Fromage
Acto VIII: Fromage
Parte 1: De la aceptación y reconciliación.
Los ojos verdes de Harry brillaban de una insana diversión mientras miraba a los miembros de la Consejo de Padres de Hogwarts, Augusta Longbotton parecía neutral y jamás creyó que la abuela del buen Neville estuviera metida en aquél tipo de menesteres, pero si alguna vez Neville valoró la inestable amistad que ambos poseían, esperaba tener su apoyo o en su defecto, el de su abuela, para con sus planes.
Otro de los miembros notables eran los Greengrass, ellos eran una familia especial para él, después de todo, las tres casas que habían maldecido a Hannibal el Macabro habían sido los Greengrass, los Grindelwald y los Rosier, fue una total sorpresa saber que ya había matado al último engendro de los Grindelwald, y si hubiera tenido aquél conocimiento con anterioridad, hubiese sido más creativo con su muerte sin duda alguna, pero no se arrepentía de como habían terminado las cosas, esperaba que el mensaje le hubiera llegado a Dumbledore, aunque no tenía problemas en dejar una fila de cadáveres por todo el castillo si hacía falta.
Su sonrisa se amplió y Lucius sintió un escalofrío recorrer su espalda. Aquella sonrisa era demasiado parecida a la de su señor.
Los Rosier aún tenían mucho por pagar, Lady Vinda Rosier sin duda no había visto toda su furia y esperaba fervientemente que le alcance también a su hija, Lyssanna, sus ojos cambiaron de verdes a rojos durante un breve segundo, sin embargo ahora debía concentrarce en la reunión, y en aterrorizar a Lucius Malfoy.
—Como heredero de dos de las Casas Fundadoras es mi deber buscar lo mejor para los alumnos de ésta institución— habló con voz seria el pelinegro —Debido a ciertas circunstancias me he visto obligado a tomar clases en otra respetable escuela de magia y notarán entonces mi sorpresa al saber lo atrasados que estamos en el plan de estudios, el temario de cuarto año en ésta otra escuela, son los temas que estudian los alumnos de sexto curso en Hogwarts, quinto curso estudia el temario no solo de séptimo año aquí en Hogwarts, sino que parte de alguna especialización en cualquier materia básica, los siguientes cursos son de nivel de maestrías y casi universitario— un rumor de varios murmullos se alzó entre los miembros del Consejo —Tengo entendido que los anteriores Directores tenían un programa de estudios bastante decente, con Departamentos para materias como Encantamientos, Transfiguración, Pociones y Alquimia e Historia, así como materias básicas como lo eran matemáticas, lengua e idiomas, danza y música ¿Cómo fue que permitieron que éstas materias fueran desplazadas viéndose involucrada no solo la educación de sus hijos, sino de la nueva generación de magos?— muchos tuvueron la decencia de parecer avergonzados y varios de ellos desviaron la mirada.
—Lord Potter— habló un mago de aspecto lúgubre sentado cerca de Severus, su ojos azules miraban lejanos y se veía claramente enfermo, se había presentado como Lord Tiberius Nott, abuelo del alguna vez compañero suyo Theodore Nott —Debería entender que muchos de los miembros de ésta Junta estudió en éste colegio con Dumbledore como Director— hubo varios asentimientos en respuesta —Somos contadas las personas aquí sentadas que tuvimos el placer de disfrutar del antiguo plan de estudio del Director Dipett. Tengo entendido que la Profesora Minerva McGonagall fue de la última generación en salir de Hogwarts con una maestría en Transfiguración, y solo por que Dumbledore no pudo eliminar el Departamento a mitad de año— Harry dirigió su mirada a su antigua jefa de casa notando como ésta asentía en confirmación por lo dicho por Lord Nott.
—Entiendo— murmuró sopesando los hechos —Pero es por éso que estamos aquí— volvió a decir con más confianza —Sabemos que el único responsable de la lamentable situación de ésta institución es Dumbledore, por éso y con ayuda de éste Consejo de Padres quiero utilizar todo mi poder como Lord Gryffindor y Heredero Slytherin para mejorar la calidad educativa sin posibles negativas por parte de él— notando varios asentimientos en los presentes, Harry chasqueó los dedos una vez y un viejo elfo apareció, vestido con una diminuta túnica en verde y plata.
—¿Qué puede hacer, Herpo por el joven amo?— preguntó haciendo una leve reverencia.
—Herpo, necesito las copias del plan de estudios que hizo Salazar con ayuda de los demás fundadores— pidió amablemente, un murmullo sorprendido volvió a alzarse en la mesa redonda, y con otro chasquido de dedos, ahora por parte del elfo, varios congéneres suyos aparecieron en la sala, entregando gruesos libros a cada Cabeza de Familia. —Gracias, ahora, ¿serías tan amable de enviarnos un servicio de té con ésas deliciosas galletas de vainilla y rosa mosqueta que siempre sueles hacer?— el elfo asintió antes de desaparecer para cumplir con el pedido de su amo.
—Bien, en sus manos tienen una copia detallada de un plan de estudios elaborado por los mismos fundadores que decidieron ayudar desde sus retratos, y por mí— notó como los ojos de varios se abría en sorpresa —Tiene un plan general básico, que abarca todas las materias obligatorias por cada año, así como el plan de materias específicas optativas, implementandas desde tercer curso hasta el último, donde podran tomar una maestría si así lo desean—
—Aquí muestra que planea volver a abrir varios departamentos— habló Lucius por fin, notando que el plan general iba apartado en secciones de acuerdo a los diferentes departamentos.
—Desde luego, los departamentos que durante años estuvieron en desuso volver a abrirse, como el Departamento de Transformación, que tendrá como encargada a la Profesora Minerva, enseñando transfiguración, pero también tendrá cursos de animagia, transfiguración en combate y Transfiguración avanzada para maestrías, aún estoy buscando docentes en cada campo, pero estoy seguro de que podríamos encontrarlos a todos antes del final de mes, es imperativo que en octubre ya puedan iniciar éstas nuevas clases— dijo con seriedad, el servicio de té apareciendo para cada miembro de la mesa. —Espero reabrir al menos los departamentos más básicos, el Departamento de Encantamientos tendrá a su vez la propia materia, así como Runas Antiguas, Encantamientos,Conjuros y Duelos combativos, Rituales: Magia Familiar y protecciones, Aritmancia, Adivinación y Astrología, y a partir del sexto curso el comienzo de las maestrías, el Departamento de Pociones tendrá Alquimia, pociones avanzadas, primeros auxilios y una maestría en enfermería— iba a continuar, pero fue interrumpido por la actual cabeza de la casa Greengrass.
—Alquimia es una magia olvidada, y demasiado complicada ¿Para qué molestarse en enseñarlo?—
~¿Para qué te enseñaron a hablar si sólo dirás idioteces?~
''Es un imbécil''
~Déjame solo un momento con él y sabrá lo que le deparará~
—Después— murmuró antes de volver su mirada a Lord Légolas Greengrass —¿Usted por qué piensa que cada vez hay menos alquimistas?— preguntó con fuerza, un silencio pesado extendiéndose en la habitación —Es por que personas como usted deciden dejar atrás la magia que no pueden controlar— casi sonrió ante la mirada indignada del hombre —Solo personas perezosas la llaman una magia complicada y antigua, los arrogantes que no buscan el conocimiento siempre estarán estancados, no dejemos que la nueva generación de magos lo sea— se dirigió ésta vez al resto de los presentes —Queremos que alquimia sea una materia obligatoria de tercer y cuarto año, si los estudiantes deciden que les gusta o hay alguno con un don excepcional, puede continuar con las clases hasta su graduación, tengo pendiente una reunión con Nicholas Flamel y su esposa Perenne, espero que puedan dar conferencias por los menos una vez al año de la materia— los miembros del consejo se veían cada vez más asombrados y gracias a su empatía, Harry podía notar lo emocionados y ansiosos que estaban por el nuevo plan de estudios.
—¿Cuál sería la función del departamentos de estudios muggles?— preguntó con curiosidad Augusta Longbotton, Harry casi quiso soltar una carcajada maniática al oír su pregunta.
—Para protegernos de ellos, desde luego— respondió, fingiendo sorprenderse de su pregunta, se fijó en como el Sr. Légolas pareció reprimir una risa, Harry alzó levemente las cejas hacia él.
