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027. the dog, the cats and the rat

CAPÍTULO VEINTISIETE
▬ ❝ el perro, los gatos y la rata ❞ ▬






































A MÉREOPE SE LE QUEDO LA MENTE EN BLANCO A CAUSA DE LA IMPRESIÓN. Los cuatro se habían quedado paralizados bajo la capa invisible. Los últimos rayos del sol arrojaron una luz sanguinolenta sobre los terrenos, en los que las sombras se dibujaban muy alargadas. Detrás de ellos oyeron un aullido salvaje.

—¡Hagrid! —susurró Harry. Sin pensar en lo que hacia, fue a darse la vuelta, pero Ron y Hermione lo tomaron por los brazos, mientras que Méreope se aferraba a sus hombros evitando que se echara a correr.

—No podemos —dijo Ron, blanco como una pared—. Se verá en un problema más serio si se descubre que lo hemos ido a visitar...

—¿Cómo... han podido...? —preguntó Méreope jadeando, como si se ahogase—. ¿Cómo han podido? 

Harry regreso su vista y volvió a abrazarse a ella, tomándola del dorso y acercándola a él: se había prometido protegerla de todo y todos, pero por ahora sus sentimientos estaban rotos gracias a cierta ave a quien le había tomado cariño.

—Vamos —dijo Ron, tiritando.

Reemprendieron el camino hacia el castillo, andando muy despacio para no descubrirse. La luz se apagaba. Cuando llegaron a campo abierto, la oscuridad se cernía sobre ellos como un embrujo.  

—Scabbers, estate quieta —susurró Ron, llevándose la mano al pecho. La rata se retorcía como loca. Ron se detuvo, obligando a Scabbers a que se metiera del todo en el bolsillo—. ¿Qué te ocurre, tonta? Quédate quieta... ¡AY! ¡Me ha mordido!

—¡Ron, cállate! —susurró Hermione—. Fudge se presentará aquí dentro de un minuto...

—No hay manera.

Scabbers estaba aterrorizada. Se retorcía con todas sus fuerzas, intentando soltarse de Ron.  

—¿Qué le ocurre a esa cosa?

Pero Méreope acababa de ver a Crookshanks y a Thackery acercándose a ellos sigilosamente. Méreope no sabía si los gatos los veían o se orientaban por los chillidos de Scabbers.

La pelirroja había notado raro a Binx, la mayoría de veces se iba en la madrugada cuando ella "dormía", llevaba rebanadas de pollo en su hocico y los dejaba merlín sabe donde, respondía nervioso varias mentiras que le daba... simplemente extraño.

—¡Crookshanks! —gimió Hermione—. ¡No, vete, Crookshanks! ¡Vete!

—¡Thackery no es el momento! ¡Te comprare mas ratas en nuestra visita a Salem! —mascullo, mas este no le hizo caso alguno.

Ambos gatos se acercaron mas...

—Scabbers... ¡NO!

Demasiado tarde... La rata escapó por entre los dedos de Ron, se echó al suelo y huyó a toda prisa. De un salto, Binx y Crookshanks se lanzaron tras el roedor; y antes de que Harry, Méreope y Hermione pudieran detenerlo, Ron se salió de la capa y se internó en la oscuridad. 

—¡Ron! —gimió Hermione.

Ella, Méreope y Harry se miraron y lo siguieron a la carrera. Era imposible correr a toda velocidad debajo de la capa, así que se la quitaron y la llevaron al vuelo, ondeando como un estandarte mientras seguían a Ron. Oían delante de ellos el ruido de sus pasos y los gritos que dirigía a ambos gatos. 

—Aléjense de él..., aléjense... Scabbers, ven aquí...

Oyeron un golpe seco.

—¡Te he atrapado! Váyanse, gatos asquerosos. 

Harry, Méreope y Hermione casi chocaron contra Ron. Estaba tendido en el suelo. Scabbers había vuelto a su bolsillo y Ron sujetaba con ambas manos el tembloroso bulto.

—Vamos, Ron, volvamos a cubrirnos —dijo Méreope jadeando—. Dumbledore y el ministro saldrán dentro de un minuto.

Pero antes de que pudieran volver a taparse, antes incluso de que pudieran recuperar el aliento, oyeron los pasos de unas patas gigantes. Algo se acercaba a ellos en la oscuridad: un enorme perro negro de ojos claros.

