19. Guerra
-¿Me vas a dejar así, después de oír lo que escuché?
¡Oh, Dios! No pensé que esto podría pasar.
Sus dedos acarician lentamente mi piel. Un patrón de pequeños círculos, hace que se me erice la piel.
Soy una cobarde, lo reconozco. Doy un paso atrás, me alejo no sé manejar esto.
-Keira... di algo. No me dejes así.
Se levanta de la cama. ¡¡Madre mía!! Sólo lleva puesta la ropa interior. Sus músculos son definidos, esculpidos por un artista.
La distancia se acorta por su parte, mis pies no responden, mi voz está atascada.
Me sujeta de los hombros y estampa sus labios posesivos en los míos. Jadeo en su boca, bailamos hasta la cama.
Soy tumbada en el colchón (que por cierto es tan malo como el mío). Apoya sus codos para no aplastarme con su peso.
Me da pequeños besos en el cuello, sus manos presas de la impaciencia suben por mis piernas libres de obstáculos.
-Te amo, keira.
Y aquí soy yo la que decide empezar a repartir besos por su magnífica piel. Por sus pectorales y su cuello. Llego a su boca y nuestras lenguas se entregan a la lucha.
Me retira la camiseta y quedo en bragas pues no duermo con sujetador.
Giro mi cabeza a un lado, me da vergüenza que piense que tengo poco pecho. Que no le guste.
Con sumo cuidado me fuerza a mirarle a los ojos.... esos ojos que me hechizaron desde el primer momento que se cruzaron nuestras miradas.
-Nunca apartes la mirada a quien te ama. Eres perfecta.
Su mano baja y me acaricia como nunca nadie me ha tocado. Mi núcleo interno está por estallar. Jadeo, incrementa el ritmo, no deja de besarme ni un solo segundo.
En un movimiento rápido noto cómo se quita el calzoncillo y me baja la braga.
Sus manos son suaves, suben y bajan constantemente.
Con su rodilla mueve mi pierna, para darle espacio.
¡Mierda! ¡Esto es real! ¡Está sucediendo! Tengo que decirle que soy virgen.
Mis manos son torpes no saben dónde colocarse o qué hacer. Voy a decirle que....
Su miembro empieza a hacer presión... es incómodo... es algo doloroso.
Cojo aire. Venga keira, relájate, no será para tanto... Seguro que todo mejora a partir de aquí.
Más y más presión hasta que....
-¡Mierda! Eres virgen -.No es una pregunta... debe ser algo obvio...
-SÍ.....yo.
-¿Quieres que ...? ¡Joder!– su pecho sube y baja como si estuviera corriendo una maratón- ¿Quieres...que... pare?
-¿Qué? No, no, estoy segura. Quiero tener esta noche contigo como si no tuviésemos un mañana. Quizá no tengamos un mañana.
-No pienses en ello. Intentaré ser lo más suave posible.
Asiento.
-Pon tus piernas alrededor de mí - lo hago, el movimiento hace que me remueva - no hagas eso.
Se apodera de mi boca y mete su mano experta entre nuestros cuerpos hasta llegar a mi clítoris.
Lo estimula frotándolo, mi respiración se vuelve entrecortada, dos de sus dedos juegan con mi entrada aun virgen, no aguanto más, estallo de mil formas en un increíble orgasmo y se adentra de golpe. Se queda quieto mientras asimilo su longitud y grosor.
Ahogo un grito en su boca.
Empieza a moverse poco a poco, lento, muy lento.
Ahora que ya no me duele necesito más, me atrevo a tocar su espalda con mis uñas, gruñe en mi oído, ¿eso es bueno o malo?
Incrementa el ritmo, el roce constante crea un nuevo calor que sube de mi columna y se expande por cada poro de mi piel.
El clímax me pilla desprevenida, mi útero palpita y me dejo llevar por la ola de sensaciones...
Un sonido ronco sale de su garganta, de lo más sexy. Y termina dejando caer su cabeza justo al lado de la mía, mientras seguimos siendo uno.
-Eres maravillosa. Ahora eres mía.
