Amuse - Bouche
Acto II: Amuse - Bouche
Parte 1: De la caída de los muros de la mente.
Al día siguiente solo fue necesario enviar un mensaje temprano (a una hora decente) a Jack Crawford para que recibiera una llamada del hombre. El intercambio fue breve, el psiquiatra solo dio vagas excusas sobre un asunto familiar que tuvo que extenderse y luego comentó casual que volvería a atender a sus pacientes desde ése día y que si requería su presencia en cualquier asunto solo le avisara. El director de la BAU se oía bastante complacido cuando la llamada terminó y el día de Hannibal transcurrió con bastante normalidad, casi aburrido. Harry venía a él cada vez que uno de sus pacientes se iba únicamente para pasar el rato con él o charlando acerca de todo lo que sucedió con Abigail. De cómo gracias a su nuevo celular -proporcianado por Hannibal, obviamente- pudo hablar con ella por la noche antes de dormir; intercambiando anécdotas y algún que otro secreto, solo había bastado un par de frases y unos enormes ojos verdes ilusionados para que la chica ya no lo quisiera dejar ir. Chico listo y manipulador; le había dicho su padre, efecto veela le había respondido el menor. La mañana pasó entre las ganas intensas del psiquiatra de asesinar a Franklyn y el bálsamo de la compañía de su hijo. Antes del medio día enviaron una lechuza a Mary Quintana con los papeles de la adopción mágica y los de salud para que quedara en un archivo guardado y que no haya lagunas legales en cuanto a la adopción de Harry. Otra carta, aún más extensa que la anterior y con más documentos dentro de ella fue enviado a Tom Riddle por medio de Dobby; el elfo vinculado a la familia Lecter -tanto a Harry como a Hannibal-, luego de eso almorzaron ligero y las citas de la tarde continuaron tranquilas, hasta que a las cuatro de la tarde una llamada de Jack llegó y el psiquiatra no pudo sino sonreír satisfecho.
-Estaré allí en veinte minutos Jack, debo cancelar mis siguientes citas, ¿No habrá problema con ello?- preguntó, como si realmente importara su opinión, a su lado Harry rodaba los ojos.
''-Para nada, creo que es más que necesario que esté aquí, Will últimamente está más alterado de lo normal y así no me sirve, me urge que lo componga-'' el comentario quiso sonar divertido pero no tuvo ni una pizca de gracia para el psiquiatra, quien apretó los labios alertando a su hijo, quien se acercó a él cuando oyó la risa forzada de su padre.
-Por supuesto, lo veré allí- la llamada terminó y la mirada de Hannibal prometía sangre.
-Debo ir a Quantico, allí estará Will, ¿Recuerdas lo que debes hacer?- preguntó y Harry asintió sonriendo, a pesar de lo simple del plan era tan efectivo, los seres humanos eran demasiado simples a veces.
-Sí papi- Harry se sentó en indio en el diván del consultorio de Hannibal, dos de sus libros abiertos a su lado.
-Bien, te enviaré un mensaje cuando llegue, ya sabes, media hora después llamas- le sonrió a su hijo y se despidió con un beso en la frente... ¿Lo estaba mimando mucho? Bueno, era su primer hijo, que nunca disfrutó de una infancia sana, estaba bien arruinarlo un poco. Una última mirada a esos ojos azules y se marchó. Teléfono en el bolsillo del pantalón y varita en el bolsillo interno del saco; ya no podía alejarse de ella, Harry le había dicho que era normal y que practicara empapando de magia la varita, hubo al menos tres accidentes ayer, dos jarrones rotos y una pintura incendiada, había bastante fuerza que rogaba ser liberada. Sin embargo Harry era un buen maestro, y Hannibal el mejor de los estudiantes, no pasó más de tres horas para que su magia bailara en su varita como la de cualquier otro mago, solo que aún no podía liberarla; pero tenían tiempo, y mientras su núcleo se desbloqueaba ambos decidieron estudiar, sobre todo Hannibal. Querría presentar sus TIMOS al final del mes y los EXTASIS unos días antes del ingreso al colegio.
Harry volvió a su lectura ligera, pensando si debería escribir otra carta a la Sra. Quintana -Era conveniente hacer buenas migas con la MACUSA- acerca de su inscripción a Ilvermony o solo al director de ésta. Tomó su pequeño cuaderno de notas y escribió la idea, más tarde podría sopesarlo mejor. Tan inmerso en la lectura se encontraba que casi saltó en su lugar cuando oyó un fuerte ¡Pop!, pensó que quizás fuera Dobby con alguna pregunta acerca de sus deberes en la casa, pero un elfo totalmente diferente a su querido amigo Dobby lo miraba fijamente.
-Herpo trajo una respuesta al amito Harry de parte del Amo- su voz era suave a pesar de la apariencia intimidante del mismo.
Harry sintió su pecho apretarse y ni siquiera notó el mensaje que había llegado de su padre.
Hannibal estaba irritado. Entre el parloteo de Alana que no se decidía entre creer o no a Abaigail y la constante mierda que Jack escupía de la boca hacia su futura hija; tenía unas inmensas ganas de arrancarle la lengua -de una forma bastante dolorosa cabe aclarar- . Tenía la mirada fija y enojada de Will y realmente hacía todo lo posible por ignorarla, se veía bastante enojado y no quería lidiar con ello, al menos no ahora, hace diez minutos que Harry debía haberlo llamado y comenzaba a inquietarse también.
-Veo que tenemos dos puntos de vista diferentes- calló tanto a Alana como a Will el hombre de color. -Sin embargo, me decidiré por la que mejor me convenga- con una mano, Jack lo señaló groseramente.
Y el bendito celular por fin sonó, todos los presentes en la oficina se giraron a verlo y Hannibal apenas se disculpó antes de contestar frente a ellos; poco a poco su rostro se volvía pálido.
-¿Estás bien?- fue lo primero que preguntó, la preocupación filtrándose en su voz. Todos miraban al impasible doctor utilizando un tono de voz más suave, casi cariñoso.
-Quédate en mi habitación iré ahora- fue la respuesta que dio antes de colgar y mirar a Jack.
-Tengo una emergencia en casa Jack, disculpa pero no creo que pueda continuar en ésta reunión, avísenme cuándo irán a la casa de los Hobbs con Abigail, quiero estar presente- el agente aún estaba sorprendido por lo dicho en la llamada telefónica ¿Hannibal tenía alguna amante que no era vista? ¿Quién le esperaría en su habitación? El hombre asintió y muy cortésmente el psiquiatra mayor se despidió.
-Eso fue inusual- Alana tenía sus enormes ojos celestes abiertos de manera exagerada. Will a su lado apretaba los dientes en silencio.
-Nunca supe que el Dr. Lecter tenía a una mujer que lo esperara en casa- dijo Jack en tono jovial. Will ahora apretaba los puños con fuerza sobre sus rodillas.
-En fin, continuemos ésta reunión-
Will estaba furioso, es más, su sangre hervía de enojo, abrió la puerta de la casa de Hannibal ingresando por la sala de espera y abriendo con fuerza la sala del consultorio. Pero nada lo había preparado para la escena frente a sus ojos.
Ver al psiquiatra con un quinceañero sobre él, abrazándolo no era cosa de todos los días , no era cosa de nada ¿Qué demonios hacía con ése niño? ¿Por qué lo abrazaba con tanta fuerza? ¿Con tanto cariño?
-¡Hannibal!- lo llamó, su ceño fruncido y los labios apretados. El jovencito que abrazaba al hombre brincó del susto y pareció aferrarse más a él. Casi retrocedió ante la frialdad del mirar del hombre; pero había sido solo unos instantes , tal vez solo fue su imaginación.
-Will- lo saludó, siempre cortés. Pero rápidamente su atención cambió al joven sobre él nuevamente. El agente especial pareció irritado, sin embargo solo se cruzó de brazos, protegiéndose a sí mismo.
-¿Seguro que vas a estar bien?- oyó murmurar a psiquiatra, el niño asintió y por primera vez Will vio sus ojos. Verde intenso contra azul y un millón de sensaciones dolorosas lo llenaron, tanto que se tambaleó y casi cayó. La sonrisa del muchachito le dio escalofríos y con lentitud se levantó.
-Ve a mi habitación si te sientes más cómodo- otro asentimiento por parte del chico y se levantó. Y fue solo entonces que Will se fijó en el estado del chico; demasiado delgado, demasiado delicado, demasiado maltratado.
