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23. Traición.

-¡Keira, Corre!

-No me iré sin ti, Jack.

-Vete. No quiero que veas cómo acaba esto.

Mierda.

Jack corre en nuestra dirección apuntando con el arma hacia el que creía que era sincero conmigo.

Que corra... Oh sí que voy a correr, pero para conseguir aquello por lo que tanto luché.

Cinco míseros metros...

Sin pensar. Sin dudar. Corro hasta la entrada de la cabaña, Matt abre fuego, Jack se refugia dentro, veo como rompe el cristal de una ventana y comienza el intercambio de balas.

-Joder keira, ¿qué cojones haces?

-No me pienso ir sin esto -digo levantando el libro con una mano.

Por el rabillo del ojo veo a Leo apuntándome.

-Radu, creo que esto es mío -El pobre hombre yace desangrándose con las manos entre las piernas tumbado en el suelo de madera. Le retiro la daga y rápidamente se la lanzo a Leo con mucha menos puntería que antes sólo logro darle en el hombro.

Pero es suficiente como para que corra dirección a mi moto. Meto de nuevo el Santo Grial dentro de mi chaqueta y me subo a mi pequeña. Oh sí, ahora es mi pequeña.

-¡Jack, vayámonos!

-No. Tengo que acabar con esto.

-Jack, por favor.

-Joder... - parece que lo convencí. Corre hasta su moto sin dejar de disparar.

Arranco con furia. No puede ser cierto... me traicionó. Le entregué mi corazón para arrojarlo, pisotearlo, hacerlo añicos sin pensar en todo lo que yo sentía.

La carrera no logra calmar mi estado anímico empiezo a llorar y no es por culpa del viento que azota mi rostro.

Lanzo un grito desgarrador al cielo, pierdo por un momento el control de la moto, zigzagueo pero recupero el control de nuevo con un poco de esfuerzo. No sin que mi corazón quiera correr libre como el aire.

Decido parar, llevo la moto al arcén de la carretera sin asfaltar. Bajo de ella y me derrumbo.

Mis rodillas chocan contra el suelo, grito de impotencia ante lo estúpida que fui.

¡Estúpida, estúpida, estúpida!

Repito en mi cabeza una y otra vez. Mis manos se hacen puños enterrando las uñas en mis palmas.

Me entregue a él en cuerpo y alma y me traicionó sólo para quedarse con el distrito centro, para controlarlo.

Comienzo a llorar desconsoladamente. Las lágrimas caen libres por mis mejillas y de repente siento cómo una mano se posa en mi hombro. No quiero estar con nadie en este momento...

Cuando me giro veo que es Jack. Él se arrodilla a mi lado sin dejar de mirarme fijamente a los ojos.

-No te merece.

Sus palabras logran que rompa a sollozar contra su hombro, me abraza y consuela.

Si esto es amor, no lo quiero. Duele demasiado. Me desgarra por dentro.

Jack se aparta de mí para llevar su mano a mi mentón alzándolo.

Debo ser un cuadro ahora mismo con la cara totalmente hinchada de llorar.

Abro los ojos. Su intensa mirada me transmite paz y serenidad por un instante.

-¿Por qué Jack? ¿Por qué me hizo esto?

Él sólo limpia los restos de mi ataque lagrimal para después darme un beso en la frente.

Agradezco que no intente consolarme con falsas palabras.

Nos quedamos sentados en el suelo durante un buen rato, la noche se va haciendo más presente. Alzo la vista al cielo estrellado y empiezo a distinguir las constelaciones.

Decido tumbarme en el suelo boca arriba como cuando era niña y junto con mi padre señalaba cada estrella, cada constelación.

La Osa Mayor, Hydra, Vela, Centaurus, el Triángulo de verano formado por Deneb, Vega y Altair.

Pero la que siempre me ha impactado es Antlia o Anti como la llamaba de pequeña. Apartada del resto, silenciosa, sin llamar nunca la atención, pero con una estrella Alfa fuerte como corazón.

-Sabes lo que ves o sólo contemplas.

La voz de Jack a mi lado me devuelve a la realidad.

-Mi padre me enseñó a diferenciarlas. Sólo es nostalgia.

Jack se sienta, dejándome ver su espalda.

-Siempre podrás contar conmigo. Lo sabes, ¿verdad?

