Apéritif
Acto I: Apéritif.
Parte 1: De los destinos entrelazados.
—No me pareces interesante— Hannibal sonrió recordando esas primeras impresiones con Will, claramente había llegado a tocar aunque sea un poco al corazón del hombre como para que lo buscara tan desesperadamente como lo hacía. Respondió el breve mensaje de Abigail diciéndole que le surgió un pequeño encuentro y que tal vez tardaría unos días más en regresar; que continuara sin decir nada de su paradero, que luego la recompensaría.
Volvió a tomar un pequeño sorbo de café, se hallaba en la ciudad luego de haber investigado a los habitantes de aquella casa.
Normalmente había matado a quien interrumpiera su cacería; normalmente no habría nadie que interrumpiera su cacería. Pero él había aparecido de la nada, en medio de la noche con extrañas ropas, unos impactantes ojos verdes y una sonrisa demasiado parecida a la suya cuando no portaba su traje de persona.
Volvió a dar un breve vistazo a los documentos frente a él.
—Así que... Dursley, me parecen unas personas muy groseras— murmuró, volvió a tomar otro poco de su café y decidió que le haría una visita por la tarde, perfecto para la hora del té. Y entonces sus pensamientos nuevamente se dirigieron a Will; se preguntaba si sus alucinaciones con Hobbs continuaban. Si necesitaba más de sus ''charlas'' que no eran terapias. Contaba con Jack Crawford para dañar su mente como solo él podía, confiaba en Will para martizarse y acudir a Abigail ahora que no estaba a su alcance. Y lo había hecho ¡Ah! Su voluntad, siempre lograba sorprenderlo. Era obvio que iría por Abigail en busca de consuelo, pero no creyó que haría tal escándalo cuando se enterara de su desaparición. Un sentimiento realmente nuevo comenzaba a surgir dentro suyo; eran varios realmente, ése instinto de protección que surgió con Abigail, esa intensas ganas de querer enseñarle. La curiosidad hacia Will, su deseo de que fuera la otra figura paterna de la chica que habían salvado juntos. Un suspiro apenas imperceptible salió de sus labios, tomó sus documentos, sus llaves y su teléfono para salir del lugar en dirección a su hotel, debía preparse para ésta tarde.
Con parsimonia iba caminando por la calle de Privet Drive, pidió al taxi ser dejado al inicio de la calle y observó su obra, a lo lejos los policías iban y venían, las típicas cintas amarillas eran puestas, los vecinos cuhicheaban entre sí y miraban con horror los cadaveres que eran llevados. Volvió a fijar su vista en el número cuatro, las puertas permanecían cerradas, las ventanas con sus cortinas extendidas; excepto la del segundo piso, donde se veía una sombra ir y venir, a veces acercándose a la ventana y alejándose nuevamente, sus movimientos se veían nerviosos y erráticos. Una última mirada a su alrededor y dio unos suaves toques a la puerta, donde un mujer muy poco agraciada le abrió la puerta; tenía el ceño fruncido pero apenas lo barrió con la mirada le sonrió con la ambición brillando en sus feos ojos. Hannibal Lecter a simple vista era alguien quien destilaba carisma, sus ropas revelaban su alta clase social y era atractivo; cabellos rubios oscuros, pómulos altos, ojos marrones casi rozando al carmín. Petunia Dursley, le dio una forzada sonrisa de bienvenida.
—Buenas tardes— habló el recién llegado.
—Buenas tardes, ¿Desea algo?— preguntó la mujer, el hombre asintió hacia ella y le regaló una muy ensayada sonrisa.
—De hecho, tengo un asunto muy importante que hablar con usted y su... hijo— la mujer le sonrió realmente entusiasmada; pensando en algún tipo trato conveniente para su Dudders. Hannibal se preguntó si realmente la mujer tenía sentido común; puesto que lo invitó a pasar y le ofreció un poco de té, el hombre asintió y Petunia emocionada lo invitó a sentarse en uno de los sofás de la sala, comentó casualmente que su esposo aún estaba fuera pero que si esperaba unos quince minutos podrían hablar los adultos juntos. Hannibal aceptó y dio algún que otro comentario adulador sobre la pésima decoración de la casa. Y entonces llegó el esposo, Hannibal se abstuvo de hacer alguna mueca despectiva, nada del hombre se veía en buen estado; al menos a simple vista, quizás si lo abriera y observara mucho mejor su interior podría encontrar algo decente. La mujer se veía saludable; pero la creencia de que la comida entraba por los ojos era verdadera y ciertamente a Hannibal no le apetecía nada de lo que la mujer podría ofrecer a simple vista.
—No sabía que teníamos invitados, cariño— dijo el hombre con el ceño fruncido. Hannibal arrugó brevemente el entrecejo, era un grosero. Ni siquiera había signos de una presentación adecuada.
—Dr. Hannibal Lecter— se presentó el más alto con elegancia, levantándose y dando un apretón de manos al obeso hombre frente a él.
—¿Usted es médico?— preguntó confundida la mujer, creyó que tal vez sería un maestro o incluso el director de alguna importante escuela en busca de su pichonsito.
—Lo soy, aunque hace años dejé la práctica, ahora soy psiquiatra-"— y la mirada ''encantadora'' de la mujer desapareció, dando paso a unos ojos fríos y despectivos.
Interesante; se dijo Hannibal al observar el abrupto cambio de fémina.
—¿Qué es lo que quiere con nuestra familia, doctor?— el desprecio fue claro en la última palabra, Vernon ni siquiera tuvo la delicadeza de ser un buen anfitrión, no es como si el psiquiatra necesitara presentaciones, el sabía todo de la familia. Quería al hijo de ellos, aunque le pareció extraño, ninguno de los padres poseía ojos verdes; quizás era un parentesco con los abuelos.
—Tengo una propuesta para su hijo, me gustaría invitarlo a unas pasantías conmigo— mintió, la mujer se giró a ver a su marido con sorpresa, pero el hombre seguía sospechando.
—Soy parte del comité disciplinario de la escuela de su hijo, veo gran potencial en él— ojos brillantes por parte del obeso hombre, Hannibal sonrió apenas, debía utilizar la adulación con éstas personas. Eran tan banales. Casi sentía desprecio por ellos, pero sin duda esa sería una pérdida de su tiempo.
—Petunia, llama a nuestro Dudders, estoy seguro de que estará encantado con esto, nada mejor que tener una experiencia para el futuro— tan idiotas no eran, la mujer con sonrisa renovada subió las escaleras, entonces Vernon recordó presentarse y comenzó a hablar sobre su gran cargo en una sosa empresa de taladros, de lo normal y perfecta que era su familia.
Entonces aquél grosero mitad hombre mitad ballena calló y observó a su hijo con orgullo, al lado de la señora Dursley venía un joven que no era el de ayer; frunció levemente el ceño, el chico de ayer no era rubio y no tenía esos opacos ojos azules, no era tan alto, NO ERA ÉL.
—Señor Lecter— el psiquiatra permitió que lo llamara de así, con ese suave tono despectivo; como si ése cerdo fuese mejor que él, el depredador. —Este es nuestro Dudders-— ésta vez Petunia tomó del brazo al alto muchacho para acercarlo y que lo vea bien.
—Encantado— Hannibal saludó tomándolo de la mano, aspiró fuerte intentando captar los aromas; el chico se veía saludable, y en forma, aunque tenía pequeños indicios de que en su niñez había padecido obesidad, las pequeñas y casi invisibles estrías de sus brazos lo confirmaron. Entonces hubo un rápido traqueteo en las escaleras y a paso veloz un pelinegro pasó por la cocina, era él.
Y sus miradas se cruzaron y pudo ver un atisbo de sorpresa en aquellos irresistibles ojos verdes; claro que aquello duró solo unos segundos antes de que sonriera de esa forma tan perturbada.
—Usted— dijo el chico, acercándose sin importar las miradas de advertencia de la mujer y aquellas que prometían dolor de parte del esposo de ésta.