Demasiado roto.
El chico se desvaneció como un fantasma por una de las puertas que probablemente llevaba a la casa del hombre, Will se negaba a identificar ése sentimiento de irritación y furia que comenzaba a retorcerse en la boca de su estómago.
-Debo decir que no esperaba una visita tuya, Will- el psiquiatra fue el primero en hablar, desde luego le ofreció asiento con un gesto de mano y el agente especial apretó los labios sentándose en uno de los asquerosamente cómodos sofás.
-Y yo no me esperaba encontrar ésta... escena al llegar tampoco- no sonaba celoso, por supuesto que no. Además, de qué lo estaría, ¿De quién? Que los ojos de Hannibal brillaran mientras sonreía solo lo irritó más.
-Bueno, a decir verdad no esperábamos visitas y Harry... lo he estado mimando un poco en los últimos días- Will apretó los labios.
-¿Harry?- preguntó. Y el psiquiatra asintió.
-Mi hijo, Will- el de ojos azules NO abrió la boca sorprendido.
-¿Hijo?- volvió a preguntar, estaba muy confundido. Hannibal se levantó de su sillón y caminó a su escritorio.
-Fue por éso que viajé de imprevisto, Will- ahora volvió a fruncir el ceño.
-Te fuiste- le recordó el émpata lo obvio.
-Lo hice- respondió con tranquilidad.
-No me avisaste, por una semana te busqué, necesitaba verte. Ni un solo mensaje, ni una sola llamada. Incluso Alana sabía donde habías ido; menos yo- sonaba a reclamo, Will lo sabía. Pero maldita sea, había sufrido mucho esos días.
-¿Alana? Yo jamás le dije a donde iría- Hannibal frunció el ceño y el más joven se sintió aliviado e indignado por que no dijo nada a su reclamo.
-Ella me dijo que saliste por cuestiones familiares- Hannibal apretó los labios.
-Yo no le dije, a lo mejor escuchó que tenía planeado un viaje, pero no era por cuestiones familiares. Recién allá me informaron de Harry- el psiquiatra se veía realmente confundido y Will sintió una incómoda sensación en la boca del estómago al verlo expresar tantas emociones.
-Realmente no le estoy entendiendo nada, Dr. Lecter- el mayor alzó una ceja, ¿Volvían a tratarse de usted?
-Yo fui a Inglaterra por negocios, estando allá se me informó de Harry-
-¿Usted no sabía de su hijo?- preguntó el más joven. El psiquiatra negó con la cabeza.
-Harry es hijo de una familiar lejana, estudiamos juntos durante mi niñez luego... nos separamos- había cierto dolor en sus palabras. -Cuando llegué, mi agente en la cuidad me informó del hijo de ella. Era uno de los pocos familiares que quedaba, solo era su tía, un tío desaparecido y yo- Will escuchaba atentamente todo lo que el psiquiatra estaba dispuesto a compartir. De repente se sintió avergonzado por pensar mal de ambos.
-Harry vivía con su tía, pero no me di cuenta...- de repente el peso de los años se posaron en los hombros del psiquiatra; quien sin la elegancia tan arraigada en él, se sentó de forma brusca en la silla tras el escritorio. Will pudo sentir todo el dolor y el arrepentimiento de su psiquiatra incluso desde la distancia donde se encontraba. -Su familia- escupió la última palabra y Will se estremeció ante el tono del hombre. Nunca lo había oído de esa manera. -Ése chiste de familia lo maltrataba por su don- el más joven de los hombres se mordió los labios y se acercó despacio al psiquiatra.
-¿Su don?- preguntó. Ahora entendía un poco la conducta del chico, ése notable apego al hombre mayor, esa aura de tristeza y delicadeza que lo rodeaba.
-Empatía pura, Will. Es igual a ti, toda su vida tuvo la capacidad de ponerse en el lugar de otros, fue abusado, herido y rebajado por eso. Le dijeron tantas veces que era un fenómeno que incluso ahora lo cree- Will creía que su vida era una mierda, pero incluso él nunca había sido maltratado en su niñez.
-¿Hay algo que se pueda hacer por él?-preguntó y el psiquiatra soltó un suspiro.
-Está recibiendo terapia conmigo, pero creo que la de grupo serviría más. Él no confía en nadie más aparte de mi. Conoció a Abigail ayer, creo que ambos pueden ayudarse mutuamente a superar sus propios traumas-
-¿Vio a Abigail?- ¿Por qué la chica no le dijo que Hannibal ya había vuelto? Se sentía realmente traicionado.
-No te enojes con ella, le pedí que no le dijera a nadie que volví. Apenas llegué ayer y no quería ser molestado con Harry. Me disculpo por no haber llamado Will, pero incluso yo puedo ser sobrepasado por las situaciones- Will lo miró sin entender. -Los tíos de Harry murieron- comenzó a explicar, fue breve; solo que un asesino parecía rondar cerca de su casa y que se había salvado únicamente por que había sido encerrado en su habitación dos días seguidos y estaba desmayado sin hacer ruido, el asesino jamás pensó que había otra persona. Hannibal y Harry habían perfeccionado la mentira, la creían tanto que ya era su propia verdad. -Jamás creí que volvería a Baltimore con un hijo. Pero Harry es especial, él me vio como un padre, antes de éso como un amigo, un confidente. Cada vez que lo veo me recuerda a mí mismo en mi adolescencia, también me recuerda un poco a ti- una suave sonrisa apareció y Will realmente comenzaba a creer en sus palabras. Esa emoción, ése cariño no podía ser fingido; hasta cierto punto se podía, pero ésto no lo era.
-Al parecer tengo cierta debilidad por los émpatas- murmuró en voz baja; aún así Will lo escuchó y no supo realmente cómo sentirse al respecto. Pero su cuerpo sí parecía saberlo, pues sus mejillas ardían. -Me gustaría que te acercaras un poco a Harry, creo que la influencia de alguien mayor con su don podría ayudarlo- el hombre más joven comenzó a dudar.
-Yo... Realmente di una muy mala primera impresión. ¿De verdad crees que ayudaré? ¿Que mi ayuda será bienvenida?- nuevamente una de esas sonrisas que hacían que sintiera incomodidad en el estómago aparecían.
-No solo le hablaba de Abigail mientras estabamos en Inglaterra, Will. También le hablaba de ti, mucho a decir verdad- ésta vez sí supo la razón por la que sus mejillas brillaran de escarlata. -¿Quieres quedarte a cenar, Will? Eres más que bienvenido a acompañarnos ésta noche, mientras la preparo podrías hablar con Harry- Will asintió dudoso. Realmente no estaba seguro, pero quería conocer a ese chico, no solo por curiosidad, había algo que tiraba de él hacia el muchacho.
-Esta bien- susurró, aún confundido por el rumbo de sus pensamientos.
-Lamento haberme ido sin avisar Will, creí que solo serían dos días pero se alargó... créeme que jamás deje de pensar en ti- Hannibal evitó mirar los ojos de su acompañante. Y las mejillas de Will ardieron nuevamente.
-¿A qué... A qué te refieres con éso?- en definitiva Will no había tartamudeado, ¿Qué demonios era toda esa aura de romanticismo dentro del consultorio? El más joven volvió a uno de los cómodos sillones.
-Eres mi amigo Will, me preocupas, sobre todo por que Jack Crawford me llamó pidiendo que te componga- el émpata frunció el ceño y apretó los labios.
-¿Jack dijo eso?- Hannibal casi soltó una risa irónica.
-No me siento cómodo compartiendo esto. Pero dado a que es tu salud la que está en juego lo hago. Te acercaste mucho con el jardinero, Will- los ojos del agente comenzaron a vagar por todo el consultorio. -¿Ni siquiera intentarás negarlo?- una de las rubias cejas del hombre fue alzada. Will rió sin gracia.
-¿Para qué? Usted lo sabe, yo lo sé, Jack lo sabe... ¿De qué serviría?- durante un momento no hubo más conversación. Hannibal salió detras de su escritorio y caminó hacia el agente del FBI.
-¿Desde cuándo usted es tan dócil con Jack?- otra risa sarcástica de Will.
-Tengo que serlo, es mi jefe- dijo con toda la ironía del mundo.
