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Rôti

Acto XI: Rôti
Parte 1: Del valor de la paciencia y de sus recompensas.

Su cuerpo se sentía pesado, tenía hambre y el olor a orina que impregnaba en el aire le picaba en la nariz, se movía inquieto dentro de la celda, faltaba poco, debía faltar poco para que vinieran por él, ya casi se terminaban los cuatro días desde que fue arrojado a ése agujero olvidado por Dios que era Azkaban, incluso llegaron a poner un guardia dementor permanente frente a su celda en caso de escape, no es que llegara a funcionar; porque él tenía seguidores; tenía corderos que darían su vida por la suya y serían incapaces de abandonarlo, seguidores capaces de producir un encantamiento patronus, capaces de enfrentarse a los dementores para sacarlo de allí. Si de algo estaba orgulloso, era de que siempre había elegido a las mejores ovejas, a aquellas más poderosas, a aquellas más influenciables, a aquellas que lo seguirían al fin del mundo.

Sin embargo, no negaría que comenzaba a ponerse nervioso, los aurores que venían a darle sus alimentos lo miraban de forma ansiosa, con sus brillantes ojos maliciosos, como si esperaran algo. Como si faltara muy poco para que algo suceda, algo probablemente malo para él.

El mal presentimiento de su pecho crecía con el pasar de las horas, incomunicado con el exterior no podía tantear las aguas fuera de la prisión, pero esperaría, Dumbledore no era otra cosa sino paciente, había esperado decadas para convertirse en la segunda venida de Merlín, podría esperar unas cuantas horas más antes de salir de aquel foso del infierno, podría esperar unas cuantas horas más hasta llegar al Ministerio y que su gente lo ayudara a escapar.

Pero la realidad era  que poco a poco, sin que nadie se diera cuenta, el Ministerio estaba siendo tomado por los Mortífagos y Voldemort, cientos de personas se unían a la causa oscura por día y más temprano que tarde la Gran Bretaña Mágica sería tomada.

Desde luego, no fue una sorpresa cuando los aurores de azkaban fueron reemplazados por simpatizantes de la causa, todos esperaban ansiosos el día  en que Dumbledore por fin se fuera, había comenzado de manera lenta pero constante; de alguna manera, todos los jefes de departamento dentro del Ministerio eran simpatizantes o mortífagos marcados, había gente esperando hacer un trato con los duendes, como apoyo en caso de guerra y les serían entregadas todas las reliquias de su gente que fueron tomada como botín por anteriores gobiernos; había mucha burocracia y el proceso era lento, pero parecía ir por el camino correcto. Harry también estaba ayudando; su entrevista para el Quisquilloso se vendió como pan caliente y Xeno Lovegood tuvo que hacer dos reimpresiones más debido a la alta demanda; en ella, Harry relataba lo bien que se encontraban como país ahora que las garras de Dumbledore fueron retiradas del Gobierno, también habló acerca de Hogwarts y de cómo, a pesar de que el viejo de mierda estaba en prisión, las deficiencias en la educación aún se sentían. Y que esperaba que el gobierno hiciera un sumario acerca de todas las leyes en las que trabajó Dumbledore debido a la cantidad de delitos que cometió a través de su posición política y que aquél sumario sería un gran impulso para que los alumnos de Hogwarts pudieran estudiar todo tipo de fantásticas ramas de la magia que ayudarían a impulsar el país como uno de los líderes del mundo de los magos.

Voldemort había sonreído de manera maniática al ver la entrevista, era simple en su forma y no se andaba por las ramas, Harry se había hecho de una reputación como el chico que salvó a Hogwarts de su decadencia, había pruebas más que suficientes para ello. Entonces, definitivamente, dos días después de aquella entrevista, fue publicada una edición especial en el diario El Profeta acerca de cada una de las leyes que Dumbledore había presentado al Wizengamot y como habían afectado negativamente a la comunidad mágica de Gran Bretaña.

El día de la ejecución de Dumbledore sería al día siguiente, nadie parecía encontrar raro como varios de sus más asiduos seguidores no habían intentando nada.

Y Harry rió mientras paseaba por los jardines de Hogwarts con Severus ése fin de semana.

Las cosas iban absolutamente bien, sin embargo, faltaba aún más, una última cosa antes de Dumbledore muera.

La conferencia de prensa a la que Harry Potter había aceptado asistir se había programado para iniciar exactamente ven el momento en que Dumbledore llegara al Ministerio para recibir el beso del dementor (los procesos para el beso eran burocráticos y se necesitaba de un auror y al menos dos miembros del Widengamot presentes en el salón de la muerte del departamento de misterios para realizar dicho proceso), deberían de ser una serie de preguntas sencillas; acerca de Hogwarts, sus pensamientos sobre el Ministerio, incluso proyectos futuros, pero habrían personas enviadas por su padrino para indagar sobre sus pensamientos acerca de la oscuridad, y lo aprovecharía al máximo.

Después de todo, la verdadera venganza contra Dumbledore comenzaría con ésa entrevista.





























—¿Cuántos cerdos de cabello rojizo hemos comido? ¿Tienen un sabor diferente?— preguntó Will mientras preparaban la cena.

Hannibal sonrió, los sentidos de su amado esposo mejoraban con cada día y la ayuda de Lexie como familiar lograba cubrir sus puntos ciegos. Era por éso mismo que, había hecho aquella pregunta, cierta periodista traviesa había ingresado a su casa sin permiso y llevaban días queriendo hacer un pequeño banquete para el tío Jack que parecía andar muy tenso, desde luego,  qué mejor aue ofrecerle la carne de una de las personas que le causaba tantos dolores de cabeza. Había algo poético en ello. Pero sin duda, lo más hermoso era ver aquella vena vengativa de su esposo surgir, sus ojos azules brillaban con malicia apenas velada, Freddie Lounds había estando tentado a su amado esposo con aquél horrible tabloide suyo y ahora debía sufrir las consecuencias.

—No he comido uno en mucho tiempo. Sin embargo su sabor no es algo realmente memorable— con fuerza rompió el hueso dentro de la carne que estaban utilizando para preparar la cena con su hacha de cocina, el sonido llenó el ambiente silencioso —Sin embargo, el miedo y la adrenalina le dan un sabor especialmente dulce, lo único malo es que endurece la carne— William tarareó en aceptación, aún así, sus ojos azules brillaban en complicidad y tal vez con un poco de excitación, no podrían culparlo; escuchar a su amante hablar sobre asesinato y canibalismo con aquellos juegos de palabras que solo ellos entendían ciertamente hacía que las cosas se encendieran más hacia el sur.

Will se lamió los labios mientras continuaba picando las verduras, gracias a Lexie sabía exactamente el lugar donde la intrusa se encontraba y ciertamente gracias a su familiar también había alertado a su hija, que estaba a punto de facilitar la cacería, ¡Y qué fácil! Cuando la presa iba por sí misma a la trampa del depredador.

—Creo que es hora de darle un festín al buen tío Jack— continuó Hannibal y el de ojos azules asintió.

