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El frío aire entra por mi ventana haciendo saber que el nuevo día comienza. No quiero salir de mi casa, quiero quedarme aquí donde nadie puede hacerme daño, donde nadie me ve, donde nadie me da la espalda... pero no puedo hacer eso. Tengo que ir nuevamente al colegio, para poder terminar mis estudios y ser una persona con educación aunque se que no seré nadie.
Me levanto perezosamente y me visto, tomo mi mochila y bajo las escaleras de casa. Mamá no está así que solo me despido de mi único amigo Chimuelo y salgo de mi casa. Caminar más lento o más rápido no evitará llegar a la escuela, se que si me tardo más en llegar la golpiza de la mañana será muy breve pero todo el día seguirán. Así que creo que es mejor ir normal. Pensar en cosas buenas es algo que dejé de hacer desde hace tres años.
Al llegar al colegio se vuelve a hacer un nudo en mi garganta, bajo la mirada hacia mis pies esperando nuevamente pasar desapercibido aunque se que jamás pasaré desapercibido para ellos.
-Hiccup- me estremezco al escuchar su voz decir mi nombre. De todas las personas que me han hecho daño él se lleva el primer lugar- ¿a donde vas?- me toma fuertemente del brazo. Intento controlar mi respiración mientras me jala hacia los baños nuevamente. Viene a mi mente la primera vez que el se puso en mi contra, los insultos y los golpes. Sabía que él golpeaba fuerte, pero jamás lo sentí hasta esa vez; tenía miedo de que fuera él el que me golpeara.
-¿Hiciste mi tarea Haddock?- preguntó Eret al entrar al baño. Una pequeña parte de mi se tranquilizó al ver a todos los demás ahí. El no me golpearía solo.
-Si- susurré. Recibí un puñetazos en la mandíbula.
-¡Hiciste mi tarea!- me gritó en la cara. Comencé a temblar y asentir con las cabeza.
-Si- dije un poco más fuerte. Recibí otro golpe en el estómago haciéndome caer al piso. Me quitaron mi mochila y comenzaron a buscar sus respectivas tareas tirando todo lo demás.
-¿Que es esto?- preguntó Brutacio sacando un cuaderno color naranja: mi cuaderno de dibujos.
-Na... nada- dije al recuperarme del golpe e intentar levantarme pero Patán puso su pie en cima de mi espalda dejándome nuevamente en el piso.
-Si cuaderno de dibujos- dijo él.
-Dame eso, busca la tarea- ordenó Eret a Brutacio mientras miraba con atención mi preciado cuaderno- ¡pero que tenemos aquí! ¿Tu hiciste esto?- me mostró un dibujo de un dragón, seres mitólogicos muy hermosos- es horrible- arrancó la hoja, la hizo bolita y la echó al inodoro.
-No, por favor, mis dibujos no- supliqué.
-Desperdicias tu tiempo dibujando estupideces. ¿Que te crees Picaso? ¿Leonardo Da Vinci? Hasta un niño de dos años dibuja mejor que tu, todo esto es !basura!- arrancó otra hoja- ¡basura, basura basura! ¡Ni siquiera dibujar sabes!- arrancó todas las hojas una por una y las fue tirando. Hacia un gran esfuerzo por no llorar y gritar.
¡Basta! ¡Basta basta ya no puedo mas! ¡Ya fue suficiente!
-No esta- dice Brutacio.
-Que- dice él fríamente.
-La tarea, no esta- los cuatro se giraron a mi furiosos.
-Dijiste que la hiciste- me tomó por el cuello de mi sudadera- ¡nos mentiste!-me dejó caer y comenzó a golpearme- !eres un mentiroso!- y tu un traidor. Me estrelló contra la pared dos veces.
-Aquí están- anuncia Brutacio. El me mira furioso y me suelta para arrebatarle la tarea y salir de ahí.
Los otros dos salen, dejándome a solas con Eret.