-Se supone que un jefe vela por la seguridad de los suyos. ¿Por qué deberle docilidad a uno que no lo hace?- Otro silencio ensordecedor que fue interrumpido por unos golpes en la puerta.
-Adelante- la voz de Hannibal retumbó en el consultorio y una puerta lateral se abrió.
-Papá llegó una carta de la Señorita...- Harry calló cuando vio que Will aún seguía allí. -Lamento interrumpir- Harry volvió a esconderse detrás de la puerta tímidamente. Will apenas sonrió con ternura.
-Creo que no nos han presentado de forma correcta, ¿No?- Harry también le sonrió y despacio salió de detras de la puerta. Harry llevaba apenas unos jeans flojos y una camisa de color negra con los tres primeros botones abiertos; iba en calcetas y se veía despeinado, nada parecido a su padre, quien iba perfectamente vestido en su traje de tres piezas. Harry se acercó a su padre y tomó su mano para acercarse ambos al agente del FBI.
-¿Tú eres Will?- preguntó, sus grandes ojos verdes lo recorrieron con curiosidad antes de conectar sus miradas.
-Sí, entonces tú debes ser Harry- ambos sonrieron y poco a poco el ojiverde iba soltándose del agarre de su padre.
-¿Puedo?- preguntó entendiendo su mano, Will miró a Hannibal confundido.
-Al parecer su empatía funciona mejor a través del tacto; quiere saber si eres confiable- fue la respuesta del psiquiatra, el agente lo miró con pánico.
-Yo no soy la persona más confiable, Dr. Lecter- Harry aún seguía mirándolo con esos grandes ojos verdes.
-Eso lo decidirá Harry, Will. Aunque tal vez comparta mi misma percepción de ti- Will movía su mirada de padre a hijo asombrado. Sin saber que más hacer tomó la mano que se extendía en su dirección y una calidez extraña lo recorrió de pies a cabeza antes de que Harry cayera al suelo de rodillas, lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas y Will sintió pánico nuevamente.
-No cumplió su promesa, no cumplió su promesa, no cumplió su promesa- murmuraba mientras sus manos comenzaban a temblar, Hannibal se arrodilló a su lado. Lo tomó de las mejillas y lo hizo mirarlo a los ojos. -No cumplió su promesa papá, prometió proteger su mente, no dejarlo acercarse demasiado. No cumplió su promesa, no cumplió su promesa- Will veía horrorizado la escena, ¿Sólo con tocarlo podía saber éso? Pero poco a poco el horror desapareció; ante él la escena más hermosa de amor paternal le era expuesta. Nunca creyó ver al Dr. Lecter tan emotivo y que demostrará tal delicadeza al abrazarlo, dando suaves palmadas en la espalda del chico, se sentía un intruso en la habitación. Claro que todo eso cambió cuando el adolescente se levantó y corrió a abrazarlo también.
-Lo siento, lo siento, lo siento, lamento que todo éso te esté pasando, solo debes dejar de luchar contra el wendigo- murmuraba aún en el abrazo Harry, el agente no sabía muy bien qué hacer, Hannibal solo le sonrió y le hizo una seña con la mano; entonces Will respondió al abrazo del chico y nuevamente la sensación de calidez lo llenó.
Abrazó un poco más fuerte a Harry, lo necesitaba -aunque realmente no sabía si lo necesitaba el adolescente o él mismo-.
La cena comenzó incómoda, al menos para Will; mientras Hannibal se había encerrado en la cocina, Harry y él quedaron en el comedor; el jovencito lo guió hasta que se sentaron uno frente al otro; quedando solo el asiento de cabecera para el psiquiatra. El más joven de los Lecter tenía una curiosidad insaciable, el agente del FBI lo había probado en carne propia; demasiadas preguntas acerca de su ''don'' -él lo veía más como una maldición pero Harry insistía en llamarlo así-, le preguntó un montón de cosas de su niñez. Hasta que comenzaron las preguntas sobre Abigail; para cuando eso ya se había acostumbrado a la efusiva personalidad del chico. Hablar de la joven chica fue tranquilo. Will pudo ver cuán emocionado estaba el joven Lecter hablando de cómo se conocieron el día anterior.
-Papá la ve como una hija- soltó minutos después Harry, el agente especial Graham casi sintió atragantarse con su saliva; una cosa era sentirse responsable por la muerte de sus padres, otra muy diferente es tomarla como una hija, en todo caso ¿No sería él quien debiera hacerlo? -Espero que la adopte, me gustaría que ella fuera mi hermana- el corazón de Will golpeó fuertemente su pecho. ¿Cómo negarse ante aquella enorme mirada verde tan ilusionada?
Esa noche Will por fin pudo soltarse alrededor de los Lecter, comió comida deliciosa, bebió vino dulce, por primera vez asesinos y cadáveres no eran el tema de conversación; hablaban de cosas normales de las que las familias hablaban en las cenas despues de un largo día.
¿Familia?
Will y Alana esperaban fuera del Hospital Port Heaven la llegada de Hannibal, ambos habían llegado diez y quince minutos antes así que le tocaban esperar, la psiquiatra de ojos celestes comenzaba a impacientarse.
-Nunca creí que me quejaría de la puntualidad de Hannibal- comentó en voz alta, Will seguía sin hablarle desde que escuchó aquella conversación que tuvieron Abigail y ella a solas.
-Allí vienen- habló sin darse cuenta, una pequeña sonrisita filtrandose en su rostro.
-¿Vienen?- preguntó Alana, mirando en la misma dirección, allí; tan elegante como siempre Hannibal bajaba de su auto acompañado de un muchachito ataviado en un traje casual igual de elegante, su cabello largo y rebelde se movía por el viento e incluso desde unos metros de distancia ella podía notar sus impresionantes ojos verdes.
-Hannibal y su hijo- respondió como si nada, el psiquiatra mayor llegó hasta ellos y Harry no esperó para soltarse de su padre e ir a abrazar al agente.
-No sabía que tenía un hijo- susurró Alana mirando a padre e hijo.
-¡Will!- casi había gritado emocionado Harry y Hannibal dio un paso adelante.
-Hay ciertos aspectos de mi vida privada que no todos necesitan saber, Alana- el mensaje era claro; ''no te entrometas'', pero el psiquiatra mayor lo decía con tanta elegancia que realmente no te lo podías tomar de mala forma.
Alana asintió avergonzada e intentó realmente ignorar la mirada de suficiencia de Will mientras aún tenía pegado al hijo de Lecter a su cintura en un abrazo.
''Yo no soy como tú, conozco a su hijo y él me prefiere a mí'' eso era lo que transmitía Will con toda su postura. Arrogancia, orgullo, una pizca de burla.
-¿Vamos a ver a Abigail, Harry?- preguntó alegre Will, la Dra. Bloom apretó los labios, de todo el tiempo que conoció al hombre jamás lo había visto comportarse de ésa manera. Tan felizn
-No creo que sea adecuado- dijo la mujer. De repente hubo un tenso silencio rodeandolos.
-¿Qué?- preguntó Harry, sus ojos parecieron brillar en advertencia, sin embargo la Dra. ni siquera se giró a mirarlo, solo pasaba sus ojos de Hannibal a Will intermitentemente.
-No es profesional- volvió a decir la mujer, el pelinegro mayor entonces frunció el ceño.
_¿Profesional? Claro que es profesional, Harry...- el rubio lo paró, aún con la mirada fija en Alana, pero con sus manos en el codo del agente especial.
-A mi me parece bastante acertivo la presencia de Harry aquí, lo que no es profesional es inmiscuirte en asuntos personales de los demás, ocultar información- aquello iba por muchos lados; desde su pregunta por Harry, su constante intrusión en la vida de Will y por mentir diciéndole a Abigail que fue de viaje por asuntos familiares, que aunque fue una trampa para que lo dijera, no contaba, pues ella no tenía idea de ello. Observaron como la mujer se ponía roja del enojo.
-Y lo vienes a decir tú, que traes a tu hijo aquí- una fuerte ventisca los envolvió de repente, escucharon un ''qué grosera'' susurrado de Harry y Will realmente quiso golpear a Alana.
-No debiste decir eso- murmuró Will. La Dra. Bloom iba a protestar hasta que vio la mirada de muerte que el psiquiatra mayor le enviaba. Bueno, tal vez no había sido buena idea atacar al hijo del hombre; pero estaba frustrada, no podían culparla. Aunque eso tampoco la salvaría de la ira del hombre... y de la de Will, aparentemente.
