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2. Holocausto

Es un día de sol, sus rayos atraviesan mi ventana y alumbran toda mi habitación. Estoy en el suelo, jugando con mis muñecos, levanto mi héroe favorito lo más alto que puedo, Súper Man versión Cristal se dirige al sol, y su sombra oscurece mi rostro. Mi imaginación me está entreteniendo demasiado, cuando escucho el sonido de un auto estacionándose frente a mi casa. Me produce muchísima curiosidad, así que me acerco a mi ventana para saciar mi sed. Unos hombres de negro salen del auto y uno de ellos lleva una valija un tanto grande. ¿Nos traerá dinero? Mi emoción me conduce rápidamente a la puerta de entrada, el din don atrae a toda mi familia, y mi padre atiende y entabla una conversación que no logro escuchar, no sé por qué. Entonces los hombres entran, se acercan a mí y me miran unos segundos para decir: "El niño es índigo". Pero cómo lo supo con sólo una mirada. Luego ingresan al comedor, donde colocan ese extraño aparato brilloso en el centro de la mesa y, por turnos, mi familia va entrando y saliendo. Una vez que esto termina, los hombres empiezan a discutir con mi padre, y por más que lo intento; no logro entender el diálogo. Todo empieza a ocurrir en slow motion, cuando mi papá se tira violentamente encima de uno de esos sujetos, para forcejear y romper todo a su paso. Uno de los hombres toma su teléfono, sus labios se mueven pero no entiendo lo que dice. Una voz en el fondo me advierte que algo malo va a pasar. Ese individuo da la orden y todos abren fuego. Mi familia se aterroriza y comienza a llorar, mientras, uno a uno; son asesinados sin piedad. Y al terminar la matanza, ese maldito se acerca a mí y sonríe. Con toda esa impotencia en mi interior, despierto agitado. Se ha sentido tan real, que esa impotencia me persigue, hasta que me doy cuenta que no soy ese niño.

He tenido este sueño una o dos veces cada año desde que perdí a toda mi familia. ¿Cómo puedo tener la condición sólo yo? Todo esto del humano índigo no tiene sentido, es una locura. Qué clase de gente nos gobiernan.

Me he dormido sin darme cuenta, tal vez lo mejor en estos días, para alguien como yo, es dormir. Así evito que me descubran. Ese proyecto es muy conveniente, ¿lo habré soñado también? Me levanto y corro hacia la mesa pero la carta que habla sobre aquel proyecto no está; al parecer lo he soñado. Dónde habré dejado esa carta. Ya es muy tarde para preparar el almuerzo, está atardeciendo. Empacaré todo lo esencial antes de ir a la feria, no hay tiempo que perder. Tal vez no lo he soñado. <<Proyecto Metamorfosis...>> también parece una locura. Será mejor que guarde todo en su lugar, en qué estoy pensando. Y sin querer veo un papel debajo de mi almohada. ¡Ahí está! Me lanzo a mi cama y estiro mi mano hasta la carta. Y sí es. No puedo creer que no lo haya soñado. Efectivamente, la carta habla de La Resistencia y del proyecto, lo cual me produce mucha ansiedad. Tengo que salir ya mismo, antes de que vengan a buscarme, pues las alertas del chip dos veces seguidas les resultará sospechoso.

Varios de mis vecinos están subiendo a un autobús que nunca antes he visto. Hay un oficial con el uniforme de La Orden, que les está inspeccionando una credencial, antes de permitirles subir al transporte. Es probable que mi chip envíe una alerta al oficial, ya que es el más cercano a mi localización.

-Disculpe, ¿usted no tiene que abordar? -El caudillo me ha detenido.

-Si, sólo quiero hacer unas compras. -No ha llegado ninguna credencial a mi buzón. El agente tiene sospechas porque está realizando una llamada.

Llevo una mochila de cuerina con lo esencial, no he empacado ni una sola muda de ropa. Y aún así, provoca leves sospechas. Doy vuelta la esquina y comienzo a correr hasta alejarme unas cuadras, ya que hay transportes por todos lados. Uso la misma excusa cada vez que me preguntan si viajo con ellos, y agrego que todavía no encuentro un negocio abierto. Trato de contactar a Jahaira pero no contesta, lo cual es extraño. La gente se dispersa por todos lados y los hogares quedan abandonados y desolados, ¿acaso es una cuarentena?

