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«Día 204 de 365» (sin corregir)

  «Día 204 de 365»

Salí corriendo de casa con las llaves del coche en las manos. Mis lágrimas salían sin control alguno. ¿Cómo no llorar cuando el amor de tu vida se está muriendo?

Me subí en el coche empapada por la lluvia. Lo encendí y comencé a manejar mientras seguía llorando.

Mierda, ¿por qué estas cosas sólo me suceden a mí? ¿Por qué a Hiccup?

Por favor, Hic, no te vallas, por favor resiste...

Me salteé algunas luces rojas, pero no me importó absolutamente nada. Lo único que quería era llegar a ese maldito hospital y ver a Hiccup.

El auto comenzó a reducir su velocidad, miré desesperada sin saber qué sucedía. Se había quedado sin combustible.

Mierda.

Bajé del auto y lo cerré con la llave.

Comencé a correr con desesperación hacia el hospital que yacía unas calles de aquí.

Las lágrimas y la lluvia me dificultaban la vista, pero aun así no me detuve.

Corrí a todo lo que mis piernas me daban.

Esta vez no sentía como me fallaba el aire.

Esta vez, pasé a todos los corredores de maratones.

Porque no era un trofeo lo que me esperaba en aquel hospital. Era Hiccup.

Cuando entré en el hospital muchos me miraron algo asombrados. Estaba empapada y no paraba de llorar. Se escuchaba la mujer que informaba algunos pacientes y los turnos. Oía a la gente toser y a otras lamentándose. Comencé a caminar respirando agitada. Veía a las personas sobre los asientos, algunos dormidos y otros iban en camino. Me lo esperaba, eran las doce y media de la noche.

Divisé el cabello de Rapunzel y corrí hacia ella.

Rapunzel me abrazó con fuerza mientras lloraba y yo también.

Jack estaba apoyado en la pared junto a la puerta del consultorio que me imagino debe estar Hiccup. También lo abracé a él.

Me sequé un poco la cara con mi manga.

—     ¿Avisaron a los padres de Hiccup? —pregunté.

—     Sí —dijo Rapunzel—. Ellos fueron los primeros en enterarse, pero tardarán en llegar.

Asentí y me senté en una de las sillas de plástico negro que hay ahí.

Rapunzel se sentó a mi lado y me puso una mano en la espalda.

—     Estás helada —dijo.

—     No importa —respondí mirando el suelo.

En lo único que podía pensar ahora era en Hiccup.

Por favor que esté bien, no me lo arrebaten, por favor...

Vi a un doctor con bata blanca salir de la habitación en la que estaba Hiccup. Rapunzel y yo nos paramos al instante.

—     ¿Son parientes del señor Haddock? —preguntó.

—     Sí —respondí con firmeza.

—     Esta inconsciente —informó—. No es un estado de coma, pero no sabemos cuánto tardará en recuperarse, quizás algunas semanas, le haremos unos cuantos estudios más. También me temo informarles que ha sufrido una torcedura en el tobillo, no se puede arreglar, debemos hacerle una operación y.... quitarle el pie.

Mis ojos volvían a llenarse de lágrimas y mi corazón dio un vuelco en ese instante. Llevé mis manos a la cara.

—     ¿Podemos pasar? —preguntó Jack.

El doctor miró hacia los lados.

—     De acuerdo —habló en un suspiro—, pero sólo unos minutos.

El doctor se marchó. Limpié mis lágrimas.

Entramos los tres al consultorio, había una enfermera chequeando la máscara que le pusieron para que pudiese respirar. Eso me destrozó.

Volví a llorar.

La mujer salió del consultorio dándonos más privacidad.

Tomé valor y me acerqué a la camilla. Pasé mi mano por el frío metal.

Miré a Hiccup, con una venda en la frente que tenía una mancha de sangre. Su boca entre abierta. Su nariz con el aparato respiratorio. Y sus ojos... cerrados.

Toqué su mejilla.

Me acerqué a su rostro pegando mi nariz con la suya.

—     Vas a estar bien —le susurré apenas audible y entre lágrimas.

Le di un corto beso en la mejilla y me separé un poco. Sus ojos seguían cerrados.

Quería que los abriera ya. Que me mirara con sus ojos verdes penetrantes, y que al mirarme sonriera. Que me dijese que todo iba a estar bien. Que me acariciara la mejilla limpiándome las lágrimas. Que me abrazara y susurrara palabras reconfortantes en mi oído. Que no se separara jamás. Que me dijera que me amaba y que nunca se iría de mi lado.

Tomé su mano y la acerqué a mi boca posándola sobre mis labios. Deposité un beso en ella mientras seguía llorando y sin despegar la mirada de su rostro.

—     Vas a estar bien —repetí.

—     Mérida —me llamó Jack.

Coloqué la mano de Hiccup en mi mejilla y miré a Jack que tenía una caja algo pequeña en sus manos.  Dejé con cuidado la mano de Hic en la camilla y me acerqué a Jack. El me entregó la caja.

—     El doctor nos dijo que cuando lo encontraron él tenía esto —dijo.

Agarré la caja, miré a Hiccup y la abrí lentamente. Dentro había una cajita azul más chica de Clifton. Mi respiración se hizo aún más agitada.

Abrí la cajita azul.

Mi corazón se partió al ver un anillo de compromiso dentro.

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- 161 Días

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