Relevés
Acto XII: Relevés
Parte 1: De los antiguos lazos familiares y de los nuevos.
Aquél día habían pasado un montón de cosas a la vez sin que la gran mayoría de la población mágica lo sepa; desde un traslador internacional ilegal siendo activado en la oscuridad de un sucio callejón por una madre y su hija, hasta emboscadas hechas a magos delirantes en tres puntos distintos de toda la Gran Bretaña, y todo ello se había hecho al mismo tiempo.
Sin embargo, para entender realmente el contexto de aquellos sucesos deberíamos retroceder al menos tres días atrás, cuando el último artículo se Skeeter causó el suficiente furor como para desatar una ola de ataques sin sentido por parte de los Rebeldes.
Parece ser que, hablar sobre la memoria del Señor Oscuro Albus Dumbledore los ponía sensibles, Skeeter se aseguró de golpear el proverbial nido de avispas al realizar una "investigación" sensacionalista acerca de los amoríos de Dumbledore, nombrando entre ellos a Gellert Grindelwald, Newton Scamander e incluso citando a su propio pariente, su sobrino Aurelius Dumbledore; de quien ya mucho se había hablado en el pasado y el Señor Oscuro en ése entonces simplemente había dicho que uno no podía elegir a su familia.
¡Sospechoso! ¿No les parece?
Las consecuencias de éso fue un ataque de magnitudes colosales al callejón Diagon y a Hogsmeade, donde hubo un total de cincuenta heridos y veinte muertos. Lo hicieron el primero de septiembre justo en el momento en que los botes de los primeros años desembarcan frente a Hogwarts con los nuevos primeros años del colegio, y pese a todos los aurores que fueron a hacer guardia en Hogsmeade, la gran mayoría de ellos se encontraba en la estación de King Cross vigilando por actividad sospechosa como precaución, que atacaran el callejón y el pequeño pueblo mágico en los límites del castillo los tomó por sorpresa, la ayuda no llegó de manera inmediata y éso se vio reflejado en el número de muertos, y aunque la pérdida de vidas fue alta, también lo fueron del lado de los Rebeldes pues, la política del Ministerio fue de cero tolerancia, por lo que la directiva del Departamentos Auror fue la de tirar a matar. Quince de los Rebeldes murieron ése día y de entre los rezagados siete fueron aprehendidos. Los contactos del Señor Oscuro Voldemort dentro del cuerpo de los Aurores fueron de gran ayuda durante los interrogatorios, pues de ellos pudieron recopilar toda la información para así, de una vez por toda eliminar a toda la facción de los Rebeldes y que por fin el nuevo orden comenzara.
Durante las reuniones estratégicas estuvieron presentes tanto Tom, como Harry y Severus, así como Lucius y el propio Ministro Rockwood, tenían la información de que lo que quedaba de la antigua Orden del Fénix; entiéndase por Remus Lupin, Minerva McGonagall junto con Nimphadora Tonks y su madre se ubicaban en una cabaña alquilada al Este de Gales, ésta residencia sería como una torre de control, pues las cabecillas de la Resistencia Rebelde se ubicaba ahí, había otra residencia en Irlanda del Norte donde la mayoría de los soldados más viejos se amontonaban esperando órdenes; entre ellos estaban Ronald sin Apellido, el nieto de Elphias Doge y varios congéneres cercanos a Dumbledore, y por último, había un almacén abandonado en Knockturn donde los nuevos reclutas eran citados de forma intermitente, siempre que parecían causar estragos en Diagon lograban escapar con facilidad, ahora entendían que era todo debido a la vía de escape en forma de chimenea en aquel almacén.
Tom estaba extasiado, desde aquellos artículos fríamente calculados por Skeeter, pasó de ser un desconocido y posible señor oscuro a una víctima más cuyo nombre fue manchado por Albus Dumbledore, sus constantes apariciones por Diagon y el Ministerio también ayudo a enaltecer su buen nombre dentro de la sociedad de brujas y magos ingleses. Ahora con su coartada ya hecha, sólo necesitaban eliminar a la resistencia y por fin conseguiría todo por lo que luchó durante más de medio siglo.
Las tropas de mortífagos ya estaban preparadas, Harry iría junto a Tom y Severus en busca de los rezagados de la Orden, mientras que Lucius, Draco y Hermione irían a Irlanda del Norte en búsqueda de venganza, Bella junto con su marido y cuñado liderarían a los que irían a Knockturn y de Nimphadora y su madre; en caso de que llegarán a escapar, estarían esperando en casa Hannibal y Will, tenían preparada toda una fiesta de bienvenida en caso de que ambas mujeres aparecieran y ninguno de la familia lo negaría, estaban ansiosos por la cacería.
Había comenzado con el punto de concentración en Knockturn, su aliado en el departamento de transporte había cortado la red flú del almacén y un par de mortífagos habían alzado una sala anti aparición y anti traslador alrededor de ella antes de siquiera pensar en ingresar al lugar, todos parecían ser novatos y ni siquiera notaron las salas, por lo que fue demasiado fácil, sin embargo, uno de ellos logró lanzar un encantamiento patronus, por lo que supusieron que alertó a los demás del ataque, las cosas iban a complicarse un poco más al resto de los grupos de ataque, pero el que se encontraba allí en Knockturn... bueno, ellos tuvieron éxito en su misión, lograron asesinar a los más poderosos e influyente de ellos y al resto los aturdieron justo después de lanzar un obliviate, los mortífagos se marcharon dejando sólo a Bella y su esposo a cargo mientras esperaban a un escuadrón de aurores simpatizantes de la causa oscura a que llegaran y pudieran llevarse a los aturdidos magos y brujas tomando el control desde allí, la misión fue un éxito y los rumores de la incursión de un grupo de aurores deteniendo a muchos de los Rebeldes se esparció como pólvora alzando la moral de todos los residentes tanto de Knockturn como de Diagón.
Los magos volvían a confiar ciegamente en el Ministerio.