—Hannibal Lecter— le dio la mano y el chico la tomó, y algo realmente raro pasó, algo que jamás creyó ver. Sus vibrantes ojos verdes se volvieron del mismo tono que los de su querido Will. Un azul claro con un centro casi verde. Su rostro se mantuvo imperturbable a pesar de la sorpresa y curiosidad. Las manos del chico eran suaves y sintió como sus dedos finos tocaban las palmas de sus manos antes de que cerrara los ojos. El pelinegro sonrió.
—Un médico... no, ahora psiquiatra— dijo el adolescente para volver a abrir los ojos, ahora verdes de nuevo, incluso quiso creer que el cambio fue una simple ilusión óptica. Pero sabía que no lo era. —Usted está muy mejos de casa, doctor— fue un simple susurro, había algo en ese chico que simplemente no podía apartar la mirada.
—El señor vino a hablar con Dudders, Potter. No contigo— fue la brusca interrupción de Petunia la que los llevó a volver a la realidad. El pelinegro miró de reojo a la mujer que se tensó; ésta se cruzó de brazos creando un muro de protección entre el adolescente y ella.
—Conozco a éste buen hombre, es un conocido mío y estoy seguro de que no tendrá problemas que lo invite a una charla más privada en mi habitación— todos los presentes se tensaron cuando Harry dijo la palabra ''conocido''. Interesante; volvió a pensar Lecter.
—¿Acaso es uno de los tuyos, maldito fenómeno?— las últimas dos palabras fueron susurradas por el obeso hombre de la casa. Lecter miraba todo con verdadera curiosidad.
—No— mencionó tajante.
—Sin embargo tengo que hablar a solas con el doctor, si me acompaña, por favor— pidió el muchacho, a lo que el psiquiatra asintió y se giró para comenzar a seguirlo, pero observó como la fuerte mano del jefe de la casa se posaba dolorosamente en el hombro del chico de ojos verdes.
—No irán a ningún lado— fue lo dicho por Vernon. El adolecentes bajó la cabeza ocultando así su sonrisa. Pero Hannibal estaba lo suficientemente cerca y en el ángulo correcto para notarlo.
—Claro que lo hará— fue la respuesta del chico, antes de girarse con sorprendente rapidez y sacar de entre las mangas de su sudadera la punta de lo que le parecía una vara de madera al psiquiatra. Observó como la colocaba en el cuello del hombre y éste se ponía pálido; mientras que los demás miembros de la familia no podían ocultar su miedo. Doblemente interesante.
—No me tientes Vernon. El hombre irá conmigo, punto. Una palabra de eso a Dumbledore y no dudaré en explotarte la cabeza— el hombre tragó grueso, pero no se dejó amedrentar.
—No puedes hacerlo, eres menor de edad, algo mal y eres expulsado de tu horrible escuela— el gordo hombre sonrió con suficiencia; pero su sonrisa flaqueó al ver que el chico no apartaba la varita de su cuello.
—Una palabra, un intento de decir lo que está pasando a alguien o salir de éste lugar y diferentes hechizos por toda la casa se activarán... parecerá un accidente, nadie sospecharía de mí— Vernon abrió enormemente los ojos, su mirada viajo por toda la sala y Harry no dudó en sonreír. El hombre mayor bajó la mirada intentando alejarse del chico.
—Haz lo que quieras— murmuró. Y Harry lo soltó, pero su varita aún quedaba a la vista.
—Buena decisión, recuerda lo que hay en la casa— comentó lo último con voz cantarina antes de girarse hacia un Hannibal que veía todo con curiosidad.
—¿Me acompaña, doctor?— preguntó Harry, a lo que el psiquiatra asintió comenzó a seguirlo escaleras arriba, dejando una mortificada familia atrás en la sala.
''Harry, mi bebé, espero que estés bien. O al menos lo mejor que puedas estar bajo el yugo de Dumbledore.
Antes de decirte cualquier cosa; quiero que sepas que no debes confiar en Dumbledore o en la orden. Quizás para que entiendas un poco mejor debería contarte todo desde el principio.
Cuando ingresé a Hogwarts a los once todo había sido maravilloso, sin embargo, tras leer todos mis libros antes del inicio de clases y algunos más que había comprado de la librería en el callejón diagon quise saber más de mí misma; por lo que una tarde pedí a mis padres que me dejaran ir al banco a una prueba de herencia, recuerdo haberlos visto muy alterados. Entonces no entendía muy bien porqué, pero entonces me explicaron que yo había sido adoptada; he de decir que ya tenía mis sospechas, por que de verdad no me parecía nada a Petunia. Así que no me molesté, estaba alegre de que a pesar de ser adoptada, a pesar de ser una bruja, a pesar de todo ellos me amaron de la misma manera que lo hicieron con Petunia. De igual manera me hice la prueba de herencia y mi apellido era Gaunt. No podía creerlo, los duendes fueron amables conmigo, me explicaron descendiente de quienes era. Me dijeron que era mejor que no lo dijera, que no supieran mi origen, o mi don del parsel. Era una chica lo suficientemente inteligente como para saber cómo eran tratados las personas de Slytherin aún cuando apenas ingresaba al mundo mágico, había leído un montón de libros mi niño. Y entonces lo dejé pasar, pedí al sombrero que me enviara a la casa de los leones y por dos años me convencí de vivir en la ignorancia.
Pero la sangre llama, hijo mío.
Con mi mejor amigo de aquél entonces, un Slytherin mestizo que conocí unos años antes de ingresar al colegio comenzamos a investigar. Severus Snape era mi mejor amigo. A él le pedí toda la ayuda que podía y el buscaba dentro de la biblioteca de su sala común. Nunca le dije por qué investigaba la línea de Slytherin; no estaba lista para confesarlo, pero igual me ayudó, estaba tan feliz por ello. Estaba muy feliz, Severus siempre había sido tan bueno conmigo, era un buen amigo, comprensivo, amable. Cuando sonreía me llenaba de alegría el corazón. A Severus le debo todo lo bueno de mi vida, él me dijo que era una bruja, el me enseñó el amor por las pociones, por las artes oscuras. Él me llevó a Tom.
Lo conocí cuando tenía catorce, en las vacaciones de verano, Sev me había dicho que los sangre puras generalmente contactaban a Gringotts cuando buscaban a familiares lejanos. Intenté hacerlo y realmente me ayudaron. Hasta hoy día les agradezco haberme llevado a mi hermano''
Harry había fruncido el ceño ante el recuerdo de la última palabra de esa página; el diario de su madre estaba escrito a puño y letra con tinta esmeralda y algunos dibujos en tinta de oro, pudo encontrar más fotografías de ella con Tom, así como algunas de dos niños; una era pelirroja y el otro era un pelinegro con una mirada gruñona. Sonrió reconociendo a su maestro; era simplemente increíble que tal belleza en su sonrisa o en sus ojos sea real, pero él solo había continuado con su lectura.
''... La magia es misteriosa y muy caprichosa hijo mío, pero nunca se equivoca. Muchas veces nuestras magias se vinculan a una persona con la cual tenemos más afinidad, ya sea un vínculo familiar o uno mucho más íntimo; el de pareja. Apenas nos conocimos mi magia reconoció a Tom como hermanos, a pesar ser primos terceros, lo vi como un hermano en el cual apoyarme, en el cual buscar conocimientos. Y Tom me apoyó tanto, tanto como quise, tanto como pudo, tanto como deseé. Me contó sus ideales y yo estaba de acuerdo con ellos; cada año la magia accidental alertaba a las autoridades muggles, nosotros simplemente buscábamos poner en vigencia aquella ley de los tiempos de los fundadores. Aquella en la que los alumnos tenían hasta séptimo para elegir quedarse en nuestro mundo o perder la varita y volver a los muggles, una ley en la que los familiares eran puestos bajo hechizos para no divulgar nuestra existencia. Los muggles no tienen magia pero tienen su tecnología; su ciencia, en algunos años su capacidad militar nos superará por mucho. Solo buscábamos protegernos hijo. Los asesinados nunca, NUNCA vinieron de nuestro lado en la guerra. Hubo muertes, claro que las hubo; como en toda guerra, siempre había uno que otro muerto en las redadas. Pero nunca asesinabamos adrede. Quiero que entiendas eso hijo mío. Hay muchas cosas que han sido ocultadas de ésta guerra hijo. Pero no te preocupes, te las contaré todas...''