-La presencia de Harry aquí es por objetivos meramente médicos. Harry ayudará a Abigail en su terapia. Si traigo o dejo de traer a mi hijo es únicamente de mí incumbencia o la de Will; quien es cercano a nosotros- el ego se infló en el pecho del agente ante tal declaración; instintivamente acercó a Harry más hacia sí y llevó su mano a la muñeca de Hannibal, en una acción inconciente por tratar de calmarlo; dejaba pequeños masajes en el interior de la muñeca que parecía relajar al hombre mayor.
-Abigail no es tu paciente, Hannibal- la doctora Bloom continuaba con su perorata y Harry realmente creía que era estúpida
-Tampoco es tu paciente. Tú únicamente te apropiaste de ella decidiendo qué debería hacer y qué no. Tomaste la figura materna para ella. Pero no lo necesita; nos tiene a mí y a Hannibal, nosotros le salvamos la vida y estuvimos ahí, sabemos cómo se siente y ella misma nos dirá lo que necesita- fue el turno de Will de contestar, defendiendo aguerridamente al psiquiatra mayor y su hijo.
-Tú le disparaste a su padre Will- dijo con toda la ponzoña que podía, y el agente rodó los ojos sobrepasado por tanta estupidez.
-Dime algo que malditamente no sepa, Doctora Bloom- el uso de honoríficos era una clara forma marcar una fuerte línea entre ellos. Ya no eran amigos; si es que alguna vez lo fueron realmente.
Hannibal y Harry apenas pudieron esconder la sonrisa que amenazaba con salir.
-Deberíamos parar, es de muy mal gusto iniciar una pelea fuera de un recinto de descanso- otro golpe bajo a la mujer. Sin embargo no se negó, así; los cuatro pasaron por recepción y la misma mujer de mirada seria y cabello rojo los atendió, dio una suave y casi bonita sonrisa a Harry -encantadora mujer cuando lo hacía-, todos fueron camino a la habitación de la chica.
Al ingresar, Abigail estaba leyendo un libro; que rápidamente fue olvidado, se levantó y abrazó a Harry.
-¡Harry! Estoy feliz de que volvieras, con tu papá y con Will... oh, hola doctora Bloom- parecía realmente que todos se pusieron en contra de la psiquiatra, lo cual no era del todo errado. Tres de los presentes lo habían acordado y el otro por puro instinto los había seguido. Pero todos trataron de actuar normal, hicieron algunas preguntas y rápidamente se abrigaron para ir a la casa de la chica en Minnesota.
-Ha habido algunos roces debido a qué acción tomar en cuanto a ti, Abigail- había dicho Will mientras todos iban camino al estacionamiento.
-¿De verdad? No lo sabía- la chica iba tomada de las manos de Harry y la mujer mayor del grupo veía toda la escena muy perturbada.
-Sí, por eso creo que sería bueno que eligieras a tu psiquiatra y así evitar éste tipo de inconvenientes nuevamente- el ceño de Alana cada vez se iba frunciendo más.
Nunca nadie la había ofendido de aquella manera -claro, si llamamos ofender al simple acto contradecir lo que ella cree correcto-, Abigail se mantuvo callada por algunos minutos, hasta que llegaron a sus respectivos autos.
-La doctora Bloom es muy buena conmigo- dijo la adolescente, Alana casi quiso sonreír. -Pero no me siento cómoda con ella, es como si no quisiera que haga nada, además; le confiría mi vida al doctor Lecter, quiero sea él- Will le sonrió, tan cariñosamente como solo un padre podría y le acarició su castaño cabello.
-Bien, entonces con eso ya decidido, por que no van Abigail y Harry con Will en su automóvil- ambos menores asintieron y se prendieron del brazo del agente, mientras el psiquiatra mayor les sonreía.
-¿Está seguro, doctor?- Hannibal asintió, acercándose para darle un suave apretón en el hombro.
-Confío plenamente en que cuidarás de ambos, Will- y todos subieron al auto en dirección a la casa de Garrett Jacob Hobbs.
Durante el camino los chicos y Will hablaron de una infinidad de cosas, Alana trataba de no revolcarse en su propia miseria y ahogarse en su enojo. Y Hannibal... bueno, él pensó muy bien qué acción tomar ahora.
Quería a Will a su lado, como nunca deseó a nadie; él era excepcional, podría entrar a la mente de un asesino con demasiada facilidad para simplemente echarle la culpa a su empatía, aunque sea intrigante.
La decisión instintiva de poner diez balas en Garrett Jacob Hobbs fue prueba suficiente de eso, la conversación posterior en la que admitió que lo disfrutó, fue la prueba más fehaciente de ello.
Siempre había residido algo más dentro de Will Graham, un sentido de la moral fuera de lugar, hecho a través de las construcciones sociales de los no inspirados que siempre lo han rodeado, tal vez, que ha provocado la necesidad compusiva de sofocar y enterrar desesperadamente esa predisposición a la violencia.
Lo vio bajar de su vehículo con Harry y Abigail, lo vio esperar mientras la chica se despedía de su madre; mientras le daba un cierra a esa etapa de su vida.
Hannibal quería ver al agente especial Graham libre de tales restricciones; disfrutar de la vista del hombre bañado en la sangre de otro con satisfacción, en lugar de un horror abyecto, cubierto por sus hermosos rasgos.
El ha sospechado durante bastante tiempo que su imago(*) de Will solo se realizaría cuando pudiera encontrar la manera de manipular los eventos, tan solo...
Ver como Abigail y Harry se abrazaban al agente del FBI en medio de la cocina paró el tren de sus pensamientos; tal vez no era necesario buscar tanto.
-No creo que encuentren nada- susurró Abigail, sus hermosos ojos celestes brillaban por las lágrimas retenidas. -Mi papá siempre decía que debía honrarse cada parte del animal, sino solo sería asesinato- un silencio ensordecedor llenó el ambiente.
-Tal vez pudieramos encontrar algo en la cabaña de tu padre- insistió Alana.
-¿No entienden? Mi papá honraría cada parte de ellas, no habrá nada que encontrar- las manos de la chica comenzaron a temblar levemente y se abrazó a sí misma.
-De acuerdo, por qué no vas con Harry a recoger algunas de tus pertenencias a tu habitación Abigail, nosotros esperaremos aquí- ella asintió y Harry tomó su mano y la dejó guiar el camino.
-Siento que oculta algo- Alana estaba bastante irritada no lo ocultaba del todo pero sí gran parte.
-Quizás lo hace de manera inconsciente, solo hay que darle tiempo. Hasta ahora no ha presentado efectos negativos el venir aquí- respondió Hannibal, no hubo más palabras entre los adultos y ambos hombres vieron como Abigail salía en dirección al patio trasero acompañada de Harry y una señorita desconocida aparecía junto a ellos.
Decidieron no intervenir, observando en tenso silencio. Will estaba nervioso, sus ojos recorrían cualquier lugar menos el rostro de su psiquiatra; desde la noche anterior no le habían pasado desapercibido ciertas acciones, ciertos comentarios; sus mejillas comenzaron a calentarse sin razón alguna.
-Will...- llamó el psiquiatra, el castaño dio un saltó y por fin hizo contacto visual; pasaron unos segundos en silencio, solo mirándose entre ellos, ninguno de los dos notó el joven pelirrojo que apareció detrás de unos árboles, solo un grito de ''Lárgate'' los alertó; rompieron el contacto visual y salieron con rapidez al patio trasero, donde Marissa Schurr, la amiga de Abigail le había lanzado una roca a Nicholas Boyle, el hermano de la primera víctima del imitador; Cassie Boyle.
-Será mejor reportar ésto, Will- dijo Hannibal una vez se acercó al lugar donde Nicholas había estado con anterioridad, sutilmente ocultó bajo las hojas secas la roca con sangre del pelirrojo y miró al agente. -Han sido demasiadas emociones para Abigail; creo que lo mejor sería ir a la cabaña mañana- Will asintió, sintiendo iniciar un dolor de cabeza. El día había ido tan bien... hasta ahora. Se consoló con el hecho de que Harry parecía tratar de llamar la atención de la chica, el incidente rápidamente fue olvidado por Abigail. Will se veía tranquilo rodeado por ambos adolescentes. El viaje de vuelta a Port Heaven fue nuevamente de los tres juntos en el auto de Will.
