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Coquilles



Acto V: Coquilles

Parte 1: De la danza macabra de nuestros corazones unidos.


El silencio entre los dos era tenso, ambos hombres de mirada carmesí se examinaban entre ellos; uno frente al otro sentados en la sala de la casa, un servicio de té que nunca fue tocado es dejado de lado cuando ambos de repente se levantan de sus asientos y sacan sus varitas y se apuntan con ella el uno al otro.

Harry rueda los ojos desde su lugar, a su lado Abigail mira con ojos curiosos la escena y en una silla cercana a la del adolecente menor, otra invitada suelta una risita.

¡Crucio!— sisea el lord oscuro, el rubio esquiva el hechizo lanzando un Expelliarmus hacia el padrino de Harry que utiliza un Protego a cambio, permanecen nuevamente en silencio hasta que el mayor dio un pequeño asentimiento.

—Buenos reflejos—halaga el visitante, las esquinas de los labios del psiquiatra se levantan apenas mientras vuelve a esconder su blanca varita.

—Lo mismo digo, Lord Voldemort, las alabanzas cantadas por Harry hacía su tío tenían cierta verdad— comenta, observando de reojo a su sonrojado hijo. —Me habló mucho de usted— volvió a decir Hannibal, ésta vez es el turno del mago mayor de sonreír.

—Nos hemos estado carteando casi todo el verano, estoy seguro de que estaba al tanto, Conde— Harry volvió a rodar los ojos.

—Ustedes adoran llamarse por sus títulos, en serio, yo tengo más de uno y no digo nada— dijo irritado el muchacho, la mujer a su lado estalló en carcajadas.

—Bella, tus modales— ésta vez la irritación venía de parte del Lord, quien se preguntaba nuevamente porqué había traído a su lugarteniente con él. Cualquier respuesta por parte de la mujer fue interrumpida por Dobby, quien con una reverencia avisó que el almuerzo ya estaba servido.

—Si nos acompañan, por favor— mencionó el rubio, fue seguido por sus hijos y los invitados de honor, quienes se sentaron a la izquierda, mientras que los menores lo hicieron a la derecha.

—No puedo evitar notar la falta de su compañero— mencionó Tom, observando el asiento vacío frente a él, a la derecha de Hannibal —Harry mencionó que no aceptó muy bien ciertas actividades suyas—

—Y parte del menú diario— mencionó por lo bajo Bella, guiñando un ojo a los menores y tratando de aligerar el ambiente.

Miró con curiosidad el trozo de carne que había cortado y se encogió de hombros comiéndolo.

—¡Está muy rico!— mencionó realmente asombrada.

—No, no lo hizo— fue la seca respuesta del anfitrión.

—Debería estar aquí, con nosotros— dijo Abigail en tono melancólico, los ojos del médico brillaron por un breve segundo antes de volver a la normalidad.

—Debería, pero éste es un precio muy bajo a pagar para que la metamorfosis de Will continúe y se convierta en lo que verdaderamente está destinado a ser, de una manera u otra terminará con nosotros— mencionó tajante —Seremos una familia—

—Parece muy seguro— comentó Bella con curiosidad filtrandose en la voz, Hannibal le sonrió.

—Lo estoy— el hombre sonrió.

—Will es como nosotros, tía Bella— mencionó Harry también con una sonrisa —Y ahora está en un proceso de aceptación, si vieran cuán hermoso y poderoso se ve bañado en sangre, aunque sea un squib, hay oscuridad en su interior que busca desesperadamente salir—

—Mañana se cumple tres días— habló ésta vez Abigail —¿Creen que le deje un regalo a papá?— preguntó.

—Probablemente, si intenta imitar a papá lo hará, estoy emocionado por saber qué hará—la curiosidad estaba escritas en las facciones de los invitados y Abigail les sonrió conciliadora.

—Papá caza en piras de tres, y solo a cerdos groseros, creemos que Will también lo hará— y la cena continuó sin más interrupciones y sin más intentos de duelos mágicos. Y todos disfrutaban de la magnífica cena sin saber qué a unos pocos kilómetros de allí, un regalo de cortejo era envuelto para el psiquiatra.































































—He notado que tienes cierto interés por uno de mis soldados— la voz del Señor Oscuro resonó en la habitación del menor, tras la cena y el postre, Bella se había disculpado diciendo que debía marcharse e ir con su esposo; desapareció por flú y Tom quedó solo con Harry, el resto de su familia entendiendo que era un asunto personal se dirigieron a la cocina a limpiar.

Hannibal los dejó ser, sin embargo su oído estaba atento a cualquier sonido extraño, Abigail parecía reacia a alejarse de la zona de los cuchillos, pues sabían que la conversación que tendrían sería más que seria.

—Severus no es tuyo, padrino— la voz de Harry salió baja y oscura, su mirada se volvió carmesí y mantuvo sus ojos conectados a los del Lord.

—En todo caso sería mío, ya lo elegí y con mi magia lo marqué como mío— deliberadamente evitó mirar el retrato de su madre; aún no estaba listo para enfrentarla, sin embargo el lord oscuro sí dio un rápido vistazo antes de suspirar.

—No puedes ir por la vida marcando a personas con tu magia como si fueran tuyas, Harry— el chico frunció el ceño y apretó la mandíbula, estaba bastante ofendido, pero se calmó, debía explicar bien lo que sucedía.

—Y no lo hago, nos elegimos mucho antes, fue mucho antes de que lo supiera todo, nuestros patronus son iguales padrino, bueno, el mío es macho y el suyo es hembra, ¡Es compañero!— dejó en claro lo último, estaba siendo cruel con su madre; no, solo es un retrato, se dijo mentalmente. —La razón por la cual no funcionó con ella era por que sus patronus eran exactamente iguales, padrino, ambas eran hembras, el mío es su contraparte, su otra mitad, él es el mío y yo de él ¿Es tan difícil de entender?— con un suspiro el mago mayor tuvo que sentarse en la cama del chico, Harry lo acompañó y se sentó a su lado. Y durante por lo menos un minuto no hubo más que silencio.

—Lo que siento es incluso más profundo de lo que alguna vez sintió mi madre. Ahora lo entiendo, tú estuviste ahí cuando crucé miradas por primera vez con él— comenzó a jugar con sus dedos con nerviosismo —Siempre me cuidó de todo mal, aunque no lo supiera, siempre estuvo de mi lado y ahora quiero honrar eso, y amarlo por siempre, porque conmigo no le faltará nada, destruiría a sus enemigos, desaparecería naciones enteras bajo el fuego de su ira si el solo me lo pidiera— susurraba el chico, sus ojos fijos en sus manos entrelazadas sobre sus rodillas.

—¿Y sí te pide que te alejes?— preguntó Tom, sus ojos carmesí lo observaban con seriedad. El menor levantó la mirada conectándola con la de su padrino.

—Lo mataré, y yo moriré junto a él— un tenso silencio se levantó en la habitación. Y otro suspiro se escuchó.

—¡Ah! El amor joven, tan dramático... tan suicida— murmuró a cambio —Si ya lo has decidido, sé que no podré hacerte cambiar de opinión, solo me queda dar mi bendición y desearles felicidad— y el menor le sonrió antes de abrazarlo.

Quedaron así por unos minutos antes de que el de ojos verdes levantara la mirada hacia su único familiar por parte de su madre. Habían pasado tantas cosas, pero ése hombre era la única constante en su vida cuando no había nada. ¡Eran familia! Y estaba tan feliz con ello.

