Buffet Froid
Acto X: Buffet Froid
Parte 1: De los humanos y sus actos desesperados.
Hermione había sido preparada durante todas las vacaciones de Yule para ése día, a su lado, Draco sonreía alegremente guiándola hacia el despacho de su padre, ella solo pudo dar un profundo suspiro antes de mirar su atuendo para ése día (cortesía de Narcissa Malfoy, quien había confesado encantada que siempre deseó poder tener también una hija para llenarla de vestidos como lo hacía con ella), el vestido que traía puesto no era demasiado elegante pero tampoco era uno que usaría un día cualquiera; era de un bonito color marfil de mangas tres cuartos, escote en forma de corazón, dejando así parte del cuello y hombros a la vista y hasta un poco más arriba de las rodillas, traía unas calcetas hasta los muslos del mismo tono de su piel y unos recatados tacones en color carmín, haciendo juego así con su joyería del mismo color y la pedrería discreta en la cintura del vestido. Draco pareció perderse en algún buen lugar cuando se mostró así ésa mañana, y para diversión de sus padres se había sonrojado furiosamente antes de darle los buenos días y decirle lo hermosa que estaba.
Pero ya habían pasado como tres horas y era el momento, la puerta blanca con un unicornio tallado muy bellamente se abrió y ambos adolecentes avanzaron dentro del despacho de Lucius, allí dentro, un hombre alto, de facciones aristocráticas y una mirada fría de color carmín los saludó.
No era lo que Hermiones esperaba, nunca se imaginó que Lord Voldemort sería un guapo hombre aparentando pasar por sus treinta años. Esperaba una visión monstruosa, algo, cualquier cosa que la haga dudar de la decisión que tomó al seguir a Harry, al unirse a Draco, y sin embargo, se encontró siendo guiada más cerca del hombre donde la chica regaló una suave sonrisa al saludar.
-Hermione Granger, mi ahijado demostró interés en ti incluso antes de que te vincularas con nuestro joven Draconis- murmuró Voldemort invitando a los jóvenes a tomar asiento; un servicio de té apareció de inmediato y cada uno estuvo con una taza en mano poco después -Estoy curioso por saber la razón por la cual dos de mis más preciados desean con tanto fervor que estés de nuestro lado- y Hermione retuvo un suspiro, su rostro permanecía en blanco pero internamente también se preguntaba lo mismo.
La reunión de aquella tarde, había sido más que interesante, tanto para el Señor Oscuro como para los adolecentes.
Las vacaciones de Yule se acercaban a terminar y unos días antes los Malfoy estarían organizando un baile donde solo la crema y nata de la sociedad mágica sería invitada; entre ellos varios altos mandos del Ministerio con algunas excepciones, como el propio Ministro, quien había comenzado una campaña Anti - Harry Potter desde el momento en que el chico lo había amenazado, un movimiento rastrero, pero no sorpresivo del hombre.
Entre Voldemort, Lucius y Harry que de vez en cuando pasaba por la mansión, los tres hombres planeaban quién podría tomar el cargo de Ministro y representante de la ICW, el Ministerio Británico estaba a punto de caer y querían exactamente hacerlo en el primer día del año, durante el último verano y con ayuda de Harry, la facción oscura iba tomando la jefatura de cada departamento dentro del lugar y solo faltaba cortarle la cabeza a la serpiente.
Harry estaba especialmente ansioso, su sed de sangre exigía una víctima, pero era paciente, su padre le había enseñado bien y antes de caer, Fudge sufría a manos del mismo pueblo que ahora lo alababa creyendo sus mentiras.
-Lucius parece un candidato perfecto para la ICW- comentó Harry, dando un sorbito a su té; el sabor era aceptable, sin embargo éstas vacaciones su padre lo había atiborrado de comida casera, así que cualquier alimento sin el dulzor particular de la sangre humana, lo dejaba insatisfecho.
Dejó su té a un lado y observó la reacción de ambos hombres, Tom se veía pensativo, Lucius no se decidía; pasando de la sorpresa a al orgullo tan rápido que casi lo mareaba.
-Lucius sabe de idiomas, y no hay nadie que conozca la ley mágica como él, es mejor tener a uno de los nuestros allí que a cualquier alcornoque de Dumbledore- escupió Tom y Harry asintió con una sonrisita, pues la decisión había sido tomada.
-Solo queda el cargo de Ministro- murmuró Lucius, sorbiebdo su té casi distraído. -Casi cualquiera podría funcionar, dado que Harry ya ha empezado con el trámite de la demanda al Profeta y Fudge no sería demasiado difícil pedir un cambio, la cuestión es... ¿Quién?- quedaron varios minutos en silencio, sopesando la información que tenían esperando tomar una decisión o al menos poder dar alguna especie idea de quién podría.
La noche pasó sin mucho contratiempo luego de éso, estaba bien no tomar decisiones apresuradamente, aún tenían tiempo y Harry debía llegar a casa, con su familia y su prometido, quien había decidido pasar las vacaciones con ellos y estaba siendo entrenado para cazar, después de todo, ellos eran los depredadores.
Lejos de la mansión Malfoy, a un traslador de distancia, las cosa en la casa Lecter no iban de manera muy diferente, el ambiente festivo se respiraba en cada salón, a pesar de que Hannibal nunca lo celebró realmente, sin embargo, ahora eran magos, debían honrar a la Diosa que daba a Luz a la semilla de su crecimiento y la magia, y ningún miembro de la familia puso objeción a la celebración de Yule aquél 21 de diciembre; fue armonioso, perfecto y en familia, el cerdo que utilizaron para la cena, lo habían cazado ellos mismos, Severus incluido. Quién pese a sus dudas, logró participar de la actividad familiar, y no lo malinterpreten, él fue un mortífago y presenció la tortura y muerte de Grindelwald, pero hacerlo en familia, observando como Hannibal y William seducian a un hombre de apariencia agradable pero de ojos malvados, observando como Abigail y Harry abrían el cuerpo de ése hombre sin nombre y como él mismo ayudaba a seleccionar la carne y los órganos. Fue una experiencia increíblemente íntima y familiar, y Severus aún no podía creer que había conseguido todo aquéllo.
