016. together forever
↯ CAPÍTULO DIECISÉIS
▬ ❝ juntas por siempre ❞ ▬
HARRY, RON, MÉREOPE Y HERMIONE SIEMPRE HABÍAN SABIDO QUE HAGRID SENTIA UNA DESGRACIADA AFICIÓN POR LAS CRIATURAS GRANDES Y MONSTRUOS. Durante el curso anterior en Hogwarts había intentado criar a un dragón en su pequeña cabaña de madera, y pasaría mucho tiempo antes de que pudieran olvidar al perro gigante de tres cabezas al que había nombrado Fluffy. Méreope estaba segura de que si, de niño, Hagrid se enteró de que había un monstruo oculto en algún lugar del castillo, hizo lo imposible por echarle un vistazo. Seguro que le parecía inhumano haber tenido encerrado al monstruo tanto tiempo y debía de pensar que el pobre tenia derecho a estirar un poco sus numerosas piernas. Podía imaginarse perfectamente a Hagrid, con trece años, intentado ponerle un collar y una correa. Pero también estaba segura de que él nunca había tenido intención de matar a nadie.
Méreope se maldecía internamente por ser tan curiosa, se arrepentía de haber averiguado el funcionamiento del diario de Riddle. Ron y Hermione les pedían constantemente a ella y a Harry que les contaran una y otra vez todo lo que habían visto, hasta que se cansaban de tanto hablar y de las largas conversaciones que seguían a sus relatos y que no conducían a ninguna parte.
—A lo mejor Riddle se equivocó de culpable —decía Hermione—. A lo mejor el que atacaba a la gente era otro monstruo...
—¿Cuántos monstruos crees que puede albergar este castillo? —le preguntó Ron, aburrido.
—Ya sabíamos que a Hagrid lo habían expulsado —dijo Harry, apenado—. Y supongo que entonces los ataques cesaron. Si no hubiera sido así, a Riddle no le habrían dado ningún premio.
—Pero aun no estamos del todo seguros, ¿Recuerdan? Hagrid es nuestro amigo —contribuyo Méreope, jugando nerviosa con sus manos—. Debemos estar seguros primero.
Ron intentó verlo de otro modo.
—Riddle me recuerda a Percy. Pero ¿por qué tuvo que delatar a Hagrid?
—El monstruo había matado a una persona, Ron —contestó Hermione.
—Y Riddle habría tenido que volver al orfanato muggle si hubieran cerrado Hogwarts —dijo Harry—. No lo culpo por querer quedarse aquí.
La pelirroja mordió su labio y volvió a hablar, tratando de sonar mas segura:
—Tú te encontraste a Hagrid en el callejón Knockturn, ¿verdad, Harry?
—Dijo que había ido a comprar un repelente contra las babosas carnívoras —dijo Harry con rapidez.
Se quedaron en silencio. Tras una pausa prolongada, Hermione tuvo una idea elemental.
—¿Por qué no vamos y le preguntamos a Hagrid?
—Sería una visita muy cortés —dijo Ron—. Hola, Hagrid, dinos, ¿has estado últimamente dejando en libertad por el castillo a una cosa furiosa y peluda?
Al final, decidieron no decir nada a Hagrid si no había otro ataque, albergaban la esperanza de no tener que hablar con él sobre el motivo de su expulsión. Ya habían pasado casi cuatro meses desde que petrificaron a Justin y a Nick Casi Decapitado, y parecía que todo el mundo creía que el agresor, quienquiera que fuese, se había retirado, afortunadamente.
[...]
Durante las vacaciones de Semana Santa, los de segundo tuvieron algo nuevo en que pensar. Había llegado el momento de elegir optativas para el curso siguiente, decisión que al menos Hermione se tomó muy en serio.
—Podría afectar a todo nuestro futuro —dijo Hermione a Harry, Ron y Méreope, mientras repasaban minuciosamente la lista de las nuevas materias, señalándolas.