El equipo de Irlanda del Norte lo tuvo más difícil, en el momento exacto en que las salas anti aparición y anti traslador se alzaron, los soldados mayores de los rebeldes habían salido de la casa segura con las varitas en manos y el susurro de los hechizos en sus labios. Durante al menos diez minutos dieron batalla, pero siendo los santurrones que eran ni siquiera usaban hechizos grises u oscuros, lo más fuerte que utilizarían contra los mortífagos sería un reducto o tal vez una bombarda, mientras que sus contrincantes; que eran menores en cuanto a número pero con más potencia de ataque, utilizaban todo el arsenal de hechizos tanto oscuros como claros por lo que los Rebeldes poco a poco fueron retrocediendo hasta el punto en que intentaron aparecerse solo para descubrir que ya no podían hacerlo debido a las salas que fueron puestas con anterioridad.
La batalla era encarnizada, aquellos con más habilidad en duelos trataban de enfrentarse a Lucius Malfoy que, aunque el rubio creía que era una pérdida de tiempo dado que la diferencia de habilidad era mucha, no subestimaba a sus enemigos, eran muchos y aunque débiles, la multitud podría superarlo si dejaba de concentrarse y no lo daba todo. Un arcoiris de hechizos pasaban volando sobre sus cabezas, y aunque el Malfoy mayor los esquivaba o evocaba un protego más de un difindo había logrado cortar sus brazos y espalda, los escombros de las explosiones a su alrededor también lograron golpearlo un poco pero sobreviviría, lo haría, se dijo, notando como las fuerzas enemigas iban cayendo.
Un poco más lejos de donde se encontraba, su hijo se hallaba en una batalla igual de difícil contra Ronald Sin Apellido, quien pese a que ya no era un Weasley, sus primeras apariciones como parte de la rebelión fueron cuando aún poseía el apellido, por lo que la ofensa y la vergüenza de su comportamiento había recaído en él, era personal, todos los mortífagos lo sabían y el rubio adolescente había tenido los cojones para pedir por la muerte de Ronald bajo su varita al mismo Señor Oscuro, por lo que nadie se interponía en aquella batalla, con excepción de aquellos rebeldes que intentaban ayudar a uno de sus generales, pero éstos eran rápidamente eliminados por los mortífagos de los alrededores.
Habían planeado atacar como una unidad, por ello era que estaban tomando rápidamente el terreno, para cada mortífago había al menos cuatro pares de ojos que le cuidaban la espalda, se aplicaban a todos y los Rebeldes no podían contra la gran defensa pues nunca tuvieron una estrategia de ataque contra una situación como aquella, por lo que cada uno iba atacando como podía y en solitario.
Ron convocaba todo lo que podía mientras recibía los hechizos del rubio de frente, algunos los esquivaba pero había pasado a una ofensiva más que nada, podría ser un gran estratega, pero luego de haber perdido la mitad de su magia ya no tenía aquél impulso que poseía en su magia por lo que era mucho más difícil mantenerse al día con Draco, que enviaba cadenas de hechizos casi ridículas pero muy efectivas, durante sus duelos de práctica con Harry aún no entendía como podía enlazar un hechizo de atar cordones con un cruciatus de todas las cosas y un difindo, pero servía, y éso era lo que importaba había dicho el de ojos verdes a su pequeña audiencia aquella tarde.
Hoy estaba dando sus frutos, Ron estaba seriamente desconcertado por el hechizo de burbujas que fue lanzado a su cara antes de resbalar con un glacius y caer sobre su espada donde recibió un fuerte hechizo punzante sobre su esternón que lo dejó sin aire.
Draco lo miró sin decir una palabra mientras le lanzaba un petrificus totalus y notó; gracias a una mirada superficial a sus pensamientos que, ciertamente creía que ésta sólo era una aventura más para buscar la gloria, ni siquiera parecía racionalizar el hecho de que era una guerra, y que en las guerras si uno era un inútil o un estúpido, moría.
El hechizo de corte en su garganta dejó en claro su punto, su venganza había sido saciada y, dando una mirada general al lugar notó que la operación parecía haber sido un gran éxito, sólo con algunos heridos y casi ninguna muerte del lado de los mortífagos.
Draco esperaba que en la zona donde estaba Harry, Severus y el Señor Oscuro las cosas vayan igual de bien, sabía que la ubicación a la que iban tenían a los magos más capaces y hábiles de la rebelión, el factor sorpresa les daría una ventaja, pero sólo una pequeña, el resto dependía enteramente de ellos y rezaba a la Diosa por la protección de todos ellos y su victoria.
Harry estaba en su taza de té, cualquiera que se cruzara con sus ojos rojos y su suave sonrisa sólo podía sentir el terror recorrer sus venas, pese a la elegancia de sus movimientos clínicamente calculados, había un salvajismo innato que no hacía mas que enamorar aún más a Severus en los pocos momentos en los que podía permitirse el lujo de observarlo en campo de batalla.
Había algo completamente inefable en Harry atacando a sus enemigos, como si estuviera danzando bajo la luna mientras los hechizos salían con rapidez de su varita, la sangre parecía enloquecerlo, notó Severus, lo devastada dejándolo enardecido y en sus ojos podía ver la excitación mientras relamía sus labios. Sin pensarlo siquiera el hombre de negro dejó de lado sus inhibiciones, hacia mucho que Harry había querido una elección y el propio Severus la había tomado, y cuando se tomó el tiempo de mirar realmente lo que había hecho... de mirar a todos esos magos tendidos en el suelo lodoso de aquella escondida cabaña, se sintió feliz. No había vuelta atrás para la transformación que había sufrido, y ése conocimiento fue extrañamente liberador cuando el pocionista sintió que la adrenalina se filtraba por su cuerpo.
Se sintió liviano, libre, como una bestia liberada de una jaula, que chasqueaba los dientes para asegurarse de que todavía funcionan. Cuando miró a Harry, el supo que el más joven también lo sentía. Por que Harry lo estaba mirando, con ojos brillantes y la piel teñida en rojo; un suplicante cubierto de sangre de rodillas ante un dios vengativo.
-Mi Severus- pudo leer en el movimiento de sus labios, y sólo pudo sentir la alegría detrás de aquellas palabras que no pudo oír, sintió el cariño detrás aunque su corazón se apretó ante la idea de que otras personas fueran testigos de toda la gloria del precioso muchacho que ahora se acercaba a él, lanzando rayos verdes de su varita como si sólo estuviera espantado moscas.