-Nosotros matamos para comer, ma petite (mi pequeña), no por nuestros instintos- había susurrado Hannibal a Abigail en aquél sótano, pero debido al silencio de muerte, todos pudieron escuchar -Nuestros impulsos no nos dominan, nosotros lo hacemos a ellos, y los afilamos para no dejar nunca nada atrás- la mano del psiquiatra cubrió la de la chica que temblaba apretando fuertemente su cuchillo.
-Debemos conocer nuestras debilidades, hermana, y aceptarlas.- habló Harry también -Olvídate de las armas que no puedes empuñar. Encuentra todas las que puedas... y con cuidado, persistentemente, afínalas todas hasta un punto perverso, éso es lo que significa ser un monstruo- le sonrió cálidamente el chico a su hermana quien lo miraba con sus grandes ojos azules empañados.
-Has progresado tanto, mi pequeño terror- murmuró con cariño Will, acariciando su cabello, manchándolo un poco con sangre.
Y la chica sonrió, un poco rota, pero todos en la familia lo estaban, por lo que abrazaron su ser e hicieron lo que toda familia hacía, cuidarse entre ellos.
Ésa noche estuvo llena de celebración ruidosa y silencio reflexivo, incienso de pino, cedro y canela refrescaba el aire con el aroma típico de las navidades, durante la tarde, mientras Hannibal cocinaba su caza anterior, los demás bebían un poco de té de jengibre mientras realizaban los último arreglos del día, la hoguera esperaba fuera, en el jardín rodeada de un círculo de sal y runas para que la nieve no mojara la madera.
En Yule se hacía un fuego sagrado para honrar a los ancestros y la trayectoria de cada uno durante el año que pasó, se meditaba por lo pasado y la luz del fuego ayudaba a que germine la semilla de lo nuevo que viene ya para el próximo ciclo.
Con una sonrisa en el rostro y rodeando la madera dentro del círculo, Harry y su familia se tomarían las manos y llamarían a sus guías, animales de poder o ancestros, éso ya dependía de cada uno y entonces... se encendía la hoguera, y pondrían la intención en sentir como el Abuelo Fuego los limpiaba y purificaba, se bañanaban en la luz de los rayos de la hoguera y sentían como se elevan los lastres igual que el humo, y entonces un suave sonido de tambor se comenzó a escuchar, Harry sonrió siendo el primero en abrir los ojos, el fuego crepitaba con intensidad frente a ellos y era hora de honrarlo, por lo que, con voz suave, comenzó a cantar a la hoguera:
-Hermoso espíritu del fuego llega ya, llega ya... curando y purificando llega ya, llega ya...- y con pasos ceremoniales comenzaron a bailar alrededor del fuego, Chiyoh comenzó a seguirlo, eran simples pasos de bailes ceremoniales alrededor de la hoguera.
-En el corazón de este fuego brillan ya, siete flechas en el centro del fuego brillan ya- siguió William con una sonrisa también.
-En el corazón de este fuego soplan ya, cuatro vientos en el centro soplan ya- continuó Severus dando pequeños aplausos al ritmo del tambor mientras seguían bailando alrededor de la hoguera, a veces entrelazaban sus brazos, otras se tomaban de las manos, aplaudían, daban pequeños brincos, la magia se sentía en el aire.
-En el corazón de este fuego vuela ya, el gran águila del cielo vuela ya- terminó Abigail, con cuidado entonces, Hannibal tomó su varita y tras él comenzaron a levitar un par de objetos que anteriormente habían preparado los más jóvenes, Harry buscó un tronco de roble que representaría su tronco de Yule de año pasado y Abigail preparó incienso hecho muérdago, acebo, hiedra, cedro, enebro, romero y pino, todo ello en forma de abano fuertemente atados en un nudo celta para la protección; Chiyoh se la había pasado toda la tarde haciéndolo, había quedado prefecto, y así como llegaron, ambos fueron arrogados al fuego, durante unos minutos solo observaron la madera y las hierbas siendo quemadas hasta que Hannibal habló nuevamente, comenzando así con el último ritual de la noche:
-Le pido al Dios naciente, que ate alegría a ésta casa, que ate salud a ésta casa, que ate prosperidad a ésta casa, que ate amor a ésta casa, que ate la bendición a ésta casa, que ate la protección a ésta casa- cuando la última frase salió de su boca, una fuerte llamarada se alzó en la hoguera y un viento fuerte pero cálido los rodeó, sus oraciones fueron escuchadas y entre todos se miraron emocionados.
Una vez acabado todo, cerraron nuevamente el círculo alrededor del fuego; que se mantendría vivo durante toda la noche hasta que solo quedaran cenizas, que utilizarían para amuletos de protección, entonces se despidieron de todos los seres agradeciendo todo el sostén y energía guiada por los seres de luz, y por ellos mismos, la despedida a los Dioses fue cortés y pronto todos se dirigieron al comedor, donde cenaron en agradable silencio antes de despedirse todos e ir a dormir, había sido una celebración exitosa.
La mañana siguiente, y tras un nutritivo desayuno, Will regresó a Quantico con Chiyoh y Hannibal comenzó con sus consultas programadas, Abigail por otro lado continuó preparando el regalo de Navidad para Firenze; el cortejo en sí entre ellos había empezado en algún momento de noviembre, Hannibal había tenido una charla privada con Magorian y tras éso dejó a los niños ser, intercambiando cartas al menos cinco veces por semana, Abigail había trabajado por casi un mes con el regalo para el centauro, en un principio estuvo aterrada ¿Qué podría regalar a un Centauro?