Méreope quiso tomar su varita pero era ya demasiado tarde. El perro había dado un gran salto y sus patas delanteras le golpearon en el estómago. Méreope cayó de espaldas, con un fardo de pelo. Sintió el cálido aliento del fardo, sus dientes de tres centímetros de longitud... 

Recordó a ese perro, era el mismo que había visto y cuidado mientras estaba en el bosque prohibido tras ver el boggart de su madre, su tía y ella misma hace unos meses atrás.

A su lado, el perro había lanzado a Harry de igual manera que a ella, solo que este parecía no tener aire debido al impacto.

Intento levantarse, con dolor, pero la mano de Harry encima de la suya lo impidió.

—Con cuidado, Issa —murmuro.

Ella asintió y se levanto poco a poco mientras que el perro se preparaba para otro ataque.

Ron se levantó. Cuando el perro volvió a saltar contra ellos, Ron empujó a Méreope hacia un lado y el perro mordió el brazo estirado de Ron. Harry embistió y agarró al animal por el pelo, pero éste arrastraba a Ron con tanta facilidad como si fuera un muñeco de trapo.

Entonces, algo surgido de no se sabía dónde golpeó a Harry tan fuerte en la cara que volvió a derribarlo. Oyó a Méreope chillar de dolor y caer también. Minutos después, se les unió Hermione con un nuevo raspón en la mejilla.

—¡Lumos! —susurró Harry.

La luz de la varita iluminó un grueso árbol. Habían perseguido a Scabbers hasta el sauce boxeador; y sus ramas crujían como azotadas por un fortísimo viento y oscilaban de atrás adelante para impedir que se aproximaran.

Al pie del árbol estaba el perro, arrastrando a Ron y metiéndolo por un hueco que había en las raíces. Ron luchaba denodadamente, pero su cabeza y su torso se estaban perdiendo de vista.

—¡Ron! —gritó Méreope, intentando seguirlo, pero una gruesa rama le propinó un restallante y terrible trallazo que lo obligó a retroceder.  

Lo único que podían ver ya de Ron era la pierna con la que el muchacho se había enganchado en una rama para impedir que el perro lo arrastrase. Un horrible crujido cortó el aire como un pistoletazo. La pierna de Ron se había roto y el pie desapareció en aquel momento.

—Harry, tenemos que pedir ayuda —gritó Hermione. Ella también sangraba. El sauce le había hecho un corte en el hombro.

Méreope tenia sangre corriendo por su nariz, mientras que un rasguño grande yacía en su brazo.

—¡No! ¡Este ser es lo bastante grande para comérselo! ¡No tenemos tiempo!

—No conseguiremos pasar sin ayuda —grito Méreope, mientras otra rama les lanzó otro latigazo, con las ramitas enroscadas como puños. 

—Si ese perro ha podido entrar, nosotros también —jadeó Harry, corriendo y zigzagueando, tratando de encontrar un camino a través de las ramas que daban trallazos al aire, pero era imposible acercarse un centímetro más sin ser golpeados por el árbol.

—¡Socorro, socorro! —gritó Hermione, como una histérica, dando brincos sin moverse del sitio ya que, su brazo izquierdo se había salido de su lugar, otra muy mala señal—. ¡Por favor...! 

Crookshanks dio un salto al frente, mientras que a su lado se posaba Binx. Se deslizaron como una serpiente por entre las ramas que azotaban el aire y se agarraron con las zarpas a un nudo del tronco.

De repente, como si el árbol se hubiera vuelto de piedra, dejó de moverse.

—¡Crookshanks! ¡Binx! —gritó Hermione, dubitativa. Tomo a Harry por el brazo tan fuerte que le hizo daño y este tomo por la cintura a Méreope antes de que una diminuta rama diera contra su estomago—. ¿Cómo sabían...? 

—Son amigos del perro —dijo Harry con tristeza, mientras notaba como Méreope se tensaba en sus brazos—. Los he visto juntos... Vamos. Tengan la varita a punto.  —se giro hacia la pelirroja—. Lo lamento Issa.

Ella sorbio su nariz y miro a Harry, terminando asintiendo.

En unos segundos recorrieron la distancia que les separaba del tronco, pero antes de que llegaran al hueco que había entre las raíces, Crookshanks y Thackery se metieron por él. Harry y Méreope los siguieron. Entraron a gatas, primero Harry y luego Méreope, metiendo primero la cabeza, y se deslizaron por una rampa de tierra hasta la boca de un túnel de techo muy bajo. Los gatos estaban ya lejos de ellos y sus ojos brillaban a la luz de la varita de Harry. Un segundo después, entró Hermione.

