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«Día 79 de 365» (sin corregir)

                                       «Día 79 de 365»

  ¡Todavía no puedo creerlo! ¡Me iré a París! ¡A París! Jamás concocí esa ciudad, me emociona demasiado, recuerdo que cuando Hiccup me lo preguntó lo único que hice fue abrir ligeramente la boca y abalanzarme a él abrazándolo. Ésta era la explicación del por qué Hiccup estaba en el trabajo tanto tiempo, estuvo recaudando para llevarme a París... ¿Hay alguien mejor que Hiccup? ¡Claro que no! De acuerdo, creo que de verdad se nota que estoy muy emocionada, pero díganme ¿Quién no? Ir a París con tu novio, jamás podré agradecércelo.

  Ayer se lo conté a Rapunzel, ella saltó y gritó de felicidad, Jack ya lo sabía así que no se emocionó mucho. A la única persona que no se lo conté fue a mamá, ella estaba tan agotada que a penas llegó se tumbó en su cama y se durmió, me dio cosa despertarla y por eso la dejé dormir, hoy se lo diría.

  Yo estaba preparando mis maletas, aunque faltaba una semana, pero bueno, sólo para calmar mi ansiedad. Escuché la puerta de casa abrirse y cerrarse ¡Mamá había llegado!, bajé corriendo las escaleras y la vi a ella con una sonrisota, hoy mamá no se veía tan agotada, mejor para mí. Corrí hacia ella y la abracé con mucha fuerza, ella soltó un pequeño "¡Oh!" y luego correspondió mi abrazo algo confundida, la solté y la miré con mi enorme sonrisa.

— ¿Por qué tan feliz, hija? —preguntó dejando su bolso arriba del sillón.

  Mamá se sentó en él y palmeó a su lado para que yo me sentara, corrí y me senté de un brinco.

— Adivina qué ha hecho Hiccup ayer —le dije emocionada.

— Yo... —iba a decir mamá, pero no lo resistí y grité abriendo los brazos:

— ¡CONSIGUIÓ BOLETOS PARA IR A PARÍS!

  Mamá abrió ligeramente la boca y luego, aún con la boca abierta sonrió, luego pegó un pequeño grito emocionada.

— ¡¿En serio?! —dijo entusiasmada— ¡No puedo creerlo!

— ¡Ni yo! —me dejé caer en el sillón riendo con una sonrisa boba.

— ¿Y cuándo se van? —preguntó un poco más seria.

  Me tensé un poco y luego levanté mi torso, decir que nos íbamos en una semana afectaría un poco a mamá, así que tengo que hablar suave y lentamente para que no se altere...

— En una... semana —dije he hice una mueca esperando una regañada.

  Pero en vez de gritarme algo como "¿¡Por qué no me lo dijiste antes!?" O "¡¿Ya tienes tus maletas listas?! ¡¡Las maletaaaas!!", me abrazó con fuerza. Yo me sorprendí un poco, pero luego entendí que ella estaba orgullosa de mí, de que aprovecho este último año y de que esté enamorada, de tener a alguien como Hiccup a mi lado, de no tener que hacerlo siempre sola, de que aprendí cosas, que veo la vida de una forma diferente a la que la veía antes. Así que correspondí el abrazo con la misma fuerza, yo me sentía orgullosa de tener una madre tan fuerte y comprensiva, alguien con quien puedo contar y alguien que siempre me apoyará e intentará hacer lo posible por mi propio bien.

  Mamá soltó unas pequeñas lágrimas de emoción y yo se las sequé al separarnos, sonreímos y luego nos reímos.

— Ropa interior, ropa casual, pijamas —decía Rapunzel con la lista de cosas que debía llevar.

— Sí y sí —le dije.

  Rapunzel se sentó a un lado de la maleta que estaba sobre mi cama casi llena.

— Aún  falta algo —dijo Rapunzel con una sonrisa pícara.

  Enarqué una ceja y ella sacó de una bolsa de Popper un traje de enfermera muy revelador, era específicamente lo que quería decir el traje. Abrí ligeramente la boca, sabía que esa sonrisa pícara significaba algo.

— Rapunzel —iba a decir pero ella me interrumpió.

— Vamos, Mer —dijo—, no sabes cuanto me costó, de seguro a Hiccup le encantará.

  Rodeé los ojos.

— De acuerdo —hablé lamentándome—, mételo en la valija.

— ¡Sí! —chilló.