"¿Qué necesidad tienes de otros adoradores? ¿No te adoro ya a diario, amado mío? ¿Con sacrifico de carne y sangre para nutrir tu cuerpo, con incienso y mirra destilados en frascos de vidrio para tu placer olfativo, con sedas a medida que llevas tan bellamente? Si todavía los encuentras queriendo, querido mío, sólo tienes que preguntar, y daré mi vida para complacerte "
-Estás mirando de nuevo, Severus- habló Harry, enviando un hechizo que hacía hervir la sangre de la víctima detrás del hombro del hombre mayor sin que éste se estremeciera ni un solo ápice.
-¿Cómo?- preguntó el pocionista, levantando un escudo en forma de cúpula alrededor de ambos, logrando desviar al menos seis hechizos enemigos a la vez.
-Como si fuese lo más cautivador de toda ésta escena- murmuró contra los labios del mayor. Y todo su cuerpo se había encendido con la adrenalina de una multitud de corrida de toros, ansioso por presenciar la carnicería escondida detrás de ésos brillantes ojos verdes.
Y Severus se encontró en la necesidad de animar, de decir "¡Vamos! Carga hasta que vea el color rosa de su grasa, hasta que sus ropajes se pusieran rojos y pesados por la sangre. Que magnífico serías, querido muchacho, que precioso serías mientras te beso y adoro tus labios"
La respiración del mayor se volvió temblorosa, con sus ojos oscuros fijos en su amado pero aún así consciente de la batalla que se cernía a su alrededor. Al enfrentarse a una criatura tan hambrienta como Harry, el pocionista no pudo mas que sentir una peculiar sensación de bondad y alarma. Una bestia así podría resultar demasiado peligrosa para que él la controle. Y ni siquiera se atrevería a hacerlo.
- No puedes controlar la divinidad, mi amor- le habló Severus, una expresión de puro deleite hacia el joven frente a él -Solo te puedo adorar y esperar que tu bendición sea de alegría y no de sangre hacia mí- dejó un casto beso a su mejilla antes de alejarse para continuar atacando a los enemigos. Aunque el pensamiento lo hizo detenerse apenas un breve momento, porque las vívidas imágenes no parecían una mera metáfora. Continuó con su misión, con la sensación de que parecía una verdad irrevocable.
Y él estaba perfectamente con éso. Sobre todo al escuchar la deliciosa risa que Harry le había regalado junto con las palabras más condenatorias que se había alegrado de oír.
-La alegría y la sangre siempre son son lo mismo, mi amor, una bendición para ti de mí-
Estaban sucediendo demasiadas cosas a la vez, hechizos iban y venían, cuerpos cayendo inconscientes o muertos en el lodo sanguinolento, gritos de hechizos, gritos de alegría sádica, gritos de dolor, y en medio de todo éso, Tom notó no sin cierta satisfacción como madre e hija se ocultaban es un pequeño y oscuro callejón antes de desaparecer. Envió chispas rojas hacia donde se encontraba Harry para hacérselo saber. Ahora, sólo debían acabar con los miserables rebeldes e ir a casa a festejar.
Era el gran día, hace apenas día y medio habían mandado un traslador a Andrómeda, esperando que pudiera sincronizar con el ataque de los mortífagos. Provocarían una situación en la que la mujer no tuviera otra opción más que aceptar el traslador que su primo desconocido le había enviado luego de oír sus temores acerca de la persecución a la que eran sometidos los Rebeldes. Desde luego, esperaban que Andrómeda y su hija Nimphadora utilizaran el traslador, sin embargo el tercer invitado había sido una sorpresa, lo bueno era que estaban preparados, Harry se alegría de tener al hombre lobo en el sótano.
Todo había pasado demasiado rápido para los recién llegados, en un momento dado estaban en un callejón oscuro y al siguiente estaban en un salón ricamente decorado y luego todo se había vuelto negro.
El ruido de los cuerpos cayendo sobre el piso de madera provocó una especie de regocijo enfermo en Will mientras miraba a las dos mujeres y al hombre lobo. Con una mirada de cariñosa exasperación a su esposo, Hannibal convocó su patronus, enviando un mensaje rápido a Harry mientras Will y Abigail tomaban un cuerpo y los llevaban al sótano con ayuda de Chiyoh, el pequeño elfo de la casa tenía un pequeño encargo y no podían molestarlo, y para la familia no era algo ajeno el trabajo duro. Esperaban ver cómo reaccionaría Harry ante la sorpresa en forma de hombre lobo, estaban seguros que se reservará un par se palabras para el hombre cobarde, después de todo, les había caído mal que, luego de que fuera entregado a los aurores por Greyback hubiera escapado como si nada, tenían algunas teorías que apuntaban a Nimphadora por su habilidad para convertirse en cualquiera, pero nada más, y el último mes había sido un martirio para el grupo que estaba a cargo de volver a ubicarlo, la aparición de la criatura oscura fue bien recibida, no podían negarlo.
Hannibal por otro lado ya podía sentir las ideas comenzando a formarse en su cabeza, creía que podría darle un buen uso a un hombre lobo como Lupin, tenía varias teorías acerca de la maldición que poseía el hombre y ciertamente sus dedos picaban por experimentar, en el nombre de la ciencia, por supuesto, y si el idiota cobarde moría en el intento, bueno, nadie lo extrañaría.
La noticia de que el Departamento de Aurores había realizado una redada a las bases de los Rebeldes de manera simultánea se extendió como pólvora dentro del Ministerio, sobre todo cuando escucharon al ministro Rockwood decir que lo hacían con ayuda de los Inefables quienes prestaron recursos humanos debido a la falta de personal. No era la primera vez que inefables y aurores trabajaban en conjunto, pero sí era la primera en la que se unían a una operación tan grande, los ciudadanos de la Gran Bretaña Mágica se sentían seguros nuevamente, después de todo el caos provocado por el Señor Oscuro Dumbledore, y los crímenes cometidos por el mago que habían puesto a la población en zozobra, sobre todo después de que una investigación reveló que el Señor Oscuro Voldemort fue únicamente invención de Dumbledore.
Las celdas dentro de las mazmorras del Ministerio se habían llenado ése día de los Rebeldes en diversos estados; desde la inconsciencia hasta la heridos de gravedad iban apareciendo con los trasladores especiales que los aurores cuando estaban de servicio. Los medimagos de emergencia del Ministerio tuvieron un día duro, pero pudieron salvar a todos los criminales, los juicios habían sido programados para dos semanas después mientras investigaban las residencias donde se escondían en busca de cualquier tipo de evidencia o pistas o al menos un por qué de su revolución pues, a pesar de todo los meses que pasaban nunca dieron algún indicio de por qué peleaban, parecía que disfrutaban más de la anarquía que de dar algún tipo de mensaje.