—Ha estado muy estresado las últimas semanas, tal vez organizar un cuadro para él también— Will dejó de picar verduras, el cuchillo permaneció fuertemente agarrado en sus manos —No podemos dejar que olvide quién es el admirador del Destripador— sonrió a su esposo, quién le devolvió una sonrisa aún más amplia al escuchar el jadeó ahogado de la traviesa detective.

—Y ciertamente no debería olvidar al Destripador tampoco, padre— la voz de Abigail apenas se alzó detrás del escondite de la pelirroja de rizos, pero aquello no fue lo que la hizo soltar un grito asustado, no, sino que fue el frío filo de un cuchillo dentado alrededor de su cuello.

—¿Desea ayudarnos a preparar ése festin, Señorita Lounds?— preguntó Hannibal, siempre un caballero, sin embargo, su sonrisa no le llegaba a los ojos y ciertamente el cuchillo en sus manos le daba un aire puramente aterrador.

Freddie ni siquiera pudo pronunciar palabra alguna antes de que una luz roja la deslumbrara y todo quedara oscuro, el comienzo de su pesadilla llegaría cuando despertara.






























Harry sonreía con ojos vacíos a los periodistas frente a él, una pequeña tarima fue establecida en el atrio del Ministerio, a su izquierda, Lord Malfoy se encontraba como un representante de la ICW, Lady Longbotton estaba a su derecha como una representante de la Junta de Gobernadores de Hogwarts y al lado de Lucius, estaba el Sr. Roockwood como nuevo Ministro de Magia, la gente creyó que al ser Roockwood un ex miembro de los inefables; por ende, alguien con muchos conocimientos, sería bueno para dirigir el mundo mágico, y de hecho, no estaban equivocados en sus pensamientos, sin embargo, Augustus no servía a la Gran Bretaña Mágica, sino a Lord Voldemort.

Harry levantó las manos y los periodistas se sentaron en silencio, volvió a sonreír de manera amable mientras comenzaba con su discurso:
—Hoy es un gran día señores— inició —Hoy es el día en que la gran Bretaña Mágica se libra de uno de los peores señores oscuros desde Grindelwald y del ya muerto Lord Voldemort— tuvo que reprimir sus risas ante el estremecimiento del grupo reunido —Albus Dumbledore está recibiendo el beso de dementor en estos momentos, sin embargo, todo su desorden aún permanece— esperó a que los susurros terminaran antes de dar paso al nuevo ministro para que continuara.

—En una reunión privada, Lord Potter me habló de todas las deficiencias que nuestra gran nación tuvo que soportar debido a la dictadura de Dumbledore, no estamos en buenas condiciones como país— dijo de manera contundente, continuando antes de que siquiera los periodistas tuvieran tiempo de formular sus preguntas —Durante cuatro generaciones nuestros padres, hijos y nietos han sido expuestos a un entorno de discriminación sesgada a las criaturas mágicas y todo lo que pueda considerarse oscuros— un nuevo murmullo volvió a alzarse entre los periodistas quienes no sabían si seguir escribiendo desesperadamente en sus pergaminos o saltar a exigir respuesta —Hay estadísticas señores, desde el mandato de Dumbledore, aproximadamente el 87% de los magos practicantes de la magia oscura han sucumbido a la adicción a la oscuridad, ésto, en comparación a su antecesor el Director Armando Dippet con solo un 4% de personas cayendo a la adicción a tal magia en cada año de su mandato, donde recordemos, varias ramas de magia que ahora se consideran oscura aún se enseñaban, es una blasfemia— dejó que los números se establezca en sus mentes antes de ceder nuevamente la palabra a Harry.

—Albus Dumbledore nos negó nuestro derecho como magos y brujas a un familiar al eliminar la clase de rituales de sangre; una gran hipocresía si me lo preguntas ya que él mismo poseía un familiar y había hecho el mismo ritual de sangre que tanto condena para unirse a su criatura— Harry se oía positivamente indignado y los demás, como buenas ovejas lo siguieron en su indignación —El nos privó de una unión del alma con nuestros esposos y esposas al negarse a reintegrar la materia de rituales antiguos, nos negó conectarnos a nuestra magia al prohibirnos festejar nuestras cada una de las celebraciones santas a la magia— su voz cada vez iba subiendo y sus impresionantes ojos verdes mostraban solo una pequeña fracción de su enojo hacia el anciano, y aún así, fue capaz de estremecer a cada uno de los magos y brujas presentes —Nos negó la magia de sangre, impidiendo que familias sangre pura adoptaran a jovenes nacidos muggles excepcionales para aumentar el estatus y la herencia de las familias sangre puras, nos negó la nigromancia y se nos impidió contactar y fortalecer los lazos y las magias con nuestros antepasados, nos negó la oscuridad a aquellos orientados a ella y nos obligó a permanecer como magos de la luz a pesar de la incomodidad y del dolor que aquello causa a la gran mayoría de los magos oscuros—

Un silencio de cementerio llenó el gran salón donde habitaban, incluso el sonido de la pluma rasgar el pergamino de había detenido. Harry se levantó frente a ellos, erguido orgullosamente, con la cabeza en alto mientras decía lo siguiente:

—Soy un mago oscuro—  y el pandemonio comenzó, y Harry los dejó, ciertamente disfrutando del caos que había provocado;los periodistas gritaban en sus asientos por preguntas y respuestas, los más osados incluso hacian declaraciones acerca de su futuro como Señor Oscuro, Harry los dejó, y solo cuando notaron que nada más salió de sus labios, los periodistas comenzaron a mirarse entre sí nerviosos antes de callar y volver a sentarse, el silencio reinó por algunos segundos en el que Harry solo levantó una de sus cejas para nada impresionado con sus acciones —Como decía, una simple prueba de Gringotts me mostró la afinidad de mi núcleo, la magia oscura, desde luego no me sorprendió, siempre fui alguien muy emocional— hubo algunas risitas tensas por aquellos periodistas que conocían el verdadero concepto de la magia oscura, pero no le tomó demasiada importancia, sabían que no podrían ir contra él, y él sabia que lo sabían —Quiero que los estudiantes de Hogwarts, nuestra nueva generación de magos, pueda abrazar su afinidad sin que los prejuicios lo obliguen a ocultar su poder, el prejuicio que todos ustedes me han demostrado momentos atrás— una gran parte de los periodistas tuvieron la desfachatez de parecer indignados pero la mirada enojada de Harry rápidamente los aplacó —La oscuridad no es sinónimo de maldad, señores, soy un mago oscuro y nunca he perjudicado a nadie más que aquellos que van contra los míos o las leyes de ésta noble nación, pueden entender el porqué de mi tristeza hacia éste sesgo de lo que represento— su expresión ahora se volvió durante un momento compungida, solo durante el tiempo necesario para que todos lo notaran antes de ''recomponerse''.

