001. happy witche's day
↯ CAPÍTULO UNO
▬ ❝ feliz día de brujas ❞ ▬
MÉREOPE SENTÍA COMO CAÍA LIBREMENTE DE DONDE SEA QUE ESTABA, sintió como el aire dejaba de darle directamente a la cara y por ende dejo de gritar y de moverse como loca para finalmente recibir el impacto del duro piso contra su espalda.
—Oh —se quejó, para después sentir hierbas debajo de ella—. Esto definitivamente no es Hogwarts.
Las voces de algunos niños se hicieron presentes, no sabía dónde estaba hasta que recordó que había venido a hacer y resopló.
—¿Es muy tarde para arrepentirme de luchar? —cuestionó ida Méreope—. Ya sabes...
—¡No! —rugió el gato, tomando con su hocico la varita de su dueña—. Debes luchar, Mér.
Méreope cerró con fuerza los ojos y asintió—. De acuerdo, me convenciste.
Se sentó en el mismo lugar y tomó la varita que su gato le extendía.
—Vamos, la cabaña debe estar cerca —Méreope se levantó completamente del suelo y miró frente a ella.
Miles de niños pasaban por las calles con hermosos disfraces que los hacían verse adorables.
—Recuérdame salir por lo menos una vez de Hogwarts e ir a pedir dulces —murmuro con fascinación la pelirroja—. ¡Imagínate las gomitas que me darán y gratis!
Thackery asintió rodando los ojos y comenzó a caminar siendo seguido por Méreope, quien seguía mirando a su alrededor bastante feliz.
—¿Qué crees que estén haciendo mis amigos? —cuestiono la pelirroja, viendo como se alejaban cada vez mas de la aglomeración de niños.
Agradecía no llevar su túnica de Hogwarts, pero maldecía llevar puesto solamente un par de shorts cafés y una blusa de rayas negras sin mangas pues la noche era fría, no tanto como lo eran los pasillos de Hogwarts, pero era fría. Méreope se abrazaba a su cuerpo, tratando de brindarse algo de calor.
—Buscándote puede ser una respuesta —respondió Thackery, trepándose a una pared de piedra—. ¡Es aquí!
La pelirroja asintió y caminó junto con él hasta llegar a una puerta vieja de madera.
Méreope admiro de lejos la cabaña, según recordaba lo que Thackery le había dicho era aun peor y tenebrosa de cerca: igual que todo su alrededor. Parecía que nadie había entrado a ahí hace años.
—¿Cómo entro? —le pregunto Méreope a Thackery quien solamente rodó los ojos.
—Por dios, Mér —murmuro negando con la cabeza—. ¿No hay algún hechizo que puedas realizar para abrir una puerta?
La Gryffindor sonrió con timidez, recordaba que Hermione le había lanzado un hechizo a la puerta donde Fluffy se encontraba durante su primer año en Hogwarts.
—¡Cierto! —grito, sacando su varita.
Alzo su varita hasta la altura de su pecho y estiro su mano e intento hacer el movimiento que el profesor Flitwick les había enseñado.
—¡Alohomora! —el hechizo provocó que la cerradura hiciera un "Click" y la puerta se abriera de par en par—. Vamos, aún es algo temprano, podrían vernos entrar.
Thackery asintió y juntos pasaron la puerta. Méreope, que no sabía como volverla a cerrar, trato de colocarla lo más cerrada posible y siguió a su gato.
Cuando se encontraban ya en el porche antiguo y sucio de la casa, Binx hablo.
—Debe estar abierto, las cerraduras antiguas no eran muy eficaces —el gato negro subió al hombro de la pelirroja.
Méreope suspiro y dirigió su mano a la puerta, abriéndola rápidamente.
La casa estaba completamente oscura, y el olor no era tan desagradable pero la tensión lograba sentirse.
—Thackery —lo llamo la pelirroja—. Lo mejor será no encender las luces, por precaución.
El gato asintió—. Usa tus poderes, solo procura alejarte de la vela. Ya sabes, para no encenderla.
—De acuerdo.
Thackery Binx bajo del hombro de su dueña, dejando que esta comenzara a usar habilidosamente su poder.
Cerro los ojos y dejo fluir la llama dentro de ella, esparciéndola por todo su cuerpo y dejando que esta manejara sus sentidos.
Finalmente, fuego creció en la palma de su mano, dejándoles ver todo mejor.
—¡Auch! —se quejo la pelirroja, preocupando al gato.