Amelia Bones; quien había vuelto a su puesto como Directora del Departamento de Aplicación de la Ley Mágica luego de su secuestro y de su candidatura como ministro, estaba estresada, parecía que los Rebeldes eran incluso más fanáticos que los peores mortífagos. Pero se decía a sí misma que ésto era lo último, los vestigios que Dumbledore había dejado atrás habían terminado, sólo quedaban los Rebeldes y una vez todos fueran atrapados esperaba no obtener más trabajo extra. Había estado bastante sospechosa acerca del operativo, sobre todo cuando uno de sus aurores llegó con aquella idea luego del interrogatorio a Lupin y el resto de los rebeldes hace más de un mes, cuando aún los tenían en custodia. El escape del hombre lobo fue un duro golpe para el departamento, pero aún así, fue un despliegue de arrogancia no mover sus bases de operaciones. Tal parece que los seguidores eran igual de arrogantes que el propio Dumbledore y éso los llevó a la ruina. Era casi demasiado bueno el que pudieran emboscarlos de ésa manera, pero no se quejaba, la operación había sido un éxito y sabía que, quienquiera que estuviera trabajando en contra de estos terroristas, pese a su agenda oculta, estaba haciendo un bien a la comunidad.
No miraría los dientes a un caballo regalado, se dijo, mientras comenzaba a programar los interrogatorios antes de los juicios, empezarían por la cabeza más visible y perseguida de la rebelión, Minerva McGonagall, quería saber que orilló a aquella mujer a convertirse en una criminal o, si siempre había sido de aquella manera.
Lejos de allí, con un pequeño rebote en sus pasos, Harry caminaba al lado de Severus con una sonrisa, parecía que la suerte los sonreía pues, en Baltimore, el juicio de Alana Bloom tendría parte ése día, sus padres y Abigail serían llamados como testigos, así como Jack y el resto del equipo de su papá Will, estaba ansioso por conocerlos, no importaba si no era una ocasión muy memorable, Severus lo acompañaría, amaba cuando el pocionista era tan mezquino y vengativo, era hermoso en su justa furia y Harry sólo podía irradiar amor cada vez que lo miraba. Hoy estaba enfocado únicamente en él juicio de la Doctora Bloom, sabía que su padrino se encargaría de las cosas en Bretaña, estaba un poco ansioso por los experimentos que había realizado para ciertas personas en específico.
Pero ahora estaba aquí, y debía concentrarse en éso. La piedra en los zapatos de su papá Will por fin sería exterminada, Harry estaba feliz de decir que sacó la vena vengativa de su papá; sí, antes ya era lo suficientemente vengativo, pero luego de la adopción de sangre varias cosas se agregaron y en muchas más se parecían, Abigail se estaba convirtiendo en la viva imagen de su padre Hannibal, su rostro ahora era mucho más parecido al de él con sus ángulos afilados y Mischa parecía volver a la familia a través de ella, y si bien Harry ya se parecía bastante a su padre, con sus cabellos rubios y pómulos pronunciados, el mentón y los rizos de su cabello eran todo de Will.
Severus le había dicho lo hermoso que se veía con sus rizos y Harry se había alegrado de no parecerse más a James, por lo que luego de ésa declaración lo había besado el resto de la tarde.
Había una paz y tranquilidad que no habían sentido en mucho tiempo, Dumbledore ya no estaba, aquellos que se oponían tampoco, la identidad de su padrino sería restaurada y su honor con ella, qué importaba sacrificar a algunos de los Rebeldes por ello, sobre todo a Minerva. Harry se había sentido muy decepcionado con ella, cuando la llevó por primera vez a la cámara de los secretos creyó que al menos se mantendría neutral, creía que era una mujer inteligente, pero las apariencias engañan y no era una solo una idiota, era una estúpida si creía que dejaría pasar tales groserías hacia su persona, no era una persona que daría más de una oportunidad, y no se lo dio a la mujer, ella se escapó, pero para su fortuna, tomó la peor decisión al hacerse parte de la oposición, y ahora estaba en la manos de su padrino, y la miraría a los ojos durante su juicio cuando no pudiera decir nada más que lo que la obligaron a decir.
Y no podría hacer nada para remediarlo.
Harry apenas pudo contener su sonrisa mientras miraba a la siempre muy arreglada Dr. Bloom ingresar a la sala, sus ojos rojos parecían perdidos en algún lugar lejano hasta que se posaron en sus padres, donde una rabia asesina la envolvió, incluso llegando al punto de inclinarse con brusquedad hacia su dirección. Varios de los fiscales se quedaron mirando a la mujer mientras su abogado apenas y podía mantener la mueca fuera de su rostro. Aún ni siquiera empezaba el juicio y parecía que todo se iba al retrete por como se estaba comportando la mujer.
Desde luego, a la mujer la habían encontrado en la escena del crimen, había testigos oculares, víctimas sobrevivientes al ataque, básicamente ya estaba con un pie en la carcel. La Fiscalía decidió que primeramente llamarían a los testigos. Hannibal fue el primero; narró los sucesos de la noche del ataque con una mueca de leve temor mientras se negaba a mirar en la dirección de Alana. La situación parecía cada vez peor para la mujer que sólo miraba a todos con el ceño fruncido.
La siguiente fue Abigail, quien con sus grandes ojos celestes y con una expresión de miedo explicó lo poco de lo que fue testigo, la Fiscalía luego hizo el comentario de que Abigail quedó inconsciente tras un fuerte golpe en la cabeza tanto al juez como al jurado.
Donde Hannibal se veía levemente temeroso y Abigail absolutamente aterrorizada, Will se veía confundido y enojado, narró las constantes peleas con Alana, cómo se sintió perseguido por ella en el trabajo y luego como ella los atacó en su casa.
Hubo un receso de veinte minutos en los que Harry se acercó a sus padres a abrazarlos, la perfecta estampa de una familia, Will escondió la sonrisa que apareció en su rostro en el cabello rebelde se su hijo mientras lo apretaba al menor en su abrazo, la naturaleza manipuladora de ambos salía a la luz y Abigail sonreía con cariño mientras Hannibal los veía de manera amorosa.