—El tiempo de los señores oscuros se acabó— declaró con fuerza —Voldemort ya no existe pese a lo que Dumbledore haya dicho o me haya influenciado a decir— Harry los miró a todos con sus grandes ojos verdes llenos de seriedad —Y es el momento de renacer como una nueva nación, libre de los estigmas que el Sr. Oscuro Dumbledore sembró en nuestros hermanos y hermanas mágicos, es nuestro momento de despertar, de aprender y enseñar tantos tipos de magias y de establecernos como la mejor nación mágica, por que somos brujas y magos de Gran Bretaña, en nuestros suelos se originó el milagro de la magia y aquí es donde existirá solo lo mejor de lo mejor porque, éso es lo que somos ¿No?— sonrió con picardía a los periodistas mientras ellos se levantaban y comenzaban a aplaudir con entusiasmo, dio una sonrisa nerviosa y avergonzada tratando de delatar su corta edad, era simple; recuérdale a éstas pequeñas ovejas que aún era solo un adolescente a pesar de su notable influencia en el Ministerio. Aún podría ser influenciable y no era implacable, debía jugar sus cartas, pareciendo dócil en los momentos apropiados, pero inflexible en su determinación de hacer lo correcto.

—Supongo que éso sería todo, dejaré que mis compañeros hablen de las nuevas reformas que estamos implementando en Hogwarts, todo ésto con previa aprobación del Wizengamot, el Consejo de Gobernadores, y los retratos de los fundadores, así que por favor, presten mucha atención— sonrió una vez más antes de volver a sentarse dejando que la Viuda Longbotton tomara la palabra.

Fueron aproximadamente otra media hora de la mujer hablando, los periodistas sabían que no deberían de interrumpir si es querían la premisa por lo que se mantuvieron en silencio, escuchando las nuevas directrices acerca de como los alumnos de cuarto año podrán realizarse (no de forma obligatoria) una prueba de afinidad, también las nuevas optativas si estaban interesados, como protección, curación e introducción a las artes oscuras, éstos los tomarían por dos años antes de comenzar el sexto año con Protección avazadas y rompe maldiciones,  curación avanzada y artes oscuras, uno podría salir de Hogwarts como medibruja o medimago y solo necesitaría unos tres años más de estudio para ser un sanador completo, lo mismo con las protecciones y las artes oscuras que, aunque en Gran Bretaña no hubo durante el último siglo y medio, era un campo de especialización bastante respetable en regiones aledañas a las tierras británicas, un Maestro de las Artes Oscuras era regalo codiciado en cada país, sobre todo por que no había muchos, y casi nunca estaban dispuestos a agarrar aprendices; la mayoría recurría al autoaprendizaje y solo en el Ministerio tenían sus exámenes; muchos de los cuales no pasaban a la primera y se rendían y solo unos pocos, aquellos más dedicados eran quienes podrían con orgullo llamarse Maestros de las Artes Oscuras, que Hogwarts ofrezca siete años de educación más uno más para aquellos que deseaban obtener su maestría en una materia con casi ninguna escuela propiamente dicha, no solo iba a traer estudiantes de Gran Bretaña sino también de sus alrededores.

La meta era volverse la mejor escuela en Europa y luego, alcanzar la cima del mundo, en éstos momentos, Dummstrang ocupaba el primer lugar en Europa solo por su grandes maestros en temas como Artes Oscuras, Rituales y Duelos, pero su regla de solo magos sangre pura limitaba mucho el acceso a los magos mestizos e hijo de muggles de las tierras más al norte, en Francia solo aceptaban mujeres y Hogwarts daba mucho que desear desde el final de la primera decada de Dumbledore como director, por lo que la mayoría prefería tutores o aquellos que no podían permitirse el lujo de un par de tutores, el autoestudio era la única opción.

Poco a poco, con el pasar de los años, esperaban convertir a Hogwarts no solo un internado, sino también una universidad, o al menos la mitad del Castillo sería reservado para estudios superiores, con al menos un Maestro de campo para cada tres alumnos para no dificultar el aprendizaje con grupos más grandes, también, esperaban poder admitir a más estudiantes mestizos con sangre de criatura, y aunque el estigma hacia mestizos de duendes, vampiros y hadas es casi tanto como el que reciben los hombres lobo, los planes del Señor Oscuro y Harry lograrían que sean aceptados en la próxima década.

El sueño de un mundo donde la magia sea respetada y apreciada estaba cerca.

El tiempo del Señor Oscuro Voldemort comenzó sus primeros pasos reales con la conferencia de prensa hecha por su sobrino.






















Sus pasos apresurados apenas y eran un susurro en la noche, la nieve había dejado atrás un rastro de tierra mojada y ramas delgadas en los árboles que se movían al son del viento provocando un sonido mucho más fuerte que enmascaraban el ya silencioso andar de la mujer. Su ropa estaba manchada de tierra y sus manos; antes cuidadas por los mejores manicuristas que podía pagar ahora solo eran recuerdos lejanos, con uñas rotas con sangre debajo, estaba tan pálida como un cadáver debajo de toda la suciedas y el cabello grasoso, pero nada de éso podría detenerla, no lo hizo el hambre cuando pasó días sin comer, no lo hizo la sed cuando llegó, no lo hicieron sus heridas, no, ella había sido programada para realizar una serie de tareas en beneficio de su manipulador y hoy era el día, hoy sería el día en que por fin podría liberarse.

Ya sentía las ataduras a voluntad deshacerse, tan cerca, solo una prueba más antes de encontrarse con ellos nuevamente, cara a cara para poder hacerles pagar por lo que le hicieron. Ellos la despojaron de su libre albedrío, y aún así, era capaz de verlo todo y no poder hacer nada, no sabía qué le habían hecho, solo recordaba descubrir una de las peores traiciones por parte de los dos hombres que más quería antes de ver un humo verdoso rodeando su rostro, sus sentidos por un momento se sintieron atontados antes de que su pesadilla comenzara verdaderamente.

Cada orden era directa y tan explícita como solo aquellos monstruos podían hacerlo, ordenes que iban desde sus actividades más comunes como beber medio litro de agua por día y una comida grande cada dos días, hasta cómo ir al baño y en donde, e incluso había una en que le habían pedido que consiguiera un celular quemador e hiciera una llamada a su número privado cuando lo obtuviera, sin embargo, hubo tres órdenes que la dejaron con su cordura al borde del precipicio.

La primera habia sido encontrar un hombre joven, castaño y de cálidos ojos azules, gafas negras, ropa cómoda... muy parecido a Will, debía matarlo, con toda la saña que podía; al pie de la letra había seguido las órdenes que se le impusieron y al menos treinta puñaladas fueron dirigidas al pecho y al rostro del amable hombre que había elegido, fue brutal y sangriento y ella solo quería escapar pero no podía, su cuerpo se movía sin su consentimiento pero aún podía pensar; su mente iba a mil tratando de encontrar una manera de escapar pero no lo encontraba, y solo lloraba mientras veía los cálidos ojos azules aterrorizados tratando de defenderse pero ya no podían.

Y había muerto.