—Lo único que quiero es no tener Pociones —dijo Harry.
—Imposible —dijo Ron con tristeza—. Seguiremos con todas las materias que tenemos ahora. Si no, yo me libraría de Defensa Contra las Artes Oscuras.
—¡Pero si ésa es muy importante! —dijo Hermione, sorprendida.
—No como la imparte Lockhart —repuso Ron—. Lo único que me ha enseñado es que no hay que dejar sueltos a los duendecillos.
—¿Tú que piensas tomar, Issa? —cuestiono Harry, girando su cabeza hacia ella para mirarla expectante.
—Estoy segura de qué tomare Cuidado de Criaturas Mágicas —Méreope lo miro. La duda estaba reflejada en su semblante—. Y las demás no me interesan mucho en realidad, me dan igual.
—¿Y tu Hermione?
—Tomare todas —decidida comenzó a anotarse sin dudarlo dos veces.
Méreope comenzó a jugar con su pluma, aun pensando sus opciones.
—Ayúdame James —murmuro la chica al azabache, mirándolo con un pequeño puchero.
Harry le sonrió—. Ándale, ahora si me gusta tu apodo para mi.
La pelirroja rió, negando con la cabeza divertida—. Lo digo enserio, Ja-mes.
El Gryffindor beso la mejilla de la pelirroja castamente y dijo:
—Ron y yo tomaremos adivinación, digo, podrías ir con nosotros —Harry tomo la pluma de su amiga y escribió en su pergamino las dos clases que eligió ella y la clase que él le había mencionado—. Y ya no tienes opción.
Méreope fingió enojo—. Eres tonto, Jamie, pero aun así se te quiere.
—Eso ya lo sabía Issa, ya que yo también te quiero —poco tiempo después pareció asimilar el apodo con el que lo había llamado unos segundos atrás—. Espera. ¿Jamie? Prefiero James, Issa.
Ambos rieron bajo las miradas divertidas y disimuladas de Ron y Hermione.
[...]
Méreope terminaba de trazar unas últimas líneas sobre su libreta que se unían entre sí, creando una especie de pelaje en el lugar. No recordaba mucho por que comenzó a dibujar lo primero que se le vino a la mente, pero no le estaba disgustando el resultado.
Un gato.
—No sabía que te gustaban los gatos, Meli —murmuro Ron, quien estaba recostado junto a la muchacha, observando como esta le daba unas cuantas trazadas a la forma de la cola.
—Siempre he querido uno, pero mamá siempre se hacía loca y fingía que no me oía —Méreope pintaba con suma delicadeza los ojos de este, los cuales irían de un llamativo verde que haría contraste con sus pelos negros—. De hecho, la única mascota que he tenido en toda mi vida es un pez. Para mi mala suerte, murió a las dos semanas de haberlo adquirido.
Ron comenzó a carcajearse de su desgracia, por lo que sin pensarlo dos veces le lanzo el borrador muggle que Dora le había mandado tras haberla ignorado por un par de meses gracias a su nuevo trabajo.
—¡Oye! —chillo Ron, cubriéndose su rostro con sus manos—. Esas cosas muggles si que son peligrosas.
Hermione comenzó a reír, al igual que Méreope.
Fue entonces cuando el retrato de la Dama Gorda fue abierto por Harry, que arrastraba los pies como si fuese un zombie de película de terror muggle.
—¿Y a ti que te paso? —cuestiono Méreope después de que Harry se le echara encima, escondiendo su rostro en el hueco de la pequeña cintura de la muchacha.
—Estoy... estoy muy cansado —murmuro el azabache—. Hazle cariños a tu mejor amigo, por favor.
Méreope, indignada, le dio un golpe en la cabeza.
—¡Au! Hey, mañana tengo partido y... —Harry fue interrumpido por la llegada de Neville, quien parecía haber corrido mas que en toda su vida.
