Acto VIII: Fromage
Parte 2: Del inicio de varios planes.
No podía, no creía que pudiera hacerlo, había recibido instrucciones de Harry, sí, había recibido algunas palabras de aliento del Lord... ¡Por Merlín! El Señor Tenebroso le había dado malditas y jodidas palabras de aliento, palabras suaves y consejos, pero simplemente no creía poder llevar a cabo la misión.
—No creo que pueda hacer ésto— murmuró Draco una vez llegaron a la gran estatua de Griffin que daba acceso al despacho del director.
Estaba confuso, cansado y asustado, habían sucedido demasiadas cosas y aún no terminaba el maldito fin de semana. El sábado se había pasado toda la mañana explicando la importancia de la sangre de criatura en las líneas familiares a Hermione, le reveló el como ésta sangre no humana, limpiaba sus líneas y prevenía las consecuencias tan conocidas de la endogamia, también le explicó qué era un veela y qué eran los compañeros de éstos, la muchacha había absorbido toda la información como una esponja y había hecho sus propias preguntas, le agradaba que no se haya mantenido callada simplemente aceptando todo o manteniéndose en negación, no hablaron de un noviazgo, desde luego su enlace (ya establecido, pero aún sin terminar según los hechizos que le había lanzado Severus) iba más allá de éso, por lo que acordaron pasar más tiempo juntos y que Draco le enseñara más cosas de la cultura mágica sangre pura que nunca pudo aprender; con vergüenza había admitido que no aprendió más por prejuicio que otra cosa, Lucius también aportó información, como la forma en la que Narcissa y él se enlazaron, fue una hermosa historia de amor, según Hermione.
—Hijo— la mano del rubio mayor dio un apretón sobre el hombro del adolescente —Has traído más honor que nadie a la familia Malfoy, no solo por retar a un duelo mágico a un... indigno como lo es Ronald Weasley, sino que, protegiste con tu vida el honor de tu compañera— regaló una simpática mirada a Hermione, que se encontraba al lado de Draco en silencio —Éste es el momento de demostrarle a ésa familia de cobardes quién eres— el rostro del mayor se volvió serio —Ahora eres la cabeza de ésa familia y yo te acompañaré, hijo mío, pero las decisiones las tomarás tú, con tu compañera— agregó finalmente Lucius.
Draco se giró a ver a Hermione, de lo único de lo que no habían hablado era de la comadreja, la chica se veía a leguas nerviosa, la miró detenidamente, intentó transmitir con sus ojos que si no deseaba enfrentarse a su agresor, no tenía porqué hacerlo, pero Hermione era fuerte, más que cualquier chica que haya conocido antes, por eso, no se sorprendió tanto cuando la muchacha le regaló una sonrisa algo incómoda antes de tomar su mano con timidez.
—Estaré ahí contigo— prometió la chica —No todos son unos cerdos como Ron, los mayores son buenos chicos, estarás bien— dio un apretón a su mano y Draco asintió, dio un profundo suspiro antes de murmurar la contraseña y subir las escaleras hacia el despacho de la actual directora de Hogwarts, la Profesora Minerva McGonagall. Tras ellos, Lucius sonreía triste, su pequeño ya no era tan pequeño, era todo un hombre ahora, que se labraba de su propio camino gracias a su esfuerzo, ya no utilizando el nombre de su padre o su apellido en sus batallas, ahora era reconocido como Draco, solo Draco.
Estaba tan orgulloso.
Dentro del despacho de la dirección, habían más personas de la que Draco quiso ver, desde luego, estaban los siete hijos del clan de pelirrojos, más sus padres, había una mujer de avanzada edad sentada más alejada de los Weasley, y la directora con la nueva sub directora, Dolores Umbridge. El rostro de Draco perdió toda emoción y una máscara de indiferencia fue bien puesta, a su lado, aún tomando de su mano, Hermione trató de imitarlo, su rostro no demostraba mucho, ah, pero sus ojos, ésos eran como dagas que se clavaban en Ronald, Lucius permaneció tranquilo, ignorando a todos y todo mientras permanecía de pie tras la pareja más joven, que había tomado asiento en un sillón lo suficientemente grande como para que ambos pudieran entrar.
Frente a ellos, en un sillón mucho más grande, se encontraban los padres de la familia, teniendo en medio de ellos a sus hijos menores, protegiéndolos, como si el último bastardo de su clan no hubiese intentado profanar a su compañera; la mano de Draco comenzó a temblar de rabia, pero Hermione se encargó de tranquilozarlo, pequeñas caricias en forma circular fueron dejados sobre sus dedos y la palma de su mano. Una vez tranquilo, el rubio menor se permitió continuar mirando a los magos frente él, tras el sillón de los padres, de pie, estaban los hermanos mayores, los gemelos y dos muchachos mucho más mayores, supuso que eran el primogénito y el segundo hijo, más cerca de la mujer desconocida que ocupaba una silla individual, estaba Percy, parado tras ella, con su recatado traje ministerial, se veía una clara división dentro de la familia, lo cual era muy probable dado los acontecimientos, por lo que no sería un buen Slytherin si no se aprovechara de éso.
—Buenos días— saludó de manera general, Lucius tras él solo dio un breve asentimiento, Hermione solo pasó una mirada de miedo sobre cada uno de los presentes —Agradezco que haya podido reunir a la familia Weasley con tan poco tiempo, profesora McGonagall— continuó Draco, ahora ignorando por completo a la familia.
Los mayores, junto con los gemelos se veían preocupados, Ron, Ginny y Molly se veían a punto de estallar en gritos y maldiciones, pero la mirada cansada y autoritaria del Señor Weasley sorprendentemente los mantenía a raya.
—Era mi deber como su segunda, Heredero Malfoy— comenzó Minerva —Además, pude avisar correctamente de la reunión ayer por la mañana, una vez terminado el juicio contra Albus Dumbledore, donde tanto Molly como Arthur Weasley se encontraban en calidad de... cómplices— Draco levantó una de sus cejas, sorprendido hacia su maestra, antes de cruzar sus piernas muy elegantemente y mirar a los mencionados.
—Un juicio— murmuró —¿Podría alguien ser tan amable de infomarme de lo ocurrido allí?— pidió, no había burla en su voz, era completamente serio al respecto y los mayores solo pudieron tensarse ante ello.
—Yo lo haré, señor— para sorpresa de todos, quien habló fue Percy, lanzó una mirada envenada a su madre antes de comentarle, paso por paso a Draco lo que ocurrió en el juicio de Dumbledore.
Un tenso silencio se levantó en el despacho, por las miradas de indignación dirigidas a Molly, podría suponer que ninguno de los mayores fue informado sobre la sentencia que había recibido su madre. Draco dio un asentimiento casi mecánico en dirección a Percy antes de girarse a la mujer.
—Vaya... así que no solo crió a un cerdo violador— escupió las palabras, apretó la mano de Hermione cuando sintió el escalofrío que recorrió a la chica por las palabras usadas —Sino que también, es una criminal, intentando que mí compañera fuese regalada a su hijo— un cruel placer lo recorrió al ver la mirada herida de la mujer frente a él, así como Ron, que no paraba de taladrar con sus ojos su mano unida a la de Hermione. —Puedo ver que como madre, y como mujer, sus valores dan mucho que desear— volvió a atacar, Molly ahora se veía rabiosa, con las mejillas rojas y a nada de maldecirlo con su varita —Que su hijo tenga ése comportamiento, es únicamente su culpa. Si no hubiese desplazado a su hijo a un lado, encantada por las grandes hazañas de los mayores, Ronald no hubiese sido como es, ésto es su culpa— dijo Draco, pero luego se giró hacia Arthur —Aunque desde luego, usted no está exento de nada, señor— terminó, las manos de Molly continuaban haciéndose puños, como si deseara tomar su varita, Arthur se veía cansado y culpable.