  Acomodó el traje en la valija y yo me lo quedé viendo fijamente... Algo se me olvida... Un minuto ¡La última revisación! ¡Agh! Debo hacerla hoy antes de que me cancelen la sesión.

— Rapunzel —dije seria, ella me miró—, tengo que irme a hacer unos asuntos... ya sabes; para el viaje —mentí.

— Oh de acuerdo —dijo levantándose— ¿Quieres que te aciompañe?

— No, está bien, tú debes trabajar —le dije.

  La expresión de Rapunzel cambió a una asustada.

— ¡El trabajo! —exclamó llevándose una mano a la cabeza.

  Agarró rápidamente sus cosas con desesperación y antes de salir de mi habitación dijo casi gritando:

— ¡Nos vemos luego! O como dicen en Francia ¡À plus tard!

  Me reí de su desesperación y cuando escuché la puerta cerrarse me senté en mi cama mirando fijamente la balija que estaba a mi lado, acaricié un poco su cierre sin despegar la vista del traje de enfermera. Me mordí el labio inferior sonrojándome un poco, pero luego recordé la sesión que tenía hoy. Agarré mi saco negro y corrí escaleras abajo, mamá estaba en el trabajo de nuevo así que llamé a su celular y le informé que iba a salir para la sesión.

  Llamé un taxi y cuando éste llegó me subí para directamente llegar al hospital.

  Llegué al maldito hospital y me bajé del auto pagándole al taxista, cuando bajé me quedé unos segundos observando el edificio, había pasado tanto aquí que me aterraba a veces, nunca sabría qué podía pasar ahí dentro, sin embargo ya no me importa, porque al fin y al cabo moriré, ¡Ni siquiera sé para qué me hago la revisación!, pero me doctor dijo que me la hiciera, así que aquí voy.

  Entré a ese hospital, el aire cambió enseguida, el olor a ropa de enfermero y a guantes de tela, la gente tosiendo, con mala cara y llorando estaban ahí, como siempre. Me sentía rara aquí, será porque luego de lo que pasó no me gustaría ver éste edificio...

  Me encontraba las caras conocidas de todos los médicos, pasé por la secretaría y le di mi turno con el doctor Zapponi (es mi doctor :'v doc, sentite especial), me senté en una de las sillas de espera y esperé hasta que me llamaran, miraba la pantalla de mi teléfono, como si esperara que algo sucediera, pero yo sabía que sería otra aburrida revisación para saber que sigo exáctamente igual. Unos segundos después el doctor abrió la puerta de su consultorio y dijo mi apellido, me paré y caminé hacia allí entrando. Zapponi me miró con una sonrisa tierna, nostálgico podría decirse, bueno, era mi doctor desde los doce años, y saber que yo moriría de seguro lo ponía nostálgico. Me senté en la camilla esperando que dijese algo.

— Bueno, Mer —dijo colocándose unos guantes—, haremos lo de siempre.

  Agarró una aguja con el tarrito de jeringa vacío, luego un algodón y alcohol. Pasó el alcohol por la unión de mi brazo y antebrazo, entonces preparó la aguja con el tarro vacío y la introdujo, estaba tan acostumbrada a ésto que ya no dolía, era tan normal. Sacó la aguja y con ella se llenó el tarrito de jeringa que estaba vacío. Me sonrió y yo le devolví el gesto. Pasó el algodón secando el pequeño punto que a penas sangraba. Anotó unos cosas en su libreta, y ni siquiera pasó un segundo cuando tocaron la puerta del consultorio, el doctor fue a abrir y vi a ¿Hiccup? ¿Qué hacía el aquí? Lo miré confundida.

— ¿Qué haces aquí? —le pregunté.

— Acompañarte, ¿Que otra cosa sino? —dijo como si fuese obvio.

— ¿Quién es él? —preguntó el doctor.

— Él es Hiccup, mi novio —le dije.

  Zapponi asintió lentamente observando a Hiccup de pies a cabeza.

— ¿Puede quedarse? —pregunté.

— Claro no hay problema —el doctor sonrió.

  Llamaron a la puerta de nuevo, el doctor se paró y vi a un enfermero con una mirada algo preocupada.

— Albert, ¿Qué sucede? —preguntó el doctor.

— Lo necesitamos —dijo—, será sólo un minuto, por favor.

  El doctor Zapponi me miró con súplica.

— Valla, no se preocupe yo espero —dije sonriendo.

— De acuerdo, ponte en ropa interior —dijo.

  Asentí y él se fue cerrando la puerta, Hiccup me miró y yo a él.

