tuve que hacerme de lugar estudiando más duro que cualquiera, pero éso junto con mi actitud solo me alejaba de las personas— Draco y Susan quienes eran de su año sabía a lo que se refería —Harry fue mi primer amigo, no puedo abandonarlo ahora, ya no cometeré ése error— Dijo con determinación, miró a Susan y a Luna quienes le sonreían, y luego dirigió su mirada a Draco, quien se hallaba impasible, pero sus ojos grises brillaban con cierta alegría.
—Bueno, es momento de ir con tu jefa de casa, Granger— la chica le sonrió algo rota, había mucho que no les había contado, y no lo haría, eso lo discutirá con su jefa de casa, sería su propia prueba, necesitaba darse cuenta que no podía confiar en ellos, que no podía confiar en Dumbledore, que ésta esperanza que guardaba por las figuras de autoridad era tonta e infantil.
Confiaría en Harry, pero éso no significaba que él siempre estaba en lo correcto, por éso necesitaba hacer éso.
Descubrió porqué había elegido a Malfoy sobre ella y no podía culparlo, realmente no cuando, fue él quien se dio cuenta de lo que le sucedia y fue él quien se acercó a ayudar antes que cualquiera.
Tal vez era un bastardo purista de la sangre, pero veía que era un buen amigo.
Ahora era su turno de serlo.
Harry leía la carta que Dobby le había traído con un rostro impasible, sus ojos eran lo único que parecía delatar su sentír; celestes y tristes, en éstos momentos de soledad era cuando todas sus inseguridades le atacaban, el dolor de perder a los que algunas vez fueron sus amigos lo sentía en el alma, el abandono de las personas en quiénes más creía.
Un dolor profundo venía de su pecho como un enorme agujero negro y parecía tragarse todo, parecía absorber todo lo bueno de él y solo quedaba una cáscara vacía y podrida. El nudo en su garganta impedía que pudiera sollozar, pero sus ojos ya picaban y comenzaba a llenarse de lágrimas.
¿Qué estaba haciendo? ¿Porqué lo hacía? ¿Qué motivo tenía para continuar?
Estaba tan cansado ya, cansado de ser perseguido, de ser utilizado...
Su pecho dolía. Su corazón se aceleraba dolorosamente y sentía náuseas, la presión que tenía, lo que se exigía a sí mismo era tanto.
Había días en los que pensaba en todo lo que tuvo que pasar y simplemente no quería despertar, no tenía las fuerzas, no tenía las ganas, creía que todo estaría mejor sin él.
Había días en los que pensaba en sus padres, pensaba que tal vez si él no estuviera... serían más felices.
Pensaba en Abigail, tal vez ella tendría la completa atención de sus padres.
Pensaba en Severus... tal vez él no tendría miedo.
Odiaba mucho toda ésa situación. Ésta época. El hombre de hoy.
El cansancio lo frustraba y era grosero cuando se enojaba, las voces pasaban de murmullos a gritos cuando lo hacía. Era irritante y angustiante a la vez.
Hay días en los que simplemente odiaba todo y le sobrepasaba.
No sabía qué decisión tomar, a quién ayudar, ¿Y cómo ayudar si no podría ni ayudarse a sí mismo? ¿Cuál es la razón, de todos modos? ¿Porqué hacerlo?
Había días en los que pensaba que era un estorbo, simplemente ocupando un espacio más en la casa, un fantasma que deambulaba por ahí.
Otros días en los que pensaba que era un fracaso, sin metas... y éso le aterraba, lo aterraba más que cualquier cosa.
Otros días se sentía como una gran decepción para su familia, a menudo se sentía así. ¿Estaría haciendo bien las cosas? Siempre se preguntaba éso, nunca tenía una respuesta.
Otros días, los días malos en los que no podía dormir, los sentimientos lo atacanban desde adentro y parecen devorar todo lo bueno que tenía. Como ahora. Un simple vistazo dentro suyo y los malos pensamientos comenzaban a llenar su mente y todo se iba a la mierda.