Un tenso silencio se levantó, los hermanos mayores se veían visiblemente avergonzados por lo cierto de la declaración del rubio sobre su madre; siempre cantando alabanzas sobre cada uno de ellos y dejando en las sombras a Ron, la mujer cerca de Percy, asentía de acuerdo también, la mirada de Draco por fin se instaló en ella con más detenimiento.
—¿Y usted es, Madame...?— preguntó el heredero Malfoy con curiosidad, la mujer se irguió en su silla; como si no hubiese estado lo suficientemente tensa ya.
—Lady Muriel Prewett— se presentó la mujer —Hasta hace unos días tenía bajo mi protección a Molly y su esposo junto con cada uno de sus hijos— Draco asintió contemplativo.
—Entiendo que como antigua cabeza de la familia necesita estar presente ¿Hay algo que desea comentar al respecto de la nueva situación de éstos... magos?— termina. Muriel pasa su dura mirada por todos y cada uno de los hijos del matrimonio hasta quedar en Molly.
—Bueno, puedo decir que tuve el placer de enseñar etiqueta y otros menesteres que cualquier sangre pura que se respete necesite saber a William, Charles y Percival— un pequeño rastro de cariño pudo observarse en su mirar —Los gemelos Frederick y Greoge tengo entendido fueron instruido en lo básico por su hermano Percival ya que Molly decidió que sus hijos menores no necesitarían ése tipo de educación— el rostro de la mujer mayor se arrugó en decepción y algo parecido al asco, como si el solo hecho de mencionar el trabajo de Molly como madre fuera un gran pedazo de mierda maloliente en medio de la habitación.
—Una decisión terrible, por lo que podemos observar— mencionó sorpresivamente Hermione, todas las miradas se dirigieron a ella, quien no dudó en apretar con fuerza la mano de Draco, sin dejarse amedrentar. Había traición y furia en los ojos de Ron, pero ninguno se dignó a darle más de un vistazo a él.
—Correcto, señorita— estuvo de acuerdo Muriel —Molly fue una gran decepción para toda la familia, prácticamente desde su nacimiento. Con el pasar de los años no hizo más que empeorar la imagen que tenía para con la familia— y la pelirroja mencionada se vio visiblemente herida —Es por éso que me gustaría pedirle... como posible aliada; señor Malfoy, que me deje instruir a los cuatro hermanos menores para que se conviertan en magos aceptables útiles para ésta sociedad. Usted es la nueva cabeza de la familia por conquista, como antigua protectora de ésta familia me gustaría que al menos considerara mi petición— pidió la mujer, había algo de humildad en sus palabras, pero toda su postura gritaba que no se dejaría humillar. Muriel era sin duda una bruja que se hacía respetar y la mención de una alianza entre familias era algo... sin duda conveniente, los Prewett pese a ser neutrales, tenían una gran aceptación por la mayoría de las familias luminosas, tenerla del lado de su señor tal vez a atraiga a más de un pobre incauto.
—Entiendo su petición, Lady Prewett, pero sabrá que no podrá instruir a todos ellos, especialmente a Ronald, aún tenemos asuntos que arreglar con él— el mencionado palideció considerablemente, aunque parecía que realmente no dimensionaba su actual situación —Sin embargo, tengo entendido que los gemelos son jóvenes emprendedores, tienen su propia línea de bromas y son innovadoras— sintió la mirada de los gemelos clavarse en él pero su atención continuó en Muriel, un latigazo de orgullo corriendo por los fríos ojos azules de la mujer —Puede que me haya convertido en su señor por conquista, pero no me deleito con el sufrimiento de los demás— mintió descaradamente; la locura de la sangre Black corría por sus venas, y cualquiera que pasara algo de tiempo con Harry también se volvería mínimamente un sádico, pero, no podría mostrarse como un tirano dictador frente a posibles adiciones para el señor oscuro, por supuesto que no... Aún no —No habrá consecuencias mientras no me ataquen de ninguna manera, ya sea a mi familia, mi compañera, o a mí— vio de reojo a los hermanos mayores asentir con seriedad —Por éso me gustaría que tanto Frederick como George pudieran realizar una maestría en pociones y encantamientos, estoy seguro de que más conocimiento podría ayudarles a continuar con su línea de trabajo, desde luego, yo me encargaré de los gastos y, una vez estén listos, podrían comenzar con su propia tienda— la mirada ilusionada de ambos pelirrojos iba de Draco a Hermione, ambos sabían que la chica probablemente había abogado por ellos.
Tan ingenuos.
—Entiendo, yo también podría ayudar con los gastos, no es necesario que pague por todo, Señor Malfoy, después de todo ellos ya son mayores y también sin mis sobrinos— Draco asintió estando de acuerdo.
—Por supuesto, podríamos dividir los gastos, pero deseo que ellos puedan seguir su educación, pero con Ginebra... bueno, ése es otro caso, lamentablemente ha tenido una especialmente mala reputación como bruja y mujer— la chica reprimió un chillido y se puso casi tan roja como su cabello. Muriel miró detenidamente su sobrina. A su lado, su madre boqueaba como pez fuera del agua, incapaz de ver a su niña como la cualquiera que era, cambiando de novios como cambiaba de ropa interior.
—Puedo llevarla conmigo a mi hogar, allí aprenderá el debido comportamiento de una dama, irá durante las vacaciones; en navidad, pascuas y durante el verano hasta que termine toda su educación en Hogwarts— Molly se veía indignada, unos extraños estaban tomando decisiones sobre su hija, como si no estuviera ella allí presente, se veía a punto de saltar como una leona por atacar, sin embargo, fue Arthur quien la detuvo.
—Silencio Molly, escucha lo que tiene para decir— la tomó con fuerza del brazo evitando que se moviera, Molly quiso protestar, pero Arthur solo apretó con más fuerza de su brazo y decidió quedarse por el momento callada ¡Su esposo nunca la había tratado de ésa manera! ¿¡Es que acaso no podría empeorar más!?.
—Creo que has escuchado, Ginebra. No podrás permanecer en el castillo durante las vacaciones, irás a la casa de Lady Muriel donde se te enseñará el buen comportamiento que desde luego no recibiste en tú casa— la chica se levantó, fúrica y señalando groseramente al rubio, Draco levantó una de sus cejas para nada sorprendido, a leguas se veía como una mocosa caprichosa que creía que todo lo obtendría con una pataleta, le avergonzaba saber que hasta hace poco él también fue así, pero maduró y ahora realmente quería dañar a la chica por lo irritante que era; había oído que Harry mató por menos que éso, tal vez debería comenzar con su carrera de asesinato justo ahora, empezaría con la pequeña mierdecilla que tenía frente suyo.
—¡Tú no puedes hacer éso, Malfoy!— gritó la chica, escupiendo su nombre como si fuese el peor de los insultos, Hermione se irguió por completo en su lugar, sintiendo la necesidad de proteger al rubio picando en su interior.
—Obviamente puede hacerlo, la leyes así lo dictan— dijo con una frialdad nunca antes escuchada en su tono, Ginebra arrugó la nariz mientras levantaba el mentón con superioridad y sus labios se curvaban con desprecio.
—Tú ni siquiera eres sangre pura, no tienes nada que ver aquí, traidora— Hermione sonrió de lado con burla y la habitación bajó unos grados en temperatura debido a la magia a punto de estallar de la chica, aunque Draco no se encontraba mucho mejor, su cabello se había vuelto mucho más claro, pero no había ningún otro signo de que su criatura aparecería. Ambos se veían positivamente peligrosos, y Ginebra pensó que tal vez la había cagado más.