La despedida fue algo dolorosa, pero la promesa de volver mañana calmó un poco a la chica, quien se despidió con calidez de cada varón.
-¿Tiene algun plan para ésta noche, Will?- preguntó Hannibal, mientras iban camino a sus vehículos.
-No realmente- respondió casi en automático, tanto padre como hijo casi sonrieron.
-¿Deseas cenar con nosotros?- el psiquiatra dejó caer una mano sobre el hombro de Harry, la perfecta estampa de padre de familia, realmente se veía como un buen partido.
Will se sonrojó por el camino que sus pensamientos iban tomando.
-Ugh, si no es molestia- respondió dubitativo.
-Te encantarán las cenas de Hannibal, Will. Son exquisitas- Alana interrumpió antes de que su mentor respondiera. El adolescente de ojos verdes frunció el ceño.
-Will ya sabe como son las cenas de papá, Doctora Bloom. Su compañía alegra nuestras noches, es por eso que lo invitamos nuevamente- Alana estaba sorprendida, no de manera grata; cabe aclarar, sin embargo solo respondió un ''Oh'' bastante forzado y Will sentía su corazón palpitando de maneras en las que no debería. Los Lecter solo disfrutaban del nerviosismo que habían provocado en ambos.
-Concuerdo con mi hijo, así que si nos disculpas Alana, nosotros ya nos marchamos, que tengas una buena noche- se despide Hannibal, el más pequeño de los Lecter solo da un asentimiento a la mujer; por más que la odie, los modales hacen al hombre.
Will ni siquiera se despidió, solo siguió a ambos y coordinaron como llegar hasta la casa del psiquiatra, mañana sería un día interesante, se dijo a sí mismo.
-Tengo las pociones listas, papá- dijo Harry una vez entraron al auto. Hannibal apenas lo miró de reojo. -Una pimentónica bastará para que mañana puedas aguantar, tendré otros viales conmigo por si a lo largo del día necesitas más- el psiquiatra revolvió con cariño los cabellos de su hijo.
-Bien hecho, Harry. ¿Qué opinas sobre ayudarme?- la sonrisa del chico fue todo lo que necesitó antes de arrancar en dirección a su hogar.
Y las voces de Harry gritaron de júbilo.
La mañana siguiente fue casi igual a la anterior, aunque sin duda alguna no terminó de la misma manera; pero para ello deberíamos retroceder hasta la mañana, donde Harry y Hannibal decidieron hablar a solas con Abigail como parte de su terapia.
Desde luego allí preguntaron a la jovencita si quería unirse a la familia Lecter, el grito de felicidad alertó a Will al punto que casi tiró la puerta abajo de una patada, en efecto, no esperó encontrarse con una Abigail abrazada del cuello al psiquiatra y un sonriente Harry mirando con tanto amor la escena.
-Will- lo llamó el chico. El agente aún confundido se acercó sin saber muy bien qué hacer. Y no se esperó ser tirado a un abrazo grupal; que más tarde se enteraría que era uno familiar. La sonrisa de Hannibal se sentía tan cálida, sentía su mano en su cintura y los adolescentes en medio de ellos. Todo parecía tan correcto, se sentía de esa manera.
-Papá le preguntó si quería formar parte de nuestra familia- le susurró Harry, sorprendido Will se giró a ver al psiquiatra, que solo desvió la mirada avergonzado. ¡AVERGONZADO!
Will se sintió alucinar.
-Niños, quiero hablar con su padre un momento, ¿Podrían salir de la habitación solo unos minutos?- el psiquiatra sonrió, la forma en la que se expresaba; el cómo incluyó a Abigail en su familia a pesar de que aún no era oficial, realmente le gustó. Ambos niños asintieron y se tomaron las manos para salir.
-Will como madre va a dar mucho miedo- susurró Harry y Abigail respondió con una risita encantadora. Ambos adultos deliberadamente decidieron ignorar lo que escucharon, aunque el agente del FBI tenía el ceño fruncido y las mejillas rojas.
-Doctor Lecter- comenzó Will, masajeándose el puente de la nariz. -¿Qué se supone que hace, doctor?- preguntó finalmente, Hannibal soltó un suspiro.
-¿Realmente puedes culparme, Will? Esa chica está desamparada, nosotros la salvamos...- Will comenzó a negar con ma cabeza.
-No, tú la salvaste- interrumpió rápidamente. Pero el psiquiatra no dejó que continuara, lo tomó de las mejillas y lo hizo mirarlo a los ojos.
-Tú también lo hiciste, Will. La salvaste de algo peor que la muerte, la salvamos, juntos- Hannibal desvió la mirada. -Harry activó un instinto paternal que no sabía que poseía. Sí, siento la responsabilidad, me pasé cada noche desde el incidente pensando en qué pude haber hecho para que Abigail no acabara así. Pero no me arrepiento de ninguna decisión que haya tomado- los enormes ojos azules de Will parecieron perderse en la mirada oscura del psiquiatra.
-Tampoco me arrepiento de nada, doctor. Pero éstos pensamientos me dan miedo- Hannibal lo miró durante unos instantes en silencio.
-No temas, deja que yo me encargue de tus demonios, te dije que sería tu ancla a este mundo. No temas acudir a mí cuando ya no puedas, no temas pedir mi ayuda; estoy más que dispuesto a darla- Will parpadeó rápidamente, intentando ocultar así sus lágrimas; solo pudo asentir en respuesta.
-Creo que debemos ir con esos niños. Están en el pasillo escuchando- susurró Will, ambos adultos sonrieron y salieron de la habitación, encontrándose con dos adolescentes sonrojados en pleno pasillo intentando escuchar la conversación que tenían dentro.
-Lo sentimos- la primera en hablar fue Abigail, dando un paso al frente y protegiendo a Harry.
-Espero que no suceda de nuevo, chicos. Éso ha sido muy grosero- a lo lejos Alana venía con unas bolsas con donas y tres cafés grandes.
-¿Quieren desayunar?- preguntó en un patético intento de limar las asperezas que salieron a la luz ayer.
-Gracias, pero no. Tal vez los niños quieran- Hannibal habló por Will y él, y aunque el agente debería sentir tal vez algo de indignación no lo hizo. Simplemente quería evitar lo más posible el trato con Alana y el psiquiatra mayor parecía captarlo a la perfección.
La doctora Bloom apretó los labios ante la respuesta de su antiguo mentor.
-¿Tú no, Will?- el agente apenas y la miró de reojo.
-Ya oíste al doctor Lecter. Además, creo que el que los chicos son prioridad deberías de ofrecerles a ellos, no a nosotros- La mujer se indignó, abrió la boca a punto de protestar cuando Harry la interrumpió.
-¿Podríamos irnos ya? No me gustan los hospitales- Abigail volvió a tomar de la mano a Harry y avanzaron juntos.
-Por supuesto, ¿Hoy con quien quieren viajar?- pregunto Hannibal, ambos chicos se miraron antes de sonreír.
-¡Will!- dijeron emocionados. Ambos varones solo asintieron y comenzaron a caminar rumbo a los estacionamientos otra vez. Ésta vez en dirección a la cabaña de Hobbs.
El camino estuvo inusualmente silencioso; a pesar de que ambos menores conversaban de diferentes temas en los asientos traseros, Will permanecía callado, demasiado pensativo para su propio bien. Sus pensamientos iban y venían sobre cierto psiquiatra que no se comportaba como sí mismo. Ése lado sensible del hombre le ponía los nervios de punta; todo era más fácil cuando era el insensible y apático psiquiatra, aquél que tenía la mirada fría y clínica, aquél que no sonreía a menos que fuera necesario y de manera robótica.
Éste nuevo hombre; el padre, que se mostraba avergonzado, feliz, preocupado, era difícil que no le gustara. Y eso era malo. Soltó un suspiro, observando que pronto llegarían a la cabaña, por el espejo retrovisor observó a ambos adolescentes, hablaban en susurros y había una mirada con tanto cariño en ambos, se preguntaba si era posible tener tal cantidad de afecto en tan poco tiempo. Deseaba tener aquél tipo de conexión, poder saborearla; se alegraba por Harry y Abigail, dado los antecedentes familiares de ambos realmente estaba feliz de que alguien que sí los cuidará bien se hiciera cargo de ellos.
Quizás si el doctor Lecter lo permitía el podría se parte de ello.
