Primer Giro
Una joven pelirroja, acababa de despertar. Era un lunes, el día que mas odiaba, pues todavía quedaban cuatro días en la escuela antes de poder salir de ella otra vez. Se sentó en su cama y bostezó mientras se estiraba. Se levantó con pereza y se empezó a vestir. Y como era de esperarse unos golpes se escucharon de la puerta.
-¡¡Mérida, ya despierta!! -dijo su madre, Elinor, sin dejar de golpear la puerta.
-Estoy despierta -en cuanto termina de decirlo los golpes paran y escucha las pisadas de su madre irse. Se termina de vestir y controla su cabello para estar en dos largas trenzas que llegaban hasta su cintura. Se vió en el espejo una vez mas y con el mismo deseo de ser alguien mas. Acerco temblorosamente una mano a su cuello. Puso su mano alrededor de él, cómo si se estuviera ahorcando a si misma. Una lágrima corrió por su mejilla y la secó rápidamente.
Bajó las escaleras rápidamente y me encuentro a mis padres y hermanos desayunando. La ignoran, como siempre. Ella se hace sola el desayuno y se va caminando a la escuela.
En el camino vió un poster gigante de una cantante famosa de su misma edad. Ella se llamaba Ariel y tenía una voz bellísima. Mérida se puso a cantar un poco aprovechando que nadie la veía. Pero paro después de unos instantes.
"Canto horrible" pensó para si misma y cuando menos los supo ya estaba frente a la escuela. Entró y vió a un grupo de chicas rodeando a un chico de años mayores que ellas. El chico se llamaba Hiccup Haddock, famoso y el mas popular y guapo de toda la escuela. Trataba de abrirse paso, pero en una de esas una chica le dió un golpe en la columna tan fuerte que la dejó en el suelo.
-¡Fijate por dónde caminas pelo de repollo! -dijo otra chica, Heather. Ella se levantó con prisa, sintiendo una mirada sobre ella, iba a voltear pero pensó que sería Heather, asi que la ignoró.
Fue a su clase y tomo asiento hasta atrás. Una chica, Astrid apoyó sus manos en el escritorio.
-Hola, Mérida, ¿buen día? -ella iba a responder, pero Astrid la interrumpió y se hacercó a ella para susurrarle en el oído de manera que solo lobescucharan ellas dos-. ¿Trajiste mi tarea?
Mérida no dice nada, solo saca unos cuadernos de su mochila y se los entrega a Astrid.
-Así me gusta, Mérida, sigue así -y tras decir esto la deja.
Las clases acabaron después de unas horas, en algunas ocasiones Mérida sintió como si la observaran, pero siguió ignorando la sensación.
Iba saliendo de la escuela cuando siente cono la impactan por la espalda, dejándola en el suelo. Mira de dónde vino el golpe y se encuentra con Astrid, Tooth y "Ella". Traga saliva.
-¿Nos ves la cara de idiotas, Mer? -dice Astrid. Mérida niega con la cabeza temblando. Siempre ha sentido temor por esas chicas. Astrid saca un cuaderno y le muestra el 8 en su tarea, la que Mérida hiso.
-Y-yo no ten-nía id-ea -dijo Mérida levantandose.
-Bueno, parece que la chica torpe ha vuelto a fallar -dice Astrid, que le da un fuerte golpe a Mérida en el abdomen, lo que la deja arrodillada en el suelo.
-Hay, Méridesita -"cuanto odio ese apodo" pensó Mérida-. Si tan solo valieras la pena por que, ¿de que sirve una persona que falla? Ya sabes que hacer -Esto último se lo dijo a ella.
Ella se acercó con una mirada indiferente, no mostraba lástima, dolor, vergüenza o remordimiento. Ella le dió un golpe a Mérida. Ella. La que una vez había llamado amiga, en la que había confiado, en la que había creído que nunca se iría de su lado.
"Que equivocada estaba" pensó Mérida en lo que recibía una patada de ella en el mentón y pronto las tres chicas golpeaban a Mérida sin compasión.
"¿Cómo un ser humano puede ser capaz de dañar a otro de esta manera? Se debería tener un alma muy fría y oscura para esto" piensa y siente como la agarran del pelo y la jalan.
-Mer, creo que necesitas un corte de pelo... -dice Astrid, que jala una trenza de Mérida, la cual esta gritando y llorando y la corta. Golpean su mochila y la dejan en el suelo. El suelo, justo donde ella ya sentía que pertenecía. Las lágrimas caían sin control.