Siempre era increíble ver a Will y Harry en un momento de unión, utilizando sus poderes innatos de manipulación en las masas, provocando no sólo simpatía, sino también un cierto desdén hacía Alana, que los miraba de manera oscura desde su lugar al lado de su abogado.
La segunda parte del Juicio había comenzado poco después, y ésta vez fue la mujer quien subió al estrado a dar su testimonio, los enormes ojos de Alana estaban recorriendo toda la sala, se veía levemente nerviosa, saltaba ante cualquier sonido fuerte, y aún así cada pocos momentos lanzaba dagas por sus ojos en dirección a Will. No ayudaba a su causa y el abogado le estaba lanzando su propio conjunto de miradas de muerte.
Las preguntas comenzaron.
Hablaron con profundidad de su tiempo antes de la hospital, ella expresó con sarcasmo su preocupación por Hannibal con respecto a su relación con William, sin embargo la forma en la que se expresa no hacía más que dejarla en evidencia debido al desdén ofrecido hacía el agente especial.
-¿Entonces usted siempre estuvo en contra del matrimonio entre Dr. Lecter y Will Graham?- preguntó el fiscal, una mirada curiosa fue lanzada al matrimonio rodeado de sus hijos en las gradas de la sala.
-¡Objeción! Los sentimientos de mi cliente con respecto al matrimonio son irrelevantes- la jueza, el jurado y la Fiscalía miraron con incredulidad al abogado.
- Lo es cuando su cliente casi comete un crimen de carácter pasional, responda la pregunta- insistió la Fiscalía al ver que la jueza no había rechazado la cuestión.
- Lo estaba, siempre hubo algo mal en Will... no era estable, y Hannibal era su psiquiatra, era muy poco ético- agregó, más de uno le lanzó miradas incrédulas por éso, sin embargo la Fiscalía agregó su propio punto.
-Nunca fueron oficialmente médico - paciente y, el señor Will está en perfectas condiciones para el trabajo de campo, tiene la autorización de cuatro psiquiatras, usted incluida- agregó.
Las preguntas iban de un lado a otro, razones complejas y ridículas eran expuestas, la culpa no era un lujo que Alana podría expresar, las compulsiones se lo negaban, no hubo dolor o incomodidad al hablar de los enfermeros que murieron durante su escape, sin embargo hubo algo que puso los pelos de punta al jurado.
-Él me visitó...- había dicho Alana - El admirador-
Hannibal observó con curiosidad apenas velada la expresión de Jack, parecía querer saltar de su asiento y comenzar su propio interrogatorio, pero sabía que no podía, a su lado, William dio una suave caricia al dorso de su mano, y con sólo una mirada de soslayo de sus ojos azules pudo ver toda la diversión sádica apenas reprimida.
-Quería regodearse- había dicho, apenas notando las miradas sobre ella -Tenia los ojos azules y el cabello largo y castaño en rizos, me había dicho que se llamaba Alan- aquí tanto la Fiscalía como la Jueza intercambiaron miradas -Estaba tan decepcionado como yo de las decisiones de Hannibal, estaba tan enojado como yo por Will- y Alana permaneció con el rostro en blanco durante algunos largos segundos.
-¿Señorita Bloom?- llamó la Jueza a lo que la mujer no respondió -¿Señorita Bloom?- repitió y algo de luz pareció volver a la mirada de Alana cuando sus ojos quedaron fijos en William, quien, en su papel de amigo la miró con preocupación o al menos así fue hasta que la dulce Alana intentó; sin éxito cabe aclarar, saltar por encima del estrado y atacarlo.
Las reacciones fueron inmediatas, Will se puso en frente de sus hijos y Hannibal de alguna manera trató de protegerlos a ellos, los policías que estaban a un lado de la mujer no dudaron en usar la fuerza y tomarla por el brazo en una llave y golpea su cabeza sobre la mesa que intentó saltar para llegar a William. Un segundo después llegó el caos, el jurado comenzaban a susurrar con fuerza entre ellos a pesar de que trataban de mantener la calma, la Jueza golpeaba su mazo contra la madera en un intento de llegar al orden, los fiscales miraban de forma intensa a Alana quien aún se encontraba reducida sobre la mesa por los oficiales de la policía y el abogado de ella se veía infinitamente miserable.
Las cosas no iban como nadie lo esperaba.
Nadie excepto los Lecter.
Harry lo miraba todo con expresión seria; acorde al momento, posando sus ojos sobre la bola de inútiles y groseros que conformaban el Tribunal completo del Wizengamot, los odiaba, por todo lo que habían hecho y más, pero amaba a su padrino más que nada y él le había pedido que asistiera a los juicios como un favor, y aunque estaba harto de ellos, no pudo negarse, sobre todo por que su Severus estaría ahí también.
Entonces allí se encontraba, sentado en el área del público, a pocos asientos suyos estaba Arthur Weasley y el hombre se veía demacrado, y no lo culpaba, dos de sus hijos eran la una de las caras públicas de la resistencia y la mayoría de sus amigos o al menos sus conocidos fueron también parte de ella, a su lado Molly no hacía más que llorar por sus pequeños y era absolutamente molesto.
Harry sonrió cuando sintió más que vio a Skeeter acercarse, creía que era sutil pero la verdad es que no lo era ni un poco, pero se sentó y esperó, dejando que la mujer creyera que podría tomarlo por sorpresa.
-Ha pasado un tiempo, Rita- saludó, incluso antes de que la mujer apareciera, escuchó el suave jadeo de la animago antes de que sus rizos rubios fueran visibles.
-Lord Potter- saludó la mujer, sacando su vuelapluma de citas rápidas de color verde tóxico, su sonrisa era viciosa pues, sabía que lo que sea que Harry le diera sería brutal para sus enemigos -¿Tiene algunas palabras antes de que el juicio comience?-
- De hecho- asintió el jovencísimo Lord, dando una mirada general hacia el resto de los miembros del Wizengamot -Espero que el buen mandato del Ministro Rockwood continúe impecable como hasta ahora, creo que todos recordamos al desafortunado ex ministro Fudge y su reinado de terror y corrupción, estoy manteniendo mis esperanzas en este nuevo régimen, por lo que sólo puedo decir que espero que se haga justicia- observó como ceño de la mujer de fruncía en decepción -Sin embargo, tal vez tenga algunas citas con opiniones durante el transcurso de los juicios, la invito amablemente a sentarse junto a mí- ofreció asiento a la mujer como todo un buen anfitrión, justo como su padre le había enseñado.