-Deténgase, por favor -ordena un efectivo, se aproxima y añade-: muéstreme su documento-. Debido a que no tengo ninguno, salgo corriendo lo más rápido que puedo.

Me oculto en arbustos, callejones y cualquier objeto o rincón que me sirva para esconderme. Se han sumado policías en la persecución. Afortunadamente, estoy cerca de la feria, que se encuentra en una zona un tanto descampada. En las proximidades, hay un salón de eventos, en el que se está llevando a cabo una celebración que desconozco. Me infiltro allí, mi vestimenta me delata. El interior del lugar es muy elegante, la estética del romanticismo perdura en esta estructura, la cual me resulta fascinante. Sin lugar a dudas, no combino con absolutamente nada. Por esta razón, la gente se me queda viendo. La policía está afuera, esperando a que salga. Es cuestión de tiempo para que les den autorización para ingresar, ése será el momento perfecto para salir y huir hacia la feria. No hay otro lugar a dónde ir, que me mantenga a salvo. Me pregunto cómo será el escondite de La Resistencia...

Creo que están exagerando con el control que están aplicando, y la razón debe ser ese fanatismo que han desarrollado por el régimen de La Orden. Si bien los actos delictivos han reducido considerablemente, es un abuso y falta de respeto por la vida humana. Actuar en contra de ella por ser homosexual es absurdo. A este paso, va a haber matanza siempre, porque todos los días nace una persona que podría no ser heterosexual. Es inaudito que las máximas autoridades intermacionales permitan esto. La única explicación que encuentro es que lo están encubriendo todo.

Han entrado... El cuarto donde me he metido está aislado y oscuro. Es pequeño y hay un ropero donde se encuentran los abrigos de los invitados. Si me disfrazo con lo que hay, tal vez pueda escapar. Salir por las ventanas no es buena idea, ya que me están esperando cerca de ellas. Finalmente me he puesto un tapado y una boina de piel sintética, es una suerte que combinen para no parecer un payaso y llamar la atención. Egreso lo más natural que puedo y me desplazo entre la gente que parlatea y baila. Reviso cada perímetro antes de buscar una salida. Hay áreas que los oficiales de La Orden están patrullando, podría ser una trampa o simplemente no cuentan con más unidades disponibles. Aparentemente me han acorralado, eso es lo que concluyo con desesperación en mis venas, hasta que descubro a alguien en los alrededores que está fuera de lugar. De repente, la cantidad de efectivos aumenta, debido a que están detrás de aquel desconocido; quien se convierte en prioridad para todo el escuadrón.

El chip no da una localización exacta, de lo contrario, me habrían encontrado. Saben que estoy en este edificio y sabrán cuando ya no me encuentre en él. Aun libres, somos oprimidos mediante el Código, La Orden, el chip y las nuevas credenciales. Cada día, el mundo se convierte en una cárcel rigurosamente controlada. Estoy seguro que este abuso terminará en un futuro, futuro que es incierto, y lo incierto me asusta. A veces siento que esta era no terminará nunca, debido al control meticuloso que están empleando. Para vivir, hay que ser un hunano índigo, un ser perfecto, que ciertamente no existe.

Debido a que los agentes están concentrados en su nuevo objetivo, aprovecho para salir. Atravieso una ventana y corro velozmente hacia la feria. Me atrevo a mirar si me persiguen, pero sólo el viento galopa a mi paso y tropieza en mis mejillas. Contemplo los toldos que se levantan del suelo, plagado de vegetación muy verde y el paisaje me da la sensación de una libertad completa muy próxima.

Me entrevero entre la gente, que va de un lugar a otro, buscando los artículos que quieren comprar. Mientras busco la carpa que la carta evoca, escucho a la gente rebatir acerca de las medidas que van a tomar en contra de las ventas ambulantes. No me sorprende que esto vaya a suceder, ya que el sistema es exageradamente riguroso. Es una crueldad que quieran quitarle a las personas un trabajo del que dependen para subsistir. Los vendedores ambulantes tienen tanto derecho como cualquier otro trabajador, incluso cuando ni siquiera violentan los derechos de los demás. Se han instalado en un terreno que había quedado infertil a causa de las demoliciones, y que ellos mismos cuidaron para dejar su superficie en óptimas condiciones. Gracias a ellos ha crecido la espesura que casi no había y los escombros han sido apartados. Poco a poco crecen arbustos y árboles en distintas zonas. Los animales están más cerca. Hay mucha vida en los aledaños.