Su siguiente asesinato fue dos semanas después, la orden era clara, un médico de al menos cuarenta años o más, rubio ceniza, acento escocés, un típico hombre de clase alta, a él lo había apuñalado en el corazón, rápido pero con precisión, aquí no había la saña viciosa que tuvo contra el hombre de ojos azules, solo había enojo... y traición.

Ella siempre debía asegurarse de dejar algo que la incrimine, un cabello, una huella, rastros de su ADN bajo las uñas de sus víctimas, algo que llevara a los investigadores hacia ella, debía hacerlo todo al pie de la letra, no podía detenerse, y de éso había pasado una semana, lo único que quedaba era dejarse ver por varias cámaras alrededor de Baltimore, cámaras cercanas a la residencia Lecter, o éso era al menos hasta que recibiera la llamada.

El miedo y la emoción recorrió su cuerpo cuando esa noche había recibido la tan esperada llamada, era su momento de ir y enfrentar a su marionetista.

Ingresó con sigilo a la residencia, una casa que conocía casi tan bien como la suya propia, y sin embargo, reunidos todos ellos estaban en la cocina, esperándola con variadas sonrisas, cada una más aguda que la anterior, cada tan mostruosa como letal, sintió un leve temblor en sus manos.

—Nuestro hijo pródigo regresa a casa— mencionó William, su rostro indiferente y la sonrisa que le regalaba tenía demasiados dientes para considerarse amable, sus ojos fríos solo transmitían peligro. Apenas notó por el rabillo del ojo que Hannibal la apuntó con algo blanco y sintió que sus piernas se debilitaban y caía al suelo como una marioneta a la que le cortaban los hilos que la sostenían. Una consciencia que parecía no estar allí pero que sí estaba y tal vez solo se sintió amortiguada volvió a ella, y solo pudo mirar horrorizada desde el suelo a sus captores.

—Has hecho un gran trabajo hasta ahora, Alana— murmuró el médico acercándose a ella, como una serpiente atacando, la mano de médico la agarró de la mandíbula con fuerza obligándola a mirarlo a los ojos—Pero tu utilidad está llegando a su fin— las lágrimas comenzaron a acumularse en el pálido y demacrado rostro de quien alguna vez fue una de las mujeres mas bellas del círculo del psiquiatra.

—...No— murmuró, negando con la cabeza —No te saldrás con la tuya— susurró con la voz quebrada —No te dejaré— la suave risa de William se escuchó en la habitación y la mujer se giró con rapidez hacia él, tratando de tenerlos a ambos en el foco de su visión. Sus ojos azules eran helados y su sonrisa aguda, podía ver la oscuridad que los rodeaba a ambos, como una de esas criaturas de la noche, listas para atacar a su presa.

—Pero si ya lo hicimos, Doctor Bloom— respondió Will a su último declaración, inclinó levemente la cabeza, Hannibal imitó su acción, dos monstruos a punto de atacar.

—Moriste en mi cocina ése día, Alana— dijo acercándose, una caricia fue dejada en su mejilla por una mano que mató a seguramente cientos de personas —Moriste cuando elegiste ser valiente— sus ojos rojos se conectaron con los suyos y había una expresión enfermizamente cariñosa en su rostro, como el de un padre explicando algo obvio a su hijo; como si ella fuera una tonta pero aún así, tiernamente intentaba sacarla de su ignorancia. Las náuseas comenzaron a invadirla —Cada momento después de éso, fue prestado—

Lo último que vio después éso fue un resplandor verdoso de nuevo, y su cuerpo volvió a moverse en contra de su voluntad, lloró; dejó que las lágrimas cubrieran su rostro mientras atacaba a Will y sintiendo una felicidad enfermiza lograba darle una puñalada en el vientre y a Hannibal le cortaba una mejilla, el cuchillo que había tomado de la encimera de la cocina había destruido aquél perfecto rostro, empujó a Abigail; hasta el momento solo una observadora silenciosa de la escena, hacía un mueble del pasillo golpeando su cabeza, pero sin dejarla inconsciente, la chica volvió a lanzarse sobre ella, ganándose algunos rasguño pero nada más antes de que volviera a caer sobre una mesa de café de vidrio ésta vez, ahora en la sala continua a la cocina Will miraba la escena en silencio, intentando detener el sangrado de su vientre, apenas haciendo una mueca de dolor, Hannibal había llegado a su lado, viendo cómo ella, aún sin un control sobre su propio cuerpo iba hacia la siguiente habitación; donde una amordazada y atada Freddie Lounds era testigo de todo lo que sucedía, la había arrastrado del cabello hasta el centro de la sala de estar y con una respiración agitada comenzaba con su locura de sangre y dolor.

El sonido de las sirenas fue un alivio para la periodista, pero al ver los rostros sonrientes de Will y Hannibal un sentimiento de pavor la llenó, el hombre de ojos azules tomó a su hija, quien envío una sonrisa depredadora a las intrusas antes de que un rayo rojo la dejara caer inconsciente en los brazos de su padre, quien movio su cuerpo cerca de la chimenea y se sentó en el suelo, la niña inconsciente sobre sus rodillas mientras la tomaba en sus brazos dando la ilusión de padre desesperado tratando de proteger a su hija a pesar de estar herido.

Hannibal entonces comenzó a intentar detener a una Alana quien, poseída por el odio comenzó a gritar y arremeter contra Freddie, de quien habían desaparecido las ataduras y mordazas que la mantenían cautiva, pero tarde, pues el cuchillo ya había sido enterrado varias veces en el pecho y los brazos de la mujer pelirroja mientras le gritaba.

Ése había sido el horrible escenario en que los policías habían llegado, viendo al psiquiatra tratando de detener a la mujer quien no dejaba de gritar acerca de mentiras y traiciones.
Lo que provocó que rápidamente los oficiales lo ayudaran a detenerla y esposarla.

—¡Por favor! Mi esposo y mi hija están heridos— habló con urgencia Hannibal, cubierto de su propia sangre y la de Freddie antes de correr hacía un Will tembloroso que no dejaba de abrazar el cuerpo inerte pero aún vivo de Abigail.

Se arrastró hacia un Will lloroso por el dolor y en modo protector por su hija, negándose a separarse y solo cuando logró reconocer a su esposo dejó que los paramédicos se acercaran a él viendo la herida en su vientre abierta y sangrante.

—Abigail...— susurraba el agente con voz perdida —Le golpearon la cabeza, no despierta— lágrimas comenzaron a caer de sus ojos como cascadas —Mi hija— volvió a decir, intentando ir hacia ella de nuevo, solo para ser detenido por los paramédicos quienes trataban de tranquilizarlo diciéndole que sólo se desmayó por el golpe y tenía algunos cortes por el vidrio, pero que por lo demás estaba bien —¿Y Hannibal…?— preguntó, girandose hacía su esposo, quien de inmediato se acercó a él, una gasa cubría su rostro intentando detener el sangrado y le tomó de la mano mientras los paramédicos ayudaban a detener el suyo también.