Las siguientes horas Harry recordaba que las había pasado leyendo todas y cada unas de las teorías conspirativas que tanto su madre como Tom tenían acerca de las reliquias de la muerte, de cómo Dumbledore aún mantenía contacto con Grindelwald; de cómo pusieron todo de su parte para la nueva creación de un nuevo señor Oscuro.
'Con un nuevo Señor Oscuro las personas se olvidan del anterior'
~Si se olvidan del anterior éste podrá moverse fuera del radar~
'El tipo está encerrado en la prisión que él mismo construyó, ¿quién dice que permanece dentro siempre?'
~Deberíamos simplemente matar a Dumby y su noviecito~
—Me hice imágenes mentales, me siento asqueado— Harry suspiró mirando por la ventana, para los demás había pasado solo un día, el había pasado por una semana.
Retrocediendo con su giratiempo cada vez que llegaba la noche. Aunque le dolía el cerebro no podía terminar, había leído cada libro que podía sobre empatía, había al menos veinte diarios de Gryffindor; ya los había leído todos pero aún quedaba los de la biblioteca Potter y Peverell. Al menos unos treinta; dividos en diarios y libros de pasta dura. Quería tomarse un descanso antes de ello.
Por eso se encontraba acostado; recordando todo lo que había leído en el diario de su madre.
''...Tom era realmente bueno conmigo, muy cariñoso, siempre que podíamos pasabamos tiempo juntos, cuando crecí y podía ir sola al callejón diagón, nos encontrábamos en el caldero chorreante y de allí íbamos con los Lestrange, sólo ellos y Bellatrix sabían de mi existencia, el resto de los Caballeros de Walpurgis era ignorante de la hermana del Lord. Pero estaba bien, si alguien lo sabía rápidamente se correría la voz y Dumbledore lo sabría. Lo que menos queríamos en aquella época era éso. Recuerdo muy bien mis días de escuela; Tom me había enseñado tanto; estaba orgullosa de mi origen, de mis creencias y de la confianza que me tenía mi hermano. Pero en mi quinto año me pasó uno de los momentos de mi vida más dolorosos.
Severus. Cansado de las tetras de tu padre y su amigos se desquitó conmigo llamándome sangre sucia.
YO NO ERA UNA SANGRE SUCIA. Me molesté tanto, pero en parte entendía que toda la situación era demasiado para Sev. Sin embargo me dolió bastante...''
Harry suspiró, las notas de su madre dejaban en claro de su enamoramiento por su profesor de pociones. Y realmente su visión del hombre cambió a través de éstas notas. La valentía del hombre al enfrentarse él solo a esos cuatro bravucones. La sensibilidad del hombre para con ella. Esa humanidad con la que contaba muy en el fondo. Y de repente la sensación de admiración insana lo envolvió. ¿Sería alguna vez así de fuerte como Severus? ¿Podría alguna vez ser capaz de acercarse a ese maravilloso hombre al cual describía su madre? ¿Podría presenciar a aquel hombre aunque sea solo un poco?
'Me gusta Snape'
~Siempre nos ha gustado, digo, el hombre es un genio al cual no se le da la atención que se merece. Y todo por su muy mal carácter~
'Tal vez deberíamos acercarnos a él cuando inicien las clases'
~Quizás sea bueno que él lea el diario de mamá~
—Tal vez. Pero no sé si pueda aguantar hasta el inicio de clases murmuró el de ojos verdes, escuchando un pequeño traqueteo en la sala. Decidió ignorarlo.
Los murmullos en su mente cesaron y nuevamente incursionó en sus recuerdos. El pacto de almas era sin duda un término del cual no tenía conocimiento alguno, no había rastro de ellos sus libros de historia, de encantamientos y de defensas. No había nada y la biblioteca de Hogwarts no estaba a su disposición; aunque dudaba encontrar algo, a pesar de ser amplia y vasta; ése tipo de temas (como lo era la magia oscura en general) solo se encontraba en la sección prohibida. Y no es como si pudiera aparecerse en el castillo de todos modos. Por lo que tuvo que acudir a su biblioteca personal. En donde tampoco encontró mucho, salvo algunas referencias en los libros de Tom.
Su madre le había salvado la vida a un basilisco, es más, había puesto su propia vida en peligro para salvarlo. Aún recordaba lo escrito en el diario.
''... en mi sexto año, luego de apartarme de Severus y pasar más tiempo con algunas chicas de mi casa y de Ravenclaw; Tom me asignó mi primera misión en las vacaciones de invierno. Recuerdo la emoción de aquél momento, había estado rogándole a Tom un poco de acción y no solo estudios, por lo que me permitió éste trabajo. Me había dicho que lo hacía yo y únicamente solo yo; porque hablaba parsel. Después de tantos años ocultando mi don y solo usándolo en su compañía y en la de Bella ... es realmente gratificante poder usarlo en una misión. Él no podría ir, había estado planeando una iniciación para los nuevos Caballeros en ése entonces y a pesar de mi curiosidad, la misión era relativamente más importante.
Era simplemente ir a un bosque en Escocia, se rumoreaba de que un basilisco habitaba allí. No éramos los únicos con la información, había cazadores, aurores, carroñeros, varios detrás de la criatura. Pero solo nosotros buscábamos su protección, ya que eran familiares predilectos de nuestros ancestros. Nuestro deber como sucesores del legado de Salazar Slytherin era cuidar de éstas nobles e incomprendidas criaturas.
Entonces allí estaba yo. Regresé a casa ésa navidad y mis padres me dejaron pasarla con Tom. Ellos estaban al tanto de mis lazos sanguíneos con él y estaban encantados (seguro que sabes lo fácil que era para Tommy encantar a las personas ) en fin, el primer día lo pasé con él y el matrimonio Lestrange (adorables personas si sabes como llegar al lado bueno de su locura), al día siguiente marché con traslador al bosque; una bolsa sin fondo con todo lo necesario y dos varitas de repuesto; eso era todo lo que tenía, un elfo de Tom me llevaba comida a las horas indicadas así no atraería a las otras criaturas con el olor de los alimentos. La primera noche no encontré nada, salvo un par de unicornios y una acromántula bebé que quería comerme...''
Harry sonrió, al parecer estaba en su sangre eso de querer ser devorado por acromántulas.
''...Pero al siguiente día me encontré con unos cazadores, daba gracias a Merlín todos los hechizos que me habían enseñado para pasar desapercibida, por que no me notaron, sin embargo decidí seguirlos. Eran seres despreciables, iban tras la piel y el veneno de la serpiente. Sin embargo me tranquilice y continué, se jactaban de que conocían el lugar exacto del basilisco; y era mucho mejor seguirlos. Y vaya que tenían razón esos imbéciles; al atardecer encontraron una cueva, escuchaba los siseos de provenientes de allí, por lo que rápidamente me adelanté para alertarla en lo que los cazadores preparaban extrañas armas y sus varitas. Debo admitir que me sentí intimidada, la gran serpiente era una hermosa hembra muy orgullosa; me recordó un poco a mí misma, y mientras peleaba en susurros con ella para que escapara, los cazadores llegaron y me vieron hablando con ella. Te imaginarás todo el revuelo que hubo, un par de hechizos desarmadores, alguno que otro torturador, pero todo era para alejarlos del basilisco, entonces apareció un gallo. Ni siquiera te imaginas la desesperación que sentí en ese momento, los cazadores con esa asquerosa sonrisa de suficiencia, el basilisco despidiéndose; diciendo que era bueno conocer a un hablante antes de morir. Simplemente me quebré; pero no de la forma que crees.
