«Día 134 de 365»
«Día 134 de 365»
Bien, comenzaré diciéndoles lo mucho que me costó despejarme sobre la cena de mamá. Pero (y gracias a Hiccup) pude pasarlo bien todo el rato. Hasta que claro, llegó la infernal cena.
La cena, no resultó ser tan mala como creí que seria. En realidad, me fue muy muy bien, le agradé al hombre y a su hijo, Ulises.
Ulises es un joven de 13 años, es algo moreno de piel, tiene ojos marrones oscuros, cabello negro y corto alborotado, una naricita perfectamente respingada y era simplemente adorable. Con él me llevé muy bien, me río de que Hiccup se haya puesto celoso de un niño de tan sólo 13 años de edad. Hiccup ya había detectado una amenaza y estaba hecho un antivirus. Jajaja.
He visto a Punzie, ella está tratando de engancharse con Jack, pero él sigue fijándose solamente en Elsa, y Elsa sólo se fija en Punzie. Es un desastre su triángulo amoroso.
¿Que cómo van las cosas con Hiccup? De bien a mejor, y de mejor a excelente. Él se ha hecho un tiempo en el trabajo, y se ha organizado para verme todos los días sin faltas.
Cada día me sorprende más. Las ideas románticas y divertidas que se le ocurren son sensacionales, son, como yo las llamo, “Ideas Hiccup”, ahí entra todo lo que pasa por su cabeza y que a veces hacemos. Por ejemplo, la otra vez, se le ocurrió ir a un nuevo parque de diversiones, nos subimos a un juego llamado “El martillo” es un martillo gigante que da vueltas enteras mientras estás sobre él. Yo casi me desmayo (literal) pero fue divertido, Hiccup vomitó al bajar. Y también hemos ido a patinar, Hiccup es un desastre en eso, pero es divertido. Creo que nos caímos 24 veces, él las contó y se calló 16, yo me caí unas 7 u 8 veces, pero juntos o de la mano sí fuimos un desastre.
En poco tiempo se celebrará su cumpleaños y yo sigo pensando en qué podría regalarle, o qué podríamos hacer. No tengo Ideas Hiccup como para imaginarme cosas así. Lo más estúpido que se me pudo ocurrir fue buscar ideas en internet. Todas mencionaban una noche romántica, eso sí sabía que tendríamos, pero yo busco algo para antes de eso. Aunque de seguro no pasaré de día mucho con él, me imagino que sus padres harán una gran celebración o algo por el estilo. El sólo recordar su enorme y blanca casa ya me estoy perdiendo.
Escuché la puerta sonando, fueron cuatro golpecitos.
Me levanté de la cama y bajé hacia la puerta seguida de Angus. Al abrir la puerta, en vez de encontrarme a una persona encontré un ramo de rosas rojas en el suelo. Estaban envueltas en un plástico-papel transparente con detalles de siluetas de flores. Las agarré y las olí, estaban frescas. Las cargué como si fuesen un bebé y pude notar al observarlas que había una nota en ella.
“Te espero en mi casa a las 11:30 PM.
-H”
Sonreí sonrojada, me mordí el labio inferior mirando el cielo.
Entré a casa y dejé las flores sobre la mesa. Tenía que saber qué ponerme para esta noche, le pediría a Rapunzel que me llevara a su departamento y que me ayudara a escoger la ropa adecuada para la situación. Obviamente tendremos no sólo una cena.
Le había avisado a mamá que iría a la casa de Hiccup y que probablemente me quedaría a dormir. Ella sólo me dijo que tenga mucho cuidado, era un horario muy tarde y Hiccup vivía muy lejos de casa, pero estaré bien.
A las 10:15, yo ya estaba bañada, cambiada, perfumada y peinada. Con un vestido rojo sangre hasta mis rodillas que tenía unos pequeños y cortos volados en negro. Tacones (que Punzie me prestó) de color negro, un taco finísimo, al que deberé cuidar con mi vida, por las amenazas de Rapunzel y porque es un zapato muy caro.
En el cabello me hice un rodete alto, con algunos mechones saliendo bien rebeldes, pero los rulos estaban armados tan perfectamente, que lo hacía parecer un peinado elegante.
Mis labios estaban de un rosado no tan fuerte, un leve brillo. Mis ojos delineados con color negro, mis pestañas largas y negras gracias al rímel. Rapunzel me terminó convenciendo y me puso rubor en las mejillas, un poco, muy poco. Una sombra de ojos color marrón, para que no sobresaliera tanto y pudiera combinar con mi atuendo. Ella me pintó las uñas de color rojo furioso y me colocó un par de anillos y pulseras.
Jamás me había arreglado de una forma tan… así. Es decir, yo soy la chica que usa unos tenis sucios, una campera desabrigada y abierta, un pantalón con agujeros y manchado, y mi cabello hecho una maraña. Pero sólo por el Hiccup me había arreglado así. Me gustaba sorprenderlo porque me encantaba verlo con sus ojos abiertos como platos, apreciaba más su hermoso color.
Rapunzel me llevaba en su auto, eran las 10:45, yo estaba nerviosa por llegar tarde. Tenía una de las rosas que Hiccup me dio, en la mano y giraba su tallo nerviosa.
— Tranquila, Mérida —dijo— todo saldrá bien, no te preocupes.
— Lo sé es que… no lo sé —dije abriendo mis ojos.
— ¿Te dije lo bipolar que sueles ser a veces? —dijo enfadada.
— ¡Hey! Eso no se dice —dije yo.
— Bueno, pero es que andas cambiando bruscamente, primero estás emocionada, luego nerviosa, después te pones fatalista. Todo en un viaje de auto —dijo abriendo mucho sus enormes ojos—, no sé cómo Hiccup te soporta, amiga.
— Porque me quiere, y tú también —respondí.
— Sí, y sí que te quiero muchísimo —dijo apuntándome con el dedo índice, yo me reí.
Finalmente, llegamos al departamento de Hiccup, bajé del auto de Rapunzel, la saludé con la mano y ella se fue. Suspiré y miré la rosa. Comencé a caminar hacia las puertas del departamento, un hombre que salía, amablemente me abrió la puerta para que yo pasara sin necesidad de tener que tocar el timbre. Mejor, lo sorprenderé.
Me subí al ascensor y apreté el botón para ir al piso de Hiccup. Cuando las puertas volvieron a abrirse, tomé aire y lo exhalé. Salí del ascensor y fui a la puerta de Hiccup. Pero antes de que tocara la puerta para entrar escuché gemidos, gemidos de placer.
— “Ah… ¡Hiccup!” —gritó aquella voz tan reconocida.
Al instante mis ojos se llenaron de lágrimas. Qué estúpida soy.
Corrí hacia el ascensor, éste bajó a la plata baja, salí del centro de alojamiento. Miré hacia los lados, las calles estaban oscuras, y yo no paraba de llorar. Miré la rosa con odio y la tiré al suelo. Busqué mi celular entre mi campera, pero lo había dejado en el auto de Rapunzel. Mis lágrimas comenzaron a salir sin piedad.
Me quité los tacones y comencé a correr hacia mi casa.
— Esto no puede estar pasando —dije.
Negué con la cabeza mientras seguía corriendo. Lo peor era el clima, yo estaba en un vestido, y el aire era frío, secaban mis lágrimas pero helaban mis cachetes. Con los tacones en la mano y mis pies descalzos, jamás había sentido tanto frío en mi vida, ni tanto dolor. ¿Cómo pudo hacerme esto? ¿Por qué, Hiccup?
¿Qué fue lo que hice mal?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro