El dragón de la ira.
Toda la gente de Uruk trabajaba como un día normal como cualquier otro, llevando alimentos, vendiendo, comercializando o navegando. Hoy estaban comenzando con el nuevo rey, el cual los va a mandar durante muchos años, solo esperaban que sea un rey agradable y respetuoso que pueda ayudar a la economía. Los dioses lo habían elegido como representación divina y el tiempo de gobernar la ciudad había llegado. Se iba a hacer un gran banquete a honor al nuevo monarca, pero tenían pocos alimentos ya que últimamente las ventas habían bajado drásticamente. Ahora mismo estaba el, el nuevo rey de la ciudad en una de las mesas echa a mano con madera comiendo un delicioso almuerzo con especias y carne, todo para satisfacer el hambre de su dios. Estaban sus dos hermanos menores, comiendo sin atreverse a verle la cara al mayor y en un silencio tan aterrador que nadie se atrevía a soltar alguna palabra. El rey ahora estaba de malas pulgas y si alguien le hablaba en algún momento miraría el mismo infierno. Él Tiene la apariencia de un preadolescente de aproximadamente 12 o 13 años de edad pero a pesar de su aspecto juvenil él es relativamente musculoso, poseyendo una variedad de músculos abdominales bien desarrollados, como para rayar queso. Sus ojos tienen un tono completamente oscuro que le daría escalofríos a cualquier persona que lo observe, su cabello es de aspecto desordenado y de tonalidad rubia, con un largo mechón estilo Ahoge que sobresale de la parte superior de la cabeza que a veces hace sonreír a algunos invitados. Su personalidad es fría, amargada y siempre con ceño fruncido, nunca se le ha visto feliz o con cualquier cara que sea diferente a la que tiene habitualmente. Si se ríe es de una manera macabra y solo lo hace cuando las personas sufren o salen lastimadas, desde ayer comenzó con la costumbre de golpear a los soldados o protectores del templo y siempre insultando a los sacerdotes, por eso ellos casi nunca vienen de visita. Sus hermanos no pueden hacer nada al respecto, ellos son débiles frente al poder del rey y como si no bastara casi siempre el los insultaba.
Después de almorzar él se dirigía a su trono, donde los guardias esperaban alguna orden de su majestad. La verdad es que a ellos también le da miedo al rey y por eso no se pueden equivocar en nada porque ya es caer en su propia tumba. Temblaban un poco cuando aquel rubio de ojos oscuros los miraba, los intimidaba en absoluto. El rey al posar su vista al frente chasqueo los dedos y los guardias se pusieron en alerta.
-¿Qué necesita mi señor?- Pregunto un poco nervioso el guardia.
-Tráiganme a una hermosa mujer del pueblo, tengo unos asuntos pendientes al respecto.- Su sonrisa era aterradora, no era dulce o que demostrara alegría. Era una sonrisa llena de maldad, una maldad que creo que con un simple fetiche ya se ira.
-Pero señor, no sería algo... irrespetuoso llevarnos a una mujer sin consentimiento y... sin una razón entendible.
-Crees que eso me importa solo tráeme una no es tan difícil pedazo de cobarde.- Su sonrisa se esfumo, solo tenía su cara con disgusto.
-Como mande mi señor- Fueron tres de los guardias directo a la puerta del templo, listos para hacer lo mandado.
La ciudad estaba inundada de muchas personas caminando y llevando cosas en sus carretas, mucho trabajo era lo que se proponía el día de hoy. Mientras que en el templo del rey, un hombre con cuerpo redondo y regordete, con cabello desordenado con una gran barba de color verde le hablaba al monarca de las noticias de todo lo que pasaba en el pueblo incluyendo también el tema del matrimonio.
-¿No cree que es un nuevo paso para usted señorito?- Le preguntaba con una gran sonrisa en su rostro.
-No importa para nada, soy joven, puedo disfrutar de las mujeres que quiera y no aguantarme a una sola.- Le respondía el rubio con cara muy seria viendo a la nada.
-Pero mi señorito, si usted no tiene un hijo ¿Cómo vamos a saber si los dioses lo van a elegir como futuro rey? ¿Su descendencia?
-Por ahora yo soy el que gobierna y si no te gusta mi estilo de vida, pues bien puedas irte de inmediato del templo Chandler.
-Oh no señor, solo lo decía como una sugerencia no lo tome tan personal.- Una pequeña gota de sudor pasaba por el rostro de Chandler, demostrando nerviosismo.
-Ya puedes retirarte, no tengo genio para soportarte otro rato más.
-Espere señorito, una cosita más si no es mucha molestia ¿Usted ha escuchado de la desaparición de uno de los miembros de las diosas? Nos dieron una invitación a una conmemoración a la chica. ¿Va ir?
-Si me entere y no importa ni un carajo, igual no iba a ir. Las diosas son ridículas para mí.
-Como mande joven meliodas.
***
-¡¡NOO, DEJEN A MI ESPOSA ¿PORQUE DIABLOS SE LA LLEVAN? ELLA NO HIZO NADA!!- Un hombre trataba de salvar a su mujer de las garras de los guardias ya que se la estaban llevando sin justificación alguna. La mujer de 30 años peleaba por tratar de escapar pero la fuerza de los guardias era suficiente para no dejarla ir.
-Déjenme, soy inocente de cualquier pecado que eh cometido. Quiero estar con mi familia.- suplicaba débilmente la mujer.
-El rey la necesita, quiera o no.