Ya que esa fue la primera vez que maté. Primero a la amenaza más grande; aquél el gallo, luego a uno de los tres cazadores, que de la sorpresa no se movieron, pero no quedaron así por mucho. Tu Mami recibió muchos hechizos esa noche, por suerte no eran letales, pero sí dolorosos, y cuando maté al último hombre el desgraciado había lanzado una daga en mi dirección, logre esquivarla pero rozó mi brazo, así que ahí estaba yo, con veneno de basilisco entrando en la herida, a punto de morir, cuando de pronto algo raro había pasado. Fue la primera vez que vi los ojos de un basilisco y era la cosa más hermosa que jamás había visto en mi vida. ¿Sabías que las lágrimas de basilisco contrarrestan su veneno? Nadie había hablado de ello en los libros por que nadie había ganado el favor de uno, de hecho, ya no hay basiliscos como en la antigüedad. En fin, ésta hermosa serpiente decidió que quería salvarme. Había dicho que nunca vio un humano salvar con su vida a cualquier otra criatura y me dijo que me daría cualquier cosa que pidiera.
Yo solo le había pedido que me dejara cuidarla. Y fue así como adopté un basilisco, aunque el origen de nuestro pacto de almas ocurre unos años después, cuando tu tío me dio mi segunda mision...''
Luego de leer aquello realmente muchas dudas asaltaron su mente, pero nada lo había preparado para lo siguiente.
''... Tom me había pedido que me casara con James Potter. Y Potter era realmente el tipo más despreciable que pudieras conocer; disfrutaba de lastimar a todo aquel que iba en contra de sus preceptos, los mismos preceptos que los de Dumbledore. Él lastimaba a Severus y a pesar de que nos habíamos separado en mi quinto año... yo lo seguía amando. Por eso me odié cuando me asignaron la misión. Casarte con el peor enemigo de tu amor y ver sus hermosos ojos negros brillando de traición era horrible. Era doloroso.
La misión comenzó a finales de mi sexto año. Potter siempre estuvo enamorado de mí y a pesar de haber recibido desprecio por mi parte en el pasado, no dudó ni un solo segundo para cartearse conmigo durante el verano. Me sentía sucia, asqueada de mí misma a decirle todas esas verdades a medias a Potter. Por que él vivía para Dumbledore; próximo a convertirse en auror él perseguiría a mi hermano. Él y su séquito de perros. Ése año los insultos y las bromas pesadas empeoraron para Severus. Era común verlo salir de la enfermería, era común verme no hacer nada, era común ver como el odio iba creciendo en su mirada. Y no era solo simple odio, Severus estaba tan decepcionado de mí y mi alma sangraba. Al finalizar nuestro último año Potter y yo nos comprometimos, fue la última vez que vi a Severus.
Y yo decidí seguir con el plan, infiltrarne en la Orden del Fénix. Una organización que Dumbledore creó para luchar contra mi hermano desde las sombras. Varios aurores estaban en ella, incluso la profesora McGonnagal, te pediré que también tengas cuidado con ella; es demasiado susceptible a Dumbledore y Potter era su alumno favorito. En fin, el punto de la misión era recolectar información y darsela a mi hermano y realmente todo iba de maravilla, la Orden apenas y podía contra nuestros caballeros, Tom ya tenía más de un horrocrux para asegurar su inmortalidad (a pesar de que tuvo que sacrificar su cuerpo y rostro, igual lo seguía queriendo, no afectaba su visión del cambio que queríamos realizar en el mundo) y yo ya había elegido el día que realizaría el ritual para hacer mi primer horrocrux; asesinando a mi esposo.
Pero solo unos días antes me había enterado de que estabas en camino. Y yo podría odiar con toda mi alma a tu padre hijo. Pero apenas supe que existías yo ya te amaba. Por que eras una pequeña parte de mi y esperaba criarte para que no fueras como tu padre. Cuando se lo dije a Tom el estaba tan feliz como yo; la familia Gaunt comenzaba a crecer, tú eras el heredero de Salazar Slytherin y de Godric Gryffindor, ibas a ser su protegido, su mimado, su sucesor.
Pero James se enteró, y junto con él toda la Orden. Debo decir que me sorprendió el nivel de madurez de tu padre, nunca había sido un buen hombre; ok, tal vez era un buen esposo, pero era solo porque me amaba. Con extraños o personas que no le agradaba era el mismo bravucón maleducado de siempre. Pero con la noticia de mi embarazo comenzó a comportarse mejor, claro que eso no borraba años de malas acciones... a lo que quiero ir hijo es, que tú fuiste amado, por tus dos padres, quizás yo nunca amé a James, pero jamás se me pasó por la mente el no desearte u odiarte. Eras la mejor de las bendiciones. Tom siempre acariciaba mi barriguita cuando nos veíamos a escondidas de tu padre, el te amaba tanto o más que yo. Por que nosotros éramos lo único que siempre deseó y nunca tuvo mi amor. Su familia...''
Para ese punto Harry había llorado, y recuerdos de sus encuentros pasados con Voldemort lo habían asaltado, siempre que pensaba en ello había nebulosas; como si una niebla cubriera su mente, pero al ver su pergamino de Gringotts supo que ello se debía a incontables obliviates que el director le había lanzado.
Ahora sabía el porqué. Los hechizos de compulsión impedían que oyera las razones de Tom, en su primer año no comprendió a qué se refería Voldemort con devolverle a su familia. Él no podría revivir a su madre, pero aún le quedaba su tío, su padrino. Tom lo había invitado a formar parte de su familia y él no lo escuchó. En segundo año, a pesar de su enojo por la pérdida de la piedra filosofal; lo guió hasta la cámara de los secretos, demostrándole que solo los descendientes de Slytherin tenía la habilidad parsel. Y solo lo ignoró, ignoró que prácticamente le gritó en la cara que eran familia, y creyó en Dumbledore cuando le dijo que Voldemort pasó parte de sus poderes cuando intentó matarlo.
Cuán ingenuo fue. En tercero apenas y pudo descansar, con los dementores y su otro padrino y en cuarto... utilizó su sangre para volver a tener su cuerpo. Sangre de su único familiar. Casi quiso gritar de rabia, lanzó algunos hechizos de silencio y desató toda su furia; encantamientos, maldiciones, hechizos explosivos... la habitación había quedado deshecha, pero había servido para calmarlo.
''...Tu otro padrino, a pesar de mi oposición fue Sirius; era el que peor me caía, casi tanto como tu padre. Una horrible persona; se alejó de su hermano menor, a quien debía proteger solo por una tonta rivalidad de casa; Regulus era uno de los muchachos más bellos que había tenido el placer de conocer. Y no lo decía solo por su enorme belleza, sino por que cuando hablabas con él quedabas encantado, era simplemente brillante y te generaba la sensación de querer protegerlo. Él era un Caballero, el único de mi generación que llegó a conocerme como la hermana del Señor Oscuro, fue lindo tener un chico de mi edad con el cual conversar, los Lestrange eran un poco raros hijo; buenas personas pero raros. El punto es que... cuando naciste, el tenerte entre mis brazos fue la mejor sensación del mundo, tus hermosos ojitos eran exactamente iguales a los de nuestro ancestro Salazar, eras el que más se parecía a él. Te amaba tanto hijo mío, tu padre estaba loco por ti, al igual que tus padrinos, Sirius era un idiota que detestaba, pero también te quería aunque realmente no quisiera que estés con él, es demasiado prejuicioso. Quizás el único decente de aquél grupo era Remus; pero no por ello te digo que no tengas cuidado, generalmente es un cobarde y nunca reacciona para ayudar a las personas. No le confíes tus problemas a él, no hará nada para ayudarte. Él consideraba a Severus como alguien realmente inteligente y quizás en el fondo sabía que era buena persona, pero cuando Potter y Sirius decidían torturarlo simplemente apartaba la mirada. Mi amor, mi pequeño, de verdad quiero que te cuides, yo he hecho todo en mis manos para protegerte, aún en el caso de que estuviera muerta. Es por eso que te hablaré de lo sucedió cuando la profecía estalló...''
Harry recordaba todo lo escrito por su madre en aquél hermosamente decorado libro. Acostado como se encontraba en la cama, mirando el techo en silencio se permitió pensar que su familia simplemente estaba destinada a la grandeza. Desde sus ancestros hasta su madre y su tío. Incluso su recientemente enterado; horrible padre. Y se prometió a sí mismo dejar de comportarse tan indignamente, se prometió llevar en alto el apellido de su madre. Debería volver a Gringotts para arreglar aquel pequeño asunto de sus apellidos. Quizás si aquél buen hombre bañado en sangre de la noche anterior volviera podría llevarlo con él. Tal vez había encontrado un igual, un mentor... alguien demasiado interesante que tal vez sepa entenderlo. Esperaba que sí. Después de todo no podrían decirle nada, el hombre era parte criatura, quizás tuviera parientes vivos, quién sabe.
