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Capítulo 29. Mi alma gemela es...


Pov. Hiccup

Entonces ahí nos encontrábamos en su habitación, era justamente como lo había imaginado, pero ahora no me siento como debería hacerlo.

Sus labios bailaban junto con los míos. Cualquier persona que nos viera apostaría que somos felices, pero no entiendo el por qué yo no. Al abrir los ojos noté que ella los tenía cerrados, su cabello casi dorado y unas pestañas hermosas.

"¿Por qué me siento así cuando te veo?"

-¿Pasa algo, Hiccup? -pregunto preocupada para tomar mi mejilla.

-No pasa nada -dije mientras sonreía y besaba su nariz.

-Si es respecto a lo que dijeron mis padres con la boda. No sabía que lo dirían, fue algo que también me tomó por sorpresa -dijo para dejar caer su cabeza hacia abajo tapándose el rostro.

-Astrid -le tome la barbilla mientras sonreía-, no te preocupes por ello. Nada de eso importa -dije para después acercara sus labios a los míos.

Sus labios eran de un tono perfecto y delicados pero carnosos que jugaban con los míos. No lo entiendo, si tengo a la chica que he amado durante tanto tiempo y justamente como siempre lo imaginé.

"¿Entonces debería sentirme así?"

Tenía tal vez lo que una vez en la vida imaginé; soy capitán del equipo de fútbol americano, a la chica que siempre soñé, amigos fenomenales y, dentro de poco, sabré mis resultados acerca de la universidad. Pero era como si algo faltará o no encajara en esta lista, pero no sabía o más bien, me negaba a aceptarla.

-Te amo -mencionó aquella voz en medio de nuestro beso, arrebatandome de mis pensamientos.

Pare en seco y la observé. Era hermosa, la luz comenzaba a estar en su punto dónde todo se vuelve mágico. Sus ojos eran azules como el cielo mismo y podía verme en ellos. Pero no creo que sean estos ojos azules dónde debería hacerlo.

-Yo igual -sonreí para besarla nuevamente.

"No le puedo hacer esto a ******, no a ella..."

-¿En serio ya tienes que irte? -dijo aquella rubia observandome desde la puerta de su casa mientras me tomaba las manos.

-Se me había olvidado que tenía que hacer algo con Jack -me excusé con una sonrisa forzada.

-Cuidate -dijo para darme un beso en la mejilla.

"¿Por qué tardará tanto?"

Comencé a caminar despidiéndome de mano lejos de ella. Todo lo que tocaba el sol era como si fuese mágico, lo que sus rayos alcanzaban a tocar lo transformaba de una manera única. Pero en este momento, no distinguía respecto a la realidad y los sueños.

Hace ya un tiempo había soñado con aquella pelirroja que mi cabeza a hecho vueltas y hay un sueño en particular. Ella se encontraba en el acantilado de una cascada, tomando agua de ella para comenzar a dar saltos y gritos al aire de felicidad. Yo simplemente la observaba mientras me encontraba montado arriba de un animal distinto al que todos habíamos conocido, un dragón tal vez. La misma luz tocaba cada una de sus facciones haciéndola más hermosa de lo que ya era.

"¿Por qué no dejas mi cabeza?"

O simplemente, no dejas mi cabeza por qué tú eres la dueña de ella.

"¿En serio fui tan ciego?"

Saqué mi celular de mi bolsillo y comencé a buscar el nombre de aquel albino entre ellos. Al encontrarlo marqué mientras comenzaba a correr. Al fin lo había entendido.

"Todo este tiempo fuiste tú"

Ahora me siento justamente un idiota por no haberme dado cuenta. Estos sueños solamente comenzaron a reproducirse en mi cabeza cuando comencé a estar con Astrid, tal vez era una señal de que ella no era la indicada. Este mal humor que escuchó todas las mañanas, esos pensamientos tan ella que están en mi cabeza. Pero aquellos sueños no son solo eso, son recuerdos de mi pasado.

Merida y yo fuimos uno mismo en una de nuestras vidas pasadas, este sentimiento con el que amanecía todos los días después de verla en mis sueños; es realmente lo que llegué a sentir por ella ya un tiempo atrás. Aquellas carcajadas que solo hacen eco en mi cabeza, o ese mal humor, sus comentarios sarcásticos o la forma en la que jugamos.

"Siempre había sido ella"

"Al fin llegó"


-¿Qué tranza Hicc? -mencionó mi amigo atravez del teléfono.

-Al fin lo entendí Jackn-fije emocionado mientras cada paso que daba se volvía más firme y lleno de esperanza.

-Antes que nada ¿Prefieres el color hueso o huevo? Pase a la tienda de revistas y encontré uno de "Cómo tener tú boda ideal" y es más difícil de lo que creí. ¿Sabías que hay demasiados colores para las servilletas?

-Hueso -respondí inconsciente para después contradecirme a mi mismo.

-Hueso será. ¿Sabes que no siempre estaré aquí para ti verdad? Pero alguien debe de encargarse de la boda si quieres que sea fantástica. Así que soy tu dama de honor, aunque no sé si también el novio tenga. ¿Damo de honor será el nombre apropiado?

-Olvida la boda Jackson, al fin lo entendí.

-¿Entender qué?

-Está voz que escuchó en mi cabeza, al fin entendí de quién realmente se trata. No es Astrid, Jack. Tú siempre tuviste la razón y soy un idiota por no haber caído en cuenta tiempo antes.

-Por supuesto que siempre tuve razón. Y si eres un idiota por haberte dado cuenta hasta ahora.


-Ese no es el punto Jackson. Estos sueños que he tenido estos últimos días siempre fueron ella, simplemente que no quería admitirlo. Al fin todo tiene sentido -comencé a acercarme a la avenida.

-¿De aquella chica de la que no quieres hablar conmigo?

-No sabía si era lo que pensaba Jack, tal vez mi cabeza se encontraba jugandome una mala broma. Pero ahora todo tiene sentido. Aquel mal humor que oigo al despertar, las risas y pensamientos; simplemente es ella.

-¿Y quién es ella?

-¡Jovencito! ¡Cuidado! -grito una voz detrás mío.

Al voltear note que se trataba de un hombre mayor y yo me encontraba cruzando la avenida. Dos luces se dirigían a mi a toda velocidad y no había tiempo.

"Merida..."


Entonces todo se tornó negro y gritos de mi amigo atravez del teléfono se hacían oír.








































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