Había días muchos peores. Días en los que solo buscaba dormir y el descanso de no despertar más, días en los que logró hacerlo pero lloró cuando notó que aún estaba ahí para despertar.
Lloraba tanto. Solo quería descansar.
Días que inician siendo buenos, en donde ríe, sale, está bien, entonces llega un momento de introspección y las voces atacan. Y los susurros del fracaso llenan su mente y todo se convierte en oscuridad.
Hay días en los que no es él... en los que se esconde tras una máscara y deja su cuerpo en automático mientras llora desde adentro, la mayoría del tiempo está así, piensa.
La mayor parte de su tiempo.
El punto es que no está bien. Y cada cierto tiempo éso empeora y necesita estar a solas, por que no hay absolutamente nada que le ayude, porque ya perdió las ganas de curarse.
~Por éso estamos nosotros~ oyó la voz de Serpent.
'Haremos más llevadero el infierno personal' el susurro de Lion se sintió como un manto cálido sobre su figura temblorosa.
~Simplemente mancha de ésos sentimientos malos a las presas~
'Conviértelos en contenedores de tus miedos'
~Y luego los destruyes~
'Sabes quien inició todo ésto...'
~Culpa de quién fue~
'No podemos parar hasta que perezca'
~Hasta que desaparezca~
Luego silencio nuevamente. El sonido de la estática dentro de su cabeza desapareció y sus ojos pasaron de celestes a verdes para luego quedar en negros, frunció el ceño; descontento con la pequeña recaída que tuvo debido a la carta de Luna, el trauma de su pasado volvió y no pudo hacer nada para detenerlo.
Tal vez Hermione le importaba aún más de lo que creía.
~Piensa en papá... cuando descubrió la magia~ Serpent trató de animarlo.
'La primera vez que mataron juntos' y Harry sonrió apenas, el frío de su pecho siendo reemplazado por una tibieza reconfortante.
~Piensa en Abigail~
'En la primera vez que la vimos, tan frágil pero aún así tan fuerte'
~Con sus bordes filosos~
La sonrisa de Harry se hizo un poco más grande, siempre creyó que se había aferrado a Abigail en el momento perfecto, ambos se aferraron al otro evitando así romperse por completo.
'Piensa en Severus' la voz de Lion tenía tonos alegres.
Entonces la imagen del pocionista cayó, rodando en su mente para encontrarse en su palacio mental.
Y se dio cuenta entonces que le había entregado algo a Severus. Le había mostrado la parte más profunda de él, los salvajes dientes desnudos. Y recordó algo que su padre le habia dicho hace mucho:
''Los demonios son como perros obedientes, vinieron cuando los llamaron y trotaron alrededor de sus tobillos, ansiosos por ser amados''
¿Y no es acaso cierto que, el demonio en su hombro también se aseguró de que nunca se sintiera solo?
Tocó con cariño el collar que descansaba sobre su pecho, aquel que perteneció a Regulus Black y que su anillo vinculado lo tenía Severus. Envió un pulso de magia esperando recibir otro a cambio, y sonrió cuando lo sintió, como si siempre estuviera allí. Como si siempre hubiera sido parte de él.
~Siempre fue parte de nosotros~
'Siempre'
—Quiero ver a Severus— susurró decaído, lo necesitaba tanto en éstos momentos, daba gracias que por lo menos Serpent y Lion pudieron alejar esos pensamientos malos de él. La desesperación dio paso al alivio tan colosal que casi lo tuvo de rodillas sin soportar el peso de su propio cuerpo.
Nunca antes había tenido un ataque de ansiedad, era la primera vez y esperaba que fuese la última, tendría que tener más cuidado.
Se lanzó a sí mismo un hechizo de limpieza para quitarse el excesivo sudor de su piel, otro para arreglar su ropa y dio un suspiro antes de salir del baño en el que se había metido para leer la carta que le entregó Dobby.
Un trauma psicológico no iba echarlo abajo. Había trabajado demasiado duro para que algo así interviniera en sus planes, le había prometido a Severus que volvería por él. Lo había prometido, ¿Y cómo él podría mentirle a su alma?