Eran conocidos por vivir conectados con la naturaleza y la magia, no podría regalarle algo superficial, no codiciaban cosas materiales, entonces sí, por mucho tiempo no supo qué obsequio darle, hasta que recordó la primera vez que lo vio, él traía arco y flechas atados a la espalda. Cuando le comentó su idea a Harry y Severus ambos sonrieron en aprobación y durante las siguientes semanas trabajó en un juego de cuchillos de caza, Severus la ayudó eligiendo un material para las hojas; habían ido al Gringotts más cercano en busca de una hoja forjada por los goblins y, ya que solo era la hoja sin un mango, el precio fue astronómicamente más bajo que un trabajo terminado, ella misma hizo los mangos de hueso humano, usó un hueso de la pierna para uno y para el otro uno del brazo, Harry le enseñó un par de runas que harían que los cuchillos regreseran a sus fundas (hechas de cuero de basilisco, cortesía de Harry y su aventura a los doce años), ella misma los talló y agregó el mismo cuero de las fundas en un intrincado trenzado en la base del mango hecho por de tiras de los tendones previamente tratados. Harry y Severus la ayudaron también lanzando algunos hechizos en él y una vez terminado, Hedwig se había marchado con un paquete encogido en dirección al bosque prohibido de Hogwarts; Hannibal había dicho que había cierta ironía en enviar un objeto para hacer daño y plantas curativas, pero Will los había recogido con ayuda de Lexie en el bosque cercano a Wolf Trap, nunca estaba de más; había dicho y Abigail lo agregó al pequeño paquete curativo para Firenze.
Severus y Harry habían pasado la mañana siguiente a Yule en la biblioteca, la chimenea estaba encendida y ambos compartían un sillón mientras se abrazaban.
-Tengo algo para ti- el susurro de Severus llenó el ambiente y los enormes ojos verdes de Harry lo miraron con curiosidad.
-¿Para mí?- preguntó interesado -Aún no es navidad- murmuró, sus ojos puestos en el pequeño cofre negro con runas de protección gravadas.
-¿No puedo regalarle cosas a mi prometido?- preguntó con una sonrisa divertida. Haría cualquier cosa por ver la oscuridad nublar sus hermosos ojos verdes, ¿Cómo es posible que tanta belleza oculte un corazón duro y lacerado? Severus se preguntó tantas veces, ¿Por qué lo ama? ¿Por qué él, tan cansado de todo se apoyaba en su irresistible e indómita fortaleza?
Severus observó los ojos verdes de Harry mientras recibía un par de viales con memorias ¿Acaso no es el espíritu marchito de un hombre muerto vestido con la ropa de un niño?
-Oh, caro mío (mi querido), muéstrame- pidió el menor, y tras un rápido llamado a Dobby, un pensadero comenzó a levitar frente a ellos. El pequeño cofre se abrió y dentro descansaban dos viales de vidrio, ambos con recuerdos flotando de manera espeluznante dentro. El mayor tomó uno y dejó caer el recuerdo dentro del pensadero seguido del otro, lanzó un hechizo para que se reprodujera uno seguido del otro y ambos inclinaron la cabeza para ver.
El primero era uno del días después de su celebración de Samhain, era temprano por la mañana y podía verse a un Severus Snape bajo encantos de desilusión mientras caminaba tranquilamente por Londres, Harry no conocía muy bien el lugar sin embargo tan pronto como el hombre murmuró unas palabras un edificio apareció entre Grimmauld Place número 11 y número 13, con curiosidad el menor se acercó mucho más, observando que Severus aún bajo sus encantos dejaba la olla de amaranto que usaron para el sacrificio de Samhain frente a la puerta del lugar.
-¿Dónde estamos?- susurró Harry, observando que Severus se lanzaba aún más hechizos, ésta vez no solo lo ocultaban de la vista, sino también del olfato y el oído.
-El cuartel General de la Orden del Fénix, la casa de infancia de Sirius Black, ése día cuando nos atacó, planeaba secuestrarte por órdenes de Dumbledore, solo Remus, Diggle, Doge, Jones y Vance junto con Sirius y Nimphadora los siguen, la mayoría dejaron de hacerlo tras su juicio- Harry asintió, tomando nota mental de hacer una visita a ellos próximamente, entonces lo notó, unos suaves toques a la puerta del número doce y Severus se había alejado hasta la acera al otro lado de la calle, permaneció quieto y en silencio recostado contra la pared de otro edificio mientras observaba a Remus Lupin abrir la puerta con la varita en alto, siempre en guardia por si había algún enemigo cerca.
O al menos así fue hasta que el olor de la sangre golpeó sus afilados sentidos de hombre lobo, su varita cayó al suelo y retrocedió unos pasos como si alguien lo hubiera golpeado en el rostro. Sus ojos del color de la miel ahora brillaban frenéticos en oro mientras que temblorosamente se arrodillaba frente a la olla que Snape había puesto allí como regalo macabro.
Mortalmente pálido, con dedos fríos y tensos, Remus Lupin abrió la olla... el sonido estrangulado que salió de su garganta así como las lágrimas que comenzaron a caer por sus mejillas al ver dentro un corazón humano, desgarrado y mutilado con el olor de su mejor amigo solo hizo estremecer a Harry de cruel placer, ésto era lo que merecía Remus, él, quién siempre se jactó de ser uno de los mejores amigos de sus padres y que jamás tomó el valor para buscarlo cuando era un niño, él que se dejó manipular por Dumbledore y se dejó hacer y deshacer por el mismo hombre que mató a sus padres, él... que lo abandonó nuevamente.
Un cobarde siempre sería vun cobarde.
Harry hizo una mueca, pues los sentimientos de cariño aún permanecían, en el fondo de su mente, pero no había posibilidad de redención, no para el cobarde que en éstos momentos veía llorar desconsolado sobre lo único que sobrevivió de su mejor amigo.
Su madre le había advertido de Remus Lupin y ella definitivamente lo conocía mejor que él, tomaría ésa advertencia al pie de la letra.
-Es un regalo maravilloso, Severus- murmuró, mientras era abrazado por el hombre mayor, los largos dedos del pocionista acariciaban su cabello rubio mientras ambos se deleitaban con la escena frente a él, por razones diferentes, sí, pero con el mismo placer casi doloroso que recorría sus venas como alquitrán caliente.
Un escalofrío placentero recorrió la espalda de Harry mientras sentía los suaves labios de su compañero en su cuello.
-Aún hay más- murmuró contra su oreja, el cálido aliento logrando estremecerlo aún más cuando sintió los fuertes brazos en su cintura rodearlo.
Y entonces la escena frente a sus ojos cambió, las calles de londres se esfumaron y cambiaron por un lugar infestado de magos que corrían de un lado a otro, todos enfrascados en sus propios asuntos, sin dar más de un vistazo rápido a las personas con las que se cruzaban.