Entonces el espectáculo comenzó, y Minerva McGonagall avanzó, erguida en toda su altura ingresó a la sala del tribunal con esposas de supresión mágica y con una palidez demacrada en todo su rostro, con una seriedad absoluta comenzó a hablar de conspiraciones en contra de la Gran Bretaña Mágica y de cómo Tom Riddle Jr. sí era Voldemort y estaba tratando de engañarlos a todos.
Como último Slytherin, su padrino había tomado su papel dentro de la política como Lord de la casa fundadora y estaba presente, observando todo desde los asientos más altos de los fundadores.
Todos observaban con ojos desconfiados a la que en su momento fue una de las mujeres de mayor renombre dentro de su mundo y Harry lo observó todo con una pequeña sonrisita hueca y cínica.
Todo el mundo pensaba que el cambio era difícil de implementar. Que el cambio era un precio caro a pagar. Para mejorar el país Harry necesitaba tres factores. Terror, con el que controlaría a la sociedad. La duda de los ciudadanos en el gobierno para forzar un cambio en el poder y la caída de sus héroes para impedir que las cosas volvieran a ser como antes.
Eran tres puntos que por separado eran grandes, juntos lo eran mucho más, pero el trabajo en conjunto entre su padrino y él dio sus frutos. Y el mundo mágico debía agradecer que él no tuviera las tendencias megalómanas de su padrino y su madre, dominar el mundo era demasiado papeleo, sin embargo, le gustaba ayudar al buen Tom Riddle, el héroe de guerra.
Los miembros del Wizengamot eran rápidos para dar sentencia a Azkaban, cada juicio iba más rápido que el anterior, el beso del dementor iba a aquellos que cometían traición, la mayoría de los políticos dentro la rebelión lo recibieron; aquellos pocos que aún apoyaban a Dumbledore, las evidencias saltaban ante sus ojos, pero los ilusos se negaban a creer que su tan aclamado (en el pasado) líder de luz pudiera cometer algún error. No con cierta satisfacción notó a Remus Lupin entrar a la habitación, sus paranoicos ojos dorados lo recorrían todo y cuando cruzaron miradas, Harry le sonrió con los ojos totalmente negros, ansioso por ver al último vínculo de James Potter ser sentenciado a la muerte.
El juicio de Remus fue uno de los más divertidos para presenciar, ignoraba cualquier pregunta mientras sólo miraba a Harry diciéndole que "ellos" habían matado a Sirius, la mayoría entendió que por ellos se refería a los llamados mortífagos, pero teniendo en cuenta que desde el escape de los prisioneros de Azkaban el verano pasado(un incidente que se le atribuyó a Dumbledore también), no hubo ningún otro altercado por parte de ellos, el jurado lo dudaba.
-Hay algo que desee decir, Lord Potter- habló la nueva Jefa de Brujos del Wizengamot, Amelia Bones. Había notado el ceño fruncido del chico y la mueca apenas oculta.
-Si me permite, Madame Bones- la mujer asintió y con un movimiento de varitas una silla fue conjurada para él en su papel de testigo.
-Adelante- lo animó la mujer y los fríos ojos de Harry aterrizaron sobre la figura de Remus.
-El señor Lupin parece tener la creencia de que Sirius Black era inocente de cualquier tipo de delito- comenzó notando como el lobo reaccionó como si lo hubieran abofeteado -Teniendo en cuenta que durante doce años lo creyó un asesino, es un poco irónico, estoy llegando allí...- levantó la mano Harry, silenciando a un viejo fósil del Tribunal -De lo único de lo que Sirius Black es inocente es de haber traicionado a mis padres- declaró y se regocijó al ver los rostros incrédulos de muchos -Pero cada acción después de ello ciertamente fue criminal, como la vez que intentó secuestrarme, eso fue durante mi visita a Hogwarts en el equinoccio de otoño- los ojos de Remus se abrieron con sorpresa, el resto de Lores y Damas también comenzaron a murmurar por lo bajo -Durante mi visita mensual al clan de Centauros en carácter de Señor de Gryffindor fui atacado por Sirius Black en su forma animago-
-¡Eso es mentira!- gritó Lupin -Estaba tratando de salvarte- y entonces Harry sólo miró fijamente, elevando una ceja.
-Entonces ¿estabas al tanto de sus planes?- y Remus cerró la boca de golpe, sin dejar que ninguna palabra mas saliera de sus labios pues, sabía que decía algo más se estaría condenando -Cuando hablaba con el Jefe Magorian, acompañado con mi en ése entonces pretendiente Severus Snape y mi hermana como doncella de compañía; como lo dictaba las antiguas tradiciones sangre pura, fuimos atacados por un enorme perro negro que rápidamente reconocí como la forma animaga de Sirius Black-
-No hay registros de que él alguna vez haya sido un animago- hablo uno de los Lores sentado del lado de la luz, Harry solo alzó una ceja y respondió, aunque deliberadamente ignoró al hombre.
-Tengo registros de que tanto mi padre; James Potter, así como mi padrino Sirius Black y un amigo de ellos, Peter Pettigrew lograron alcanzar su forma de animago durante su quinto año en Hogwarts... para poder pasar las lunas llenas junto con otro amigo suyo, tengo entendido- sus ojos jamás se apartaron de Remus, los susurros nuevamente se alzaron en la sala.
-Al punto al que voy es, Sirius Black intentó atacarme, mi hermana, la querida Abigail que fue entrenada por familiares desde su temprana infancia en el arte de la cacería, afortunadamente iba armada con un cuchillo escondido en la bota que fue de gran ayuda para salvarme tanto a mí como a mi prometido a quien también trató de atacar... mi hermana logró herir parte del costado del animal pero éste escapó, no supimos mas de él desde entonces- un silencio pesado se levanto en la sala del tribunal.
