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6. Secretos

Plagg lucía demasiado nervioso, demasiado inquieto para el gusto del rubio, que no podía parar de mirar a su intranquilo amigo mientras daban un paseo por el parque de la ciudad después de una larga jornada escolar. Quería imaginar que había hecho, quería poner alguna clase de imagen en su mente sobre el comportamiento del más pequeño, pero no era capaz, no podía entender y todo porque debía ser algo muy importante como para que el kwami se sintiera tan nervioso sobre ello.

-¿Hay algo que necesites?-preguntó el ser de la mala suerte, mostrándose de malas con todo y todos. Si era sincero, incluso se odiaba así mismo en ese momento. Su tuviera uñas, se las habría mordido hasta la cutícula cada una de ellas.

-Eso fue muy grosero, Plagg.-lo reprendió el joven de cabellos claros, mostrándose muy molesto por la actitud de su amiguito. Aún cuando parecía que él había sido el responsable de algo malo, se desquitaba con él que no tenía ni idea de que pasaba.

Plagg dio vueltas en el aire, inquieto.-¿Que haremos, ahora que la niña que huele a pan sabe que eres Chat Noir?

Adrien caminó tranquilo por el parque, sonrió y de pronto su pequeña muestra de tranquilidad se volvió una cara de asesinato bestial.- ¿De que estás hablando?

El kwami se posó en su hombro, como la voz de su consciencia. Quería pretender una confianza que no sentía porque uno de los más grandes secretos de su dueño ya los sabía la muchachita. Y lo peor, es que no solo ese secreto debía saber a esas alturas, el diario de su muchacho tenía un montón de cosas vergonzosas escritas en él. Lo recordaba porque una noche de aburrimiento se había atrevido a leerlo. Si se portador no se enteraba, nada pasaría.- ¿Recuerdas tu diario?

Adrien palideció.- Es una agenda.

El pequeño le restó importancia.- Si, claro. Porque en las agendas hablas de tus sentimientos.-contestó condescendiente.

Adrien se agitó, quitándose a Plagg de encima.- ¿¡Que hiciste Plagg!?

Sus colmillos salieron en una carita asustada, porque su portador estaría furioso y seguro le quitaría el queso por el siguiente siglo. Solo podía recordar haber hecho algo tan malo con uno de sus portadores, y el chico ninja no le volvió a dar queso de calidad por un año. Ya se despedía mentalmente del Camembert.

-Tu dijiste que querías guardar tu libreta en la mochila, así que yo la guarde por ti. Pero no vi a la chiquilla fastidiosa que grita demasiado, y tuve que dejarla caer para que no me viera. Solo que no creí que caería en las cosas de la chica de colitas.

Adrien miró un segundo a su “amigo” y no pudo soportar más las piernas de lo temblorosas que las tenía. La cabeza le daba vueltas y sentía que en cualquier momento vomitaria de los nervios.- Le diste mi diario a Marinette.

-No se lo di, fue un pequeño infortunio del que podemos deshacernos si logras destruir sus memorias.

El blondo lo miró confundido.-¿De qué hablas?

-Nosotros, como los portadores de la destrucción, podemos deshacernos de todas las memorias que consideres un peligro para los ciudadanos. Hay cosas que es mejor mantener en secreto y por ello, puedes destruirlas.

-Enronces tú sugieres hacerle un super lavado de cabeza a mi amiga para olvidar algo que pudiste evitar.-arrancó el pasto debajo de él y se lo lanzó al ser mágico con furia.

Plagg gruñó,ñ.- Estoy dándote ideas, tu lo único que haces es quejarte.

-¿Quejarme?-gritó en un susurro el muchacho.- Te lo juro que si no hicieras cosas que están mal, yo no me quedaría. Estoy seguro que el kwami de Ladybug no es tan problemático como tú.

Plagg infló el pecho, sumamente indignado.- ¿Me comparas con ella? Es suficiente, me voy.

-Claro que no. Te quedas y me ayudas a recuperar la agenda.

Los enormes ojos del kwami brillaron emocionado.-¿Entonces lo haremos?

Adrien suspiró frustrado. Esta clase de cosas no deberías sucederle a él. No quería ser un cabron borra memorias pero Marinette corría mucho peligro sabiendo su secreto. Era demasiado importante deshacerse de toda esa información confidencial.

Se frotó los ojos. No se iba a perdonar nunca haber irrumpido en todo lo que la chica de coletas sabía, tan solo le hacía sentir mejor saber que no estaría expuesta.

Plagg rió maliciosamente mientras era tragado por el anillo. Tenía siglos que no contaba el secreto de su poder. La menos ahora lo podía usar para acercar a su portador y a la chica de Tikki.

¡Era un genio!

Es súper claro como mis amigos han influenciado mi gusto por describir a Plagg en situaciones inconvenientes para Adrien.
Sé que no subí nada Sábado y Domingo, pero el viernes les voy a tener capitulo triple, así que no se me enloquezcan.
Los quiero un montón.

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