—¡¿Qué pasa Mér?!
—Mi cicatriz, ya sabes, la que esta en mi costilla... duele —murmuro Méreope, sosteniendo aquella zona con su mano sin llamas
—Tus poderes están ligados a un dragón, es parte de la maldición también —murmuro Thackery, sentándose en un barandal frente a ella—. Hay un collar para que logres controlarlos mejor, solo que no sé en dónde pueda estar.
—Sabía que mi cicatriz era gracias a mis poderes —acepto esta—. Pero... ni mamá, ni mi papá me han hablado sobre aquel collar.
—Es una leyenda, dicen que solo le fue entregado a Elizabeth pero ella jamás revelo donde estaba antes de morir —informo Binx—. Se dice que solo dejo un pergamino con las indicaciones correctas y como la reencarnación de su hija vencería a las brujas. Su nombre es extraño, una rara fuente de fuego, ¿como era...? Ismaí jamás dejaba de hablar de eso... ¿cuál era su nombre? ¡Creo que lo tengo! La llama del dragón. Pero te lo dije, nadie sabe donde esta el pergamino tampoco, o si este sigue en pie.
«Pasaron ya 300 años, es posible que se haya hecho polvo hace unos años atrás, pero no quito la posibilidad de que este siga en pie y encontremos la solución.»
—¿Sabes donde están..? ya sabes, ¿los cuerpos de Elizabeth y Ismaí? —cuestionó la pelirroja, tratando de ser sutil, ya que sabía que quizás saber sobre sus difuntas suegra y futura esposa sería difícil.
—Están en uno de los campos santos mas viejos de aquí, te llevare apenas cumplamos esta misión —informó Binx, mirando a otro lado.
—Hecho —acepto Méreope—. Iré a ver a la parte de arriba, no tardo.
Thackery asintió—. Bien, yo me quedare aquí a vigilar... ¡Ah! y Mér, ten cuidado.
La pelirroja asintió y paso su mano libre por la cabeza de Binx—. Lo tendré.
Y sin más comenzó a subir las escaleras que tenía aun lado, perdiéndose de la vista del gato negro.
[...]
Minutos después de inspeccionar con detalle la parte de arriba de la cabaña iba a comenzar a bajar, pero de repente un chirrido proveniente de la puerta se escucho.
Alarmada, apago la llama de su mano quedándose a a merced de la oscuridad total.
Un maullido se escucho a su lado, emitió un grito ahogado y miro en dirección a donde ella creía que Binx estaba de forma acusatoria para después tirarse al piso cuidadosamente.
Sus bellos estaban de punta, no sabía quien o quienes podrían ser o si eran muggles, o lo que sea que fueran, le daba pavor verlos.
Se imaginaba ya muerta, con un hechizo en el pecho y ella bailando con Merlín felizmente.
Las voces no tardaron en llegar, haciéndola bajar de su nube de posible muerte y baile con Merlín.
—Binx, ¿qué...?
El gato se coloco sobre su espalda, haciéndola bajar más.
—Guarda silenció y procura no encender tu poder —la pelirroja alzo una ceja—. Tus ojos pueden verse en la oscuridad, también iluminan.
Méreope bufo pero aún así le hizo caso.
Una tos se escucho, parecía ser de una niña de mínimo ocho años.
La pelirroja creyó que nada podría salir peor, pero se equivoco. Otras dos voces se escucharon y esta vez eran de dos adolescentes: Un chico y una chica.
—No... no veo nada —esa parecía ser la voz de la más pequeña.
—Debe de haber algún interruptor por aquí —esa era la voz de la joven que quizá podría ser dos o tres años mayor que ella.
Un par de pasos más se escucharon, hasta que logró escuchar a lo lejos como el chico –que parecía tener la edad de la chica también– se acercaba más a donde ella estaba, por lo que por acto de reflejo hizo que pegara mas su pecho provocando que este se golpease contra la madera, haciendo que se quejara bajito.
Si así no tengo, de esta forma menos me crecerán, pensó la pelirroja.
—Un encendedor —oyó decir al chico.
Segundos después, vio como la cabaña entera se ilumino logrando que ella se arrastrara un poco mas hacia atrás.
—Mierda —mascullo por lo bajo.
—Vaya.
La pelirroja se acerco de nuevo a la orilla y vio a las personas frente a ella.
Eran tres personas efectivamente: dos adolescentes y una niña.
Observo con detenimiento como comenzaban a explorar su alrededor, mientras que ella rezaba para que no la vieran.