—Por su puesto que tengo que ver, Weasley— escupió también su apellido Hermione, aunque con mucho más elegancia que la chica —Fue tu hermano el que inició todo ésto por intentar atacarme y, por supuesto, soy la compañera de Draco, me debes el mismo respeto que a él y estás obligada de la misma manera, por la magia— y con solo una mirada fría, la castaña expulsó su magia lo suficiente para que ésta chocara con Ginebra y la hiciera sentarse con fuerza al lado de su madre, aunque aquello fue una forma bonita de decirlo, prácticamente la chica había salido disparada hacia atrás por la fuerza de la magia de Hermione, y no fue la única, Percy casi calló al suelo y Lady Muriel debido a su edad se veía muy pálida, los demás también estaban pálidos, pero también sorprendidos de la fuerza de la magia de la chica. Minerva miró orgullosa a su alumna, pero ésta no era su pelea, no podría intervenir.
—Espero que pueda hacer algo con ese vil comportamiento, Lady Prewett— Draco habló de nuevo, dirigiéndose a la mujer —Siento que estoy dejando una carga muy grande en sus hombros, tal vez solo debería comprometerla con algún conocido mío, como Marcus Flint o Gregory Goyle, ellos no escatimaran en enseñarle un poco de modales a la... señorita— la amenaza estaba implícita y por la palidez de la chica supo que lo había captado a la perfección.
—Déjeme por lo menos intentarlo éste año con ella, si no presenta mejorías, yo misma podría ayudarlo con la lista de pretendientes— Draco asintió, entonces su mirada se dirigió a Molly.
La mujer se veía cansada, y había furia en su mirar, indignación y tristeza... decepción, cuando cruzó mirada con Draco, una pizca de miedo la embargó, sin embargo, tercamente permaneció allí, con la barbilla levantada ofensivamente justo como lo había hecho su hija.
Las mujeres de la familia Weasley eran realmente estúpidas.
—¿Cuándo planeas comenzar con tu trabajo forzado en Gringotts?— le preguntó directamente, Molly apretó los labios, decida a no hablar. Un hechizo punzante; provenientes de Lady Prewett, y especialmente fuerte le hizo saltar en su asiento.
—Respóndele a tu señor, Molly. No hagas avergonzar a la familia aún más— habló Muriel, con varita en mano.
—El próximo mes— respondió con los dientes entrecerrados y arrastrando la voz.
—Lo harás mañana— ordenó Draco —Y el veinte por ciento del salario que quedará contigo, irá a la cuenta personal de tu esposo, él sabrá mejor como administrarlo— con un movimiento de manos la desestimó y pasó a Arthur, quien solo esperaba pacientemente, como quien es dirigido a la horca y sabe su destino y lo ha aceptado.
—¿Qué planeas hacer ahora, Arthur?— preguntó Draco, y al parecer, aquello tomó por sorpresa al hombre, pero había hecho más que cualquiera por los gemelos así que, ¿Debía sorprenderse? No, y sí, puede que fue más que duro con Ginny, pero no más que cualquier otro mago sangre pura que tenga una hija descarriada.
Así que pensó en la pregunta que le hizo el hijo de Lucius, ¿Qué haría ahora? Dentro del próximo mes tendría dinero suficiente como para pagar maestrías para sus hijos, arreglar la madriguera, quizás comprarse cosas para sí mismo... dio un suspiro bajo.
—Realmente no lo sé aún, estoy seguro de que quiero poder pagar algunos cursos o estudios más avanzados para Bill, Charly y Percy— comenzó, el último mencionado lo miró con asombro, bastante sorprendido —Por lo pronto solo sería éso, estoy seguro de que yo también puedo ayudar con las maestrías de Fred y George, pero haré lo que diga, señor— para él no era humillante estar bajo el cuidado de una familia, quizás Draco Malfoy no era una buena persona de la boca de sus hijos, y ciertamente su padre era muy... vicioso cuando lo quería, pero desde que tomó su lugar como el Señor de su familia, no había hecho nada negativo o al menos nada cruel, no había dicho nada que no fuera verdad. Dioses, ni siquiera había matado a Ron, y es lo que cualquier otro haría si intentarán tocar o hechizar a su compañera, Ronald había hecho esas dos cosas.
—Bien, de hecho iba a pedirle que dejara a los mayores estudiar un poco más, nunca se aprende lo suficiente— agregó Draco —Estoy seguro de que Percival apreciaría tener una pasantía en el bufet de mi padre— si bien, su padre había dicho que no tomaría ninguna decisión por él, ahora definitivamente él estaba imponiendo a su padre, la mano de Lucius se posó en el hombro del rubio menor.
—He oído buenas referencias del joven Weasley durante mis menesteres en el Ministerio, estoy seguro de que sería un muy responsable pasante dentro del bufet— habló Lucius, y Percy, quien aún estaba con los ojos abiertos y muy sorprendido asintió con rapidez.
—Por supuesto, señor— respondió. Y Draco y Lucius asintieron de manera conjunta.
—Si bien no es su área de trabajo, estoy seguro de que serviría como referencia para cuando decida dejar de ser asistente del Ministro— continuó Lord Malfoy —Con una guía correcta, estoy seguro de que podrá ocupar cualquier puesto que desee—
—Muchas gracias señor— habló Percy, miraba a ambos rubios con ojos sospechosamente brillantes, y si bien, se dijo que aquello lo hacía únicamente para tomar provecho después, como lo haría cualquier Slytherin, había algo dentro suyo que reaccionaba de manera cálida ante la docilidad de Arthur y sus hijos mayores, suponía que se debía a la magia del duelo. Él ahora veía por la seguridad de éstos individuos por lo que habría, de una manera u otra, cierto grado de preocupación por ellos, recibían un trato cordial y casi cuidadoso, no esperaba obtener mucho a cambio y sin embargo, estaba conforme con lo demostrado hasta ahora, pero aún no habían hablado del elefante en la habitación, tenía una vena dramática dentro suyo por lo que lo dejaría para el final. Disfrutaba de ver a Ronald Weasley retrocederse cada vez que cruzaban miradas.
—Los mayores— habló de nuevo Draco —¿Quién trabaja para Gringotts y quién con dragones?— preguntó.
—Yo trabajo para Gringotts, señor. Soy William— un chico de una gran cicatriz en el rostro dio un paso adelante antes de dar un asentimiento hacia el rubio.
—¿Qué tipo de trabajos realizas para el banco?— volvió a preguntar.
—Rompedor de maldiciones, señor— Draco asintió de manera lenta, como si lo estuviera pensando.
—¿Has hecho algún curso? ¿Maestría? Algo que certificara que eres un rompedor de maldiciones—William se sonrojo y se vio visiblemente avergonzado.
—Solo hice un curso inicial, luego fui autodidacta, según los evaluadores de Gringotts tengo el nivel de un Maestro de Maldiciones especializado en protecciones y salas. Nunca pude hacer el examen del Ministerio, al principio porque no tenía el dinero, después por que... simplemente estaba acostumbrado— el rubio menor frunció el ceño, luego miró a la Directora McGonagall y a la sub directora Umbridge con confusión, hasta ahora ambas se habían mantenido debidamente en silencio, sin interrumpir la charla entre Draco y la familia, sin embargo, era realmente interesante como éstas personas se conformaban sólo con medio vivir dignamente.
—Joven Weasley, creo que no entiende lo delicado de su situación— comenzó Minerva, se veía visiblemente trastornada por lo todo lo ocurrido hasta ahora.
—Si de alguna manera, usted realiza un hechizo mal hecho y alguien sale herido, usted sería el único culpable y sería enviado a Azkaban no solo por realizar magia de avanzado nivel sin un certificado ministerial que lo autorice, sino por su negligencia— terminó Dolores —Incluso Gringotts debería saber éso—
—Supongo que recibe una cantidad mínima por sus servicios— el asentimiento de William confirmó lo dicho por Minerva —Éso se debe únicamente a que no tienes un título que justifique los honorarios, tu mayor problema ahora es que si no presentas tus pruebas en el Ministerio, podrías ir a azkaban— terminó tajante.