Parecía un vestíbulo o quizás una zona de recepción de algún órgano gubernamental, era un pasillo muy largo, con suelos de madera oscura muy pulida, el techo era extraño y había varios símbolo de oro en constante movimiento, en cada lado de las paredes había un montón de chimeneas doradas y a mitad del atrio una enorme estatua se establecía, de lejos, pudo leer algo como Fuente de la Hermandad Magica, pero no estaba muy seguro.
-El Ministerio de Magia- habló Severus, y sí, éso explicaba muchas cosas.
Fue entonces que lo vio, antes sus ojos el mayor espectáculo que pudo haber pedido, sus ojos cambiaron a un negro absoluto mientras una sonrisa de tiburón aparecia en su rostro.
Albus Dumbledore era nuevamente arrastrado a traves del atrio por aurores, se veía positivamente indignado, sus furiosos ojos azules parecían clavarse sobre cada mago con el que se cruzaban de manera casi asesina, y la ira en sus facciones solo aumentaba a medida que los susurros se hacían más y más altos; rumores de él atacando a los niños en Howgarts, de él asesinando a los miembros de la familia Greengrass e incluso el verdadero rumor que la gente de su padrino había comenzado de Dumbledore secuestrando y torturando a Madame Bones.
Sin duda lo poco que quedaba de la destartalada reputación de Dumbledore había terminado con éste último arresto, solo Diggle y Doge parecían apoyarlo dentro del Wizengamot, y en el Ministerio su influencia era casi nula.
-La orden prácticamente ya no existe- habló de nuevo Severus, disfrutando de las expresiones de su amado. Pura satisfacción sin adulterar, Harry era una pequeña mierda cruel y oh, cuánto lo amaba Severus así.
Y su última declaración era cierta, quizás solo Moody se presente como un verdadero problema, sin embargo el resto de los 'grandes magos' de la banda pop de Dumbledore se había rendido, sin embargo, el Señor Oscuro todavía seguía planeando desaparecerlos, uno por uno, tomaría meses, por supuesto que lo haría, pero los accidentes ocurren, una explosión de pociones, una mala aparición o incluso en el trabajo para aquellos que poseían un puesto en las oficinas auror. Harry ya se había hecho cargo de Sirius y McGonagall, ellos eran probablemente uno de los más poderosos dentro de la orden aparte de aquellos con entrenamiento auror, sí, el asenso del Señor Oscuro estaba llegando a su punto clave y, antes del próximo año el Ministerio sería suyo puesto que, Hogwarts ya lo era gracias a su preciado sobrino.
-¿Te he dicho éste día lo mucho que te amo?- Harry se giró hacia el hombre mayor una vez los recuerdos terminaron y ambos salían del pensadero. Severus sonrió mientras dejaba que su joven amante subiera a su regazo y reclamara sus labios con pequeños besos de mariposa.
-Mmmh- el pocionista apenas se mantenía coherente con el calor del cuerpo juvenil de Harry envolviéndolo -¿Hoy? No tanto como desearía, me temo- murmuró, sus largos dedos huesudos enterrándose en el cabello rubio de su compañero.
-Realmente te amo, mucho- murmuraba Harry entre beso y beso.
Los tiempos de paz se acercaban sin embargo, el caos siempre se alzaba justo antes de... pero ninguno podía encontrar en sus corazones una excusa para concentrarse en la guerra, no cuando el tenían el amor frente a ellos.
El amor es paciente, el amor es bondadoso, se dijo Harry, sus ojos verdes mirando con reverencia al hombre bajo suyo. No envidia, no se jacta, no es orgulloso. No deshonra a los demás, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en el mal, sino que se regocija en la verdad. Siempre protege, siempre confía, siempre espera, siempre persevera. El amor nunca falla. Pero donde hay profecías, cesarán; donde hay lenguas, se aquietarán; donde hay conocimiento, pasará.
Cuando Harry conoció a Severus, cuando lo conoció verdaderamente, todo cambió, y ésa ilusión de un amor puro se deformó en todo lo que era ahora.
La gente herida siempre ama de una manera diferente; personas cargadas de tristeza dándote el empujón que necesitas para que te animes a hacer lo que ellos no están pudiendo hacer aún.
Ésas personas aman diferente, te cuidan de manera diferente, saben lo que se siente estar atravesados por la angustia y entonces, palmean tu espalda para que no te quedes en el camino.
Severus había sido una de ésas personas, el mismo Harry lo fue en su momento. Pero el ser humano está en constante evolución.
Y las personas heridas como Harry, como Severus y como William y Hannibal la mayoría de las veces, terminaban convirtiéndose en monstruos, y los monstruos amaban de una forma mucho más diferente. Más animal, más sangriento, ¿Y no era hermoso? Como la sangre a la luz de la luna, brillante, pero aún así oscura, la oscuridad es generosa, es paciente y siempre gana.
Siempre gana porque está en todas partes. Está en la leña que arde en tu hogar; está debajo de tu silla y debajo de tu mesa y debajo de las sábanas de tu cama.
Camina bajo el sol del mediodía y la oscuridad te acompaña. La luz más brillante proyecta la sombra más oscura. La paciencia de la oscuridad es infinita.
Eventualmente, incluso las estrellas se queman.
Y es allí, escondidos en la oscuridad que el potencial brillaba. El potencial de evolucionar, el potencial del amor...
Harry miró los ojos negros de Severus y supo que no había un lugar donde quisiera estar más que a su lado, no quería quemarse con nadie más.
Las noticias durante lo que quedaba de las vacaciones de Yule iban desde la familia Weasley siendo presentados como vasallos de los Malfoy en su baile anual de Yule; hasta la exitosa elección de Lucius Malfoy como nuevo Brujo de la Confederación Internacional de Magos, recibiendo el apoyo de Harry Potter, incluso gran parte de los partidarios neutrales y de la Luz votaron por él, solo aquellos que aún creían que el sol salía por el culo de Dumbledore se opusieron, y solo fueron algunos de los más fanáticos como Diggle y Doge.