De pronto, percibo que todos se alteran. La policía se ha internado en la feria. Algunos se observan asustados, y otros discuten aún distraídos, de lo injusto y abusivo que es el Poder. Que es injusto, que es abuso, que es una locura, que es una falta de raciocinio de parte de todos los que nos gobiernan. El Poder es el conjunto de dementes que quieren formar un mundo de humanos perfectos. La perfección es inexistente. El tema se torna recurrente y subjetivo entre la multitud. Trato de entreverarme entre el montón, pero me han descubierto. Los oficiales visten un casco, el cual posee una radio y un radar; de esta manera se comunican instantáneamente. Por lo que, ahora todos se han unido a la persecución, que seguramente se ha vuelto una prioridad, ya que hace rato que estoy huyendo de ellos. Es claro que me perseguirán hasta atraparme. La gente mira para todos lados, buscando una aguja en un pajar; nadie sospecha que soy objeto de búsqueda. En cambio, la policía no me pierde de vista.

Los efectivos son entrenados estoicamente para ejercer lo más eficaz posible. Cualquiera no puede ser policía. Y es fundamental que sepan trabajar en equipo, pues cada unidad es una brigada. Los colegios de policía son muy exigentes. Todo esto me produce nervios, mis venas se inquietan a una magnitud, que ineludiblemente he empezado a tropezar en cada paso que doy. Esta unidad debe estar rodeándome y no he sido capaz de buscar el toldo específico por el que se da mi visita. Es muy probable que ya no tenga salida.

Por fortuna, pero no tanta como la que en realidad necesito, leo "La Gitana" con letras cursivas y gorditas. Mas, a raíz del apuro y el pánico que carcomen mis huesos, he pasado de largo. Incluso con las brigadas persiguiéndome, no obtendría la respuesta por la que he venido. Eso está más que claro. ¿Qué puedo hacer? Es difícil, aunque no imposible, analizar cada detalle para encontrar una forma de escapar. Mi pecho se sobresalta, siento que mi corazón va a salir por mi boca, mis venas arden y mis huesos se bloquean. Me han rodeado.

-Deténgase de inmediato -me ordena mientras se acerca para colocarme las esposas-. No tiene a dónde escapar.

-El sospechoso ha sido rodeado. -Mi sangre se estremece a la vez que observo esta escena y escucho a los oficiales realizando su labor-. Unidad P32 en el área -reporta-, hemos capturado al individuo; femenino; caucásico; 1, 60 aproximadamente; joven.

-Unidad P29, registrando al individuo. -El oficial me registra sin suerte, no cargo objetos peligrosos, a excepción de la carta.

-Están arrestando a una mujer. -Qué ajena me siento cuando me dicen mujer, incluso cuando yo misma uso adjetivos femeninos. Por otro lado, la manada chismosea sin rubor. Las miradas indiscretas se originan como olas sofocándome lentamente.

"QUÉ HA HECHO" y "QUÉ HA PASADO" son el cotilleo circulando en la muchedumbre.

-Unidad P32 -reporta nuevamente-. Unidad P32, escoltando al individuo.

Unidad de Persecución es el significado de los apelativos utilizados frecuentemente. Todos los días hay persecuciones, evidente del control que reina hoy nuestra ciudad. De pronto, todo transcurre en cámara lenta, como si estos minutos fueran los últimos de mi vida. Está sucediendo todo delante de mí, refregando cada acción en mi cara, pálida. Soy yo el villano atrapado y detenido, a quien -en la patrulla- me dirigen a la estación de policía, anexo del Municipio.

Mientras me alejo, la gente regresa a su rutina y poco a poco se desvanece. Y aunque todo ocurre en cámara lenta, no me percato del tiempo, el cual ha pasado rápidamente. Los oficiales me escoltan hasta el interior de la descomunal estructura, donde paso por varios pasillos hasta arribar al área restringida, que es el lugar donde se hallan las celdas. Y dado que no me han aplicado el test del nivel de hormonas, doy por sentado que han descubierto mi plan.

