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028. the rat that isn't a rat

CAPÍTULO VEINTIOCHO
▬ ❝ la rata que no es una rata ❞ ▬



































MÉREOPE NO SABÍA QUE HACER, EN SU CABEZA LA PALABRA «VENGANZA» HACÍA ECO EN SU CABEZA CADA VEZ CON MÁS INTENSIDAD. Quería que Sirius Black sufriera, lo máximo posible, como alguna vez lo hizo Calissa cuando le suplicaba a Bellatrix que no la matara.

La puerta de la habitación se abrió de golpe entre una lluvia de chispas rojas y ambos Gryffindors se volvieron cuando Remus Lupin entró en la habitación como un rayo. Lupin tenía la cara exangüe, y la varita levantada y dispuesta. Miró a Ron, que yacía en la cama; a Hermione, encogida de miedo junto a la puerta; a Méreope, quien parecía tener algo de alivio y miedo en su mirada mientras mantenía su mano en dirección a Black; a Harry, que no dejaba de apuntar a Black con la varita; y al mismo Black, desplomado a los pies de su hija y Harry, sangrando.

—¡Expelliarmus! —gritó Lupin.

La varita de la pelirroja y el pelinegro salieron volando de sus manos. También lo hicieron las dos que sujetaba Hermione. Lupin las tomo todas hábilmente y luego penetró en la habitación, mirando a Black, que todavía tenía a Crookshanks y a Binx protectoramente encaramado en el pecho.

Méreope sintió una punzada de alivió al no tener que matarlo ella, aparte que era la primera vez que se sentía realmente feliz de que Remus estuviera ahí.

Entonces habló Lupin, con una voz extraña que temblaba de emoción contenida:

—¿Dónde está, Sirius?

Méreope miró a Lupin. No comprendía qué quería decir, quizás lo hubiera comprendido sin la coma antes del nombre del hombre frente a ella. ¿De quién hablaba? Se volvió para mirar de nuevo a Black, cuyo rostro carecía completamente de expresión. Durante unos segundos no se movió. Luego, muy despacio, levantó la mano y señaló a Ron. Desconcertado, Méreope junto con Harry se volvieron hacia el sorprendido Ron.  

—Pero entonces... —murmuró Lupin, mirando tan intensamente a Black que parecía leer sus pensamientos—, ¿por qué no se ha manifestado antes? A menos que... —de repente, los ojos de Lupin se dilataron como si viera algo más allá de Black, algo que no podía ver ninguno de los presentes—... a menos que fuera él quien... a menos que te transmutaras... sin decírmelo...

Muy despacio, sin apartar los hundidos ojos de Lupin, Black asintió con la cabeza.

¿Por qué no lo mataba de una vez? Era lo que pensaba la pelirroja.

Si su hermano inexistente la matara y tuviera a su inexistente esposo delante de él, ella quisiera que lo matara a golpes.

—Remus, ¿qué pasa? —interrumpió Méreope en voz alta—. ¿Qué...?

Pero no terminó la pregunta, porque lo que vio la dejó muda. Lupin bajaba la varita. Un instante después, se acercó a Black, le tomo la mano, tiró de él para incorporarlo y para que Crookshanks y Thackery cayeran al suelo, y abrazó a Black como a un hermano.

Méreope se sintió como si le hubieran agujereado el fondo del estómago.

—¡NO LO PUEDO CREER! —gritó Hermione.

Los ojos de la pelirroja volvieron a empañarse, ¿como..? ¿cómo su "padre" podía aliarse con quien mato a su madre?

Lupin soltó a Black y se volvió hacia su hija y Hermione. La castaña se había levantado del suelo y señalaba a Lupin con ojos espantados.

—Usted... usted...

—Hermione...

—¡... usted y él!

—Tranquilízate, Méreope.

—¡No se lo dije a nadie! —gritó Hermione—. ¡Lo he estado encubriendo! ¡Ni siquiera a su propia hija se lo dije! ¡no le dije el motivo de su abandono!

—¿Otra vez? —pregunto Méreope, bufando y haciendo una mueca para evitar derramar lágrimas—. Creí que la etapa de mentiras habían terminado.