De ninguna manera, jamás lo haría.
—Dobby— llamó de nuevo al elfo, quien con un duave ¡Pop! apareció.
—¿Qué desea el amo de Dobby? ¿Qué puede hacer Dobby por usted?— Harry le sonrió macabramente al elfo.
—Es hora de convocar a ésas familias— Dobby le devolvió la sonrisa con aún más locura y Harry supo que hacía lo correcto.
Sí, no había nada mejor que la tortura y el asesinato, así como la manipulación psicológica para levantar los ánimos.
Will miraba con el ceño fruncido a Jack detrás de su escritorio en su oficina, notó que la habitación estaba tan sobria y aburrida como siempre, frente a él había un vaso de plástico con un café humeante que desde luego no pensaba ni siquiera acercarlo a sus labios. A Hannibal le daría una embolia si sabía que había bebido algo tan barato y por debajo de sus altos estándares.
—Estoy preocupado, Jack— dijo con seriedad, el hombre de color levantó una de cejas casi incrédulo.
—¿Y éso es por...?— preguntó el mayor.
—Alana— Will se inclinó sobre su silla como si fuera a susurrarle un secreto al hombre, desfiguró su rostro en algo más preocupado —No se veía para nada bien en la escena, ella no está preparada para ver ése tipo de cosas, sin contar que la psicopatía y el trastorno Narcisista no son su campo, es una psiquiatra especializada en trauma infantil, no sé que demonios hace en una escena del crimen— gruñó frustrado, desordenó sus cabellos en un gesto nervioso, tal como lo hacía Harry; casi quiso sonreír al escucharlo. Al día siguiente Hannibal y él irían a hablar con el Director Fontaine acerca del compromiso de Harry y Severus y ver qué se podía hacer al respecto.
—Ella está como nuestra consultora y para protegerte en caso de que caigas muy profundo, es tu psiquiatra— dio a entender su punto Jack, también estaba preocupado por Alana, se vio positivamente verde cuando le enseñaron los cuerpos en la escena.
—Ugh, esto es incómodo— comenzó a murmurar Will con vergüenza, Jack volvió a levantar una ceja muy intrigado —Alana ya no es mi psiquiatra— dijo con la mirada baja y el hombre mayor frunció el ceño en confusión.
—¿Por qué? Dijiste que te sentías cómodo con ella— más que enojado, Jack se veía confundido, lo cual era extraño pero William no dudaría de utilizar éso a su favor.
—Ella fue muy grosera conmigo— dijo, su voz sonó casi infantil —No pudo separar lo personal de lo profesional— terminó. El ceño de Jack se frunció aún más.
—¿Qué quieres decir con éso, Will?— preguntó el Gurú, el émpata comenzó a morder sus labios nerviosamente y sus ojos solo gritaban decepción y miedo.
O al menos lo fingió muy bien para Jack, quien nunca lo vio así.
—Ugh, Jack, realmente no quisiera hablar así de Alana— murmuró bajando la mirada, el hombre de color suspiró.
—Will, si no me explicas no podré entenderte, necesito saber qué fue lo que pasó y si éso no será negativo para el equipo— el de ojos azules volvió a morder sus labios con fuerzas mientras asentía casi derrotado.
—Solo no hables de ésto con Alana— cuando vio el asentimiento de Jack contuvo una sonrisa —Ella al parecer tenía sentimientos encontrados conmigo y mi pareja— las cejas del hombre mayor se alzaron casi hasta el inicio de su cabello, él definitivamente no sabía que Will tenía a alguien —Y pues... digamos que la quise como testigo de mi boda— casualmente levanto la mano en la que llevaba su anillo de bodas para masajearse el puente de la nariz con frustración.
