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Capítulo V. Recuerdos


Hoy
Reino de DunBroch
Recuerdos

La comida entre todos los clanes comenzó antes de lo pensado. Todos se encontraban divirtiéndose mientras degustaban comida por todo el salón y platicaban con alguna bebida en mano, las risas eran presentes y la música se escuchaba a cualquier distancia.

El nuevo clan que se incorporó no tuvo problemas en hacerlo, podías ver a varios vikingos unidos en las pláticas contando sus aventuras del otro lado del mar. Y cómo no era de esperarse, podías ver a uno que otro chico coqueteando con las chicas presentes en la sala.

Después de un tiempo, el primogénito de Berk se hizo presente. Se unió a alguna conversación después de encontrar a sus amigos en la velada. Entre risas, había ocasiones que buscaba a la chica; necesitaba saber que se encontraba ahí, saber que estaba bien en lo absoluto.

Entonces, encontró a sus tres hermanos, los principes, junto a la mesa de bocadillos mientras ocultaban ciertos panes para salir corriendo. Fue un acto gracioso de ver, le recordaba a aquellos tiempos dónde Mérida le relataba lo traviesos que podían llegar a hacer esos tres. Al igual, podía observar a los jefes de los demás clanes mientras platicaban y reían, sin duda a Stoiko le hubiera alegrado estar aquí.

Y ahí estaba ella. Se encontraba de la mano con el mismo chico de hace unas horas, estaban riendo mientras ambos se compartían miradas que solo los enamorados hacen. De alguna forma él chico se sentía culpable de ver esto; no tenía el derecho de tener este sentimiento atorado en su pecho, por qué él tuvo la culpa de esto. De un momento al otro, ambos jóvenes se acercaron al grupo de vikingos con una sonrisa.

—Chicos, como ya lo conocen; les presentó a Thomas, mi comprometido.— Dijo la chica para voltear a verlo.

—Con qué, tú eres Thomas. Mer nunca nos hablo de tí.— Cuestionó Patán mientras se acercaba al chico y soltaba una risa por la actitud del vikingo.

—Lo dudó. Merida y yo nos conocimos hace cuatro años después de un viaje a estas tierras; claro, después de recibir una flecha a lado de mi mejilla— Mencionó el chico, para recibir un leve codazo y una carcajada se hiciera presente —. Pero por supuesto que ella me a hablado de ustedes, no deja de contar de sus aventuras en Berk.— Dijo el chico sin dejar de sonreír.

—Vaya, es un placer escuchar eso de nuestra Merida.— Mencionó el hombre rubio mientras reía.

Durante toda la charla, el castaño nunca mencionó una sola palabra. Estaba atento al chico que se encontraba presente; descubrió que era bueno con la espada, le encantaba la lectura e incluso sabía navegar por los siete mares. En todo momento intento encontrar una falla en él, pero nunca la encontró. Era un príncipe perfecto.

Después de un tiempo, ambos chicos siguieron platicando con los demás invitados. La fiesta continúo con un gran baile y risas que rebotaban por todos lados. Podías ver una mezcla de clanes bailando con el sonido de aquel instrumento desconocido por los nuevos hombres.

En ningún momento el joven se unió al baile, se dedicaba a observar a todo el mundo mientras sus amigos bailaban y se divertían entre ellos. Por supuesto, Patapez tampoco se unió al baile, tenía dos pies izquierdos en su opinión y no sería buena idea; así que prefirió quedar con su amigo el castaño. Por supuesto que en ocasiones reían por los movimientos de sus amigos al toque de la canción, al igual, aplaudían en tono a la música que daba un ambiente al lugar.