—¡Méreope, escúchame por favor! —exclamó Remus, mientras su corazón de padre se partía al verla aguantar las lágrimas—. Hermione, puedo explicarlo...   

—Yo confié en usted —gritó Hermione, flaqueándole la voz— y en realidad era amigo de él.

—Están en un error —explicó Lupin—. No he sido amigo suyo durante estos doce años, pero ahora sí... Déjenme que se los explique... hija...

—¡NO! —gritó Hermione—. Méreope, no confíes de él. Ha ayudado a Black a entrar en el castillo. También él quiere matarte. ¡Es un hombre lobo!

Se hizo un vibrante silencio. Todos miraban a Lupin, que parecía tranquilo, aunque estaba muy pálido.

—Estás acertando mucho menos que de costumbre, Hermione —dijo—. Me temo que sólo una de tres. No es verdad que haya ayudado a Sirius a entrar en el castillo, y te aseguro que no quiero matar a mi propia hija... —se estremeció visiblemente mientras se encargaba de conectar miradas con la pelirroja—. Pero no negaré que soy un hombre lobo —aun con la mirada puesta en Méreope, siguió—. Esa es la razón por la que te abandone después de su muerte, hija.

Ron hizo un esfuerzo por volver a levantarse, pero se cayó con un gemido de dolor. Lupin se le acercó preocupado, pero Ron exclamó: 

—¡Aléjate de mí, licántropo!

Lupin se paró en seco. Y entonces, con un esfuerzo evidente, se volvió a Hermione y le dijo: 

—¿Cuánto hace que lo sabes?

—Siglos —contestó Hermione—. Desde que hice el trabajo para el profesor Snape.

Méreope no sabía que pensar, todo era muy confuso y raro, no sabía si era verdad pero ahora las cicatrices, la piel terriblemente pálida, sus "faltas" durante las luna llenas, la poción de Snape... tenían sentido.

Pero aun necesitaba mas contexto para no arrojarle una maldición.

—Estará encantado —dijo Lupin con poco entusiasmo—. Les puso ese trabajo para que alguno de ustedes se percatara de mis síntomas. ¿Comprobaste el mapa lunar y te diste cuenta de que yo siempre estaba enfermo en luna llena? ¿Te diste cuenta de que el boggart se transformaba en luna al verme? ¿O fue por ocultarle el motivo a mi hija?

—¿Puedes dejar de llamarme así? —respondió la pelirroja—. Aún no tienes derecho.

Lupin asintió un poco, para él ya era bueno que su pequeña ya le dirigiera la palabra sin tener que forzarla a hacerlo.

—Las dos cosas —respondió Hermione en voz baja.

Lupin lanzó una risa forzada.

—Nunca he conocido una bruja de tu edad tan inteligente, Hermione —sonrió hacia Méreope—. O no había visto un par de brujas así desde hace tiempo.

—No soy tan inteligente —susurró Hermione—. ¡Si lo fuera, le habría dicho a todo el mundo lo que es usted y hubiera hecho que mi mejor amiga lo alejara por completo!

—Ya lo saben —dijo Lupin—. Al menos, el personal docente lo sabe —los ojos profundos de Remus seguían mirando a Méreope—. Y estaba a punto de contárselo a Méreope.

—¿Dumbledore lo contrató sabiendo que era usted un licántropo? —preguntó Ron con voz ahogada—. ¿Está loco?

—Hay profesores que opinan que sí —admitió Lupin—. Le costó convencer a ciertos profesores que yo era de confianza.

—¡Y ESTABA EN UN ERROR! —gritó Harry, entrelazando su mano con la de Méreope mientras esta solo miraba—. ¡HA ESTADO AYUDÁNDOLO TODO ESTE TIEMPO!

Señalaba a Black, que se había dirigido hacia la cama adoselada y se había echado encima, ocultando el rostro con mano temblorosa. Crookshanks saltó a su lado y se subió en sus rodillas ronroneando, mientras que Binx se posicionaba a un lado de Remus. Ron se alejó, arrastrando la pierna.