—Harry, no sé quién lo hizo. Yo me lo encontré... —el chico adorable de Gryffindor levanto a Harry de un tirón, y este se llevo a Méreope consigo.
Subieron las escaleras de mármol a toda prisa, y al llegar a la habitación de ellos, Neville abrió rápidamente la puerta de este.
Méreope abrió los ojos aterrorizada.
El contenido del baúl de Harry estaba esparcido por todas partes. Su capa estaba en el suelo, rasgada. Le habían levantado las sábanas y las mantas de la cama, y habían sacado el cajón de la mesita y el contenido estaba desparramado sobre el colchón.
La pelirroja veía la escena frente a ella sorprendida por completo.
Méreope se acerco a ayudarles a acomodar las cosas del azabache, y mientras tendían la cama, entraron Ron, Dean y Seamus.
Dean gritó:—. ¿Qué ha sucedido, Harry?
—No tengo ni idea —contestó el perjudicado.
—Alguien ha estado buscando algo —dijo Ron después de revisar la túnica de Harry, a la cual, parecieron haber buscado en sus bolsillos también—. ¿Qué te falta?
Méreope comenzó a atar cabos, en cuanto comenzó a acomodar los libros de Lockhart, se dio cuenta que era lo que faltaba.
—Se han llevado el diario de Riddle —dijo Méreope a Harry y a Ron en voz baja.
—¿Qué?
Méreope señalo con la cabeza hacia la puerta del dormitorio, ambos chicos la siguieron.
Bajaron corriendo hasta la sala común de Gryffindor, que estaba medio vacía, y encontraron a Hermione, sentada, sola, leyendo un libro titulado La adivinación antigua al alcance de todos.
A Hermione la noticia la dejó aterrorizada.
—Pero... sólo puede haber sido alguien de Gryffindor. Nadie más conoce la contraseña.
—En efecto —confirmó Harry, viendo como Méreope caía dormida con la cabeza en su regazo y los pies en el regazo de Ron.
Comenzó a acariciar el suave cabello pelirroja de esta, no queriendo despertarla.
—Tiene las uñas pintadas de los pies también —murmuro Ron, sonriendo de lado—. Si que tiene estilo.
[...]
Despertaron al día siguiente con un sol intenso y una brisa ligera y refrescante.
—¡Perfectas condiciones para jugar al quidditch! —dijo Wood emocionado a los de la mesa de Gryffindor, llevando los platos con los huevos revueltos—. ¡Harry, levanta el ánimo, necesitas un buen desayuno!
Méreope llevaba puesto su suéter con el escudo de Gryffindor, rayas amarillas y rojas resaltaban en este. Se había colocado una diadema roja en su cabello, un par de jeans claros y sus vans. Además sobre su hombro llevaba una pequeña mochila en donde llevaba el paquete de gomitas que recién le había llegado de parte de sus padres.
Después de terminar sus pancakes con chocolate y fresas encima, salieron del Gran Comedor para acompañar a Harry para que buscara su equipo de quidditch.
Méreope se había tirado al suelo cuando entonces Harry grito:
—¡La voz! —dijo Harry, mirando a un lado—. Acabo de oírla de nuevo, ¿ustedes no?
Ron, con los ojos muy abiertos, negó con la cabeza. Hermione, sin embargo, se llevó una mano a la frente y tomo la mano de Méreope, levantándola del suelo.
—¡Harry, creo que acabo de comprender algo! ¡Tengo que ir a la biblioteca! Mér, acompáñame.
Méreope la miró confundida, pero tampoco impidió que la guiara por entre los pasillos del castillo. De vez en cuando, debía reforzar su agarre sobre su mochila, ya que Hermione caminaba con tal rapidez que podía confundirse con trotar.
Por ello, no tardaron en llegar a la biblioteca.
—Con exactitud, ¿qué es lo que buscamos? —cuestiono Méreope, mirando por entre los estantes del solitario lugar.