—¿Por qué deberíamos protegernos de unos simples muggles?— preguntó con ironía el hombre, tenía el cabello castaño claro con las primeras canas naciendo en sus sienes, sus ojos verde amarillentos se posaban sobre él con burla.
—Por que aunque no tengan magia, tienen tecnología y cada día avanzan más y más ¡Dobby!— llamó al elfo de su familia, éste apareció trayendo consigo un pensadero que dejó a un costado de su maestro <Gracias— y así como llegó, desapareció. Ante el silencio que reinaba de nuevo en la sala, Harry comenzó a extraer varios hilos de memorias con su varita —Si son tan amables— pidió, y uno a uno, comenzaron a ingresar en el ahora amplio pensadero.
Las imágenes comenzaron, una tras otra, vieron el poder de las armas de fuego, armamento viral, las bombas atómicas, y como una torre de naipes, con el más mínimo soplo de la verdad, la opinión que tenían acerca de los muggles y su inferioridad, se desmoronó.
—El Departamento de Estudios muggles abarcará diferentes campos, desde Defensa contra los muggles, artes marciales muggles, introducción a las leyes muggles, entre otros, también; dado que los sangre puras o los mestizos criados en el ámbito de la magia, serán guiados por éste nuevo mundo sin ella, queremos introducir también a los nacidos muggles y otros mestizos al nuestro, rituales y costumbres, por que porqué seguimos celebrando la cacería de brujas en vez de Samhain, porqué seguimos celebrando la navidad muggle en vez de Yule solo para comodidad de algunos— habló con fuerza, las memorias terminaron y cada uno volvió a su lugar en la mesa redonda. —Es nuestro deber inculcar nuestras costumbres y conocimientos a estos niños, y lo debemos hacer ahora, antes de que una nueva cacería comience y, ésta vez, si se extinga nuestro linaje—
De nuevo silencio, cada miembro del Consejo sopesando sus palabras, algunos se veían realmente asustados de la capacidad del poder muggle sobre la magia.
—En donde los muggles no tienen magia...— comenzó Harry mirando su té ahora frío —Tienen inteligencia— desvaneció la taza con desdén —Si un mago siente frío, basta con algunos hechizos de calefacción para dejar de sentirlo, los muggles no pueden hacer éso, por ello piensan y analizan la situación y crean máquinas que despiden calor y la colocan en la habitación y ya no sienten frío— explicó —Lo que a nosotros nos cuesta un pase de varita, a ellos les cuesta años de investigación y creación, pero lo hacen, y cada vez el tiempo de investigación se vuelve más corto y sus maquinas más poderosas— dio una seria mirada a todos los presentes —Somos nosotros quienes corremos peligro aquí—
—Sé que hablo por todos aquí cuando digo que ahora reconocemos todo el potencial de los muggles, Lord Potter— habló Augusta —Pero lo que usted propone es cambiar por completo la educación mágica en menos de un mes, nos faltan docentes, materiales, y mano de obra, ¿cómo propone lograr todo éso para octubre?—
—Buscando soluciones, Lady Longbotton, soy un adolecente de quince años, no tengo todas las respuestas, hice más que suficiente reuniéndolos y elaborando éste plan de estudios con los fundadores, esperan demasiado de mí si creen que sé como hacerlo todo— la mujer se vio; y no con justa razón, muy avergonzada, varios miembros de la mesa también lo hicieron y otros pocos asistieron de acuerdo.
—Creo que lo primero que deberíamos hacer es bucar candidatos a los puestos de cada asignatura, estoy seguro de que mucho aquí tienen conocidos— habló Filius, se movía inquieto sobre su asiento, aún cuando ya estaba al tanto de ése arquetipo de enseñanza, no dejaba de sorprenderse.
—Podríamos reunirnos aquí cada semana— agregó Lady Zabinni,quien se había mantenido callada en toda la reunión. Los ojos ahora azules de Harry se conectaron con los de ella con curiosidad.
—Debido a mis clases solo podré los fines de semana, o en caso de emergencia entre semana por la noche— agregó rápidamente Harry, los murmullos comenzaron y rápidamente las ideas fluian de persona a persona, hasta que Severus, su hermoso y precioso Severus habló.
—Hasta ahora, nuestra mayor amenaza con este nuevo plan de estudios es el director— objetó el hombre, su rostro seguía igual de imperturbable como siempre, pero su mirada jamás se apartó de Harry; quien sintió un escalofrío recorrerlo de pura excitación.
—Según la Carta Magna de Hogwarts, para realizar cualquier cambio que afecte ya sea la seguridad, la integridad o la educación de los alumnos, el director debe contar con al menos tres Jefes de Casa a favor, los Jefes de Casa pueden agregar nuevas reglas o tomar cualquier decisión con la misma autoridad que el Director si tiene al menos dos votos a favor de los otros Jefes de Casa y el Consejo de Padres, incluso ante la negativa del director— habló fluidamente Harry, una sonrisa coqueta floreciendo en su rostro y sus ojos rosas fijos en el maestro de pociones —Dumbledore no puede hacer nada ahora, éste Consejo, el Heredero de Hogwarts y los cuatro Jefes de Casa aprobaron el cambio del plan de estudios— y ninguno pudo argumentar nada —Ahora, otro tema del que quería hablar era... ¿Les parece conveniente el dejar un retrato de los cuatro fundadores en el gran comedor?—
Los ojos de Harry se encontraban amarillos, brillando en felicidad y satisfacción apenas contenida mientras despedía a la mayoría de los padres y jefes de casa, viendo que Lucius se mantenía nervioso en un rincón, le regaló una sonrisa aguda antes de dirigirse a Légolas Greengrass, acercándose como un felino a punto de jugar con su comida, lanzó una mirada divertida al rubio antes de volver hacia el hombre.
—Lord Greengrass, me gustaría poder tener una reunión privada con usted— pidió mientras amablemente le ofrecía una de las sillas al lado de Lucius.
Notó a Légolas confuso, quizás hasta algo nervioso, pero los últimos invitados ya estaban saliendo de la habitación y Severus Snape solo les dirigió una mirada superficial antes de retirarse también y cerrar la puerta tras sí, Lucius Malfoy parecía querer fusionarse con su silla en un rincón. Harry le sonrió a ambos mientras dejaba su bastón sobre la mesa redonda en un golpe sordo que sorprendió a ambos magos mayores.
—Légolas... creo conveniente utilizar nuestros nombres dada la situación que involucra a nuestras familias, ¿No?— los ojos de Harry pasaron de verdes a un marrón rojizo exactamente igual al de su padre, su cabello también se hizo un poco más claro.
—No sé a lo que se refiere, Lord Potter— el hombre se negó a llamarlo por su nombre, indignado de que un mocoso lo hiciera —Nuestra familia no tiene ninguna relación con la suya, ni siquiera un acuerdo o alianza, siempre permanecimos neutrales— aclaró con fuerza el hombre.
—Eso no es cierto— comenzó a hablar Harry con una voz cantarina —Hay varios registros que indican que su familia comenzó siendo oscura, dependía de cada nuevo Señor Oscuro o de la Luz si es que se asociaban con algunos o no— un pesado silencio se levantó en el que Lord Greengrass no podía decir nada, pues en efecto, era verdad, él mejor que nadie conocía la historia familiar —¿Cuál era su lema? ¿La familia primero?— Harry le sonrió agudamente en burla, Lucius observaba desde su lugar como Harry Potter atacaba el orgullo del hombre sin siquiera levantar la voz.
Era aterrador.
—Dígame, Lord Greengrass— volvió a hablar Harry, ésta vez acercándose unos pasos al hombre —¿Qué sabe usted de la leyenda de ''Hannibal el Macabro''?— un tenso silencio se levanto en la sala, el rubio que permaneció como espectador notó la tensión en los hombros del hombre mayor.
—No es una leyenda— arrastró su voz el hombre, su ceño fruncido y sus labios deformándose en una mueca de asco —Ése hombre... cometió lo innombrable, se convirtió en el primer mago con...— fue interrumpido por el mismo Harry que ahora ya no tenía una sola pizca de diversión en su rostro.