—Hay algo que quiero pedirte, padrino— pidió, su tono fue un poco más bajo, casi avergonzado y el Señor Oscuro levantaría una ceja si es que la tuviera. ¡Pequeño manipulador!

—¿Qué deseas, Harry?— preguntó más que curioso, el chico sonrió y Tom solo pudo sentir orgullo, era la misma sonrisa de Lily cuando torturaba a alguien.

—Hay cierto lacayo que necesito a mi servicio para un trabajo— Voldemort solo soltó una suave risita, él se encargaría de todo, si su sobrino amanecía con ganas de torturar a alguien, quién era él para aplacar esas ganas.

La sangre llama a la sangre.














































Los celos que corrían por las venas de Alana la sorprendieron en su intensidad, y lo que más la sorprendió fue la ira que sentía hacia Will. No solo había perdido a Hannibal por otro hombre -Por que había estado notando lo distante que estaba, nunca había respondido a sus coqueteos pero ahora ni siquiera le sonreía como antes- sino que ahora lo perdería por culpa de Will Graham. El maestro socialmente incómodo que no puede hablar con un extraño sin ser grosero.
Y ella sabía lo mucho que Hannibal odiaba a la gente grosera.

Alana era una mujer buena, por supuesto que lo era, pero había estado tras Hannibal por tanto tiempo, desde que había sido su mentor, y durante todo ése tiempo ella intentó acercarse; por supuesto que lo hizo, y Hannibal solo sonreía de forma educada.

Quería llorar de rabia, ella, que durante años había intentado por lo menos estar durante unos instantes bajo la mirada atenta e interesada del hombre y jamás lo había conseguido y Will, solo con un nuevo corte de cabello y ropa bonita y ya no salía del radar del rubio.

No, se dijo. Esto no era solo de ahora. El interés de Hannibal por William iba desde mucho antes, y ella tontamente siempre creyó que era únicamente por su mente, interés profesional como el suyo.

Y ahora los veía ambos gravitar hacia el otro y era absolutamente repugnante y poco ético desde su perspectiva. Uno no debería salir con su médico, uno no debía involucrarse con los hijos de su médico y uno no debía robarle los hombres a sus amigos. Aunque no sabía si podría continuar contando con Will como amigo.

Volvió a mirar a ambos, hablaban con Jack de lo que probablemente era el nuevo asesino de la ciudad; le daba escalofríos pensar en ello pero no podía quedarse atrás, el castaño aprovechaba éstas escenas para acercarse, no podía dejarlos pasar mucho tiempo juntos. Will se veía guapo, y si no estuviera tan interesada en Hannibal probablemente iría tras él, era obvio el enamoramiento que el agente aún tenía por ella, tal vez solo estaba confundido con el hombre mayor, por eso debía conquistar primero al rubio, por que no estaba interesada en William más de lo que lo estaba en Hannibal.

Apretó los labios con fuerza al ver al otro psiquiatra mirar con tanta insistencia al castaño y que éste sólo le sonriera a cambio. Como si compartieran un secreto que solo ellos sabían, y eso en verdad la enojaba. Sin poder soportarlo más se acercó, sin embargo una frase dicha por su antiguo mentor la detuvo.

—No necesitas llamar mi atención Will— la voz del rubio era suave, casi cariñosa, Alana se detuvo al oír lo siguiente —Siempre la has tenido, cariño-—

Los mandíbula de la mujer se tensó, apretó sus manos en puños y su sangre hirvió en ira al escuchar la respuesta del que creyó era su amigo.

—Tú eres mío, Hannibal— había algo oscuro en los ojos de William cuando sonrió —Quiero siempre llamar tu atención, así como tu tienes la mía— el agente dio un paso más cerca del rubio, dejó una suave caricia sobre el dorso de su mano —Soy el único que puede verte, Mon chéri (cariño mío)

—Eres el único, mylimasis— y aparte de los celos, una insana curiosidad se instaló en el pecho de Alana.

¡Debía separarlos!
























BAU, Quantico, Virginia - Tres horas antes.

El doctor Lecter había sido llamado nuevamente por Jack Crawford para asesorar en una escena del crimen junto con William, y el médico por supuesto que aceptó, su futuro esposo estaba honrando sus tiempos de caza, exactamente al tercer día un nuevo cuerpo apareció, Harry y Abigail le sonrieron al despedirse y el menor decidió que ya era hora de visitar Gringotts para un futuro enlace matrimonial.

Una vez en Quantico, el psiquiatra fue recibido por un muy nervioso Jack, que se veía más frustrado que de costumbre y en su oficina un tranquilo Will los esperaba.

La tensión en la habitación era evidente, Jack pasaba su mirada de uno al otro, sin embargo ninguno parecía querer iniciar una pelea por lo que suspiró y comenzó a explicar que un cuerpo había sido encontrado en el teatro de Baltimore, casi de la misma manera en la que había sido encontrado el trombonista hace solo unas pocas semanas atrás.

Hannibal apenas y podía controlar la sonrisa orgullosa que quería salir. Su pequeño Will era una cosa rencorosa, utilizar el mismo escenario que Tobias Budge y que todos se olvidaran de él, que pensaran en ése sitio solo como el lugar en el que ''El admirador del Destripador'' mató. ¡Cuantas ganas tenía de besarlo!

—Es un imitador— dijo Will con voz aburrida, el hombre de color hizo un gesto de frustración.

—¿Qué te hace pensar que es un imitador, Will?— la irritación en su voz era mucha —Podría ser el Destripador, y lo sabes— volvió a decir el hombre.

—No es el Destripador y estoy seguro. Debes dejar de obsesionarte con los asesinos, Jack. Mira lo que le pasó a Miriam Lass... mira lo que me sucedió a mí— golpe bajo, la mirada del hombre cambió a una más vidriosa, avergonzada y culposa, y aún así William no lo dejó empaparse de su miseria, y no porque le tuviera lástima, no, sino porque realmente ya quería salir de allí, no sabía cuándo podría durar sin suplicar perdón a Hannibal; se removió incómodo y fijó su vista en sus pies.

—Éste asesino es nuevo, es uno que siempre estuvo observando todo lo que sucedía a su alrededor, siempre con las ganas de matar pero nunca haciéndolo— comenzó Will —Entonces algo pasó, algo detonó y ya no pudo controlar su sed de sangre, no es el Destripador, Jack. ¿Ahora, podemos ir a la escena?— un suspiro y un asentimiento y el émpata ya salía de la oficina.

—¿Hay algo que deba decirme, Doctor Lecter? Siento cierta tensión entre ustedes— preguntó Jack, el psiquiatra solo le regaló su habitual sonrisa amable.

—Es solo un pequeño desacuerdo que tuvimos en la terapia, nada preocupante, ambos sabemos lo terco que puede llegar a ser Will— mintió y un atisbo de sonrisa cruzó por las facciones del Gurú.

