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001. vacations

CAPÍTULO UNO
▬  ❝ vacaciones ❞  ▬



























MÉREOPE SE ENCONTRABA ANSIOSA DE VOLVER A UNO DE SUS DOS HOGARES –ya que consideraba a Hogwarts como uno–, ya quería saber si sus cosas seguían en el mismo sitio, si todos sus libros estaban en perfecto estado, si su hermana no había roto algo al ser la más torpe de la pequeña familia. Cuando por fin llegaron a la casa, fue recibida por una enorme merienda para así poderse poner al día de todo lo que ocurrió en los meses sin la pequeña pelirroja en la casa.

Y Méreope no pudo estar más feliz de estar de nuevo con su familia.

Ya se había cumplido el mes de la vuelta de Méreope de Hogwarts, y tampoco había sido tan aburrido como ella creyó que serían sus vacaciones. Tuvo la suerte de ser transferida a la vieja habitación que solía ser de su hermana mayor, ya que Dora había alegado que quería darle más espacio a su hermanita.

Méreope no tardó en comenzar a llevar sus pertenencias hacia su nueva recámara. De un día para otro la habitación ya estaba pintada de tonalidades amarillas y violetas, para que el cuarto luciese brillante y con más vida, según Méreope.

Las paredes estaban rodeadas con banderines de Gryffindor, mostrando lo orgullosa que estaba de pertenecer a la casa de los leones. En la parte de las orillas de las paredes se encargó de poner viejas luces navideñas alrededor de estas, al igual que ya había armado y organizado su nuevo escritorio negro, en donde tenía los pocos libros que tenía y más aparte los que le habían regalado en su cumpleaños y navidad, entre estos se encontraba el diario misterioso que le había llegado casi un año atrás y que aún seguía sellado.

En el lado derecho de su cama había una pequeña mesita de noche, dónde se encontraba su libreta de dibujo –recién comprada y lista para usarse–. Encima de este se encontraban un paquete de acuarelas y lápices que estaban alineados, ya que Méreope alegaba que le daba un poco de ansiedad ver todo hecho un desastre –lo atribuía a Hermione, quien la había obligado a organizar sus cosas cada mañana mientras estaban en el castillo–. También en la mesa había un pequeño lugar que acomodó para dejar su varita en donde ella pudiese verla constantemente y no la perdiese de vista.

También había acoplado una esquina para acomodar a Hera, quien la mayoría del tiempo se la pasaba volando por los alrededores de su habitación y de la casa, causándole muchos gritos a su madre por las plumas y cacas que la hermosa lechuza dejaba por doquier.

—Una caca más de la lechuza y te juro, Méreope Calissa Tonks, que tú limpiarás toda la casa sola —alegó la mujer, con mirada severa y sus manos sobre su cadera.

Méreope asintió, asustada—. Si, ma. Comprendido y anotado.

Había comenzado a colgar algunas fotos que tenía en su antigua recamara también –unas cuantas robadas de la sala de la casa–. Tomó otra de las fotos con curiosidad, en esta se veía ella de no poco más de un año de edad, siendo cargada por Edward quien sonreía a la cámara.

Sonrió, colgándola junto con las demás. Aunque todavía tenía curiosidad del porqué no había fotos de ella siendo una bebé de meses o hasta de su madre embarazada, ya que si, si había fotos de esas pero sólo del embarazo de Nymphadora.

—Fue un embarazo complicado, cariño —le respondió su padre una vez que le preguntó—. No pudimos sacar muchas fotos, pero créenos. Fue una época hermosa a pesar de los problemas.

Al ya tener medio listo el mural –ya que este estaba todavía algo vacío– se dirigió a su joyero, en donde comenzó a colgar el collar en forma de manzana que el menor de los Malfoy le había regalado, junto al collar que Theodore Nott le había igualmente.

Observo la pulsera que su mejor amigo le había regalado con una sonrisilla, si, esa jamás se la quitaba a pesar de que aveces llegaba a cortarle la circulación por las noches.

Aunque ahorita mismo lo odiaba, ¿odiar? Se quedaba corto: estaba dispuesta a hacerle la ley de hielo permanentemente al chico quien se negaba a mandarle respuesta a cada una de sus cartas.

De tan embobada que estaba con la pulsera en su muñeca no se dio cuenta cuando que alguien entraba de forma sigilosa a su recámara con una sonrisa melancólica plasmada en su rostro por que aquella niña de cabellos anaranjados cada vez más se parecía más y más a la difunta azabache.

¿Por qué esa sonrisa? inquirió Andrómeda adentrándose a la renovada habitación, tratando de quitar ese tipo de pensamientos de su cabeza.

Yo... por nada respondió Méreope, separando su mirada de la pulsera de manera rápida.

Creí que nunca vería esta habitación renovada, tienes talento mencionó la mujer, sentándose en la cama. ¿Esas son fotos nuestras?