—Sangre de Wendigo— continuó su frase el menor —Hannibal, el primero de su nombre en la línea de su familia, había logrado despertar los poderes de la criatura dentro de él— comenzó a narrar Harry, de la misma manera austera y cansada como lo haría su papá Will a los ineptos aprendices del FBI, como si no entendieran algo tan obvio y fácil, como si tuviera ganas de golpearlos —Es interesante como usted... o al menos su familia está ligada muy profundamente a ésta historia— Harry lo miró inexpresivo —Aliándose con otras dos casas oscuras cual vil cucaracha para intentar robar el poder de Hannibal— el cabello de Harry cambió nuevamente, se hizo mucho más largo y lacio, así como su color pasó de rubio a negro en cuestión de segundos, sus ojos también se hicieron del mismo color, brillantes y oscuros —¿Quiénes eran? Oh, cierto... Los Rosier y los Grindelwald— un estremecimiento recorrió a Lord Malfoy, aún recordaba como quedó el cadáver del Señor de la Muerte apenas ayer por la madrugada, casi había cruciado a Fudge por despertarlo tan tarde en la noche, pero cuando le había dicho que el anterior Señor Oscuro había sido asesinado, y no solo éso, su cuerpo dejado en Hogwarts... simplemente era algo que no podía dejar pasar.
—¿Qué tiene que ver ésto con usted, Lord Potter?— arrastró sus palabras el hombre, Harry alzó una de sus cejas curioso, casi sorprendido de la ignorancia del hombre.
—Me impresiona su poca capacidad de deducción— murmuró Harry —Es irónico como no puede entender, cuando me presenté creo que ya debería al menos suponer algo— ésta vez no retuvo su risa, vacía y completamente sin gracia.
Entonces con fuerza expulsa su magia logrando que la mesa redonda y varias sillas se estrellaran con fuerza por las paredes de piedra rompiéndose así en pedazos enormes con un gran estruendo detrás de ellos.
Con una agilidad poco vista en alguien de su edad se acercó al hombre como una serpiente a punto de atacar hasta casi subir sobre él en la silla donde se encontraba, la varita negra de Harry clavada en la yugular del hombre y unas cadenas materializandose con su magia en las muñecas de Lord Greengrass, incapacitándolo, sin una sola posibilidad de actuar en su defensa.
—Hannibal el Macabro, el primero de su nombre para la casa Lecter— siseó Harry con furia y enojo, casi al borde de hablar lengua parsel, sus ojos ahora rojos mirando con ira los del hombre frente a él, que quedó pálido al escucharlo —Tiene suerte de que mi padre sea un hombre ocupado, Légolas, porque no querrá involucrarse con un wendigo enojado— la amenaza de otro wendigo lo hizo estremecerse, la varita del menor apretándose cada vez más en su cuello también era algo de temer.
Y si antes, el pobre hombre ya estaba pálido, ahora, con la información de que el padre del mocoso tenía a la criatura dentro suyo... solo significaba malos augurios para él y su familia —Sin embargo, creo que tampoco querrás probar de mi ira— volvió a hablar Harry, más calmado ésta vez, regalándole una suave sonrisa que lo aterró —Gellert Grindelwald es un claro ejemplo de ello— confesó en un susurro y Harry sonrió aún más al escuchar el grito ahogado de Lucius y viendo el temor crecer a pasos agigantados en Lord Greengrass.
—Su familia no solo ha deshonrado a la mía, Légolas, sino que por culpa de tus ancestros, los míos fueron privados de la magia... hasta mi padre, el octavo de su nombre— explicó sus crímenes al mago —Los Rosier ya están pagando el precio de aquél deshonor, ahora falta usted—Agregó con una sonrisa macabra.
—Recibirá una carta de mí o de la actual cabeza de la familia Lecter para una reunión privada, donde se discutirá las acciones a tomar en cuanto a su familia en la brevedad— habló nuevamente Harry con el mismo tono de voz cantarín de hace minutos atrás, la varita se alejo del cuello contrario y con un simple gesto de magos, las cadenas que sujetaban las muñecas contrarias, se desvanecieron —No querrá complicar aún más el asunto de su familia, Légolas, así que le recomiendo que espere ansiosamente la invitación y que asista— advirtió al hombre, pálido como un fantasma, Lord Greengrass se levantó de la silla una vez que Harry le señaló la puerta de salida de la sala con una mano, sus pasos eran lentos, sus rodillas temblorosas y su respiración agitada, y aún así el chico sádicamente interrumpió su caminata hacia la libertad:
—¿Sabe cómo un humano se convierte en Wendigo, Lord Greengrass?— preguntó Harry deteniendo el andar del hombre, la mano del mayor a punto de girar el pomo de la puerta.
—No— respondió el mayor apenas girándose a ver al adolescente.
Harry le sonrió otra vez, provocando pequeños e incontrolables temblores en sus manos.
—Comiéndose a otros humanos— y su herencia veela hizo acto de presencia, con cabellos platinos y ojos completamente negros acompañados de una sonrisa llena de dientes puntiagudos. —Nos veremos pronto, Légolas— despidió Harry, y el hombre desapareció por la puerta, asustado de muerte, una risa apenas perceptible se escuchaba en la sala y Harry ahora se giró hacia Lucius.
—Ahora, Lord Malfoy— comenzó Harry, un pase de varita volvió la mesa y las sillas a su lugar. El rubio no se había movido un solo centímetro de su silla y el menor se vio complacido con ello —Usted y yo tenemos mucho que hablar—
William Graham no era un hombre especialmente narcisista; realmente no lo era; ése era Hannibal, pero ahí, en la casa de Alana, viendo su trabajo hecho, o al menos el trabajo que Lexie y Dobby habían hecho según sus propias especificaciones, lo llenaba de orgullo, lo que estaba dentro de la caja por otro lado, éso sí era trabajo suyo, y me encantaba que la mujer que lo había ofendido permaneciera temblorosa y al borde del llanto en una esquina de la sala.
—Parece que tenemos un romántico por aquí— murmuró Katz para Price, los ojos azules de Will deteniéndose sobre ellos con una ceja arqueada —¿Qué? Lo más probable es que fuera lenguaje de flores... ¿Quién regala en éstos días una viborera en un ramo?— dijo Berbely con una sonrisa incómoda.
—¿Quién demonios utiliza lenguaje de las flores hoy en día?— dijo con burla Zeller.
—¿Con éstas flores? No un romántico,de éso estoy seguro— murmuró al aire en respuesta Will, su rostro fijo en la caja de regalo y el silencio alzándose con aquél comentario.
—¿Conoces el lenguaje de las flores?— preguntó con curiosidad Bervely, el émpata se giró a verla cuando notó que le hablaba a él, y no solo ella lo miraba, Price, Zeller e incluso Jack lo miraban atentos.
—Mi esposo me enseñó— soltó, regaló una sonrisa cómplice a Jack quien también le sonrió al ver los rostros sorprendidos de sus subordinados.
—¿Tienes un esposo?— preguntó Bervely.
—¿Un hombre?— habló ésta vez Jimmy con un rosa cubriendo sus pálidas mejillas.
—¿Alguien quiso casarse contigo?— ahí estaba la voz de Brian, una risa baja llenó el ambiente y William revolvió su cabello en gesto ansioso que había adaptado de Harry.
—Por supuesto Brian, puedo ser muy persuasivo cuando quiero— le regaló una media sonrisa seductora —Éso me consiguió un esposo— se carcajeó al ver la mueca de asco de Brian y le guiñó un ojo a Jack antes de girar nuevamente hacia Alana, su sonrisa solo se amplió mientras a paso tranquilo se acercó a la caja bellamente decorada con una cabeza cortada dentro.
Alana, la dulce Alana que temblaba sentada en una silla en la esquina más alejada de la sala, con los cabellos alborotados y una bata cubriendo su cuerpo, más de una mirada iba a ella, y la mayoría eran de pena. Que alguien ingresara a tu casa en medio de la noche, que irrumpieran en la seguridad de tu casa para dejar una escena de arte macabro era simplemente horrible. Te hacía temer y saber que, muy en el fondo, ya no estabas a salvo ni en su propia casa.
Éso era lo que Will quería, destruir cada cosa preciada de Alana, todo aquello que le causaba orgullo o le brindara seguridad, todo ello sería destruido, ultrajado y reducido a cenizas, hasta que ella vea... hasta que ella vea quién era realmente, qué era en lo que se había convertido, en lo que se había transformado, y ella no podría hacer nada. Absolutamente nada porque nadie le creería, porque ella ya estaría loca para los demás, y totalmente cuerda para sí misma.