''... Aquella noche algo malo iba a pasar, lo presentía. Yo seguía en San Mungo; tu apenas y habías nacido la noche anterior; eras el bebé más hermoso que había visto en mi vida, tu cabello era tan negro como el de tu padre, pero había leves destellos rojos como los míos, tenías lo más bonito de ambos y esperaba que al menos no heredaras la mala suerte de tu padre o mi habilidad para meterme en problemas. Entonces allí estabamos, tú y yo en esa asquerosa cama de hospital, con el inútil de tu padre a mí lado mirándote como si fueses lo más maravilloso del mundo. Era un idiota, sí, pero un idiota que te amaba. Y después llegó Dumbledore como una maldita ave de mal agüero, con sus malditos ojos brillando tras sus gafas y nos reveló la profecía 'El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca..., Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes... Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce... Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida... El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el séptimo mes...' él estaba completamente seguro de que tú eras ése niño, casi parecía feliz por ello. Desde luego yo lo asalté con preguntas ¿De dónde sacó aquella profecía? ¿Quién lo dijo? ¿Para que nos hablaba de ella si sabía lo improbable que era que se cumpliera? No respondió nada. Pero hice mis averiguaciones; mientras Dumbledore nos encerraba en una casa en el Valle de Gondric bajo el encantamiento fidelio. Yo me comunicaba con Tom a escondidas, le comenté la profecía, supimos que fue de Sybill Trelawney de donde salió.
Desde luego era la adivina menos confiable de prácticamente todo el mundo mágico; pero sabíamos que Dumbledore no se detendría hasta que la profecía se cumpliera. Tom intentó por todos sus medios alejarme de Potter, de la Orden, del director. Pero yo sabía que mi tiempo se acababa, Dumbledore comenzaba a sospechar de mí por lo que una noche escapé de la casa; no fue fácil dormir a tu padre con una poción pero lo logré. Salí de casa y te llevé conmigo, nos aparecimos en el bosque que se hallaba tras el castillo de Salazar. Allí Tom ubicaba a todas las criaturas que protegía de los humanos, allí se encontraba el basilisco. Recuerdo haber corrido mucho esa noche, fue duro pero logré escuchar los siseos de la gran serpiente. Fue magnífico volver a verla, que me permitiera mirarla a los ojos de nuevo. Entonces me incliné, me arrodillé frente a ella, le di ruegos por protección. Pedí que te cuidara, de cualquier forma, no importaba qué magia tan oscura utilizase. Solo quería que te cuidara. Y la gran reina de las serpientes se había apiadado de mí. Me consoló por que también había sido madre, por que había perdido a sus crías por unos cazadores, por que tu magia reaccionó a ella. Me dijo que moriría luego del ritual. Pero que no me mortificara. Que estaba feliz de ofrecer su vida para proteger a los herederos de Slytherin, que ya había vivido demasiado, que quería descansar.
Esa noche decidí llorar por ella, llevar en mis hombros su sufrimiento y permitirle que en sus últimos momentos tuviera paz. El ritual comenzó con un poco de tu sangre, daba gracias al cielo que había llevado una daga de plata conmigo por protección, entonces; la serpiente pidió que hiciera un corte en tu frente con la runa de Sigel y también otra en su piel. Mezclaron sus sangres, entonces pequeñas lágrimas suyas cayeron sobre tus ojos; ahí fue cuando te cedió sus ojos, su mirada.
Y entonces te dio de beber su veneno; allí te dio su protección, su arma mortal, y por último pidió que te dejara en suelo, ella envolvió tu pequeño cuerpecito y te cedió hasta lo último de su magia, murió feliz diciendo que parte de su alma viviría en ti y que no me preocupara, que eras fuerte; que quizás tengas algo de fiebre por su veneno pero que no morirías. Hasta su último aliento me consoló y como última voluntad pidió que fosilizara uno de sus ojos y lo dejara como una reliquia que pasaría a ti. Como recordatorio de la voluntad de dos madres para protegerte...''
Harry se giró sobre la cama a ver el diario, el ojo del basilisco que dio su vida para protegerlo yacía ahí, el mago podía incluso sentir una pequeña pizca de magia provenir de ella. Suave, cálida, como la de una madre. Pequeñas lágrimas se acumularon en sus ojos. Agradecía profundamente a su madre y a la gran serpiente por sus sacrificios.
''... Cuando volví al Valle de Godric lo hice con la tranquilidad de que tenías más de una protección sobre ti, tuviste fiebre por dos días; luego tus ojos se volvieron más brillantes, más hermosos, con pequeñas motas doradas y rojas que si no te fijabas bien eran casi invisibles. Me dediqué a mimarte por esos días, poco tiempo después hicimos el ritual de apadrinamiento con Sirius; quise hacerlo con Tom pero realmente después de mi pequeña aventura nocturna Dumbledore desconfió aún más de mí. Por lo que no se pudo. Seguimos hablando por flú en las madrugadas, pero no era lo mismo. Lo extrañaba, pero era mejor que nada. La última vez que hablamos fue hace dos días, me pidió que esté atenta, que vendría la noche de Halloween y que nos llevaría a ti y a mí lejos; que probablemente Dumbledore ya sepa quién soy y de dónde provengo. La próxima vez que escriba espero que sea cuando esté con Tom, aunque realmente no creo que suceda. Por eso quiero que sepas que te amo. Te amo tanto mi amor, y sé que probablemente estés sufriendo, pero hay familia que te espera allí afuera. Te espera Tom y aquellos que tú consideres parte de tu familia, nunca rechaces un vínculo que tu magia ha hecho, porque si lo hace es por algo.
Lily Gaunt...''
Esa fue la primera noche en la que harry no usó su giratiempo, simplemente comenzó a procesar todo lo que había leído, desde los libros de su biblioteca hasta el diario fe su madre. Ella planeaba escapar ése Halloween, ella y Tom se irían de esa casa, abandonarían a su padre y vivirían felices y lejos. Pero Dumbledore había actuado antes, quizás con un informante de su lado en las filas de Tom, quizás el mismo Colagusano fuese el traidor; solo que ésta vez lo era desde una perspectiva diferente. Un suspiro llenó el ambiente, sentía su cerebro explotar.
Esa noche varias preguntas rondaron por su mente, pero había llegado a una decisión, al día siguiente le enviaría una carta a Tom, le explicaría todo lo que le pasó desde la muerte de su madre. Le mandaría los pergaminos de Gringotts para que él mismo viera todo lo que había sufrido.
Pero ahora de verdad quería dormir, simplemente descansar un poco. Y sin más su cerebro pareció apagarse y se dejó envolver por las sombras.
—Le pido disculpas doctor, mis modales no fueron los mejores allí abajo. Pero creo que concuerda conmigo en que han sido muy...— Harry permaneció en silencio, buscando las palabras. Lecter lo seguía desde atrás por el pasillo.
—¿Groseros?— dejó al aire la pregunta el mayor, el pelinegro se giró sonriente hacía él, en lo que abría una de las puertas de las habitaciones del segundo piso.
—Exacto. Adelante— hizo un ademán para que el hombre ingresara primero al lugar. Si Hannibal dudó en realizar dicha acción; su rostro no lo demostró. La habitación que lo saludó era bastante precaria, una cama de una plaza con sábanas más viejas que la misma casa, con un baúl al pié de ésta. Un pequeño armario junto a un escritorio bastante usado con una silla rota, una mesita de noche a un lado de la cama con una lámpara arcaica, lo único realmente de valor parecía ser la gran jaula que colgaba a un lado de la ventana; una bellísima lechuza nívea descansaba dentro.
—-Lamento el estado de la habitación, pero fue lo único que se permitieron mis familiares otorgarme— Hannibal asintió entonces el menor cerró la puerta y las cosas raras comenzaron.