Si... respondió tímidamente la pelirroja. He querido hacer un pequeño mural con las personas que me importan.

Eso es muy tierno, Mér pero pareció recordar algo, ya que había fruncido el ceño. ¿Tomaste las fotos de la sala, no es cierto?

Eh... creo que si, puede ser —acepto, yendo hacia su madre. Pero... ¿Sabes cuanto te amo mamita linda?

Finalmente agregó la sonrisa angelical que era el toque que siempre la llegaba a salvar de todas sus travesuras. Andrómeda la atrajo a ella, tirándola a la cama abrazándola y llenándola de besos en todo su rostro, hasta que la vista de la mayor cayó en la mano derecha de la Gryffindor. Méreope Tonks Black, ¿esa es una pulsera con iniciales que no son solo tuyas?

Méreope no sabía que contestar ante ello, estaba molesta con el azabache y no tenía ganas de hablar de él, pero su salvación llegó segundos después.

¡No es justo! No me invitan al momento madre he hijas. exclamó Dora, entrando a su antigua habitación fingiendo indignación.

Dora, quien comenzó a caminar hacia ellas, no se dio cuenta que ya había un mueble nuevo delante suyo con el cual se chocó y terminó cayendo junto a su madre y hermana, quienes reían ante la torpeza de la chica.

—¡Maldito mueble! ¿Por qué lo pusieron en medio de la pasada? —los cabellos de la chica se tiñeron de un morado oscuro, mientras se quejaba del dolor en su dedo meñique del pie.

—Hija, no estaba en la pasada —musitó Andrómeda antes de unirse a las carcajadas de Méreope, quien tenía los ojos cristalinos por la risa.

Y lo que finalmente llamó la atención de las tres mujeres fue el click de una cámara, en el marco de la puerta se encontraba Edward Tonks, admirando con una sonrisa a las tres mujeres de su vida.

[...]

Méreope trataba de comunicarse de cualquier modo con el azabache que tiene o tenia –como ella ahora se refiere– como mejor amigo, ya que esté la estaba ignorando completamente. Solo había intercambiado cartas con Hermione y Ron, a quienes todavía no se atrevía a preguntarles sobre el azabache, o si este les había dado señales de vida en todas las vacaciones.

También Theodore le había escrito algún par de veces, diciéndole lo que hacía encerrado en su casita. Según Méreope, la palabra correcta para referirse a la casa del Nott era casota, ya que este vivía en una mansión.

Malfoy, para su sorpresa, le había escrito seguido. Se podría decir que tenía reserva de gomitas para todo un largo año, lo cual, le agradecería en algún futuro.

Méreope y su familia se encontraban comiendo felizmente en la isla de la cocina, cuando de repente una lechuza marrón con toques oscuros comenzó a verse a través de la ventana entreabierta. En cuanto esta estaba más cerca, Méreope pensó en acercarse al ver que una carta colgaba de su pata, pero al echar hacia atrás su silla el sonido de algo azotándose contra la ventana la alarmó y, esta vez, no dudó en echarse a correr hacia el pobre animalito que estaba en el suelo, afuera de la residencia Tonks.

Ya se había acostumbrado a los tropiezos de Errol, la lechuza de los Weasley, pero aún así no dudaba en correr a socorrer a la lechuza.

Cuando esta ya estuvo levantada y sujetada muy bien de la ventana, la pelirroja prosiguió a tomar la carta que llevaba en su pata atada, para después dejar una suave caricia en la cabeza de Errol de forma cariñosa.

Hera está en mi habitación aviso, provocando que está subiese de forma rápida al segundo piso de la casa.

Cuando la lechuza se perdió por las escaleras, la pelirroja corrió de nuevo hacia la isla de la cocina, mientras abría la carta con una sonrisa pequeña.

Para Méreope Tonks
Querida Meli...
(Si, el pelirrojo también había descubierto su segundo nombre)

     Mis padres me han dejado invitarte a casa lo que resta de las vacaciones, y digamos que estoy aburrido aquí en casa con mis hermanos, sin mencionar que Fred y George no dejaban de molestarme durante el almuerzo para mandarte la carta.

     Puedo apostar que te quieren más a ti que a mi, también Ginny a estado acomodando su habitación para que te quedes con ella, y créeme que hacer que Ginny haga algo que odia es mucho.

Espero tu respuesta.
Tu pelirrojo amigo,
Ron Weasley.

La carta hizo que la sonrisa de la Gryffindor creciera considerablemente, haciéndola notaría entre su familia.

¿Y esa sonrisa, Mér? pregunto Dora, tratando de sonar "natural".

Méreope camino directo a sus padres, entregándoles la carta con una sonrisa inocente, tratando de iniciar su ligero chantaje para que la dejaran ir.