—Es el caldero de Winifred —oyó decir a la chica—. Y allá arriba era donde dormían.
Por inercia prgo más su pecho contra el suelo, estando segura de que si seguía así, tendría un dolor horrible en aquella área.
—Siempre buscaban la juventud —continuo la chica—. Hacían conjuros y esa clase de cosas.
Se arrastro hasta llegar a la pared y al llegar se sentó, recargándose en esta.
—Esto esta mal, Binx —murmuro Méreope—. Ellos aquí resultan un peligro de verdad.
—Tranquila, yo me encargo.
Ella asintió y volvió a su posición inicial, viendo como los dos jóvenes y la niña miraban el libro que –según Thackery– podría llegar a obedecerla solo a ella al destruir a las hermanas.
—Ya no expliques —la voz de la niña pequeña la saco de sus pensamientos.
—¿Qué es eso? —Méreope dirigió su mirada a donde el chico miraba y palideció.
Trago duro y sintió como se tensaba.
—Es la vela de llama negra —aclaro la chica.
Vio fijamente cada paso que el chico daba, no era feo, pero tampoco su tipo, por lo qué fue fácil no perderlo de vista.
—Vela negra —leyó el chico—. Hecha de la grasa de un ahorcado. La leyenda dice que levantara a los espíritus de las brujas si un virgen enciende la vela en noche de brujas.
Escucho pasos de nuevo, por lo que se asomo aun más.
—Encendámosla y conozcamos a las viejas —formulo el chico, encendiendo el encendedor de nuevo.
Méreope miro alarmada a Thackery el cual asintió.
—No, no, no —murmuro la mas pequeña.
—Lo haces tu —el chico se dirigió a la muchacha la cual se negó.
—No gracias.
Entonces un súbito maullido se escucho:
Thackery se había lanzado al chico para evitar que este la encendiera, lamentable este rápidamente se lo quito de encima.
—¡No! —murmuro Méreope, viendo como Thackery salía a merlín sabe donde.
—¡Estúpido gato! —oyó como el chico maldecía al pobre de Binx.
—Basta Max, te divertiste ¡ahora vámonos! —hablo la pequeña que era la hermana menor del chico llamado Max—. Vamos Allison.
—Max, Dani tiene razón, vámonos.
Y ahora también sabía el nombre de las otras dos muggles.
Vio como ambas chicas se iban acercando hasta llegar a la puerta.
—Por dios, es solo un poco de abracadabra —soltó divertido Max.
—Max, ya no es una broma, ¡vámonos de aquí ahora! —Méreope sonrió, al menos la pequeña tenia carácter.
Le recordaba un poco a Ginny, pero no pudo pararse a pensarlo mucho pues él chico hizo lo que más temor le daba.
—¡Idiota, no! —grito la pelirroja al mismo tiempo que la niña y la chica gritaban un "Max no".
Y si, Max había encendido la vela negra.
Todos miraron al piso de arriba, encontrándose con Méreope de pie ahí mismo. La pelirroja salto al piso de abajo y cayo entre ambos lados.
No les dio mucho tiempo de reaccionar a ninguno de los cuatro cuando de repente todas las luces se apagaron, todas al parecer habían explotado mágicamente.
El aire se había vuelto tenso, al mismo tiempo que Méreope sentía como a su cuerpo comenzaban a darle distintos escalofríos.
Max camino hacia la pelirroja y su mirada curiosa chocó con la furiosa de ella que, en su mente, lo mataba de mil y una formas distintas y dolorosas.
—Ahora no, idiota, por tu culpa todos podremos morir —chillo Méreope sacando su varita—. ¡Lumos!
Del extremo de su varita una luz brillante salió, dejando que los cuatro vieran por lo menos algo.
—¿Qué...?
Dani no término de formular la pregunta cuando de pronto todo el piso comenzó a temblar mientras que una luz verde salía de este.
Méreope se sostuvo del estante del libro con un ojo al igual que Max.
—¡Ah!
—¡Auch!
Hasta que, todo se detuvo.
—¿Qué paso? —cuestiono Max.
—Un virgen encendió la vela. —aclaro Méreope viéndolo mal—. ¡Nox!
Su varita dejo de brillar y la guardo en su short.
Entonces, las luces comenzaron a recobrar su iluminación, estas se estaban restaurando.
El caldero se encendió, al igual que las velas.
Y entonces, sucedió.
Un par de risas tenebrosas se escucharon.
Ellas habían vuelto.
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