La cárcel está provista de una cama de caño, un lavabo y un contenedor donde los presos podemos hacer nuestras necesidades. Aún con los nervios inquietos, permanezco sentada en la cama. Tengo el mal presentimiento de que me van a hacer algo. El silencio es abrumador. Hay otras personas en las celdas contiguas y se ven preocupadas. El procedimiento siempre es el de medir los signos antes de traer a la gente a la estación, pero en esta ocasión, ni uno ni el otro procedimiento se ha gestionado. Y el proceso de calibración no requiere encarcelamiento. No he cometido ningún delito grave, así que sólo puedo concluir que hay gato escondido.

Ha ingresado un agente y me ha pescado dando vueltas incesantemente en mi celda. La incertidumbre de lo que se avecina, me quema las venas y hostiga mi pecho. Mi corazón contiene un nerviosismo que me advierte de ante mano, que -aún con incertidumbre del futuro- algo malo, muy malo, me aguarda.

-Sujeto P21, favor de colocarse esta etiqueta. -Me entrega la tarjeta con el nombre que ha anunciado-. En breve, será atendida. -Evidentemente, soy una rata de laboratorio. Temo a lo que van a hacer conmigo.

"SUJETO DE PRUEBA NÚMERO 21" (Sujeto P21) es lo que lleva plasmado el documento. En este establecimiento se están haciendo experimentos con seres humanos, lo cual es considerado un acto de lesa humanidad; y esto significa que no saldremos de aquí, ya que así evitan demandas e insurgencias en contra del gobierno. Esto le daría demasiado poder al mayor grupo de sublevación: La Resistencia; y a las autoridades actuales no les conviene, puesto que su jurisdicción podría ser derrocada. Tengo que encontrar una forma de escapar de este lugar, sería una oportunidad inmune para dimitir este gobierno opresor. Pero -lamentablemente- no hay nada que pueda hacer mietras me mantengan entre los barrotes.

Existe un comité en el régimen gubernamental en Hong Kong, único de su naturaleza, que trata los asuntos del globo: Consejo Sumarial de Derechos Humanos. Se trata de la Autoridad Suprema que estipula y delega los derechos y obligaciones tanto de los ciudadanos como de sus gobernantes. Los actos de lesa humanidad están caratulados como acciones delictivas agravadas y les corresponde la pena de muerte como condena. La humanidad no necesita esta clase de personas que están configuradas para actuar de dicha forma, por lo que se precede a su erradicación. El contactar con el Consejo supone un proceso extenso, pero es la única opción.

Han pasado un par de días y aún no he salido de este enrejado. En cambio, las otras personas que están en esta área, van y vienen; aunque siempre escoltados. La seguridad es cada vez más celosa, ya no he visto efectivos policiales o científicos, sino militares armados. La comida y la higienización son exiguas. Sólo puedo enjuagarme el rostro y en las noches, a veces hace mucho frío. Por tal motivo, el hombre de al lado (Sujeto P16) ha pillado un resfriado. Tengo entendido que le han implantado un nuevo chip mejorado, el cual reemplaza sus funciones emocionales. Y en efecto, el hombre parece un robot, pues le han suprimido su capacidad de expresión. Además, nos han despojado de nuestros nombres, no tengo idea de cómo se llama cada una de las personas que están encerradas aquí y está terminantemente prohibido entablar conversación. Tal parece que hemos dejado de ser humanos con una vida que vivir. La vida, para esta institución, ha perdido todo valor. La vida y los derechos humanos se corrompen sin pudor ni discernimiento. Somos ratas de experimentos.

Afuera están secuestrando a las personas que quebrantan la bonanza que el dominio se ha propuesto instaurar. Las desapariciones están fuera de conocimiento, ya que los medios son los secuaces incondicionales de este régimen criminal.

En el distrito de Clase S están ocurriendo contínuas muertes, cuyo asesino permanece libre. Es una villa precaria, construída para insurrectos y anómalos. Engendran el miedo mediante una entidad, que ha sufrido una transfiguración biológia. Está residiendo en esta comarca, y mientras tanto, está padeciendo dicha alteración en su material genético. Pues los hombres lobos han comenzado a germinar, y son enteramente dependientes de sus instintos cánidos. El peligro acecha a cada instante, y crece sin detenimiento ni custodia.

Así, cada insurrecto y anómalo para la civilización, está siendo exiliado y cazado en el distrito de Clase S, nombre que disfraza los campos de concentración, edificados durante largos años para llevar a cabo este holocausto.

Espero desde lo más profundo de mi corazón, que les esté gustando.

Estoy esforzándome para escribir algo que les erice la piel y les queme las venas.

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