¿Tu quieres ir? pregunto Andrómeda, dirigiéndole una mirada a su esposo, pero al mismo tiempo a su hija.

La niña asintió con obviedad varías veces, lo cual sacó unas pocas risas entre su familia.

Bien, podrás ir afirmó Edward metiendo una rebanada de pan a su boca.

Méreope sonrió como niña en una juguetería y rápidamente subió a su habitación para poder responderle inmediatamente a Ron. Cuando llegó no tardó en comenzar a buscar un poco del pergamino que le quedaba del año escolar anterior junto con su pluma y tinta –que también comenzaba a terminársele– y sin más comenzó a escribir sobre el pergamino.

Para Ronald Weasley
Querido Ron.

Primero que nada, ¡te dije que no me llamaras Meli! En segunda, claro que voy a tu casa, mis padres me han dado permiso y supongo que tus hermanos estarán contentos de que vaya.

     Se que les hago falta y a ti también, no lo intentes negar, porque no te creeré.

Con cariño...
MÉREOPE

Enrolló el pergamino rápidamente para después ir hacia Errol y atársela a la pata una vez se cercioró que estaba alimentado y descansado para poder hacer otro largo viaje.

Le dio una última caricia a la lechuza antes de que esta emprendiese vuelo –desplomándose unas cuantas veces sin llegar al piso por completo–. Méreope se quedó quieta en la ventana, viendo como Errol desaparecía por entre las nubes.

La pelirroja se tiro en su cama soltando un largo suspiro mientras se pasaba las manos por su rostro que –a lo que su madre le había dicho– había comenzado a perfilarse, resaltando más sus pómulos. Ese mismo día, la mujer comenzó a darle la típica charla del cambio en su cuerpo, charla que terminó con Méreope tapándose sus oídos mientras trataba de dormir.

Sabía que estaba pensando en algo, pero simplemente no llegaba a su boca, o pensamientos principales.

Hasta que, finalmente fue como si un foco se encendiera en su cabeza.

Se sentó en su cama –previamente tendida– y se arrastró hasta llegar a su mesita de noche, en donde cogió su libreta de dibujo junto con sus lápices y comenzó a dibujar.

Aún no era una experta, claramente ella lo sabía, pero tenía algunos conocimientos por Dean, quien le había dado algunos consejos y técnicas que podría utilizar.

Y con aquello en mente, comenzó a trazar líneas y líneas entre sí.

Su ceño estaba levemente fruncido por la concentración, al igual que tenía atrapado entre sus dientes su labio inferior, mientras que de vez en cuando mordía la goma que el lápiz tenía encima de él.

Pasaron unos... se podrían decir minutos, o bueno, quizás fueron horas en las que estuvo concentrada en terminar su dibujo, y cuando lo hizo, quedó satisfecha con el resultado.

Justo había terminado a tiempo, ya que segundos después su madre la había llamado para que bajara a cenar.

¡Méreope, baja a cenar que va a enfriarse!

La pelirroja suspiro, dejó la libreta encima de su cama mientras ponía el lápiz en su escritorio, se re-acomodó la coleta que se había hecho no hace mucho y bajo directo a la cocina para así, poder cenar quizás por última vez con su familia antes de irse con los Weasley.

Pensó que después podría pintarlo, pero la sorpresa sería aún más grande para ella ya que el dibujo comenzó a teñirse de variedad de colores, los cuales quedaban a la perfección con las personas en el retrato.

En el dibujo podían observarse tres mujeres, una rechoncha con cabello oscuro y enredado en un moño, con un lunar algo peculiar aún lado de su barbilla. La otra era pelirroja, y igual que la otra mujer tenía el pelo hecho un moño de época, tenía los dientes delanteros algo grandes y salidos. La última era rubia con cabellos largos y sueltos, con las puntas enrolladas.

Las tres vestían con vestidos de época, quizás de hace unos trescientos años más o menos. La primera llevaba un vestido rojo, la segunda llevaba un vestido negro con toques verdes al frente y en la falda, mientras que la última llevaba un vestido morado con toques rojizos en la parte del corsé y inicios de la falda. Podría apreciarse la juventud en las tres, pero había algo obscuro en el dibujo, como si fuese un especié de truco de abracadabra.

El fondo comenzó a llenarse como si de una cabaña se tratase, mientras que en las manos de la bruja pelirroja se comenzaba a dibujar una especie de libro con un solo ojos como cerradura.















━━━AUTHOR'S NOTE. ¡chicuelas y chicuelos! ¿cómo están? espero que bien, ¿les ha gustado? ¿qué piensan sobre el dibujo?

en esta segunda parte se resolverán algunas cosas, pero lo interesante vendrá más adelante. ;)

recuerden, voten, comenten y compartan la historia para que así crezca esta pequeña gran familia💕

eso es todo travesuritas, soooooo

-Travesura Realizada-




Majo P.

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