No le extrañaba, ese día habría partido por lo que todos estarían ahí y no en la biblioteca ocupados con los deberes.
—Información, se que por aquí debe haber... algo. Busquemos.
Méreope asintió y juntas comenzaron a buscar por entre los libros más viejos y escondidos de la biblioteca. Había variedad de libros, algunos eran mas antiguos que otros: el cambio era más notorio por las hojas magulladas y medió dobladas.
La pelirroja siguió hacia el siguiente pasillo, en donde miraba expectante cada uno de los libros que estaban en aquel estante delante suyo. En cuanto llegó casi al final del inmenso librero, un libro cayó a sus pies abierto en una imagen.
Había cuatro personas en esta.
Una pelirroja, una rubia y una morena eran las que aparecían principalmente en esta mientras que al fondo se encontraba alguien más, una mujer que igual tenía los cabellos oscuros y mirada perdida, triste.
Méreope se hincó para tomarlo y, curiosa, comenzó a leer el pie de fotografía.
"Winifred, Sarah, Mery y Elizabeth Sanderson."
La imagen tenía movimiento. Winifred reía junto a las otras dos mujeres, mientras que Elizabeth permanecía distante y alejada del trio, tras un árbol.
En la siguiente página no aparecía nada, ni una sola gota de tinta en la hoja.
Estaba en blanco.
Entonces cerró el libro de mala gana.
Confundida y frustrada apretó con fuerza sus manos que rodeaban el libro, ¿acaso la vida tenía algo contra ella? No lo sabía, pero comenzaba a sospecharlo. ¿Por qué le daban alas y se las cortaban rápido? Cerró sus ojos con fuerza, estaba comenzando a enfadarse y no era buena señal: no era momento para prender en fuego la biblioteca del castillo.
Comenzó a respirar con fuerza y fue entonces cuando abrió los ojos, sabía que sus ojos estaban de un color muy distinto al suyo ya que estos le ardían, no le ardían de matarla, pero aquella incomodidad era horrible.
Acarició la portada del libro con detenimiento, pasando la yema de su dedo por entre el árbol y la cabaña que aparecían tallados en esta.
Una rara e intensa fuerza la ínsito a abrir el libro de nuevo, y así lo hizo.
Al otro lado de la imagen, ahora había una perfecta y hermosa caligrafía entre las páginas. Abrió la boca, sorprendida e impresionada: jamás hubiera imaginado que sus poderes eran la solución.
Abrió el libro en la primera página, la cual tenía una fecha y un sitio.
1963, Ciudad en Massachusetts Salem.
—¡Méreope! ¡Mér ven!
Méreope cerro el libro y lo introdujo a su mochila lo más rápido que pudo y de igual manera comenzó a correr hacía su amiga.
—¿Herms? —cuestiono entrando a otro pasillo en donde estaba la castaña—. ¿Qué sucede?
Hermione arranco la hoja y guardo el libro en el lugar en el que antes se encontraba.
—Lo tengo, lo tengo Mér —le extendió la página arrancada a su mejor amiga con una enorme sonrisa.
" De las muchas bestias pavorosas y monstruos terribles que vagan por nuestra tierra, no hay ninguna más sorprendente ni más letal que el basilisco, conocido como el rey de las serpientes. Esta serpiente, que puede alcanzar un tamaño gigantesco y cuya vida dura varios siglos, nace de un huevo de gallina empollado por un sapo. Sus métodos de matar son de lo más extraordinario, pues además de sus colmillos mortalmente venenosos, el basilisco mata con la mirada, y todos cuantos fijaren su vista en el brillo de sus ojos han de sufrir instantánea muerte. Las arañas huyen del basilisco, pues es éste su mortal enemigo, y el basilisco huye sólo del canto del gallo, que para él es mortal."
—¿Un basilisco? —cuestiono la chica, sorprendida—. Escuche sobre algo así, no es muy común.
—Salgamos de aquí, tenemos que decirles a Harry y a Ron esto.