—Sí, creo que sé a qué se refiere. Deberíamos ir a la escena— comenzó a levantarse de su asiento. —Como dije, el cuerpo fue dejado en el teatro, lo encontró el conserje del lugar, llamó a la policía y ellos a nosotros, no están acostumbrados a éste tipo de escenas, mi equipo ya debería estar ahí— salieron de la oficina con dirección al estacionamiento —Me preocupa que sea el Destripador, porque usa los mismos tiempos, el mismo tipo de arte macabro, Beverly me llamó diciendo que más de un policía tuvo que correr hacia los baños—

—Eso es preocupante, Jack. Sin embargo deberías confiar más en los instintos y en el don de Will, fue por éso que lo sacaste de sus clases, si dice que no es tu asesino; deberías creerle ¿Quién más aparte de Will y usted han estado tan al pendiente del Destripador de Chesapeake?— Hannibal ignoró por completo el rostro de Jack y se dijo que no debería decir la palabra obsesión cuando hablaban de el director de la BAU, parecía enojar al hombre, y aún quería permanecer en su lado bueno —Confía en Will, Jack. Aún con su encefalitis lo hacía bien, ahora que está sano lo hará aún mejor— el director de la BAU resopló.

—Sí, pero ahora me es aún más difícil controlarlo— la mandíbula de Hannibal se apretó un instante, pero se obligó a sonreír al hombre.

—No puede pedir nada sin perder algo a cambio, Jack— y ambos soltaron unas risitas bajas.

—Touché— fue la única respuesta y no volvieron a hablar hasta que estuvieron frente al teatro de Baltimore.

Hannibal notó a Alana cerca, indecisa sobre acercarse o no, lo miraba con anhelo, entonces su mirada se dirigía a Will; y allí había celos, rencor, ira y desagrado. Interesante, muy
Interesante, se dijo a sí mismo.

¿Había ocurrido algo en el tiempo que estuvieron separados? ¿Qué hizo que la buena Doctora Bloom se enojara de esa manera? Tal vez debería divertirse un poco a su costa, después de todo Harry le había dicho que también estaba interesada en Will... y nadie tocaba lo que pertenecía al Conde Lecter sin sufrir de las consecuencias.

—Debería controlar mejor sus expresiones, agente Graham— susurró por lo bajo, el orgullo y la satisfacción de la sonrisa de William al observar la escena del crimen era gratificante, pero no deberían atraer más atención de la necesaria a ellos. Era suficiente con éstos asesinatos y el Destripador que aún no hacía aparición.

Pero sin duda podía entenderlo, la pieza que había dejado como regalo era inusualmente hermosa y tétrica, ésta vez las víctimas eran un hombre y una mujer; o al menos los torsos de ellos, y con insana curiosidad se preguntó qué hizo con el resto de los cuerpos ¿Se deshacía de ellos en algún río? ¿Los enterraba? ¿Se... los comía?

Creía posible eso último, Will deseaba su perdón, y con éstos asesinatos deseaba conectarse aún más con él, quizá había experimentado en la cocina, quién sabe.

Observó con detenimiento hacer a su compañero su espectáculo. El hombre, o bueno, el torso masculino había sido cortado desde las caderas, no tenía ninguna otra herida en la piel, como si fuese solo un cerdo al que se le cortó partes específicas. Sus brazos fueron cortados de manera limpia desde la articulación del hombro, siendo reemplazados por los huesos de la mandíbula de algún mamífero grande, no podía identificarlo únicamente por los huesos, también una aureola de bronce fue incrustada en la nuca del hombre postmortem. Pero lo que más lo emocionaba fue el corte vertical en la cabeza; dejando entre ver así la estructura interna de toda la cabeza, desde el cerebro, los músculos faciales, incluso las orejas habían sido retiradas junto con el resto de la piel del cuello.


Era hermoso, y tenía una pareja igual de hermosa. El torso femenino, a diferencia del masculino había sido tratado con más delicadeza, el pecho había sido apenas abierto para lograr sacar el corazón y volver a cerrar la herida del pecho. La cabeza fue cortada de manera uniforme y horizontal desde arriba de la nariz, sin embargo podían verse retazos de piel colgando, y una sonrisa creada de manera quirúrgica, notó, observando las pequeñas y casi invisibles suturas en las mejillas. El torso femenino era mucho mas pequeño que su contraparte masculina, carecía de brazos también y el corazón que le habían arrebatado fue expuesto entre sus senos con doce clavos implantados en él. También fue cortado desde las caderas, y había rastros de sangre en la piel de ambos en cada una de la heridas pero en su mayoría el lugar se encontraba impecable. Ambos expuestos sobre una mesa alta de té, la madera era oscura y se veía bastante cara, interesante, se repitió Hannibal.


—¿Qué ves, Will?— preguntó Jack interrumpiendo el hermoso silencio en el que se encontraban, obsevando la pieza que dejó el mismo Will para él.

—Aquí hay... obsesión— dijo William tras un breve silencio, se acercó un poco más y estiró la mano, acariciando la sutura de la muerta sonrisa femenina. —No hay odio contra éstas personas, no hay amor, traición o cualquier otro sentimiento, no hay nada, solo son un medio para un fin— Jack se veía positivamente enfermo.

—¿Crees que sea el Destripador?— volvió a preguntar y el de rizos castaños estuvo muy tentado a rodar los ojos, pero solo alejó su mano del cadáver.

—No lo creo, las suturas, el corte, incluso la forma en la que fueron expuestos los cuerpos... está hecho de manera más ruda, fue influenciado, sí. Hay demasiado del Destripador y probablemente se haya inspirado en él— comentó a la ligera, intentado no sonreír —Pero definitivamente no es él, las pruebas de forense lo van a respaldar, esto es una especie de cortejo macabro— Jack se giró a verlo con pánico, asombro y algo de asco.

—¿Qué demonios tratas de decir con eso, Graham?— su voz sonó dura, los fríos ojos azules de Will cayeron pesados sobre su jefe, quien casi por instinto se cruzó de brazos; un gesto que el castaño y el psiquiatra tomaron como una forma de mantenerse alejado de él y evitar confrontación.

—Éste asesino busca llamar la atención del Destripador, Jack— su voz sonó sin ningún tipo de emoción —Un medio para un fin, éso son los cadáveres, regalos, el primero fue el inicio de su metamorfosis; su sacrificio, está evolucionando con rapidez, ahora demuestra que es digno. Y estoy seguro de que el Destripador contestará pronto— no dijeron nada más. El hombre de color se alejó necesitando procesar todo lo que había dicho y nuevamente el psiquiatra quedó a solas con William. De reojo observó que Alana los miraba con bastante sorpresa y celos.

—No necesitas llamar mi atención Will— el psiquiatra sonrió con cariño al agente, quien durante algunos segundos no sabía que rayos pasaba, hasta que vio de reojo a Alana —Siempre la has tenido, cariño—

—Tú eres mío, Hannibal— la voz ronca y baja de William envió escalofríos al rubio, inclinó un poco su cabeza sonriéndole —Quiero siempre llamar tu atención, así como tú tienes la mía— dio un paso más y se atrevió a dejar una caricia al dorso de la mano del médico. —Soy el único que puede verte, Mon chéri (cariño mío)— susurró, y había un anhelo para nada oculto en sus palabras, en su tono de voz, se mordió con fuerza los labios debido al nerviosismo y volvió a alejarse, sus ojos azules ahora un poco más opacos, odiaba la sensación de estar cerca y tan lejos.

—Eres el único, mylimasis— prometió Hannibal, su mirada ahora triste también. Y nuevamente ambos volvieron a gravitar hacia el otro, ignorando por completo a la mujer, aunque no era el mismo caso con ella.