No sé cómo o cuándo nos quedamos dormidos pero el salto que pegué de la cama y lo rápido que me vestí, debería estar registrado en el libro Guinness.
Salgo del cuarto sin que nadie se dé cuenta y corro descalza hasta el mío.
Me aseo y me preparo para comenzar el día, en el que dejo de esconderme y lucharé por mi causa. Vestida toda de cuero, con unos pantalones pitillo ajustados, un top que no se ve por la cazadora que llevo a juego y unas botas negras altas, salgo al salón. Todos están ya listos para marchar, una veintena de chavales de entre dieciocho a veinti pocos años, listos para la guerra que creen que se avecina.
Se giran al verme entrar.
¿Se me notará en la cara lo que pasó esta noche? Estoy paranoica.
Shane pasa a mi lado.
-¡Enhorabuena! - me susurra al pasar a mi lado, me guiña un ojo y me dice -te vi salir temprano.
Abro la boca ante su confesión.
-¿Estamos todos preparados? -grita Jack - pues en marcha.
La cueva empieza a vaciarse poco a poco, todos van a sus respectivos vehículos en su mayoría motos.
Jack se acerca a mí.
-¿Tienes contigo la 9 milímetros que te di ayer?
-Sí.
-No dejes entrar a nadie, no dudes en disparar.
Me besa la sien y se aleja. Cruza la puerta.
Una mano me sujeta el brazo y me gira.
-No lo hagas.
Me giro, es Matt.
-¿El qué?
-Seguirnos.
-¡¡Jonhson!! nos tenemos que ir ya - grita Jack desde fuera.
-Tienes que marchar, te esperan.
-Hazme caso muñeca, no nos sigas.
Matt acaricia mi cara con su mano y se aleja de mí. Escucho el ruido de las motos alejarse y me quedo embobada mirando para la puerta.
-Bueno... los dos solos... y ahora qué hacemos.
Me había olvidado completamente de Luck.
-Ya sé. ¿Por qué no me cuentas sobre tus dos pretendientes?
-Luck..... no es buen momento.
-¿Por qué no? Sé que no somos amigos, pero me gustaría poder llegar a serlo.
Y sé que serias un gran amigo. Pero el destino o mi cabezonería me llaman.
-Luck cierra bien todo. Que nadie entre.
Salgo por la puerta.
- Eh ¿a dónde vas?
-Al infierno -le digo sin mirar atrás.
La moto roja y negra de Kei.... Inhalo fuerte me subo a ella, enciendo el motor que ruge entre mis piernas.
-Pórtate bien conmigo pequeña -le digo temerosa a la moto.
La fortaleza. Con un coraje que nunca creí poder tener, me dirijo a toda velocidad intentando seguir la estela de motos que veo a lo lejos.
Al llegar mis peores pesadillas se hacen realidad. Balas silban por el aire, gente herida que no conozco se sujeta agujeros de bala en vientre o piernas, sus manos llenas de sangre intentan parar lo inevitable.
Una fortaleza de hombres encapuchados, vestidos de forma militar atacan contra nosotros. Saco el arma temblorosa....
Miro a un lado, miro al otro, no veo ni a Jack ni a Matt por ningún lado. El edificio que intentan proteger es de una sola planta, su extensión es inmensa.
Decido rodearlo y alejarme de donde están concentrados. Ya en la parte más alejada de todo el jaleo, veo una puerta desprotegida, decido entrar.
Puertas y pasillos es lo que hay dentro. Pasos cortos, en sumo silencio....
Mi corazón da un salto en el instante que noto la mano de alguien en mi hombro.
-¿Qué haces aquí? -me asusto y aprieto el gatillo.
En el mundo de Keira.
Llaman a la puerta de la entrada. Voy a abrirla, por primera vez desde que estoy aquí tengo la casa para mí sola. Y ahora alguien viene a joder.
Abro.
-Señorita Collins... Keira Collins.
-Sí. ¿Quién es usted?
-Agente Rogers. Vengo a hablar con usted del asesinato de Shane Jonhson.
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