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Capítulo 12: Negocios

El inspector no tenía nada que hacer. Con Arthur "enfermo" no serviría de nada ponerse a buscar a Mike, no aparecería, y aunque lo hiciese, tampoco iba a ser capaz de matarlo. Ya había podido comprobar sus habilidades y desde luego un cincuentón con dolor de espalda no iba a poder atraparlo. Enzo y el resto de la comisaría tampoco tenían más pistas, así que parecía que no había nada que pudieran hacer.

Había vuelto a empezar a llover, pero tenía ganas de pasear. A Yuyi tampoco parecía importarle, así que ambos caminaron bajo la lluvia, solos. La gente cuando llovía se metía en sus casas. Normalmente ya eran pocos los que disfrutaban dando un paseo por culpa de la pantallas, que mantenían a todos ensimismados, pero con lluvia aún eran menos. Sí, cada vez eran menos los que, como el inspector, disfrutaban de una buena caminata sintiendo el agua resbalar por su frente.

- Yuyi, ¿qué les ha pasado a los humanos? ¿En qué momento nos desviamos tanto y dejamos de valorar los pequeños placeres de la naturaleza?

La perrita lo miró extrañada y sacó la lengua, feliz.

- A veces pienso que los animales sois más sabios que nosotros. - sonrió el inspector.

Entonces la pantalla de su móvil se encendió. Él contestó la llamada, esperando que fuera Arthur o su mujer, pero estaba equivocado.

- Inspector... - dijo una voz tenebrosa.

Entonces en la pantalla apareció la imagen de un chico. Un chico feo, de pelo oscuro y nariz torcida. Sus ojos eran dos hoyos horrendos sin fin y su cara en general parecía deforme. Ocultaba la parte de atrás de su cabeza con un gorro de lana y estaba muy serio.

- ¿Mike? - preguntó el inspector sorprendido.

- Veo que me conoce.

Charles no entendía nada.

- Quiero que me devuelva a mi perro.

Charles no sabía que contestar. ¿Debía decirle que se dejase de tonterías y se entregase de una vez? ¿Debía preguntarle porque le debería devolver el perro? ¿O quizás debería intentar sonsacarle información?

- Venga a la calle Forrest, edificio Trump Palace, piso 15 en diez minutos.

Charles seguía mirándolo pasmado.

- O su amiguito sufrirá mucho...

Entonces la pantalla enfocó al resto de la habitación. Había un policía y una mujer muertos sobre el suelo y, agarrado por el brazo de Mike y con un cuchillo enorme en el cuello, estaba Vicent, con la pierna ensangrentada.

- Venga solo y desarmado o le juro que lo mato.

Vicent gruñó y Mike le apretó más el cuchillo al cuello, haciendo que su piel se cortase y empezase a sangrar.

Mike colgó.

El inspector miró su reloj. Estaba muy lejos, no llegaría en diez minutos... No podía llamar a nadie, Mike lo había dejado muy claro. Empezó a correr hasta el coche y cuando llegó aceleró lo máximo posible.

Arthur no le cogía el teléfono y la doctora Cooper tampoco. Si llamaba a la oficina las cosas podrían ponerse aún peor. Mike era inmortal, los policías de Charles no.

- ¡Joder!

Parecía que todos los semáforos se le ponían en rojo a propósito.

El ayuntamiento había prometido mejoras en las infraestructuras de la ciudad para prepararla para los nuevos coches aerodeslizadores que estaban saliendo al mercado, pero parecía que la cosa iba para largo y ni siquiera los pasos de cebra estaban bien puestos para los coches normales y los peatones.

Al final decidió saltárselos, tenía prisa y nadie estaba por la calle debido a la lluvia.

La pantalla de su coche se encendió:

- Su tiempo se acaba, Inspector...

Charles miró fugazmente a la pantalla, no tenía tiempo para entretenerse con los jueguecitos de Mike.

- Sí, policía, se te acaba el tiempo... - dijo Mike, esta vez mirando a Vicent.

Vicent miró desesperado la pantalla, y entonces se cortó la imagen. Charles empezaba a temer la muerte del joven aprendiz.

Aparcó bruscamente, dejó la pistola eléctrica y la normal, y subió por el ascensor lo más rápido que pudo. Llegó a la planta y allí no había ni un solo vecino alertado y desquiciado llamando a la policía, como solía ocurrir cuando alguien sospechaba que acababa de producirse un homicidio. O Mike había usado una pistola silenciosa o los vecinos habían querido desentenderse.

Abrió la puerta y allí estaban. La sangre de la científica Anne Rice y la de un compañero de trabajo que había visto unas cuantas veces por la comisaría manchaban el suelo. Vicent seguía vivo y alerta. A Charles incluso le pareció verlo sonreír cuando entró allí.