—¡Hannibal!— saludó la mujer cuando Will fue llamado nuevamente por Jack. Se acercó decidida a seducir al hombre. El rubio por otro lado, giró a verla y la saludó con la misma amabilidad de siempre.

—Hace mucho que no nos vemos, una lástima que sea en un lugar como éste— el hombre fingió una sonrisa nuevamente y su mirada volvió a la espalda de William.

—Lo es, sin embargo me temo que las cenas que estuve planeando deberán retrasarse— comentó afligido —Mis hijos están algo ansiosos, pronto Harry tendrá que volver a su internado y no quiere alejarse de su hermana— el rostro de Alana se contrajo en una mueca.

—Me sorprende lo rápido que Harry se adaptó a Abigail— comenta intentando sonar casual.

—Bueno, desde que conocí a Abigail le he hablado de ella a Harry, él es muy cariñoso y siempre había querido hermanos, no es tan impresionante el apego que ha tenido con ella— Hannibal nunca había hablado solo de Harry con la buena Doctora Bloom, pero quería saber cuales son sus impresiones de su familia.

—Sigo creyendo que no estuvo bien que la adoptarás, Hannibal. Pero respeto tu decisión— el rostro del rubio permaneció igual de imperturbable, pero sin duda ya pensaba en qué platillos preparar con su carne.

—De hecho, estoy feliz con la familia que tengo ahora, Harry se mantiene en contacto con su padrino y Will siempre que puede va a casa— la sonrisa de la mujer fue aún más forzada y Hannibal se estaba divirtiendo un montón.

—Bueno, estoy seguro de que están bien, pero no crees que le faltará una figura materna a los chicos, sobre todo a Harry, él es aún tan pequeño, está en una edad difícil— el rubio tuvo que contener una carcajada, si Harry la escuchara; no habría pasado ni siquiera tres segundos antes de que un escalpelo rebanara su garganta.

—Harry y Abigail están bien como están— para sorpresa de ambos, fue Will quien respondió. —Lo que menos necesita Abi en estos momentos es una figura materna entrometida. Y Harry creció sin una madre ¿Por qué necesitaría una ahora? Los niños tienen a Hannibal... y a mí— agregó, solo el hombre mayor notó su vacilación, pero desde luego no trató de corregir a Will. Aún no lo perdonaba del todo.

—Tú no puedes reemplazar el amor de una madre, Will— contestó con fuerza la mujer. El de rizos castaños apretó la mandíbula antes de regalarle una sonrisa sarcástica.

—¿Quién dijo que quería hacerlo? Yo amo a esos niños como si fueran míos y sé que con ellos es lo mismo— estaba furioso, sus ojos brillantes como lenguas de fuego se dirigieron hacía el psiquiatra quien sonrió encantado.

Olvídate de una sinfonía, pensó Hannibal mientras miraba con asombro el rostro manchado de ira de William; la oscuridad bailando en sus ojos y la postura de ataque que adoptó. Olvídate de la Opera. ¡Ah! Que belleza cuando Will enseñaba los dientes casi por instinto, de manera casi animal. Der Ring des Nibelungen en sí, la hazaña épica del arte musical, en todos sus grandes cuatro días de gloria operística, ni siquiera pudo sostener una vela junto al milagro que era Will Graham. Él es una sinfonía en sí mismo, y su relato juntos es una obra de arte inolvidable.

—Mis hijos no necesitan a nadie más que a mí, y a aquellos que aprecian, como William— y el rubio se empapó de la calidez de la sonrisa del agente.

Hace algunos años, hace un siglo, hace un milenio, a Hannibal le parece que solo había oído el silencio cuando miró a Will Graham. Nunca había sido el silencio del desinterés, no, Hannibal había sabido el potencial que había allí la primera vez que vio dentro de la cabeza del otro hombre y se arrastró por el interior de su cráneo. Sabía que allí había algo extraordinario, un objeto único para coleccionar, examinar y jugar con él, pero había tardado tanto, tanto en reconocer cuán importante era William, que su potencial era más de lo que podía manejar. Después de todo, solo podía susurrar a través de la crisálida, lo que emergía de ella era completamente decisión de Will.

Will, Will, su querido Will. Tan hermoso y letal, ninguno notó la mirada iracunda de la mujer, más interesados en su compañero. Y se sonrieron el uno al otro, un siniestro y amoroso movimiento de labios, la inconfundible sensación de mirar en un espejo lavándolos a ambos.

¡Oh! Caro mío (cariño mío), pensó Hannibal viendo los brillantes ojos azules de Will. Había tantas promesas de sangre en esa sonrisa.




















































—El miedo atrae— comenzó a hablar Harry, una sonrisita cruel instalada en sus labios —Cuando una criatura está asustada, por lo general se está prestando más atención de la que desea— miró a su invitado con sus ojos brillando increíblemente rojos —Facilitando a las cosas que teme, buscarlo ¿Qué opinas de eso, Malfoy?—
El rubio se veía en pánico, tras el regreso del Señor Tenebroso hace cuestión de nada -porque todos los hijos de mortífagos le creían a Potter sin importar cuán loco sea lo que diga- Draco vivió casi todo el verano en su habitación, sin salir más que lo estrictamente necesario debido a que el mismísimo Lord Oscuro vivía en su mansión. Entonces su loca tía Bella apareció un día en su cuarto diciendo un montón de cosas sobre que el Señor Oscuro tenía un heredero y que deseaba conocerlo, sí claro, como si creyera a la desquiciada tía Bellatrix. Y al día siguiente de eso simplemente lo arrastró por flú a un lugar desconocido y ahora estaba sentado en un estudio con Harry jodido y desaparecido Potter, Lord Voldemort a su lado y su tía Bella riendo como desquiciada probablemente hablando con un cuadro de una hermosa mujer rubia que se le hacía conocida.

—Necesito un minuto— murmuró comenzando a masajear sus sienes —Solo para aclarar— comenzó —Estoy en America, con el Señor Tenebroso y Harry Potter en la misma habitación, no hay sangre, no hay muertos, no estoy alucinando... y no estoy muerto, ¿Eso es correcto?— preguntó. Y Harry comenzó a reír y Tom lo siguió poco después, Draco por otro lado hizo un ruidito inhumano con la garganta y empezó a negar con la cabeza. El Señor Tenebroso no reía, a menos que haya una masacre, no lo hacía.

—Estoy muerto, ¡Merlín! Y ni siquiera he dado mi primer beso— se quejó por lo bajo, con mucho dramatismo, estaba -según él- muerto, maldita sea, iba a ser todo lo dramático que quería. Fin del jodido asunto.

—Tonto bebé Draco, que no entiende— comenzó a hablar Bellatrix paseándose por el estudio como si fuera su propia casa.

—Tía, no sabe la historia, déjame contarte algo, Malfoy— y fue entonces que una hora y media después, un par de tazas de té y galletitas y Draco Malfoy lo sabía todo, desde la niñez horrible de Harry, la niñez de su madre junto con Tom, sus misiones dentro la Orden, su nueva familia. Todo, lo sabía todo por que Harry así lo quiso, por que lo necesitaba y por que quería su amistad, de una forma un poco retorcida, pero lo quería.
Deseaba enmendar el error que cometió a los once años al negarse la amistad de Draco.

—¿Y qué es lo que quieres de mi, Potter?— la sonrisa calmada del chico de ojos verdes desapareció, se acomodó en su asiento y lo miró con seriedad. Quería su amistad, sí, pero también lo necesitaba dentro de Hogwarts.