—El Ministerio es especialmente estricto con los Maestros de Maldiciones o cualquier tipo de magia avanzada de ése nivel— volvió a hablar Dolores —Si su jefe de casa está dispuesto a ayudarlo a conseguir su maestría, estoy segura de que puedo dejar pasar éstas pequeñas negligencias—
—Haremos lo posible para que William pueda obtener ése título de maestría— interrumpió rápidamente Arthur, pero Dolores ni siquiera lo miraba, sus ojos estaban fijos en Draco, quien con rostro serio asintió.
—Él tendrá ésa maestría— y no había una sola duda en la voz del rubio menor, y si sabía con anterioridad lo fácil que era atraer a los traidores a la sangre a su bando, hacía tanto que hubiese utilizado éstos métodos —Supongo que tú eres nuestro domador de dragones— Draco se dirigió al pelirrojo de cabellos largos, sus brillantes ojos azules se veían como los de una criatura que es atrapada en la noche.
—Yo soy, sí— murmuró nervioso —Soy Charles— se presentó.
—¿Cómo es tu trabajo? ¿Dónde se encuentra? ¿Has estudiado debidamente para ello?— preguntó Draco, un poco más curioso ésta vez, sin duda ser domador de dragones es impresionante para cualquiera.
—Yo... trabajo en una reserva de dragones en Rumania, tengo una maestría en Cuidado de Criaturas mágicas y un par de cursos certificados de enfermería y magizoología nivel básico— ésta vez todos se giraron a verlo con sorpresa, incluso sus hermanos y padres.
—Puedo ver por sus reacciones que su familia no estaba al tanto de ésta información, Charles. Decididamente usted es el diamante en bruto de ésta familia ¿Alguna razón para que ellos no supieran de sus estudios?— preguntó Draco.
—Mamá es bastante... cerrada en cuanto a qué debemos estudiar, si fuera por ella, después de Hogwarts no necesitaríamos estudiar más, busque un trabajo de limpia retretes en el Ministerio y viva conforme con lo que le tocó— una mueca amarga llegó al rostro del muchacho —Yo amo a las criaturas mágicas, sobre todo a los dragones, cuando un amigo me dijo que iría a la reserva como aprendiz, no dudé en enviar mis Timos y Extasis para tener un cupo, lo logré, pude ir y solo porque ése amigo me ayudó prestándome la mitad de los galeones para ir a la reserva— admitió con algo de vergüenza —Una vez allí, me di cuenta que no sería fácil, necesitaba conocimiento de otras criaturas, de pociones y hechizos de primeros auxilios, una vez quedé como activo de la reserva, realicé mi maestría en cuidado de las criaturas magicas, de éso hace más o menos cuatro años, en los últimos dos años realicé mis otros cursos, todos ellos pagándolo con mi salario de la reserva, el cual aumentó cuando tuve mi maestría, éso ayudó bastante a pagar mis otros cursos—
—Éso es fantástico, ¿Hay alguna otra rama de la cual desea conocimiento?— preguntó Hermione, nuevamente ello provocó que las miradas se dirigieran a ella, no era común que la mujer opinara en ése tipo de reuniones, a menos que se considerara Lady de una Casa, como Muriel Prewett. Hermione solo era la compañera de Draco, sin poder político, sin dinero, sin un apellido que le respaldara en el mundo mágico, excepto que, sí tenía un apellido que le respaldara ahora, y estaba siendo bastante educada y sin contradecir a su compañero, parecía adaptarse o, al menos se le instruyó cómo actuar antes de la reunión.
—Yo... planeaba quizas unos cursos avanzados de pociones— respondió con duda, pasó su mirada confundida de Hermione a Draco y notó como la muchacha sonreía antes de tomar la mano de Draco y entrelazar sus dedos de manera natural.
—Éso es espléndido, Draco. Tal vez podría incluso agregar un curso Herbología— se dirigió al rubio que le sonrió con afecto al ver que solo los estudios podrían provocar tal emoción en ella — Te serviría tanto para tu curso de pociones como para una maestría de magizoología, si así lo deseas— la chica se dirigió ahora a Charly.
—Ugh, ahora no podría permitirme una maestría, mi señora— habló respetuosamente el pelirrojo, y Draco mentiría si dijera que escuchar a Hermione ser llamada así no le gustó.
Su criatura era una cosa perversa.
—Tonterías, si deseas hacerlo y tienes el tiempo para estudiar, solo debes pedirlo, entre tu padre, tu tía y yo lo arreglaremos— espetó con un ligero movimiento de manos, ignorando la mirada llorosa y gradecida de Charly por la sonrisa emocionada de la que muy pronto sería su Lady.
!Demonios! Qué bien se sentía decirlo, aunque solo fuera en su mente.
—De acuerdo, gracias señor— Dió un asentimiento Charly y Draco lo miró con simpatía.
Aunque rápidamente su rostro se despojó de cualquier rastro de emoción, su cabello que había vuelto al rubio platino natural, se volvió incluso más claro, casi blanco en ésos momentos, luchó por que su criatura no se presentara e incluso saltara al sucio cuello de Ronald Weasley para matarlo. Sería asqueroso, en más de un sentido, pero su criatura estaba sedienta de venganza, y aunque se decía que no debía dar rienda suelta a su veela, estaba taaaan tentado a hacerlo.
—Soy alguien paciente, Arthur, y sin duda, no atacaré a alguien quien no me ha hecho daño, soy un Slytherin, quienes no son enemigos, son posibles aliados— comenzó tentativamente, el rostro de Hermione también perdió emociones y hasta color; visiblemente pálida, su mano apreto sobre la rodilla del rubio, pero no hubo ninguna otra reacción —Debemos hablar ahora de su... hijo— escupió como si fuera porquería maloliente.
Arthur se tensó en su lugar pero asintió, Ron rodó los ojos, totalmente altanero, después de todo lo que le habían ofrecido a sus hermanos; lo cual lo puso extremadamente celoso, pero no lo admirá, no podrían hacer mucho con él, era obvio que Malfoy era un blandito desde su punto de vista, había olvidado rápidamente lo que le impuso a su hermana, y, aunque no fuera algo muy duro o cruel, no estaba ni de cerca de lo que exigiría en compensación por sus crímenes.
—Ronald Weasley no solo atacó de forma violenta a mi compañera durante los primeros días de clases, sino que también intentó abusar de ella— a éste punto Hermione respiraba con pesadez, como si estuviera tratando de reprimir las nauseas que todo aquello le provocaba —Y no solo éso; lo cual, de por sí ya es un crimen con sentencia a azkaban, su hijo, me atacó por la espalda luego de haber terminado el duelo mágico al que le había retado y perdió— explicó con un tono plano pero sus ojos liberando toda la furia que se negaba a soltar —Fue por éso que su familia paso bajo mi mando, en un principio, pensaba que tal vez alguna compensación monetaria y su sentencia a Azkaban bastaría, allí terminaría todo, pero Ronald cometió la grave equivocación de intentar algo tan rastrero como atacarme por la espalda— A medida que iba hablando, Ron poco a poco perdió su confianza y comenzaba a hacerse más y más chiquito bajo las miradas incrédula y enojada de sus hermanos y familiares —Mi compeañera notó su cobardía y antes de que pudiera protegernos, la maldición la alcanzó a ella, quien valientemente se puso frente mío—
Un silencio pesado se levantó a Muriel le picaban los dedos por tomar su varita y hechizar a su sobrino, si lo ponías de ésa manera, ella no era la única, varias personas dentro de la sala tenía malos sentimientos hasta el chico.