—Bien, ¿veamos qué tenemos aquí?— murmuró para sí Will, mientras comenzaba a inspeccionar la habitación de Alana primeramente —Parece que a alguien no le gusta Alana ¿Qué hiciste para enojarlo?— comenzó a susurrar a pesar de que Jack podía escucharlo, así como el resto de los agentes que lo miraban como si fuese un bicho raro.
Inspeccionó la cama, que poseía una pequeña variedad de flores, algunas silvestres, como la viborera; que representaba la falsedad, otras mucho más delicadas como un par de ortigas que descansaban sobre sus sabanas, siete para ser precisos, un número muy poderoso según la aritmancia; ésta hablaba de su crueldad, había dejado esos detalles para Lexie y Dobby, ellos podrían burlar el sistema de seguridad muggle, ni siquiera serían vistos si así no lo quería, eran perfectos para poder acechar a la mujer.
En la cama había exactamente cinco tipo de flores, la viborera; la falsedad, la ortiga; crueldad, un par de anemonas silvestres; pequeñas y delicadas flores blancas con un centro amarillo; éstas hablaban de su hastío, tres boca de dragón en diferentes tonos que iban desde el blanco al rosa; ésta representaba su presunción y calendulas blancas; sus horribles celos.
Estoy harto de tu falsa amistad, de tus celos y presunción, de tu crueldad hacia mí, todo éso decían las flores en su cama.
El camino de plantas que llevaba hacia la sala no solo era de tréboles; que anunciaba su venganza, sino que también había otras plantas, como la albahaca; que significaba aborrecimiento, y flores de ciclamen de diferentes colores; y ya que era la flor en general y no de un color en específico, ésta significaba desconfianza.
Por tu desconfianza y aborrecimiento a lo que represento, tomaré mi venganza.
El bouquet de flores que descansaba dentro de la caja, justo debajo de la cabeza cercenada era una colorida mezcla de claveles amarillos que hablaban de mucho desdén, el clavel estriado; que significaba rechazo, un par de Fárfaras amarillas que hablaba de hacerse justicia, y para ése momento fingió mirar con seriedad a Alana, una diversión insana recorriendo todo su cuerpo al ver cómo la mujer se tensaba, la sospecha comenzando a filtrarse poco a poco en sus rasgos, Will cuidó que absolutamente nadie pudiera ver su rostro con le dirigió una sonrisa aguda a la mujer, que desde luego perdió todo el color en su rostro, su cuerpo comenzó a temblar súbitamente y se abrazó a sí misma, incapaz de poder gritar cuando abrió la boca para intentarlo.
—¡Jack! Creo que Alana entró en un ataque de pánico— alertó el émpata corriendo hacia ella con un rostro que se asemejaba increíblemente a la preocupación, la tomó de los hombros y cuando su mano entró en contacto con ella fue que la mujer gritó, con fuerza, estridente, casi agónicamente asustando a todos los forenses de la escena, a los policías fuera de la casa, y a los dos paramédicos que desde hace rato intentaban tranquilizarla, fallando miserablemente debido a la obvia reacción de la psiquiatra.
Alana era fuerte, era una guerrera innata y no se dejaría vencer, testaruda hasta la médula, y era por éso mismo que había decido atacarlo, ya no había ataques pasivo agresivo, no, ahora era tirar a matar. Le sorprendió, no podía negarlo; pero estaba dentro de una de las posibles reacciones que tendría Alana ante la sospecha, aunque sinceramente no creyó que fuese tan estúpida, dejar en evidencia su poca falta de control frente a tantos testigos... le convenía.
Suprimió una sonrisa triunfal cuando sintió las torpes y temblorosas manos frágiles cerrarse sobre su cuello ¡Patética! Aún siendo médico no sabía la manera correcta de apretar la garganta de alguien para matarlo.
Dejó que las uñas escupildas de la mujer le dejasen arañazos en el rostro y cuello y solo se dedicó a intentar sostenerla y alejarla de él, miró con pánico fingido a Jack quien rápidamente salió de su estupor y decidió alejar con brusquedad a Alana, que solo gritaba y gruñía e intentaba lastimarlo.
—¿¡Qué demonios!?— dijo fingiendo completa sorpresa, mirando a Alana que aún trataba de soltarse para ir en su dirección y aún fingiendo, William dio un paso lejos de ella —¿Alana, estás bien? ¿Qué pasa? ¿Por qué reaccionas de ésa manera?— confusión, sorpresa y un ratro de dolor podía filtrarse en su voz y rostro, los demás pasaban la mirada entre una rabiosa Alana y un trastocado Will.
Alana gritó con más fuerza estirando sus manos en su dirección, jamás viéndose tan demente como en ése momento y agradeció que uno de los paramédicos por fin había inyectado un sedante en la mujer, sus gritos ya comenzaban a darle dolor de cabeza, pobre perra estúpida, se dijo mirando a Alana, pero era lo que se merecía. Aún en su papel de víctima miró a Jack, esperando demostrar y transmitir toda la preocupación que desde luego no sentía por la mujer, su jefe apretó los labios con fuerza, para nada contento contento con el flujo de los acontecimientos.
—Yo... solo está estresada, Jack— intentó abogar por ella el émpata —Puedo entenderlo, en verdad, su hogar fue profanado por éste asesino, es normal que reaccione así— insistió, reprimió una sonrisa lobuna al ver que el hombre negaba con la cabeza con fuerza.
—Will, los chicos del laboratorio me dijeron— habló Jack, el de ojos azules se giró con fuerza hacia el equipo de agentes, sinceramente aquello fue algo de ayuda extra, pero debía mostrarse traicionado hacia ellos, y pareció funcionar pues rápidamente desviaron la mirada —No diré quién fue primero, y siendo sinceros no creí que fuese muy importante cuando se me acercaron a comentar que Alana estaba siendo inusualmente grosera contigo en los laboratorios, creí que era el asunto que me habías explicado— siguió el hombre de color refiriéndose a su pelea por su matrimonio —Pero cuando más de uno se acercó, informándome sobre los constantes ataques de ella...— se permitió parar antes de volver a negar con la cabeza —Tal vez realmente sea demasiado para ella— terminó.
Will abrió enormemente los ojos, incrédulo por lo bien que estaban saliendo sus planes, pero permaneció en fingido silencio preocupado, apretando con fuerza los labios y las manos en puño.
—¿Qué harás?— preguntó con duda, oyó el suspiro de Jack antes que él comenzara a masajear sus sienes, cansado de lidiar con toda la mierda.
—Probablemente necesite ver a alguien, terapia, te ayudó a ti— lo señaló groseramente, como si él fuese una especie de parámetro, sí el lograba curarse todos podrían —Me imagino que el doctor Lecter no querrá revisarla— murmuró, un atisbo de esperanza en su voz, Will se vio lo más culpable e incómodo que podía y Jack nuevamente suspiró.
—No creo que incluso lo considere, no sería profesional-
— contestó, mordiendo sus labios nerviosamente —Pero tal vez...— continuó, viendo como de forma patética el brillo de la esperanza crecía en los ojos oscuros de Jack —Tal vez la Dra. Du Maurier pueda, ella es mi terapeuta y puedo decir que es muy buena— agregó, una sonrisa incómoda y algo alentadora.
—Sí, tal vez eso funcionaría—
Y toda la tensión en el aire de la casa pareció evaporarse, el sonido de las conversaciones, de las respiraciones, todo pareció volver y Will asintió a modo de contestación hacia Jack, volviendo su mirada a la cabeza cercenada que reposaba dentro de la caja de regalo, los vidriosos y desenfocados ojos de quien fue en vida un hombre grosero le devolvía la mirada, siendo éste el único testigo de su sonrisa depredadora y satisfecha.
Marte parecía brillar con fuerza sobre él ésa madrugada.
El Tribunal del Wizengamot miraba con diferentes tipos de expresiones al mago frente a él, algunos con adoración divina; un Dios Luminoso frente a sus ojos mortales, otros con fría indiferencia y aquellos más osados, regalaban una sonrisa pretenciosa. Albus Dumbledore por otro lado, los miraba con una sonrisa bonachona tan característica de él mientras ingresaba a la sala del Tribunal, dos aurores tras él, y otro dos más, guiando a Arthur y Molly Weasley. El viejo mago se acercó a su habitual asiento dentro de la sala, pero Fudge interrumpió su caminata a su asiento:
—Usted no está aquí en calidad de Jefe de Magos, Dumbledore, ésa no es su silla— una sonrisa sucia le fue regalada por el Ministro y el mago mayor casi dio un salto del susto, se giró hacia Cornelius con una sonrisa y ojos decepcionados.
