Las primeras dos noches que sucedió, Maymay se despertó un poco aturdida, confundida y sonrojada.

Recordó un cofre en el que estaba presionado su rostro, grandes brazos envolviendo su cuerpo y el tentador olor a café que parecía emanar de él. Recordó vagamente haber olido ese cofre misericordioso sin vergüenza, pero solo porque ya estaba frente a ella, y el café había sido muy tentador en estos días.

Pero cada vez que pasaba unos momentos más en la cama para colocar una cara en el cuerpo que le recordara las mañanas, solo quedaba gwapo y mabango en los labios.

En la tercera noche, Maymay se despertó con el corazón latiendo como un tambor cuando la persistente sensación de manos delicadas ahuecando su rostro y una mirada que la mantuvo en su lugar fueron las últimas imágenes que se desvanecen de estos cuentos de hadas nocturnos. Debió haber estado esperando ser besada porque se encontró con la barbilla en el aire, los labios ligeramente separados y olfateando un olor que no estaba allí. Cuando su corazón finalmente encontró la calma, se quedó anhelando una bocanada de café y su calidez.

Maymay dejó de tomar café después de esa breve estadía en el hospital debido a la hiperacidez. Fue un desafío durante las primeras mañanas, tratar de desaprender algo de lo que su cuerpo se había vuelto dependiente, especialmente al comenzar la universidad, pero siempre hay alternativas, por lo que se las arregló sin eso. Sin embargo, todavía lo ansiaba de vez en cuando, especialmente cuando Milo y las conversaciones no eran suficientes. Había estado limpia de café durante tanto tiempo que su cuerpo debía estar enamorando a su subconsciente.

Además, no ayudaba que Edward siempre oliera como una persona cuyo pasatiempo secreto era derramar café en su camisa. Él estaba con ella todos los días, y todos los días ella comentaba sobre esto, y más a menudo después de esas noches. Y todos los días simplemente se reía de ella, llamándola loca, pero eventualmente descartaba su asombro.

Edward era un gran fanático del café, pero ¿los sueños? No tanto. ¿Sueña con triunfar en el mundo del espectáculo como actor o ser un novelista publicado, sí (y Dios no quiera que todos sean en su día de vigilia), pero los sueños de Freud-Jung-psych sueñan? No. Así que lo divirtió aún más cuando Maymay comenzó a relacionarlos a ellos, a él y a su pareja habitual después de que accidentalmente se topó con él una mañana.

En realidad, no es una gran sorpresa que haya aparecido en sus sueños, ni siquiera podía contar las veces que ella estaba en los suyos. Nada inapropiado, nada fuera de lugar como amigos (eso sí), pero ella había sido un encuentro frecuente. Al igual que sus mentes, sus sueños también deben estar sincronizados. Probablemente estarían atrapados el uno con el otro por un tiempo, en sueños y en la realidad, les guste o no. Después de todo, se habían firmado contratos.

Entonces, para darle vida a los días, Edward se entretuvo aún más con un experimento.

Entre las tomas y el tiempo de inactividad, una de las habilidades requeridas para ser un animador es entretenerse del aburrimiento. Hay mucho por descubrir del mundo, pero ¿por qué ir tan lejos cuando tu mejor amigo está al alcance de la mano para bromear y reírse? Por lo tanto, cuando Maymay abrió el día con sus charlas habituales sobre la vida y más allá de lo que él podría comprender sobre la cabeza de una fangirl mientras la cafeína no ha alcanzado realmente su función óptima en su cuerpo, de alguna manera, en ese estado borroso, podría haber escuchado un ¡timbre! en su cabeza.

En la quinta noche del episodio del sueño con el que Maymay se estaba sintiendo poco a poco cómoda, la besaron.

Era una humedad de los labios en la frente, un poco tímida de lo que esperaba en realidad, pero había pasado un tiempo desde que experimentó esa dicha romántica, así que, ¿quién era ella para quejarse de eso, en realidad? No cuando está obligada a estar soltera durante los próximos dos años si quería florecer en la industria del espectáculo.