—Estoy aquí, estamos bien, deja que los hombres hagan su trabajo mylimasis (mi amor)— le susurró con ternura y Will asintió mientras cerraba los ojos y temblaba mientras le quitaban la camisa para ver mejor su herida, la cual no era tan grande, pero no dejaba de sangrar.

—¡Señor! Está muerta— habló uno de los paramédicos que revisaba a la periodista, quien había tratado de escapar yendo hacia la cocina pero no pudo lograrlo, cayendo muerta y desangrada en medio del pasillo que unía la sala con la cocina, había agonizado unos horribles segundos con los paramédicos tratando de ayudarla antes de que su corazón se detuviera debido al shock por la pérdida de sangre.

—Si... si pudieran llamar al Jefe Crawford— pidió Hannibal, sus ojos abiertos enormemente, mirando en todas direcciones por algún posible peligro que aún acechaba por las esquinas en la oscuridad, un agente le dio una pequeña mirada de simpatía antes de asentir.

—¡Es su culpa!— gritó de repente Alana, llenando el silencio oesado con su voz aguda y su mirada desquiciada —¡Escribiendo todas ésas mentiras! ¡Ellos no están juntos! ¡No pueden!— sus ojos azules estaban inyectados de sangre debido a sus lágrimas antes de sollozar con fuerza —¡Ellos no pueden! Se suponía que me querían a mí— y comenzó a llorar amargamente mientras otro oficial la miraba con evidente disgusto para llevarla fuera de la casa hacia una de las patrullas, y el silencio se hizo de nuevo.

Sólo se escuchaba el sonido de los paramédicos haciendo su trabajo y el de los oficiales entrando y saliendo de la casa, Will dio un suave apretón a las manos de Hannibal, quien se giró a mirarlo, y allí, en sus hermosos ojos azules vio un mundo de promesas oscuras, vio el cielo y el infierno que se mezclaban en un sólo ser y Will le sonrió, una cosa aguda y depredadora y sintió que se enamoró de nuevo.

—Pagaliau laisva, mano meile (por fin libres, mi amor)— le susurró con la reverencia de un hombre devoto hacia su Dios, la mano de Will subió hacia la mejilla herida del médico y dejó una caricia dolorosa.

—Mes esame, mano vyras (lo somos, mi esposo)— fue su respuesta, Hannibal le sonrió, algo oscuro y monstruoso asomándose detrás de sus ojos rojos, un amor enfermizo creciendo aún más, la amenaza del mal sobre ellos como una cálida manta que aceptaban, sólo un momento de maldad cubriéndolos antes de que desapareciera, y los ojos agudos ojos llenos de satisfacción sádica por la caza se convirtieron en ojos llorosos llenos de preocupación.

Trasladaron a William en una de las ambulancias debido a que su herida era la de mayor gravedad.
Y Poco después llegó otra donde tanto Abigail como Hannibal subieron, la joven aún estaba inconsciente, el psiquiatra se sentó a su lado, su mano temblorosa presionando la gasa de su mejilla.

—Dobby— susurró en voz baja el psiquiatra, y durante un tiempo no sucedió nada, hasta que sintió una pequeña mano estirando de su pantalón, Hannibal sonrió al darse cuenta de que el elfo se hizo invisible para no ser observado por los dos paramédicos que se encontraban en la cabina de adelante.

—Asegurate de que cualquier pedazo de carne de cerdo de nuestras despensas desaparezcan y vayan al sótano, también asegúrese de que haya una ilusión sobre la puerta, hechizos de no me notes y repele muggles—

—Está hecho, Maestro Conde, cuando llegaron los hombres con carros de luces colores fue hecho— susurró también el elfo.

—Bien hecho, Dobby, asegúrate de infornar a Harry de lo ocurrido, y también a Firenze—

—¡Sí señor, Conde, Señor!— murmuró con entusiasmo Dobby antes de desaparecer en un suave ¡pop! que pasó desapercibido debido a las sirenas de la ambulancias.

Hannibal se recostó contra una de las paredes del vehículo, suspirando mientras cerraba los ojos, el deseo de sonreír satisfecho era fuerte, pero aún debían interpretar la trágica obra de teatro que montaron con su amado Will... con su familia. Solo debía esperar un poco más antes de salir a recorrer el mundo con su amado y con sus hijos, tal vez Italia o Francia, ésos lugares siempre le traían profundos recuerdos felices en su corazón, tal vez ya era hora de demostrarle las maravillas de esos países a sus hijos y su esposo.

 

















Albus Dumbledore observó al chico que debía ser una arma para la Luz encantar a los periodistas como un profesional, vendiendo medias verdades acerca de que la oscuridad era buena y que no había vergüenza en ella y en admitir si uno era oscuro o no, es más, se horrorizó al escuchar todas las nuevas propuestas que traía para su noble Hogwarts ¿Exámenes de afinidad? Aquello ni siquiera se realizaba en los tiempos de Dippet, sí, era una opción y podrías realizarte la prueba en la enfermería, pero como iba escuchando, aquellos exámenes serían casi una obligación, jamás permitiría que su escuela cayera tan bajo, siendo un oscuro refugio para magos tenebrosos. Y ésa maldita viuda Longbotton apoyando todas ésa ideas, estaba claro que ya no era apta para el puesto de gobernadora en la junta. No podía creerlo, sus décadas de trabajo se desmoronaban solo porque el mocoso maldito no pasó el verano con sus tíos como se suponía debía hacerlo.

Por alguna razón, los autores a cargo de llevarlo al Salón de la Muerte en el Departamento de Misterios dentro del Ministerio, lo habían llevado cerca de donde se llevaba a cabo la entrevista, fuertes hechizos de no me notes sobre ellos así como unos collares encantados para que nadie los vea, los aurores lo agarraban con fuerza de los brazos y de la base del cuello obligándolo a observar, escuchando todos aquellos absurdos sobre magia oscura vs maldad y las mentiras acerca de él siendo un señor oscuro, no podría creer la audacia del chico al tratarlo de ésa manera, arrastrando su nombre por suelos, pero él se encargaría de hacerlo pagar. Pese a lo que había dicho, hoy no era el momento de su muerte, sabía que alguna de sus muchas ovejas vendría a ayudarlo a escapar, solo debía esperar... solo debía retrasarlo un poco más.




Cuando el discurso terminó, y Harry se despidió de los periodistas ansiosos por comenzar la edición de sus propias columnas para los distintos periódicos en los que trabajaban, el menor envió un leve pulso de magia a su alrededor, parecía ser que funcionó puesto que inclinó levemente la cabeza y miró en dirección a los auroresy sonrió de manera oscura.