—Mi muchacho, disculpa, entenderás que es la costumbre— habló Dumbledore, miró un momento la silla de los acusados y con un movimiento de varita lo convirtió en un cómodo sillón, con una sonrisita se sentó de manera cómoda y cruzó las piernas.
—¿Por qué no se realizó el procedimiento rutinario con el acusado?— Habló Madame Bones, mirando con seriedad a los aurores por el hecho de que, Dumbledore aún tenía su varita.
Kingsley Shacklebolt se vio visiblemente contrariado y avergonzado, pero, para sorpresa de todos, aún más, la de Dumbledore, su varita salió disparada de sus manos para llegar a las de Dolores Umbridge, quien sonreía con su horrible cara de sapo, otro movimiento de varita y un conjuro susurrado y la silla de acusados volvió a ser la misma así como un hechizo punzante hizo saltar a Dumbledore en advertencia.
El viejo mago se sentía ultrajado, qué se creía ése intento de bruja, humillarlo así frente a todos aquellos prestigiosos magos que sucumbirían ante su poder, no podía verse como un mago cualquiera ahora, no podía permitirlo, a ninguno le pasó desapercibido sus manos en puños, por seguridad, Madame Bones decidió que lo mejor sería esposar a Dumbledore a la silla del acusado, solo sirvió para que Dumbledore se vea mucho más decepcionado de todos los presentes, algunos se removieron incómodos, otros, aquellos que habían sido alertados por el Lord y tenían un asiento dentro del Tribunal, disfrutaban del espectáculo.
—Demos inicio al juicio de emergencia 374 del 7 de Septiembre de 1995 en contra del Sr. Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore— habló Cornelius, presidiendo el juicio, ansioso por atacar al hombre, desde el año anterior, diciendo sus patrañas sobre que el señor oscuro había regresado había intentado desestimarlo, algunas veces funcionaba, agradecía tener en sus manos el profeta, sirvió en su campaña contra el hombre, ahora, éste juicio le venía de maravilla.
—¿Sabe por qué está aquí, Sr. Dumbledore?— preguntó Madame Amelia Bones, el hombre mayor le regaló una sonrisita paternal.
—Por una simple equivocación del Ministerio, querida, un simple malentendido— respondió, Dolores desde su asiento atrás de Bones sonrió depredadoramente y con una tos falsa llamó la atención de todo el Tribunal sobre ella.
—Disculpe que lo interrumpa, Dumbledore, pero ¿Acaba de decir que el sistema de Justicia del Ministerio no funciona? ¿Y que es tan deplorable que, comete equivocaciones?— un silencio pesado se levantó en la sala y la sonrisa de Dumbledore flaqueó cuando la mujer soltó una risita —Mis disculpas, pero desde luego que solo pude entenderlo mal, usted está aquí por realizar un contrato de matrimonio ilegal, Dumbledore— un jadeo general se escuchó y los murmullos se alzaron, Dumbledore abrió los ojos con sorpresa, ¿Qué demonios acababa de suceder?
—Sr. Dumbledore, nos llegó información de que usted realizó un contrato matrimonial entre el joven Ronald Bilius Weasley y la joven nacida de muggles, Hermione Granger, ¿Es éso verdad?— preguntó Amelia, los labios del viejo mago se apretaron.
—Sí, pero...—
—¿Ellos se encuentran en su quinto año?— preguntó rápidamente Cornelius, incapaz de dejar que se defendiera.
—Sí, pero aún así...—
—¿Con la autorización de quién, realizó dicho contrato?— preguntó otra vez Amelia.
—El joven Ronald me habló de su interés por su compañera, hablé de ésto con los señores Arthur y Molly Weasley, sus padres, ellos dieron el consentimiento— respondió, los ojos brillantes del hombre ahora estaban opacos, todo se le estaba saliendo de control.
—¿Y quién firmó dicho contrato por la Señorita Granger?— La voz de Dolores resonó entre los cuchicheos que cada respuesta de Albus generaba, el acusado apretó los labios con fuerza antes de responder.
—Yo lo hice— un tenso silencio se levantó, y cuando quiso hablar más y explicarse, la fría voz de Amelia lo interrumpió:
—¿Y con qué autoridad?— había una furia helada tras las palabras de la mujer y por más que quiso, Dumbledore por orgullo decidió que no se removería con incomodidad.
—Con el poder que me fue entregado por sus padres al ingresar a Hogwarts— sin darse cuenta, Dumbledore levantó la barbilla con suficiencia.
—Ése poder solo puede usarse en caso de fallecimiento de los padres, Dumbledore, por lo tanto no tiene ningun derecho sobre la Señorita Granger y realizó un contrato matrimonial de manera ilegal con una joven que desde luego no sabía de su existencia— un rumor se levantó luego de lo dicho por Tiberius Odgen, quien quedó como Jefe de Magos interino para ése juicio.
Dumbledore no dijo nada.
—¿Cuáles eran las cláusulas del contrato?— preguntó Amelia, quien definitivamente se encontraba furiosa, casi todas las mujeres del Tribunal lo estaban pues, todas y cada una de ellas habían pasado al menos una vez por un contrato matrimonial y sabían de la seriedad del mismo.
Dumbledore permaneció en obstinado silencio. Creía que el mejor camino dada la situación, sin embargo, estaba tan equivocado.
—No repetiré la pregunta Dumbledore— volvió a hablar Amelia, quien al ver que ya no respondería, con una señal a los aurores, éstos actuaron acercando a los Weasley al estrado.
—¿Están de acuerdo en tomar veritaserum antes de realizar el interrogatorio? De no estarlo los aurores los obligarán de manera forzosa— aclaró Fudge ésta vez, los Weasley los miraron inquietos, sus ojos iban del Ministro, a Dumbledore a su hijo Percy, que estaba ahí en carácter de escriba de la corte, desde luego, si buscaban auxilio o algo de compasión en su hijo, no lo recibieron, lo único que podía verse en los azules ojos de Percy eran desprecio y asco. Percy se mantuvo firme con su pluma en mano esperando una respuesta.
—Lo aceptamos— habló con cansancio Arthur, su esposa y Dumbledore se giraron a verlo con la traición brillando en sus ojos, pero el hombre mantuvo su rostro serio e inflexible, sus ojos fijos en su único hijo presente, que había suavizado aunque sea un poco su expresión, entonces supo que, por lo que Percy estaba enojado no era por la separación que tuvieron como familia cuando ascendió como Asistente Junior del Ministro, no, el enojo era por lo que le hicieron a Hermione.
Tres gotas de veritaserum en cada Weasley Mayor y otras dos sillas aparecieron al lado de Dumbledore, los pelirrojos tomaron asiento y esperaron a que la poción hiciera efecto.
Agradecieron en silencio que sus sillas no tuviera esposas y que no lo hayan obligado a ponerselas como al Director. El patriarca de la familia Weasley estaba dispuesto a cooperar con todo con tal de no ir a Azkaban, si la carta que le llegó de Fred y George era cierta, su destino ya había sido sellado y no podrían traer deshonor al que ahora era Cabeza de su familia, aunque no le gustase mucho pertenecer a una familia mortífaga, pero la ley de la magia castigaba mucho peor que ley del Ministerio, no pondría a su familia en riesgo, ni siquiera por Dumbledore.
—Sus nombres completos—pidió el Ministro.
—Arthur Weasley— habló el hombre pelirrojo.
—Molly Wesley— respondió también, aunque con menos ganas, aun viéndose traicionada por su marido. ¡Ellos habían ido para ayudar a Dumbledore! ¿Cómo pudo aceptar el uso de veritaserum en ellos? Era inadmisible, así harían cualquier cosa menos ayudar al Señor de la Luz.
—Sr. Weasley, ¿Estaba usted al tanto de éste contrato matrimonial?— preguntó Madame Bones con seriedad, y es que toda la situación la superaba, cómo podían éstos padres, con una niña casi de la edad de la señorita Granger aceptar un contrato ilegal, era horrible.
