Ho Ho Ho
Es Navidad otra vez, ese muy especial momento del año.
Si bien es el momento para que la familia y amigos estén reunidos y se den obsequios, para otros es el momento de colgar en los pasillos las ramas de muérdago.
Así que aquí estoy en la noche de navidad con. . .
— ¡AH! ¿E-En un lugar como este? ¿Estás seguro? — Los gemidos no paraban de salir de su boca — ¿Qué pasa si nos encuentran? — siguió diciendo mientras seguía sintiendo el movimiento dentro de su cuerpo.
. . . mi yo virgen.
Pero estoy bien así, estoy teniendo un excelente momento justo ahora.
— ¡¿A QUIEN TRATO DE ENGAÑAR!? ¡NO ESTOY PARA NADA BIEN! ¡ESTO ES LO PEOR! — empezó a lloriquear porque en definitiva no había ningún ardiente novio que se lo estuviera follando hasta derretirle los sesos y en verdad estaba completamente solo la noche de navidad, acostado en su sofá frente a la chimenea, con su mullido suéter, sus medias gyaru y un pequeño dildo azul metido en su trasero.
Siguió llorando su desdicha hasta que escucho una explosión en su chimenea y toda la sala se llenaba de humo. Con la poca visión que la nube de humo le daba logro divisar una enorme sombra que casi provoca que se le salga el alma por la boca y cuando el humo por fin se disipo logro ver a un fornido y alto hombre de cabello platinado casi azul con un muy sexy traje de Santa justo frente a él.
El hombre al notarlo le dio una sonrisa seductora y se acercó a su cuerpo en el sofá y con todas las libertades del mundo tomo el dildo que seguía incrustado en su trasero y empezó a sacarlo y meterlo a un ritmo salvaje que le hizo doblar los dedos de los pies y gritar de placer.
— ¿Es esto un sueño? — pensó ya que era completamente imposible que un muy atractivo extraño estuviera en su casa haciéndole cosas indecentes, pero toda línea de pensamientos se cortó cuando el desconocido se bajó los pantalones y dejo su enorme pene frente a sus ojos, le sacaba el dildo y lo remplazaba por sus dedos que hasta hace unos segundos estaban enfundados en un guante rojo.
Sus ojos se abrieron y sintió sus mejillas arder al tener a escasos centímetros de su cara ese bonito y grande miembro, con el deseo de saber su sabor paso la lengua por el glande a modo de reconocimiento. Tomando algo de valentía y metiendo unos mechones rebeldes de su rojo cabello tras su oreja abrió la boca para dejar entrar ese enorme trozo de carne.
Siguió subiendo y bajando llenando de saliva ese miembro, soltando gemidos mientras aun sentía los dedos en su interior cuando de un momento a otro ese ardiente santa lo alejo de su fornido cuerpo y con sus grandes manos posiciono su pecho contra el respaldo del sofá y dejaba que sus rodillas reposaran en los asientos. Le separo las piernas, le dio un beso en la espalda baja y con una sensual mirada acompañada de una sonrisa ladina, ese Santa lo penetro.
No pudo evitar gemir, estaba pasando, finalmente estaba pasando. No le importo perder su virginidad con un muy atractivo y desconocido Santa mientras le siguiera dando placer de esa manera. Sus brazos empezaron a doler ya que el Santa lo tenía agarrado de las muñecas jalando sus brazos como punto de apoyo para dar sus embistes, Santa pareció notar su incomodidad porque cambio posiciones sentándose en el sofá y llevándoselo a él consigo haciendo que su espalda quedara sobre ese sudoroso y gran pecho.
La posición era más cómoda para ambos, él se encargó de marcar el ritmo con sus caderas mientras recibía besos en el cuello, gemidos graves en su oído y sentía esas enormes manos tocando su cuerpo. Estaba tan cerca, podía sentir como su orgasmo se formaba en su vientre y Santa también ya que empezó a masturbar su olvidado pene haciéndolo venir en un muy sonoro gemido para luego sentir como se venía dentro de su cuerpo.
Completamente agotado y satisfecho su cuerpo cayó en la alfombra y se dejó vencer por el cansancio, no sin antes sentir el beso en su mejilla y las palabras en su oído que le dejaron una sonrisa en sus bonitos labios antes de caer dormido.
— Volveré el próximo año.
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