-Entonces entenderán por qué no creo en absolutamente nada de lo que el señor Lupin diga, ciertamente Sirius Black nunca tuvo los mejores intereses en su corazón para mí, mucho menos Lupin, quien me abandonó por más de once años, solo para luego acerca de a mi y otorgarme pedazos de información de mis padres a regañadientes luego de su inserción casi criminal dentro del cuerpo docente de Hogwarts- aquí la mirada verdosa del adolescente se volvió helada y mortal mientras observaba a Remus -Éstas personas son criminales, seguidores de la peor calaña de un mago demente, merecen pagar por cada uno de sus crímenes- y con un último asentimiento hacia Madame Bones, se levantó de la silla de testigos antes de volver a su lugar al lado de Severus.
Lupin se veía cada vez más inquieto a medida que su interrogatorio pasaba, Harry ciertamente lo disfrutaba, sobre todo en la confusión herida que habitaba en sus ojos dorados, cuando el final del juicio se estaba acercando, con sus ojos rojos brillantes, Harry sacó su nueva varita y la hizo girar suavemente sobre sus dedos. La inspiración audible de Lupin causó una sensación de euforia dentro del metamorfomago, sonrió una vez que sus ojos se encontraron y disfrutó de la traición en los ojos del lobo.
Después de todo, los pocos días que estuvo al cuidado de sus padres, solo una persona llegaba al sotano para torturarlo, obligándolo a comer carne humana cruda, un desconocido encapuchado que tenía la misma varita que Harry ahora mostraba.
La realización que golpeó al hombre lobo fue tanta que ni Harry ni Severus estuvieron muy seguros de cómo aguantó el no desmayarse, pero estaba bien, el menor solo le sonrió, con cinismo y frialdad recostándose en su prometido continuando con el espectáculo de mierda de los juicios.
Y Severus ciertamente no se había excitado al ver como Harry ejercía todo su poder manipulativo sobre las masas, desde luego que, aquella caricia al muslo del más joven fue solo un gesto de consuelo y no una sutil manera de obligarlo a mirarle a los ojos donde su pasión y deseo apenas permanecían ocultos.
Por supuesto que no, Severus no estaba tan podrido por dentro.
Fue solo un pensamiento rápido, se dijo, pero realmente comenzó a analizar lo mucho que había cambiado desde que se unió a su prometido, desde luego la semilla que daría inicio a su metamorfosis ya estaba allí, oculta en lo más profundo de su ser, guardada en cajas y cajones bajo llave, para que nadie pudiera verlo, ni siquiera él mismo. Pero entonces el mismo Harry se había transformado y lo había arrastrado junto a él hacia el cambio.
Severus nunca se consideró una buena persona, sin embargo, creía tener límites, creía poder controlar el peor aspecto de su ser. La familia Lecter creía lo contrario, se vio arrastrado por los principios del jefe de la familia y tanto William, como Abigail, así como Harry y él creaban su propio traje de persona a su imagen y semejanza.
La mano de su compañero se unió a la suya en un suave apretón, y piensa que tal vez siempre ha sido una personalidad limítrofe. Todo lo que Severus puede entender es que, ahora mismo está siendo llevado por una corriente de renovación hacia una versión de sí mismo sin remordimientos y desconocida para él. Nunca se sintió como en casa en su propia piel y, sin embargo, el que ha estado diseñando con Harry encaja terriblemente bien.
El más joven dio un suave roce de labios a los nudillos del pocionista apenas se dictó la sentencia de muerte para Remus Lupin en la sala del Tribunal.
-Tenemos que organizar una cena para celebrar éste ítem especial, mi amado ¿Me ayudarías a adquirir la carne?- preguntó el más joven.
Y la media sonrisa salvaje de respuesta que tuvo lugar en los labios de Severus le dio a Harry escalofríos de miedo, placer y deseo ante la magnífica criatura que sería el maestro de pociones después de que se convirtiera en lo que Harry estaba imaginando en su mente, lo besó de nuevo, ésta vez en los labios antes de llevarlo fuera de la sala, aún quedaban un par de juicios más. Pero el deseo hirviendo a fuego lento en su vientre lo había superado y necesitaba un momento a solas con su pareja, si más de uno de los mortífagos encubiertos que estaban entre el Wizengamot les dieron miradas divertidas, ciertamente no les importó, claramente estaban más allá del pudor y vergüenza en ése momento.
Las siguientes semanas habian pasado en un frenesí de juicios y sentencias a azkaban; las masas se dividían entre el júbilo de por fin sentirse seguros y los pocos disidentes que protestaban por las sentencias masivas al beso del dementor y cadena perpetua a azkaban. Pero un periodo de tranquilidad y paz se alzaba nuevamente en la Gran Bretaña Mágica.
En Baltimore las cosas estaban mucho mejor, Alana fue sentenciada a una cadena perpetua al hospital de Baltimore para criminales dementes, donde fue dejada a su suerte en una de las celdas. Jack estaba desconsolado, el pequeño equipo forense estaba inusualmente callado y Will fingía una especie de luto enfermo por la pérdida de su amiga.
-La culpa nos está matando- había dicho una tarde Will a su jefe, Jack permaneció en silencio, era un comportamiento ya normal en el hombre -No quiero seguir así- terminó.
-¿A qué te refieres?- ésta vez Jack levantó la mirada, sus ojos inyectados de sangre clavados en la figura desgarbada de un Will inusualmente desaliñado.
-Míranos, Jack- el más joven los señaló, el maestro había vuelto a pantalones de vestir flojos y camisas grandes y arrugadas, el Gurú no estaba mucho mejor, los montones de vasos desechables de cafe esparcidos alrededor de la oficina hablaban de comportamientos de afrontamiento no saludables -No podemos continuar así, yo no quiero seguir así. Mi esposo y mis hijos me necesitan, tu esposa te necesita- espetó de manera contundente.
El silencio se alzó pesadamente en la habitación y una batalla de miradas y voluntades se llevaba a cabo entre Jack y Will, pero finalmente el empático suspiró, desviando así la mirada.
-No deberías dejar que el trabajo te absorba así Jack, y yo no dejaré que me pase lo mismo- comenzó a hablar mientras tomaba sus pocas pertenencias regadas por la oficina -Consigue unas vacaciones, viaja con tu esposa, deja a los asesinos en ésta oficina porque te está destruyendo, Jack... yo, yo ya solicité un tiempo de descanso, espero que puedas hacer lo mismo- ignoró deliberadamente la mirada acusadora y traicionada del hombre mientras salía de la oficina y se dirigía hacia los laboratorios a despedirse; fue una gran idea haberse acercado más a Berbely en éstos meses, sabía que mientras estaba fuera de Quantico ella lo mantendría al tanto de todo lo que sucedía, ella podía ser así de buena amiga, lástima que no pudiera ser igual de observadora como para saber cuándo la utilizaban.