—No levantaré cargos— comenzó, notó de reojo el inició de una sonrisa en el feo rostro de Ron —pero exijo su expulsión de Hogwarts—
Molly comenzó a sollozar al lado de Ginny mientras la abrazaba, Ron estaba pálido, de un verde casi enfermizo, las mayoría de sus hermanos bajó la mirada, estaban enojados, sí, pero una expulsión era... mucho, sin embargo ellos no fueron capaces de protestar, si alguien hubiera hecho lo mismo con Ginny probablemente hubieran reaccionado igual o peor. Muriel asentía de acuerdo con lo dicho por Draco, el rostro de los demás presentes permanecía en blanco.
—Yo... entiendo lo que mi hijo ha hecho, señor— comenzó tentativamente Arthur —No quiero que vaya a azkaban, desde luego, pero creo que... creo que aún merece poder al menos terminar sus estudios en Hogwarts— pidió, sonando más a súplica que petición, el hombre estaba cansado, cansado de su hijo que se había convertido en un casi criminal, cansado de toda la mierda de Albus que los metió en éso, estaba cansado incluso de su mujer, que no paraba de sollozar en el otro extremo del sillón donde se encontraba. Draco permanecía en silencio, apretando los labios en un intento por no golpear al hombre sentimental, no podía simplemente pedir que se le permitiera a su hijo que permanezca en una institución donde más señoritas estaban solo a una pared de distancia de los dormitorios masculinos, si pudo hacer éso con Hermione ¿Qué impedía que no lo hiciera con cualquiera?
Debían romper ésa cadena de violencia, debían de cortarlo de raíz, y ésa era la única manera en la que estaba dispuesto a hacerlo.
No le daría otra maldita oportunidad al imbécil, no lo haría.
—Creo que verdaderamente no entiendes la situación, Arthur— Minerva habló,con voz sorprendentemente dura —Eres realmente ingenuo si crees que permitiré que un joven que intentó abusar de una estudiante continúe dentro de los dormitorios... dentro de ésta institución— El hombre se vio herido, pero asintió sin poder hacer nada al respecto, Ronald miraba a su padre con pánico y casi incrédulo¡No podía simplemente aceptarlo y ya! ¡No podrían expulsarlo! Malfoy no podía hacer éso y sangriento infierno, tampoco lo haría la Profesora McGonagall, solo debía esperar a Dumbledore, él siempre los ayudaba, él podía. Solo debían esperar a que vuelva.
—Creo que una vez su baúl fuese recogido, Lady Muriel podría llevarlo con ella, estoy seguro que ella le enseñará a comportarse como un hombre— murmuró Hermione, sin siquiera mirar a Ron y solo concentrada en la mujer mayor. Muriel le sonrió, la chica era más que fuerte y estaba segura que se convertiría en una excelente bruja, por lo que asintió, una sonrisa cruel apareciendo en sus labios.
—Sí, creo que hace falta un sirviente más en la mansión— fue su respuesta.
Ron temblaba al lado de su padre, miraba a todos en busca de apoyo, pero nadie le devolvía la mirada, más pánico comenzó a recorrer su cuerpo y pensó seriamente en la posibilidad de huir, pero como si adivinara sus pensamientos, Lucius Malfoy se movió desde su lugar detrás de su hijo para colocarse a su derecha, obstaculizando así la única salida del lugar. Sus manos temblaban con más fuerza comenzó a hiperventilar cuando miró la sucia sonrisa de su maestra de Defensa.
—Señor Weasley, su varita, si es tan amable— habló Dolores con voz melosa, como si no estuviera a punto de romper a su mayor compañero, lo que lo convertía en un mago.
Lo que lo diferenciaba de cualquier muggle.
Los días continuaban y todos en Hogwarts sabían lo que ocurrió con Ronald Weasley. La nueva regla del colegio estaba implícita, nunca debías siquiera osar en mirar de forma mala hacia la dirección de Hermione Granger, la leona reina de las serpientes. Y aunque no había mucha animosidad hacia ella, existía, por lo que nunca se encontraba sola, sus mayores aliados eran los prefectos de las demás casas, Susan y Luna se dividían el tiempo para cuidarla, aunque ésta insitiera en que no, Draco Malfoy cambió sus horarios y materias para que coincidieran con los de su compañera, Draco fue al único a quien la chica no riñó por la sobreprotección, lo encontraba ciertamente encantador, pero no estaba dispuesta a admitirlo. Y mientras los rumores sobre ellos iban en aumento, a nadie le pasó desapercibido la nueva actitud de los pelirrojos restantes hacia la pareja.
Los gemelos habían cesado por completo al fuego de sus bromas hacia cualquier casa y se veían más que concentrados en sus estudios, Ginny por otro lado, se veía más que insatisfecha por algo, pero no hacía ningún otro movimiento, permanecía en silencioso enojo y hacía lo suyo por su lado, evitaba a Hermione y a Draco como peste e incluso en la mesa de los leones evitaba a sus hermanos.
Durante un mes, hubo relativa paz en el castillo, los estudiantes se dedicaban a lo suyo; estudiar, los maestros tenían reuniones a menudo para comenzar con su nuevo plan de estudios, los jefes de casa con la nueva directora y sub directora tenían reuniones con Harry y el Consejo de Padres para llenar los cupos de nuevos maestros, el día en que comenzaran las nuevas clases iba acercándose cada vez más y la emoción podía sentirse en el aire, sin embargo, todo aquello se había ido al retrete cuando, una mañana, de la última semana de septiembre, Albus Dumbledore había ingresado campante al gran comedor por la puerta principal, su túnica de color salmón con estrellas verde limón lastimaba los ojos de cualquiera, sus ojos azules brillaban como locos mientras sonreía de manera tranquila, como si malditamente no se había librado de azkaban por pura suerte, llegó frente a la mesa de maestros y miró con divertida confusión a Minerva, desde su ingreso al lugar un silencio tenso se levantó sobre todo el gran comedor.
—Minerva querida, buenos días, creo que tal vez te has equivocado de asiento— señaló con amabilidad el viejo hombre, Minerva lo miró sin expresión alguna, y durante los más incómodos segundos de toda la maldita historia de Hogwarts permaneció en silencio, sopesando bien las palabras de Albus.
—Pues creo que tal vez el equivocado aquí es usted, Dumbledore— la tensión era palpable en todo el lugar, algunos alumnos dejaron incluso de respirar por un momento. —Que el Ministerio le haya permitido volver al castillo no significa que volverá a ser el director de ésta institución, es más, ni siquiera será un maestro activo o un miembro del personal, los jefes de cada casa y la Junta de padres han decido que deberá evitar cualquier interacción y aproximación a cualquier estudiante dentro de éste castillo, ¿Le quedó claro?— preguntó Minerva, aunque no importaba para nada la respuesta del hombre frente a ella, su voz resonó en todo el gran comedor y Dumbledore había quedado estático en su lugar, su rostro era una mueca de incredulidad y una chispa de enojo en sus ojos.
—Me temo que no comprendo, querida—
—Usted puede volver a este castillo y pedir asilo si lo desea solo por que en su momento fue director, pero ya no lo es, y Merlín nos proteja de que vuelva a serlo, usted ya no pertenecerá a Hogwarts, será asignada una habitación vacía para usted en el ala más alejada del castillo, no se le permitirá asistir a las comidas aquí o utilizar las cocinas, si desea comer, deberá comprar sus propios alimentos, ningun elfo de la escuela obedecerá su llamado, así que si tiene alguno de su propiedad, deberá informar antes de traerlo al castillo, ¿Quedó claro ahora?— una ceja se levantó y miró con dureza a Dumbledore que boqueaba sin saber muy bien como reaccionar ante lo que estaba sucediendo.