-¿Cómo se siente que tu mejor amigo te apuñale por la espalda? Es una pena que lo hayas perdido- me da una fuerte cachetada y sale del baño, justo a tiempo cuando el timbre suena anunciando el inicio de las clases.
Me siento mareado, me habia golpeado demasiado fuerte. Cerré los ojos un momento para así intentar que el dolor se valla. Muerdo mi legua para evitar que las lágrima salgan.
Después de unos minutos sentado en el piso, gateo hasta donde están mis cosas y las voy juntando hasta quedar solo la pasta de mi amado cuaderno de dibujos .
"-Este es mi mayor tesoro, es mi cuadernos de dibujos. No son buenos pero...
-¿Que dices? ¡Son increíbles! Nunca había visto que alguien dibujara tan bien, tienes un gran talento Hicc"
Nuevo mi cabeza para esfumar ese recuerdo.
Intento pararme y al hacerlo veo mi reflejo. Soy un saco.
Abro la llave del lavamanos y llevo el agua hacia mi frente donde escurre la sangre, tomo un poco de papel y lo remojo y lo llevo a mi herida. Me espero unos minutos más hasta que deja de sangrar. Limpio mi cara y mis manos y me pongo la gorra de mi sudadera para que nadie vea la herida.
Son las 7:30 am, he llegado tarde por treinta minutos, el maestro Frederick ya no me dejaría entrar. Fuí a las escaleras y me senté a esperar mi segunda clase, decidí escuchar algo de música para poder tranquilizarme.
Al cabo de varias canciones veo que los alumnos estas bajando oh subiendo las escaleras, significado de que la primera hora a finalizado. Me levanto rápidamente sin quitarme los audífonos y me dirijo a clase de historia, soy el primero en llegar así que tomo mi lugar en el rincón esperando a que llegue la profesora.
-¿Puedo sentarme aquí?- veo por el rabillo del ojo a una chica pelirroja con ojos azules. Nunca antes la había visto, era muy bonita- ¿Esta ocupado este lugar?- pregunta.
-¿Me hablas a mi?- pregunto sorprendido.
-No hay alguien mas sentado aquí atrás- dice obviamente. Muevo mi cabeza.
-No, no esta ocupado- contesto su pregunta. Ella me brinda una breve sonrisa y deja su mochila para luego sentarse.
-Soy Mérida- se presenta.
"-Hola soy Astrid.
-Hiccup.
-¿Hiccup? ¡Que clase de nombre es ese! ¡Es el peor nombre que he escuchado!"
Asiento y vuelvo a recostar mi cabeza en mis brazos.
-¿Cómo te llamas?- vuelve a preguntar, de seguro es nueva. Todos aquí conocen mi nombre... oh mis sobrenombres.
-Hiccup- evito su mirada, esperando las risas y burlas sobre mi nombre.
-¿Ese nombre es vikingo?- me aterraba que ella estuviera hablando conmigo, no sabia que estrategia estaba usando conmigo.
-Si- respondo- ¿eres nueva?- me atrevo a preguntar. Ella sonríe.
-Si, llegué hace una semana.
-Oh- fue lo único que salió de mi boca.
La clas comenzó y al igual que siempre la maestra dejó un trabajo bastante extenso para hacerlo en equipo.
-¿Tienes equipo?- preguntó Mérida. Yo la miré y después miré a los demás, tal vez y solo tal vez ella solo quiere tener algún conocido aquí hasta que conosca a alguien.
-No- vuelvo mi vista hacia mi cuaderno.
-¿Puedo, trabajar contigo?- su pregunta me sorprende, nadie me había preguntado si podía hacer equipo conmigo. Volví a mirar hacia las otras chicas quienes hablaban animadamente.
-¿No quieres ir con ellas?- señale al grupo con la cabeza. Ella borró su sonrisa inmediatamente.