Las buenas noticias no paraban, pues para sorpresa de nadie, Fudge estaba perdiendo apoyo del público y había varios nuevos candidatos para las próximas elecciones, entre ellos Madame Amelia Bones y Augustus Rookwood, quien dando discursos sobre su compromiso hacia el Ministerio, la justicia y el pueblo Mágico de Gran Bretaña estaba ganando popularidad a pesar de haber trabajado para los Inefables, aunque sus muchas conexiones en todo el Ministerio lo hacían un candidato bastante popular a su manera, las vacaciones pasaron
rápidamente y al regreso de Hogwarts, Hermione se había convertido en una respetable señorita sangre pura adoptada por nada menos que Bellatrix y Rodolphus Lestrange como ahijada a través de una poción de sangre; como un efecto secundario de la poción sus ojos adquirieron cierto brillo plateado apenas perceptible y su cabello desarrolló rizos más definidos, sus pómulos se afilaron un poco más pero no hubo mayor cambio que éso, aunque para Draco era aún más hermosa que antes, aunque tratara de negarlo a sí mismo, la noticia de sus padrinos solo circulaba entre los hijos de mortífagos, quienes ya habían sido presentados al Lord Oscuro en las vacaciones, conocer al gran hombre había dejado una profunda huella en sus mentes impresionables. Un hombre guapo y poderoso susurrando delicias de poder en sus oídos los había dejado más que dispuestos a luchar por la causa, aunque, parecía que luchar no sería necesario pues la guerra pareció trasladarse a la política.
Las cosas en Hogwarts iban relativamente bien, el club de la cámara rápidamente había tomado popularidad entre los estudiantes, sobre todo por los retratos de los fundadores quienes no dejaban de mostrar el ejemplo entre cooperación de las casas, sobre todo al ver a Salazar y Godric molestándose entre ellos como si fueran un par de hermanos juguetones. Poco a poco Hogwarts prosperaba bajo el nuevo plan de estudio, bajo su nuevo director y bajo el nuevo consejo estudiantil que fue creado por Hermione; para sorpresa de nadie, el consejo estaba conformado por algunos Ravenclaw, solo Hermione como Gryffindor y un par de Slytherins y Hufflepuffs, daba resultados, sobre todo por que gracias a ellos se había implementado un nuevo club de esgrima y otro de defensa personal así como de etiqueta sangre pura para aquellos de padres muggles o mestizos criados en el mundo muggle; pues la clase de cultura no abarcaba la etiqueta de manera profunda. Ciertamente Flitwick se desempeñaba como un director capaz, se apoyaba en Severus y Pomona a quienes conocía de años e incluso comenzó a hablar con el pocionista como posible sucesor, aceptaba consejos y no se encerraba en su oficina como lo habían hecho Dumbledore y McGonagall, los nuevos profesores eran capaces y dado su repentino ascenso, un nuevo Jefe de Casa tuvo que ser traído al colegio, y ésa fue Augusta Longbotton, una ex ravenclaw estricta y la abuela de Neville, aunque Filius siguió enseñando Encantamientos avanzados, nadie pudo obligarlo a dejar la enseñanza y la junta de gobernadores no lo presionó pues, el hombrecito era un buen maestro.
En gran Bretaña Mágica las cosas iban viento en popa, sin embargo, el Wizengamot era algo totalmente diferente, pues los más fanáticos de Dumbledore se oponían a un juicio a pesar de haberlo encontrado con las manos en la masa; aunque deberían decir, con las manos en Madame Bones.
A pesar de las protestas, Fudge consiguió que le realizaran un juicio, uno que se llevaría a cabo la segunda semana de enero, Dumbledore quedaría resguardado en las celdas del Departamento de Aplicación y Ley Mágica dentro del Ministerio; con todas las protecciones anti aparición y anti traslador que existían, e incluso una que repelía a los fénix e impedía su estallido, como testigos del juicio estarían la propia Madame Bones, Harry Lecter, Severus Snape, Draco Malfoy, Hermione Granger, Luna Lovegood, Susan Bones y el director Filius Flitwick.
Habían encontrado a Amelia Bones en el castillo drogada y en un estado deplorable, pero gracias a los sanadores rápidamente curó sus heridas y se puso en campaña para arrestar a aquellos que la secuestraron, su candidatura apenas y vino como añadidura, sin embargo, creía firmemente que sino ella, Rockwood podría hacer el trabajo como Ministro.
El día del juicio se acercaba y Harry se ponía cada vez más ansioso y, a pesar de que disfrutaba de sus clases en Ilvermony, no podía concentrarse demasiado. El director Frontaine y la presidenta Picquery estaban al tanto del juicio y en secreto se alegraban por ello, ya era hora de Dumbledore se pudriera en prisión y apreciaron el gesto de ser informados por Harry de los nuevos acontecimientos.
El día anterior al juicio, se le permitió a Harry excusarse de clases y viajó a casa vía flú antes del mediodía, su familia lo recibió con entusiasmo pero nada lograba calmarlo, todos entendían la importancia de éste juicio, no solo librarían al mundo mágico de Dumbledore, no solo obtendría su venganza, que ése viejo decrépito fuera enviado a azkaban era el inicio de toda la toma del Ministerio por parte de Voldemort, era de vital importancia que todo saliera como esperaban.
-Iré con mi padrino, ésta noche comenzaremos el plan- murmuró Harry, estaban disfrutando del té de la tarde, cuando se despidió de todos prometiendo enviar un patronus apenas termine el juicio pues se quedaría a dormir en la casa de los Malfoy.
Cuando llegó notó que no era el único ansioso, Tom también lo estaba y desaba ya ir a darle su merecido a Dumbledore pero aun debían esperar a Severus, que tendría que ir con ambos a la celda del viejo para evitar que lo mataran antes de tiempo.
Cuando el pocionista llegó, aproximadamente a las ocho de la noche una vez la cena terminó en el gran comedor de Hogwarts, notó que tanto Tom como Harry estaban nerviosos, armados con sus varitas y lanzando hechizos de desilusión fuertes sobre ellos más dos capas de invisibilidad, se aparecieron en el Ministerio.
Tardaron alrededor de diez minutos en llegar al departamento de aurores, gracias a un informante aliado a la causa oscura pudieron llegar justo después de que dejaran la cena a los reclusos de las celdas, sabían que no habría otra ronda en otra hora y media, tiempo suficiente para echar un vistazo a la mente del viejo y ver si tenía planes para escapar y lanzarle algunos hechizos.