—Quiero que seas mis ojos y oídos dentro Hogwarts, Draco— comenzó Harry en voz baja y oscura —Éste año no iré, ni el siguiente ni el que le sigue, no volveré más que para matar a Albus Dumbledore, sin embargo aún es muy poderoso y tiene algunas reliquias mías— un pequeño estremecimiento recorrió al rubio y observó a Harry; una oscuridad nunca antes vista en sus ojos, o tal vez una nunca antes fue liberada.

Hasta ahora.

—Quiero que me ayudes Draco, ¿Lo harás?— el rubio por un momento dudó, claro que eso fue hasta que los ojos de Harry se hicieron negros en su totalidad y su cabello se hizo aún más rubio.

¿Utilizando sus genes de veela?

Por supuesto, haría uso de cualquier cosa que lo ayude a cobrar su venganza, además que quería ver el mundo arder y ayudar a su padrino a conquistar el mundo mágico inglés. Eran sus metas en la vida. Draco quiso sentirse ultrajado, pero Dumbledore era la piedra en los zapatos de cualquier mago tenebroso, de cualquier mortífago.

—Lo haré, no necesitas seducirme cara rajada— murmuró el rubio cohibido, sintió mucha más vergüenza cuando Harry le sonrió; todo dientes brillantes e inocencia pura en sus ojos ahora de color rosado.

—Perfecto, cualquier duda se la puedes decir a Severus, te enviaré cartas, pero los asuntos más importantes te lo diré a través de él— habló con mucha emoción —Está de nuestro lado así que no te preocupes por nada— y entonces volvió a ponerse serio, sus ojos se hicieron del color de la sangre seca y toda emoción desapareció de su rostro.

—Pero Severus es mío, Draco— su voz, una octava más baja envió escalofríos al heredero Malfoy —Lo miras mucho y te saco los ojos, le hablas mucho y te corto la lengua, él es mío y quiero que eso quede claro— dijo con mucha seriedad, como si hablara con un pequeño infante sobre no tocar algo que no debe.

—Vas a ser mi amigo Draco— continuaba hablando Harry —Pero si no aceptas eso no requiero de tu ayuda, o de que sigas vivo— amenazó. Y si el rubio no se estremeció con la forma perturbadora en la que pidió su amistad, en definitiva lo hizo con la amenaza de muerte, aunque eso no lo privó de indignarse, algunas mañas no se iban ni con la muerte acechando en su espalda.

—¿Qué demonios, Potter? ¡Es mi padrino!— Malfoy se escuchaba bastante ofendido —No puedo ni quiero mirarlo demás, Merlín bendito, deja de intentar asustarme con tu amor obsesivo y perturbado hacia mi padrino, gracias, no necesitaba la imagen mental— fingió un escalofrío y rodó los ojos, la sonrisa de Harry volvió, ahora un poco más cariñosa, sin embargo la seriedad volvió al chico.

—De acuerdo, dejemos de lado eso— desestimó su amenaza hacia Draco con un movimiento de mano, como si hubiera hablado de algo tan trivial como el clima —Necesito que vigiles a Hermione— pidió, el rubio entonces lo miró curioso.

—¿Solo a ella? ¿No a la comadreja? ¿No a la comadrejita menor?— Harry arrugó la nariz y negó.

—No, me temo que ellos no son de confiar, tanto tiempo bajo el yugo de Dumbledore debió hacerles algo, sin embargo, Hermione es otro caso, tal vez no sea una traidora— el heredero Malfoy levantó una de sus cejas no muy convencido. —Es la mejor bruja de nuestra generación, Draco, nos vendría bien esa inteligencia de nuestro lado— y entonces el rubio de ojos grises sonrió.

—¿Quieres otra espía bajo la nariz del director?— preguntó y Harry le devolvió la sonrisa, aún más cruel.

—¿Te imaginas...? Una sangre sucia mortífaga— la risa maniática de Bellatrix llenó el silencio del estudio y Tom aprovechó para comenzar a hablar de sus propios planes para lo que quedaba del año y qué papel jugaría Draco en todo éso.

—Entonces ¿Ésta horrible bruja será llevada a Hogwarts para ''garantizar la seguridad de los estudiantes''?— el rubio tenía el ceño fruncido, dio un sorbo de té observando al Señor Oscuro asentir.

-—Dumbledore está desesperado intentando buscar a Harry, la información ya llegó al Ministro quien tomó cartas en el asunto, aunque aún no se hace pública la desaparición de Harry... pronto será noticia nacional allá, y tardará muy poco en llegar hasta aquí— el ceño de Draco se frunció aún más.

—¿Tienes los documentos de tu adopción en regla aquí? Debes tenerlo tanto de forma muggle como mágica, ¿Hablaron con algún mago de MACUSA? Siendo quien eres deberías pedir una audiencia con la presidenta, pide asilo político... no, mejor no, solo pide la naturalización a éste país, si eres ciudadano americano el Ministerio Británico no podrá hacerte nada— Harry estaba feliz con su nuevo amigo, oyendo toda su perorata en busca de una solución al problema.

—Ya hicimos todo eso, tranquilo, dragón— el rubio apretó los labios.

—Estoy seguro de que tratarán de llevarte de vuelta, pueden utilizar a tu padre para eso, dijiste que estaba estudiando para los EXTASIS, querrán utilizar su falta de conocimiento del mundo mágico para quitarle tu custodia, incluso si ya eres legalmente adulto allá, harán lo que sea Harry— el rostro del chico perdió todo color y miró con duda a Tom.

—¿Pueden hacer eso?— preguntó.

—No creo, aunque si lo dijo el joven Malfoy debe ser verdad, Lucius se vive en el Ministerio, tantos años allí debió eneseñarle una cosa o dos— eso no sirvió de mucho para tranquilizar a Harry, quien cambió el color de sus ojos a un gris azulado y su cabello se volvió negro azabache.

—Papá hará sus exámenes en cuatro días— dijo, quizás un pelín asustado.

—Haremos todo para retrasar la noticia de tu desaparición, Harry— prometió el rubio. El menor de los Lecter sintió que había tomado la decisión correcta al traer a Malfoy a su hogar, se estaba convirtiendo en un poderoso e inteligente aliado, y en un muy buen amigo; increíble en verdad.







































































Tres días habían pasado, y el doctor Lecter era nuevamente llamado por Jack Crawford para ayudar con el perfil, éste era el último asesinato -al menos esperaba que de ésta tanda de tres- y realmente estaba ansioso de ver qué había preparado su querido Will para él. Grande fue su sorpresa al llegar a Quantico y notar que su compañero no estaba en la oficina de su jefe, de hecho, no estaba en ningún lugar.

—Mis disculpas, pero ¿Will no vendrá a la escena con nosotros?— preguntó, Jack frunció el ceño enojado, pero luego suspiró con resignación y algo de culpa brillando en sus ojos, Hannibal levantó una ceja curioso.

—Él... bueno, tuvo una especie de recaída con su encefalitis— murmuró apenas —Éstas semanas estuvo muy comprometido con el perfil del admirador— desde luego comprometido no era la palabra que definiría a lo que Will estaba haciendo, más bien sería obsesión, pero el doctor Lecter no tenía porque saber ello, no quería cargos por negligencia hacia sus subordinados ésta vez, fue un milagro que el émpata no lo haya hecho cuando le detectaron la encefalitis y no quería eso ahora —Se tomó unos días para descansar ¿No le avisó?— preguntó confundido, el psiquiatra eliminó toda expresión de su rostro.