Sus pasos eran pausados y casi felinos, había un contoneo de caderas casi animal hecho no solo para atraer miradas sino que, para mantener una postura suelta y ligera en caso de cualquier ataque, una vez llegó frente a los aurores, quienes aún no revelaban su posición, el chico habló:

—El Jefe Crow me ha dicho que ya tiene preparada la sala, hasta ahora lograron atrapar a tres personas que intentaron sabotear la ejecución, fue una buena idea dar un horario falso— Harry habló en voz baja, casi un susurro —Ahora podemos llevar al prisionero al Salón de la Muerte—

Los aurores asintieron mientras seguían al joven señor por los pasillos del Ministerio, decidieron no tomar los ascensores debido a que ya hubo varios ataques en búsqueda de rescate y muy pocos conocían o incluso usaban las escaleras escondidas tras hechizos también. El camino fue rápido, t antes de darse cuenta ya estaban en su destino, los susurros del Velo de la Muerte podían escucharse dentro de la silenciosa cámara y dentro esperaban dos miembros más del Wizengamot como testigos de la ejecución.

Lord Lucius Malfoy y Lord Rómulo Flint; ambos mortífagos, así como los dos aurores que traían al prisionero y el tercero que custodiaba al dementor para que pudiera besar a Dumbledore, todos se mantuvieron en un silencio especulativo, solo observando no sin demostrar cuán satisfechos estaban con los acontecimientos por suceder. Los Inefables que vigilaban el área bajo hechizos de ocultación también eran simpatizantes de la causa, por lo que tampoco crearían problemas si Harry decidía divertirse un poco con el viejo demente.

No podían cuidarlo, pasar tanto tiempo con su padre, su padrino y Severus desarrolló su vena dramática aún más, éste era su momento de dar su dramático monólogo de villano, y no podía esperar para ello, así que se acercó al viejo saco de huesos con uns sonrisa, se inclinó un poco hacia adelante, como si estuviera a punto de susurrarle algún secreto a Dumbledore, sin embargo, solo dijo una palabra:

—Gané— la sonrisa de Harry se hizo aún más grande al ver el rostro demacrado del hombre frente a él arrugarse en algo feo y enojado, incluso llegando al punto en que luchó por liberarse de sus ataduras, pero no había funcionado antes y tampoco lo haría ahora.

—¡No te saldrás con la tuya!— gritó el abuelo, y Harrt tuvo la audacia de rodar los ojos ante la frase tan cliché.

—Encontrarás, mi muy poco estimado Dumbledore, que, de hecho, ya lo hice— le dio un pequeño golpecito en la nariz con la punta de su dedo índice, su sonrisa aún presente —Estás fuera del juego, viejo— Harry se enderezó a toda su altura y su expresión cambió.

Sus ojos perdieron su brillo juguetón y la sonrisa condescendiente había desaparecido para ser reemplazado por una expresión fría, casi sin vida, sus ojos verdes lo miraban con aburrimiento y el resto de su expresión permaneció en blanco, solo había desinterés en su postura, sobre todo al encontrarse alisando su túnica y desechando pequeñas motas de polvo imaginario de ella, como si el hombre al que había condenado a la muerte solo con sus palabras no estuviera frente a él. No, no se merecía ni una sola pizca de atención, sin embargo, quería ver la expresión de Dumbledore cuando le contara algunas verdades.

—Realmente piensas que tienes una oportunidad ¿No?— comenzó con un tono de voz plano, ignorando la mirada desafiante del viejo —Provocamos alboroto en tu nombre por las calles cuando fuiste enviado a Azjaban, ¿Usted sabe? Eran mortífagos disfrazados, pero la gente seguía pensado que era tu orden tratando de liberarte— reveló, una pizca de diversión apareció en su rostro tan rápido como se fue —La mayoría de tu orden está en las celdas de nivel medio en Azkaban, te concederé éso de que al menos los elegiste bien, un par dio varios problemas, pero todos fueron eliminados— por fin los ojos esmeraldas se dignaron a mirarlo, notando un leve nerviosismo en el hombre mayor, pero no tanto como quería, por lo que continuó.

—Los únicos que quedaron fueron Diggle, Doge, y Moody— volvió a hablar, mirando indiferente al arco de pidra que formaba el Velo de la Muerte —Durante tu juicio ellos planearon llevarte antes del veredicto, pero ya sabes lo que le pasó a la esposa de uno de tus secuaces, ¿No?— aquí su sonrisa fue aguda y malvada —El caso es que ésta mañana ambos intentaron nuevamente rescarte, pero mis buenos amigos del departamento de Misterios nos ayudaron— dio un saludo general aparentemente hacia la nada antes de que sus ojos volvieran a Dumbledore —Esto no es como hace diez años, Albus, el Ministerio es nuestro, Hogwarts también lo es, mi padrino y yo quemaremos ésta socidad hasta los cimientos y de esas cenizas nos alzaremos nuevamente, oscuros y fuertes y tú legado desaparecerá— como una serpiente atacando, con rapidez la mano de Harry fue a la garganta del hombre mayor —Solo esperamos al último de tus soldados antes de comenzar con tu ejecución— y como si hubiera sido llamado, Alastor decidió irrumpir en la sala de la muerte con hechizos por doquier, sin siquiera mirar si alcanzaban a su amigo o no.

Pero lo estaban esperando, y la potencia de fuego de uno de los mejores aurores veteranos no era nada comprado con los cinco inefables expertos en todo tipo de magia que prestaron sus servicios a la causa. No, Alastor rápidamente fue despojado de sus dos varitas, reducido y silenciado antes de que uno de los inefables pudiera ser visible y lo apresara dentro de unas sogas que inhibían por completo su magia.

—No puedo decir que estoy sorprendido, por que siendo sincero, es algo que esperaba— murmuró a nadie en específico antes de girarse por completo hacia Alastor —Bienvenido— le sonrió brevemente —Y adiós— hizo una seña con las manos, antes de que el inefable que era visible arrastrara a un silenciado Alastor por la sala hasta el Velo.

En un parpadeo el amigo de Albus estaba allí y al siguiente había sido arrojado a traves del Velo, ni siquiera hubo un grito debido a que había sido silenciado con un hechizo, pero hubo un leve forcejeo antes de que todo terminara, el rostro de Alastor mostró pánico durante un breve segundo antes de que el Velo lo arrastrara a través dem arco y su cuerpo desapareciera como espuma de mar.

—Ahí va el último— murmuró Harry antes de encogerse de hombros y girase hacia la forma de Dumbledore nuevamente.

Sonrió una vez que vio el miedo y la desesperación gravado en todo su rostro, la lucha contra las esposas había comenzado otra vez, pero los aurores se mantenían como una fuerza imperturbable hasta que se les diera la orden.

—Solo quedas tú, Dumbledore, todo por lo que trabajaste se arrastra en el barro ahora, la comunidad entera está en tu contra y a mí me ven como su nuevo salvador— aquí Harry soltó una pequeña risita —¿Y sabes qué es lo más divertido de todo ésto?— preguntó, su mirada verde pareció perderse un poco en sus recuerdos antes de volver plenamente al presente —Que cuando mi padrino aparezca, le entregaré ésta nación en bandeja de plata— el anciano pareció incluso luchar aún más contra sus ataduras.