—Odgen— llamó Minerva en un susurro, un viejo elfo apareció frente a ellos e hizo una reverencia —Lleva al Señor Dumbledore a una de las habitaciones del ala Sur del castillo, la más alejada que encuentres, él tiene prohibido salir de allí e ingresar a las instalaciones donde se encuentre cualquier estudiante, puede utilizar cualquier medio para impedir éso— el elfo asintió antes de girarse hacia el viejo mago y murmurar un seco:
—Sígame—
A ninguno de los maestros le pasó desapercibida la sonrisa puntiaguda de la Profesora de Defensa, sin embargo, la sonrisa de satisfacción de Severus y Minerva era mucho más discreta, solo unos pocos la vieron y los que lo hicieron... bueno, decidieron no estar del lado malo de ninguno.
Por otro lado, aunque su mascara de abuelo triste permaneció durante todo el camino al que sería su nueva estancia, por dentro, Albus Dumbledore rumiaba de la furia, su magia parecia descontrolarse por momentos y más de una vez el elfo tuvo que detenerse para girarse a mirarlo con sospecha.
Una vez llegaron frente a una puerta llena de polvo y un par de telarañas y quién sabe qué alimañas más dentro de la habitación, Odgen señaló el lugar.
—Su habitación, señor, si desea hablar con la Directora, envié una carta y si ella lo cree conveniente, podrá reunirse con ella— y con un chasquido de dedos desapareció.
Y Albus Dumbledore pudo estar por fin solo para poder liberar su enojo, y el primer hechizo fue uno explosivo a la puerta, que la destruyó por completo, al parecer, creyéndose solo había demostrado su frustración incluso antes se verse en la soledad de su habitación ¡Cuán ingenuo! Había olvidado que había unos pocos retratos empolvados que aún lo observaban y no dudaron en alertar a la actual directora de lo ocurrido.
La habitación estaba deshecha a los quince minutos, la respiración del viejo mago agitada y su magia casi drenada de su núcleo debido a la cantidad embuida en cada uno de sus hechizos, estaba mal ¡Todo estaba tan mal! No se suponía que debía ser así, no había ningún indicio entre los antiguos documentos de que había hecho un contrato ilegal con anterioridad , así que no podían hacer absolutamente nada en su contra, entonces, ¿Porqué actuaban de ésa manera? Todo era culpa del mocoso Potter y la Junta de Maestros.
Potter, siempre tenía que ser aquél mocoso, primero con su estúpida familia muggle muriendo y él huyendo a quién sabe dónde, tuvo que prácticamente obligar a Sirius a escribir una maldita carta y aún así el niño imbécil no daba una señal suya, Severus tampoco ayudaba en nada, solo dando respuestas sarcásticas en lugar de información real, además, para gran alivio suyo, comenzó a ser llamado por Tom, lo cual fue bueno en un principio hasta que, de un tajo le fue arrebatado todo, su castillo, sus mentes para moldear, sus fieles corderos que lo seguían sin dudar. Maldecía el nacimiento del mocoso Weasley, por lo menos sabía que ahora sufría como un esclavo de Muriel Prewett, sin derecho a varita, pero Arthur, jamás pensó que lo traicionaría de ésa manera, anteponiendo los intereses de los Malfoy a los suyos, muy mal, muy mal, nuy jodidamente mal.
Ahora solo eran las ovejas de la familia Malfoy, y no es que hayan sido mucho mejor con él, pero aunque se negara a admitirlo en voz alta, necesitaba a ésa tonta familia, les daba un propósito y les servían como peones ñara desechar, ahora ni siquiera sabía si tenía el apoyo de Sirius, sabía; demás estaba decir, que no permanecía bajo una buena luz para Minerva y Severus, pero creía que al menos tenía a Sirius con él, quería creer que lo tenía, por que así sería más fácil manipular a Harry.
Maldito Potter, hasta ahora, todas las escuelas de magia menos Ilvermony le habían dado una respuesta, suponía, no, estaba completamente seguro de que el mocoso estaba allí, entonces, por añadidura debía estar en Estados Unidos, no era el escenario más favorable para él, pero ciertamente no el más oscuro.
Aún tenía contacto con algunos de sus aliados para la lucha contra Grindelwald, tal vez incluso podría usar a sus seguidores más cercanos, aquellos que sabían que trabajaban juntos, como Lady Rosier, esa perra bastarda era sádica pero sabía cuál era su lugar, tal vez era hora de contactar con la mujer.
Debía trazar bien sus planes, porque no tenía ni la mitad de sus fieles detrás suyo para respaldarlo ahora, necesitaba una manera de llegar a América y una vez ahí a Fontaine, sus recursos monetarios habían sido diezmados tras la multa que le había puesto el Ministerio y ni siquiera osaría en tentar a las prohibiciones que se le dieron. Por supuesto que no, ¿Un señor de la Luz en Azkaban? No, ni siquiera se podría comandar una guerra desde el lugar, de ninguna manera iría allí.
Entonces, maldita sea que debía arreglar el desastre que había hecho y comenzar a planear, trazar planos y rutas a seguir para conseguir al maldito niño bajo su yugo y poder guiarlo hacia su muerte y la de Tom, estaba seguro de que éso limpiaría lo suficientemente su nombre, como sea, también debería poder hablar con Madame Bones ahora, ella estaba a cargo del sumario en su contra y sabía... Estaba seguro de que tras una reunión con él, podría cambiar de opinión.
Sí. Tenía muchos planes por hacer.
¡Jefa del Departamento de Aplicación y Ley Mágica desaparecida!
Desde hace aproximadamente cuatro días, la Jefa de Departamento; Madame Amelia Bones se encuentra desaparecida, es así señores, el pasado miércoles la mujer no se había presentado al Ministerio, sus subordinados se encontraban completamente extrañados pues ella no es adepta a faltar sin una razón de peso. Su secretario, Ezra Mulciber declaró que todos tomaron la ausencia de su superior como algo ocasional, ella no se tomaba a menudo días libres y mucho menos lo hacía sin infornar antes, pero lo dejaron pasar pues, durante las últimas semanas el Departamento había tenido varios informes de juicios e investigaciones que sin duda agotaría hasta al más resistente de los magos, tal vez solo necesitaba algo de descanso, sin embargo, cuando no apareció al día siguiente y al que le sigue a ése, comenzaron a alarmarse.
Recordemos que Madame Bones es una mujer viuda y se encontraba con la tutela de su sobrina; una estudiante de Hogwarts de la casa Hufflepuff, por lo que, salvo su sobrina, no tenía a ningún pariente cercano viviendo con ella o teniendo contacto a menudo, razón por la cual las investigaciones se encuentran paradas en éste momento, nadie la vio, y nadie sabe dónde podría encontrarse.
De ser un caso de secuestro ¿Por qué aún no han pedido oro? O tal vez, alguien deseaba que Madame Bones desaparezca. Ésta noble mujer se ha desempeñado como una excelente jefa en el Departamento de Aplicación y Ley Mágica y hay magos que la conocen por ser implacable e inamovible durante los juicios del Winzengamot.
Desde hace algunas semanas tenía entre manos varios casos controversiales bajo su ojo crítico, cómo el sumario al Ex Director de Hogwarts Albus Dumbledore, así como la serie de asesinatos ocurridos a los miembros de la familia Greengrass ¿Acaso la Señorita Bones descubrió cosas que no debía durante alguna de sus investigaciones? ¿Se había hecho de enemigos? ¿Algún amante oculto con el cual decidió fugarse? Nada es imposible en éste mundo señores, pero esta desapareción... ¿O secuestro? no lo sobemos, no puede quedar impune, debemos exigir como ciudadanos una mayor circulación de aurores por las áreas mágicas ¿No votamos acaso por éso al actual Ministro? Buscamos seguridad, la seguridad de poder vivir tranquilos, de salir a las calles sin miedo de que ocurra algo de ésta calaña, ¿Acaso magos tenebrosos comenzarán a atacar nuevamente? Si ése es el caso ¿Quién nos defenderá? ¿Quien luchará día tras día contra el mal que nos acecha? ¿Será éste el comienzo de una nueva era oscura para nuestro mundo?