Harry quería ver su rostro cuando sepa que no tendría escapatoria.
Siguieron avanzando notando que apenas y había unos suaves hechizos de detección y alarma alrededor de los pasillos de la celda; realmente eran unos incompetentes, a su vez, Severus lanzaba sus propios hechizos de alerta por si alguien aparecía antes de lo previsto mientras se obligaban a no pisar los hechizo que los aurores habían puesto. En menos de diez minutos habían llegado a la celda de un bastante demacrado Albus Dumbledore.
-Te ves horrible- la voz de Tom se escuchó en el vacío pasillo, provocando que el recluso casi saltara al borde de la cama donde yacía. Voldemort se liberó de los hechizos de desilusión y de la capa tras terminar la oración, Harry y Severus seguían ocultos, observando.
El señor oscuro disfrutó con absoluto placer de ése breve momento en el que los ojos de Albus se abrieron un poco más de lo normal y el brillo antinatural de sus ojos se perdía; con un férreo control, el viejo volvió a hacerse cargo de sus emociones y su máscara volvió, pero ya había sido demasiado tarde, una sonrisa anormalmente grande con demasiados sientes fue la respuesta del mago oscuro que estaba bajo un fuerte glamour para simular su antigua apariencia viperina.
-No sabría que recibiría tu visita, Tom- la voz de Albus se oía cansada y algo rasposa, a pesar de la desventaja trataba de mantenerse sereno, sus dedos picaban por poseer su varita, pero no la tenía y tampoco podría hacer magia sin varita en ésa horrible celda. Esencialmente tenía sus respiraciones contadas si Voldemort había ido a matarlo.
-Supongo que venía a despedirme, Dumbledore- comenzó casual, sus largos dedos de araña balanceando su varita entre sus dedos -Has sido una pidra en mi zapato durante mucho tiempo y, pese a lo rastrero de tus planes, sigo aquí- otra sonrisa para el viejo -He ganado- declaró.
Dumbledore apretó los labios, no dispuesto a dejar que Tom se burlara de él, pero tenía que ser cuidadoso con lo que decía, solo debía entretenerlo un poco hasta que los guardias pudieran llegar de nuevo y todos sabrían que el Señor Osculo Voldemort estaba de vuelta, si conseguía que lo vieran entonces no podrían meterlo a Azkaban, con el idiota de Potter lejos, él sería su única salvación -No te tomaba por alguien tan sentimental- fue la respuesta seca del mayor.
-Oh, lo soy, de hecho, puede que te hayas hecho ésa falsa imagen de mí, incapaz de sentir nada, pero ésa no sería la primera mentira tuya ¿No?- dijo con burla -Entenderás que a pesar de mi naturaleza astuta y ambiciosa propia de mi linaje, soy adepto a dejarme llevar por mis emociones, me enojo fácilmente y soy celoso de mis posesiones- murmuró sin mucho interés -Fuiste un enemigo formidable, te lo concedo, tardé demasiado en verte caer, tal parece que lo sobrevives a todo.... como una cucaracha ¿No te parece?- otra vez la sonrisa anormalmente grande.
-Yo no soy tu verdadero enemigo, Tom. Te darás cuenta que habrá quienes se levanten contra ti, el destino no dejará que te salgas con la tuya-
- Ah, sí- murmuró Tom, petrificando del cuello para abajo al viejo con un movimiento leve de su mano -Harry Potter, mi enemigo profetizado- dijo lo último con sorna conjurando una especie de trono donde tomó asiento.
-Una profecía falsa, si me lo permiten agregar- una tercera voz habló, y ésta vez las facciones de Dumbledore no pudieron permanecer inexpresivas -Buenas noches, profesor- se burló Harry, tomando su propio lugar en uno de los brazos del trono de Voldemort. Le sonrió al viejo decrépito que alguna vez creyó que lo amaba como a un nieto y disfrutó de la sensación de adrenalina que recorría su cuerpo al ver los ojos abiertos de par en par, como los de una presa acorralada.
-Harry mi muchacho... ¿Qué?- no pudo terminar pues comenzó a negar con la cabeza -Mi niño, no puedes creer nada de lo que éste monstruo te diga, es un asesino, no hay mada que puesa salvarse de él- y antes de que continuara la risa de Harry lo interrumpió.
-Ahórratelo Dumbledore- hizo un gesto con la mano callándolo -Verás, durante el verano recibí un pequeño diario de mi madre- Harry notó como todo el cuerpo del mago mayor se tensó -Y tras leerlo y una prueba en gringotts hubo muchas discrepancias en todo lo que me has dicho del Señor Oscuro y mi familia-
-Harry- trató de interrumpir, pero el chico no lo dejó.
-Desde luego comencé a investigar, todo ello mientras me mudaba con mi nuevo padre... Hannibal Lecter- murmuró el nombre de su padre notando el asombro en los rasgos del viejo -Fue lindo tener alguien que se preocupe por mí, a su vez yo lo ayudaba con su magia, él también es una criatura, un wendigo, pero las familias Greengrass, Rosier y Grindelwald conocen mejor ésa historia- la sonrisa depredadora de Harry envió escalofríos al antiguo director.
-Tú...- el asombro en ésa simple palabra por parte de Dumbledore era notable, pero no más que el odio que reflejaban ésos ojos azules.
-Sí, fue fácil encontrarlo, aún más fácil sorprenderlo- una risa baja llenó el ambiente -Éso es lo que pasa cuando los hombres se creen poderosos, caen en la rutina creyendo que nadie jamás podría ir contra ellos- en su mano materializó la varita que había robado del antiguo señor oscuro y al ver los ojos codiciosos del viejo frente a él, Harry no dudó en atacar su mente con fuerza, provocando un gemido lastimero del hombre.
-Vaya, podría decir que eres patético por creer tales cuentos para niños, pero, ciertamente ésta varita es auténtica- miró la varita mayor con curiosidad antes de pararse del lado de su padrino y avanzar unos pasos lejos de él.