Y se la llevaron a la fuerza. Todas las personas querían ayudar pero si lo hacían era desobedecer las órdenes de su majestad y no querían problemas. El esposo de la pobre mujer y sus hijos quedaron en medio de la calle abrazados y con muchas lágrimas acompañadas.
El rey se puso contento al ver que le trajeron un juguete sexual listo para utilizar. Mando a los guardias llevarla al cuarto de huéspedes y dejarla desnuda para comenzar a divertirse.
-Hermano, ¿de verdad es necesario?- Pregunto un chico bajito y pelinegro.
-Obvio querido hermano, no quiero que me molestes ahorita.
-Espero que no estés cometiendo un error. Es la esposa de uno de nuestros mejores campesinos.
-No me importa.- fue lo único que dijo para luego pararse e irse a satisfacer su lujuria.
Zeldris es muy parecido a meliodas, su cuerpo, la altura, la cara. Pero con algunas diferencias como su cabello de punta de color negro y su forma de mirar las cosas. Tiene una personalidad muy tranquila, es colectivo y no se enoja con casi nada pero puede demostrar rabia contra meliodas en algunas ocasiones por su falta madurez y de liderazgo, es tan horrible a veces ser el hermano menor. Él es la mano derecha de meliodas que siempre lo apoya en todo momento, pero a veces el rubio se pasa de la raya.
-¿Qué paso zel?- Hasta ahora se había aparecido estarossa, el menor de los tres y quien hipotéticamente es el más despreocupado de los hermanos.
-¿Y tú en dónde estabas? Sabes muy bien que debes estar en el templo en casos de emergencia.
-Solo caminando por ahí. ¿Y meliodas?- Zeldris suspiro con pesadez y se lo dijo con preocupación.
-Está acostándose con la esposa de un campesino.
-Uy que cosa.- Se escuchaba a lo lejos los gritos de desesperación de la mujer.- Parece que a ella no le gusta.
-COMO LE VA A GUSTAR ESO, DIME ESTAROSSA.- Comentaba con enojo.
-Jeje, perdón.
-Bueno... es mejor ir a nuestros respectivos cuartos porque hasta ahora meliodas está ocupado. Espero que no te vuelvas a escapar ross.
-Si si, lo prometo- estarossa es un hombre alto y muy musculoso de piel un bronceada. Claro que comparte algunos aspectos con sus hermanos solo que la estructura de su cara es de un hombre más mayor.
-Eso espero, ya puedes irte.
¿Cómo podrían cambiar la actitud de aquel rey? Unos simples príncipes no podrían hacerlo cambiar de opinión ni siquiera hablarle del amor.
***
Entre todas las rosas rojas había una en especial que era blanca, que reflejaba pureza y perfección, pero no era cualquier rosa, era una brillante y con un olor especial que atraía fácilmente, la cual el sol siempre le ponía su atención. Bailaba con alegría y delicadeza mientras las abejas y mariposas la seguían como su favorita. Aquella rosa era tan especial que cualquier persona no podía tocarla. Según las diosas del templo de Bahoman, la rosa blanca de su jardín solo puede ser tocada por aquellos seres divinos, los dioses. Su creación fue gracias a una bellísima diosa albina que le encantaba bailar por encima de las aguas cristalinas que había en el jardín, su belleza y vivacidad hizo que una de las rosas de color rojo del jardín se atrajeran y ella tuviera la oportunidad de besar una, dándole así el hermoso color blanco y su toque especial. ¿Pero que le paso a esta bella diosa? ¿Fue secuestrada? ¿Asesinada? ¿O realmente se escapó?
-Oh querida zaneri que haremos ahora que el rey de Uruk no vino a la fiesta.
Hay estaba una de las jefas del templo, pero ella no era exactamente una diosa, era una druida, la que protege el templo de cualquier mal o semejanza que se aparezca en el lugar. Era una chica bajita, delgada, con cabello pelirrojo trenzado y llevaba un vestido no tan revelador corto de color amarillo. Su personalidad es muy divertida y juguetona, dándole buenas vibras a la gente que viene al templo.
-No sé qué voy a hacer. El debería estar aquí, DEBERIA.
La otra era una réplica exacta de su hermana pero solo con la diferencia de que su cabello es castaño. Su actitud y personalidad posteriormente es tranquila y muy seria pero cuando se trata de un hombre que la encanta, no hay nadie más grosera y desesperante que ella.
-Fresca hermanita que él es nuevo en el mundo de la realeza, toca darle tiempo. Mientras tanto disfrutemos de la fiesta sin problemas.
-Ash.- Respondió con fastidio.
-Pero no sabes bien quién es ¿verdad zaneri?
-Y eso que, para eso era la fiesta para conocerlo.
-Mira, según dicen que fue elegido por los dioses, dándole gratitud y grandeza para desempeñar el papel de líder. Pero los rumores cuentan que es una persona amargada e iracunda que heredó de su padre. ¿Sabes cómo lo llaman hermana?- Zaneri nunca le había puesto atención a lo que decía Jena pero esta vez fue la excepción. Su curiosidad era tanta que hasta se mordía el labio por saber más. Asintió al instante y su hermana mostro una sonrisa juguetona.- Lo llaman Meliodas el dragón de la ira.
Hello, buenas noches queridos polluelos, aquí apareciendo de nuevo con la historia ya reescrita como les prometí, quedo mejor que antes, estoy orgullosa de esto ≡(▔﹏▔)≡
Gracias por ver.
De su tía palomera.
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