Ignorando por completo la mirada de sorpresa de Jack, se quitó los lentes de lectura que usaba como escudo, miró un adorno sobre el escritorio de su jefe con tristeza, negándose a conectar miradas —Y ella se opuso, estábamos en el juzgado y ella empezó a gritar un montón de cosas y...— los ojos brillantes del hombre alertaron a Jack quién rápidamente se levantó de su lugar para intentar calmar a Will. Éste hombre frente a él era tan diferente del maestro que sacó de su Sala de Conferencias. Era mucho más lúcido, más cuerdo y por lo que veía, más en contacto con sus sentimientos.
—Tranquilo Will, entiendo, nadie quiere que arruinen su día especial, aunque estoy muy sorprendido, no lo negaré, ¿Quién es la afortunada?— preguntó, pensando que si hablaba de su nuevamente esposa tal vez no se sentiría tan agobiado. Y tuvo razón, la sonrisa de Will resplandeció, aunque poco a poco se fue atenuando mientras Jack se sentaba en el borde de la mesa frente a él.
—Ugh... bueno, cómo debería decirlo— habló más para sí mismo que para su jefe —Yo... ummh, estoy casado con Hannibal— soltó de golpe, esperando alguna reacción de su jefe, quien lo veía como si le hubiera salido otra cabeza.
—Yo...— Jack se aclaró la garganta —Por alguna razón no me sorprende— soltó al fin. William lo miraba con sus grandes ojos azules muy abiertos, y fingiendo miedo —No me mires así, Will— se defendió el hombre —Todos saben que el Dr. Lecter presionaba todos tus botones y usted los de él— dijo como si fuera lo más obvio del mundo —Siempre noté que había mucho más que interés en tu mente ahí— dio una sonrisa cómplice al de ojos azules, pero luego volvió a la seriedad —Entonces... supongo que Alana era la tercera en la discordia, ¿No?—
—Ella creyó que lo era, cuando supo que era indiferente para ambos; al menos en el sentido que ella deseaba, simplemente explotó— el comentó, nuevamente sus ojos fingieron tristeza y era tan divertido ver cómo Jack caía ante sus ojitos de cordero.
—Creo que lo entiendo— murmuró el hombre —¿Te sientes incómodo con ella en la escena? Sabes que si debo elegir entre ella y tú, siempre estarás primero— y si el Will de antes aún existiera, probablemente se sentiría conmovido, avergonzado y feliz. Su yo de ahora solo veía la manera de aprovecharse de éso.
—No digas éso Jack, aunque Alana ya no me considere su amigo... yo sí— bajó nuevamente la mirada —Solo, estoy preocupado por ella, no fue muy profesional en la escena y éso a la larga podría perjudicarle, y solo a ella, de mí ya dicen un montón de cosas, pero ella...— dejó la frase al aire y notó como Jack asentía.
—Sé a lo que te refieres, veamos como le va con éste asesino, pero si se vuelve demasiado, quiero que me avises, no es bueno que la unidad se vea afectada por una pelea de faldas... en este caso, pantalones— dijo lo último con algo de burla —Dime Will, ¿Cómo te trata la vida de casado?— los ojos del menor brillaron con felicidad ésta vez no fingida.
Jack se alegraba por su sabueso, nunca lo había visto así, centrado, lúcido, ya ni había una mirada demente en sus ojos cuando salía de cada escena, los asesinos ya no se quedaban en su cabeza.
Y éso era algo bueno.
Jack sabía que ya no pasaría nada malo, aún tendría a su tacita de té para ocasiones especiales.
Mientras los cuatro jóvenes iban en l de la Jefa de la Casa Gryffindor, los rumores comenzaron, sobre todo al ver a Draco Malfoy guiando a la sangre sucia del antiguo trío dorado.
La chica, de bonitos ojos marrones, intentaba pasar desapercibida tras la figura del imponente rubio, escondida profundamente en la memoria de los insultos. Una chica bendecida con la belleza que las brujas odian. Ella estaba ahí para más, y ellas lo sabían, aquellas que estaban destinadas a no ser más que una esposa trofeo la odiaban, porque ella podía elegir. Y tenía el poder y la inteligencia para hacerlo.
Mentiras que no parecen palabras, rumores fabricados...corrían por el colegio arrinconándolos a todos.