—¿Dónde está Ron? —le preguntó con voz aterrorizada.

—Por aquí —indicó Harry, poniéndose en camino con la espalda arqueada, siguiendo a los felinos.

—¿Adónde irá este túnel? —le preguntó Hermione, sin aliento.

—No sé... Está señalado en el mapa del merodeador; pero Fred y George creían que nadie lo había utilizado nunca. Se sale del límite del mapa, pero daba la impresión de que iba a Hogsmeade...

Avanzaban tan aprisa como podían, casi doblados por la cintura. Por momentos podían ver la cola de Crookshanks y los llamativos ojos de Binx. El pasadizo no se acababa. Parecía tan largo como el que iba a Honeydukes. Lo único en que podía pensar Méreope era en Ron y en lo que le podía estar haciendo el perrazo... Al correr agachada, le costaba trabajo respirar y le dolía...

Había confiado tanto en el perro como en los gatos... en Binx, ¿por que ayudarla si haría esto después?

Y entonces el túnel empezó a elevarse, y luego a serpentear; y tanto Crookshanks como Thackery habían desaparecido. En vez de ver a los gatos, Méreope veía una tenue luz que penetraba por una pequeña abertura.

Se detuvieron jadeando, para tomar aire. Avanzaron con cautela hasta la abertura. Levantaron las varitas para ver lo que había al otro lado.

Había una habitación, muy desordenada y llena de polvo. El papel se despegaba de las paredes. El suelo estaba lleno de manchas. Todos los muebles estaban rotos, como si alguien los hubiera destrozado. Las ventanas estaban todas cegadas con maderas.

Harry miró a Méreope, que parecía muy asustada, pero asintió con la cabeza, al igual que Hermione quien apenas podía mover su brazo.

Harry salió por la abertura mirando a su alrededor, siendo seguido por Méreope. La habitación estaba desierta, pero a la derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras. Hermione se tomo del brazo de su mejor amiga. Miraba de un lado a otro con los ojos muy abiertos, observando las ventanas tapadas. 

—Harry —susurró la pelirroja—. Creo que estamos en la Casa de los Gritos.

Méreope miró a su alrededor. Posó la mirada en una silla de madera que estaba cerca de ellos. Le habían arrancado varios trozos y una pata.

—Eso no lo han hecho los fantasmas —observó el miope, quien tenia la mano entrelazada con el brazo libre de la pelirroja.

En ese momento oyeron un crujido en lo alto. Algo se había movido en la parte de arriba. Miraron al techo. Hermione le tomaba el brazo de Méreope con tal fuerza que perdía sensibilidad en los dedos. La miró. Hermione volvió a asentir con la cabeza y la soltó.

Tan en silencio como pudieron, entraron en el vestíbulo y subieron por la escalera, que se estaba desmoronando. Todo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo, salvo el suelo, donde algo arrastrado escaleras arriba había dejado una estela ancha y brillante.

Llegaron hasta el oscuro descansillo.

—Nox —susurraron a un tiempo, y se apagaron las luces de las varitas.

Solamente había una puerta abierta. Al dirigirse despacio hacia ella, oyeron un movimiento al otro lado. Un suave gemido, y luego un ronroneo profundo y sonoro. Cambiaron una última mirada y un último asentimiento con la cabeza.

Sosteniendo la varita ante sí, Harry abrió la puerta de una patada.  

Crookshanks estaba acostado en una magnífica cama con dosel y colgaduras polvorientas, Binx, mantenía una cama de dos plazas, negra y con toques plateados en los lados. Crookshanks ronroneó al verlos y Binx solo miraba a la pelirroja. En el suelo, a su lado, sujetándose la pierna que sobresalía en un ángulo anormal, estaba Ron. Harry, Méreope y Hermione se le acercaron rápidamente.

—¡Ron!, ¿te encuentras bien?

—¿Dónde está el perro?

—No hay perro —gimió Ron. El dolor le hacía apretar los dientes—. Harry, esto es una trampa... llévatelas antes de que el vuelva y se lleve a Meli...

—¿Qué...?

—Él es el perro. Es un animago...

Ron miraba por encima del hombro de Méreope. Méreope se dio la vuelta. El hombre oculto en las sombras cerró la puerta tras ellos.

