
-Capítulo 23-
-Hicc- me llamó Mérida. La miré- ¿Lo conoces?
-No... no lo se- niego varias veces, juraría que el si sabe, solo que es un cobarde.
-¿Quieres contármelo?
-N- no aquí- susurré. Asintió y caminamos un poco mas, tome a Chimuelo y la seguí.
Fuimos a un lindo lugar donde había pasto y un árbol donde refugiarnos del sol.
Ella me miró y esperó a que yo decidiera hablar,
-Una noche desperté a causa de una pesadilla y escuché una conversación entre mi madre y Gothel, una mujer de un gran corazón. Las dos hablaban sobre un tal Estoico, Estoico Haddock. Gothel le decía que el jamás vendría por ella. A mi mamá pareció afectarle, ella creía que nos iba a sacar. Claro que me hizo olvidar aquella conversación y agradecía que no escuché otras cosas... El amo se burló de ella, le decía "señora Haddock" y yo seguía sin entender, porque el tal Estoico solo era su amigo o algo así.
Solté un bufido.
-¿Y no sabes como es?
-No... pero se que el sabe algo, lo vi en su mirada. Quisiera haberle pedido explicaciones... pero... ya no importa- recargué mi cabeza en el tronco del árbol y cerré mis ojos, aclarando mi cabeza, o al menos eso pretendía.
-Tu madre pudo estar enamorada de el ¿no?
-¿Y porque no me lo dijo?
-¿Cuantos años tenías cuando descubriste eso?
-Siete.
-No lo comprenderías a esa edad.
-No, no lo creo. Y no se porque se alteraba de que yo supiera algo- hice una mueca- ¡Agh!- tomé mi cabeza entre mis manos.
-Te ayudaré a descubrirlo.
-¿Juntos?- pregunto.
-Juntos.
Sonrío.
-O-oye M-Mérida... puedo... amm
-¿Que quieres pequeño?
Me quedé en shock unos instantes, hacia mucho que alguien no me llamaba así.
-¿Dije algo malo?- me miró preocupada.
-N-no, no claro que no solo que... así solía llamarme mi mamá.
-¿Te molesta?
Negué con una pequeña sonrisa para tranquilizarla.
-Me gusta.
-¿Que querías pedirme?- dice con una sonrisa naciéndole.
-¿Crees... si quieres... podrías... amm... podría volver a... a besarte?
Me sonrió con ternura.
-Eso no se pregunta- se acercó más a mi- solo lo haces y ya- la tomé delicadamente del rostro y junté sus labios con los míos. Esta vez, Mérida dejó que yo le guiara, fui algo torpe pero creo que fue lindo. El roce de sus labios con los míos me hacía sentir cosas raras en el estómago y que mi corazón latiera mucho más rápido.
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