Los escuchó murmurar un par de palabras en lo que reconoció como latín y agitar aquella vara de madera frente a la puerta:
—Protego Totalum, Salvio Hexia, Repello Muggletum, Muffliato...— se giró a mirar la ceja alzada del médico y sonrió. —Protección— fue su única respuesta.
—¿Y funciona?—preguntó el hombre, aún parado en medio de la destartalada habitación. Harry sonrió de aquella forma macabra y con la punta de su índice le señaló la silla rota y con un suave movimiento lo convirtió en una más cómoda, totalmente diferente a la anterior. Madera de roble oscura y barnizada, pequeñas almohadillas de color verde en el asiento. No había rastro de la silla anterior.
—Funciona sí. Le ruego tome asiento— Hannibal lo hizo, mirando con insana curiosidad al chico.
—Creo que es mi turno de disculparme. Me vio en una no muy agradable situación la noche anterior— Harry sonrió con más suavidad; sentándose en la cama frente al hombre.
—Debo decir que sorprendió encontrarlo en la sala de mis tíos; aunque no tanto, habiendo cruzado miradas supuse que me buscaría... ¿Porqué otra razón le mostraría dónde vivo? Es obvio que buscaba verlo nuevamente, Doctor Lecter— la mirada del médico perdió todo rastro de calidez fingida. Harry permaneció igual de despreocupado.
—Los Deeds no eran unos buenos vecinos; admito que más de una vez pensé en hacerles lo mismo, sin embargo... está muy lejos de Baltimore doctor. ¿Porqué venir tan lejos a asesinar a una simple pareja insignificante?— preguntó realmente curioso. Hannibal permaneció en silencio, solamente mirándolo con desconfianza.
—¡Oh...! Debo decir que su reacción, o bueno, la falta de ella es totalmente comprensible, pero déjeme mostrarle cuán confiable puedo ser— extendió su mano al hombre mayor y algo reticente éste lo tomó. Y fue como un suspiro. Tan rápido pero tan lento a la vez, a través de sus manos unidas y sus miradas conectadas vio pasar toda la vida del muchacho.
¿Había usado una especie de Legeremancia a la inversa? Según los libros en teoría era posible.
Pero realizarlo era tan extenuante como se lo imaginó.
Apenas Hannibal vio toda su vida; cayó a la cama exhausto, respirando con dificultad y con la cabeza a punto de estallar. Y un sentimiento parecido al que lo embargó con Abigail lo envolvió. Con rapidez se acercó al muchacho tomándolo de la cabeza, evaluando sus pupilas.
—Solo es cansancio— murmuró apenas el pelinegro.
—¿Estás seguro, chico? No puedes desmayarte ahora, tenemos mucho de que hablar— Harry apenas sonrió y señaló el cajón del escritorio.
—La azul— fue todo lo que dijo. Y con rapidez abrió el cajón destartalado encontrando pequeñas botellitas de vidrio; algunas vacías, otras con líquidos espesos y de colores para nada sanos dentro. Cogió la única botellita con un líquido azul eléctrico y la acercó al joven. Quién lo bebió con rapidez a pesar de la mueca de asco que dio.
—Una poción revitalizante, bien. Ya me encuentro mejor ¿Tienes muchas preguntas?— Y la mirada del psiquiatra bastó para que lanzara pequeñas risitas.
—¿Por qué continúas aquí?— preguntó el hombre mayor. Harry suspiró mirando el techo soso de su habitación.
—¿De verdad me preguntarás eso? Te enseñé prácticamente toda mi vida. Ya sabes, magia— dijo sarcástico el chico enseñando su varita. Hannibal frunció los labios.
—Ya habrá tiempo para eso, lo importante que quiero saber es porqué, ¿por qué ya no los mataste?— se inclinó un poco sobre sus rodillas para mirarlo mejor.
—Tengo que atender unos asuntos antes, debo ir al Gringotts, ver dónde viviré luego de eso. No soy considerado mayor de edad en el mundo muggle— el psiquiatra inclinó levemente la cabeza de lado. —Muggles; personas sin magia— comentó, Hannibal negó con la cabeza .
—¿Eres considerado mayor de edad en tu mundo? ¿Cuántos años tienes?— Harry rió amargamente.
—Ésa doctor, es una historia muy graciosa, sabes en mi mundo se realiza un torneo llamado 'El torneo de los tres magos'. De hecho, curiosamente dejo de realizarse por las muertes que sus pruebas generaban. El punto es que tres escuelas de magia se reunen en una sede donde se realizará. Bastante sospecho que haya sido la mía, entonces éstas pruebas se realizarán cuando cada escuela tenga su campeón; un alumno de séptimo año, mayor de edad. ¡Y sorpresa mayor! Para mi colegio hubo dos campeones, un chico de séptimo llamado Cedric y yo, un mocoso idiota de apenas tenía catorce años. Es ahí cuando lo legal entra. Yo no quería participar, sin embargo fui obligado. Obligado a ser un adulto para participar en ese infernal torneo en el cual gané, me secuestraron, utilizaron mi sangre por la fuerza en un ritual para devolverle el cuerpo al mago tenebroso más grande de los últimos quinientos años. Que no solo es mi enemigo por una profecía falsa, sino también que es mi tío, relación familiar de la cual tengo constancia desde hace una semana, cuando volvía de madrugada del banco y nos encontramos— Harry respiraba pesadamente mientras se levantaba de golpe en la cama, donde hace apenas unos minutos atrás apenas y podía respirar del cansancio. Hannibal no quiso preguntar el porqué decía una semana cuando solo había pasado un día.
—He de suponer que te negaron la información acerca de tu mayoría de edad— el menor frunció el ceño.
—No solo me negaron información, si no iba yo al banco a realizarme pruebas de herencia nunca sabría la verdad. Albus Dumbledore...— escupió el nombre.—No solo es responsable de que esté en éste lugar y de que me torturen, inhibió mi magia, la bloqueó y asesinó a mis padres hace trece años atrás, para que todos pensaran que fue mi tío quien lo hizo— Hannibal lo observaba curioso, un pequeño calorcito tiraba dentro de él queriendo consolar al chico. Por que su mirada era idéntica a la suya en años atrás. La misma mirada herida que tuvo cuando le arrebataron a Mischa.
—Quiero venganza, voy a vengarme, pero antes de eso debo estudiar todos los libros de mi biblioteca, debo hablar con los cuadros que tengo y aprender a controlar mis dones, y tengo que matar a mis tíos— enumeraba su pequeña lista de cosas por hacer.
—¿Cuáles son tus dones?— curioso preguntó el psiquiatra, Harry por primera vez cruzó miradas con él desde que comenzó su relato.
—Soy metamorfogo, eso quiere decir que puedo cambiar partes de mi cuerpo a voluntad... como el color de mis ojos— sus ojos verdes pasaron a ser de casi el mismo color que los de Hannibal. —O el de mi cabello— su oscuro cabello se volvió rubio dorado. —Incluso mi estructura ósea para parecer a alguien, pero aún no controlo esa parte— Para Hannibal; todo lo dicho era simplemente fantástico, algo que nunca pasaría y que no tenía la imaginación para soñarlo, pero el chico estaba allí. Rompiendo todas las leyes físicas que alguna vez había estudiado.
—También tengo sangre de basilisco, por lo cual soy parsel; aunque eso sea por herencia familiar, lo que significa que puedo hablar con las serpientes, y puedo petrificar a alguien si lo miro a los ojos con la mirada del basilisco— Harry comenzó a jugar con los pequeños hilos que sobresalían de su manta; más vieja que Dumbledore.
—Sin contar que soy émpata, como su esposo— soltó y Hannibal juró nunca sentir vergüenza, por lo que ése revoloteo en su estómago significaba era emoción, exacto, emoción por que el chico pensó que su Will era su esposo.
—Will no es mi esposo...— murmuró el psiquiatra y Harry sonrió.
—No lo es aún—contestó.
—¿La empatía es una habilidad mágica común?— preguntó el mayor, ignorando deliberadamente lo dicho por el pelinegro.