Involuntariamente, pego su hombro con el brazo de Harry quien no tardo en poner detrás suyo a ambas chicas, mientras mantenía su mano sobre la espalda de la pelirroja.

Una masa de pelo sucio y revuelto le caía hasta los codos. Si no le hubieran brillado los ojos en las cuencas profundas y oscuras, habría creído que se trataba de un cadáver. La piel de cera estaba tan estirada sobre los huesos de la cara que parecía una calavera. Una mueca dejaba al descubierto sus dientes amarillos. Era Sirius Black. 

—¡Expelliarmus! —exclamó, dirigiendo hacia ellos la varita de Ron.

Las varitas que empuñaban Harry, Méreope y Hermione saltaron de sus manos, y Black las recogió. Dio un paso hacia ellos, con los ojos fijos en Harry y su sobrina.

—Pensé que vendrían a ayudar a su amigo —dijo con voz ronca. Su voz sonaba como si no la hubiera empleado en mucho tiempo—. Tu padre y mi hermana habrían hecho lo mismo por mí. Han sido muy valientes por no salir corriendo en busca de un profesor. Muchas gracias. Esto lo hará todo mucho más fácil...

Méreope oyó la burla sobre su madre como si Black la hubiera proferido a voces. Notó la quemazón del odio, que no dejaba lugar al miedo. Los oscuros ojos de Black la analizaban como si estuviera escaneándola por completo, como si buscara algo que hubiera perdido hace mucho y por fin volviera a encontrarlo mirándola.

Noto como el agarre de su mejor amigo comenzaba a soltarse, poco a poco, hasta que noto sus intenciones de irse contra Black al ver como este miraba a su pelirroja.

Rápidamente tomo sus hombros y lo detuvo, posicionándose delante suyo.

—¡No, Harry! —exclamó Hermione, petrificada, y con un dolor expandiéndose por su brazo desacomodado.

Ron, sin embargo, se dirigió a Black:

—Si quiere matar a Harry, o a Méreope, tendrá que matarnos también a nosotros —dijo con fiereza, aunque el esfuerzo que había hecho para levantarse lo había dejado aún más pálido, y oscilaba al hablar. 

Algo titiló en los ojos sombríos de Black.

—Échate —le dijo a Ron en voz baja— o será peor para tu pierna.

—¿Me ha oído? —dijo Ron débilmente, apoyándose en Harry para mantenerse en pie—. Tendrá que matarnos a los cuatro. 

—Sólo habrá un asesinato esta noche —respondió Black, acentuando la mueca.

—¿Por qué? —preguntó Harry, tratando de soltarse de Ron y de Hermione, mientras entrelazaba su mano con la fría de Méreope—. No le importó la última vez, ¿cierto? No le importó matar a todos aquellos muggles al mismo tiempo que a Pettigrew... ¿Qué ocurre, se ha ablandado usted en Azkaban? 

—¡James! —sollozó Méreope—. ¡Cállate! ¡Es un asesino no un payaso!

—¡ÉL MATÓ A MIS PADRES Y A TU MADRE! ¡A SU HERMANA Y A SU MEJOR AMIGO! —gritó Harry.

No falto mas para soltarse de Ron, Méreope y Hermione y echársele encima a Black.

Hermione, Méreope y Ron gritaron. Vieron un resplandor cegador cuando las varitas que Black tenía en la mano lanzaron un chorro de chispas que por unos centímetros no dieron a Harry en la cara.

Pero Black aferró con su mano libre el cuello de Harry.

—No —susurró—. He esperado demasiado tiempo.

Méreope abrió la boca sorprendida al ver como Harry comenzaba a ahogarse y como sus gafas redondas salieron volando a su lado. Con impotencia y un enorme enojo recorriendo sus venas, se dirigió hacia su tío y Harry, proporcionándole una patada en la espalda a Black junto con una buena quemada de ropa pues sus poderes habían fluido sin ella haber sido consiente de ello. Tan fuerte fue el impacto, que su ojo izquierdo se hincho y de su nariz comenzaba a brotar sangre.

Black soltó a Harry profiriendo un alarido de dolor. Ron se arrojó sobre la mano con que Black sujetaba la varita.

Se soltó del nudo de cuerpos y vio su propia varita en el suelo. Se tiró hacia ella, pero...

—¡Ah!

Crookshanks se había unido a la lucha, clavándole las zarpas delanteras en el brazo. Harry se lo sacudió de encima, pero Binx se dirigió como una flecha hacia la varita de Harry.