-Róbame la varita, padrino- pidió con suavidad Harry, con sus casi invisibles cejas alzadas, Voldemort susurró un suave hechizo de desarme y la varita salió disparada de sus manos a las del actual Señor Oscuro.
-Ahora eres el nuevo dueño legítimo de la varita de Sauco, la varita más poderosa- vio brillar la comprensión en los ojos de Tom antes de que una mirada cariñosa la reemplazara. Harry volvió a su lugar, al lado de su padrino para mirar al casi aterrorizado Dumbledore.
-Sabes, fue bastante simple matar a tu amante, ni siquiera duró mucho, su llanto se oía por toda su celda- la furia salía a montones del cuerpo de Dumbledore, frente a él estaba la persona que había matado a su amante. Harry solo podía sonreír ante la expresión del hombre -Fue una buena cacería, su corazón sirvió como ofrenda para propio amante, fue casi poético ¿No? Entregarle el corazón del amante de mi enemigo a mi propio compañero-
-Fue hermoso, compartimos su carne y su sangre en nuestras bocas- una voz completamente diferente se escuchó y la figura de Severus se reveló ante Dumbledore.
Harry observó los movimientos casi hipnóticos que realizaba el maestro de pociones al moverse. El hambre brillaba en sus ojos pero aún más el orgullo, soltó una carcajada mientras tomaba de las manos de su pareja y dejaba un suave beso sobre sus dedos antes de volver a girarse a un Dumbledore conmocionado.
Se acercó hasta el hombre mayor antes de detenerse justo frente a él, su rostro frente al suyo, aunque con obvias expresiones contrarias -Dime quién es un cerdo para el matadero, ahora, viejo- murmuró con sorna, tras él, su padrino y Severus soltaron suaves risas -Tenía planeado algo de la calaña de tu amante- continuó, ésta su voz más fuerte mientras volvía hacia su dos hombres oscuros -Pero entonces pensé, no hay nada rescatable de un cerdo de más de cien años, la carne ya no es buena, ésta enferma... sobre todo por todas ésas pociones y hechizos que pusimos en tu celda apenas llegaste aquí, están en la cama, tus ropas, tus comidas-
-Las preparamos especialmente para ti- la rica voz de Severus aclaró y Dumbledore comenzó a mirar con paranoia todo a su alrededor.
-Pero ésa no es la forma en que morirás, no- retomó Voldemort -Aunque mi ahijado es una cosa viciosa cuando se trata de vengaza, ambos decidimos que, por mucho que nos gustase matarte, Azkaban es un lugar perfecto para, los dementores están ansiosos por tu llegada- y todo el color del rostro de mago más viejo desapareció.
-Será una muerte justa, y sufrirás por todos tus pecados antes de que lo hagas- agregó con fuerza Harry; después de todo no iba decirle que en su celda estarían esperando unos diez dementores para hacer de sus últimos momentos los más dolorosos antes de que tuviera una trágica muerte accidental cuando las criaturas lo atacasen al ''intentar escapar'', ya tenían incluso a los guardias que lo llevarían a azkaban, no, dejarían que todo éso fuera una sorpresa, Dumbledore no tenía porqué saberlo, así que, con su ceño fruncido y sus ojos del mismo color como la sangre vieja penetrando con fuerza la mente de la vieja cabra.
No pudo llegar muy lejos, pero sí lo suficiente como para saber que iba a haber un intento de rescate justos después de que el Wizengamot diera su veredicto y lo trasladaran. Moody, Hestia Jones con ayuda de Diggle y Doge quienes actuaría como distractores, sin embargo ya habían previsto cualquier intento de escape, por lo que un grupo de sigilosos mortífagos habían ido a la casa de Moody y Jones, quiénes eran la mayor amenaza; con sus ayudantes del Departamento de Transporte Mágico habían apagado la conexión flú de las dos casas y los motífagos tenían la orden de no atacar hasta que las barreras anti aparición y anti traslador fueran colocadas sobre las propias barreras de las propiedades de sus víctimas.
Diggle y Doge por otro lado... bueno, siempre algún familiar cercano podría sufrir un accidente en el momento exacto para que fueran informados justo al terminar el juicio, no podrían actuar de ésa manera e incluso si decidían que Dumbledore era más importante que sus familias, no podrían hacer nada puesto que, sin la ayuda de Moody y Jones, difícilmente podrían escapar. Es más, incluso podrían ser tan tontos como para que ellos mismos delataran su plan y así por fin fueran expulsados del Wizengamot, ah, ésa sería una maravillosa consecuencia.
No, el reinado de Dumbledore había acabado y lo había hecho la noche en la que fue arrestado nuevamente, ahora era el turno de su padrino, sería él quién subiera a lo más alto de su mundo y gobernara desde allí, haciendo resurgir el enfermo y moribundo mungo mágico de la Gran Bretana de sus cenizas.
Tiempos mejores se acercaban.
Sin embargo, pese a los grandes avances en la mágica Gran Bretaña, las cosas en Baltimore no iban tan bien como se esperaba, los agentes de la BAU se encontraban nerviosos debido a las pistas que seguían del nuevo asesino de turno y la desaparición de la asesina fugitiva Alana Bloom.
Freddie había tenido un día de campo escribiendo sobre cómo la ingenua doctora Bloom había caído en las garras del psicótico de Will Graham y se rindió ante su enamoramiento por un asesino antes de que cruelmente sus ilusiones se esfumaran debido que a que Will se había involucrado románticanente con un amante desconocido con el cual se había casado. William y Hannibal de habían divertido mucho con esos tabloides; desde luego, hizo falta un incentivo en forma de hechizos para que dejara de lado el nombre del psiquiatra y así arruinara su gran reputación.
Sin embargo, no era éso lo que traía tan nervioso a Jack y por consiguiente a su equipo, no, Beth LeBeau fue encontrada muerta, ahogada en su propia sangre debido a que su rostro fue cortado en una sonrisa de Glasgow, pero, pese a lo perturbador del caso, Will aún no iba a ninguna escena del crimem y éso se debía a que unas días antes del asesinato, su casa en Wolf Trap había sido asaltada y un perro fue encontrado desmembrado por todo el lugar. Había sido duro, William tuvo que regalar todos sus perros, solo Winston y Max se habían quedado con él, Max era el más viejo, y como siempre pasaba por Wolf Trap a pasear a sus perros y su agradable vecina anciana siempre le echaba una mano, llevaban al menos una vez al mes a los canes allí debido a que aún no se adaptaban del todo a la casa de Hannibal.