—Probablemente habrá muertes, y muchos heridos, pero ninguna revolución se hace de manera pacífica, la historia nos enseñó éso— Harry sonrió todo agudo y cruel —Pero cuando aquellos en contra se enteren de que sus propios hijos apoyarán el cambio... bueno, ningun mago que se respete obrará en contra de su descendencia, sobre todo cuando serán apenas una minoría— Harry se alejó dos pasos del hombre y lo miró, realmente lo miró, Dumbledore estaba harapiento, se veía cansado y demasiado mayor, sucio y con el peso del mundo sobre sus hombros, le gustaba como se veía, miserable.

—Un verano— comentó, su voz apenas sobre un susurro, tranquila y pausada —Solo hizo falta un verano y que tus dos grandes fracasos se unieran para despojarte de tu reino, de tu poder, ni siquiera lo planeamos tan cuidadosamente como queríamos pero, contábamos con que actuarías de forma desesperada una vez que tu castillo de naipes comenzara a caer, y éso es exactamente lo que hiciste— dio un pequeño asentimiento al auror con el dementor y éste comenzó a acercarse lentamente.

—Comenzó con la muerte de tu amante, para ser un señor oscuro, fue ridículamente fácil asesinarlo en su propio dormitorio— una risa pesada y casi maniaca salió de sus labios —Gellert Grindelwald era apenas un pez grande en una pecera pequeña, una vez que fue puesto en tanque más grande fue devorado, y déjame decirte, éso fue para lo único que sirvió, su corazón era exquisito— los ojos de Harry se volvieron completamente rojos —Su carne goteaba magia oscura, le daba un sabor un poco más agridulce, pero fue una perfecta ofrenda para Severus, sellando su futuro como mi consorte— el dementor habia llegado a su lado, y pese al estremecimiento de Dumbledore, Harry solo se enjuagó la sensación de malestar antes de continuar —Incluso le ofrecí el corazón de Sirius, fue un gran sacrificio para Samhain, lo último que me ataba a mi antigua vida para comenzar una nueva, y créeme Dumbledore, destruiría civilizaciones enteras si Severus tan solo me lo pidiera, me pide tan poco aún, pero estuve feliz cuando me pidió que te diga ésto...— hizo una breve pausa dramática y sonrió —aquella pequeña baratija tuya, ésa que mantenías tan fuertemente escondida bajo una infinidad de hechizos de protección oscuros y claros— pudo ver el terror en los ojos del viejo come caramelos y su sonrisa se amplió —Sí, ése collar con dos anillos de compromiso que te regaló tu amante, ése que contenía una pequeña pieza del alma de cada uno en el anillo del otro, pues bueno...— murmuró antes de meter la mano en el bolsillo de su túnica y sacar un poco de oro derretido y troceado en partes desiguales —Severus te manda sus saludos— le sonrió mientras dejaba caer las piezas de oro y oía complacido el grito del hombre que tanto dolor causó en la vida de muchos.

El viejo continuó luchando contra sus esposas pero los aurores detrás suyo solo lo sostuvieron con mas fuerza mientras lo tomaban de los cabellos para que se encuentre con su destino. El dementor parecía inquieto a su alrededor antes de que el sonido de una fuerte inhalación de aire se escuchara, y los gritos de Dumbledore aumentaron cuando todos sus recuerdos felices comenzaron a ser absorbidos. Gruesas cascadas de lágrimas comenzaron a caer por sus arrugadas mejillas hasta que tuvo un último grito dolorido y una pequeña bola de luz salió de sus labios, el dementor lo tomó con rapidez antes de devorarlo con un hambre insaciable y el cuerpo de quien alguna vez se hizo llamar el mago más fuerte desde Merlín, cayó al suelo, su mirada sin brillo se veía perdida y no respondía a ningún estímulo externo.

Los inefables hicieron algunos hechizos en su cuerpo, tratando de documentarlo todo ya que no siempre tenían la oportunidad de estudiar a un condenado al beso. Diez minutos después, dejaron al cuerpo en paz y con otro asentimiento a los aurores, el cuerpo sin alma del anciano fue arrojado también al Velo de la Muerte.

Harry miró con ojos tranquilos todo el procedimiento, desde el beso del dementor; que fue expulsado de su presencia una vez que fue alimentado, hasta los rigurosos procedimientos que realizaron los inefables, todo ésto sin demostrar mucho emoción cuando la realidad era que, por dentro estaba aliviado de que el hombre que hizo de su vida un infierno por fin haya desaparecido.

—Bueno, eso fue lamentable, nada entretenido— dijo Harry a los olvidados Lord Malfoy y Lord Flint —No hagamos éso de nuevo— les sonrió antes de comenzar a caminar fuera del salón de la muerte —No sé ustedes, pero yo tengo un prometido exigente que me espera en casa ahora, así que necesito irme, confió en que ustedes podrán arreglárselas sin mí— ante los breves asentimientos de todos, Harry volvió a sonreír antes de escapar.

Debía ir con Severus y recompensarlo por haber descubierto aquellos horrocruxs, y tenía una forma muy placentera de hacerlo, apenas pudo salir de las salas del Ministerio antes de aparecerse en medio de la calle y volver a aparecerse en medio de los aposentos de su compañero en Hogwarts.

—Bienvenido de nuevo, Harry— susurró Severus detrás suyo, y una vez pudo verlo, la boca de Harry se secó.

Recostado sobre la cama de blancas sábanas de algodón egipcio con solo un pantalón de pijama de seda negra lo esperaba su prometido dispuesto, un gruñido bajo salió de los labios del menor mientras comenzaba a deshacerse de sus túnicas, Severus se arqueó en la cama, dejando al descubierto su cuello y cualquier tipo de pensamiento coherente desapareció de la mente del menor, quien con una rapidez  casi animal se acercó para cubrir el cuerpo del mayor con el suyo. Sus manos frías recorrían la cintura del pocionista sintiendo la calidez de su piel y el estremecimiento del hombre debido a ello, no pasó mucho hasta que sus bocas se unieron y no necesitaron decirse más.

Harry se abrazaba con fuerza a Severus, rasguñando sus brazos y su espalda mientras se dedicaba a besar el delgado y pálido cuello de su amante casi con ternura si no fuera demasiado brusco para ello, el pocionista lo dejaba, encantando con la atención recibida pero entendiendo que el joven pasó por demasiada tensión antes de que el alivio lo inundara demasiadl rapido, él estaba perfectamente bien sacando de su sistema todo ése estrés de la mejor manera que sabían, m tembló levemente cuando sintió la magia recorerlo y sus pantalones había desaparecido, así como la camisa de Harry, por lo que se dedicó a acariciar la espalda y el pecho del más joven con cariño, no olvidando dar pequeños rasguños a sus pezones, diafrutando de la forma en como su respiración se interrumpía debido a los pequeños latigazos de placer en aquella zona.