Mi deber como servidora de éste gran periódico es hacerle saber la verdad, por lo que trabajaré incansablemente para llegar al final de éste asunto, saludos cordiales, queridos lectores.
Ritta Skeeter'
Su copia del diario el profeta fue dejado a un lado mientras continuaba con su desayuno, definitivamente no era una buena noticia, la única que podría desenmascarar a Dumbledore ante la ley era Amelia Bones... se preguntó tardíamente cómo la estaba pasando Susan, pero se dijo a sí mismo que Draco y los demás harían todo lo posible para que no se sintiera peor. Desde que se le permitió nuevamente a Albus Dumbledore acercarse a Hogwarts la cosas se habían complicado. El director Fontaine le había informado de la carta que le había llegado y que por supuesto no había respondido, lo cual fue sospechoso, sí. El que no haya respondido solo podría significar dos cosas; o que el Director Fontaine ya sabía que Dumbledore no era director de Hogwarts y no tengo tenía porqué revelarle ningún tipo de información o que, de hecho, tenía a Harry, de cualquier manera era sospechoso y ya había alertado a la presidenta Picquery por si el hombre intentaba algo.
Ahora, tenía mucho por hacer; hoy era el día en que los prefectos de Hogwarts invitarían a los alumnos a su club de la cámara, debía llevar el cuadro de los fundadores al gran comedor, visitar a Severus, y demonios, no le gustaba faltar a clases, Ilvermony era genial, aún no tenía ''amigos'' solo conocidos y cercanos, pero eran personas prometedoras, simpatizantes con la causa de su padrino por lo que no podía esperar para tener un encuentro con los padres de ésos adolescentes. Pero el punto era, que por segunda vez debía faltar a clases, le encantaba aprender en su nueva escuela, era todo tan interesante y jamás se había retrasado en sus deberes; su padre esperaba lo mejor de él, por lo que, despedirse de sus clases favoritas del día era casi doloroso.
Miró con resignación hacia el director Fontaine que solo le sonrió confortablemente antes de terminar lo que quedaba de su café y salir del comedor, Harry interpretó éso como un ''sígueme'' y decidió dejar lo poco que quedaba de su desayuno para salir con rapidez del lugar y alcanzarlo.
—No parece gustarte tu viaje a Hogwarts— mencionó Fontaine mientras caminaba lentamente por los pasillos de piedra, iban en dirección a su despacho, Harry lo sabía.
—No me gusta faltar a clases, señor. Realmente me gusta estudiar aquí— sonrió al retrato de Salazar que estaba en la ante sala al gran comedor; lo había donado la primera semana de clases y se suponía que debía hacer lo mismo con el cuadro de los fundadores en Hogwarts pero siempre lo dejaba para el día siguiente. Había pasado un mes y no había donado nada a su antiguo colegio a pesar de ya tener el permiso de la junta.
—Lo he notado, has estado ocupado con las reuniones en tu antiguo colegio los fines de semana— la amabilidad en la voz del hombre mayor era palpable, veía a Harry como un gran y prometedor mago, le gustaba creer que era una especie de guía o mentor para el chico —Sin embargo son necesarias, los cambios que has estado realizando, son el paso que necesita aquella comunidad para prosperar— Y Harry asintió, porque pese a todo el plan de venganza sumamente estrafalario que se había inventado contra Dumbledore, lo hacía por su padrino, que buscaba el bien de la comunidad mágica inglesa.
—Lo sé, ha pasado mucho pero pudimos conseguir a todos los docentes que necesitábamos para las nuevas asignaturas, ahora solo iré para entregar el retrato de los fundadores e invitar a los alumnos a unirse al club de la cámara de los Secretos, el lugar fue limpiado debidamente y amueblado para poder aprender todo lo que la Cámara pueda ofrecer. Me gustaría extenderle una invitación para el primer Tour por la cámara, será en dos semanas— le sonrió Harry, el mago mayor se detuvo frente a la puerta de su despacho antes de girarse hacia Harry.
—Estaré encantado de participar, pero por favor, tómate el día Harry, estoy seguro de que desearás pasar tiempo con tu prometido— las mejillas del menor se pusieron de un rojo brillante mientras que sus ojos, usualmente verdes pasaron al rosa. La suave risa de Fontaine llenó el aire mientras ingresaba al despacho.
—Dime Harry, ¿Tu prometido aún insiste en permanecer como docente de Hogwarts? Sabes que lo quiero como maestro aquí, y si viniera, podrían tener una habitación matrimonial— ofreció el hombre y Harry se quejó por lo bajo.
—Éso no es justo director— el muchacho sonó herido pero divertido a la vez —¿Cómo podría resistirse a ésa oferta?— le recriminó con una sonrisa suelta.
Fontaine simplemente soltó una baja carcajada mientras lo invitaba a tomar asiento.
—Espero traerlo a la seguridad de éste castillo con usted antes de que se desate la catástrofe— esta vez todo rastro de diversión desapareció de su rostro y Harry lo imitó segundos después.
—No tiene que preocuparse director, tengo gente en Hogwarts que podrá proteger a Severus, él mismo puede hacerlo ¿Qué clase de amante sería si no puede protegerse a sí mismo?— la tensión en el aire era espesa y la magia se envolvía de manera pesada alrededor de ambos. Ciertamente el director era muy fuerte, su magia lo demostró, Harry siempre se sorprendía de que aquel amble y excéntrico hombre pudiera pasar de las sonrisas a una seriedad helada.
—¿Podrían protegerlo de Albus Dumbledore? ¿Tu prometido podría hacerlo?—preguntó con seriedad, los ojos de Harry se volvieron negros. Por que la amenaza de Dumbledore era algo que desde siempre lo había molestado.
—¿Qué le hace pensar que Dumbledore atacaría a Severus?— preguntó en lugar de responder.
—Los hombres desesperados toman medidas desesperadas, más temprano que tarde él se enterará, tal vez no de la profundidad de tu relación con Severus, pero sabrá que están cerca y lo utilizará a su favor— Fontaine no se veía para nada contento y Harry tampoco —No trato de asustarte, Harry. Pero debes de estar preparado—
—Gracias por su consejo, director— habló de manera pausada Harry, la seriedad brotando de él a montones —Lo tendré en cuenta—
Los ojos azules de Will miraban a la pequeña Alana hecha bolita en la cama del hospital donde la habían llevado, se veía tan pequeña, aún más cuando estaba arropada con las sábanas hasta el cuello, daban ganas de matarla, pero no debía, por mucho que quisiera no debía, aún no era hora se dijo, dio una rápida mirada a las cámaras que se ubicaban en las esquinas del pasillo del hospital antes de abrir la puerta que daba a la habitación de Alana, no se conformaría con solo ver a través del vidrio de la puerta, no, debía aterrorizarla cara a cara.
Deslizó la capa de invisibilidad que su pequeño Harry le había prestado una vez estuvo en la seguridad de la habitación que no tenía ningún aparato de vigilancia y la dejó a los pies de la cama del hospital, y acercó una incómoda silla para sentarse al costado del cuerpo de Alana, y esperó, solo esperó hasta que vio como poco a poco sus ojos comenzaron a moverse bajo sus parpados.
—Dobby, insonoriza la habitación y previene que nadie pueda entrar, por favor— susurró Will al elfo que lo acompañaba, la criatura se grandes ojos verdes asintió y con unos simples chasquidos de dedos pudo observar leves destellos de la magia elfica hacer lo suyo.