Hermione dio un apretón a la mano de Luna una vez que llegaron a la puerta de la oficina de McGonagall, con un profundo suspiro, dio pequeños toques y no pasó mucho hasta que la puerta se abriera. Los cuatro estudiantes pasaron al ver lo callada que estaba la leona, observaron en silencio a la mujer mayor que los esperaba pacientemente.
La esperanza perdida... el espíritu desaparecido.
—Tenemos una situación con Granger, profesora— habló el rubio al ver que la chica no decía nada. La mujer alzó una ceja con curiosidad.
—Estoy segura que la Srta. Granger podrá decirme qué es lo que sucede sin ningún intermediario— fue la respuesta brusca de la profesora.
—Estoy seguro de que lo haría si al menos confiara en usted— contratacó Draco, miró con sus tormentosos ojos entrecerrados a la mayor —Te esperaremos fuera, Granger. Si necesitas algo estaremos allí— el rubio se giró a la chica esperando cualquier negativa, pero solo vio a Hermione asentir con sus ojos al suelo.
Draco dio una mirada a las otras chicas y los tres salieron para esperar a la leona fuera del despacho, en el pasillo. Desde luego, apenas se cerraron las puertas, el rubio comenzó a lanzar un montón de hechizos para espiar y escuchar lo que pasaba allí dentro, decidió ignorar deliberadamente las miradas de las chicas mientras lo hacía.
—¿Qué?— dijo una vez se dio vuelta hacia las otras dos chicas —Estoy seguro de que hay algo más, si no lo sabemos no podremos ayudar— fue todo lo que dijo, tal vez sus métodos Slytherin era lo que las incomodaba. Susan lo miró con sospecha, y Luna... bueno, ella solo sonrió como si estuviera al tanto de algo que él no. Entonces con una seña, Draco les pidió silencio y se acercaron para poder escuchar mejor.
Dentro de la oficina la cosa era completamente diferente, Hermione había comenzado a temblar y se abrazó a sí misma con el miedo pintado en sus facciones. Pero... ¿Porqué lo sentía? Estaba mal. Tan mal. No debería ser así. No debería ser ella quien temiera.
Se despidió de su vergüenza, así como lo hizo con sus instintos... en los últimos días también se despidió de cuerpo corriendo hacia el desenfreno.
Compartiendo a la muerte.
Incluso si la lastimaban, no importaba, porque ella ya estaba muerta.
Las lágrimas que caían por su rostro se detuvieron. La asquerosidad... Ella estaba asqueada de cuidar las huellas grabadas en su piel. Ésta vez el odio se filtró en su rostro y sin decir una sola palabra comenzó a quitarse la túnica, con ella su camisa también cayó al suelo y solo quedó con su sostén, su falda cubría parte de los hematomas que habían en sus caderas, formaban lo que parecían dedos.
Hermione miró con sus brillantes ojos marrones llenos de ira a su jefa de Casa, que miraba casi horrorizada las marcas de arañazos en su abdomen, las marcas de dedos en sus caderas, en sus brazos, cuando la chica se giró, notó entonces la gran mordida que había en sus omóplatos.
—Después de que Harry nos llamó para ir a la cámara de los Secretos, todos los prefectos nos reunimos en la Sala de Menesteres, no tardamos demasiado por lo que una vez terminado el asunto me dirigí a la sala común— su voz era fuerte y ninguna emoción se filtraba, desde el pasillo, el rubio tenía un muy mal presentimiento de lo que se venía —Todo estaba demasiado callado, y me pareció muy raro, pero no hice caso, tenía que leer los folletos que me dio Harry— hubo otra pausa. La profesora McGonagall seguía en shock, no podía entender qué le pasó a ésta chica para que estuviera así, no entendía nada.
—Ron me emboscó cuado me dirigía a mi habitación, empezó a gritarme, a gritar cosas estúpidas y yo lo ignoré, éso lo enojó más— la mirada de la chica bajó al suelo recordando todo —Me tomó con fuerza de la muñeca y me hizo ir hasta su habitación. Seamus y Dean estaban ahí pero cuando nos vieron simplemente salieron, no trataron de ayudarme— su voz se quebró con la última frase y el corazón de la mujer mayor se apretó. No. ¿No podía ser éso, verdad?