—Estábamos al tanto, Madame Bones— habló Arthur —Pero yo no sabía que era un contrato ilegal, cuando firmamos el pergamino Dumbledore nos prometió que él arreglaría el asunto con los padres de Hermione y que ella estaba de acuerdo— Molly hizo un sonido ahogado y Dumbledore estaba claramente impresionado al ver que otra de sus marionetas parecía ponerse en su contra; Sobre todo el inútil de Arthur.
—¿Albus Dumbledore le dijo que la Señorita Granger estaba de acuerdo?— volvió a preguntar Bones, el pelirrojo asintió.
—Lo hizo, nos aseguró que ella quería enlazarse con Ronald, y ella siempre nos enviaba cartas y pasaba tiempo con él, creíamos que de verdad lo quería— habló con tristeza el patriarca de la familia Weasley.
—Pues los maestros y jefes de casa de Hogwarts se enteraron apenas anoche durante una reunión, la Señorita Granger ni siquiera lo sabe— Dolores le regaló una mirada sucia a Dumbledore que, a cada segundo parecía ponerse más nervioso. Su silencio no había servido para nada más que para que Arthur abriera de más la boca y los hundiera profundo en el charco.
Sus dedos picaban por maldecir a la estúpida de Dolores, pero éso solo conseguiría que empeorase las cosas, además, ésa sucia mujer le había arrebatado su varita ¡¿Quién se creía?! Frunció el ceño con molestia decidiendo ignorar al traidor que se sentaba a su lado, Arthur ya se veía venir aquél comportamiento del director, pero debía ser fuerte, por su familia y por que, si hacían enojar a sus dueños, o creaban una mala imagen para ellos... solo sus hijos pagarían.
Los Weasley ya no eran la familia ciega que iba a donde Dumbledore quería, ellos ahora tenían correa.
—Si me permiten— irrumpió nuevamente Dolores sobre los murmullos que se alzaron sobre los miembros del Tribunal —Me gustaría presentar un testigo de la reunión en la que el Sr. Dumbledore confiesa haber realizado un contrato matrimonial de manera ilegal— el silencio llenó el ambiente y la tensión era tanta que, muchos temían incluso respirar demasiado fuerte, las declaraciones de la Madamen Sub Secretaria dejó a todos los seguidores de Dumbledore helados. Con una señal al auror que custodiaba la puerta, éste dio paso al testigo a la sala del Wizengamot.
—Sub Directora McGonagall— saludó Amelia, sorprendida de ver a la mujer ahí, la animaga cabeceó en un saludo general antes de que otro auror le indicara el lugar donde podría sentarse , a un costado de los acusados y cerca del Ministro Fudge.
—¿Podría hablarnos de la reunión de maestros de la noche anterior, Sub Directora?— Minerva asintió mecánicamente, ignorando de manera deliberada a los acusados en medio de la sala y clavando su seria mirada sobre Cornelius.
—El director nos había llamado a todos para una reunión de emergencia, habían pasado demasiadas cosas ése día y la noticia del contrato ilegal de la Señorita Granger había sido el colmo— comenzó su relato —En un principio él iba a informarnos sobre el caso del Señor Oscuro Grindelwald cuyo cuerpo se encontró en la torre de Astronomía del castillo, estoy seguro de que muchos de ustedes ya están al tanto de la noticia— paseó su mirada por el tribunal viendo varios asentimientos, decidió que el grito ahogado de Molly no era de su interés por lo que prosiguió —Antes de que siquiera el director hubiese explicado lo que pasó en la torre de Astronomía, fue mi deber contarle de un asunto de importancia que ocurrió en el gran comedor durante los últimos minutos del desayuno— notó las miradas confundidas y algo fastidiadas de los magos por lo que frunció el ceño con severidad —Déjenme decirle que fue todo ése asunto en el desayuno lo que desembocó en el contrato ilegal— terminó con fuerza. Amelia dirigió otra mirada de severidad a los miembros del Wizengamot que tuvieron que tragarse sus protestas, no era recomendable hacer enojar a aquellas mujeres.
—Continúe por favor, Sub Directora— pidió nuevamente Fudge, quien con nerviosismo se secaba el sudor de la frente.
—Bien, el Heredero de la casa Malfoy había retado al Sr. Ronald Weasley a un duelo de magia— soltó, hubo un jadeo por parte de las mujeres mientras que los magos intercambiaban susurros —Ya que era una antigua ley sangre pura, no penada por la ley, me ofrecí como su segunda por seguridad— las miradas ahora se clavaron sobre ella —Draco Malfoy quiso defender el honor mancillado de su compañera, Hermione Granger, la muchacha en cuestión— un tenso silencio se levantó otra vez, nadie dispuesto a interrumpir el relato de la bruja —Tras dirigirnos al comedor y que el joven Malfoy retara a Weasley inició el duelo, no daré detalles, sólo diré que Draco Malfoy ganó—
Molly, a quien Arthur aún no había alertado de las noticias en la carta que los gemelos le habían enviado, se veía mortalmente pálida, miradas de pena dirigiéndose a los pelirrojos ahora, Dumbledore frunció el ceño una vez más, él no había escuchado la versión completa debido a que en la reunión había metido la pata de manera colosal y luego ya fue demasiado tarde.
—Expliqué al Director el motivo por el que se realizó el duelo— el rostro de Minerva se ensombreció —El joven Weasley intentó forzar a la Señorita Granger— Molly se removió y se levantó de la silla, dispuesta a defender a su hijo, pero no contó con que su marido la tomara bruscamente del brazo y la obligara a sentarse nuevamente.
—Silencio, Molly— dijo con seriedad. Arthur volvió su mirada, quizás más brillante que de costumbre hacia McGonagall y rogó con ella a que continuara.
—¿Usted puede probar lo que hubo un intento de violación hacia la muchacha?— antes de siquiera abrir los labios, unos de los magos habló, Minerva lo conocía, muchas veces lo vio visitar a Dumbledore en su despacho.
—Puedo. El heredero de la casa Longbotton impidió la violación— el llanto de Molly comenzó entonces —Aturdió a Ronald Weasley y ayudó a Granger a vestirse y llevarla a su habitación, fue ayer por la mañana en la que por fin ella decidió contarme lo ocurrido— la tristeza se filtró en la voz de Minerva —Estoy segura de que la familia Malfoy pronto presentará cargos en nombre de la señorita Granger— miró con enojo a los padres del muchacho, era, mayoritariamente culpa de ellos el comportamiento de su hijo.
—Continuando, cuando hablé de intento de violación, el director lo desestimó enseguida, alegado que era consensuado, desde luego todos los maestros quienes vimos el duelo sabíamos que definitivamente ésa no era la verdad, pero preguntamos, la maestra Umbridge y yo presionamos y logramos sacar información de el director— ahora el enojo de la mujer iba dirigida hacia el viejo mago.
—Se regodeó en que Hermione Granger ya tenía un contrato matrimonial pre establecido con el joven Weasley y que los padres de éste habían firmado, desde luego mintió, preguntamos quién firmó por Granger y confesó que lo hizo él, y que de nada serviría por que ya estaba hecho, tuvo la osadía de intentar regalar ésta muchacha llena de talentos a un mocoso que no la merecía— varios susurros volvieron a llenar el ambiente —Cuando le expliqué que el contrato era ilegal no le importo, a toda costa deseaba mantenerlo, solo cuando informe que la Señorita Granger era compañera del heredero Malfoy supo que su plan fallaría. Luego de éso la profesora Umbridge lo acompañó al Ministerio con dos aurores custodiándolos, y yo busqué dicho contrato entre los documentos del Director— Y con bastante rapidez Albus se giró hacia Minerva, que le regaló una media sonrisa antes de sacar de entre su túnica de tartán un rollo de pergamino y acercarse al Ministro para entregárselo. Los ojos azules del director ya ni siquiera intentaban ocultar la furia que sentía, asesinaba con la mirada a la bruja, que debidamente decidió ignorarlo, Albus podría ser aterrador con ésa mirada tan extraña en él, pero había quien lo era más, decidió, recordando un par de ojos verdes.
—Éste es el contrato, Sr. Ministro y, notará que no solo actuó de manera ilegal al firmar como tutor y guardián de la niña, sino que ignoró todas las especificaciones para la elaboración de éste tipo de contrato— Cornelius entonces procedió a leer el contrato que Minerva le había entregado, viéndose cada vez más escandalizado a medía que leía.