Se dio un golpe mental por pensar eso. No, no, no, por supuesto que no. Ni siquiera debía de pensar en ello. Solo le agradaban los niños, no es como si quisiera ser su otra figura paterna.
Por supuesto que no, eso significaría querer algo más allá de la relación médico-paciente /amigos que tenían. Y definitivamente no estaba preparado para admitir algo de tal magnitud.
-De verdad te pareces mucho a la tía Mischa, tus ojos son muy parecidos- la voz de Harry lo sacó de sus pensamientos. Miró curioso por el espejo y no pudo aguantarse.
-¿Quién es la tía Mischa?- preguntó, Harry sonrió.
-La hermana de papá, le dije a Abigail que se parecía a ella, vi una foto, tenía los ojos celestes también, aunque el cabello algo rubio, tiene un gran parecido con Abigail en cuanto a rasgos- decía pensativo el chico de ojos verdes, Will estaba sorprendido.
-No sabía que el doctor Lecter tenía una hermana- respondió, aún sorprendido ante este nuevo pedazo de información que le era revelado.
-Ugh, bueno, ella murió cuando era muy joven, papá también era apenas un niño cuando eso- Will pudo sentir todo el dolor tras esas palabras; un suave ''Oh'' se escuchó de parte de Will y no dijeron más, cuando llegaron a la cabaña de Garrett Jacob Hobbs, el agente del FBI no apartaba la mirada del psiquiatra mayor; quería saber más del hombre.
Era tan contradictorio, camino a la cabaña se negó a sí mismo cualquier tipo de atracción hacia él, ahora estaba aquí, en medio del bosque taladrando su nuca con su mirada. Lo veía hablar con Harry y con Abigail, antes de que se girarara y le regalara una suave sonrisa.
Will escuchaba atentamente todo a su alrededor, tomando nota de todo lo que decía el psiquiatra a los policías, con ése aire fresco y distante, que no deja espacio para la emoción. Simplemente hace su trabajo. Nunca se detuvo a preguntarse qué tan bien se sentiría pasar sus dedos a través de esas finas hebras rubias muy bien peinadas, nunca se imaginó tomar esos bonitos y finos labios bajo los suyos mientras acaricia la piel caliente y desnuda debajo de aquél traje de tres piezas demasiado caro, demasiado elegante y que se vería demasiado bien hecho jirones en el suelo de su oficina. Oh no, Will Graham no esta para desperdiciar sus pensamientos en tales fantasías.
Otra mirada del psiquiatra, una de esas tan intensas que sus rodillas temblaban y maldijo su corazón alocado que no paraba de latir con fuerza. Desvió rápidamente la mirada y decidió esperar a que todos estuvieran listos para poder ingresar a la cabaña, éste no era el momento para pensar en ése tipo de cosas, otro suspiro más y adoptó una mentalidad más seria, Abigail ya estaba preparada para ingresar a la cabaña. Harry se había acercado a ella y con delicadeza la tomó de las manos guiándola con sigilo; como solo alguien que conoce los demonios que acechan el mundo sabe.
-Me enseñó cómo cazar, aquí, en éste bosque- decía casi con añoranza. -Aquí era dónde poníamos al venado, me decía que no debía cortar muy profundo, sino se dañaba la carne, debíamos honrar cada parte del animal- su dedo índice recorrió con delicadeza su mesa de trabajo. -Realmente no sé qué esperan que les diga, mi papá lo usaba todo, vendía las pieles por Internet, o hacía almohadas, pasta para tubería de los huesos, de los de las patas hacía cuchillos..., no desperdiciaba nada- la mirada de todos estaban fijas en ella, y cada uno vio el brillo del entendimiento en sus ojos celestes. Llevó una mano a su boca.
-Nos las daba de comer, ¿Verdad?- el silencio había sido su respuesta, comenzó a negar con la cabeza abrazándose a sí misma cuando algo frío cayó sobre su frente.
Llevó sus dedos y tocó, manchándolos de líquido carmesí.
Miró al techo donde una gran salpicadura de sangre se veía.
Su mirada cayó en los presentes y fue Will quien corrió escaleras arriba hacia el desván seguido de Abigail. El grito de la chica llenó toda la cabaña, contenía la desesperación más pura que pudieron oír.
Marissa se hallaba empalada y colgada de uno de los estantes de astas. Will pidió a Harry y Alana que sacaran a la chica del lugar y el de ojos verdes no perdió tiempo en llevar a la chica lejos de los policías y ojos curiosos.
-Doctora Bloom, ¿Podría darnos algo de espacio?- Alana lo miró seriamente cruzandose de brazos.
-No creo que sea conveniente que Abigail quede...-
-Doctora--Harry la interrumpió bruscamente, sus ojos brillaban amenazantes, incluso parecían más amarillos que verdes. -Sé exactamente lo que es conveniente en éste caso por que yo pasé por uno similiar- aquello la descolocó por completo al escuchar la reciente declaración, miró dubitativa al chico antes de alejarse unos metros, pero sin dejar de vigilar lo que hacían ambos adolescentes.
-Shhh... tranquila, tranquila Abigail, esto no es tu culpa- Harry acariciaba los cabellos de la adolescente con delicadeza, a pesar de que ella era mayor por tres años tenían casi la misma estatura por lo que no era difícil para ninguno que Abigail escondiera su rostro entre el cuello y el hombro de Harry.
-Pero... pero...- la chica ni siquiera podía hacer una oración coherente.
-Esto fue obra del imitador de tu padre Abigail, nada de esto es tu culpa- los ojos de la chica se veían brillantes, más no tristes, era solo la sorpresa, el impacto de ver a la otra chica muerta. Marissa era cercana, pero la conocía, buscaba llamar la atención, por qué otra cosa iría junto a ella; la hija del Alcaudón de Minnesota.
-¿Ella era realmente tu amiga?- le preguntó Harry, había ladeado la cabeza y sus ojos parecían taladrarle el alma. Abigail desvió la mirada.
-No realmente- murmuró, y la chica se sintió feliz al ver que el menor no la alejaba.
-A mi no me agradaba, cuando la vi ayer me pareció una chica muy pretenciosa- le susurró de vuelta Harry, como si estuvieran compartiendo secretos.
-Lo era- fue lo último que dijo y durante algunos momentos permanecieron en silencio, ella dejando caer sus lágrimas y Harry siendo su única compañía.
-Espero que el imitador haya terminado, me preocupa que tal vez tú seas un blanco- Abigail se tensó dentro del abrazo.
-¿Tú... tú crees que eso pase?- preguntó asustada, Harry se separó para mirarla con seriedad.
-Es una posibilidad- respondió, entonces suavemente la tomó del mentón para mirarla a los ojos.
-Pero papá, Will y yo haremos lo que sea para protegerte, no dudes de eso- la chica asintió con lágrimas aún bajando por sus mejillas y ya no dijeron más.
Desde luego, cuando Jack llega a la escena no se ve para nada contento, mira de reojo a Abigail y Harry con sospecha, ni siquiera saluda a la doctora Bloom, o a Hannibal. Muy malos modales, muy grosero.
-¿Quién lo hizo?- fue su primera pregunta, Will tenía la respiración acelerada y trataba de forma inconsciente y constante algún tipo de contacto con su psiquiatra.
-No lo sé- murmuró negando con la cabeza, se sentía mareado y le costaba enfocar con los ojos.
-Eso no me sirve, Will. ¿Abigail Hobbs hizo esto? Sí o No- la respiración del agente especial comenzó a hacerse más pesada y Hannibal no dudó en color una mano suya en la espalda baja del hombre; dejando suaves caricias con el pulgar, acción que pasó desapercibida para Jack, pero Will se tensó antes de relajarse por completo ante el tacto de su psiquiatra.
-Abigail Hobbs no es una asesina, Jack. Ésto... Ésto no lo hizo Abigail, o su padre, ya lo hemos visto antes, es el imitador- respondió, dio una mirada agradecida a Hannibal antes de separarse y mirar más de cerca al cuerpo.
-Dijiste que no volvería a atacar de ésta forma- Jack comenzaba a rabiar, como casi siempre que algo no salía como quería.
-Pues me equivoqué, pero no en ésto, Jack- señaló el cuerpo.-Es el mismo escenario, la empaló casi exactamente en el mismo lugar que Cassie Boyle, si le hacen la autopsia te aseguro que faltaran algunos órganos- Hannibal dio un paso más cerca del cuerpo, observándolo detenidamente.
