Capitulo 68 "De nuevo en tus brazos"
Don y Meryl caminaban lentamente hacia la habitación, el corazón de ambos latían fuertemente aunque por diferentes razones, pero al final llegaron, Don abrió la puerta y la dejo pasar, el detrás de ella, Meryl suspiraba profundo, tomando valor, determinada a recompensar a Don por sus actos, dejo su bolso sobre una de las mesitas de la habitación y volteo lentamente para verlo, extendió su mano hacia él, para atraerlo hacia ella, quedando frente a frente, Meryl pego su rostro con el de su esposo, y murmurándole a punto de llorar comenzó a decirle de manera suplicante...
"dime que me amas, dime que me necesitas, dime que soy solo tuya, dímelo Don, dime que te pertenezco" Don empezó a darle pequeños besos por toda la cara y besando dulcemente las lagrimas que estaban corriendo ya por las mejillas de Meryl, con sus manos acariciaba sus mejillas al mismo tiempo.
"¿Qué pasa mi amor, sucede algo malo?, uhm" Don decía sin interrumpir el camino de besos.
"solo dímelo Don, repíteme que soy tuya, que me amas, necesito escucharlo"
"Lo sabes amor, te amo, te amo, te amo, te adoro, lo eres todo para mi, y eres mía, solo mía" Meryl comenzó a llorar mas, y trato de ahogar su sentimiento besando a Don, con desesperación, con necesidad de creer las palabras que él le había repetido. Don envolvió su cintura y comenzó a bajar las manos hacia su cadera, besándola con ternura y al mismo tiempo la pasión comenzaba a encender el fuego entre los dos, a pesar de todo la llama de su amor seguía encendida. Don comenzó conducirla a la cama en donde se fueron desvaneciendo, el quedando sobre ella, una de sus manos fue arrastrada por debajo de la blusa de Meryl mientras que la otra acariciaba suavemente su mejilla, Meryl suspiraba y alcanzo a decirle cerca del oído mientras el besaba su cuello "hazme olvidar, por favor hazme olvidarme de todo" Don se detuvo y la miro a los ojos con unas sonrisa sin entender a lo que se refería volvió a atrapar su boca en un beso, poco a poco Don fue desvistiéndola, Meryl cerraba los ojos, las lagrimas eran incontenibles, mientras el besaba cada parte de su cuerpo, de pronto Meryl se dio cuenta de que todos sus esfuerzos eran imposibles, no podía sentirse de Don completamente aun, de repente una imagen de todos los momentos hermosos don Don le vino a la mente, sus interminables noches de amor, el nacimiento de sus hijos, las tardes enteras abrazados en el sofá del salón viendo películas viejas, o simplemente hablando, sus días más tristes en que estuvo él a su lado, para sostenerla, en los más felices donde el compartía su alegría y le hacía ver lo orgulloso que estaba de ella, Meryl abrió los ojos y lo miro sobre ella, lleno de pasión, sus ojos expresaban la felicidad que sentía estando junto a ella, Meryl lo detuvo, y lo abrazo muy fuerte, sintiendo su calor sobre su cuerpo, Meryl lo separo ligeramente, y acaricio sus mejillas.
"te amo mi cielo, mi hermosa Mer... lo único que quiero es hacerte feliz" don dijo mirándola, al ver las lagrimas en los ojos de su esposa, Meryl se acerco para besarlo de la forma más dulce, sintiendo cada milímetro de sus labios, poco a poco fue haciéndose más intenso, Don deslizaba sus manos hacia su cintura al mismo tiempo que descendía sus besos a su cuello, de pronto fue como si volviera a ser la misma de antes, sintió ganas incontenibles de estar con su esposo de amarlo, ella ahora era quien lo acariciaba y desabrochaba su camisa, abriéndola completamente para acariciar su pecho, mientras, el seguía besándola y acariciándola sugestivamente, fueron deshaciéndose de su ropa, que ya estaba en el piso. Sus piernas estaba enredadas, con las del otro, sus caricias y besos recorrían sus pieles, no había parte de su desnudez que no acariciaran, sus manos no se mantenían quietas ni por un momento, sus labios conocían el camino hacia los rincones que llenaban de placer al otro, Don busco las manos de Meryl y las llevo hacia arriba entrelazando sus dedos, y colocándose sobre ella, Meryl se preparo para recibirlo, abriendo sus piernas con las que lo rodeaba suavemente, Don tomo sus labios entre los suyos y la embistió suavemente, Meryl emitían u n ligero y dulce gemido en el momento de sentirlo dentro de ella.
"oh si!... ooh" exclamaba Don moviéndose en un delicioso vaivén de caderas, y sintiendo los besos de Meryl en labios y mejillas. Y clavaba sus manos en su espalda, Don la tomo por la cintura y con maestría la movió para que ella quedara sobre él, siguieron moviéndose al ritmo de la pasión que los envolvía, el calor y el sudor eran evidentes en sus cuerpos, Meryl se agachaba para besarlo mientras el acariciaba la suavidad de sus pechos, y después decidía las manos hacia la suavidad de su parte trasera, presionándola más hacia él, para mayor profundidad en sus movimientos. Entre gemidos, besos y caricias ambos terminaron, exhaustos, Meryl bajo de Don y se recostó a su lado, el la rodeo por la cintura besando su hombro y deslizando su mano por su suave piel.
"es increíble 29 años y el sexo sigue siendo fabuloso" Don exclamo aun agitado, Meryl asintió y le dio un pequeño piquito y girándose de nuevo al otro lado.
Pierce había regresado de hacer unas compras por la ciudad traía las manos llenas su cara llevaba un gesto serio, esta vez no sonreía a nadie que se le cruzara, se dirigió a su habitación, coloco en el piso las bolsas para sacar la llave, le fue inevitable mirar hacia la puerta de Meryl, el letrero de "No Molestar" estaba en la puerta, nada podría explicar el dolor que sentía, entro rápidamente y aventó sus bolsas, necesitaba algo fuerte que le diera fuerzas o valor para seguir adelante, se sirvió un poco de coñac y se lo bebió de un solo trago, se sentó en uno de los sofás, agachado y mirando hacia el suelo con su vaso en la mano, miro sus bolsas, y que hacia estas, comenzó a sacar el contenido de una de ellas, era unas pinturas de oleo, los colores primarios, unos cuantos pinceles de diferentes grosores, un lienzo, saco punta a un lápiz y sobre sus piernas comenzó a dibujar, de repente interrumpía para beber mas coñac, las lagrimas salían de sus ojos, haciendo que su vista se nublara y no poder continuar, las borraba y seguía concentrado, ligeras sonrisas le salían. Perdió la noción del tiempo dibujando, cuando se dio cuenta estaba listo, entonces comenzó a darle color, era como si el pincel supiera de memoria lo que debía a hacer y es que lo que Pierce estaba creando era demasiado familiar, cada línea, curva, matiz, Pierce sabia como hacerlo, solo solía hacer pinturas en los momentos más felices o más tristes de su vida y este era definitivamente uno de los más tristes, su hobbies se había convertido en una forma de desahogo, tenia pinturas de Keely, de sus hijos, de el mismo, pero sin duda ninguno tenía tanto significado como el que estaba haciendo.
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