-Oye -una voz desconocida le dice. Ve borrosamente, gracias a las lágrimas, una mano que se extiende a ayudarla. Ella la acepta temerosa, de que por ejemplo la empujara o le hiciera algo después de haberla levantado.
-¿Estas bien? -pregunta la persona. "Hombre, supongo" dijo Mérida.
-Creo aún no. Aún no veo el propósito de esto -"quisiera dejar de respirar" pensó para si misma.
-Si necesitas algo, dime, ¿de acuerdo? -le dijo el joven. Sin siquiera saber quien era ella asintió-. Te acompañaré a tu casa.
No, ella no quería, no quería que pensaran que era débil y por eso encontró a alguien con quien esconderse. Negó al instante.
-N-no te molestes. Y-yo pued-do ir -dijo ella, las lágrimas no paraban de bajar.
-No te lo pregunté -dijo él. Iba a replicar, pero me tomó del brazo y me jaló-. ¿Dónde vives?
Ella no podía hablar, asi que sacó un papel y escribio con letra temblorosa su dirección. No podía hablar, y aunque quisiera, no quería.
Y asi ambos se fueron caminando, ella sin saber quien era él, y él sin siquiera saber el nombre de ella.
Me encantaría decir que Mérida paró de llorar, se tallo los ojos y conoció mas al chico. Sin embargo, no fue así. Ella no paró de llorar, y él no le habló ni preguntó nada por miedo de lastimarla o hacer incómoda la situación.
Es una pena.
Después de un tiempo, estaban a solo escasos pasos de la pequeña casa de la pelirroja.
-Ahí e-esta mi ca-casa -dijo señalando temblorosamente.
-Te veré entrar y después me iré -le dijo el joven. Ella asintió y avanzó con pasos dudosos hasta su casa. Abrió la puerta y antes de entrar, movió su mano de un lado a otro para despedir al chico. Que se fue una vez que la pelirroja cerró la puerta.
Mérida se recargó en su puerta y se llevó una mano al pómulo; estaba sangrando. Rapunzel, su mejor amiga casi hermana, estaba ayudando recogiendo un par de cosas.
Rapunzel era una rubia ojiverde, la mejor amiga de Mérida desde los tres años. Pero la sacaron del jardín de niños así que no pudieton seguir en contacto. Mérida entró a la misma primaria, secundaria y preparatoria que ella, pero su amistad de mejores amigas se creo en primer grado de secundaria.
Rapunzel era bonita, dulce, divertida y atlética. Muy buena en deportes, en especial basket. Pero había algo que desde siempre había desconcertado a Mérida: a pesar de poder tener la amistad de otras chicas mas bonitas, populares y demás, (Astrid, Heather, Blanca Nieves, Ella) con mas gustos en común, eligió estar de su lado. Desde entonces Mérida tiene miedo de que algún día la lastime y la deje.
Al fin y al cabo, es su única amiga.
-¡Mérida! -exclama su mejor amiga, al verla llegar con parte de su cabello cortado y golpeada. Ella siempre fue y ha sido bonita, atlética, talentosa en el dibujo, divertida, dulce.
"No le afectaría si me voy" pensaba Mérida dejando que Rapunzel la examinara "Ella tiene todo lo que un hombre quiere, si le importó, llorará, pero me olvidará con el tiempo... Y no interferiría en su vida perfecta"
-¿¡Que te pasó!? ¿¡quien te hiso esto!? -exclamó Rapunzel mirando los moretes y cortes de Mérida.
-Calma, Punzie -dijo Mérida restandole importancia. Solo podía hablar de esa manera con Rapunzel-. He llegado peor otras veces.
-¡Dime quien fue o, o... Le diré a tus padres! -dijo ella.
-Adelante. Díles. Al fin y al cabo, solo se preocuparán enfrente tuyo. Cuando te vayas será igual que siempre. No les importo -dijo Mérida. Pero pensó: ¿era verdad? ¿y si no la querían? Ni ella quería creerse sus propias palabras.
-No es verdad. Si no, no te hubieran dado la vida. Te aman, aunque no lo demuestren mucho -dice Rapunzel mirándome. Mérida trato de creerse esas palabras. Era difícil pero lo logró-. Te hise la comida, si necesitas algo llamame. Tengo que ir a clases de Basket.
Mérida se fijó en ese instante que esta con su ropa deportiva. Toma su mochila, o como le llamamos "morral" y antes de salir.