—Intentó besarme a la fuerza. Diciendo que ahora que era la perra de Harry y de Malfoy no habría necesidad de contenerse— apretó con fuerza sus manos en puños —Intentó hacerlo, no lo dejé, pero él es más grande y más fuerte que yo, rompió mi camisa y comenzó a acariciarme con fuerza, cuando vio que no iba a ceder me tiró a la cama, empujó mi cabeza contra el las sábanas y mordió mi espalda, para que tuviera una marca suya en mi piel y no lo olvidara jamás— su cuerpo volvió a temblar, la mujer mayor sintió sus sus ojos picar —Escuché cuando su cinturón caía al suelo, escuché cuando el cierre de su pantalón era bajado, lo escuché todo...— un tembloroso suspiro salió de sus labios —También escuché cuando el hechizo aturdidor salió en un susurro de la boca de Neville, no logró hacerme nada, no gracias a Neville que llegó a tiempo, yo le pedí que no dijera nada, solo quería olvidarme de todo éso y alejarme, pero Ron sigue yendo tras mí, intenta hablarme, intenta acorralarme por los pasillos, ahora ya no teme porque no está Harry, y tengo mucho miedo— confesó, justo en ése momento la puerta se abrió con fuerza al grado de que ésta rebotó por la pared y casi se quebró. Draco Malfoy se veía fúrico, su cabello estaba mucho más claro de lo que ya era y sus ojos comenzaban a ponerse completamente negros.
La dolorosa tentación corriendo por sus venas, ¿Pasaría algo si buscara misericordia? Por supuesto que no, su mente gritaba por venganza, por destrozarlo. No pararía hasta obtenerla.
Controlando su expresión de enojo se quitó la túnica y con ella cubrió el cuerpo de Hermione, miró con toda su ira contenida a la mujer mayor.
—Como heredero de uno de los veintiocho sagrados, te pido a ti, Minerva McGonagall como mi segundo para enfrentarne a un duelo Mágico contra Ronald Bilius Weasley— su profunda voz era baja, pero llenó el ambiente dentro de la oficina, atrás suyo, Susan se veía inmensamente dolida por Hermione y todo lo que pasó, Luna se veía seria y era aún más extraño la frialdad en sus ojos. —Ése vil hombre ensució el honor de mi compañera, y como ella no es una sangre pura no puede exigir el duelo en compensación a su nombre mancillado, pero yo sí— sus ojos negros; una clara muestra de su herencia veela activada, no se despegaron de los ojos de la Jefa de la casa Gryffindor.
—Señor Malfoy, piense muy bien en lo que está por hacer— advierte la mujer, no por que quisiese detener al chico realmente, o porque quisiera defender a Ronald, sino porque si perdía, el pelirrojo podría pedir a Hermione como botín. —Es peligroso si llega a perder— había sabiduría tras las palabras de la mujer y Draco asintió en consideración, pero no dio un paso atrás en su decisión.
—Pelearé, no pienso perder ante un animal que corre desenfrenado hacia el cuerpo que desea— frunció profundamente su ceño al ver que la mujer asentía y le daba unos minutos a solas a los jóvenes, ciertamente no sería la primera vez que un alumno desafía a otro o incluso a un maestro en la historia de Hogwarts. Salió al pasillo antes de dar un suspiro, estaba demasiado vieja para éso.
Por otro lado, Draco se giró hacia Hermione, que permanecía en silencio, las otras chicas habían agarrado su camisa y túnica y la leona se la puso, mas la túnica de Slytherin permanecía en sus hombros.
—¿Por qué?— pregunta con la voz rota. Ni siquiera pensaba reprenderlo por espíar, no tenía las fuerzas, estaba tan cansada.