—Me temo que Will no debe estar tan bien como creemos si ha olvidado cancelar sus próximas citas— Jack abrió un poco más de lo normal los ojos y la culpa y la amargura se hicieron más evidentes ésta vez. El rubio se tragó una carcajada, nunca estaba de más torturar un poco la mente de Jack.

—¿Continuamos? ¿Qué hizo ésta vez el admirador?— el nombre que habían dado al alter ego asesino de Will era bastante soso, si solo supieran que era el nacimiento de una criatura mucho más peligrosa que él mismo no insultarían su trabajo de aquella manera, no cuando lo tenían tan cerca que solo era cuestión de un movimiento para romper un cuello, o apuñalar el corazón, o si amanecía sádico tal vez podría ponerse más creativo, la imaginación de Will no tenía límites.

—Creemos que el Destripador era el imitador de Garret Jacob Hobbs— y solo por un micro segundo Hannibal dudó, entonces volvió su mirada estupefacta hacia Jack.

—¿El imitador? ¿El mismo que mató a Cassie Boyle— preguntó fingiendo no recordar, el hombre de color asintió con los labios apretados.

—El mismo— murmuró con enojo.

—¿Qué les hace pensar éso?— volvió a preguntar el psiquiatra, curioso y ansioso por saber qué hizo William.

—El regalo que le dejó el admirador, ahora iremos para allá, quería que nos acompañe— pidió Jack de forma casi decente, Hannibal asintió serio y siguió al hombre hasta uno de los SUV del FBI, pero nada lo había preparado para lo que encontró en la escena del crimen, de verdad, quería sonreír como loco.

—Oh Will, deja de ser tan encantador— susurró observando el cadáver.

















































Tres seguros y fuertes toques en la puerta de madera llegaron y Will sintió su corazón queriendo salir de su pecho. Dio un suspiro e intentó relajarse antes de abrir la puerta.

—Estás aquí— esas fueron las primeras palabras que le dirigía en mucho tiempo, ignoró la mirada apreciativa que le dio Hannibal a su cuerpo y fingió que no se estremeció con ello.

—Así parece— fue la respuesta del psiquiatra, su tono un poco más bajo de lo que se consideraría normal para él, su acento más presente que nunca.

—¿Cómo me encontraste?— preguntó curioso, como si no lo supiera; pero demasiado ansioso de saber qué impresión le dio su pequeño regalo.

Y Hannibal se permitió sonreír —Me dejaste una nota para la cita, creo. Ésa escena del crimen estaba prácticamente envuelta en un regalo—

Un cuerpo muerto en un campo y montado sobre las astas de un ciervo. Ése fue el primer regalo de Hannibal para su querido Will.

El mensaje era bastante claro, Will quería reunirse con él en esa misma habitación de motel en la que se conocieron mejor después del asesinato de Cassie Boyle. Él estaría esperando. Estaría esperando por Hannibal allí.

William lo mira y permanece pensativo un momento. Es fascinante, cuán íntimamente Hannibal entiende a Will, y Will entiende el pensamiento de Hannibal. Su entendimiento mutuo es hermoso.

Al rubio le costó un poco más mantener la compostura. Todo éste trabajo duro, todo para él.

¡Incluso William matando por él!

Para tener su atención, para que lo viera, ''soy digno de ti y de tu familia, déjame formar parte de ella'' .

El aire en la destartalada habitación se sintió repentinamente cargado, y Will podía oler algo que emanaba de Hannibal que nunca antes había olido con su pobre y torpe nariz. Excitación, deseo, interés sexual, o al menos aquello fue lo que se le ocurrió con éste aroma tan picante y febril. Fue reivindicativo.

Gritando en su mente la palabra ''finalmente'' Will se lanzó al otro lado de la habitación. Hannibal lo atrapó y lo tiró a un beso tan áspero que apenas podía llamarse una presión de los labios, ya que sus dientes y manos eran mucho más salvajes de lo que ninguno de los dos esperaba.

Su cuerpo era cálido y hormigueaba cuando tocaba el de Hannibal y el buen doctor era lo suficientemente decente como para mover a Will para que pudiera envolver sus piernas alrededor de sus caderas, la mano izquierda de Hannibal estaba apoyada fácilmente en las nalgas del castaño. Y con un último beso Will se separó para mirarlo.

El Destripador de Chesapeake.

El Destripador que ahora estaba parado delante de él. El Destripador cuyo macabro reinado de terror había puesto el miedo en los corazones de todos los que leían los detalles espeluznantes en los informes de las noticias después de que saliera de la inactividad cada pocos años. El Destripador, que siempre había parecido más una leyenda que un hombre, un cuento susurrado en tonos de disgusto que era mezclado con una mórbida sensación de curiosidad. El Destripador, que tenía una conexión innegable con Will. Una conexión que crecía en fuerza y claridad cada día.

—Los psicópatas no son tiernos y educados— habló en voz baja Will, recordándole a Hannibal lo que eran —Se supone que no deben amar— su murmullo no tenía un sentimiento exacto, podría estar quejándose, recalcando lo obvio, temiendo, pero en realidad solo hablaba para llenar el silencio. Suspiró dejando que el psiquiatra frotara círculos en la parte superior se su espalda. Se inclinó hacia adelante y apoyó su frente en el hombro del mayor, cediendo al deseo palpitante dentro de él, permitiéndose ser abrazado, ser abrazado únicamente por él, su compañero. No podía recordar alguien que lo hubiera hecho como Hannibal, todo en el toque del mayor susurraba un ''déjame cuidar de ti, déjame ayudarte''.

—Seguramente sabes que no tienes paralelo para mí. Nunca esperé sentir tu rara chispa de vida envuelta en mi propia amplitud. Y sin embargo, aquí estamos— los labios del rubio rozaban la oreja de Will mientras hablaba, el toque diminuto viajaba directamente hacia el pene de Will que comenzaba a hincharse en sus pantalones, y se dio cuenta; tarde ya, que nunca dejó su mente enteramente abierta a Hannibal. Por lo que se alejó apenas lo suficiente para cruzar miradas y levantar el proverbial muro de su mente, lanzando un torrente de excitación y ondulantes ondas del color de la sangre fresca y un deseo tan tangible.

—Will— el mayor sonaba casi sin aliento.

Y el castaño levantó la vista con los ojos entrecerrados y esperó que no tuviera que decir más, que las llamas brillantes que envió fueran ruidosas y vibrantes.

Algo en la mirada de Hannibal se movió, la bestia depredadora florecía mientras se abalanzaba sobre Will, sellando sus bocas con avidez. Y gimió, agradecido por los fuertes brazos del rubio que lo sujetaban en su lugar mientras temblaba por la carga eléctrica que lo atravesaba.

—Te necesito— comenzó a hablar entre beso y beso, —Te necesito Hannibal— los besos iban ahora a sus mejillas, tan suaves pero aún así no despojados de la pasión anterior —¿Cómo podría necesitarte ya tanto?— se estremeció al sentir los puntiagudos dientes del médico en su mandíbula, raspando con cariño.