Cuando terminó, dirigió un rostro asqueado a Dumbledore y se lo pasó a Amelia quien realizó un par de copias para que los miembros del Tribunal lo pudieran leer también.
—No hay especificaciones acerca de la dote, sobre los herederos ni un ítem acerca de su disolución o divorcio, tú, Dumbledore prácticamente regalaste como esclava a ésa niña— acusó el Ministro, para ése punto los nudillos de Dumbledore estaban blancos de tanto apretar su puño, pero obstinadamente no abrió la boca.
—Brujas y Magos del Wizengamot, creo que estamos listos para deliberar— una burbuja de silencio fue enviada alrededor de los acusados y la testigo, quienes veían al Tribunal de magos dictaminar la sentencia. Fueron los doce minutos más largos de la vida de Arthur, quien ya veía el futuro negro que les deparaba. El hechizo de silencio se levantó y cada mago y bruja volvió a su asiento, algunos con rostro serio, otros enojados, algunos pocos, muy pocos, aliviados.
—Albus Dumbledore, usted no irá a Azkaban— comenzó Cornelius, una sonrisita pretenciosa comenzando a aparecer en el rostro del mago mayor —Pero, se verá obligado a compensar por sus crímenes por la cantidad de quinientos mil galeones a la Señorita Granger, así como doscientos mil galeones a los señores Weasley quiénes al parecer pecaron de ignorancia en éste asunto— todo el color desapareció del rostro del hombre al saber la cantidad de galeones que debería salir de su cuenta. —Antes de terminar con su sentencia, Dumbledore, quisiera hacer una última pregunta a los Weasley— Cornelius se giró hacia el patriarca de los pelirrojos —¿Arthur, usted sabía que era Dumbledore quien actuó como guardián de la señorita Granger?— preguntó.
—No, señor Ministro— contestó, y era verdad, por que los efectos del veritaserum aún seguían en su sistema, ésta vez se giró hacia Molly, quien aún permanecía pálida.
—Y usted, Molly Weasley ¿Lo sabía?— un tenso silencio se levantó, la mujer miró con ojos llorosos a su esposo luego a su hijo, antes de negar con fuerza mientras se abrazaba a sí misma.
—Lo sabía— contestó, las mujeres del lugar comenzaron hacer comentarios groseros en susurros, hasta que rápidamente llegaron a los gritos, al punto de que el Ministro tuvo que interferir. Arthur se giró a verla con la furia y la traición brillando en sus ojos.
—¿Cómo pudiste…?— fue el susurro del pelirrojo.
—Bueno, éso cambia las cosas un poco. Arthur Weasley, los doscientos mil galeones que Dumbledore que iban designado a usted y su esposa en compensación por el engaño, solo irá a una cuenta a su nombre, sin embargo, usted señora, deberá pagar la cantidad de cien mil galeones en compensación a la Señorita Granger por cómplice, no podrá usar el dinero que se le otorgó a su marido, por que lo sabremos e irá a Azkaban— fue la orden inflexible de Cornelius —En caso de que no pueda pagar dicha multa, será obligada a realizar trabajos forzosos para gringotts, donde el setenta por ciento de su sueldo irá a una cuenta para la Señorita Granger, un diez por ciento irá al banco por sus servicios al Ministerio y lo que sobre será suyo, trabajará allí hasta que complete la totalidad de su deuda— Molly ya no podía llorar, se veía a punto del desmayo pero, nadie sentía pena por ella.
—Dumbledore, lo suyo aún no termina, debido la facilidad con lo que ha cometido éste crimen, se abrirá un sumario en su nombre, en donde se realizarán investigaciones correspondientes para saber si ya ha hecho éste tipo de crímenes con anterioridad, quién estará a cargo de dicha empresa será Madame Bones, no confiamos en que no utilice a sus allegados del Ministerio para no poner la investigación a su favor— Amelia asintió solemne, mientras que el viejo Dumbledore sentía que el aire no llegaba a sus pulmones —Mientras el sumario esté abierto, no podrá salir del país y su varita será retenida por el Ministerio— un rumor de indignación se levantó por parte de los simpatizantes del hombre pero fue ignorado por Fudge —Además de que será removido de su cargo como Jefe de Magos, así como Jefe Supremo de la Confederación Internacional de Magos y como Director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería de manera transitoria— ahora sí, toda la sangre se había drenado del rostro del ex director de Hogwarts, que se veía tan impresionado que no podía alegar en contra de su sentencia —Hasta que acabe las investigaciones en su contra no podrá acercarse al colegio y sus pertenencias serán enviadas a su residencia, confío, Sub Directora McGonagall que verán entre los miembros de su personal alguien con la capacidad para tomar el papel de director en su escuela— tras el asentimiento de la animaga la mirada de Fudge se dirigió de nuevo a Albus —Usted no podrá acercarse a Hogwarts, ni Hermione Granger ni a Amelia Bones, ni a la familia Weasley desde ahora, tiene un plazo de un mes para pagar las compensaciones a la Señorita Granger y a Arthur Weasley, ésta corte así lo ha decidido— dio un fuerte golpe con su martillo y solo entoces la voz pareció llegar a Dumbledore, pero ya era tarde, su arrogancia lo llevó a este juicio y subestimó a los magos allí, éso lo llevó a dónde estaba, escuchó apenas como Fudge le pedía a Dolores su varita y se la entregaba a Amelia, ahora quedaría bajo su custodia, Arthur llevaban a una catatónica Molly fuera de la sala, el patriarca de la família de pelirrojos no se veía mucho mejor, Percy se veía inseguro sobre si ir o no detrás de ellos, al final su orgullo ganó, por lo que simplemente siguió al Ministro.
Un par de aurored soltaron las cadenas alrededor de las muñecas de Dumbledore, pero éste solo permanecía en silencio mientras Kingsley lo llevaba de vuelta al atrio. El viejo mago solo se preguntaba cómo es que había cambiado tanto las cosas, cómo es que sus piezas de ajedrez de repente fueron robadas y ahora su enemigo las utilizaba en su contra. Tan ensimismado estaba, que no vio cuando Minerva pasó a su lado de manera veloz para encontrarse con el Ministro en el pasillo, una carta con el sello de la casa Gryffindor fue dejado en sus manos y la información de que el Heredero de Hogwarts tuvo una reunión con el consejo de Padres más temprano en la mañana.
Unos minutos más tarde, ahora con más seriedad, Minerva alcanzó a los Weasley frente a una de las chimeneas en carácter de segundo de Draco Malfoy, una carta también fue dejada en las manos del patriarca junto con la instrucción de aparecer al día siguiente, un domingo, en la institución para que pudiera hablar con el joven. Arthur solo asintió, sin saber muy bien qué hacer, fueron tantos sucesos uno detrás de otro, quería consolar a su esposa pero se sentía tan traicionado por ella.
Arthur solo hizo lo único que podía hacer en ése momento, tomar un poco de polvos flú y marchar hacia la madriguera, debía avisar a sus demás hijos para que aparecieran lo más pronto posible por la casa, las cosas definitivamente estaban cambiado ahora.
Lucius se removió incómodo, y era absolutamente divertido, Harry disfrutaba de incomodar a grandes señores con su presencia, sus ojos verdes se clavaron en los grises, tan parecidos a los de su mejor amigo, pero tan diferentes a la vez, el silencio se levantó sobre ellos y por mucho que se divirtiera con el sufrimiento del hombre, había cosas más importantes de la que hablar.
—Tenemos un asunto muy importante de lo que hablar, Lord Malfoy, estoy seguro de que mi padrino le ha dicho que hoy me acercaría a usted— el rostro de Lucius adquirió una palidez mortal mientras asentía.
—Su... su padrino, ése padrino oscuro— murmuró y la carcajada de Harry no hizo sino erizarle todos los bellos de la nuca. Reía de la misma manera que el Lord Oscuro.
—Sí, mi padrino, ése gran señor con la enorme serpiente— murmuró con aire divertido, entonces la seriedad volvió a su rostro y su cabello pasó de rubio a negro azabache al igual que sus ojos —Tenemos que hablar sobre Draco, es de importancia—-Lucius lo miró confundido pero asintió.