No lo entendía, desde la partida de la pelirroja intentaba no pensar en ella en lo absoluto; buscaba una forma en distraer su mente, crear nuevos artefactos, entrenar dragones, viajar a nuevas islas; hasta en algún momento, pensó que había olvidado todos sus sentimientos por ella; pero ahora todo era diferente. Sin duda que el cabello de la chica era lo más espectacular de todo el lugar, por supuesto que había ciertas personas con el mismo tono de cabello, pero el de ella era único. Durante todo el baile lograba verlo en movimiento con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

La escuchaba reír en todo momento y su vista siempre se mantuvo en ella. Aunque lo intentó la primera vez que la volvió a ver en Berk, no pudo, de alguna manera ella lo había hinoptizado con su forma de ser para que su corazón latiera solo por ella. Sabía que estaba mal pensar de esa manera, estaba comprometido y ambos contrarían matrimonio dentro de poco tiempo. Pero ahora era imposible olvidar todo lo que sintió por ella y florece ahora en su pecho, aún así, ¿qué se supone que siente aquella pelirroja por él?

La noche comenzó a asomarse y las horas igual. La hora era de madrugada cuando varios comenzaron a retirarse a sus aposentos para descansar, otros yacían sentados en ciertas sillas durmiendo; seguramente fue exceso de aquel vino en su cuerpo o el sueño los invadió rápidamente.

El castaño, se dedicó a llevar a cada uno de sus amigos a sus recamaras, ya que, sus piernas nos les permitan caminar se encontraban cansadas de tanto bailar. Después de haber llevado a cada uno de ellos en sus dormitorios, se dirigió al suyo.

Entonces, al llegar a su dormitorio encontró una silueta familiar, cerca de ahí. Se trataba de ella. De alguna forma pareciera que el destino se la colocaba en todos los lugares que fuera intentando que aquel chico aclarara sus sentimientos con ella. Pero en las otras oportunidades, ninguna palabra salia de sus labios.

Solo comenzó a caminar en aquel pasillo con la mirada gacha. ¿Qué se supone que tendría que decirle? Nuevamente su mente quedó en blanco y su corazón se agitaba. Todo era tan difícil para él. En eso, abrió la puerta de su habitación para entrar en ella, pero antes, lo pensó unos segundos.

—Merida— Exclamó él castaño repentinamente sin dejar de ver el fondo de su habitación obscura. La chica solo dió la vuelta para toparse con aquel chico en el pasillo —Solo quería decir...

Nuevamente sus labios fueron un caos para decir alguna palabra, tantas cosas querían salir al mismo tiempo pero ninguna se atrevía a hacerlo.

—Lo siento— Mencionó el chico con un suspiro — Lo siento tanto...

La pelirroja quedó perpleja con las palabras del chico. Sin duda los dos sabían de que se disculpaba, no tenían que dar explicaciones por ello. Merida nunca creyó que aquel castaño se disculparía con ella, por qué sin dudas no estaba en sus planes volverlo a ver en su vida. Solamente le sonrió cálidamente y exclamó después de un par de segundos, que seguramente al chico lo siento como una eternidad.

—Por lo menos sabes la razón de tu perdón— Afirmó la chica —. Buenas noches Hiccup— Mencionó la chica después de unos segundos para perderse en los pasillos.

Hiccup no esperaba desde un inicio la respuesta de la chica. Llegó a pensar que lo ignoraría dejándolo sólo en aquel pasillo, pero no fue así. Le dolía escuchar eso, sabía que le causó mucho dolor aquella noche a su princesa. Pero no podía remediarlo, nada podía hacerlo.

—Eres un completo tonto Haddock— Se cuestionó así solo el chico en voz baja para entrar a la recámara.



















Holaaaaa 💗

Bueno, pues aquí está el siguiente capítulo ✨

¿Qué les pareció? Ahhhh está medio complicadon  las cosas con estos dos.

Pero intentaré actualizar lo más pronto posible (no prometo mucho que sea entre semana 😩✌🏿)

No olviden votar en los capítulos por qué eso me anima a seguir con la historia y ayuda que no llore tanto en las noche 😗✌🏿

Nos leemos 💗

Descripción gráfica decuando veo que leen la historia y no me apoyan con su voto:





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