-Hay sangre cerca de su boca- y la batalla entre Jack y Will comenzaba; reclamos y sospechas eran sacados a la luz hasta que el hombre de color dio un fuerte suspiro.
-Doctor Lecter ¿Podría llevar a Abigail Hobbs de vuelta?- fue una pregunta pero la orden estaba implícita. Hannibal durante unos segundos miró en silencio al hombre antes de asentir.
-Por supuesto- fue su respuesta, una última mirada a un Will bastante cansado y comenzó a bajar las escaleras. Guardaría aquél enojo para más tarde. Él era Hannibal Lecter, nadie le daba ordenes; Jack lo pagaría muy caro.
Una vez que llegaron nuevamente a la casa de Hobbs para que Abigail recogiera lo que quedaba de sus cosas, pudieron observarse un montón de policías y carros de prensa alrededor de la residencia.
Una vez pasaron de la cinta policial para comenzar a caminar hacia la casa, la histérica madre de Marissa pasó de la barrera de policías directo hacia Abigail; pero no contó con que Hannibal la detendría, una mirada a Alana y ésta supo que debía llevarla al interior de la casa para evitar malos entendidos. La madre de Marissa no aguantó más y se echó a llorar entre los brazos del psiquiatra mientras Abigail ingresaba a la sala y Alana volvía a salir. Sin embargo, la madre de Marissa no había sido la única en pasar de los policías, puesto que Freddie Lounds sale de las sombras e intenta nuevamente hablar con Abigail, pero ella ya no estaba fuera.
-No debería estar aquí señorita Lounds- fue lo dicho por Hannibal, mientras veía cómo los policías la tomaban de los brazos para sacarla fuera de la propiedad.
-No es a mí quien deberían sacar, si yo pude pasar las barreras cualquiera lo haría- Hannibal le hace una seña a los policías y éstos la dejan, el psiquiatra se acerca a ella, sin parecer demasiado intimidante, no quería sospechas, menos de ésta periodista sensacionalista.
-¿Usted ha visto a alguien? ¿Aproximadamente 1,80, piel blanca, cabello pelirrojo, entre los veinte años?- hizo una descripción vaga de Nicholas Boyle, sin embargo no lo mencionó. Freddie sonrió.
-Si usted me dice por qué es tan importante yo le diré- Hannibal apenas y puede contener su diversión, con otra seña sacan a la periodista de la propiedad y Harry por fin sale del auto de su padre, ambos caminan en dirección a la casa observando como Alana ya ingresaba a ésta.
Abigail sentía una fuerte opresión en el pecho, tenía miedo... estaba aterrorizada, no quería ser la siguiente víctima del imitador, no quería amanecer muerta, no quería dejar a Harry o al Doctor Lecter, no quería morir. Abrazó con fuerza la pequeña almohada que estaba sobre el sillón.
''Ninguna parte de ellas será desperdiciada''
Oyó un susurro con la voz de su padre en su mente. Ahogó un gemido y miró casi horrorizada la almohada que sostenía. De entre las cajas de evidencia que estaban sobre la mesita de la sala buscó una en específico, era aquella que tenía un cuchillo dentado de caza dentro; comenzó a cortar las uniones de la almohada y del interior sacó un montón de cabello humano, gimió horrorizada y tiró la almohada lejos de ella con miedo. Entonces lo ve, oyó de los policías que Nicholas Boyle era el principal sospechoso; no perdió tiempo y comenzó a alejarse con miedo.
-Espera, escucha, yo no mate a la chica. Yo no lo hice- comenzó desesperado, tomó de los brazos de la chica agitado. Abigail trataba de safarse y alejarse. Ella no le creía, él mató a Marissa, él lo había hecho. Ahora quería matarla a ella.
Abigail logra zafarse y correr hacia la puerta, pero nuevamente Nicholas la alcanza y antes de que pudiera explicarse nuevamente, la chica le clava el cuchillo de en el vientre bajo. El pelirrojo cae al suelo jadeando, sosteniendo sus herida y evitando desangrarse, mira con odio y terror a la chica que yacía con el cuchillo ensangrentado en la mano. Parecía perdida mirando sin emoción al pelirrojo desangrándose en el suelo.
-¡Abigail!- escucha el llamado de la doctora Bloom. La chica ve que el pelirrojo quiere gritar pero lo amenaza con el cuchillo, sus ojos celeste se vuelven fríos, casi sin vida. Nicholas Boyle se mantiene callado. Desde la otra entrada de la sala Hannibal y Harry la ven, aturdida y ensangrentada caminando hacia las escaleras, una simple mirada entre padre e hijo y ambos saben qué hacer.
Caminan con rapidez tras Alana, un hechizo de silencio lanzado a sus pies para evitar el ruido; apenas da vuelta en la esquina y el psiquiatra la golpea contra la pared de piedra, dejándola inconsciente. Para suerte de ambos Abigail ni siquiera llega junto a ellos, había vuelto sobre sus pasos a la sala pues Nicholas no dejaba de maldecirla. Se acercan a ella y a observan.
-¿Qué has hecho, Abigail?- pregunta el psiquiatra mayor, la chica se gira a mirarlo, cuchillo en mano y ojos llorosos nuevamente.
-¡Quiere matarme! ¡Quiere hacerlo como lo hizo con Marissa!- gritó desesperada, Harry se acercó y le quitó el cuchillo de las manos.
-Tranquila Abigail, te creemos- le susurró el chico de ojos verdes, la chica liberó más lágrimas ésta vez de felicidad.
Harry lanzó una mirada a su padre y dejó que ahora el psiquiatra abrazara a la chica.
Miró a Nicholas Boyle, con sus ojos brillantes ojos verdes.
-¡Mentira! Todo lo que dijo es mentira, yo no maté a nadie- comenzó a hablar el pelirrojo, Abigail dio un saltó al escucharlo, susurrando un suave ''no está muerto''. Ambos Lecter sonrieron.
Y Harry no lo ocultó, miró a Boyle una vez más, ésta vez con una enorme sonrisa en sus rostro y sus ojos cambiando de verdes a un marron oscuro casi rojos.
Boyle se asustó y comenzó a alejarse. Hannibal abrazó con más fuerza a Abigail de forma que no viera a Harry sacar su varita y lanzar un hechizo.
-Imperio- fue su susurro, y Nicholas Boyle comenzó a levantarse, Harry... atento a Abigail que no miraba en su dirección, rápidamente le entregó el cuchillo de caza a Boyle y éste avanzó para apuñalar a la chica.
-¡Abigail!- gritó Harry fingiendo desesperación, trató de luchar con Boyle, llevándose varios cortes superficiales pero dolorosos en el rostro y uno más profundo en el brazo que sangraba mucho. Harry suprimió su sonrisa al ver como Abigail saltaba a defenderlo golpeando a puro puño y arañazos al pelirrojo.
Abigail recibió una puñalada pero en el hombro que la hizo gritar, ésa fue la señal para Hannibal; quien comenzó a atacar de forma certera a Nicholas Boyle, golpendo con saña la herida que tenía y tirando el cuchillo lejos de él, y aunque no recibió ninguna puñalada, si recibió una tajada en el abdomen antes de despojar a Boyle del arma blanca; la herida era cerca del esternón, para suerte de ambos -tanto Hannibal como Harry quien controlaba al Nicholas- era solo un corte superficial que no llegó nisiquiera al músculo pero que igualmente sangraba. Harry aprovechó para liberarlo del imperius y observó como Nicholas se alejaba de ellos con miedo.
-¿Que me hicieron? ¿Qué me hicieron? ¿¡Que me hicieron!?- gritó lo último, apenas pudiendo moverse, la lucha hizo que se abriera más la herida que Abigail le había hecho y poco a poco comenzaba a ver más borroso. De su pequeña cartera de piel Harry sacó un vial con una poción de color transparente, una mirada de reojo a su padre y con rapidez se acerca al pelirrojo que se estremecía en un charco de su propia sangre.
-Has sido de mucha utilidad- le dijo Harry en un murmullo, antes de darle de beber el filtro de muertos en vida que había comprado en el mercado de Salem de una bótica de bastante dudosa legalidad.
Desde la perspectiva de Abigail y Hannibal, el más pequeño de los Lecter solo se había acercado a tocar al supuesto imitador, nadie vio como la poción pasaba por su garganta solo escucharon el grito de Harry.