—Todos tienen empatía, al menos un poco; incluso los monstruos como nosotros. Pero la empatía pura es otra cosa, es un rasgo característico de líneas mágicas antiguas. ¿El agente Will Graham tiene empatía pura, no?— Hannibal ignoró que el chico parecia saber el nombre completo del agente y respondió.
—Medicamente lo tiene—fue su escueta respuesta.
—Desde luego que es posible que sea un émpata, a veces nacen squibs en el mundo mágico...— explicó, ganándose la atención del psiquiatra nuevamente. —Los squibs son hijos de magos cuyo núcleo mágico es demasiado pequeño para albergar magia suficiente, por lo que no pueden realizarla. En la antigüedad; e incluso ahora estos squibs son abandonados en el mundo muggle. Donde hacen su propia vida, aunque exista la posibilidad que sus hijos puedan ser mágicos o recibir algún don. Creo que ése es el caso del agente especial, descendiente de un squib, fue pura suerte que acabara con un don tan caótico como lo es la empatía, aunque también es peligroso. Debería cuidarlo—-las alarmas de Hannibal se prendieron. Lo sabía, pero que un mocoso de catorce se lo dijera y tuviera más conocimiento de ello lo afectó. Miró con intensidad al chico.
—Un duende me dijo que es demasiado fácil perderse en la mente de otros a causa de la empatía. Tengo varios libros que he leído, diarios de personas que poco a poco iban enloqueciendo— la voz de Harry comenzó a ser ausente. Hasta que sintió un suave tirón y unas manos grandes acunando las suyas. Miró con ojos brillantes al psiquiatra.
—Siento que me volveré loco en cualquier momento doctor, que estando así no podré matar a mis tíos y a Dumbledore. Siento que me perderé— Hannibal veía como el chico comenzaba a temblar. Pequeñas lágrimas comenzaron a bajar mientras comenzaba a murmurar cosas.
—No podemos volvernos locos, no aún, debemos ver al tío Tom, debemos deshacernos de Dumbledore, de los Dursley... debemos conocer a Bellatrix, era amiga de mamá, puede contarnos cosas de ella... pero está en Azkaban, debemos planear una fuga— apenas y comprendía lo que los susurros significaban y fue entonces que una suave luz verdosa comenzaba a extenderse por su cuerpo. Hannibal comenzaba a ponerse nervioso cuando los pequeños hilos luminosos comenzaban acercarse a él rodeando su muñeca y extendiéndose al resto de su cuerpo.
—Harry— lo llamó, intentando pedir ayuda, la respiración del mayor se volvió un tanto pesada al ver que el chico seguía en su mundo y los hilos luminosos de magia comenzaban a llegar a su pecho. Hacia su corazón.
—¡Harry!— medio gritó y el chico saltó en su lugar. Fijando la vista en él, sus ojos enormemente abiertos al ver como su magia se ataba al hombre.
—¡Merlín bendito!— susurró con voz estrangulada. Entonces su magia rodeó por completo al hombre, que parecía casi entrando en pánico; aunque solo sus ojos los demostraran. Harry comenzó a hiperventilar y la magia dejó de ser visible. Con rapidez comenzó a buscar un pergamino en su baúl; cuando lo encontró fue hacia el cajón del escritorio tras el psiquiatra que intentaba tranquilizar su respiración, sacó una pequeña cajita, diminuta como una caja de fósforos y con un toque de su varita volvió a su tamaño normal. Hannibal veía con asombro el funcionamiento de la magia. Aunque seguía aún muy aturdido con lo que pasó.
—Accio rituales de enlace— pronunció y con un movimiento de varita el baúl se abrió y un pesado libro salió de él. —Esto es increíble, tal y como lo escribió mi madre en su diario... sabía que usted era una criatura— Harry se veía realmente feliz y un rápido golpeteo en su pecho alertó a Hannibal que algo estaba mal. O bien algo había cambiado en él.
—Reveals Nexum— susurró y una pequeña chispa amarilla cubrió el pergamino. —Tu mano, tu mano— pidió emocionado el chico. Confundido Hannibal le extendió la mano derecha, Harry transfiguró la pequeña botellita de poción que había bebido con anterioridad en una daga.
—Prometo que dolera solo un poco— y Harry realizó un pequeño corte en la palma de la mano del psiquiatra; seguido dejó caer tres gotas de su sangre en el pergamino. El mismo corte lo hizo en su mano izquierda, otras tres gotas de su propia sangre se unieron a las del hombre mayor y ambas fueron absorbidas por el pedazo de pergamino, que brilló levemente en un tono dorado.
—Éste pergamino está hechizado para revelar los enlaces que pueden tener dos personas. Por lo que vi mi magia reaccionó a usted; se ligó de alguna manera y necesito ver qué tipo de enlace es. La magia nunca se equivoca Dr. Lecter y si enlaza a dos personas es por algo; de una u otra manera nuestros destinos se cruzaron y es mejor no ir contra ello— lo miró seriamente una última vez antes de tomar el pergamino. Soltando un suspiro tembloroso antes de mirar el contenido.
—Joder— dijo abriendo enormemente los ojos. Un pequeño brillo de lo que el psiquiatra identificó como felicidad apareció en su mirada y mordiendo nerviosamente sus labios le pasó el pergamino. Hannibal admiró lo entregado y la caligrafía hermosamente detallada de él.
''Enlace mágico de Paternidad''
Padre por la magia: Hannibal Lecter.
Herencia de Sangre: Wendigo.
Hijo por la magia: Harrison James Potter Evans.
Herencia de sangre: Émpata, Metamorfogo, Basilisco, Veela.
Hija por la sangre de criatura: Abigail Hobbs.
Herencia de Sangre: Ninguna.
Consorte por la magia: William Graham.
Herencia de sangre: Émpata.
—Sabía que tenías sangre de criatura, cuando te vi esa noche; por momentos veía a tu Wendigo— comentaba Harry distraído, jugando con los hilillos sueltos de la manta; hasta que abre los ojos enormemente.
—Se los come. ¿No es así? Claro que sí, es su naturaleza... tú Naturaleza— el rostro de Hannibal quedó completamente inexpresivo, observando atentamente las reacciones del más joven, aunque solo pudo ver un pequeño fruncimiento de cejas. —Ésto no tiene sentido, los Wendigos por años han estado bajo el radar y la mayoría se encuentra en América o en Europa del Este— volvió a fruncir el ceño. Mientras abría el gran libro que había usado con anterioridad.
—La herencia de una criatura generalmente aparece entre los once y diecisiete años, sin embargo cualquier evento traumático antes de esa edad podría liberarlo— sus ojos se movían con rapidez entre línea y línea del párrafo dedicado a los enlaces de magia. —Lo realmente intrigante es que hiciéramos un ritual de enlace mágico— su mirada verde se posó en el rostro del psiquiatra; quien al ver que realmente no se mortificaba con sus ''gustos'' no supo si sentirse aliviado o preocupado. ¿Qué tan lastimada estaba la mente del joven mago?
—¿Hay alguna razón para que eso sea preocupante?— preguntó. Realmente sin saber qué decir, pero el movimiento afirmativo de la cabeza del chico encendió nuevamente sus alarmas.
—Si hubiera un enlace que hicieramos, en definitiva sería por nuestra sangre de criatura, no uno mágico. Lo que me lleva a pensar que no es un simple muggle, mucho menos un squib ¿Alguna vez ha ocurrido cosas raras a su alrededor, doctor?— Ésta vez Harry lo miraba con la curiosidad de un niño que descubre un nuevo juguete. Sus ojos rápidamente cambiaron de color a unos dorados resplandecientes.
—No que yo sepa; aunque he de decir que aún estoy procesando lo que relvela este... pergamino— las mejillas de Harry se calentaron y pareció levemente avergonzado.
—Ugh, bueno, el pergamino muestra el grado de parentesco que desea. Mi madre tuvo un enlace similar. El Señor Oscuro era su primo tercero; creo. Y ellos se adoptaron como hermanos, es realmente fascinante como la magia funciona. Ellos aceptaron el vínculo; según el diario de mi madre eran tan o más cercanos que unos gemelos— Harry divagaba contándole sus secretos. El hombre iba a ser su padre, quiera o no. Sus destinos se cruzaron y madre magia los unió. Fin de la historia.
