Capítulo 20. Museo
—¡Corran chicos! No olviden que debemos estar en el museo antes de las nueve para entrar a todas las exhibiciones —grito aquel profesor castaño viendo su lista de itinerarios para que su esposa se acerca a él.
—Tranquilo, Milo, son jóvenes —dijo aquella albina haciéndole un masaje en los hombros y ruborizando al castaño.
"Dios mío, ya es demasiado tarde"
Dentro de aquel camión se encontraban varios chicos sentados platicando acerca del museo, o algunos ya se encontraban durmiendo junto con su amigo de a lado por la hora en la que se encontraban. Pero había en especial una chica que se dedicaba a mirar a todos lados buscando a alguien.
—¿Crees que tarden mucho? —pregunto la rubia ansiosa a su amiga.
—Tranquila Punzie, solo relájate. Seguro solo se les hizo algo tarde —respondio su amiga que se encontraba acurrucada en su asiento con una gorra y sudadera que le cubría el rostro.
"Que sueño"
A los pocos minutos, la rubia notó una cabellera albina subiendo al autobús, a toda prisa, para que sus miradas chocarán y una sonrisa de satisfacción se asomarán en sus rostros. Jack comenzó a caminar directo hacia los asientos que aquellas chicas habían reservado para él y su amigo.
—Por poco y no llegaban.
—Es solo que este baboso de atrás, se tardó mandándole un mensaje a su novia y no podíamos irnos —se quejó Jack señalando a su amigo.
—¿Podrías no gritarlo, por lo menos? —menciono su amigo con un leve rubor en sus mejillas.
—Merida —hablo Jack— ¿Te molestaría que Hiccup se sentará contigo? —si no fuera porque destapó su rostro, no hubiera notado la cara de súplica de su amiga por detrás de él.
—Por supuesto que no, vayan ustedes dos tortolos —ijo para acurrucarse nuevamente en su lugar abrazándose así misma.
Al paso de los minutos, el autobús comenzó a avanzar, para que varios chicos estuvieran jugando en sus videojuegos, desayunando algo ligero o solamente durmiendo.
—¿Quieres? —pregunto la voz del castaño para que, al abrir los ojos, la chica notará que le extendía una barra de chocolate.
—Muchas gracias —dijo tomando la barra para abrirla después—. Entonces, ¿Astrid no vino al paseo?
—Oh no, su profesor de historia es distinto a los nuestros, así que no estuvo deacuerdo a que fueran al museo con los otros grupos y mucho menos un sábado. ¿Y Tadashi? Si no me equivocó, su profesora es la misma que la mía.
—Ah claro, tuvo que acompañar a Hiro por unos materiales para la escuela que le pidió su profesora de química.
Pasaban los minutos y Merida junto con Hiccup, platicaban de cualquier cosa que se les llegase a venir a la mente. Fue entonces que al voltear, a ver a sus amigos, notaron que ambos ya habían quedado dormidos abrazados para que después les tomarán una fotografía. Solo que ellos tampoco contaban que en un momento quedarían dormidos acurrucándose el uno del otro. Sus cuerpos se buscaban aún dormidos.
Al llegar, el profesor Milo comenzó a despertar a todos los chicos con su entusiasmo. Se encontraba tan emocionado como si hubiera encontrado el Atlantis. Todos, entre quejas, comenzaron a bajar soñolientos por la hora en la que se encontraban. Los maestros fueron por sus boletos de los chicos mientras ellos se estiraban y tomaban fotografías fuera de la escuela.
—Recuerden, tenemos que vernos nuevamente en este lugar a más tardar de la una de la tarde, el museo es especial para ustedes así que pueden ir a donde ustedes desean. La cafetería se encuentra junto a la salida y los recuerdos, no duden en buscarme o a mi esposa si necesitan ayuda ¡Diviértanse! — comunico el profesor antes de que los chicos entraran en grupos de amigos.
Aquellos, cuatro amigos, comenzaron con la exposición de química, la cual, contenía juegos de electricidad en él; después, entraron al del universo, para tomar fotografías de ellos junto a las piedras traídas de otros planetas. Así fue con todas las salas que encontraban, la risa entre ellos no era de esperarse. Al momento de entrar al de arte, la rubia quedó fascinada con las distintas obras que les presentaban, pero el mayor arte que podía admirar el albino era aquella chica.
—¡Rápido! —gritaba Jack entre los pasillos.
—¡Chicos no corran! ¡Las cosas de aquí son muy viejas y delicadas! —gritaba el profesor a aquel grupo de jóvenes.
—Tranquilo Jack, las esculturas no se van a ir. —exclamó Hiccup a su amigo que parecía un niño en un parque de juegos.
—¿Esculturas? Yo tengo hambre, quiero ir a la cafetería —exclamó observando un mapa del museo—. Cortaremos paso sí vamos por la exposición de arte europea.
Todos comenzaron a seguir a su amigo el albino que caminaba con ansias entre los pasillos. Al llegar a dicha exposición, encontraron a Francia en primer plano. La chica pelirroja del grupo, se acercó con curiosidad a una de las pinturas que se encontraban en aquel lugar; se trataba de un chico bastante apuesto, rubio y con un semblante melancólico.