—No sé si está al tanto, pero Draco está enterado de mi parentesco con cierta persona desde el verano pasado— ignoró el rostro ultrajado de Lucius en favor de continuar —Draco es mi mejor amigo y el Lord lo sabe, y por éso lo tiene en alta estima— el rubio se veía contrariado, sin saberse ofendido por ser dejado de lado en el asunto u orgulloso por que su hijo se estaba haciendo su propio camino dentro de las filas de los mortífagos —En fin, el segundo día de clases me apersone con los jefes de casa para hablar de un proyecto entre los estudiantes, un club en la cámara de los Secretos— vio la sorpresa pintada en los ojos grises del hombre frente a él —La reunión del dos de septiembre fue hecha en la cámara con los jefes de casa y sus prefectos, Draco Malfoy, Susan Bones, Luna Lovegood para Ravenclaw y Hermione Granger para Gryffindor, y sé lo que estará pensando, pero pese a ser una sangre sucia, Hermione es una de las mejores brujas de ésta generación— con los labios apretados, muy a regañadientes Lucius asintió, entendía el punto pero no qué demonios sucedía, y se incomodó aún más cuando toda expresión desapareció del rostro de Harry.
—Debido a éste club, Draco y Hermione pasan más tiempo juntos, de hecho, él la vigila por pedido mío, queremos a Hermione en las filas de mi padrino, la tía Bella quiere educarla— Lucius comenzó a verse cada vez más nervioso —Fue por éso que él notó que había algo mal en ella— los ojos de Harry se volvieron azules demostrando así su tristeza —Ella ayer le confesó que Ron Weasley estaba siendo violento con ella— y para gran sorpresa de Harry, el rubio frente a él apretó los puños con cierto enojo y frunció el ceño, pese a lo que creían de él, Lucius había sido criado como un caballero, jamás había levantado una mano hacia su esposa o alguna otra mujer, la varita sí, pero algo tan barbárico como violencia física no —Draco lo llevó junto a la Profesora McGonagall, y la dejó allí mientras él con las otras prefectas esperaban en el pasillo, sin embargo, lo que escuchó fue... impactante, en el mejor de los casos— un silencio tenso se levantó sobre ellos, el cabello de Harry cambió de rojo a negro con velocidad y su respiración se agitó por solo unos segundos antes de que su rostro nuevamente quedara en blanco. —Ronald Weasley intentó abusar de Hermione— soltó.
Por un momento, solo por uno, Lucius Malfoy sintió indiferencia, no tenía porqué sentir pena por una sangre sucia inmunda pero, Hermione era solo una niña, una mujer, no quería ni siquiera pensar en que algo así le sucediera a alguien que apreciara, a cualquier persona, su rostro se deformó en pena y preocupación.
—¿Cómo... cómo se encuentra la chica?— preguntó Lucius, luciendo incómodo por que demostrara tanto cuando estaba tan acostumbrado a no hacerlo. Arrugó la nariz con molestia por su propio descuido y suspiró.
—Ella está bien, pero Draco... cuando oyó lo que Hermione le confesó a la McGonagall, él simplemente enloqueció, y su herencia se presentó— Si Lucius se sorprendió, no lo demostró, es más, todos aquellos deslices donde sus emociones fueron visibles para el joven Lord frente a él quedaron atrás, un rostro pétreo le devolvió la mirada y Harry tomó éso como una invitación para continuar —Él... al parecer el saber que su compañera estuvo en peligro activó todos sus genes veelas por lo que su herencia se presentó—
—¿Compañera?— preguntó Lucius.
—Draco la tomó como su compañera, ahora ambos están en la enfermería— y éso, la posibilidad de que su hijo estuviera en peligro activó todas las alarmas del rubio, quien comenzó a sentir la ansiedad recorer su cuerpo.
—¿Por qué están en la enfermería? Olvídalo, ire yo mismo a averiguarlo— el hombre se levantó de su asiento con toda la intención de ver cómo se encontraba su hijo.
—Lucius siéntate— ordenó Harry con fuerza, logrando hacer que el mayor se detuviera por completo, sin embargo no volvió a su asiento —Draco está asustado— la expresión de Harry se suavizó —Está tan o más asustado que tú, porque él no puede controlar a quién elige su criatura, solo pasó— Lucius se vio infinitamente cansado, suspiró mientras se deshacía de toda su elegancia y se dejaba caer en la silla, los hombros hundidos hacia adelante y los ojos sospechosamente rojos —Y él definitivamente quiere hacerte sentir orgulloso—
—Y lo hace— habló rápidamente Lucius, comenzando a masajear el puente de su nariz —Es mi mayor orgullo— murmuró. Harry se sintió conmovido y notó que, Draco se parecía mucho más a su padre de lo que creía —¿Por qué están en la enfermería?— preguntó, más calmado.
—Draco retó a un duelo de magia a Weasley, para defender el honor de su pareja, y ganó— el latigazo de orgullo paternal que atravesó los ojos grises de Lucius fue casi abrumador para su empatía —Pero Ron intentó atacarlo por la espalda y antes de que el hechizo llegara a él... Hermione se puso enfrente— un sentimiento confuso pudo reflejar el rostro del mayor, sin embargo se mantuvo en silencio esperando que Harry terminara.
—Draco la cuidó y ayer por la noche me envió una carta explicando lo sucedido, a su vez, yo también envié una a mi padrino. Lucius, sé que debe ser difícil para ti aceptarlo, pero ¿De verdad crees que la criatura dentro de Draco no elegiría a la mejor persona para su compañera? Hermione quiere aprender y pertenecer, Draco le dará todo éso, y ella podrá ayudarlo también, hay tantas cosas que aún no saben uno del otro— otro suspiró salió de los labios de Lucius.
—Es bastante difícil— comenzó el rubio antes de que una expresión determinada llegara a su rostro —Pero es mi hijo, mi único hijo, y si crees que ésta señorita está dispuesta a aprender todo lo que conlleva ser una bruja de verdad, creo que debería ir y presentarme adecuadamente— Harry sonrió abiertamente y Lucius le devolvió una un poco más dubitativo, casi incómodo, pero ni siquiera éso podría hacer que reniegue de su precioso hijo.
Draco era el mayor milagro de su podrida familia, la única esperanza que tenían de no ser malas personas, Draco era la luz de sus ojos, su pequeño Dragón, no haría nada que pudiera lastimarlo y se dio cuenta entonces, que no estaba haciendo bien las cosas si su hijo le contaba primero a un extraño de sus problemas, pero aún no era tarde, se dijo mientras recorría los largos pasillos en dirección a la enfermería, aún no era tarde y por el jovencito frente a él sabía que no debía preocuparse por el Lord o por Bellatrix, ya habría tiempo más tarde ése día para explicarle a Narcissa quién sería su nueva hija, miró con impaciencia las puertas cerradas de la enfermería mientras Harry ingresaba primero.
Él no se convertiría en su padre, el no haría sufrir a su amado hijo, no lo haría. Con determinación ingresó a la sala de la enfermería viendo los asustados ojos de su niño, y no pudo, simplemente no pudo mantener la máscara puesta, a paso apresurado se acercó a Draco, viendo como éste cerraba los ojos y se preparaba para recibir un golpe, pero lo que sintió fue todo lo contrario. Los cálidos y fuertes brazos de su padre lo rodearon, como cuando era un niño y se raspaba las rodillas, un sentimiento de nostalgia los invadió a ambos y el abrazo se hizo mucho más fuerte. Tanto Lucius Malfoy como su heredero permanecieron así, unos minutos disfrutando de la sensación de estar cerca, de no abandonar.
Lucius se aclaró la garganta algo avergonzado una vez se separó de su retoño y vio la conmovida mirada de la joven muchacha frente a él —Creo que no nos han presentado debidamente, señorita— habló, y haciendo uso de sus modales impecables tomó la mano de Hermione dejando un suave beso sobre el dorso —Lucius Malfoy, padre de Draco y, al parecer, su suegro— sonrió divertido al ver el sonrojo de ambos niños.
A su lado, Harry reía bajito, pese a que muchos los consideraran monstruos, ellos solo eran humanos, y sentían, diferente de las personas ordinarias, pero lo hacían, y un gran sentimiento de satisfacción y camaradería lo llanaba al ver a sus amigos tan felices.
Poco a poco sus planes comenzaban a tomar forma y el mandato del imperio de la luz caería, y con ella, el desgraciado que le arruinó la vida.
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