XXVII ⸺ Orett
Los primeros rayos del sol no habían despuntado aún en la mañana, pero yo hacía rato que estaba en pie.
Estaba terminando de vestirme, asegurando bien la lazada de mis botas, las cuales iban necesitando algún remiendo.
Me erguí para luego terminar el té que quedaba en la tacita que había sobre la mesa del centro del hogar.
Con cuidado de no hacer ruido, cogí mi jubón y me encaminé a la puerta.
━¿Te marchas ya?
━¡Maldita sea, Rolan!━ grité asustada dejando caer mis cosas al suelo, para luego girarme hacia él.
Este carcajeó echándose el pelo hacia detrás para apartarlo de su rostro.
━Perdona, no quería asustarte━ dijo aún riendo.
━Se te ve enormemente arrepentido━ inquirí molesta mientras recogía mi jubón.
Se acercó a mí para revolverme el pelo levemente.
━Que tengas un buen día.
Resoplé para luego esbozarle una leve sonrisa antes de salir por la puerta.
Cogí una bocanada de aire al notar la brisa mover algunos mechones de mi cabello, y tras agarrar con firmeza el asa de mi jubón, puse rumbo a mi destino.
Era mi tercera semana trabajando en los establos del rey.
Tras pensarlo detenidamente y hablarlo con Rolan, decidimos darle una segunda oportunidad a este lugar.
No fue una decisión fácil, ya que ninguno de los dos nos habíamos ido de aquel lugar con un buen sabor de boca, y no sabría decir que fue lo que me impulsó a querer volver, pero había algo dentro de mí que me decía que Camelot era donde debía permanecer, al menos por ahora.
Así que acepté la oferta de Uther de trabajar en los establos reales, y con la ayuda de Gwen, Rolan consiguió un puesto en la herrería que llevaba el padre de la doncella.
El trabajo no me desagradaba.
Los caballos siempre me fascinaron cuando era más joven, y solía acompañar a mi padre siempre que podía cuando él se encargaba de los establos del rey, por lo que la mayoría de las tareas y los instrumentos de montura y doma no me eran desconocidos.
Merlín solía venir a verme cada mañana antes de ir a los aposentos de Arturo, y traía consigo algo de fruta, o puede que si había tenido suerte y en las cocinas no había nadie vigilando, algún dulce de las sobras de la cena.
Tenerle por allí me hacía los días más amenos, ya que por lo general solía pasarme el día sin mediar palabra con nadie, a no ser que me cruzara con Gwen.
En lo que respectaba al príncipe, no había vuelto a cruzar palabra con él desde el día que el rey me invitó a cenar con ellos.
Le había visto un par de veces por palacio, o cuando él y su padre bajaban a los establos a recoger sus caballo para alguna mañana de caza.
Lo prefería así.
No sabía muy bien como sentirme por haber vuelto a Camelot, y lo que menos necesitaba era tener que preocuparme también de mantener las apariencias con Arturo y fingir que no estaba increíblemente incómoda cuando Uther o él estaban cerca.
Llegué a la entrada de los establos para encontrarme al ayudante del galeno esperándome.
━Qué madrugador━ dije esbozando una tenue sonrisa al verle.
━Tengo que pedirte un favor, en el caso de que no estés muy ocupada━ se rascó la cabellera levemente.
━Soy toda oídos━ inquirí mientras ingresaba en los establos para dejar mis cosas y asegurarme de que todos los animales estaban bien.
━Gaius me ha pedido unas hierbas que venden en uno de los puestos del mercado, y me preguntaba si...
━Quieres que te ayude a cargarlos, ¿verdad?━ pregunté alzando una ceja.
━Por favor.
Reí a carcajadas.
━Está bien, déjame poner agua y heno a los caballos y nos vamos. Terminaré mis tareas cuando volvamos.
━Gracias, Vanya, de verdad. Te debo una enorme━ dijo el muchacho alegremente.
Partimos hacia el mercado cuando la ciudad entera comenzaba a llenarse de vida.