— ¿Y? —dije— ¿No vas a salir? Tengo que cambiarte.

  Se acercó lentamente hacia mí y susurró en mi oído:

— ¿Y si mejor te ayudo? —con su estúpida y sensual voz seductora.

  Me derretía ese maldito tono de seducción, asentí él me dio pequeños besos en el cuello y yo temblaba un poco, sacó lentamente mi remera y acarició mi cintura. Desabrochó los botones de mi pantalón y los bajó tocando mis piernas, a veces sentía vergüenza cuando me miraba en ropa interior, a mí no me gusta mi cuerpo, me parecía algo repugnante, pero no sé como a Hiccup le atrae.

— ¿Ya te dije que eres hermosa? —preguntó acercando mucho su rostro.

— Todo el tiempo —respondí y sonreí.

  Hiccup tomó mi cintura y me acercó a él para besarlo, pero cuando estaba por hacerlo la puerta se abrió, me separé de Hiccup rápidamente antes de ver quién había entrado, me di cuenta de que era mi doctor, por suerte no nos vio. Cerró la puerta sonriendo.

— Bueno —dijo—, pasa por aquí.

  Me condujo hasta la balanza, me paré y estudió miré la barrita que indicaba mi peso, luego a la vez, midió mi altura. Veía la barrita en 45 kílos, no puedo estar tan delgada, no puedo pesar ese nada.

— Bueno, Mer —dijo—, estás muy delgada.

  Bajé de la balanza algo decepcionada.

— Tu peso ideal sería 56 —dijo, anotó de nuevo en su libreta.

  Asentí y agarré mi remera y comencé a ponérmela mientras que mi doctor anotaba más datos en su lista.

— Bueno, te llamaré por si pasa algo con las pruebas de sangre —dijo el doctor.

  Asentí mientras me ponía el pantalón sosteniéndome en los hombros de Hiccup para no caerme. Estaba algo decepcionada, bueno, muy decepcionada. Terminé de cambiarme y saludé a mi doctor y salí del consultorio con mi mala cara. Hiccup me rodeó con su brazo.

— ¿Qué pasa? —preguntó.

— ¿Acaso no lo viste? —pregunté, Hiccup me miró confundido— peso 45 kílos, debería pesar 56, estoy 11 kilos abajo.

— Oh, no te preocupes —dijo—, para mí estás perfecta.

— Para ti siempre estaré perfecta así sea un palo o una obesa —dije cruzándome de brazos pero sin dejar de caminar.

  Hiccup me dio un beso en la mejilla y por fin salimos del hospital, respiré el aire fresco y luego busqué con la mirada el auto de Hiccup, que estaba a una cuadra. Hiccup me soltó para tomarme la mano y caminamos hasta su auto. Entré y aún seguía de malhumor.

— Ay, vamos, no es tan malo —dijo Hiccup—, aparte 11 kilos se suben así de rápido —chasqueó sus dedos.

  Me quedé en silencio unos segundos y luego lo miré.

— ¿Por qué viniste? —lo miré con los ojos casi entrecerrados— ¿Quién te dijo dónde estaba?

— Mer, vine para acompañarte, ¿cuántas veces voy a decírtelo? te ayudaré con todos tus problemas —dijo—, y éste era uno de ellos.

  Lo miré  a los ojos.

— ¿Quién te dijo dónde estaba? —volví a preguntar, Hiccup se tensó— Fue mamá ¿Verdad?

— De acuerdo me atrapaste —dijo levantando las manos en forma de inocencia—, pero no me arrepiento.

  Me dio un beso en los labios.

— Ya arranca el auto —dije fingiendo estar enfadada, Hiccup se rio un poco.

  No podía engañarlo a él con mis sentimientos, y no tengo idea de cómo se da cuenta. Condujo hasta la playa, últimamente íbamos siempre a la playa, era un lugar demasiado hermoso, y un día sin ir a la playa era un día perdido... de acuerdo, no es tan así pero...

— ¿Ya preparaste tus maletas? —preguntó Hiccup sacándome de mis pensamientos.

— Sí, ¿Tú?

— Aún no —dijo y sonrió.

  Tomé su rostro entre mis manos y miré cada una de sus facciones, para dejar por último sus ojos, eran la mejor parte luego de sus labios, él me tomó la cintura y también me miró. Acerqué su rostro y dejé que mis labios y los suyos hagan ese no sé qué que hace que sean irresistibles y únicos. Cada beso era especial, pero éste creo que es mi favorito.

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+20 votos y la sigo♥

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