Ahora los médicos y enfermeros, los pacientes y los familiares que los visitaban pasaban frente la habitación sin dar siquiera un vistazo dentro, como si no existiera el lugar, como si lo fuese un pared más y lo tranquilizó un poco, no deseaba invitados mientras hablaba con la psiquiatra.
Miró con aburrimiento como Alana comenzaba a despertar, primero desorientada, como si no hubiese despertado en el hospital los últimos tres días, como si no supiera porqué estaba ahí, lo recorrió un latigazo de cruel placer cuando vio el pánico cruzar el rostro de la mujer, así como el terror que la azotó al verlo sentado al lado de su cama, tan quieto y con una suave sonrisa de lado.
—Hola Alana— le saludó, su sonrisa ahora más aguda —Te recomendaría ahorrar energía y no gritar, nadie puede escucharte y lo consideraría muy grisero si lo haces— advirtió Will al ver como Alana se estaba preparando para hacerlo, desde luego no le pasó desapercibido el escalofrío que recorrió a la mujer.
—¿Qué estás haciendo, Will?— murmuró Alana, respiraba profundamente, intentando controlar su miedo y así privar su rostro de cualquier expresión, pero Will ya había visto el terror y el miedo en sus ojos, ya lo sentía saliendo de su cuerpo como alquitrán espeso y pegajoso, su empatía iba mucho más allá de lo que ella jamás creyó. Iba nucho más allá ahora, y no dudaría en usarlo para su benéfico. Sus ojos azules parecieron brillar, fríos e indiferentes, asustó mucho a Alana.
—¿Yo? Solo pasaba a visitar a mi amiga, éstos días fueron algo duros para ti, Alana— comenzó a hablar William, la condescendencia mostrándose a propósito en su voz —Ser quitada del equipo de Jack y que luego te hayan dado licencia médica en la academia
para que solucionaras los conflictos privados que tenías debió ser un alivio— cruzó las piernas de forma suelta pero elegante, poniendo sus manos entrelazadas sobre su rodilla justo como lo hacía Hannibal —No te preocupes, querida, estoy tomando sus clases y enseñando por usted hasta que un psiquiatra apruebe su regreso al FBI— dejó caer la bomba, poco a poco, Willian observó como se desmoronaba la máscara que Alana había puesto sobre su rostro.
Se veía herida, mortificada, indignada, enojada y triste a la vez, tantas emociones fuertes que mareaban al émpata, sin embargo, tercamente no lo demostró.
—¿Qué?— fue lo único que pudo preguntar Alana, aún tan confundida, pobre chica, pero se lo merecía, por ser una perra.
—Te sacaron del equipo, Alana. Ya no eres consultora en los casos por que Jack descubrió que no eres muy profesional— respondió tranquilamente, su sonrisa aún permanente en su rostro, Alana abrió los ojos sorprendida.
—¡No puede hacer éso!— habló con fuerza la mujer, como si realmente creyera en sus palabras, pero ambos sabían que Jack sí podía.
—Lo puede, sí, al parecer le llegaron muchas quejas de ti, sobre todo porque no puedes mantener tu animosidad hacia mí para ti misma, lo cual es muy grosero— ahí estaba de nuevo, ésa palabra, ella siempre lo oía de Hannibal y ahora lo hacía en William, fue la misma palabra que usó para la primer víctima que ella vio... un mal presentimiento se asentó en la boca de su estómago —Pero si soy sincero, por lo menos me ahorro ver tu rostro en cada escena del crimen, mi esposo y yo fuimos claros aquel día en el juicio, ¿No es así?— Alana ignoró a su sentido común que la alertaba de peligro y frunció el ceño.
—No te saldrás con la tuya, Will— advirtió la mujer y para su frustración, el hombre sentado frente a ella se carcajeó, como si hubiera dicho algo realmente gracioso.
—Querida, yo me he salido con la mía desde antes, ¿Cómo crees que me conseguí a mi esposo? ¿A mis hijos? ¿Cómo crees que eludí a la ley?— su tono de voz se volvió más grave y encarnó una ceja en su dirección, disfrutó de ver el cuerpo tenso de Alana cuando mencionó lo último y no pudo evitar humillarla un poco también —Estás en éste hospital por que así lo quise, Alana— señaló con saña —Yo solo soy el pobre Will Graham, que a pesar de sus demonios gracias a la terapia pudo curarse, tanto así que pudo conseguir familia y está más lúcido que nunca, el confiable perro de Jack, y tú... ¿Dime qué eres Alana?— preguntó, una sonrisa cálida que no iba para nada con sus helados ojos le fue regalada —¿Qué eres además de la mujer despechada? ¿Qué eres además de la mujer que por sus celos perdió profesionalismo y atacó constantemente de forma verbal a su compañero? ¿Qué eres aparte de la loca que intentó herirme en su casa cuando solo fui a ayudar en la escena del crimen?— su sonrisa era depredadora ahora, todo dientes puntiagudos y ojos que prometían sangre.
—No eres nadie, Alana— continuó hablando Will —No eres nada— se levantó y se acercó a ella a pesar de que la mujer retrocedía en la cama con el miedo pintado en el rostro—No eres nada más que lo que quiero que ellos vean, ¿Has entendido?— preguntó, su mano alcanzando su pálido rastro para acariciar su mejilla, sentía la carne temblar bajo su mano y la sangre corriendo con rapidez por sus venas —Intenta no meterte en mi camino, Alana, no te gustará lo que encontrarás allí, creo que te envié más que suficientes advertencias— y el peso del mundo pareció caer sobre la psiquiatra que vio a Will alejarse solo para sacar del bolsillo interior de su saco una flor de Rododendro sobre la mesita de luz al lado de su cama, ella no lo sabía, pero según el lenguaje de las flores, el rododendro o azalea significaba que un peligro se acercaba.
Miles de pensamientos comenzaron a caer sobre ella mientras veía a Will tomar algo a los pies de su cama, pero la mayoría lo llevaba por el mismo sendero, aquél que le indicaba que era Will el admirador del Destripador, quién más podría ser sino él; le indicó lo obvio su mente y solo estando a punto de salir de su habitación Alana lo vio ponerse algo encima antes de desaparecer y que la puerta se abriera.
Y entonces comenzó a gritar. Los enfermeros no tardaron en llegar, pero cuando la vieron en un rincón de su sala, con lágrimas cayendo por su rostro, su cabello despeinado llendo en todas direcciones y gritando incoherencias sobre asesinos y gente volviéndose indivisible... daba la imagen de alguien que perdió la razón. Los enfermeros solo se miraron uno al otro antes de asentir y acercarse con cuidado a Alana, quien amenazaba a todos con un par de tijeras en la mano izquierda y una jeringa en la otra, no sabían cómo había conseguido tales instrumentos pero los ellod fueron más rápidos y pudieron llegar a ella sin ninguna herida, la despojaron de sus potenciales armas antes de que un médico puediera aplicarle un fuerte sedante y cayera como un peso muerto sobre uno de los personales de blanco.
El médico miró casi compasivamente a la mujer, ordenó que la ataran a la cama mientras llamaba al jefe de la mujer, Jack Crawford, y solicitaba la asistencia de dos oficiales en la puerta de su paciente, dado los nuevos acontecimientos era potencialmente peligrosa, no podía dejar que se dañara ni dañara a otros.
Pobre mujer, se dijo, se perseguida por un asesino en serie podría volver loco a cualquiera, era la prueba viviente de ello, por éso debía tener oficiales que custodiaran la habitación, para protegerla y para que protegieran al personal cada vez que se volviera loca.
Alana parecía realmente desquiciada y sin darse cuenta, le estaba dando a William lo que quería.
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