Se arqueó en la cama cuando sintió unos resbaladizos dedos en su entrada, apenas masajeando su anillo de músculos antes de que el primer dedo ingresara; abrió aún más las piernas sintiendo de repente que Harry tampoco traía pantalones; en la bruma de sus cuerpos juntos, y el calor que generaban su pieles sudorosas y juntas no lo había sentido, y aunque nunca habían ido mucho más allá que un breve alivio en forma de masturbación debido a que Harry quería que su primera vez fuera después del matrimonio y él respetaba éso, podía sentir que había algo diferente en la situación en la que se encontraba, Harry se veía como cada pulgada del hombre poderoso que era y se veía dispuesto a someter a Severus con todo lo que podía.

Un gemido bajo salió de los labios del hombre mayor al sentir un segundo dedo ingresando en él, los labios de Harry ahora estaban ocupados en los pezones de su compañero mientras su otra mano dejaba leves caricias en el perineo de su prometido, quien tembló con fuerza al sentir los dedos furiosos rozar su próstata.

—H-Harry...— susurró de manera entrecortada el pocionista mientras envolvía sus brazos alrededor del menor, quien se alejó apenas de su pecho para sonreírle de manera oscura.

Los dos dedos entraban y salían con rapidez de él, siempre recordando rozar aquél punto dulce en su interior y Severus solo podía gemir sin descanso mientras se sostenía de las sábanas.

—Uno más— murmuró con lascivua Harry antes de ingresar tres dedos con poca delicadeza en su amante, quien soltó un grito mitad dolor mitad placer pues, aún apesar de la fuerza desmedida de sus embestidas que aún conseguían llegar a su próstata.

Harry disfrutaba de mirar a Severus deshacerse en gemidos y lloriqueos en las sábanas de su cama, disfrutaba aún más de los brillantes ojos negros perdidos en la lujuria y en algún lugar más allá, nadando en el placer que su mano provocaba. Con un gruñido, Harry comenzó a masturbarse con la escena mientras un dedo más ingresaba en el agujero de su pareja, en medio del placer, Severus logró sujetarse las piernas debajo de las rodillas y alzarlas hasta que su rodillas quedaran pegadas a su pecho, Harry definitivamente disfrutó de la vista de sus cuatro dedos hundiéndose dentro de su amante. Un gemido especialmente desgarrador de Severus lo obligó a ingresar el último dedo, su puño entero ingresando ahora dentro del hombre mayor, la rapidez de las embestidas aumentó y ahora los roces a su próstata no eran pequeños pues, con toda la mano del adolescente dentro suyo; el pequeño manojo de nervios siempre estaba en contacto con su puño.

Las lágrimas comenzaron a caer de su rostro cuando el placer fue demasiado, Severus solo se dejaba hacer, dispuesto a recibirlo todo de Harry, su pene gotente quedó sin tocar y completamente erecto sobre su estómago; goteando pre-semen y a nada de explotar.

Harry por otro lado, miraba al pocionista maravillado, aceptando todo lo que ofrecía y pidiendo más entre sollozos, los músculos alrededor de su puño se apretaban como si no quisieran dejarlo ir, su polla fue olvidada en favor a tomar a su amante del cuello, iniciándose así un vaivén rápido y descuidado de su puño dentro de él. Severus comenzaba a negar con la cabeza mientras sollazaba que el placer era demasiado, que ya no aguantaba más, se veía especialmente hermoso así, con una capa de sudor cubriendo su pálida piel, con sus cabellos negros alborotados sobre las sábanas y con las lágrimas cayendo por su rostro, Harry quería lastimarlo más, por lo que aumentó sus embestidas hacía su próstata, y solo falto tres golpes a aquel dulce lugar antes de que Severus eyaculara con fuerza, su pecho y su rostro se manchó del espeso líquido blanco y sus piernas temblaban con fuerza mientras poco a poco su puño abandonaba el cálido interior de Severus.

Observó fascinado como au agujero intentaba cerrarse alrededor de la nada y con manos suaves ayudo a Severus a bajar sus piernas, acariciando sus muslos y caderas mientras lamía los restos de su semen de su cuerpo y lo limpiaba, el de ojos oscuros seguía temblando levemente, dando pequeños quejidos como si quisiera más pero no pudiera, Harry le sonrió cuando sus ojos se encontraron y lo besó, algo descuidado, con demasiados dientes mordiendo y chocando pero con la misma pasión de siempre, cuando se alejó de él, Severus se veía devastado y hermoso, y Harry solo quería volver a hacerlo todo de nuevo, sin embargo, solo se dedicó a acariciar el pecho y el estómago de amante mientras se masturbaba con la imagen de su prometido satisfecho con sus atenciones.

Severus de giró en la cama hacía él, recién notando que aún permanecía erecto y le sonrió algo suave mientras comenzaba a acercarse al adolescente, pequeños besos suaves fueron dejados en sus muslos dorados mientras sus manos ocupaban su lugar alrededor de la polla de Harry; quien gimió bajo mientras lo tomaba del cabello y acercaba su rostro a su miembro. Severus, siempre complaciente, se dejó guiar, comenzando a lamer perezosamente desde la base hasta el glande, dando suaves mordiscos que lograban que la piel del menor se erizara de placer. Poco a poco fue aumentando el ritmo, siempre mirando cuando podía la expresión perdida de pareja, sus ojos verdes lo miraban con fuego apenas reprimido y su mano enredada en su cabello lo estiraba cada vez con más fuerza, fue cuando Harry levantó sus caderas para dar su primera embestida dentro de la boca del pocionista que, Severus relajó todo lo que pudo su garganta, dio una mirada de brillantes ojos negros a Harry aún con su polla metida en la boca y decidió meterla por completo hasta la base, el menor jadeó, mitad sorprendido mitad complacido, notando como su amante respiraba lentamente por su nariz, por lo que se retiró por completo de su boca, antes de ingresar nuevamente hasta la base; el calor húmedo que rodeaba su pene parecía querer derretir su cerebro y dio todo lo que pudo para continuar con la misma velocidad e ir aumentando de a poco para no lastimar a Severus.

Su precioso Severus, quien aún con una polla hasta la garganta trataba de mover su lengua de forma placentera, gimiendo alrededor de su miembro con la lujuria pintada en su rostro sonrojado. Lo hizo con delicadeza, se folló la boca de su pocionista con su suavidad hasta que ya no pudo aguantar más y se corrió en lo más profundo de su garganta, Severus se tragó su semilla sin desperdiciar nada, limpiando su polla semi erecta de cualquier rastro de semen y disfrutando de la sobre-estimulación, hasta que el mayor terminó y lo miró, con su hermoso rostro sonrojado en complacencia y no pudo evitar decirse a sí mismo lo mucho que amaba al hombre frente a él, y no dudo en decírtelo también.

—Te amo — le susurró una vez que lo ayudó a sentarse en la cama y lo atrajo a su pecho, el mayor se derritió en su brazos.

—Yo también lo hago— le susurró de vuelta, notando que por primera vez, desde el tiempo en que estaban juntos, sintió verdadera paz.

El inició de una nueva era mágica había comenzado ésa tarde, y aquellos que fueron pacientes, como Tom, como Harry, y como el propio Severus, tenían su recompensa. Ahora, solo debían tomar lo que era suyo y disfrutar de los frutos de su esfuerzo.

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