Méreope asintió y tomo la mano de Hermione, entrelazando sus manos justo donde estaba el papel arrancado para mantenerlo seguro. Si se caía o algo, perderían la oportunidad de poder ayudar a que los ataque cesaran.
Comenzaron a caminar por entre los pasillos extensos y oscuros gracias a las cortinas bajas que tenia en aquellos momentos la biblioteca.
El silencio entre ambas se prolongó, dejando que las chicas se perdieran entre sus propios pensamientos.
Méreope podía recordar a las tres hermanas de la fotografía, eran las mismas que había dibujado meses atrás, eran exactamente las mismas y aquello lograba consternarla.
Pero misteriosamente el dibujo se había esfumado de repente, sin dejar pista de su paradero.
Al salir de la biblioteca detuvieron su andar tras escuchar un sonido extraño a sus espaldas, lentamente ambas se giraron y no encontraron a nadie.
Méreope trago duro y apretó un poco el agarre que la mantenía unida a Hermione, quien al estar igual de asustada, no dudó en devolverle el apretón.
Al girarse hacia el frente se encontraron cara a cara con Penélope, Penélope Clearwater, la hermosa prefecta de Ravenclaw.
Mantenía suelta su rubia cabellera y portaba perfectamente su alisado uniforme con los colores de su casa.
—¿Qué hacen ustedes dos aquí? —la prefecta llevaba un espejo en la mano, mientras se cruzaba de brazos—. Las estoy esperando, ¿Qué hacen ustedes dos aquí?
Méreope y Hermione compartieron miradas.
—Debemos irnos, tenemos que decirte algo —habló rápidamente la castaña—. Es urgente.
Antes de que alguna pudiera mover tan siquiera un músculo el sonido de algo arrastrándose por el piso comenzó a escucharse recorriendo los pasillos, justo detrás de ellas.
Era como si arrastraran miles de pieles de algún animal con escamas.
—Sera mejor que nos vayamos, Penélope... —murmuro Méreope, recibiendo un asentimiento por parte de la chica rubia frente a ellas.
Las tres caminaban con sumo sigilo por entre los pasillos de Hogwarts, mientras que el ruido de escamas acercándose se hacia mas fuerte conforme se acercaba esa cosa a ellas.
—Ya casi llegamos a un lugar con personas, manténganse cerca y no se separen —murmuro la prefecta, poniendo fuerza en el agarre sobre su espejo.
Méreope sintió a alguien acercarse por detrás, y solamente atino a gritar:
—¡Penélope sube el espejo!
La rubia le hizo caso, asustada, y así las tres chicas miraron los intensos ojos que el basilisco portaba.
La pelirroja sintió como todo su cuerpo se tensaba y comenzaba a volverse completamente rígido, a los pocos segundos le fue imposible mantenerse de pie.
Al caer al suelo los cuerpos de Hermione y Méreope no se separaron en ningún momento, sus manos quedaron juntas, resguardando la nota importante entre ellas.
Finalmente, todo se le volvió negro, solamente escuchaba como si fuera un silbido distante:
—La pelirroja, ella es importante, me dará aun mas poder.
———AUTHOR'S NOTE. ¡chicuelas y chicuelos! hellooo ¿les ha gustado? creo que ningunx de ustedes se lo esperaban en verdad, desde que comencé este libro tenía mentalizado que ella también sería petrificada y demás cosas.
tengo los últimos borradores de este libro hechos, por lo que solamente los corregiré y subiré durante el fin de semana y la semana que viene.
por desgracia, me han dado ya mis horarios :(
solamente iré tres veces por semana, y dos días en línea... nos dieron la opción de darnos clases en línea pero la vdd todo estaba súper mal organizado, por lo que si iré presencialmente :')
recuerden: voten, comenten y compartan la historia para que así crezca esta pequeña gran familia💕.
eso es todo travesuritas, sooooo
-✨Travesura Realizada✨-
Majo P.
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