Dejarían Baltimore por algunos años, los suficientes como para que los hechizos y pociones en Jack se activen para que muera de un infarto o algo igual de mundano, algo lo suficientemente común y predecible como para no despertar sospechas; con el estrés al que el hombre estaba expuesto, a nadie le parecería raro un súbito ataque al corazón. Y Will volvería para el funeral y pediría un minuto a solas con la viuda, con los chicos del laboratorio, rebuscaría cualquier información que le dijera si dejó pistas a alguien sobre el Destripador, sería el alumno afligido de Jack durante todo ése tiempo, y, si las cosas salían bien, volverían para quedarse en su casita de Baltimore nuevamente.
El tiempo que estuvieran fuera lo pasarían en italia, un lugar mucho más cerca de Hogwarts de lo que estaban acostumbrados, solo a un traslador de distancia, lo cual quedaría perfecto ya que, Harry estaría más cerca de Severus y Abigail de Firenze, quien por medio de cartas ya había solicitado permiso a Hannibal para una reunión con el propósito de hablar sobre un posible compromiso.
¿Cómo funcionaría aquella relación? Will aún no lo sabía, pero el centauro hacía feliz a su pequeña, solo debía conocerlo en persona antes de dar el visto bueno, aunque Abigail debería terminar por lo menos sus estudios universitarios antes de pensar en el matrimonio, pero se dijo que habría tiempo de hablar con ello con Hannibal, y con la niña y su pretendiente, aún faltaban unos meses antes de que comenzaran de nuevo las vacaciones de Yule y tanto Harry como Abigail estaban en sus respectivas instituciones aprendiendo cosas nuevas, no los pondría nerviosos con temas tan delicados por cartas.
Cuando llegó a casa, Will había sido recibido por Chiyoh, quien le regaló una pequeña sonrisa mientras estudiaba algunos pesados y viejos libros de runas junto con otros más nuevos de lo que parecía un curso en línea de electricidad.
Hannibal estaba en la cocina y decidió pasar a darle un beso antes de ir a su habitación para ducharse con calma antes de ponerse ropa cómoda y bajar al sotano, donde ya lo esperaba una bandeja de té con deliciosas pastas dejado por Dobby, su increíblemente atento elfo, con una sonrisita, Will se sentó en la cómoda silla y miró hacia una de las celdas ocupadas por dos de las tres mujeres residentes.
-Buenas tardes, prima- saludó, mientras bebía un sorbo de su té, notando que la mirada hambrienta de ambas mujeres no se separaba del servicio de comida -Ha pasado algun tiempo desde que charlamos- dijo, y con un chasquido de dedos Dobby apareció otro servicio con comida más abundante dentro de sus celdas al que no dudaron en meter las manos hasta saciarse.
Pobres de ellas.
Ni siquiera sabían que la carne había sido donada por un traumatizado hombre lobo... en el nombre de la ciencia, y de la curiosidad morbosa de Hannibal, por supuesto.
Will sonrió.
-¿Jefe de Brujos?- preguntó Harry, un poco escéptico de que su padrino, fanático del control deseara solo ser un Jefe de Brujos del Wizengamot y no una especie de... dictador supremo de la Bretaña Mágica.
Voldemort, no, Tom Riddle lo miró con fingida indignación, se encontraban en su habitual visita del té, que era la forma más suave de decir que eran reuniones de dominación mundial, pero desde luego, Tom Riddle no era Voldemort, por lo que él no tenía reuniones estratégicas sobre dominación mundial, obvio no, solo tenía fiestas de té con su ahijado.
-El Jefe Brujo controla el Wizengamot, y el Wizengamot controla el Ministerio- dijo con total convicción el hombre -Con mi nueva reputación no puedo gobernar con mano dura como alguna vez desee- Tom se oía sospechosamente decepcionado de ello -El pobre y desdichado Tom solo busca lo mejor para su comunidad, no puede ser un sádico rey supremo- definitivamente se oía decepcionado.
Harry solo sofocó sus risitas mientras comía un pedazo de tarta, se encontraban en Hogwarts donde, de alguna manera Tom se había hecho cercano a Flitwick, una amistad inesperada pero no menos conveniente, aunque Harry sabía que en el fondo su padrino desea desesperadamente poder conectarse con otras personas, por lo que simplemente se sentó allí, con una sonrisa de suficiencia mientras dejaba que el Lord Oscuro hablara de su nuevo amigo, por que, desde luego, las fiestas del té no eran todo dominación mundial, a veces era simplemente sentarse a charlar.
Y Harry estaba bien con ello, después del año tan agitado que tuvo, solo quería quedarse tranquilo, charlar y tomar el té con su familia y amigos.
Quedaba poco por hacer en Gran Bretaña, sus padres pronto se irían de Baltimore y él con ellos, estaría más cerca de Severus, y su mayoría de edad ya estaba cada vez más cerca, por lo que su matrimonio también y eso ciertamente lo hacía feliz.
Lejos de allí, en Wiltshire, Severus tenía sus propias tareas a realizar dentro de las mazmorras de la tan afamada Malfoy Manor, no negaría que encontraba un placer sádico infringiendo temor a sus enemigos al punto de que no pudieran ni siquiera hablar sino solo llorar, pero ver esas reacciones en un adulto era ciertamente patético.
No es que éstas personas hayan hecho algo contra él, pero al hombre de negro le agradaban mucho sus suegros, y éstas personas no solo habían herido a Hannibal, las mujeres de la habitación lo habían hecho con Will; quien le había abierto las puertas de su casa y de su corazón con tanta amabilidad, no, ésto no era algo que simplemente hacía como venganza personal, no, ésto lo hacía por la familia.
-Buenas tardes- saludó Severus, a los ya tan familiares ojos azules de las mujeres Rosier, un poco más lejos de donde se encontraban las mujeres, el desaparecido Lord Greengrass intentaba hacerse lo más pequeño posible, la pequeña sonrisa de Severus se amplió y las cadenas que inmovilizaban a los prisioneros se apretaron aún más a sus cuerpos.
Ciertamente se divertiría mucho con sus invitados.
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