30 de octubre 2016

Hoy ocurrió algo increíble, algo que esperé por años.

Hoy fui con Jack a comprar cosas de la despensa, ya que su padre no quería tenerlo en casa y Jack no quería ayudar en la juguetería. Compramos todo lo de la lista y aprovechamos para comprarnos algo para nosotros. Llevamos las bolsas al carro de Jack y volvimos a su casa.

-Ya se acerca nuestra segunda carrera y tengo algunos trucos bajo la manga- presumió.

-¿Estas listo para volver a perder contra el invencible y magnifico Hiccup Haddock?- alcé mis manos para decir mi nombre y halagarme.

-No- sonrío y aceleró, casi salgo de mi asiento, comenzó a reír- ¿tu estas listo para perder?- dijo después de reírse.

Salí tambaleándome del carro de Jack, el no paraba de reírse por mi comportamiento. Entramos a su casa y dejamos las cosas en la mesa y nos subimos al primer piso, donde era su casa.

Jack hizo palomitas y trajo refrescos, nos sentamos en el sofá de su sala, en frente de la enorme televisión. La prendió y me pasó un control de playstation, y comenzamos a jugar toda la tarde.

Al final, las palomitas quedaron regadas en el piso al igual que los refrescos. Perdí. Y Jack hacia su baile de la victoria parándose en la mesa del frente.

Me fui de su casa a las ocho, me dirigí a la casa de mi madre a comer algo y de ahí iría con Mérida.

Cuando abrí la puerta de mi casa escuchaba risas. Caminé hasta la habitación de mi madre que era de donde provenían esas risas. Mi gran sorpresa fue que no estaba con el señor raro, estaba con mi papá. Los dos sentados al borde de la cama viendo fotos y riendo.

-¿Mamá?- digo atrayendo su atención a mi.

-Oh Hiccup que bueno que llegas- dice mi madre sonriente.

-¿Que hace papá aquí?- digo anonadado.

-Vino a charlar un rato. Estábamos recordando nuestra luna de miel, fue un desastre- rieron los dos y sonreí.

-¿Que les parece ir a cenar?- propone mi padre.

-¿Los... los tres?- pregunto y el me mira.

-Si tu madre quiere- ella asiente.

-Voy por mi abrigo- se levanta y va a buscar su abrigo. Me siento a lado de mi padre sin borrar mi sonrisa.

-Hable con ella- me digo feliz- le dije algunas cosas que se me olvidaron decirle.

-Estoy lista.

Los tres salimos de casa caminando, el restaurante no quedaba muy lejos de casa. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana y comenzamos a platicar. Yo solo sonreía y asentía, ponía mucha atención a mis padres. Sonreían y reían. Después de tanto tiempo volvíamos a ser la familia feliz.

Pero lo mas lindo de esa noche fue que hubo un momento en que pusieron una canción que les encantaba a ellos, lo se porque al instante en que la oyeron pararon de hablar.

-¿Recuerdas nuestra canción, Val?- mi padre tomó la mano de mi madre. Ella asintió.

Los dos se levantaron de su asiento y comenzaron a bailarla y cantarla. Era una linda canción. Yo los miraba, eran felices, se necesitaban el uno del otro.

Cuando terminó la canción mi padre le dijo a mi madre algo que jamás olvidaré:

-Por ti mi vida, lo que sea.