—Por que en los infiernos ardientes, no hay juicio— sus manos subieron con algo de duda hasta las mejillas de la chica, no quería tocarla y que ella reviviera ese horrible momento —No ves nada, porque no tienes ojos. Ni oyes nada, porque no tienes oídos— conectaron las mirada nuevamente —Déjame enseñarte lo que hay detrás del velo de lo que consideras correcto y si te haces fuerte, dejarás de sentir-—
¿Dejar de sentir? Hermione quería éso, dejar de sentirse sucia, culpable, triste, cansada. Recordó entonces aquella época, en la que alguna vez se sintió viva. Pero ya no era así, debía pelear, su cuerpo sabía la verdad, solo debía convencer a su mente... faltaba muy poco, solo debía creer en Harry, debía creer en Malfoy.
—Sí— respondió, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras asentía y solo cuando Draco, en un intento por consolarla la atrajo a su pecho en un abrazo; Hermione se largó a llorar, lloró todo lo que no pudo en ésos días, lloró de tristeza, lloró de culpa, lloró de rabia y se aferró a éste hombre que le extendía la mano invitándola a ya no sentir más.
Tras la llegada de Harry a Hogwarts el dos de septiembre, durante ése día se había decidido que la clases se anularían. Albus Dombledore hervía en ira, el mocoso no solo estaba al tanto de su señoría Potter, sino que también había descubierto que poseía la señoría Gryffindor y Slytherin nada menos. Se sintió humillado cuando el joven lo desestimó y lo amenazó en el gran comedor, frente a esa perra del Ministerio, además, le prohibió la entrada a la Cámara de los Secretos y una explicación.
Hogwarts era su maldito Castillo, él era dueño y señor de ése lugar, no dejaría que un mocoso; el mocoso que él escogió como su arma, le quitara su lugar como el más poderoso.
Esa misma noche, cuando todo el personal se reunió, incluso Hagrid y Filcht, fue solo para que fueran entregados unos libros; duplicados de cuatro originales que les había entregado el muchacho Potter. El mocoso no solo estaba contento con humillarlo, sino que ahora también le quitaría el poder sobre lo que enseñaría a los alumnos.
Había fruncido el ceño cuando materias como Rituales de sangre, alquimia y una materia aún más escandalosa como lo era la nigromancia, aparecía en los libros, pero parecía que éso a los maestros no le importaban cuando la promesa de un aumento salarial, de la aprobación de pasantes de los últimos grados para maestrías e incluso la ampliación del programa de estudios actual con aportes de los propios maestros para sus materias les fue ofrecida.
No negaba que era una buena táctica para mantener a los maestros de su lado, fue por éso mismo que no pudo negarse a evaluar dicho plan de estudio. Sin embargo, no pudo ocultar su sorpresa cuando Pomona le dijo que el plan no estaba a discusión, que Lord Potter lo hablaría con el Consejo de Padres y que él, como director no podría objetar ante dicho consejo y al heredero de dos de los fundadores del Castillo. Fue como si todas sus piezas de su juego de ajedrez fueran eliminadas a la vez y aparecieran del lado contrario del tablero.
Frunció el ceño mientras miraba ése horrible libro con el plan de estudios, estaba abierto específicamente en la página sobre la implementación de una nueva materia; ésta era, ''Introducción a las costumbres mágicas'' y era un curso de dos años que iba dirigido tanto hijos de muggles, como mestizos y aquellos sangre pura que deseasen conocer más de su propia cultura, abarcaba un montón de temas, desde las diferentes fiestas, como Beltane y Samhain, así como la magia familiar, magia del hogar y salas del hogar, era impresionante que su joven arma pudiese crear tan completo programa de estudios. Y lo odiaba profundamente por éso, se estaba volviendo poderoso e incontrolable.