—Thomas, heredero de las islas del Sur. Después de que su primo fuera declarado como traidor para el reino de Arrendelle, heredó su parte de la herencia. El día de su compromiso, su amada fue secuestrada por bandidos nórdicos; jamás volvió a comprometerse desde que la perdió. Abandonó su vida de príncipe para dedicar su vida la mayor parte en el mar. No existieron más registros de él desde entonces. —relataba para si misma.
"Thomas..."
Al momento de ver aquella pintura sintió algo de tristeza. Aquel chico, poseía unos hermosos ojos pero eran atormentados con una enorme tristeza en ellos. Un leve dolor comenzó a sentir en el alma, era como si lo hubiera conocido y tenía la necesidad de pedir alguna disculpa pero ¿por qué? Le traía un vago recuerdo a un chico que conoció hace dos años, poseía las mismas facciones. Estaba enamorada de él en aquel momento, era mayor que ella, tenía la edad de Tadashi; y después de comenzar a escuchar la voz de su alma gemela, varios sueños comenzaron a presentarse ante él.
Algunos sueños se los relataba a Merida, decía que soñaba con un gran mar y aventuras, todo tan grandioso pero de un momento a otro soñaba con castillos y con una princesa. Fue desde ese momento que siempre que la veía no podía dejar derramar una lágrima frente a ella. Aquel chico ganó un diplomado cerca del mar y hace meses que no sabía nada de él.
Los chicos seguían caminando por aquel lugar mientras quedaban fascinados con cada artefacto que encontraban; desde el fondo de todos, era como si se encontrarán ligados a aquel lugar, a aquella época. Había distintas pinturas de reinos que habían caído en batallas, en guerras sin fin. La rubia quedó fascinada al ver una pintura de una mujer castaña con su esposo de cabellera albina, hermosos hijos que los rodeaban entre risas; todos parecían felices. Podía sentir su corazón palpitar de amor.
El castaño, se encontraba atraído a unos artefactos en especial, estaban justo enfrente de la cultura escocesa; había una infinidad de inventos y las comisuras de sus dedos cosquilleaban, sentía cada pedazo de metal pasar por sus dedos. Seguramente porque su familia se encontraba ligada con descendientes vikingos.
—¡Por Thor! Ese chico se parece a ti. —exclamó una voz a lado suyo señalando una pintura.
Era algo extraña, parecía que fue pintada en un escudo vikingo de madera; pero se encontraba algo desgastado en su totalidad, hacía casi imposible ver la pintura original. Se trataba de un chico más jóven que él, con su padre; poseía una cabellera menos alborotada del mismo color que el suyo y aquel hombre junto a él juraba que tenía un parecido con su padre.
—¿En serio? —mencionó para cruzar los brazos y voltear a ver a aquella pelirroja a su costado— Yo soy más guapo en realidad. —comenzó a hacer distintas poses para mostrar sus trabajados músculos y que la chica riera.
—Que raro, no dice nada de esta pintura —susurró al acercarse al panel —. Clan de Berk; padre e hijo vikingos en su juventud. El primogénito del clan huyo el día de su compromiso para jamás volver a ser visto.
—¡Merida! —exclamó su amiga por detrás de ellos captando la atención de sus amigos— ¡Está chica se parece a ti!
Ambos chicos caminaron juntos con los demás para observar dicha pintura. En él, se plasmaba a una chica pelirroja con su cabellera recogida por una trenza, todo lo contrario a ella, poseía un semblante triste.
—No hay muchos datos de ella. Esta pintura fue como regalo de sus diecisiete años por parte de sus padres; al parecer se trataba de una princesa de los clanes de Escocia. El día de su compromiso desapareció a manos de bandidos y el reino se hundió en una guerra, los clanes desaparecieron en ella.
Es entonces que sintió una apuñalada en su corazón. ¿Los clanes habían sido desaparecidos? No era como si le importará en su totalidad la historia pero algo dentro de esto le traía algo de empatía. Tan solo pensar que aquel reino había sido destruido en su totalidad la hacía sentir culpa.
—El collar que posee es como el que ocupas. —dijo Hiccup señalandolo.
—No hay registros de él. Puede que se haya perdido en la guerra. —dedujó la rubia.
—¡Vamos, chicos! ¿Merida, una princesa? —exclamó Jack para intentar no reír— Tiene la fuerza y el carácter de un hombre leñador.
—¡Atrás! ¡O haré que te corten la cabeza! —grito con una voz aguda tomando una posee de autoridad señalando a su amigo.
—¡Oh no su majestad! No le haga nada; es solo un tonto campesino que no sabe lo que dice. —mencionó el castaño abrazándolo mientras fingían tristeza que fue convertida en carcajadas.
—¡Callar!
Los cuatro chicos no paraban de reír mientras bromeaban a cerca de lo que acababan de ver el día de hoy. Todos dirigiéndose a la cafetería del lugar antes de que aquel albino se pusiera de malas y comenzará a ser molesto, según Hiccup.
Pero mientras ellos salían de la sala en plena risas, ambos chicos no sabían que acababan de encontrar artefactos de una de sus vidas pasadas.
¡Holaaaaa! 💗
Pues pude acabar el capítulo antes de lo esperado, ni idea como lo logré pero lo bueno es que tenemos un nuevo capítulo ♥️
¿Y que les pareció? 👀
Hasta en la historia dice que deben de estar juntos pero pues ellos literal se están enamorando de alguien más 🤡
No olviden votar y comentar en los capítulos 💗
Nos leemos ♥️
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