Aunque el hombre comenzaba a verse muy poco saludable; quizás era demasiada información. Con un movimiento de manos convocó una poción calmante y se la pasó al hombre quien miraba casi con asco el líquido rojo brillante.
—Es una poción calmante, lo ayudará a relajarse. Tenemos mucho de que hablar— un suspiro suave escapa de los labios del psiquiatra antes de beberlo de golpe. Se prometió a sí mismo jamás volver a tomar una maldita poción. Sabía tan mal como auguraba su color neón. Aunque de inmediato sintió los efectos de la pócima. Sus músculos comenzaban a rejarse en un estado casi de reposo. Su mirada volvió al chico que no dejaba de mirarlo, casi con admiración. Esa pequeña llamarada en su pecho; aquella que le decía que algo iba mal volvió a encenderse.
—-El pergamino, como dije muestra nuestro enlace; ya que tiene la sangre de ambos y debería mostrar los demás enlaces que tenemos, en mi caso no poseo ninguno, ya que no me considero lo suficientemente cercano a nadie. Pero usted sí, y esos son los enlaces que aparecieron— Hannibal volvió a pasar su ojo crítico por el pedazo de papel pergamino.
—El de Abigail es diferente al del resto— mencionó, pero la pregunta estaba implícita dentro de ella.
—Eso es por que fue tu sangre de criatura la que la eligió como su hija. Algo debió tener que le gustó al Wendigo— lo miró expectante a que compartiera el secreto que lo vinculaba con la chica.
—Su padre era un asesino en serie. Mataba a jóvenes parecidas a ella; las cazaba y no desperdiciaba nada de ellas— durante unos momentos permaneció en silencio, ordenando sus ideas.
—Se las comía— aseguró Harry. El psiquiatra asintió igualmente.
—El mostraba amor por sus víctimas, la última fue devuelta del lugar donde la secuestraron, para ése entonces ya conocía a Will Graham y mi curiosidad por él y su mente iba en aumento. Poco después descubrí quien era el asesino de éstas mujeres, le avisé que iban por él y asesinó a su esposa, le cortó el cuello a Abigail y luego se suicidó. Will estaba al borde de la histeria intentando salvarla— Harry inclinaba la cabeza como un pequeño cachorro curioso.
—La salvaste entonces— murmuró el joven mago.
—Lo hice— respondió. —En un principio fue solo para ver qué ocurriría, cómo reaccionaría Will. Desde luego él es uno de los pocos que realmente logran sorprenderme. Desarrolló un sentimiento de apego a la chica a causa de la culpa que sentía por haber matado a su padre; por la culpa de haber disfrutado de matarlo. La Policía aún sospecha que Abigail tenía que ver en los asesinatos, desde luego que lo tuvo. Ella era el cebo perfecto, ella las atraía, luego las degustaba con su padre. Ahora mismo Will nos ve como sus dos figuras paternas; lo cual me beneficia. La chica me agrada, puede aprender mucho si encuentra el incentivo perfecto— murmuró casual. Harry sonrió de oreja a oreja.
—William necesita alguien que proteja su mente para él poder cuidar a Abigail y ésta a su vez necesita proteger a alguien más. Un circulo vicioso que podría comprometernos a todos. ¿No lo cree?— la mirada de Harry gritaba por aprobación. Él necesitaba una guía, un padre.
Alguien que se encargara de él. Ésta magia lo había elegido a él como el mejor candidato. Qué podría hacer él sino seguir las indicaciones de esta fuerza misteriosa y casi sobrenatural.
—En efecto— respondió con sinceridad.
Nada lo preparó para el intenso golpeteo que surgió en su pecho tras presenciar la más inocentemente perversa sonrisa dirigida a él.
La vida de ambos comenzaba a cambiar lentamente. Y tanto Harry como Hannibal no tenían intenciones de que eso cambiara.
—Doctor Lecter, ¿Le importaría acompañarme al banco Gringotts dentro de tres días? Estoy seguro que podrían ayudarlo en cuanto a su herencia— Lecter lo sopesó por algunos segundos. En su mente repasaba los pros y los contras de retrasar su llegada a Baltimore por unos días más. Quizás Will tenga un ataque; aunque realmente no lo creía, se encargó de ser un ancla para Will en sus peores momentos, este viaje era necesario para saber si el agente lo buscaba, si lo necesitaba. Según los mensajes de Abigail el émpata se encontraba desesperado. Ya había contactado con Alana e incluso con otros pacientes por si sabía dónde se encontraba. Desde luego que nadie lo sabía; aunque quizás le había comentado a Alana en una de sus muchas cenas que muy pronto tendría que viajar a resolver algunos asuntos ''familiares''. Desde luego jamás pensó que en tal viaje se conseguiría un hijo. Un muy interesante hijo bastante predispuesto a aprender. Si solo Will tuviera tal predisposición, se dijo. No, ahora tendría no solo la ayuda de Abigail; sino también la de Harry para atraer a Will y enseñarle cuán hermoso puede ser cuando se libre de la moral de ésta absurda sociedad.
—No me importaría, mientras llega el día, podríamos encontrarnos a diario; después de todo tenemos mucha información que compartir del otro— contestó con suavidad el psiquiatra. Harry realmente estaba emocionado, vivir casi toda su vida como un adulto había causado estragos en su ser.
Solo faltaba un poco de atención o cariño para poder sacar ése lado infantil que tanto deseaba ocultar. Por que sus ojos en estos momentos reflejaba la esperanza que sólo un infante podría tener. Interesante combinación; se volvió a decir.
—Genial, si quiere tengo algunos libros para que los lea y entienda un poco más lo que se está avecinando, puedo duplicarlos para usted— y Hannibal realmente se interesó en ello, el nuevo conocimiento siempre era aceptado. Un nuevo mundo de posibilidades se abría para él. No podría negarse ni aunque quisiera.
—Lo apreciaría mucho— respondió. Y nuevamente fue testigo de cómo la magia parecía ser tan fácil para el joven de cabellos negros. Con un movimiento fluido de su varita y murmullos en un idioma desconocido; tres pesados libros se dirigieron a él de su baul. Otra tanda de hechizos y observó como se duplicaban. Fue así como terminó con tres ejemplares de magia de dudosa legalidad donde hablaban acerca de criaturas oscuras y su poder.
Minutos después ambos traspasaban la sala, observando como Vernon se agarraba una oreja cercenada a causa de un hechizo; todo esto debido a que intentó salir de la residencia.
—Impresionante— felicitó el alto hombre, mirando con frialdad al obseso tío y su horrible mujer que intentaba retener el sangrado.
—Gracias— dijo Harry, feliz. Con otro movimiento de manos bajó las protecciones de la puerta y permitió al psiquiatra salir.
—Lo veré mañana frente al hotel Levers de Soleil, aún tengo ingredientes que me gustaría compartir con usted en un delicioso almuerzo— Harry tembló emocionado. Casi en éxtasis. El tomaría todo lo que éste hombre le ofreciera, después de todo sería su padre. Corrección. Ya lo era.
—Me encantaría— sonrió una última vez al hombre y cerró la puerta totalmente embobado e ignorando todo a su alrededor. Hasta que escuchó los chillidos de Vernon.
Toda expresión de felicidad y confort se borró de su rostro y sus ojos se volvieron rojos.
—Creí haberles dicho que no salgan de la casa— lo había dicho en un susurro bajo y frío; mientras se acercaba con lentitud a sus ''familiares'' que solo pudieron sentir un escalofrío antes de que todo se volviera negro. El aperitivo del monstruo apenas y comenzaba.
N/a: más de diez mil ochocientas palabras gentes! Es el capítulo más largo que hice en mi desgraciada vida. Espero y le den muncho amor.
En otras noticias, ésta fic tendrá dos capítulos por mes; éste es el segundo del mes de marzo. Y no tengo fechas para publicaciones en abril. Un día puedo amanecer con ganas de publicar caps y otros no. Pero sí o sí tendras los dos caps por mes, lo prometo. Sin más les dejos.
Os amo❤
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