—No he ayudado a Sirius —dijo Lupin—. Si me dejan, se los explicaré. Miren... —separó las varitas de Harry, Ron, Méreope y Hermione y las lanzó hacia sus respectivos dueños. Méreope tomo la suya sorprendida—. Ya ven —prosiguió Lupin, guardándose su propia varita en el cinto—. Ahora ustedes están armados y nosotros no. ¿Quieren escucharme?

Méreope no sabía qué pensar. ¿Sería un truco?

—Si no lo has estado ayudando —dijo la pelirroja mirando furiosamente a Black—, ¿cómo sabía que se encontraba aquí? 

—Por el mapa —explicó Lupin—. Por el mapa del merodeador. Estaba en mi despacho examinándolo...

—¿Sabe utilizarlo? —le preguntó Harry con suspicacia.

—Por supuesto —contestó Lupin, haciendo con la mano un ademán de impaciencia—. Yo colaboré en su elaboración. Yo soy Lunático... Es el apodo que me pusieron mis amigos en el colegio.

—¿Tu hiciste...? 

—Lo importante es que esta tarde lo estaba examinando porque tenía la idea de que tú, Ron, Méreope y Hermione intentarían salir furtivamente del castillo para visitar a Hagrid antes de que su hipogrifo fuera ejecutado. Y estaba en lo cierto, ¿verdad? —comenzó a pasear sin dejar de mirarlos, levantando el polvo con los pies—. Supuse que se cubrirían con la vieja capa de tu padre, Harry.

—¿Cómo sabe lo de la capa?

—¡La de veces que vi a James desaparecer bajo ella! —dijo Lupin, repitiendo el ademán de impaciencia—. Que lleven una capa invisible no les impide aparecer en el mapa del merodeador. Los vi cruzar los terrenos del colegio y entrar en la cabaña de Hagrid. Veinte minutos más tarde dejaron a Hagrid y volvieron hacia el castillo. Pero en aquella ocasión los acompañaba alguien. 

—¿Qué dice? —interrumpió Harry—. Nada de eso. No nos acompañaba nadie.

—No podía creer lo que veía —prosiguió Lupin, todavía paseando, sin escuchar a Harry—. Creía que el mapa estaría estropeado. ¿Cómo podía estar con ustedes?  

—¡No había nadie con nosotros Remus!

—Y entonces vi otro punto que se les acercaba rápidamente, con la inscripción «Sirius Black». Vi que chocaba con ustedes, vi que arrastraba a dos de ustedes hasta el interior del sauce boxeador.

—¡A uno de nosotros! —dijo Ron enfadado.

—No, Ron —dijo Lupin—. A dos.

Dejó de pasearse y miró a Ron.

—¿Me dejas echarle un vistazo a la rata? —dijo con amabilidad.

—Te la regalamos si quieres —susurro la pelirroja, recibiendo una mala mirada por parte de Ron que solo provoco que rodara los ojos.

Su humor no estaba en sus mejores momentos, pero era lo mejor que tenía para aliviar el ambiente de la Casa de los Gritos.

—¿Qué? —preguntó Ron—. ¿Qué tiene que ver Scabbers en todo esto?

—Todo —respondió Lupin—. ¿Podría echarle un vistazo, por favor?

Ron dudó. Metió la mano en la túnica. Scabbers salió agitándose como loca. Ron tuvo que agarrarla por la larga cola sin pelo para impedirle escapar. Crookshanks, todavía en las rodillas de Black, se levantó y dio un suave bufido. Al igual que Binx quien se levanto rápidamente de su lugar, erizando los pelos de su lomo.

Lupin se acercó más a Ron. Contuvo el aliento mientras examinaba detenidamente a Scabbers.

—¿Qué? —pregunto Méreope, dándose la vuelta para encarar a quien resultaba ser su padre—. ¿Qué tiene que ver la horrorosa rata en todo esto?

—No es una rata —graznó de repente Sirius Black.

—¿Qué quiere decir? ¡Claro que es una rata!

—No lo es —dijo Lupin en voz baja—. Es un mago.

—Un animago —aclaró Black— llamado Peter Pettigrew.




















━━━AUTHOR'S NOTE.

recuerden: voten, comenten y compartan la historia para que así crezca esta gran familia💕

eso es todo travesuritas, soooooo

-Travesura Realizada-






Majo P.

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