—Podría pasar toda una vida otorgándote todo lo que éste mundo devastado tiene para ofrecer, y aún así, oraría por más. Quiero que tu corazón palpite dentro de mí mismo hasta que los ritmos de nuestra vidas se conviertan en uno— confesó con voz ronca Hannibal, sus brazos apretando con fuerza la cintura del castaño y su boca dejando pequeños besos en su cuello. —La sangre y la respiración son solo elementos que están cambiando para alimentar tu luminosidad— la respiración pesada de Hannibal enviaba pequeñas descargas de placer a su cuello. —Y sin embargo... la fuente de luz se está quemando para dar paso a la oscuridad—

Will escuchó los tonos resonantes al lado de su oreja, ahora correctamente en el estruendoso barítono de Hannibal, y eran sucintos y muy acertados.

—Sí— jadeó Will —Sí, Sí, Sí— descubrió que no podía responder con mucho más que un canto de aprobación e imágenes propias mientras devoraba cada nueva imagen del amor salvaje que Hannibal había enviado a su mente con sus palabras.

La forma en la que quería convencer al monstruo interior de Will para que se revelara, la forma en la que quería cazar con él, los muchos métodos por los que quería consumirlo. Will se sintió protegido y envuelto, y a pesar de lo asustado y asombrado que estaba, lo quería, lo quería tanto.

Contuvo un sollozo de placer torturado cuando Hannibal se enfureció contra él, hundiendo sus dientes en su cuello. El pene de Will palpitaba dolorosamente, ahora con el glande rojo y brillante que goteba desde su prisión en los pantalones de mezclilla. Intentó aliviarse frotándose descaradamente contra el muslo del psiquiatra y solo consiguió otra mordida en el mismo lugar, igual de dolorosa pero el doble de excitante.

—Nadie ha permitido que tu regalo florezca como debería. Lo aprovechan como un medio para sus propios fines con poca consideración por su potencial— el rubio comenzó a acariciar la piel ardiente bajo la horrible camisa de franela —Si siguieras los impulsos que mantuviste durante tanto tiempo; si los cultivaras como las inspiraciones que son, te convertirías en alguien distinto a ti mismo, alguien en que estás destinado a ser— las uñas del médico se incrustaron en su piel dejando pequeños caminos de sangre. —¿Estás listo para tu conversión, Will?— preguntó Hannibal, llevando sus manos a las mejillas del hombre, conectado miradas <¿Me permitirás éste sagrado placer? ¿Servir como el único testigo de tu transformación cuando emerges de la crisálida?—

¿Y cómo podría Will responder algo que no fuera únicamente, sí?

La espalda de Will se arqueó bajo el toque de Hannibal, y lloriqueó de alegría al sentir que sus jeans eran abiertos; la tibieza de la mano del rubio contrastaba de manera casi mínima con lo caliente de su falo. Se sujetó con fuerza al cuerpo del mayor cuando comenzó a masajear el glande con rudeza, su respiración se aceleraba a medida su liberación se acercaba cuando todo de volvía aún más duro entre ellos, y luego solo bastó una suave caricia a su perineo para llegar al clímax. Mordió el hombro de Hannibal cuando se liberó, logrando que el rubio se uniera a él en su placer, su miembro palpitaba contra la que ahora se estaba suavizando volviéndolos un revoltijo pegajoso y cálido.

Will desenrrolla lentamente su pierna y brazos de su dominio en el cuerpo de Hannibal, sus sentidos se despiertan como el de un hombre recién liberado de un transe. Un hombre que estaba hechizado, poseído, bajo la influencia más potente que cualquier otra cosa que había sentido antes.

—Amor mío— susurra el psiquiatra sobre sus labios en tono ronco —Tanto tiempo he esperado por ti, sin siquiera saberlo— Will vuelve a gemir ante tales declaraciones, empujándose a otro abrazo con el médico, descansando su mejilla en el hombro del más alto, la sensación de su compañero devolviendo el abrazo lo llevó al límite y emitió un bajo jadeo apretándose un poco más, queriendo fundirse con el otro hombre, volviéndose uno solo. Apretado con el sentimiento de estar en el lugar correcto, con la persona correcta.

Cuando su latido atronador ha disminuido ligeramente, cuando siente que puede abrir la boca y emitir palabras en lugar de solo gemidos indefensos, Will deja escapar una suave carcajada —Tales declaraciones— dice aún con la mejilla pegada al hombro del mayor —¿Hay algo que no hagas conmigo, Hannibal Lecter?— preguntó a tono de broma.

Su compañero por otro lado da un zumbido bajo, los brazos que había envuelto alrededor suyo se apretaron y su boca vuelve a frotarse de manera posesiva en la marca que había dejado en su cuello.

—Dejarte ir— responde después de un momento de silencio contemplativo.

Y William se incorporó para mirarlo con todo el anhelo que su corazón sentía, porque aún parecía todo como un sueño.

—Mi ardor por ti ha ensombrecido mis instintos de conservación. Estaba tan ansioso de que me vieras realmente. Quizás más ansioso que nunca por la compañía de otro—

—Probablemente estés decepcionado— Will frunció el ceño ante sus propias palabras, maravillándose de lo extrañas que sonaban. La necesidad de complacer a su pareja era una sensación extraña aún; tanto tiempo sólo le hacía difícil adaptarse. Hannibal inclinó la cara del castaño hacia él, conectando sus miradas.

—¿Por qué dudas de tu magnificencia, amor mío?—pregunta confundido —Como una taza de porcelana que contiene una poción venenosa pero aromática, eres frágil pero formidable, atractivo pero peligroso. Otros no te ven más alla de lo que les muestras— juntó sus narices, acariciando la una con la otra —Pero yo te veo, Will. Yo sé qué eres—

—También te conozco— susurró Will, besando la esquina de los labios del mayor —¿Qué haremos ahora, Hannibal?— preguntó, un suspiro suave salió de sus labios antes de mirarlo con sus enormes ojos azules lleno de emoción —Guíame, quiero que lo hagas— pidió, y algo oscuro se removió inquieto dentro del psiquiatra.

Y entonces Hannibal lo abrazó nuevamente, apretándolo con fuerza y, fue tan sorprendentemente fácil... fácil de rendir, fácil de entregarse a la influencia de su conexión absolutamente retorcida y profunda. Casi se sentía como un respiro, una oportunidad de dejar que alguien más tome las riendas para un cambio y cuidarlo.

Hannibal tenía razón; nadie había tomado ése tipo de interés en Will en mucho, mucho tiempo. El psiquiatra sonrió con orgullo, sus ojos ambar miraban los iris azules del castaño.

Nunca nadie había mirado así a Will.

—Oh, Will— murmuró el rubio complacido —Haré mucho más de lo que nunca imaginaste-—

—Estuviste tan solo como yo— Acarició su mejilla, mientras fruncia su propio ceño dándose cuenta de lo cierto que era éso.

—Y ambos estamos solos el uno sin el otro— respondió el mayor a sabiendas.

—Vamos a casa Hannibal, tenemos mucho que planear— lo miró con algo de duda, mordiendo nerviosamente sus labios, y Hannibal pensó en lo mucho que había extrañado esos pequeños gestos del hombre, y le sonrió, una cosa oscura y preociosa que debilitó las rodillas de Will quien no pudo ni quiso detener el beso que dio al hombre. El agente se enderezó una vez más, mirando al rubio a los ojos.