—¡NO! —exclamó la pelirroja, y propinó a Binx –lo mas quedito que pudo– un puntapié que lo tiró aun lado bufando. Méreope recogió la varita y se dio la vuelta, lanzándole la suya a Harry.

—¡Apártense! —gritó a Ron y a Hermione, mientras junto con Harry alzaban sus varitas.

No necesitaron oírlo dos veces. Hermione, sin aliento y con un brazo dislocado, se hizo a un lado, recogiendo su varita y la de Ron. Ron se arrastró hasta la cama y se derrumbó sobre ella, jadeando y con la cara ya casi verde, asiéndose la pierna rota con las manos. 

Black yacía de cualquier manera junto a la pared. Su estrecho tórax subía y bajaba con rapidez mientras veía a ambos chicos aproximarse muy despacio, apuntándole directamente al corazón y a la cabeza con la varita.

—¿Vas a matarme, Harry? —preguntó—. ¿Tu vas a matarme, Cali?

Méreope pego la punta de su varita contra la frente de Black, mientras se encargaba de hacer cambiar el color de sus ojos. Para Black era como ver el mismísimo infierno en los ojos de su sobrina.

—No vuelvas a llamarme Cali —farfullo, ejerciendo mayor fuerza en el agarre de su varita.

Harry la tomo de un hombro, y aguantando el ardor entre sus dedos por tocarla, la puso de pie, mientras la colocaba detrás suyo.

—Usted mató a mis padres —dijo Harry con voz algo temblorosa, pero con la mano firme—. Y a la madre de Méreope.

Black los miró fijamente con aquellos ojos hundidos.

—No lo niego —dijo en voz baja—. Pero si supieran toda la historia...

—¿Toda la historia? —repitió Méreope, con un furioso martilleo en los oídos—. Los entregó a Voldemort, eso es todo lo que necesitamos saber.

—Tienen que escucharme —dijo Black con un dejo de apremio en la voz—. Lo lamentarán si no... si no comprenden...

—Comprendemos más de lo que cree —dijo Harry con la voz cada vez más temblorosa—. Usted no la ha oído nunca, ¿verdad? A mi madre, impidiendo que Voldemort me matara... Y usted lo hizo. Lo hizo...

Los ojos de Méreope ya estaban empañados, quería llorar y golpear a Black tanto como le fuera posible.

Antes de que alguien pudiera decir nada más, algo canela pasó por delante de Harry como un rayo. Crookshanks saltó sobre el pecho de Black y se quedó allí, mientras Binx brincaba sobre el hombro de los adolescentes, posicionándose en el pecho de Black igualmente, sobre su corazón. Black cerró los ojos y los volvió a abrir mirando a los gatos.

—Gato traidor  —murmuro Méreope, mirando a Thackery sin poder creerlo.

No sabia si dirigir su varita hacia Binx o hacia Black, prefería un ángulo donde la maldición asesina, la que mato a su madre he hizo que su padre la abandonara, diera a ambos.

A fin de cuentas, ambos eran traidores.

—Vayanse —ordenó Black, tratando de quitarse de encima a los animales. Pero los gatos le hundieron las garras en la túnica, mientras Thackery murmuraba un "no hice esto para nada" haciendo que Hermione soltara un sollozo involuntario.

Harry levantó la varita, a lo que Méreope alzo su mano a la altura de Black, dispuesto a hervirlo vivo por tan solo vengar a su madre, a pesar de que se sentía culpable por los motivos en que ella había fallecido, era capaz de matarlo mediante la misma razón por la que la mataron a ella.

Por sus poderes.

Pasaron unos segundos y Harry seguía inmóvil con su varita en alto igual que Méreope, quien mantenía alzada su mano. Black los miraba fijamente, con Crookshanks y Thackery sobre el pecho. En la cama en la que estaba tendido Ron se oía una respiración jadeante. Hermione permanecía en silencio.

Y entonces oyeron algo que no habían oído hasta entonces.

Unos pasos amortiguados. Alguien caminaba por el piso inferior.

—¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! —gritó Hermione de pronto—. ¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! ¡SIRIUS BLACK! ¡DENSE PRISA!

Méreope sonrió de costado, si ella no lo mataba, los dementores lo harían.














































































━━━AUTHOR'S NOTE.

recuerden: voten, comenten y compartan la historia para que asi crezca esta pequeña gran familia💕

eso es todo travesuritas, soooooo


-Travesura Realizada-











Majo P.

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