-¡Está perdiendo la consciencia!- el psiquiatra no se aparta de Abigail, es más, la aprieta más fuerte en su abrazo. A pesar de ambos estar heridos.
-Harry ven aquí, alejate de él- fue lo que dijo el mayor.
-¡Quiso matar a Abigail! ¡A nosotros!- gritó, su voz sonaba herida, sus ojos se veían asustados y pequeñas lágrimas comenzaron. Fue entonces que el psiquiatra abrió sus brazos y Harry se acercó corriendo a abrazarlo, el Lecter menor entonces comenzó a rasgar las ropas de ambos y realizó un torniquete en el hombro de Albigail y el abdomen de su padre quien después lo ayudó con su brazo; no eran cortes profundos, pero sangraban mucho.
-Vayan a buscar ayuda, trataré de que no muera- Harry frunció el ceño molesto y la chica permaneció en silencio en un rincón, entonces Harry se acercó a tomarle de la mano y sonreírle; que casi haya matado a un hombre no iba a alejarla de su familia, todo eso le transmitía la sonrisa de Harry.
-No vamos a dejar de quererte por esto, Abigail- entonces lo supo; ellos sabían de lo que era capaz, que podría asesinar a cualquiera si se lo proponía y ni siquiera eso serviría para que se alejaran de ella. Observó mejor sus sonrisas, sus ojos, la misma oscuridad que habitaba en ella se escondía también en ellos. Les regaló una sonrisa rota, como sello de su compromiso con esa peligrosa familia.
-Lo hicimos por ti, Aby- Harry abrazó con fuerza a la chica y ésta se lo devolvió.
'Estas dos personas son mi familia ahora, no puedo decepcionarlos, no puedo dejar que los dañen'
Y fue en ese momento los policías ingresaron a la sala con las armas arriba. Lo único que vieron fueron a dos niños heridos temblando de miedo y al Doctor Lecter; también herido pero ayudando a tomarle los signos vitales a un chico pelirrojo en el suelo.
-¿Pero qué rayos sucedió aquí?- fue la pregunta de uno de los policías.
Alana fruncía el ceño agarrándose la cabeza, le dolía un montón y no sabía lo que pasó, lo último que recordaba era entrar en la casa a buscar a Abigail. Jack los miraba a todos para nada convencido de la historia contada y Will comenzaba a frustrarse por la desconfianza.
-Los únicos testigos son Abigail Hobbs, Hannibal Lecter, éste chiquillo que no sé quién es y Nicholas Boyle- comenzó el hombre de color, tanto Alana como Will apretaron los labios. --Muy sospechoso que el principal causante de todo ésto esté en coma- y Will sentía su paciencia acabarse. -Más aún, que nadie haya visto nada, salvo ellos, quiénes están en contacto con ella siempre- y Will aguantó más, se alejó de él enojado.
-¡¿De verdad crees que Hannibal arriesgaría la vida de su propio hijo para que Abigail no fuera más una sospechosa?! ¡Su hijo salió herido, Jack!- el hombre abrió los ojos de sorpresa, tanto por el grito de Will como por enterarse de que el psiquiatra tenía un hijo.
-No... No sabía que él tenía un hijo- fue la respuesta del hombre.
Will solo lo miró con fastidio antes de comenzar a bajarse se la ambulancia.
-¿A dónde crees que vas?- el típico tono de siempre volvió a Jack.
-A casa- respondió Will sin girarse. -No hay nada en lo que pueda ayudarte aquí- y se marchó. Con el pensamiento de si debía llamar o ir a la casa de los Lecter a comprobar si estaban bien.
Más tarde esa noche, Hannibal estaba revisando algunos documentos tras el escritorio de su oficina, Harry estaba a su lado, puesto que volvían a analizar la carta que su tío Tom le había enviado. En ella menciona que pronto le haría una visita, pero que primero debía liberar a Bellatrix y los Lestrange, que ellos también debían conocerlo; estuvieron esperando mucho para volver a verlo y trataría de adelantar la fuga de Azkaban lo más posible. También le decía que estaba feliz de que por fin quisiera hablar con él y de que esté con una persona que lo cuidara; aunque aún no aceptaba del todo la presencia del psiquiatra en la vida de su sobrino. También le pedía que hablara con los cuadros de Slytherin y de los Black, muy pronto su criatura se presentaría y si él no estaba allí para ayudarlo debía enseñarle lo básico a su nuevo padre -esto parecía haberlo escrito a regañadientes-, era por ello que estaban reunidos, estaban decidiendo con cuál retrato hablar primero mañana por la mañana; claro que dejaron de hablar en cuanto escucharon que el entresuelo crujía.
-Hola Abigail- saludó Harry. Fue entonces que su figura se hizo visible.
-¿Cómo sabían que era yo?- preguntó, mirándolos desde arriba.
-Hace un rato llamaron del hospital, dijeron que saltaste el muro- la chica tuvo la decencia de parecer avergonzada. Se veía abrumada, la angustia pintada en su rostro por el casi asesinato que cometieron.
-Baja por favor, Abigail- Hannibal se acerca a las escaleras con Harry a su lado, es el menor de los Lecter quien extiende su mano ofreciéndole ayuda. La chica pareció dubitativa, pero igualmente bajó. Decidió confiar.
-No quiero dormir, tengo miedo de soñar y terminar en sueños lo que no pude en esa casa- Harry lo veía curioso, como si realmente no fuera la gran cosa el casi asesinar a un hombre.
-No puedes anticipar tus sueños, Abigail- fue la respuesta del psiquiatra y ella asintió, aún nerviosa, aún angustiada, aún perdida.
-Usted... Usted fue quien llamó a casa esa vez- atacó la chica, sus manos temblaban, pero aún así no se alejaba de ninguno.
-¿Lo hice?- preguntó Hannibal, y pudieron escuchar una risita de Harry.
-Abigail, nosotros somos iguales, ¿Por qué otra razón te podiríamos que seas parte de nuestra familia?- la chica se tensó en su lugar, más sin embargo, Hannibal la guió hacia el diván de la oficina donde los tres se sentaron, quedando la chica en medio de ellos.
-¿Q-Qué?- preguntó, su nerviosismo aumentando a medida que pasaban los segundos.
-Te dije que Harry era como Will, Abigail. Él también es un émpata- la respiración de la chica iba haciéndose más y más pesada.
-Con una pequeña diferencia- habló ésta vez el menor, sus manos desnudas tomaron las de Abigail. -Cada vez que toco a una persona, sus emociones, sus sentimientos y a veces sus pensamientos son transferidos a mí. A veces es muy doloroso, otras no tanto, pero siempre es casi... mágico- Abigail comenzó a negar con la cabeza, aquello simplemente se oía demasiado increíble para ser verdad.
-Sabemos todo lo que hiciste Abigail- nuevamente Harry fue el que habló. -Papá ya lo suponía, yo lo confirmé el primer día que nos vimos- la respiración de la chica pareció detenerse.
-Pero nisiquiera eso nos va a separar como familia- por fin Hannibal le tomó palabra. -Guardaremos tu secreto- dijo, dejando un suave beso en su frente. -Después de todo, Harry mismo lo ha dicho, somos iguales- Abigail miró a los ojos de ambos, tanta ocuridad muy bien resguardada; toda esa maldad para aquellos que lo ofendieran, todo ese entendimiento para ella. El peso del alivio en su cuerpo fue tanto que no pudo reprimir sus lágrimas, se sentía querida, apreciada, cuidada por estos dos monstruos frente a ella.
-También guardaré tu secreto... Papá- fue la respuesta de Abigail, quien fue asaltada por el fuerte abrazo de Harry, quien sonreía con tanta inocencia que de verdad parecía real, sin embargo; una vez quedabas expuesto a su maldad ya no podías simplemente ignorar que ella estaba allí. Las personas eran tan ciegas. Tan estúpidas.
-No más saltar muros, Abigail. Eso es muy grosero- dijo luego del abrazo familiar Hannibal. La chica soltó una risita feliz.
Complacida de como habían terminado las cosas para ella.
Adoptada a una familia que entendía esas necesidades oscuras que yacían dentro suyo.
-No más muros- respondió alegre, y no dijeron más esa noche.
(*) Imago: en la zoología se refiere al insecto que ha llegado a su fase adulta una vez finalizado proceso de metamorfosis.
También proviene de latín, que significa imagen.
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