-No soy de su agrado, las conocí en la clase anterior.
Si eso mismo me dijo él y ahora...
-Si, puedes trabajar conmigo- volvió a sonreír.
-Gracias.
Toda la clase la pasamos planeando que es lo que haríamos, se sentía bien tener a alguien a lado y hablar aunque sea de la escuela.
-¿Entonces, yo traigo el material y tu la información oh al revés?- pregunta anotando algo en su libreta.
-Información- ella me mira me sonríe y vuelve su vista nuevamente hacia su libreta.
El timbre suena y todos comienzan a recoger sus cosas, yo me quedo al final con Mérida.
-Me toca Español, ¿tu que clas tienes?
-Francés- respondo.
-Oh... bueno, fue un placer haberte conocido Hiccup- la miro a los ojos, tiene unos muy bonitos ojos azules.
-Adiós Mérida.
-Si quieres, puedo comer contigo en el almuerzo- propone. Lo pienso un poco, es la segunda hora de tortura para mi.
-Lo pensaré- intenté sonreírle.
Mérida me brindó otra de sus sonrisas y se fue del salón.
Las horas pasaron rápido hasta ser el almuerzo. Quería buscar a Mérida, sentarme a su lado y esperar a hacerme invisible a su lado. Pero en estas dos horas pudo conocer a alguien mejor que yo y se olvido de mi.
Estaba por los casilleros cuando escucho mi nombre.
-¡Haddock!- era Eret, y sonaba molesto. Me quedé en mi lugar si corría sería peor- ¡Saqué un siete! ¡Un siete! ¿Qué acaso no sabes matemáticas? ¡No tienes cerebro!- me dió un fuerte sape en la cabeza. Me aventó contra los casilleros y me levantó; con su otra mano me enseño el enorme siete en su tarea. Ya lo había dicho antes no era el peor pero tampoco el peor.
-Lo... lo siento- susurré.
-¿Lo sientes? ¡Si repruebo será tú culpa y la paliza que te ganarás!- golpeo fuertemente el casillero con su puño, muy cerca de mi cara comencé a temblar otra vez- Quiero que mi tarea este correcta mañana ¡escuchaste!- me escupió.
-Si- me soltó y caí fuertemente, me dolía el trasero. Me quedé ahí sentado, esperando a que el timbre sonara y pudiera irme a casa.
-Hasta que te encuentro, te he estado buscando por toda la escuela- abro los ojos de golpe para ver a Mérida con un sándwich en su mano derecha y una botella de agua en su mano izquierda- creí que estarías en cafetería- se sentó a lado mío esperando una respuesta.
-No me gusta estar ahí- susurro.
-Bueno, pudiste decirme antes- desenvolvió su sándwich- ¿no vas a comer?
-No tengo hambre- contesté, ella se quedó pensando y luego me tendió su sándwich, yo la mire extrañado- toma, tengo mas dinero iré a comprarme algo- abrí mis ojos mas de lo normal.
-No es tuyo, yo no tengo hambre- sabía que si me quedaba con el sándwich Patán me lo quitaría.
Mérida partió su sándwich a la mitad. Una parte me la dió.
-Acéptala- me pidió.
Tomé la mitad del sándwich y le di una mordida. Sabía delicioso, llevaba semanas sin comer un bocado.
-¿Qué te pasó en la frente?
-Me caí de las escaleras- me excusé rápidamente.
-Parece reciente- se acercó más a mí.
-Aaaa... yo... emmmm- mis manos comenzaron a sudar por su cercanía.
-Lo siento, pero debes ir a la enfermería oh puede empeorar- se aparta de mi.
Asiento nuevamente y ella ríe levemente.
-No hablas mucho, ¿verdad?
Negué con la cabeza. Me sentía protegido y al mismo tiempo asustado a su lado. Estoy tan acostumbrado a sufrir que cuando ella llegó y me trató bien, me da miedo.
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