Le había explicado todo ello a Jack por el teléfono mientras lloraba por la pérdida de un posible amigo perruno; cuando los policías habían llegado, se sorprendieron de la crueldad con la que había sido asesinado el animal, unos días más tarde se descubrió un par de gotas de sangre proveniente de un humano, había sido Alana.
La expresión en el rostro de Jack era sombría, se encontraban en su oficina, tres horas después de que su casa fuera asaltada su jefe le pidió que lo acompañara a Quiántico, William interpretaba el papel de víctima perfecto; su rostro se deformaba en ansiedad al morderse los labios de manera intermitente y retorcerse las manos sobre las rodillas.
-Ésto se está saliendo de control- murmuró Jack, mientras que Will solo soltaba un pesado suspiro.
-Lo está- acordó resignado -Necesito saber si estoy a salvo, Jack- los impresionantes ojos azules del émpata parecieron brillar en la penumbra de la oficina -Abigail aún no comienza la Universidad y Chiyoh llegó solo hace unos meses, necesito saber si debo tomar medidas para proteger a mi familia- el rastro de preocupación en la voz de su agente conmovió al Gurú quien apretó los labios en una delgada línea y mantuvo sus manos en puños sobre la mesa.
-Pondremos una patrulla en la esquina de tu casa, me sentiría mucho más tranquilo si también tuvieran cámaras de seguridad-
-Las tenemos, en todos los perímetros de la casa, agradezco la ayuda, Jack- murmuró lo último Will. El hombre mayor lo desestimó con un movimiento de manos.
-Es lo menos que puedo hacer, ésto se salió de control demasiado rápido, no solo estamos lidiando con un nuevo asesino, sino también con Alana que no es realmente mucho mejor, si me lo preguntas- la expresión de Jack se volvió aún más sombría que antes. Socialmente incómodo como era, William logró tomar una de las manos de su jefe y dar un apretón mientras sonreía algo nervioso.
-Los atraparemos- prometió, y el alivio inundó los rasgos de Jack.
Ni siquiera pudo llegar al estacionamiento antes que una sonrisa depredadora partiera por la mitad su rostro, con una alegría cruel burbujeando dentro suyo tomó su celular marcando un número de memoria antes de llevarlo a sus orejas.
Pasaron solo unos segundos antes de que la rica voz de su marido con su acento de europa del este llenara sus oídos logrando estremecerlo.
-Une patrouille au bout de nos rues et des caméras de surveillance, ça va rendre difficile la préparation du dîner, mais qu'est-ce que la vie sans un peu d'excitation (Una patrulla al final de nuestra calle y cámaras de vigilancia, dificultará preparar la cena, pero que es la vida sin un poco de emoción)- su risa se escuchó fría y sus ojos brillaban de deleite.
-Alors est-ce mon amour, il est temps de chasser (Así es mi amor, es hora de la cacería)- fue lo último que se escuchó, junto con sus pasos en el desértico estacionamiento.
Sin embargo, por el rabillo del ojo logró ver una maraña de rizos rojos esconderse tras un vehículo, su sonrisa solo pudo ensancharse.
-Juicio 46 del 13 de enero de 1996, contra Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore por secuestro, tortura, violación mental y uso ilegal de pociones en contra de Amelia Susan Bones- el martillo de madera hizo un fuerte estruendo en la silenciosa sala de tribunal, se podía ver a varios miembros del Wizengamot con sus rostros serios y mortalmente palidos al oír los cargos de los que se acusaban al viejo ex director. Otros, como Diggle y Doge estaban nerviosos y sudando horrores mientras se movían inquietos.
Fudge, que de alguna manera pudo sobrevivir con su cargo de Ministro para el juicio estaba igualmente incómodo con tanto silencio, sin embargo debía hacer su trabajo bien, al menos los últimos días lo haría bien.
-El auror mayor Rufus Scrimgeour actuará como fiscal, y Lord Tiberius Odgen como Jefe de Brujos provisional, si el primer testigo pudiera pasar a declarar- continuó Fudge mirando sus documentos en busca de la lista de testigos -Ah, Maestro de Pociones Severus Snape, pase a declarar, por favor- pidió el Ministro, y así, el oscuro maestro avanzó hacia una silla alta donde tomó asiento elegantemente, sus ojos oscuros viajaron a traves de los miembros del tribunal sin sentirse ni un poco afectado por las miradas incrédulos que algunos le lanzaban, después de todo, Severus Snape era un conocido mortífago, porqué creer en su palabra, tal vez estaban cometiendo un error y Madame Bones solo podía estar confundida con reapecto a su captor, sin embargo, una vez que comenzó su declaración, un sentimiento pesado se instaló en la boca del estómago de cada uno de los presentes.
Dumbledore estaba nervioso, la noche anterior el mismísimo señor oscuro lo había visitado, con su mano derecha y con su posible heredero, Harry... Jamás pensó que su propia arma sería utilizada en su contra, estaba furioso, ese mocoso había tenido la osadía de matar a su amante ¿Cómo pudo encontrar en sí el corazón para seguir las órdenes de Voldemort para matar y no las suyas? ¿Por que con Tom parecía florecer bajo su toque?
¿Por qué? No lo entendía, sin embargo dentro de poco no importaría más, sus aliados lo rescatarían y antes de ello no dudaría en gritar ante el Wizengamot la aparición de Voldemort, su confabulación con Severus y la traición de Harry al mundo mágico. Nadie podría dudar de él, estaría incluso dispuesto al veritaserum para que no hubiera dudas de sus palabras, por primera vez estaría diciendo algo verdadero.
En su tonta mente, Albus Dumbledore solo creía que Harry estaba siendo manipulado, sin saber que todo lo que había hecho desde el verano pasado, había sido por su propia voluntad. La vejez le había llegado mal si creía que podría decir alguna palabra de lo que sucedió la noche anterior.
Sin embargo, los humanos desesperados tenían demasiadas esperanzas, y era éso lo que los hacía caer con más fuerza.
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