- ¡Yuyi! - gritó Mike.

La perrita ya quería lanzarse a por Mike, pero Charles la detuvo agarrándola por el collar.

- Primero libera a Vicent.

- No está en condiciones de negociar, inspector. - dijo Mike amenazador.

El robot sacó una pistola de su bolsillo.

- ¿Dónde está Arthur? - preguntó muy serio apuntándole.

- No lo sé. - respondió Charles.

Mike apretó más la garganta de Vicent.

- ¿Dónde está Arthur? - repitió.

Estaba claro que Vicent no había sabido decírselo. Tenía el ojo hinchado de los puñetazos que le había propinado para obtener la información. El paradero de la casa de Arthur era confidencial.

- ¡No lo sé! - volvió a mentir.

Mike apoyó la punta de su pistola en la cabeza de Vicent, que empezó a temblar.

- Dame a la perra o sus sesos bañarán la alfombra de la señorita Rice.

Charles soltó al animal y este corrió a los brazos de Mike que, absorto en su alegría, descuidó el agarre de Vicent. Vicent aprovechó su oportunidad y le dió un codazo en el hígado, lo que le proporcionó el tiempo justo de sacarle la pistola de las manos. Puede que Vicent solo fuera un aprendiz, pero aquello fue toda una demostración de habilidad.

Por desgracia, Mike le clavó el cuchillo en la palma de su mano izquierda y lo aplastó contra el suelo. Vicent gritó y soltó la pistola.

Charles se agachó, recogió el arma y apuntó a Mike.

- ¡Suéltalo, Mike!

- Sabe que no puede matarme. - respondió el robot.

- Pero a Yuyi sí.

El inspector apuntó al perro.

Mike amaba demasiado a aquel perro. Yuyi había sido su única compañía durante muchos días. La perrita era la única que no lo trataba como un monstruo y que lograba que Mike sonriera un poco. No, Mike no podía permitirlo. Aquello formaba parte de su lado humano.

- ¡Suéltalo! - volvió a ordenar el inspector.

Mike se separó y Vicent reptó hasta el inspector, que lo ayudó a levantarse sin dejar de apuntar al perro.

Poco a poco pero lo más rápido posible fueron saliendo del piso y entraron en el ascensor.

- Gracias. - dijo Vicent sujetándose la pierna.

- No me las des todavía.

Las puertas del ascensor se abrieron y allí estaba Mike.

Tras encerrar a la perra en el piso de arriba para ponerla a salvo había bajado corriendo las escaleras.

- ¡¿Donde está Arthur?! - preguntó apuntándoles con una pistola nueva.

Estaban atrapados.

Entonces una voz femenina dijo a su espalda:

- Mike, aléjate de ellos.

Era la directora Cooper. Lo estaba apuntando con una pistola eléctrica.

- ¡Ya, joder! - gritó la mujer.

Mike se apartó a toda leche y subió de nuevo por las escaleras. Cooper no se molestó en seguirlo.

Vicent cayó desmayado al suelo. Había perdido mucha sangre.

Entre Cooper y Grant lo subieron al coche del policía.

- No se moleste en llamar a los refuerzos, Charles. Mike ya se habrá escapado. - dijo la mujer mientras conducía - Menos mal que vi a tiempo sus llamadas...

- ¡¿Por qué no le ha disparado?! - gritó enfadado Grant.

- Porque no le hubiera hecho nada. Esta que tengo yo es el prototipo anterior a su pistola. Para matarlo o como mínimo atontarlo hace falta una potencia de descarga mucho mayor. Lo que no entiendo es por qué no la llevaba usted.

- "Sin armas" dijo.

- Qué inocente es. - Cooper puso los ojos en blanco.

- Hemos perdido al perro... - se lamentó Charles.

- Si Mike es listo, lo acabará matando él. El chucho es un peligro y lo sabe, ya lo ha comprobado.

Vicent se moría. Ya estaban cerca del hospital de New Jersey. Estaba bastante lejos, pero era el más seguro en aquel momento.

- Creo que todavía no es consciente del alcance sentimental de su creación, Cooper. Mike quiere a ese perro.

- Le apuesto lo que quiera, Inspector, a que Mike termina matando al perro. La razón y la lógica son superiores en los robots a la de los humanos.

- ¿Entonces por qué se arriesgó para recuperar a Yuyi? No tiene mucho sentido.

- Creo que él quería encontrarse cara a cara con Arthur, no con usted. - dijo la mujer.

Charles intentó llamar de nuevo a su ayudante.

- ¡Por fin, hombre!


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