¿Lo sé? Ahora mismo dudo de todo... de quién soy, en qué me he convertido, en quién confiar.

Un movimiento por su parte me indica que se levanta. No le contesto y él no me presiona.

-Tenemos...

-Sí, lo sé. Ya es hora de volver.

Más serena pero con mucho menos que perder. Llego a la cueva. Una decena de heridos con vendas en sus brazos, piernas, cabezas y torsos es mi bienvenida.

Esto es lo que provoqué...

¡No! ¡Yo no provoqué nada, yo no!

Shane se acerca a mí.

-¿Y mi primo?

-Con Leo y Radu.

-Oh joder, no me digas que eligió a los gansters de mierda.

Una mirada de puro odio sin tener culpa alguna es la que le lanzo.

-¿Y tú si tanto lo conocías por qué no me advertiste sobre él?

Le digo clavándole el dedo en el pecho.

- Joder, no me culpes a mí. El gilipollas de Matt es un... cómo decirlo... ambicioso, pensé que contigo cambiaría, que se alejaría de ellos.

La opresión en mi pecho vuelve con fuerza así que decido por el bien de todos respirar hondo y cambiar de tema.

-¿Cómo está Ness?

Shane dilata sus fosas nasales y aprieta los dientes al decir...

-Ese hijo de puta le rompió una o dos costillas. Ahora descansa en el cuarto, la vigilaré esta noche por si necesita algo.

Ness es una guerrera, no dudo de que se repondrá pronto y con ganas de venganza.

-Mañana la iré a ver -Shane asiente y se dirige escaleras arriba.

Aprieto el Grial en mi estómago. Quiero saber qué es tan importante para que maten y destruyan a tanta gente.

Subo a mi dormitorio y me desprendo de la ropa que me agobia.

Un espejo medio ahumado con puntos a sus bordes me deja verme.

Ya no soy esa chica alegre y despreocupada. Sólo veo suciedad en mi piel, cansancio en mis ojos, tristeza en mi interior.

Llaman a la puerta. Me tapo con una camiseta holgada que me deja los muslos al aire.

-No quiero ver a nadie.

Jack abre sin importar lo que dije.

-Creo que te gustará lo que traigo.

Arrugó mi frente ante lo que dice, de qué habla, yo no le veo nada especial.

Sale un segundo y al momento trae una tina, dejándola en mitad del dormitorio.

- Ehm... puedes taparte un poco más –dice mirando mis piernas de arriba a abajo.

-¿Qué?

-Tranquila, es sólo un momento.

No sé por qué le hago caso. Me meto en la cama tapándome las piernas con la sabana.

-Ya pueden entrar.

¡¿Pero qué...!? ¡Un desfile de chicos con jarras en las manos! Van entrando uno a uno vaciando su contenido en la tina hasta llenarla. El último en entrar es Luck, me guiña un ojo al vaciar la suya y eso hace que me ría un momento por lo bajo.

Al salir todos me levanto y miro el agua caliente de la que salen vapores.

-Disfrútala.

-Es... ¿es para mí? ¿Por qué?

-Porque has tenido un día muy duro. Y mi segunda razón aún no quieres oírla.

Sé a qué se refiere, sólo logro decir lo que realmente siento.

-Gracias.

-Te traje unas toallas y jabón líquido.

-¡Wow, qué derroche! ¿Dónde lo escondías todo?

-Lo busqué en la ciudad el otro día para... da igual.

Jack pone la mano en el pomo de la puerta. Un impulso me hace correr hacia él y abrazar su espalda.

-Gracias... por todo.

-No me las des.

Lo suelto y se marcha.

Desnuda meto un pie. Ohhh dulce placer. El otro, esto es el cielo... me siento y me relajo.

Froto mi cuero cabelludo con el jabón, dejo que el agua haga su milagro.

Salgo al rato de quedar como una pasa. Me vuelvo a poner algo de ropa... para dormir.

En el instante que abro de nuevo la cama me acuerdo del libro.

No lo soporto más, voy a abrirlo. Mis manos hormiguean antes de posarlas en él.

Me siento en el borde de la cama. Cierro los ojos, inhalo fuerte, paso la primera hoja.

Al abrir los ojos, me doy cuenta que por fin podréacabar con todo este misterio.

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