Las doncellas de palacio habían salido ya a sus quehaceres, las cocineras, cesta en mano, caminaban junto a nosotros hacia los puestos que habría esa mañana para reabastecer las despensas de palacio y ver que productos nuevos ofrecían los mercaderes. Los niños correteaban curiosos por los diversos puestecitos de baratijas y juguetes, y algunos rogaban a sus madres para poder volver a casa con alguno de ellos.
El olor a pan recién hecho y a carne siendo cocinada llenaba las calles de Camelot aquella mañana.
━¿Vanya?
Volví la cabeza bruscamente hacia Merlín.
━¿Me estabas escuchando?━ el moreno arqueó una ceja mientras se cruzaba de brazos.
━Eeem...¿si?━ respondí mientras notaba el calor acumularse en mis mejillas.
Este rió mientras negaba con la cabeza.
━No sé como puede gustarte tanto el mercado, siempre te obnubilas cuando venimos.
━Perdona...━carcajeé levemente━ No sé, me recuerda cuando era niña... Nostalgia, supongo.
Merlín esbozó una leve sonrisa.
━Creo que el puesto del boticario está en ese lado━ indicó alzando la mano.
Asentí y nos encaminamos a buscarlo.
Merlín llevaba diez minutos tratando de regatear el precio de las hierbas que Gaius le había encomendado traer, pero el comerciante era testarudo, y aseguraba que aquellas plantas eran difíciles de encontrar, por lo que el precio de estas era mayor que de costumbre.
Dejé escapar un tenue suspiro mientras mis pies comenzaban a alejarse de ellos para recorrer algunos de los puestos que había limítrofes al del boticario.
Pasé junto a los orfebres, que mostraban con orgullo sus creaciones aquella mañana.
Aquellos objetos me recordaron a mi madre, y un sabor agridulce se apoderó de mi paladar.
Tragué saliva para deshacer el nudo de mi garganta mientras seguía caminando por el mercado, procurando no alejarme demasiado del moreno, que, si volvía la vista atrás, podía ver como seguía negociando con el viejo boticario.
Me sonreí mientras mis ojos volvían al frente para notar como alguien chocaba conmigo.
Bajé la mirada y topé con una niña, de cabellos castaños oscuros, de orbes azules y tez pálida.
━Disculpe...━ la pequeña me miró unos segundos para luego apartar la vista de mí rápidamente.
Alcé una ceja.
━No pasa nada━ respondí con amabilidad.
Esta alzó la mirada con timidez.
Pude apreciar algunos raspones en su rostro, y algunos morados en el trozo de su antebrazo derecho que sus ropas no llegaban a cubrir.
━¿Te encuentras bien, pequeña?━ pregunté al ver estado intranquilo de la niña.
Esta asintió rápidamente.
━¿Te has perdido?
Negó con la cabeza.
Me mordí el interior de la mejilla. Algo le preocupaba, todo su cuerpo me lo decía aunque ella no hubiera mediado palabra.
━¡Orett!
Alcé la vista rápidamente al mismo tiempo que notaba a la castaña dar un respingo.
Mis ojos dieron con un hombre que se acercaba a nosotras a paso ligero, con semblante serio.
Llevaba un delantal de colores oscuros cubierto de harina. Corpulento, de cabellos negros, largos que llevaba recogido en una coleta bastante precaria y con las raíces grasas. Los orbes azules, iguales que los de la pequeña.
━¿Qué te tengo dicho de alejarte demasiado de casa?━ dijo agarrando a la menor del brazo con brusquedad.
━Lo siento...━ musitó ella en un susurro.
El varón fijó la vista en mí, escudriñando cada centímetro de mi cara minuciosamente, para luego volverse y arrastrar a la pequeña consigo.
Me quedé mirando como ambos se alejaban notando como una desagradable sensación se apoderaba de mí.
Dejé escapar un leve suspiro mientras me recolocaba un par de mechones tras la oreja.
━¡Vanya!
Giré sobre mis talones para toparme con Merlín portando dos pesados sacos de esparto repletos de hierbas fuertemente olorosas.
━¿Dónde te habías metido?━ preguntó curioso.
Negué con la cabeza.
━Perdona, me distraje con los puestos━ respondí cogiendo uno de los sacos━ ¿Nos vamos ya?
Este asintió.
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