-Mer -la llama en lo que se sentaba para empezar con la tarea, o mejor dicho "tareas"-. Cuando vuelva, quiero encontrarte en perfectas condiciones, ¿okay? -dijo Rapunzel. Ese siempre fue y ha sido el miedo de Rapunzel. Irse por algo, volver, y que el corazón de Mérida no esté latiendo mas. Mérida asintió y Rapunzel dudosa se fué.
"Cometí otro error" dice recordando las palabras de Astrid, y el peor pensamiento cayó en su cabeza.
"Debo volver a girar"
Se levantó antes de siquiera empezar con las tareas y tomó su fragmento de cristal.
Subió las escaleras y puso su cabeza en el piso y después se empujo, girando en el piso una, dos, tres y cuatro veces. Después de haber girado se encerró en el baño. Alzó su manga y junto a cicatrizes y heridas sanando. Hiso uno, dos, tres, cuatro cortes. Las lágrimas se mezclaban con su sangre. Una vez de haber terminado. Salió de ahí y se limpió la herida y empezó con sus tareas.
Después de entre media y una hora terminó y tomó su libro favorito, "Cuatro". Se sentó y se puso a leerlo. Le gustaría poder salir, como lo hiso el personaje, encontrar a alguien... Pero son sueños inalcanzables para ella. Lágrimas caían por su rostro. Por eso amaba a ese personaje, se identificaba demasiado como para no leerlo. Después de leer un poco escuchó como Punzie llegaba. Al verla soltó un suspiro.
-Hola, Mer -dijo y se sentó a su lado. Vió el título del libro. Sonrió-. Estas obsesionada con el hombre.
Rió.
Las dos jovenes se la pasan platicando un poco. A Rapunzel le gusta un chico un año mayor que ella, llamado Jack Frost. Mérida a escuchado que es un buen chico. A Mérida, por el otro le gusta un chico que se llama Bill, tiene otros amigos: Wee y Félix. No la aprecian, a pesar de que ella quiere ser como ellos. Como él. A pesar de que son cortantes y groseros con ella, ella aún los quiere. Aunque no sabe por que.
Rapunzel se va cuando los padres de Mérida llegan. Mérida sigue leyendo de nuevo, sin prestarle atención a sus padres, que checan sus boletas.
-¡Mérida Jolene! -la llama su mamá. Ella siente un escalofrío correr por su espalda. Siempre le tuvo miedo a sus papás. Se levanta y va con ellos, pero esconde el temor.
-¡¡Tus calificaciones, bajaste 6 décimas!! -exclaman.
-Lo siento mamá, papá. Lo haré mejor la próxima vez -"si es que hay próxima vez". Pensó.
-¡Tienes que dar lo mejor de ti! -dice Fergus DunBroch.
-¡Siempre lo hago! -exclama Mérida.
-¡Nosotros nos matamos cada día, ¿¡Para que?! ¡Para darte una eacuela donde lo mínimo que debes hacer es esforzarte al mácimo! -dice su madre.
-¡Lamento no ser perfecta! -gritó, y justo cuando se dió cuenta de lo que hiso su padre ya la había agarrado de los brazos. Mérida se retorcía como pez fuera del agua para librarse de el agarre de su padre, pero él era mas fuerte que ella. Tomó el cinturón y le pego con fuerza, lo que hiso que las lágrimas saltaran de los ojos de Mérida. Se vió el codo; estaba sangrando, su padre la había herido. Se levantó y los miró con odio.
-Los odio... -dijo Mérida mirándolos con odio puro.
-¿Que? -dijo su madre.
-¡Los odio! -dijo ella en voz alta. Su madre ya había alzado la mano, dispuesta a pegarle.
Debo decir, que Mérida habría preferido la cachetada debparte de su mamá antes de lo que vino a continuación.
Su padre se puso enfrente de su madre. Pero mirándo a Mérida. La señaló.
-¿Sabes que? Eres una malcriada egoísta y creo que es por eso que no tienes amigos.
Los ojos de Mérida se llenaron de lágrimas y salió corriendo del salón en el que se encontraba. Llegó a su cuarto y enterró su rostro en su almohada y soltó las lágrimas. No creyó que serían capaces de decirle algo asi...
-Todo lo que quiero es no cometer errores -dijo ella. Agarro su almohada y la abrazó. No se sentía tan sola. Quería a alguien con quien hablar, pero seguramente Rapunzel ya estaba dormida. Solo le quedaba su mente, y la mentira que vivía por ella.
-Quisiera dejar de respirar... -dijo y después de dar ese deseo, se entregó a brazos de morfeo.
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