No necesitaba éso, debía poder encontrar al chico, tal parece que estudiaba en otra escuela de magia, según lo que Minerva había dejado escapar en la reunión de aquella noche, las más cercanas eran Beauxbatons y Durmstrang, pero conociendo a Harry no quedaría tan cerca de Hogwarts cuando tenía a dos enemigos cerca (éso, si sus sospechas de que también era considerado enemigo fueran ciertas), la escuela Mahoutokoro estaba fuera de discusión, demasiado lejos, demasiados problemas para adaptarse al idioma, la cultura... aunque eran buenos y famosos por el quiddich, enviaría una carta al director solo para descartar la posibilidad, eso dejaba a la Escuela Uagadou en África, Castelobruxo en Brasil, la Escuela Koldovstoretz en Rusia e Ilvermony en Estados Unidos.
Esperaba ansiosamente que no fuera éste último, no necesitaba que la Presidenta entrometida de ése país volviera a inmiscuirse en sus planes.
Suficiente tenía con lo que pasó hace décadas debido a Gellert.
Y ahí había otro problema, aún no tenía noticias de él y con todo lo que conllevaba la aparición de Harry aún no podía ir a verlo, era innecesario enviar un elfo, la última que lo intentó fue bastante desagradable, tanto para el elfo como para él cuando lo visitó.
Dio un suspiro tratando de pensar en alguna posibilidad para tener de vuelta bajo su control a Harry, por lo pronto debería enviar esas cartas a los directores de las otras escuelas de magia.
Y así lo hizo, apenas envió la última carta con Fawkes, un palido maestro de Encantamiento ingresaba a su oficina, sin haber tocado con anterioridad y sin que sus protecciones alrededor de su oficina le hubieran avisado.
Ocultó la furia tras sus lentes en forma de media luna y con ojos brillantes miró al recién llegado.
—Filius— saludó —¿Qué te trae por aquí?— regaló una de sus sonrisas bonachonas, notó entonces que la respiración de maestro era profunda, como si hubiese corrido una carrera para llegar hasta ahí —¿Sucedió algo?— preguntó ésta vez, un tinte de preocupación filtrado en su voz.
—¡En la torre de Astronomía!— medio chilló exaltado —Unas jóvenes fueron a la torre, encontraron algo y fueron hacia mí, era el primer maestro con el que se cruzaron, es grave, Albus— dijo ya más serio, el viejo mago asintió mientras se levantaba de su asiento, y salían juntos de su despacho, fuera de la habitación estaban dos Ravenclaw de quinto año. Cho Chang y Marietta Edgecombe, ambas estaban temblando una al lado de la otra con sus manos unidas y lágrimas cayendo por sus mejillas.
Un sentimiento de desasosiego comenzó a asentarse en la boca del estómago de Dumbledore, quién se vio tentado a usar legeremancia en las niñas, sin embargo fue apurado por el Jefe de la casa Ravenclaw, quien pidió a las chicas que esperaran allí en lo que él y el Director iban a la torre de Astronomía, a ninguno de los mayores le pasó desapercibido la manera en la que ambas se tensaron en sus lugares solo para asentir y dejar caer más lágrimas de terror absoluto.
Cuando llegaron a las escaleras de la torre, Albus notó un aroma dulce que se extendía hasta el punto más alto, probablemente. A medida que iban subiendo, comenzaron a notar que un camino de flores los acompañaban, todos ellos con hechizos de éxtasis encima, así que lo más probable es que estubieran allí desde hace días.
Cada vez que iban más arriba, las flores iban en aumento; eran lirios, todas y cada una de las especies de lirios que se conocían, juntos formaban un Edén en las piedras húmedas de los escalones y las paredes, el aroma de la flores también se mezclaba con algo más, algo más dulce y empalagoso que aún no podía definir.
A solo unos cuantos escalones del final de la escaleras fue que Albus lo notó, con el corazón en la mano y temblorosas respiraciones lo vio, frente a la ventana que dejaba pasar luz solar y lo bañaba con sus rayos, en medio de aún más flores, incienso, miel y varias ofrendas más junto con un fuego mágico sahrado, el cuerpo de su amante yacía allí, empalado en un hermoso árbol vivo que estaba floreciendo.
—G-Gellert— susurró Albus con una traicionera lágrima cayendo de su ojo izquierdo.
(Supongamos que el amigo de la foto es Gellert xd)
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