Hannibal; uno de los pocos que recibió alguna vez ése privilegio, porque los besos eran buenos, aunque no los habían dado mucho, pero el mayor los encontró mejor cuando fue Will quien los inició. Hannibal no dudaría en tomar el afecto que ambos claramente deseaban, pero una conexión dada libremente por un hombre que no estaba conectado a nadie era tan dulce por su rareza.

Hannibal dejó que Will lo besara, que lo convenciera para que abriera la boca y buscara el control contra las oleadas de fiebre placentera. Más tarde; se dijo, una vez que ya no estuvieran en ese sucio y horrible motel, tal vez lo dejaría tomar el control una vez más.

Estando frente al Bentley del médico, Will volvió a mirarlo, entonces se acercó y agarró del hombro a Hannibal para besarlo otra vez; no podía cansarse de la sensación de sus labios unidos, el calor que le quemó el interior y el deseo que brotó de su ingle fue vertiginoso. Pasaron unos cuantos segundos antes de que el mayor le corresponda; sorprendido como se encontraba, pero cuando lo hizo, Will estaba en su propio pedazo de cielo.

Will estaba contento y cualquiera que no estuviera de acuerdo con eso podría irse a la mierda. Will quería a Hannibal y lo iba a hacer suyo sin importar qué o quién se interponga en su camino.

Se había aceptado a sí mismo y está aceptando lenta y constantemente a Hannibal por que la conexión entre ellos es innegable. Es inevitable como el fuego que enciende la gasolina.
Entonces Will se rindió y no pudo ser más feliz de lo que era en ese momento.































Severus Snape caminaba en círculos en su despacho dentro del castillo de Hogwarts; una vorágine de sentimientos contradictorios arremolinados en su interior.

Miro con culpa aquél álbum de fotos que descansaba sobre el escritorio; lleno de memorias de él y su primer amor de niño, el recuerdo de Lily lo atormentaba ahora más que nunca.

Un escalofrío lo recorrió al recordar su última visita a Harry, su cuerpo cubriendo el suyo, la calidez de su lengua en su cuello, su respiración profunda, como si tratara de no lastimarlo. Por que por supuesto que podría, Harry era incluso más fuerte que Dumbledore y Voldemort juntos, era por eso que estaba tan confundido.

¿Porqué él?

Simplemente quería jugar con él ¿O eran sentimientos verdaderos?

Bizarros y perversos sentimientos, se dijo. Pensó la primera carta que le había enviado, incluso en ella ya dejaba ver sus intenciones.

''Siempre suyo'' repitió las palabras escritas al final de ella.

Negó con la cabeza, no podría ser posible, no podía, era un niño, podría ser su padre, tal vez solo esté confundido, tanto leer el diario de su madre lo llevó a la conclusión de que lo ama, pero es solo confusión, solo éso.

Pero ¿Porqué dolía tanto esa opción?

Tomó asiento en el sillón junto a la chimenea y miró con cariño el anillo que le fue entregado, ese anillo tan especial que le había obsequiado y pensó en Harry.

Harry Lecter, quien era hermoso.

Hermoso en el estilo de una pintura clasica. Era hermoso en la violencia, con sus dedos sosteniendo con fuerza un escalpelo y sus labios manchados de su sangre. Era una belleza más suave en su hogar, mirándolo con amor entre sangre, magia y oscuridad, mirándolo como si el tambien fuera algo precioso suyo.

Y Severus comenzaba a darse cuenta, con una inmensa conmoción dentro de él, que había otras formas, otros lugares en los que Harry Lecter sería también hermoso. Y Severus quería mantenerlo, verlo en todos los sentidos. Y quería ser visto a cambio, por que sabía que Harry podría aceptarlo, si tan solo él se dejara llevar por sus propios instintos...

Pero, ¿Lo haría? ¿Permitiría que Harry lo guiara hacia donde necesitara estar, o lucharía contra él y su propia realidad? Harry se prepararía para ambos, esperaría por él y se aseguraría de que todavía estuviera en pie, independientemente de cuándo por fin se dejara llevar.

Y eso era lo que más lo asustaba.

Esa devoción, esa pasión, ¿Qué haría si no podía responder con la misma intensidad? ¿Qué haría si respondía de la misma manera y era nuevamente abandonado?Dejado en un valle de lágrimas que no tenía ni entrada ni salida, sólo, sin esperanzas.

Su temor no era amar nuevamente, se dijo observando las llamas crepitar.

Era hacerlo y que no fuera suficiente.

Cuanto más lo pensaba, mas difícil se ponía una palabra sobre sus sentimientos. Como si las palabras ya no coincidieran con sus significados, como si de repente ya no supiera nada en absoluto. Es como si se le hubiera preguntado qué año era y se encontrara incapaz de dar una respuesta. En realidad, se sentía abatido por eso; por sus pensamientos, también muy traicionado.

La imagen de un beso con su ex alumno lo acechaba en las sombras de su palacio mental. Y lo peor era que ni siquiera era un recuerdo, era solo la deformación de la memoria en la que Harry cubría su cuerpo con el suyo. Y eso era lo último en lo que debía pensar pero finalmente se había fructificado en su mente y también en su realidad. Y no podía enfrentarse a ello. No aún, no con su corazón y su cabeza tan confundidos.

¿Podría incluso fingir que nunca pasó? ¿Fingir que Harry nunca se sentó a hocajadas sobre él en aquél vacío estudio? ¿Que no lo amenazó con rebanar su garganta con un bisturí? ¿Que no se excitó con eso? Merlín bendito, ¿Podría incluso fingir que incluso ahora no deseaba hacerle cosas a Harry también?

Gimió de pura frustración y brincó del susto cuando el pequeño elfo de los Lecter apareció dejando otra nueva misiva para él de parte de Harry:

''Querido Severus:
¿Cómo te encuentras? Yo muy perfectamente, mucho más ahora que te estoy escribiendo, pero el motivo real de ésta carta no es algo tan trivial, por supuesto que no.
Dado que el año lectivo comenzará dentro de dos semanas, me vi en la obligación de adelantar algunos de mis planes, por ello, emocionado te escribo para invitarte a un pequeño viaje juntos (solo los dos) a Alemania, más específicamente al castillo de Nurmengard, tenemos mucho de qué hablar con el anfitrión del lugar.
No olvides traer un cambio de ropa oscura ¡No queremos ensuciarnos tanto!
Sinceramente espero que aceptes ir conmigo, hay tanto que quiero mostrarte y tanto que quiero que me enseñes.
Puedes enviar tu respuesta con Dobby como siempre, si aceptas te enviaré otra carta con los horarios y algunos detalles más.

Un muy ansioso y siempre suyo, Harry''

Él estaba enamorado.

Y lo había desecho, lo cambió.

Y cuán aterradora fue esa claridad cuando finalmente llegó a él. Qué pacífico, también.

Se estaba redefiniendo a sí mismo, así como a sus palabras; pensó releyendo la carta, una clara invitación a actividades de dudosa legalidad. Estaba cambiando y aún así la confusión no se iba del todo, aún no tenía ni idea de qué hacer con sus nuevos sentimientos ahora aceptados.

Sabía que no podría ocultarlo mucho tiempo, no quería hacerlo, de todos modos, pero no sabía qué dirección tomar, y si seguía así sería doloroso, el cambio siempre era doloroso.

Como una larva que se deformaba para convertirse en algo mucho más hermoso.

Dolía.

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